Idiosincrasia de un pueblo - El Cuervero, Calvillo, Ags.

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Idiosincrasia de un pueblo.
Breve historia de Calvillo, vista en tres aspectos.
Introducción
Cuando el sentimiento de identidad te reclama buscar en tu pasado, adentrarte
en conocer a las personas que ya murieron, ver con sus ojos los paisajes que ellos
veían, vivir los episodios de vida que ellos vivieron, es hasta entonces cuando te das
cuenta que más de tratarse del tiempo pretérito, ya difunto de esa sociedad, se trata
también del presente en el que te encuentras. Son precisamente estos sentimientos
con los que se emprendió la escritura de éste trabajo. De igual forma, ello determinó el
tema que se desarrollaría dentro del mismo.
Para poder llevar a cabo la investigación, nos vimos en la necesidad de hacer
varios cortes de diversos tipos, y que incluyen al elemento histórico, al geográfico y al
temático. En primer lugar, nuestro estudio estará dirigido a un perímetro geográfico
delimitado, que sirve como escenario en el que se desarrollará nuestra historia, éste
es uno de los municipios que pasan a conformar al estado de Aguascalientes, el cual
se encuentra en la parte más sur-occidental de éste: Calvillo. Ahora, el elemento de
estudio que justamente se tomara en cuenta de dicho municipio es precisamente la
idiosincrasia de éste. En pocas palabras, en éste trabajo daremos un vistazo, atreves
de la historia, a los rasgos, al temperamento y al carácter de la población que habita
en el municipio. Por ultimo, la época prehispánica y la primera mitad del siglo pasado,
sirven de límites de nuestro corte histórico. Mejor dicho, los elementos de la
idiosincrasia del pueblo de Calvillo estarán revisados justamente desde que el
chichimeca habitaba la región, pasando por otros que se juzguen aporten al tema,
hasta llegar a la primera mitad del siglo XX, periodo en el que el autor de éstos
escritos considera que son en los que los elementos a estudiar son natos y no han
sufrido aún adopciones de costumbres ajenas.
Quizás es fidedigno mencionar que el principal incentivo que moviera al autor de
estos renglones a escribir sobre el tema es precisamente la afinidad que existe entre
éste y el objeto de estudio. Sin embargo, se sabe que ésta afirmación, aunque válida,
no rebasaría los terrenos de la subjetividad, llegando a satisfacer únicamente a quien
escribiera al respecto.
La aseveración anterior, pudiera resultar válida, pero no en ésta situación ya que
no sería una buena respuesta a la pregunta ¿por qué se escribe al respecto? De
mayor validez, quizás, es el hecho de querer conocer, y dar a conocer, mayores
aspectos de la historia de un poblado del que pocos autores han visto como su
principal tema de investigación. Además, esta manera de observar los cursos de la
vida pasada en un perímetro tan reducido, como en éste caso resulta ser el municipio
a estudiar, nos ayuda a entender una de las particularidades de una entidad mucho
más basta y compleja, que resulta ser el estado al que pertenece éste o el mismo país.
Para poder observar justamente elementos de idiosincrasia, juzgó el autor tres
temas importantes, los cuales sirven como capítulos al presente estudio. La llegada
de los primeros habitantes a la región, su establecimiento, su origen, su desarrollo en
las nuevas tierras y a qué labores se dedicaban etc., está redactado en el primer
capitulo, llamado “orígenes del pueblo, su fisionomía, sus características y sus
trabajos”. En el Capitulo II, “Los quehaceres del pueblo” se toma en cuenta una de
tantas y tantas labores en las que el habitante del municipio emplea su tiempo,
dedicación y esfuerzos, el cual define ampliamente al calvillense, llegando a ser un
rasgo distintivo en poblado: el cultivo de la guayaba. Con ello no se resta importancia a
otras labores, que por igual merecen al menos de mención , sino que ésta por ser tan
influyente en el municipio, en el estado, incluso a nivel nacional merece el honor de
tener mucha mas mención. El tercer y ultimo capitulo “El elemento socio-espiritual del
pueblo” esta destinado a mencionar
el carácter y el temperamento reflejados
íntimamente en la manera de pensar y de creer del pueblo calvillense, que se
diferencia ampliamente de entre el resto del estado.
A manera de apéndice, se redactará etapas seleccionadas de la participación en
la historia nacional de Calvillo; queriendo resaltar con ello, que nuestro estudio no esta
destinado a un perímetro reducido del que esta totalmente aislado de un todo.
