DELINCUENCIA JUVENIL NUEVAS TENDENCIAS JURISPRUDENCIALES Virginia Sansone. Luego de más de 10 años de vigencia de la Convención sobre los Derechos del Niño –en adelante CDN- la Cámara Nacional de Casación Penal confirmó su aplicación lisa y llana. El fallo Cáceres1, que ha tenido su génesis en la sentencia dictada por el Tribunal Oral de Menores nro. 2 de la ciudad de Buenos Aires, reivindica la vigencia de la CDN como ley suprema y el respeto por las garantías constitucionales, en el ámbito del Derecho Penal Juvenil. En el precedente se plasmaron temas jurídicos de largo debate en los ámbitos doctrinarios y jurisprudenciales: en especial el reconocimiento reiterado que la Dra. Fellini, jueza integrante del Tribunal Oral de Menores nro. 2 –en adelante TOM 2 -, hace de la CDN, en este fallo y en numerosos votos de su Tribunal, como también en su produc- ción dogmática. Es necesario destacar la receptividad y repercusión de la aplicación de la CDN en el orden interno, en el cual todavía encontramos vestigios del sistema tutelar, sin perjuicio de que bajo el número de ley 23.849, fue sancionada el 27 de septiembre de 1990 y ratificada por el Poder Eje Do ce n te U ni v er si tar ia. J ef e d e T rab aj o s P rác ti co s, d el d ep ar ta me n to d e Der ec ho P ena l y Cr i mi no lo gí a d e la U ni ve r s id ad d e B ue n o s Aire s. 1 Cá mara Na cio na l d e Ca sac ió n P e na l, Sa la III , r eg i stro 8 9 1 /0 6 , ca u sa nr o . 6 6 0 3 , “C. L.D . s /r ec ur s o d e ca sac ió n”, r ta . 1 7 d e a go st o d e 2 0 0 6 . - 1 cutivo en sede internacional el 4 de diciembre del mismo año. Rige en el derecho interno desde el 1 de noviembre de 1990. En consecuencia, debe profundizarse la exigencia de su aplicación directa, y en tal sentido es imperioso reclamar la sanción de una ley que regule la responsabilidad penal juvenil, a fin de dar término a erradas interpretaciones legales que tratan de compatibilizar antagonismos -CDN y ley 22.278- con la justificante de resultar ello más benigno. Sin perjuicio de la elogiosa aceptación que merece el precedente jurisprudencial, aún debemos continuar el debate por el pleno reconocimiento de la CDN y la derogación expresa de la ley 22.278, por entender que su interpretación conjunta no satisface los mandatos constitucionales, por los argumentos que se expondrán en el presente comentario. 1. Sentencia del Tribunal Oral de Menores nro.2.2 A pesar de que la sentencia se refiere a la conducta de un mayor y una menor de edad, el propósito de este trabajo es sólo comentar la aplicación de la ley vigente en el ámbito minoril, por lo que únicamente se hará mención a la menor de edad involucrada. Así, el TOM 2 dio por probado que la menor L.D.C. junto con su concubino, en horas de la madrugada del 24 de noviembre de 2003, causaron la muerte -mediante estrangulamiento y asfixia por sofocación- de sus dos hijos de dos meses de edad, mientras los cuatro compartían una misma habitación en una casa del barrio de la Boca. 2 T rib u na l O r al d e Me no r es nr o . 2 , d e la ci ud ad d e B u e no s Aire s, se n te nc ia nro . 9 5 4 ca us a 3 5 9 4 , “C a mp o s, J ua n J o sé y o tro s / ho mi ci d io ca li fic ad o ”, r ta. 1 8 d e o ct ub r e d e 2 0 0 5 .- 2 La sentencia calificó a ambos imputados como coautores del delito de homicidio agravado por el vínculo reiterado en dos oportunidades, conductas previstas en el artículo 80, inc. 1º del Código Penal – en adelante CP -. Cada integrante del TOM 2, en sus respectivos votos, fundamentó la legislación aplicable y por mayoría con relación a la menor de edad, resolvieron que debía imponerse una sanción morigerada conforme lo previsto en el último párrafo del art. 80 del CP. Debe remarcarse que el voto de la mayoría dictaminó aplicando exclusivamente la CDN. Esta conclusión fue propuesta por la Dra. Fellini, a la que adhirió la Dra. López González, quienes con dis- tinta argumentación arribaron a la imposición de la pena de 8 años de prisión para la joven. Por su parte la Dra. Zulita Fellini haciendo un impecable análisis racional y docente, reitera posiciones que expresara en numerosos fallos y en opinión doctrinaria, reconociendo la plena vigencia de la CDN y la modificación del sistema de responsabilidad juvenil que la aplicación de la misma provocó, aún hoy con debilidades en su puesta en práctica. Concede operatividad y aplicación directa de las cláusulas de la CDN, por considerarla ley posterior, jerárquicamente superior, y por resultar más benigna que la 22. 278, así explica la inncesariedad de su derogación expresa por el Parlamento, como ocurriera recientemente con la ley 10.903, mediante la ley 26.061. Descarta la posibilidad de compatibilizar la CDN y la ley 22.278, postura que adjudica responsable de la no prosperidad de los numerosos proyectos presentados ante las Cámaras del Poder Legislativo. 