1. concepto teológico de revelación y principales etapas de la misma

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TEMA I. LA REVELACIÓN DE DIOS
1. CONCEPTO TEOLÓGICO DE REVELACIÓN Y PRINCIPALES ETAPAS DE LA MISMA
a) concepto teológico de revelación.
Podemos definir la revelación, de acuerdo con la DV 2 como la intervención de Dios
en la historia, por medio de la encarnación de su hijo, por la cual se da a conocer a sí mismo y
su designio salvífico universal para llevar a los hombres a un fin sobrenatural que consiste en
la participación en la vida de las personas divinas.
b) principales etapas de la misma.
Una de las características de la revelación cristiana es su manifestación en la historia,
esto supone progresividad. Dios ha ido realizando la revelación de una forma continuada y
progresiva, hasta el punto de que podemos decir que todo el A. T. es una enorme profecía de
Cristo, culmen definitivo de la revelación de Dios. La revelación se va realizando mediante
etapas de un mismo y único designio de salvación que culmina en Cristo.
1. La creación.
“Todo se hizo por la palabra y sin ella no se hizo nada de cuanto existe “ (Jn. 1, 3). Dice
en consecuencia la DV 3.: “Dios, creándolo todo y conservándolo por su verbo (cf. Jn 1, 3) da
a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas (cf. Rm. 1, 19-20).
La creación es como una revelación de Dios en cuanto permite al hombre llegar, a
través de ella, al conocimiento del Creador. (Sap. 13, 3-5).
2. La llamada a Abraham
Recuerda la DV 3 que Dios, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se
manifestó personalmente a los padres ya desde el principio, comenzando por Abraham.
Abraham abandona la seguridad de sus tierras y de su parentela para seguir el camino
que Dios le traza, fiándose de su palabra (Gn. 12, 1-3)
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El mensaje que Dios dirige a Abraham es el de ser padre de un pueblo que Dios
bendecirá y establece con él una alianza: le promete ser su Dios y Dios de su descendencia. El
rito de circuncisión será la señal de esta alianza con Dios (Gn. 17, 11-14).
3. El pueblo de Israel. La liberación de Egipto.
Supone la formación del pueblo de Israel como pueblo de la alianza.
Los descendientes de Abraham han tenido que emigrar a Egipto; pero el sello de su
vocación les impide asimilar las costumbres de los egipcios. Son sometidos a trabajos
forzados y comienza el dolor de este pueblo, cuyos gritos llegan a Dios.
Dios interviene llamando a Moisés para salvar a su pueblo, se le revela como “el dios
de sus padres” (Ex. 3, 4-6) y le revela su nombre (Ex. 3, 14). En hebreo el nombre coincide
con la personalidad del portador; revelando su nombre, Dios se entrega a Israel de una
manera íntima y personal. Dios, además le promete asistencia divina (Ex. 3, 9-12).
El pueblo de Abraham se forma como pueblo cuando sale de Egipto y camina,
atravesando el mar Rojo, por el desierto hacia la tierra prometida. Este pueblo, que en Egipto
llevaba una vida de esclavitud, se forma en el desierto como pueblo de Dios, convirtiéndose
en el pueblo de su elección.
El establecimiento de la alianza del Sinaí es el momento decisivo de la historia de la
revelación. Por la alianza, Yaveh, que ha demostrado a Israel su poder y fidelidad sacándole
de la esclavitud de Egipto, se apropia de este pueblo y se hace el jefe de la nación. La alianza
proviene de la iniciativa de Y. y su finalidad es hacer de su pueblo un pueblo elegido y santo.
En el contexto de esta alianza tiene lugar la manifestación de Dios en el Sinaí a
Moisés, que recibe de
él la promulgación del decálogo (Ex. 20) como carta magna de la
alianza que Dios va a sellar con su pueblo. Las palabras de la alianza son la revelación de la
voluntad divina, cuyo respeto o transgresión traerá bendición o maldición. Expresan el
exclusivismo de Israel y sus exigencias morales. La alianza ha hecho de las tribus sacadas de
Egipto una comunidad que tiene una ley, un culto, un Dios, una conciencia religiosa. Israel se
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convierte en un pueblo gobernado por Y. En lo sucesivo, su destino está vinculado a esta
voluntad de Dios.