Justamente se quiere observar la ramas de un árbol para comprender una realidad
conjunta del bosque a la que pertenece éste.
Es importante mencionar que el móvil u objeto de éste cúmulo de renglones es
averiguar si el municipio en el basamos nuestro estudio cuenta con atributos
diferenciadores o valores destacables histórico – culturales,
naturales y/o
excepcionales para la práctica turística. Para poder deducir éste asunto, tomaremos
dos variantes principales: la historia y la forma de ser del calvillense.
Sin más ni más, a continuación, a ti lector de éste cúmulo de renglones, te ago
partícipe de el resultado de mis experiencias tanto buenas como malas de
investigación, esperando sean de tu agrado y, sobre todo, que cuando acabes de leer
la última de las hojas de éste trabajo te quedes con un mayor conocimiento del tema
que escogí para que lo apreciaras y le hicieras criticas.
Capitulo I.
Orígenes del pueblo, su fisionomía, sus creencias y sus
trabajos.
1.1 Época prehispánica
El chichimeca, su casa, su vestido y su sustento.
Bajo el único refugio de chosas construidas de paja, cuevas y agujeros que la
naturaleza, y en ocasiones el hombre, habían labrado sobre peñascos, habitaban los
primeros pobladores de la región. Deambulando al norte de la gran Tenochtitlán, éstas
poblaciones nómadas recibieron de los aztecas el nombre de: perros ambulantes,1 o
mejor dicho: chichimecas. Este término peyorativo era aplicado a la inmensa población
de tribus nómadas que se les presentaba al norte al gobierno azteca; haciéndoles
característico su vida errabunda y belicosa.
Precisamente, una porción poblacional de este grupo fue la que periódicamente
visitaba la región en la que el municipio de Calvillo se levanta en la actualidad,
constituyendo además uno de los cuatro grupos nómadas que poblaban la región del
actual estado de Aguascalientes (zacatecos, guachichiles, guamares y caxcanes). De
igual forma, a los caxcanes se les relaciona con su habitabilidad en la región del
llamado cañón de Juchipila.
La tuna, el mezquite, algunas semillas y raíces, como la bellota, además de una
diversidad de animales silvestres que obtenían por medio de la caza y la pesca,
representaron para la población caxcana, y para el chichimeca en general, la principal
fuente de alimentación; sin embargo, la siembra de maíz y calabaza no era ajeno a
éstos; pero esta situación era determinada por la escasez de víveres silvestres, y la
irregularidad y mengua de las lluvias anuales que caían sobre sus asentamientos
periódicos.2
Algunas hierbas, el taparrabo y por lo común: la desnudez, eran la vestimenta
con la que el indio chichimeca cubría parte de su piel. Pigmentos y extractos de
1
Gómez Serrano, Jesús, La guerra chichimeca, la fundación de Aguascalientes y el exterminio de la
población aborigen (1548-1620), Guadalajara, El Colegio de Jalisco-Ayuntamiento de Aguascalientes,
2001, pp. 15-16.
2
Powell, Phillip W. La guerra chichimeca (1550-1600), México, Fondo de Cultura Económica, 1977, p. 54.
hierbas, fueron en muchas de las veces de donde se extraía la pintura con la que
éstos se vestían de gala para sus combates y ceremonias religiosas. 3
La exterminación del elemento indígena en la población regional.
El panorama que se les presentó a la población indígena, a partir de la llegada del
ibérico a tierras del nuevo mundo, fue incierta y perjudicial. Ésta situación se dejaría
sentir en la región precisamente con el descubrimiento de las ricas vetas argentíferas
zacatecanas, ya que éste resultó ser el mejor incentivo de la llegada de los primeros
aventureros e hidalgos, personas que buscaban obtener su riqueza a fuerza de golpes
de fortuna, resultantes de la aventura y andanza que representaba el internarse en la
inmensidad de la nada que resultaban ser, para esos momento, los territorios de la
Nueva Galicia.
Aunado a la llegada de estas personas, se presentó un despoblamiento indígena
en la región. Fueron, quizás las epidemias del cocoliztle que tuvieron presencia hacia
la segunda mitad del siglo XVI, que acabó por eliminar a miles de indios de paz,
indígenas que se encontraban en franca convivencia con los españoles, traídos para el
auxilio en las labores de los estancieros y los soldados, sirviendo a éstos últimos como
interpretes, exploradores, cargadores, emisarios y soldados.