3 Señala que el intento de compatibilizar estas dos normativas, conllevaba ineludiblemente a no advertir la diferencia existente entre un sistema tutelar que vincula la imposición de sanciones con el “tratamiento”, o con “las condiciones de vida del autor”, y no con el “hecho delictivo” como determinante de la aplicación del sistema penal a menores de edad. Por ello considera esta concepción equivocada y vulnerante de garantías constitucionales, como los principios de legalidad, tipicidad, culpabilidad, proporcionalidad, reserva; y procesales, como el de inocencia, defensa en juicio y debido proceso entre otros. Excluye la validez de la ley 22.278, en su totalidad y puntualiza que las medidas que dispone arbitrariamente el art. 4º de la mencionada ley, no resultan en beneficio del joven, porque son indeterminadas en su clase, en su duración y en su ejecución, y porque permiten al juzgador tanto la aplicación de penas sin fundamento en el hecho típico, como la absolución incongruente con la finalidad del Derecho Penal. Es categórica al sostener que lo único que beneficia a los jóvenes, es que se tengan en cuentan y respeten las garantías constitucionales que le son debidas como personas integrantes de la sociedad. Que la CDN instauró un sistema diferente, al establecido por la ley 22.278, basado en la salvaguarda de las garantías constitucionales, cuya internalización requiere acabada comprensión de ese proceso de cambio. Concluye, luego de un pormenorizado análisis del contenido de los arts. 37 y 40 de la CDN, que ella y la ley 22.278, lejos de resultar compatibles, resultan antagónicas. 4 Reconoce que la CDN en los artículos apuntados no establece expresamente ni medidas, ni penas aplicables en los casos concretos, falencia que no debiera el legislador cubrir con las prescripciones del CP para los delincuentes adultos. Y ante la falta de un catálogo de sanciones acorde a los parámetros establecidos por la CDN, y en el estado actual de la situación, gradúa las sanciones a imponer, guiada por el principio rector que establece que la prisión para un niño se utilizará como medida de último recurso y durante el período de tiempo más breve que proceda –art. 37 CDN-, conjugado con el principio de proporcionalidad y razonabilidad. Fundamenta la atenuación de la capacidad de culpabilidad, en relación con los adultos, por el grado de inmadurez que revisten los jóvenes, lo que les imposibilita introyectar acabadamente las normas jurídicas, que le permitan prever las consecuencias de sus actos, aunque no radique esa comprensión en la criminalidad del hecho mismo, lo que llevaría a la aplicación del art. 34 del CP. Concluye que con fundamento en la CDN, y en virtud de que dicha normativa remite al CP, aplica la última parte del art. 80 del CP a LDC, por entender que la minoría de edad constituye la circunstancia extraordinaria de atenuación. La Dra. Mirta López González, en coincidencia con la Dra. Fellini, postula la aplicación directa de la CDN y resuelve en consecuencia. Acuerda el monto punitivo escogido por la Dra. Fellini, con disímil argumentación. Sostiene que de acuerdo a los parámetros fijados por la CDN en caso de menores de edad, la pena a aplicarse debe 5 ser la menor prevista para el delito que se le atribuye, y por ello aplica la última parte del art. 80 del CP. Descarta la existencia de circunstancias extraordinarias de atenuación. Sin perjuicio de resolver el presente caso aplicando la CDN, deja a salvo que reconoce ciertos postulados de la ley 22.278, no aplicando aquellos que abiertamente la contradicen. Con relación al sistema tutelar, que la Dra. Fellini descarta en su totalidad, refiere que dicho régimen de nada sirvió para los jóvenes involucrados en conflictos penales, y que el mismo bajo el título de la protección a la infancia y adolescencia en riesgo, permitía avasallamientos verdaderamente inconstitucionales. Reclama en consecuencia y atento al cambio de paradigma operado en este ámbito del derecho, pasaje del menor de edad como objeto tutelar a sujeto de derecho, la san- ción de una ley penal juvenil adecuada, que no sólo sirva de marco legal a los jueces sino que cumpla con el mandato que exige la ley fundamental. Mencionó en relación a ello la reciente sanción de la ley 26.061 que derogó la ley 10.903. Si bien otorga operatividad a la CDN, señala que la misma en algunos aspectos proclama principios generales que deben ser completados con la legislación mencionada, la cual aunque resulte insuficiente y desactualizada establece parámetros en la determinación de la pena que son más beneficiosos para los jóvenes. Puntualiza las posibilidades regladas por el art. 4º de la ley 22.278 como constitutivas de legislación más beneficiosa, por postular éste la reducción punitiva y permitir la absolución. 