4. La revelación profética
El carisma profético es un carisma que aparece en hombres elegidos por Dios, los
cuales surgen en medio de la historia de Israel, para interpretar los acontecimientos desde
Dios. El profeta tiene una experiencia privilegiada de Dios: conoce a Yahvé porque le ha
hablado y confiado su palabra, es el mensajero de Dios que habla en su nombre y transmite su
palabra.
En la época de los profetas escritores, la palabra de Yahvé se impone cada vez más
como expresión de la voluntad de Dios y como potencia decisiva en la historia de Israel.
La palabra del profeta tiene un carácter objetivo y dinámico, lanza al profeta a la
predicación. Pero, aparte de esta acción en el profeta, la palabra de Y. tiene una eficacia
propia. La palabra del profeta es palabra de Dios en palabra humana, participa de la fuerza
divina y no es estéril, es la palabra de Dios que actúa en él y será eficaz en la predicación.
(Is. 55, 10-11).
El profeta es aquel que, en medio de la historia, interpreta los acontecimientos
salvíficos desde Dios. Clamará por la fidelidad a Y. cuando el pueblo siente la tentación de
volver a otros dioses. Anunciará el castigo del exilio. Volverá de nuevo a proclamar la
fidelidad de Dios la esperanza de alcanzar el perdón de Dios (Jr. 31, 31-34).
5. El Dios de Israel
El pueblo de Israel llegó al conocimiento de Dios creador partiendo no de una filosofía
natural, sino de la experiencia de su Dios que interviene en la historia universal.
Yahvé no se reveló al principio como el Dios creador del cielo y de la tierra, sino
como el Dios salvador que libera a su pueblo de la esclavitud de Egipto para establecer una
alianza con él. El Dios de la alianza fue conocido antes que el Dios de la creación, Israel llegó
al Dios de la creación por medio del Dios de la historia.
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El pueblo de Israel había preferido a ala alianza con Yahvé la seguridad de un pacto
con los países vecinos. El Dios de su vocación primitiva no sería ya el fundamento de su
esperanza. Viene entonces el exilio como castigo y es en éste cuando Israel ensancha la
perspectiva de su Dios. Al intervenir Dios a favor de su pueblo, se demuestra como dueño de
las naciones pues desde el principio es dueño absoluto y creador de todo (Is. 45, 9-13). El
Dios que a salvado a israel es el Dios creador, la idea de la creación irá siempre junto a la idea
de la salvación y del poder de Dios. Israel, al contemplar la creación a través de su fe en el
Dios salvador, reconoce en todo su presencia y acción. Todas las cosas deben su existencia a
una iniciativa de Yahvé.
2. CRISTO, REVELACIÓN DEFINITIVA DE DIOS (SINÓPTICOS, JUAN, PABLO Y HEBREOS).
Toda la revelación de Dios en el A.T. no era, con todo, más que una palabra
provisional, dirigida al momento cumbre en el que Dios mismo nos hablará, no ya por los
profetas, sino por medio de su propio Hijo: “muchas veces y de muchos modos habló Dios en
el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha
hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo”. (Heb. 1,1)
En el N. T. Dios se dirige a la humanidad por medio de su propio Hijo. La revelación
alcanza en J.C. su término y perfección. Tenemos la palabra personal de Dios entre nosotros
y por ello no hay que esperar otra revelación pública de Dios.
a) Sinópticos:
Los principales términos que en la tradición sinóptica describen la acción reveladora de
Cristo son predicar, en el sentido de proclamar, evangelizar, enseñar. Cristo es el rabí, doctor
que interpreta las escrituras con autoridad de maestro de Israel. Cristo pasa, a juicio del
pueblo, por un profeta. Pero es más que un profeta y un rabí, es el Hijo que condivide los
secretos del Padre.
