Golpe Militar de 1930 Actividades: Análisis de la Proclama Militar de 1930 1. Cómo describe la situación en que se encuentra el país en el momento de dar el golpe de Estado? 2. Cuál es el papel que se atribuyen las Fuerzas Armadas? 3. Qué posibilidades se le otorgan a la oposición? 4. a) Cómo se beneficiarían los obreros según la proclama? b) Opina si esto es posible. Explica. 6. Extrae del texto las palabras que demuestran el autoritarismo que caracteriza a este tipo de gobierno. Análisis del texto “El ejército en 1930 el antes y el después” 7. Explica el proceso por el cual las Fuerzas Armadas se transforman en actores políticos. 8. Realiza un cuadro comparativo que explique las posturas NACIONALISTAS y LIBERALES. 9. COMPARA las razones por las que se dio el Golpe sostenidas por la proclama con el análisis que efectúa Darío Cantón en “El ejército en 1930 el antes y el después” Proclama Militar de 19301. Con el patriótico apoyo del ejército y la armada, hemos asumido el gobierno de la Nación. Exponentes del orden y educados en el respeto de las leyes y las instituciones, hemos asistido atónitos al proceso de desquiciamiento que ha sufrido el país en los últimos años. Hemos aguardado serenamente en la esperanza de una reacción salvadora, que ante la terrible realidad que presenta el país al borde del caos y de la ruina, asumimos ante él la responsabilidad de evitar su derrumbe definitivo. La inercia y la corrupción administrativa, la ausencia de justicia, la anarquía universitaria, la improvisación y el despilfarro en materia económica y financiera, el favoritismo deprimente como sistema burocrático, la politiquería como tarea primordial del gobierno, la acción destructora y denigrante en el ejército y la armada, el descrédito internacional logrado por la jactancia en el desprecio por las leyes y por las expresiones reveladoras de una incultura agresiva, la exaltación de lo subalterno, el abuso, el atropello, el fraude, el latrocinio y el crimen son apenas pálido bosquejo de lo que ha tenido que soportar el país. Al redimir a nuestra patria de este yugo lo hacemos inspirados en un alto y generoso ideal. Los hechos, por otra parte, demostrarán que nos guía otro propósito que no sea el bien de la Nación. 1 Esta es la Proclama Militar que sirvió de fundamento al Golpe de Estado por el cual se derrocó al gobierno democrático de Irigoyen el 6 de Septiembre de 1930. Por eso este gobierno es provisorio y solo perdurará hasta tanto se haya regularizado la vida institucional de la Nación. La participación en el gobierno de eminente ciudadanos cuya colaboración hemos requerido atendiendo exclusivamente a sus capacidades y virtudes, evidencia en primer término que las fuerzas armadas, después de haber librado ala Nación de la ignominia, ocupan de nuevo su lugar sin ambiciones de predominio. Deben entenderse, sin embargo, bien claramente, que para asegurar el orden y la normalidad el gobierno procederá con prudencia pero con inquebrantable energía, porque el país ha sufrido demasiado para que el sacrificio sea estéril. Ajenos a todo sentimiento de encono o de venganza, tratará el gobierno de respetar todas las libertades, pero reprimirá sin contemplación cualquier intento que tenga por fin estimular, estimular, insinuar o incitar a la regresión. La medida de la libertad queda, pues, librada al espíritu patriótico de los ciudadanos y al buen sentido de los habitantes del país. No nos anima ni nos mueve ningún interés político, ni hemos contraído compromisos con partidos o tendencias. Estamos, por lo tanto, colocados por sobre los partidos y dispuestos a trabajar con todos los hombres de buena voluntad que quieran el engrandecimiento de la patria. Respetaremos la libre discusión de los actos de gobierno provisorio siempre que ella se haga con serenidad y altura y dentro de las normas de corrección. No toleraremos, en consecuencia, ni la procacidad, ni la incitación en contra de la obra de reconstrucción que nos toca emprender. Tenemos fundadas razones para admitir que el desengaño de los que se han dejado tentar con promesas de