6 Queda claro, que su intención no es ponderar esta ley, sancionada en tiempos de dictadura –año 1980- sino que rescata “in bonam partem” aquello que contempla la situa- ción del joven en cuanto a la punibilidad. No obstante ello, de acuerdo al análisis desarrollado, y a su postura frente a la actual situación legislativa en la materia, en el presente caso que se comenta, resuelve aplicando exclusivamente la CDN, dejando de lado los parámetros establecidos por el art. 4 de la ley 22.278 por entender que resulta más beneficiosa la pena establecida en la última parte del art. 80 del CP. 2. Fallo de la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal. Confirma la Cámara Nacional de Casación un fallo sin precedentes históricos, en el cual por mayoría un Tribunal Oral de Menores de Capital Federal resuelve aplicando exclusivamente la CDN. Caracteriza el Tribunal de alzada al fallo como respetuoso de la Carta Magna y del bloque constitucional introducido por el art. 75 inc. 22. Respecto a la pena impuesta a la menor de edad, considera que la misma respetó los estándares constitucionales vigentes en la materia, esto es la mínima intervención dentro de las posibilidades que permitía la escala penal. Varios y distintos argumentos recursivos plantearon las partes, centrando el tema a debatir en la determinación de la ley aplicable al caso. Los defensores de L.D.C. en definitiva reclamaron la aplicación del artículo 4º de la ley 22.278 alegando la 7 errónea interpretación de la ley sustantiva respecto de la no aplicación del mismo. La Sra. Jueza Dra. Angela Ledesma, preopinante en el fallo, argumentó claramente sobre el tema. Previo a referirse a la cuestión puntual, y por tratarse de un tema que genera un debate insoslayable, expuso su postura de pleno reconocimiento a los contenidos de la CDN. Mencionó que ésta junto con otros instrumentos internacionales, provocaron el ya referido cambio de paradigma en la materia; esto es el traspaso de la condición del niño, de objeto a sujeto de derecho. Sin perjuicio de la normativa constitucional mencionada, le reconoce vigencia al Régimen Penal de Menores regulado por la ley 22.278, en aquellos postulados que no vulneren los principios apuntados. Mediante la vigencia del principio “pro homine”, que establece que ante la diversidad de normas internacionales externas e internas, como es el caso, se debe acudir a la norma más amplia o a la interpretación más extensiva cuando se trata de reconocer derechos protegidos. Utilizando este principio interpretativo sostiene que “...es posible conjugar tanto la ley 22.278 y la CDN. Omitir la aplicación de la ley penal de menores –en su totalidad- generará un vacío legal para ciertos supuestos que puede llegar a acarrear una afectación al interés superior del niño”. Señala que corresponde en cado caso en concreto establecer cuáles son las cuestiones de la ley 22.278 que resulten aplicables, y agrega que a este análisis deberán incluirse las disposiciones tutelares y verificar, en el supuesto si genera una situación irregular. 8 Entendió que prorrogar la resolución del caso, resulta contrario a CDN, pues abrir un compás de espera y de incertidumbre implica someter a la joven a un régimen de “situación irregular”, claramente violatorio de las garantías y principios tratados. Respecto de la obligatoriedad o no de aplicación del art. 4° de la ley 22.278, responde que sobre la base de considerar a la pena como ultima ratio, este artículo brinda elementos interpretativos claros para hacer operativos los principios de la CDN. Que lo expuesto es fundamento suficiente para compatibilizar la CDN y la ley 22.278 –art. 4°Cita precedentes de la CSJN que avalan esta doctrina, fallo Maldonado, donde se sostuvo que “...existe en la normativa de la ley 22.278 un aspecto que no aparece en el Código Penal: la facultad y el deber de ponderar la “necesidad de la pena”. Que la necesidad de la pena a que hace referencia el régimen de la ley 22.278 en modo alguno puede ser equiparado a “gravedad del hecho” o “peligrosidad”...la razón por la que el legislador concede al juez una facultad tan amplia al momento de sentenciar a quien cometió un hecho siendo menor de 18 años se relaciona con el mandato de asegurar que estas penas preponderantemente , atiendan a fines de resocialización, o para decirlo con las palabras de la CDN, a la “importancia de promover la reintegración social del niño y de que este asuma una función constructiva en la sociedad”. Con fundamento en lo expuesto sustenta la aplicación de la ley 22.278 en sus partes pertinentes y agrega que la aplicación de una condena a un menor de edad, sin la contemplación de la escala de la tentativa, o en su defecto de la absolución, debe operar en forma extraordinaria, siempre y cuando no exista una interpretación más benigna. 9 Desde esta óptica, señala que la postura de la Dra. Fellini –omisión total de la ley 22.278-, puede significar que en algunos supuestos la pena a imponer a un menor de edad no tenga ninguna otra mensuración que el mínimo de la escala penal. Por último reconoce la urgencia de sancionar una ley acorde a las exigencias constitucionales, y que hasta tanto ello no se materialice, la única solución posible a fin de llenar el vacío legal apuntado es la utilización de ciertos criterios de la ley 22.278, que resulten claramente más beneficiosos. 3. Comentario. Ha quedado claro que de todas las posturas expuestas surge la necesidad de sancionar una ley penal juvenil acorde a los parámetros del estado de derecho, lo que implica la vigencia de la totalidad de los principios y garantías constitucionales. Frente a esta situación en la actualidad se distinguen dos criterios: 1- aplicación lisa y llana de la CDN y 2- aplicación de la CDN compatibilizada con ciertos postulados de la ley 22.278. Es coherente defender la aplicación lisa y llana de la CDN, por entender que ella resulta la solución mas adecuada dentro del marco de la vigencia de los principios constitucionales. Esta postura límite, adoptada por la Dra. Fellini, de la plena vigencia de la CDN y el no reconocimiento de ninguno de los postulados de la ley 22.278, es elogiable y digna de ser tomada en cuenta como el disparador para la toma de conciencia de la actual situación por la que atraviesan los menores involucrados en conflictos penales. 