1. Cristo, profeta:
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Por su predicación aparece Cristo en continuidad con la tradición profética. El contenido
esencial de su predicación es el evangelio del reinado o del reino: Cristo anuncia la
inauguración del reino cuya inminencia había proclamado Juan Bautista.
El pueblo reconoce en la predicación y en los milagros de Jesús el estilo de los grandes
profetas y le considera como uno de ellos.
Sin embargo, Cristo, cuando habla de sí mismo no se aplica el título de profeta. Es
consciente de su afinidad con los profetas, como ellos penetra los secretos de Dios y prevé
para sí mismo la suerte reservada a los profetas: pero, en cuanto revelador, supera a todos los
profetas por la excelencia de su persona. Es mayor que Jonás, Moisés y Elías, David y Juan
Bautista. Mientras que los demás profetas hablaban diciendo: “así habla Yahvé, Jesús empleó:
“en verdad os digo….”, lo cual supone una innovación.
Cristo predica, pero además llama a otros hombres a participar en su misión: “Y
designó a doce para que le acompañaran y para enviarlos a predicar” (Mc. 3,14). Les envía a
“proclamar el reino de Dios y a curar enfermos” (Lc.9,2; Mt. 10, 7-8). Jesús se atribuye este
poder desde el comienzo de su vida, pero sobre todo después de su resurrección. El evangelio
no puede quedar oculto.
Pero lo que realmente llega a ser inaudito y blasfemo en el comportamiento de este
profeta es que él mismo se coloca como centro de la religión presentándose como centro de la
vida religiosa: “todo aquel, pues que se declare delante de los hombres, también yo me
declararé por él ante mi padre….” (Mt. 10, 32-33) Tiene unas pretensiones inauditas: nuestro
destino de hombres y nuestra salvación eternas se deciden por nuestra actitud ante él. Llega a
exigir una renuncia total por él.
2. Cristo, maestro
Cristo enseña, Se le da el título de rabbí. A los doce años, Jesús enseña en el templo en
medio de los doctores. En su vida pública, enseña en la sinagoga…Al igual que los doctores
de Israel, tiene discípulos a los que forma e instruye a imitación de los rabinos de su tiempo:
Cristo responde a las preguntas de sus discípulos, corrige sus actitudes, les inculca los
principios de la moral nueva, les explica el sentido de las parábolas, les predice su pasión y
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resurrección. Instruye también a la muchedumbre, discute y polemiza con los escribas y
fariseos.
Cristo enseña, pero su enseñanza tiene un carácter absolutamente único. Desde el
comienzo capta a su auditorio:”se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien
tiene autoridad” (Mc. 1,22; 11,28; Lc. 4, 31-32…). El tema central de la enseñanza de Jesús
es la llegada del Reino de Dios, pero no ´solo predica el reino, sino que se identifica con esa
misma llegada del Reino. Cristo de impone por su sabia doctrina y por la autoridad de su
persona.. Cristo no es un simple rabbí. Es el maestro, los doctores de Israel se limitan a
comentar la ley; pero Cristo la interpreta, corrige y profundiza. Sustituye las prescripciones de
una moral imperfecta con exigencias que llegan hasta lo más íntimo del corazón. Habla con la
autoridad de Yaveh: “pero yo os digo” (Mt. 5,22. 28. 32)
3. Cristo, Hijo del Padre
Si Cristo constituye en su persona la más alta manifestación profética que haya
existido, si enseña con la autoridad dicha, es porque es el hijo único, el heredero (Mc. 12,6), a
quien el Padre ha entregado todo y a quien el Padre envía después de sus siervos, los profetas.
El es el Hijo en sentido único y trascendental, como vemos en la parábola de los
viñadores (Mc. 12, 1-11); en el logion sobre el fin del mundo y en el himno de exultación
(Mt. 11, 27 ss.).