dádivas personales (que ha sido la forma de corromper las conciencias para obtener sanciones plebiscitarias) es definitivo. El gobierno provisorio promete en cambio una sola cosa: abordar inmediatamente y en primer lugar los problemas de interés nacional que requieren una urgente solución. El beneficio personal para todos los habitantes del país y en especial para las clases proletarias, resultará inevitablemente de la prosperidad que alcance la Nación por el orden y por el trabajo. No tendría, sin embargo, trascendencia la obra que hoy emprendemos ni podríamos invocar la elevación de nuestros propósitos, si creyésemos que una simple sustitución de hombres basta para modificar sustancialmente la situación a que hemos llegados. Desgraciadamente la enfermedad que amenaza la existencia del país reconoce raíces más profundas y, lejos de merecer el bien de la patria, podría enrostrársenos el haberla convulsionado sin objeto, si no evitásemos por todos los medios la repetición de circunstancias análogas a las que acabamos de vivir. Constituirá, pues, una preocupación fundamental del gobierno provisorio, encarar las necesarias reformas de orden institucional que serán sometidas al país en su momento, para que el elegir a sus legítimas autoridades y representantes pueda descansar en la confianza de que su organización política y constitucional garantizará plenamente para el futuro el regular funcionamiento de dichas instituciones. La indispensable disolución del Parlamento obedece a razones demasiado notorias para que sea necesario explicarlas. Cómplice del gobierno depuesto, jamás Congreso alguno ha dado un ejemplo de mayor sumisión y servilismo. Las pocas voces que se han alzado en defensa de los principios de orden y de altivez en una y otra Cámara solo han conseguido salvar la dignidad personal de quienes han denunciado el oprobio, pero en ningún caso han podido devolver al cuerpo de que formaban parte, el decoro y el respeto definitivamente perdidos ante la opinión. Invocamos, pues, en esta hora el nombre de la patria y la memoria de los próceres que impusieron a las futuras generaciones el sagrado deber de engrandecerla: y en alto la bandera hacemos un llamamiento a todos los corazones argentinos para que nos ayuden a cumplir ese mandato con honor. El ejército en 1930: el antes y el después2. La revolución de 1930, primera de una serie de intervenciones militares en lo que va del siglo, puso fin a una bastante prolongada sucesión de gobiernos constitucionales normales, si bien muchos de ellos habían accedido al poder a espaldas de la voluntad popular. No era el caso, con todo, de los gobiernos elegidos a partir de la Ley Sáenz Peña, y menos aún el del segundo de Hipólito Irigoyen, triunfante con el mayor porcentaje de votos reunido hasta entonces por presidente argentino alguno, en elecciones a las que habían concurrido más electores que en cualquiera de las anteriores. Si bien algunas razones dadas entonces –y después- para justificar esa intervención podían tener su parte de verdad (ineptitud gubernativa con un Irigoyen centralizador y senil sobre el fondo de la crisis de 1929), la tenían menos otras, tanto o más efectivas, como ser las de corrupción, demagogia, desorden institucional. En el fondo la explicación era más simple, como hechos posteriores habrían de demostrarlo tantas veces: se trataba de la reconquista del poder por los viejos grupos, una vez probada la imposibilidad de lograrlo por la vía institucional. El que el Ejército contribuyera a ello se explica fundamentalmente por la profesionalización en gran escala (había habido intentos más modestos desde 1870) que tuvo lugar desde principios de siglo. Como lo recordaría Mariano Demaría en 1915, cuando se discutió la reorganización del ejército muchos de los oficiales más antiguos la resistieron. En efecto, los viejos soldados no veían la necesidad de de la preparación técnica y del servicio militar obligatorio; sin tenerlos, los argentinos habían sido capaces de luchar con éxito contra el Paraguay (1865-70) y contra el indio. Cambio político El triunfo radical