10 Todos conocemos los argumentos por ella sustentados, quien desde hace largo tiempo, ha reconocido , no só- lo desde su lugar de jueza, sino también como docente universitaria, el pleno ejercicio de las garantías que hasta hace muy poco se les privada a niños y jóvenes. En su obra “Derecho Penal de Menores”3, hace más de diez años, señalaba que “en la República Argentina, como en otros países de América Latina, se perciben las consecuencias de un sistema arbitrario e inequitativo de administración de justicia de menores. Esto es producto de concepciones paternalistas que desde principios de siglo considera- ron al menor de edad como objeto, y no como sujeto de derechos”. Continúa señalando que “la realidad ha demostrado la necesidad de modificar el régimen de menores, orientándolo hacia la concepción que reconoce en el menor de edad a un sujeto de derechos, merecedor de consideraciones especiales por encontrarse en un proceso de la vida que debe preservarse, en salvaguarda no sólo de sus propios y actuales derechos, sino de los intereses de la sociedad que ellos deben integrar y protagonizar”4 Habiendo pasado más de una década de la elaboración de su tesis y aún sin el dictado de la ley que regularice la responsabilidad penal juvenil, la solución por ella adoptada en el presente caso y en precedentes de su Tribunal deviene más que justificada. Desde el análisis constitucional de la cuestión, se advierte índole, la considerable receptados constitucional, planteándose de en cantidad tratados o de derechos convenciones de de toda rango cuyo disfrute se promete a los ciudadanos, inmediato, si se trata de cláusulas Fe ll i ni, Zu l it a “Der e c h o P en al d e Me no re s”, ed ito r ial Ad - Ho c, B s. As . 1 9 9 6 , p a g, 43. 4 ib id e m 3 11 programáticas o si poseen operatividad, incluso porque en varios textos se les asigna esta visión. A partir de la creación dogmática de la clásica distinción entre disposiciones constitucionales programáticas y disposiciones constitucionales operativas, se han elaborado distintas teorías sobre la eficacia de la distinción. Sagüés enumera así tres teorías: 1- la teoría de la ineficacia, afirma que otorgarle carácter de programáticas a ciertas cláusulas constitucionales, carece de importancia pues ellas deben ser consideradas como formales; en eficacia, sostiene operativa, el extremo de lo dependería constituidos, 2- la teoría de la que toda regla constitucional debe ser "porque Constitución opuesto, reglas meramente de contrario de la la eficacia voluntad instrumentar o de no de la los poderes las normas programáticas", y, por último, 3- la teoría de la eficacia parcial, no asimila ambos tipos de normas – programáticas/operativas- pero reconoce a las programáticas el siguiente valor: "a) son reglas jurídicas de rango constitucional; b) actúan como material jurídico inductor, en el sentido de que impulsan al legislador ordinario y demás poderes constituidos a actuar de un modo específico; c) condicionan (resultaría la validez de inconstitucional, subconstitucional devendría la legislación pues, opuesta ordinaria una a norma una norma constitucional programática)5. Es razonable adherir a la postura de la eficacia parcial como la adecuada a la interpretación constitucional de las normas, inactividad del sin dejar legislador de en reconocer materia que juvenil ante la la única solución posible es aplicar la teoría de la eficacia a las 5 Sa gues, Nés to r "Ele me ntos de Derec ho C o ns tituc io na l", t. I, p. 146, Ed. De pa lma. 12 normas de la CDN, tal como lo hizo la Dra. Fellini. En definitiva este problema constitucional, sobre la operatividad o no de las cláusulas, acarrea la puesta en crisis de la distinción entre derechos y garantías, desde el momento en que la falta de efectividad de un derecho supone la ausencia de su consiguiente garantía, lo que implica que serán inexistentes los derechos sin garantías. Por su parte, Bidart Campos partiendo de la premisa de que todas las normas son operativas les exige su ulterior reglamentación; señala que en los casos, como el presente, de omisión o inactividad legislativa, la norma programática queda inhibida de funcionamiento y aplicación"6 A fin de dar solución a ello expone su teoría sobre la inconstitucionalidad normas programáticas, por sin omisión, detrimento afirmando de su que las naturaleza, están destinadas a operar, pues de lo contrario resultará afectada la supremacía constitucional. Apunta que si bien es verdad que la obligación de legislar no es correlativa de un derecho personal para provocar su cumplimiento, no lo es menos que subsiste el derecho personal formulado en la cláusula no reglamentada. Y en este punto señala que si en una causa judicial ese derecho es invocado por su titular, el juez debe declarar que la prolongada inconstitucionalidad integración del omisión por orden legislativa tipifica una omisión, remediable por normativo lagunoso, mediante sentencia del juez, con efecto limitado al caso resuelto. la 7 De lo expuesto surge que la Constitución puede ser vulnerada no sólo por acción, sino, también, por omisión; 6 Bidart Campos, Germán su Tratado Elemental de Derecho Constitucional (t.I, ps. 88/89, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1986. 