Cristo, el Hijo, es el perfecto revelador del padre. Sólo él conoce al Padre y sus
secretos y hace partícipe de este conocimiento a quien quiere.
También el Padre revela al Hijo. A los “pequeños” que reconocen su indigencia ante
Dios, les revela el misterio de la persona de Cristo.
b) San Juan:
1. Prólogo:
El prólogo del evangelio de Juan aparece como un resumen de la historia de las
manifestaciones de Dios por su palabra. Tres etapas podemos distinguir en esta economía:
6
-
La creación: constituye la primera manifestación de Dios: “todas las cosas fueron
hechas por él, y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho” (Jn. 1, 3). Esta
primera manifestación de Dios terminó en un fracaso: “el mundo no le conoció” (Jn.
1, 10)
-
Escogió un pueblo y a él se manifestó por la ley y los profetas., esta revelación ha
fracaso también: “vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron” (Jn. 1, 11).
-
Finalmente nos ha hablado por su Hijo. Jesucristo es la palabra sustancial de Dios, el
Hijo único del Padre. Y la revelación se lleva a acabo porque la palabra se ha hecho
carne y se hace mensaje divino. Tres son los elementos que hacen del Cristo el
perfecto revelador del Padre: su preexistencia como logos de dios (Jn. 1, 1-2), la
encarnación del logos (Jn. 1, 14), la intimidad de vida permanente del hijo con el
Padre, tanto antes como después de la encarnación (Jn. 1, 18)
Ahora en Cristo no tenemos ya la palabra de un profeta que habla de Dios, sino que es
Dios en persona, el Hijo, el que habla y da testimonio de lo que vive.
2. Cristo, testigo del Padre.
Cristo, en los sinópticos, enseña, predica, anuncia la buena nueva del Reino. En S.
Juan habla y da testimonio: es el Hijo que manifiesta al Padre, el testigo que declara lo que
ha visto y oído en el seno del Padre (Jn. 1, 18). La noción joánica de revelación está
vinculada a la de testimonio.
Cristo habla como testigo autorizado porque es la palabra de Dios (Jn 1, 1-2) y el Hijo
del Padre (Jn. 1, 18); sólo él conoce al Padre porque viene de él. Su palabra es la afirmación
del que personalmente ha visto y oído ((jn. 3, 11).
3. El testimonio del Padre:
También el Padre da testimonio a favor del Hijo (Jn. 5, 36) y de la misión que el Hijo
ha recibido de Él (Jn. 5, 36). De dos formas da el Padre testimonio a favor del hijo: primero
con las obras: el Padre ama al Hijo y le ha dado el poder para que realice las obras que hace el
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Padre y se le reconozca así como enviado de él (Jn. 5, 36; 10,25) Las obras de Cristo son a la
vez sus obras y las obras del padre, porque el Padre está en él y él en el Padre. En segundo
lugar, el Padre da testimonio a favor del Hijo por la atracción que produce en las almas,
atracción que les da el poder de aceptar el testimonio de Cristo (Jn. 6, 44-45). Dios habla por
medio del Hijo. Más para adherirse a la palabra del Hijo es menester que el Padre atraiga a
los hombres y los de al Hijo.
c) Hebreos:
La carta a los hebreos está dirigida a los judío-cristianos. Compara la economía de las
dos alianzas y celebra la excelencia de la revelación traída por Cristo
- Relación de la antigua y nueva alianza:
Ya el primer versículo de la carta pone en relación la revelación de las dos alianzas:
“muchas veces y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por
ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo, a quien
constituyó heredero de todo”. Manifiesta este versículo la autoridad de la revelación del N.T.
y también la relación histórica existente entre las dos fases de la historia de la salvación.
Entre las dos economías hay una relación de continuidad (Dios ha hablado), de
diferencia (tiempos, maneras, destinatarios, mediadores) y de excelencia (superioridad de la
nueva economía).