Por otro lado, la llamada Guerra Chichimeca4 contribuyó para que esa población
fuera exterminada casi en su totalidad y la mayor parte de los sobrevivientes
emigraran más al norte, conforme los españoles iban adelantando la línea trazada por
la política de colonización defensiva.5
Los aspectos anteriores, representan unas buenas razones para justificar la
relativa inexistencia del elemento indígena en la sociedad regional. Es de puntualizase
que aunque escasa la presencia de éste no puede considerarse como nula. Más aún,
esta población aborigen fue remplazada, aunque de manera muy lenta y gradual, por
3
Powell, Phillip W. Ibídem. Pp. 54, 55.
La llamada guerra chichimeca, es un término que los cronistas de la época dieron a una actitud
defensiva, violenta y belicosa que comenzó con una serie de asesinatos y robos que los indios
chichimecas protagonizaron en las cercanías de la ciudad minera de Zacatecas en contra de las recuas y
caravanas que los españoles pasaban por el camino de la plata. En realidad, se trata menos de un
combate cara a cara entre indios y españoles que incursiones bélicas de tipo guerra de guerrillas en el
que los chichimecas atacaban un poblado, y después de saquearlo, asesinar y capturar a algunas
personas se retiraban ante el desconcierto de la población, sin que existiese, en muchas de las veces, un
careo con los soldados de la guarnición. Encontrado en: Powell, La guerra chichimeca, p. 44
5
Gómez Serrano, Jesús, La guerra chichimeca, p. 85.
4
los indios de paz traídos de otras partes de la Nueva Galicia, y sustituida por los
propios colonos españoles y sus familias.6
Pocos son los rastros y vestigios existentes de ésta población, y los que sobreviven
aún, se encuentran bajo el resguardo natural de
una barranca. Estas son unas
pinturas rupestres de figuras antropomorfas esquemáticas pintadas con rojo, naranja,
negro, blanco y amarillo, y con superposiciones correspondientes a distintas épocas.
El lugar en el que se encuentran lleva el nombre de Tepozán, ubicado hacia el norte
del municipio, y cercana a la presa Ordeña Vieja. 7
1.2 Época hispánica.
La conquista del azadón y la cruz.
Tras una verdadera lucha fraguada por la espada de los españoles se logró, en
1521, conquistar por completo a la gran ciudad de Tenochtitlan y a los territorios a los
que los ejércitos aztecas habían logrado someter y a los cuales habían convertido en
zona de tributación.
Una vez establecidos en la Nueva España creció en los españoles un deseo de
engrosar los antiguos territorios conquistados por los aztecas. Para ese cometido, los
ibéricos pusieron los ojos en los enormes territorios que se les presentaban al norte de
la antigua ciudad de Tenochtitlan; desde esos momentos el azadón y la cruz se
volvieron los mejores aliados de los conquistadores, resultando los más eficientes y
efectivos incentivos que propiciaran la conquista de tan penosa empresa.
El año en el que formalmente se da comienzo a una lucha de gran desgasto
tanto físico como económico de las huestes españolas por la lucha de una mayor
expansión territorial, es justamente aquel en el que emprenden la conquista del
territorio septentrión de la Nueva España: 1524.
En un principio ésta empresa contribuyó a que, bajo el mando de Francisco
Cortés Buenaventura, la corona integrara a sus dominios a los territorios costeros
situados más hacia el norte del actual estado de Colima.8 En resumen, la dirección de
6
Gómez Serrano, ibídem. P. 85.
Hernández López Toribio, Monografía del Municipio de Calvillo. México, Ayuntamiento de Calvillo.
2003, p. 199.
8
Álvarez, Salvador, “Tierra adentro: la expansión territorial”, En Vázquez, Josefina Zoraida (coord.) Gran
7
Historia de México Ilustrad,. México, Planeta – CONACULTA, INAH, 2001, t. II. Pp. 244-260.
las expediciones de reconocimiento y conquista que estuvieron a cargo del primo de
Hernán Cortes no arrojaron sino dos situaciones: la primera, el reconocimiento hasta
algunas provincias, que en la actualidad pasan a conformar al estado de Nayarit, y
segunda: representar a la persona que se encargaría de abrir la puerta hacia los
territorios de la llamada Oasisamérica.