7 Padilla, Miguel M ,La operatividad de cláusulas constitucionales provinciales, La ley 1999-F, 1099. 13 concretamente en este último caso, cuando no se actúa a pesar de la expresa previsión constitucional dirigida a que se lo haga, o cuando se regula de modo deficiente plasmando una reglamentación insuficiente o discriminatoria al no dotar a algunos de lo que, en igualdad de condiciones o circunstancias, acuerda a otros. Caracteriza a las omisiones en absolutas y relativas. En las primeras hay ausencia total de la norma que debería regular una determinada situación jurídica fijada constitucionalmente y en las segu ndas la norma regul adora no lo hace completamente. En derecho comparado existen ra afrontar la pasividad antecedentes legislativa, que se p apr e- senta en situaciones como el fallo que coment amos. 8 La Constitución Federal de Brasil de 1988 reg uló expresamente la acción de inconstitucionalidad por omisión en el art. 103, inc. 2°, confiriéndole competencia al Supremo tión por originaria Tribunal establece: omisión de y exclusiva Federal. "Declarada una medida El la para resolverla precepto en cue s- inconstituci onalidad para tornar efectiva la norma constit ucional, se dará conocimiento al Poder competente para la adop ción de las medidas neces arias y, tratándose de un órgano administrativo, p ara que lo haga en treinta días". La Constitución de 1999 de Venezuela atribuye a la sala Constitucional del Tribunal Supremo de Ju sticia competencia para declarar la inconstitucio nalidad de las omisiones del poder legislativo mun i- 8 B AZAN, Víc to r , " R e sp ue s ta s no r ma ti v as y j ur isd icc io na le s fre n te a la s o mi s io ne s in co n st it uc io na le s: u na vi sió n d e d er ec ho co mp a rad o " , en C ARB ON ELL, Mi g u e l (co o rd i nad o r ) , " En b u sc a d e l as no r ma s a u se n te s. E n sa yo s so b re la i nco n st it u cio na l i d ad p o r o mi s ió n" , I n s ti tu to d e I n ve st i gac io ne s J ur íd ic as , p s. 9 1 /2 8 6 , U ni v ers id ad Nac io nal A u tó no m a de Mé xi co , Mé xi co , D. F ., 2003. 14 cipal, estadual o nacional, cuando haya dejado de dictar las normas o medidas indispensables para g arantizar el cumplimiento de la Constitución, o las haya dictado plazo y, de en forma ser incompleta, necesario, los y establecer lineamientos el de su corrección. Ahora prevé un bien, sistema esta situación que resolver no a los como le nuestra los y ante principios constitución mencionados, queda aplicando constitucion ales recurrir como otra frente solución directamente escollos generales no al las a juez normas insuperables del derecho y resolver en consecuencia. La violación a la Constitución por omisión no debe permanecer impune porque el propio órgano legislativo deje de instrumentar los remedios procesales para suplir la inconstitucionalidad, por lo tanto es al Poder Judicial al que le corresponde diseñar, en cada caso, tales vías procesales si el legislador común no lo hace.9 Ante ello el magistrado judicial deberá sentenciar en el caso concreto efectuando una interpretación dinámica y evolutiva del texto constitucional, asegurando la fuerza normativa de la Constitución, con suma conciencia de los límites de sus poderes y con una prudente aplicación de los mismos. Lo expuesto sirve como fundamento suficiente para debilitar la tesis sostenida por la Dra. Ledesma en cuanto afirma “que si se toma como regla la postura de la Dra. Fellini – es decir: la omisión total de los criterios de la 9 S AG ÜE S, Né sto r P ., " I n st r u me nto s d e la J u s tic ia Co n st it u cio n al fre nt e a l a i n co n s tit u cio n al id ad p o r o mi s i ó n" , e n VE G A G OME Z, J ua n y CO R ZO S OS A, Ed g ar (co o r d in ad o re s) , " I n s tr u me n t o s d e t ut ela y j u st ic ia co n st it uc io na l" !, M e m o ria d el VI I Co n gre so I b er o a me r i ca n o d e D er ec ho Co ns ti t uc io n al (Mé x ico , D. F., 1 2 al 1 5 d e f e b rero d e 2 0 0 2 ) , I n st it u t o d e I n v es ti g acio n e s J ur íd ic as , p . 6 1 9 , U n i ver si d ad Nac io na l 15 ley 22.278- supuestos podría donde significar no que existan en las determinados circunstancias extraordinarias de atenuación, la pena a imponer a un menor no tenga otra mensuración que el mínimo de la escala penal. No parece acertada esta tesis, por lo que la aplicación directa lisa y llana de la CDN sigue siendo ley más benigna. Nos encontramos ante una inconstitucionalidad por omisión, tal como se ha manifestado. Ante la ausencia de una legislación que prevea las sanciones acordes a un sistema penal juvenil, caracterizado por un tinte educativo y no preventivo como el de los mayores, la única solución posible es la remisión a las penas prevista en el CP. Por ello la Dra. Fellini, es clara al argumentar qué método utiliza para graduar las sanciones, guiada