de 1916 generó importantes cambios políticos. Si bien sus propuestas fueron siempre modestas y dentro de los límites existentes, la exaltación popular (la carroza presidencial fue llevada por la multitud) y la agitación obrera (huelgas de enero de 1919) y estudiantil (La Reforma Universitaria y sus secuelas) fueron, entre otros muchos hechos, vistos con enorme alarma por quienes comparaban esa evolución con desarrollos mundiales más bastos (Triunfo de la Revolución Comunista Rusa). Ejército y política No es de extrañar, en consecuencia que hacia 1920 algunos oficiales empezaran a congregarse en una logia con el fin de eliminar del ejército “la política”. Se referían son dudas a eliminar de sus filas a aquellos militares como el general Dellepiani que había contribuido al mantenimiento de Irigoyen al poder. Los miembros de la logia decidieron dominar también el Circulo Militar, y desde allí lanzaron la iniciativa de una comida de camaradería de los miembros de las Fuerzas Armadas, a celebrarse en ocasión de cada aniversario de la Independencia Nacional. El 2 Cantón Darío en Historia Integral Argentina, Centro Editor de América Latina, 1980, Buenos Aires. presidente de la República fue invitado a concurrir a esas reuniones, y poco después empezó a dirigir la palabra a esa convención de oficiales, especie de parlamento militar cuya importancia irá creciendo en la misma medida en la que disminuía la del elegido por el pueblo y ante los cuales los sucesivos jefes del Ejecutivo darían sus mensajes anuales sobre “el estado de la Nación”. Todo esto revela que hacia fines del decenio 1920, el ejército se había convertido en una corporación profesional sumamente influyente que podía pesar decisivamente en el orden político como lo hizo. Y eso sin mengua de las disidencias internas que separaban a muchos de sus miembros, cabe recordar que el movimiento revolucionario de 19309 tuvo dos alas: la nacionalista encabezada por Uriburu y la liberal encabezada por Justo o respectivamente el jefe de la revolución y el heredero de la misma. Pero sin embargo están unidos en la oposición al radicalismo y lo que este representaba. Divisiones internas dentro de las Fuerzas Armadas Las divisiones tienen su raíz histórica en la existencia de un modelo: germano, que presidió la organización del ejército, distinto del que había sido el de la oligarquía: británico, en el que se enrolaba la marina. Los conflictos dentro del ejército han girado, en su mayoría, y abiertamente al menos, sobre como reorientar el proceso político: los nacionalistas han criticado generalmente el funcionamiento de la democracia en la Argentina e incluso han intentado alterar más de una vez una larga, si bien escasamente honrada, tradición Constitucional. Han tendido a ser más populista, aunque sus miembros hayan sido de origen tan elitista como la de la fracción opuesta. La llamada ala liberal ha favorecido siempre el funcionamiento formal de la democracia, aún fraudulenta o con proscripción de partidos. La derrota de los nacionalistas, pro-germanos tiene mucho que ver con motivos internos. Siempre presentaron su credo como una especie de mística que uniría a todos los argentinos, más allá de los partidos políticos, independientemente de su clase social, para el logro de un objetivo muy ambicioso. Valores de elite como la tradición, la familia, la religión, y hasta las antiguas virtudes de los colonizadores españoles figuraban en su repertorio, elemento con los que difícilmente podían esperar tener más éxito del que tuvieron, esto es, ínfimo, en un país como la Argentina. Contrariamente a lo que valía para los liberales, carecían de todo apoyo en sectores significativos de la estructura económico-social. La ideología liberal ha descansado siempre sobre bases mucho más firmes. Sus miembros han tenido contacto estrecho con la estructura económica y social. Más aún, su filosofía política eminentemente pragmática ha sido apoyada más de una vez por bastos sectores de la población, en general inclinada a hacer concesiones, cuando el conflicto político alcanza mayor intensidad.