Para 1529, Nuño Beltrán de Guzmán, sería quien con una actitud más
emprendedora y mejor organizada, se lanzaría en pos de los misterios encarnados en
aquellos lugares que habían quedado abiertos. Los resultados que consigo traería la
violenta empresa se tradujeron en una definitiva conquista de Xalisco [Jalisco] y
Tepique [Tepic] (provincias pertenecientes a Nayarit), así como la llegada hasta
Culiacán.
Sus esfuerzos darían verdaderamente frutos al ser reconocidos estos territorios
por la corona y nombrándolos como Nueva Galicia, teniendo su capital en la recién
fundada villa de Compostela.
Tiempo después, en el año de 1546, se daría comienzo con un significativo y
verdadero avance en la empresa de conquista septentrional, ya que bajo el mando de
Cristóbal de Oñate y otros capitanes más, se descubrieron las ricas vetas de plata de
Zacatecas, convirtiéndose de inmediato en la mayor y más rica villa española del
norte. Este último aspecto se veía ampliamente reflejado en la gran y pronta
prosperidad, tanto económica como poblacional, que Zacatecas mantuvo desde su
fundación, y la gran fama que adquirió en toda la Nueva España causando el aumento
de su población y el crecimiento y fundación de otros poblados establecidos a la vera
del camino real “de la ruta de la plata”, los cuales la alimentaban básicamente con
víveres, semillas y todo lo necesario en las labores de las minas.
Son justamente Oñate, Pedro Almíndez Chirinos, Francisco Verdugo y Cristobal
Barrios, las posibles personas de milicia en las que, según José Antonio Gutiérrez
fueron quienes por primera vez pisaron el valle de Huejúcar.9
Es justo reiterar que los frailes franciscanos, principalmente, fueron quienes iban
abriendo camino a la conquista militar, ya que muchas de las veces, los lugares a los
que los soldados llegaban ya se encontraban en franco sedentarismo y teniendo como
base de la economía a la agro-ganadería, además ya con la conversión a la fe
9
Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes, Aguascalientes,
Universidad Autónoma de Aguascalientes-Obispado de Aguascalientes-Universidad de Guadalajara,
1999, vol. II, p. 223
católica, habiéndose presentado de esa manera la “conquista espiritual”, primer paso
para la posterior conquista de parte de la milicia.
La conquista y la ocupación de los suelos de la región.
La llamada “conquista espiritual” no fue ajena en la región, ya que a partir de
1542 da comienzo la colonización formal de la zona de Calvillo, en cuya acción
desempeñaron un papel importantísimo los misioneros franciscanos. Así mismo,
fueron los establecimientos de estancias ganaderas y agrícolas, y una mayor afluencia
de migrantes españoles, las circunstancias en las que se basó el poblamiento de la
región.10
Fue precisamente la falta de pueblos de indios, que fueron en el valle de México
la base de la riqueza de los encomenderos, y de las minas de plata, que hicieron en
Zacatecas, y otros lugares la fortuna de muchos capitanes y aventureros, lo que obligó
a los colonos españoles a dedicarse a la agricultura y ganadería.11 Ciertamente, fueron
las mercedes de tierra las que resultaron para todos estos poblados agro-ganaderos el
mejor incentivo que los mantenía en pie. Estas consistían en una especie de
gratificación que la corona dotaba, valuado en tierras, a todos aquellos soldados,
aventureros e hidalgos que habían hecho posible la conquista de las colonias
españolas en América. Al respecto existía una especie de condiciones que limitaban –
hipotéticamente- el acaparamiento y sucesivo enriquecimiento de unas cuantas
personas, aspecto que no se llevó a cabo en la práctica porque los curas y algunos
conventos resultaron ser los mayormente beneficiados, siendo que eran precisamente
a ellos a los que se limitaba venta o traspaso alguno.
Ese, el acaparamiento de tierras por parte de eclesiásticos, fue un elemento,
que entre otros, propiciaron en la región el nacimiento de haciendas y mayorazgos.
Precisamente, ese era el caso en el que se fundó en la región la hacienda de San
Diego de la Labor, ya que había pertenecido al convento al que obedecían las madres
dominicas del colegio de Santa María de Gracia, el más grande y poblado de
Guadalajara.12 Esta hacienda formaba parte del conjunto de las primeras estancias y
labores que se encontraban esparcidas en los alrededores de la villa de
Aguascalientes, y a las primeras –incluyendo a las haciendas de San Blas de
Pabellón, San Nicolás Chapultepeque, San José de Cieneguilla, San Nicolás de
10
Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio, Óp. Cit. P. 224
Gómez Serrano Jesús, Ciénega de Mata, desarrollo y ocaso de la propiedad vinculada en México,
Universidad Autónoma de Aguascalientes-El colegio de Jalisco, México, 1998, pp. 23, 24.