por la premisa de la prisión como medida de último recurso y durante el período de tiempo más breve que proceda –art. 37 CDN- y por razonabilidad, los principios que le de permiten proporcionalidad disminuir las y penas previstas para adultos. Esta fundamentación, conjugada con la omisión legislativa apuntada, la habilitan para que en cada caso en concreto declare la inconstitucionalidad de los mínimos legales previstos en el CP. Esto no implica que el juez se filtre "invasivamente" en órbitas regidas por el margen de discrecionalidad política del legislador (o, como la denomina el Tribunal Constitucional alemán: "libertad de configuración" del legislador); sin embargo, y en todo caso, tampoco resulta lícito que se obture la actuación judicial si el órgano legislativo margina Au tó no ma de arbitrariamente Méx ico , Méx ico , la vigencia D.F., de la 2002 . 16 supremacía constitucional al omitir sine die el cumplimiento de las imposiciones que le fueran dirigidas por la propia Ley Fundamental o, ya en tarea de desarrollo constitucional, excluya injustificada y discriminatoriamente a algunos de lo que concede a otros en igualdad de circunstancias.10 Ello por cuanto constitucionalidad nuestro es sistema difuso, por de ende control de hab ilita a cualquier juez del país, cualquiera fuere su rango, a declarar la inconstitucionalidad de una no rma. A diferencia de los países eur opeos, que se caracterizan por tener un sistema de control de con stitucionalidad centralizado, es decir que únicame nte el Tribunal Constitucional es quien le hace pe rder vigencia a una ley. Por los motivos expuestos, creemos que actua lmente para poder com patibilizar las garantías con stitucionales la única solución posible, en el ámb ito de responsabilidad penal juvenil, es que una vez declarada la responsabilidad penal y en el m omento de imponer sanción, se recurra a la declar ación de inconstitucionalidad –en cada caso en co ncreto- del mínimo penal establecido para el delito en cue s- tión, resultando ello el procedimiento más benigno, hasta tanto no se legisle en la materia. A su vez este mecanismo de salvaguarda de g arantías posibilita descartar la aplicació n del cuestionado artículos 4° de la ley 22.278 como ún ica opción a fin de imponer sanción a los m enores de edad. B aza n, Vi cto r “N eo co n st it u cio na li s mo o i n sco n st it u cio na li s mo p o r o mi sió n, p ub l i cad o e n La Le y, a ño 2 0 0 5 . 10 17 Debe partirse de la premisa que las escalas m ínimas penales deben ser solamente indicativas y, en consecuencia, en los casos en que ellos supe ren el nivel de culpabilidad del imputado por el hecho e specífico que se le atribuye, debe apartarse el juez de su mecánica aplicación, declarando su inconst itucionalidad. Nuestro CP prevé ción de penas un sistema de individualiz a- "flexible" - con mínimos y máximos dentro de los cuales puede moverse libremente ante cada caso concreto, excepción en las penas rígidas , tal sistema aparece como notoriamente superador de aquellos otros "rígidos" - con mínimos o máximos fijos- o "indeterminados" - sujetos a la discrecionalidad judicial-, en función de la mayor posibil idad de adecuar el reproche a la conducta singular sometida a juicio. Esta línea de pensamiento no es nueva, ya en el Proyecto del Código Penal de 1891 de nuestro país, señalaban sus autores que se habría podido suprimir en general el límite mínimo y establecer sólo el máximo de duración o de cantidad hasta donde p o- dría llegar el magistrado; de este modo se le oto rga mayor latitud de juicio y habría quedado en m e- jor situación para determinar la pe na conveniente. Pese a ello ante el temor de la benignidad de los jueces se postuló la vigencia de ellos. 11 La existencia de los mínimos se enfrenta a los contenidos del principio de culpabilidad, pues en cualquier caso en el cual el mínimo establecido n o guarde proporción con el grado de culpabilidad del sujeto, el tribunal estará obligado a apartarse de 18 ellos para darle vigencia al principio de culpab ilidad merituado con relación al hecho cometido. Es decir se trata de supuestos en los que la lesión del bien jurídico no es insignificante, p ero es de inferior entidad a la demandada por la pena fijada conforme al mínimo de la escala. 12 Además debemos agregar que la culpab ilidad por el acto debe ser medida de acuerdo a las ci rcunstancias fácticas de cada caso en concr eto, por ello el fijos juez - no puede establecidos estar obligado discrecionalmente por por mínimos el l e- gislador- que no se ajusten a criterios de razon abilidad y proporcional idad. Nuestra Corte Suprema de Justicia de la N ación las ha admitido escalas el test penales en de constitucionalidad precedente "José A. de Mart í- nez, resuelto el 6 de septiembre de 1989. 13 El caso cuestionaba la constitucionalidad de la escala penal establecida por el art. 38 del d ecreto ley 6582/58, que reprimía con pena de 9 a 20 años de prisión, cuando el robo con armas se com etía sobre un automotor. La C.S.J.N. declaró la inconstitucion alidad de la disposición principio por de por igualdad estipular una entender ante escala la que ley penal transgredía (art. más 16 el C.N.), gravosa de acuerdo al valor económico de los bienes materiales afectados Za ffaro n i, R. Al a gi a A. Slo k ar , A. “Der ec ho P e na l. P ar te Ge ner al ”, ed it o rial Ed i ar, B s. As. P a g.6 5 2 . 