- de continuidad: el elemento de continuidad entre las dos revelaciones es Dios y su palabra,
al ser la palabra del Hijo la continuación y terminación de la palabra cuyos instrumentos han
sido los profetas. Esta continuidad está ya inscrita en las palabras: Dios ha hablado.
-
De diferencia: Esta diferencia afecta:
. a las épocas: el mismo Dios que ha hablado en otro tiempo, en el pasado ya lejano,
nos ha hablado también en la etapa final de la historia en que vivimos.
. a los modos de revelación: palabra sucesiva, parcial, fragmentaria del A.T., única y
total del Hijo en el Nuevo Testamento. Palabra multiforme del A.T. (promesas, intimaciones,
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amenazas, oráculos, sueños, visiones…), unidad de la persona del Hijo en el N.T. que se
expresa por vías naturales: palabra, gesto, acción.
. A los destinatarios: En el A.T. Dios ha hablado al pueblo elegido, a nuestros
antepasados en la fe; en el N.T. Dios nos habla a nosotros, a todos aquellos a los que se dirige
el evangelio de Cristo: predicadores y oyentes.
. A los mediadores de la revelación: en el A. T. hay multitud de inspirados: los
profetas y todos aquellos por los que Dios ha guiado a su pueblo. En el N.T. , el Hijo único,
heredero de todo, revelador único y definitivo.
- De excelencia: (2, 1-4): La revelación del A.T. es hecha por ángeles y la revelación del N.T.
hecha por el Hijo y por sus testigos. Opone la palabra proclamada por el ministerio de los
ángeles a la salvación proclamada por el Señor.
La excelencia de esta palabra, exige por parte de los cristianos, una fidelidad y
obediencia proporcionales a su origen y a la superioridad de su mediador. Hemos de obedecer
al evangelio mucho más que a la ley. Esta palabra tiene ciertos rasgos que evocan el A. T.,
pero goza al mismo tiempo de cierto carácter de urgencia máxima, proveniente del hecho de
la presencia y de la autoridad del Hijo entre nosotros.
d) San Pablo:
Desarrolla la idea de revelación partiendo del tema del misterio y del evangelio.
La teología de San Pablo es una soteriología, cuya intuición fundamental es la noción
de misterio. Uniendo los diversos elementos que encontramos en sus textos podemos decir
que el misterio del que habla Pablo es el designio divino de salvación, escondido por toda la
eternidad, y ahora manifestado, por el que Dios establece a Cristo como centro de la nueva
economía y le constituye, por su muerte y resurrección, único principio de salvación , tanto
para los gentiles como para los judíos.; es el designio salvífico total que, en definitiva, se
recapitula en Cristo. En concreto, el misterio es Cristo. El mundo, creado en la unidad, vuelve
a la unidad por Cristo, salvador y cabeza.
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La revelación del misterio se realiza conforme a diversas etapas que describen la
historia de la salvación:
1. El misterio, en su fase inicial, está escondido en Dios (1 Cor. 2,7; Rm. 16, 25; Ef. 3, 5;
Col. 1, 26)
2. El misterio se ha revelado “ahora” en Cristo. Por la vida, muerte y resurrección de C.
el misterio ha entrado en su fase de realización (Rom. 16, 25; Col. 1, 26; Ef. 1, 7-9)
3. El misterio es anunciado. San Pablo ocupa un lugar importante en la revelación del
misterio. A él le ha sido revelado especialmente el aspecto del misterio que dice
relación a los gentiles (Ef. 3, 8-9)
4. Una vez revelado a testigos elegidos, el misterio ha sido notificado a todos los que han
sido llamados a la Iglesia. La tarea de los apóstoles es la de proclamar el contenido del
misterio o evangelio El misterio notificado a los hombres por la predicación y el
evangelio es el designio salvífico llegado a su etapa de acontecimiento personal. . A
esta buena nueva la llama Pablo evangelio.
