Las “maneras de enseñar” de los docentes y la participación

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Curso de Didáctica
El método expositivo y la participación
A los docentes en general nos gusta exponer, solemos tener “horror al vacío” y
pensamos que si en la clase se hace un silencio por más de algunos segundos, si por un
momento desaparecen las palabras, algo terrible puede ocurrir. Y nos negamos a esos
silencios que abren la posibilidad de que algún alumno quizás pregunte algo que
realmente le interese o preocupe.
A los docentes en general nos gusta preguntar, pero en general formulamos
preguntas retóricas, de las que ya sabemos la respuesta, para de esa manera poder
seguir con nuestro hilo discursivo, sin abandonar nuestra propia lógica. Al mismo
tiempo constatamos si los alumnos nos siguen en nuestro razonamiento. Pero pocas
veces hacemos preguntas de las que no sabemos la respuesta de antemano, de las que
buscan saber qué piensan creen o suponen los alumnos sobre determinados temas. Esas
preguntas que abren la posibilidad real de la participación.
A los docentes en general nos gusta explicar, y nos parece que si lo hacemos
bien y con claridad los alumnos tienen que aprender. Y en general quedamos
satisfechos cuando algunos alumnos dan muestra de estar comprendiendo, lo que nos
habilita a seguir con nuestras explicaciones. Aunque luego, al evaluar, constatemos que
los que realmente estaban participando de la explicación no eran más de siete u ocho
en un grupo de treinta.
Y así transcurren nuestras clases, mientras exponemos, preguntamos en forma
retórica y explicamos. Numerosas investigaciones confirman lo que cualquiera puede
sospechar: la mayor parte de los docentes hacemos uso de la palabra más del 80 % del
tiempo de clase.
¿Acaso está mal exponer, preguntar y explicar? Sin duda las tres cosas son
necesarias, mas aún fundamentales, en determinadas instancias de cualquier propuesta
didáctica. El problema está en que si es lo único que hacemos, la posibilidad de
participar de los alumnos se ve seriamente afectada.
Imaginemos a los alumnos en una clase en que el docente expone, pregunta en
forma retórica y explica...
Algunos alumnos pueden estar participando realmente de la clase:
Aquellos que frente a la exposición, deciden hacer el esfuerzo de “poner en
imágenes” lo que el docente habla, es decir en un acto propio de sujetos libres,
deciden escuchar, lo que es una forma de participar.
2004
Curso de Didáctica
Aquellos que frente a las preguntas retóricas deciden libremente entrar en el
marco de referencia del docente y seguir su lógica, respondiéndolas.
Aquellos que en algún momento se han formulado previamente o pueden hacerlo
en el momento la pregunta a la que la explicación del docente responde.
Pero hay otros alumnos, y nunca sabemos cuantos son, que pueden estar
jugando el juego del simulacro, de la gran puesta en escena de la participación en el
aula.
Aquellos que frente a nuestra exposición, nos miran fijamente, asienten
levemente con la cabeza y mientras tanto piensan en sus novias o vaya a saber en qué.
Aquellos que frente a las preguntas retóricas tiran al azar a ver si embocan
alguna respuesta, o esperan a que otro se adelante a contestar.
Aquellos que no encuentran ningún significado a nuestras explicaciones porque
nunca se han hecho las preguntas que estas responden, pero no protestan ya que
asumen que no comprender, está dentro de las reglas de juego de la institución
educativa.
Y finalmente están aquellos que ni siquiera juegan el juego, sino que ante la
incomprensión y el aburrimiento que les significa un docente hablando, rompen las
reglas, molestan, disturban, y nos dicen de esa manera que algo está mal en lo que
estamos haciendo, que es urgente que busquemos caminos diferentes.
Ph. Meirieu, (1997) dice que la enseñanza expositiva responde a una “pedagogía
responsiva”, es decir, que sólo es efectiva en los casos en que está dando una
respuesta a una pregunta que los alumnos como sujetos ya se han hecho. Por eso
considera que el método expositivo magistral dispone de una eficacia real pero
selectiva, lo que lo transforma en un método elitista. Muchas veces funciona bien a
nivel terciario, pero es mucho más problemática a nivel secundario. “Los alumnos de
hoy en día, cuando el maestro ‘hace su clase’, no encuentran el problema al que ella
hace referencia en su historia personal, cultural y social, de la misma manera que no
todos han sido formados mediante prácticas educativas familiares de previsión y de
negociación para anticipar. La ‘pedagogía de la respuesta’ es pues una ‘pedagogía de lo
aleatorio’: asegura de una manera efectiva una función de selección social pero no
proporciona a todo el mundo garantías sobre la apropiación de lo que pretende
‘explicar’.” (Meirieu, 1997,página186)
2004
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