12 Za ffaro n i, R. Al a gi a A. Slo k ar , A. “Der ec ho P e na l. P ar te Ge ner al ”, ed it o rial Ed i ar, B s. As. P a g.6 5 2 13 La Le y 1 9 8 9 -I V, p á g s. 1 6 4 /1 6 9 . 11 19 En otro precedente del mismo Tribunal se d ijo que la proporcionalidad de la pena no puede r esolverse en fórmulas matemáticas sino que sólo ex ige un mínimo de razonabilidad para que la conmin ación penal pueda ser aceptada en un estado de der echo. 14 El máximo tribunal sostuvo también que " la proporcionalidad no puede resolverse en fórmulas matemáticas, sino que sólo exige un mínimo de raz onabilidad para que la conminación penal pueda ser aceptada en un estado de derecho. 15 Ferrajoli, rechaza los criterios sobre la existencia de los mínimos penales, sostiene que la estipulación de ellos no está justificada y que d ebería confiarse al poder equitativo del juez la elección de la pena sin vincularlo a un límite m ínimo. 16. Por su parte Zaffaroni opina que el probl e- ma que plantea esta opción legislativa es su valor vinculante para En los jueces. principio, debe y que tienen el valor no significa que los r econocerse que existen de regla general, pero esto tribunales d eban respetarlos cuando fuentes de superior jerarquía del mismo d erecho argentino, señalen que el mínimo es irraci onal en el caso concreto. Por ello, lo correcto es asignarles mínimo de valor la indicativo, escala legal no que se opera topa cuando en el el caso 14 C SJ N, P . 1 9 9 . X XI I I . P up e li s, Mar ía Cr i st i na y o tro s s/ ro b o co n ar m as - ca u sa n 6 4 9 1 . 1 4 /0 5 /9 1 . 15 CSJ N, G. 7 3 2 . X XI . Gó me z, Ric ard o y Fed e rico , Ed uard o Alb e rto s / ro b o agra v ad o p o r tra tar se d e a uto mo t o r y med ia nt e u so d e ar ma d e f u e go . 0 8 / 0 6 /8 9 T . 3 1 2 , P .8 5 1 ). 16 Farr aj o li, Lu i g i “Der e c ho y R azó n”, T ro tta, Ma d rid , 1 9 9 5 , p . 4 0 0 . 20 concreto con los otros parámetros legales de mayor jerarquía, en cuyo supuesto corresponde reducirlos hasta compatib ilizar la pena con éstos". 17 Por lo mencionado, lo desarrollado sobre la posibilidad de graduar la sanción sin t ener en cuenta los mínimos legales previstos en el CP., d emuestra claramente que la tesis que intenta sost ener la aplicación del art. 4ª de la ley 22.278, como ley penal más benigna pierde vige ncia. Es importante dejar en claro que el mecani smo de declaración de inconstitucionalidad de las escalas penales mín imas, debe ser considerado como una solución de transición, debido a la anomia i m- perante en la imposición de sanciones en el der echo penal juvenil. Por ello es imperioso que se expida el legislador sobre la materia, a fin de poder contar con un catálogo de sanciones que cumpla con los fines especiales de educación a que debe aspirar toda legislación minoril acorde a los parámetros establecido en un estado democrático de derecho. Este modelo tiene que establecer que los jóvenes involucrados en conflictos penales deben responder por los delitos y faltas que hayan cometido, reconocer que tienen capacidad de ser motivados por la norma, con una responsabilidad que será valorada en forma distinta a la del mundo adulto. Las consecuencias sancionadoras que deriven de él deben estar diagramadas como medidas socio-educativas, respetando las garantías del debido proceso y el principio de legalidad. Za ffaro ni, R., Ala gi a, A., Slo kar , A. 2 0 0 0 , p g. 9 5 2 . 17 “Der e cho P e na l, P arte G e ne ral” , Ed iar, 21 Deben caracterizarse por su ideal educativo, porque hay que tener en cuenta que los menores de edad que infringieron la normativa penal, normalmente adolescentes y jóvenes, acaban de salir del núcleo familiar y se enfrentan por primera vez a la realidad del mundo exterior. Es el momento en que adquieren la consciencia de individualidad, identidad y cierta independencia. Por tal motivo, si en esa fase evolutiva el menor comete alguna infracción penal es conveniente, en su aprendizaje ante la vida, que sepa la trascendencia de sus actos en su propia persona, en la persona de la víctima y en la comunidad social en la que va a te- ner que convivir. Es preciso que el individuo en esa fase normativa sepa cuáles son las normas de convivencia en sociedad y las normas penales que debe respetar.18 Por ello las resoluciones judiciales en esta materia deben tener muchas vías alternativas, posibilidades u opciones ante el caso concreto, de resolución del conflicto planteado y no limitarse al reenvió de las sanciones impuestas para el régimen de los adultos. El principio de individualización de la respuesta sancionadora tendría que ser una máxima a conseguir de manera absolutamente incuestionable. El juez debe tener posibilidades alternativas para resolver aquello que sea más adecuado a la especificidad, y personalidad del joven, conforme a la proporcionalidad con el hecho y su grado de culpabilidad en el mismo. Ve n t ura Fac i, Ra mir o “ El me no r co mo a ge nt e d el d e li to ”, p ub li cad o e n “El me n o r en la le g i sla ció n act u al ” , ed i tad o p o r U ni v er sid a d Anto n io d e Leb rij a, U ni v er si ta s Neb ri s se n s is, Mad r id , 1 9 9 8 , p a g.1 7 3 . E s te a uto r en el mi s mo art íc u lo e n re fere n ci a a lo e xp ue s to c ita a P i a get “… ya e n lo s p ri me ro s a ño s d e la v id a d el n i ño c ab e re g i s tr ar e n él fo r ma s d e j u i cio mo r al y e vid e nte cap acid ad d e ed u car s u co m p o rta mi e nto a la s e xi ge n ci as y a la s r eg la s d e l me d io , p ero no d e u na fo r ma p ura me nt e mi mé t ica o mecá n ica , si no a tr a vé s d e s u s p ro p ia s va lo ra ci o ne s y d e u na fo r ma se l ect i va y co mp lej a” . 