Ya que el misterio es la re-unión con Cristo de judíos y gentiles en un mismo
organismo de salvación, la Iglesia aparece como el término definitivo del misterio,
como la realización extraordinaria de la economía divina, como su expresión tangible
y estable. Por medio del evangelio se proclama en la iglesia el plan salvífico. Pero
además se realiza efectivamente.
3. TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN: TRADICIÓN, MAGISTERIO Y SAGRADA ESCRITURA
El capítulo II de D.V. trata de la transmisión de la revelación en su doble forma de
Tradición y Escritura, de su mutua relación y de la relación de una y otra con toda la Iglesia y
con el Magisterio.
Nº 7: Cristo realizó el mandato de predicar el Evangelio a todas las gentes, evangelio
prometido por los profetas, llevado a la plenitud por él y promulgado por su propia boca
Este mandato de predicar fue cumplido:
a) por los apóstoles, a través de su predicación y testimonio. Es decir, no sólo por
palabras, sino también por ejemplos, prácticas, instituciones, ritos, etc…
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b) por los escritos apostólicos, bajo la inspiración del Espíritu.
Es decir, que la revelación es transmitida por la Tradición y por la Escritura.
Esta revelación se perpetúa en la Iglesia por los sucesores de los apóstoles, los
obispos. La función de los obispos es la de transmitir fielmente todo lo recibido de los
apóstoles, sea por la Tradición o por la Escritura, en comunión con el pueblo creyente.
Nº 8: La Tradición:
Afirma la obligación de conservar la predicación apostólica, el misterio de Dios en
Cristo.
Indica el objeto de la Tradición y la extensión del mismo: lo que transmitieron los
apóstoles encierra todo lo que contribuye a que el pueblo de Dios viva santamente y aumente
su fe, en otras palabras, todo lo referente a la fe y las costumbres del pueblo cristiano.
Aspecto dinámico de la Tradición: dada la permanencia de la Tradición en la Iglesia,
ha de ir creciendo la comprensión de la revelación en la Iglesia por parte del cristiano. De esta
manera la Iglesia a medida que va comprendiendo cada vez más va entrando también más
íntimamente en la plenitud de la verdad. Así es a la vez activa y pasiva, la Iglesia lleva la
tradición y se ve ella misma llevada por la Tradición vivificada por ella.
La tradición está fundada en el Espíritu Santo, que vivifica la Iglesia. Esta tradición es
predicación viva del Evangelio. La tradición es una comprensión viva y la actualización del
mensaje original.
Los escritos de los Padres, la liturgia, la práctica de la Iglesia, la reflexión teológica,
son los medios de los cuales se sirve la Iglesia par aun conocimiento más profundo de la
revelación.
El último párrafo habla de la importancia de la Tradición con relación a la Escritura.
Esta importancia nace de los hechos siguientes:
-
Por la Tradición conocemos el canon íntegro de los libros inspirados.
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-
Por la T. la Escritura se va conociendo más a fondo.
-
Por la T. la Escritura siempre es actual y está actualizada.
Nº 9: Relación entre la Tradición y la Escritura:
El Concilio ha dejado a un lado el problema del contenido material de de la Tradición
y de la Escritura. Si el contenido de la Tradición tiene un objeto más amplio que el de la
Escritura Ha insistido más bien en la mutua relación y servicio mutuo.
El concilio explica que Escritura y tradición forman una unidad
intrínseca,
inseparable y no dos fuentes aisladas de la revelación:
- Las dos parten de un mismo origen: la revelación.
- Ambas se funden en un todo: ambas expresan el misterio de salvación, aunque de
distinto modo.
- Las dos concurren en un único fin: la salvación de los hombres.
La iglesia, cuando no posee sobre un punto determinado una certeza basándose en la
Escritura, acude a la tradición.
Nº 10: Escritura, tradición y magisterio:
Se consideran dos aspectos:
a) la relación existente entre Tradición y Escritura con toda la iglesia: fieles y jerarquía.
b) La relación entre la T. y la E. con el Magisterio de la iglesia.