18 22 Las medidas a imponer, no carecen de naturaleza sancionadora, pues son restrictivas de derechos, incluso hasta la libertad ambulatoria. Ellas pueden consistir desde: prestaciones en beneficio de la comunidad, realización de tareas socio educativas, amonestaciones, privación del permiso de conducir, tratamiento ambulatorio, asistencia a un centro de día, permanencia de fin de semana, libertad vigilada, convivencia con otras personas, familia o grupo educativo, el internamiento, , etc. entre otras. Actualmente, y como ya se ha dicho, las soluciones no se ajustan a los parámetros consignados, y sólo contamos con la remisión al CP. En este orden de ideas, debe entenderse que el artículo 4º de la ley 22.278 nada aporta al respecto, y que además su aplicación vulnera principios elementales del dere- cho penal y procesal penal. Así este artículo establece, en su primer párrafo: “la imposición de pena respecto del menor estará supeditada a los siguientes requisitos: 1) que previamente haya sido declarada su responsabilidad penal y la civil si correspondiere, conforme a las normas procesales; 2) que haya cumplido 18 años de edad; 3) que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un año, prorrogable en caso necesario hasta la mayoría de edad”. El segundo párrafo prescribe que “una vez cumplidos estos requisitos, si las modalidades del hecho, los antecedentes del menor, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida por el juez hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá pudiendo reducirla en la forma prevista para la tentativa”. Párrafo tercero: “contrariamente, si fuese innecesario aplicarle sanción lo absolverá…”. 23 En punto al requisito de cumplir con el tratamiento tutelar, sólo hay que señalar que por ley 26.061, esen- cialmente el mismo fue derogado, como consecuencia de la supresión de la ley 10.903. Desaparecido el sistema tutelar deviene inexistente la prórroga mencionada en el mismo artículo. Además ello implica una violación clara al principio de culpabilidad, pues posibilita imponerla por la conducción o decisión de vida. No es materia de este trabajo, ahondar sobre el principio de culpabilidad, pero no podemos dejar de mencionar que una conducción culpable de la vida no es una realización culpable del tipo, y sólo ésta es punible. Además tal culpabilidad por la conducción de la vida disolvería el efecto limitador, propio del estado de derecho, del principio de culpabilidad, que consiste precisamente en su referencia o adscripción a la realización del tipo penal.19 La culpabilidad es el juicio que permite vincular en forma personalizada el injusto a su autor y de este modo operar como el principal indicador que, desde la teoría del delito, condiciona la magnitud del poder punitivo que puede ejercerse sobre éste.20 Al referirnos al principio de culpabilidad, que en éste ámbito penal debe operar bajo los limites de una ca- pacidad de culpabilidad disminuida, por la especial circunstancia etaria, lo hacemos en el entendimiento de la culpabilidad por el hecho individual cometido. Esto significa: solo la culpabilidad existente durante la realiza- ción del tipo puede convertirse en fundamento de responsabilidad jurídico penal. Ro x i n, Cl a us “D er e c ho P ena l. P ar te Ge ner al. F u nd a me n to s. La e s tr uc t ur a d e l a T eo ría d el De li to ”, ed i to r ial C i vi ta s, Mad r id , 1 9 9 7 , p a g. 8 1 7 . 20 B au ma n n -W eb er -M it sc h,p a g.3 8 7 , c it ad o p o r Zaffaro ni , R., Al a gia, A. , Slo k ar, A. “Der ec ho P e na l, P ar te Ge ner al” , Ed i ar, 2 0 0 0 , p g. 6 5 0 . 19 24 Asimismo la imposición de sanción bajo los parámetros del artículo mencionado vulnera los principios de razonabilidad y proporcionalidad por el hecho cometido, pues solo se evalúa la conducta posterior. La absolución que promete el cuestionado artículo, excede las atribuciones de los jueces penales, pues ellos no están facultados a perdonar. La gracia, el perdón o el indulto, es una de las causas, excepcionalísimas, más importantes de extinción de la responsabilidad penal. Así como en los tiempos antiguos este derecho de gracia se ejercía como acto personalísimo del monarca, hoy se utiliza fundándose en razones de justicia o de conveniencia social y sólo está autorizado a otorgarlo el Presidente de la Nación. Por lo expuesto, debe concluirse que el Estado que esta en deuda con esta franja de la sociedad, por lo que debe agilizar la concreción de la implementación de un modelo de responsabilidad, que actualmente rige en casi todos los países europeos y latinoamericanos. 25