Era muy importante situar correctamente la E. y la T. porque los protestantes creen a
menudo que subordinamos la E. al magisterio y que confundimos a éste con la T.
La T. y la E. constituyen el único depósito de la revelación, confiado a toda la Iglesia,
no para que toda ella sea su intérprete oficial –oficio que pertenece únicamente al magisterio-,
sino para que toda la Iglesia viva de él. Es toda la Iglesia la que ha recibido esta misión, de
modo que toda ella, fieles y pastores, no pueden equivocarse a la hora de creer. Para ello está
asistida por el E.S
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Es importante el considerar el carácter de autenticidad que la D.V. da a la función de
los fieles dentro de la Iglesia y en este caso concreto en cuanto a su función en la comprensión
de la revelación en la vida de la comunidad eclesial. Esto supera al Vaticano I y a la “Humani
Géneris”, que se limita simplemente a ver las relaciones existentes entre la Escritura y la
Tradición al solo magisterio de la Iglesia.
La segunda parte describe el oficio que pertenece exclusivamente al magisterio de la
iglesia (ordinario y extraordinario), es decir, interpretar auténticamente el depósito de la fe.
El magisterio no está sobre la palabra de Dios, sino al servicio de la misma. La
palabra de Dios trasciende toda la vida de la Iglesia, hasta los actos más solmenes del
magisterio. El oficio del magisterio con relación al depósito de la fe abarca estas facetas: el
magisterio por mandato divino y con la asistencia del E.S. escucha con piedad, conserva y
expone fielmente y de este único depósito de la fe saca lo que propone como verdad revelada
que hay que creer.
4. EL DATO REVELADO Y LA FORMULACIÒN TEOLÓGICA. LAS FÓRMULAS DE FE Y LAS
DEFINICIONES TEOLÓGICAS.
(este punto está tomado de los apuntes de Burgos)
a) El dato revelado y la formulación teológica D.V. 23-24
La teología es la ciencia de Dios que parte de la revelación. Su punto de partida es el
Dios vivo que se nos ha dado a conocer. Por tanto, una cosa es el dato revelado y otra la
formulación teológica.
La revelación es lo que Dios nos dice y nosotros aceptamos creemos por la fe. Aquí
sólo interviene Dios.
En cambio, la teología como ciencia es la obra del creyente que se sirve de su razón
para comprender mejor lo que ya posee por la fe con la ayuda y bajo la obediencia del
magisterio de la Iglesia (teología católica)
Objetos de la teología: (vid. Vaticano I)
-
material: Dios
-
formal:
- quod: Dios en cuanto Dios
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- quo: objetivo: medio por el que Dios se hace accesible a la teología:
la revelación.
Subjetivo: medio por el que el creyente accede a la misma: la
razón iluminada por la fe.
b) Fórmulas de fe y definiciones teológica:
1. Dogma de fe: es “una verdad revelada por Dios y propuesta por la Iglesia para ser creída
como tal”. La iglesia se ve precisada a definir determinadas verdades con fórmulas precisas
que aseguren la correcta interpretación de la fe frente al error.
2. Calificaciones teológicas: son dos modos que tiene la iglesia para dar a conocer la verdad o
no verdad de una proposición:
-
De modo positivo:
1. de fe divina: revelada por Dios en la S.E. y/o tradición.
2. De fe divina y católica: además es enseñada por la iglesia para ser creída (dogma
de fe)
3. de fe divina y católica definida: con definición solemne, aunque con el mismo
valor que la anterior
4. de fe definida: no es verdad revelada por Dios y no enseñada por la Iglesia para ser
creída, sino para ser tenida. La iglesia las puede definir ya que están en conexión
histórica, lógica o final con las verdades reveladas. (doctrina católica –ej.
Vaticano II-, teológicamente ciertas, ciertas en teología, común o probable.
-
De modo negativo: censura del magisterio a una doctrina que ha de ser tenida como
temeraria, falsa, blasfema, reprobada, peligrosa para la fe o herética si niega un
dogma.
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