12
Calvo, Thomas, Poder, religión y sociedad en Guadalajara del siglo XVII, México, CEMCA/H.
Ayuntamiento de Guadalajara, 1992, pp. 102.
11
Peñuelas, San Bartolo y Ciénega de Mata- a las que los documentos de fines del siglo
XVI y principios del XIV hacen referencia.13
Justo y en la misma comarca en la que se encontraba asentada la hacienda de
San Diego de la Labor, escenario de un conjunto de poblados que conformaban una
de las feligresías que para la segunda mitad del siglo XVIII pertenecían al pueblo y
curato de Tabasco, y que se encontraba enclavado dentro de la región del llamado
“Valle de Huejúcar”, sucedió una inquietud en los vecinos, propiciando un cambio
drástico en la historia de la región.
En 1771, varios habitantes de la región hicieron llegar a las autoridades
eclesiásticas un escrito en el que pedían atentamente “se divida esta de la cabecera [y
curato de Tabasco] y se erija nueva parroquia en el referido Valle [de Huejúcar]”.14
En respuesta a las peticiones de los quejosos, las autoridades obispales
ordenaron al cura y vicario de la Villa de Aguascalientes, Dn. Vicente Antonio Flores
Alatorre levantara el informe de las distancias y verificara que las quejas que dichos
habitantes les exponían eran verdaderas.
Obedecidas las órdenes, Flores Alatorre resaltaba la fragosa topografía que
caracterizaba a la región, la cual describía como “tierra áspera y doblada”;15 enfatizaba
en las 7 u 8 leguas que separaban a dichas poblaciones.
Según los habitantes de la región y aún para el propio cura Alatorre, el aspecto
religioso era el más descuidado por la anterior situación, valiendo que éste último
describiera que allí se vivía bajo “notorios excesos por mucho tiempo y graves ofensas
a Dios Nuestro Señor”.16 De entre varios problemas al respecto, se daba a menudo
que cuando las parejas de novios deseaban casarse, y como tenían que pasar la
noche en la sierra por que la jornada lo requería, se daba a menudo que las
“pretensas” llegaran al altar preñadas. Ocurría que los enfermos morían sin haber
recibido antes los Santos Oleos. Además, se suscitaba que al llegar a Tabasco el
cuerpo se encontraba en estado de descomposición, infectando a sus trasportadores y
13
Gómez Serrano, Ciénega de Mata. P. 27
Archivo Parroquial de Calvillo, “Libro Primero de Gobierno”, fols. 1-3, que se encuentra en Gutiérrez,
G. José Antonio, Colección de documentos para la historia de la diócesis de Aguascalientes, Volumen II.,
siglo XVIII, México, 1999, p. 214
15
Gutiérrez, G., Óp. Cit. P. 215
16
Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes.P. 230
14
a las personas que participan en su cristiana sepultura. Por igual, un gran número de
niños fallecían previo de haber recibido el Sacramento del Bautismo.17
De igual forma, el número poblacional exigía la existencia permanente de un
cura ya que el número de personas de confesión se componía de mas de 2mil almas,
habitando 25 parajes, sumando los tres poblados que el mismo cura Flores Alatorre
cedía a favor del nuevo curato ya que éstos se encontraban en mucha mayor cercanía
con ésta nueva que con la parroquia de la Villa de Aguascalientes.
Y para que los mandatarios eclesiásticos vieran en la población el verdadero
deseo de apoyarlos en lo que a ellos les fuera posible para que les satisficieran sus
necesidades, los hacendados José Calvillo, dueño de la Hacienda de San Nicolás,
Don Fernando Martínez Sotomayor, dueño en parcionería de la Hacienda de San José
de Gracia y Don José Contreras y Domingo Velasco, dueños de Ojocaliente,
mantenían en pie la promesa de sufragar de sus tierras los terrenos necesarios para la
construcción tanto del templo que representaría a la Parroquia como los solares que
se repartirían entre los vecinos que poblaran sus contornos.
Una vez que las descripciones del señor Alatorre llegaron a manos de las
autoridades obispales del Reino de la Nueva Galicia, Su Señoría Ilustrísima
el
Doctor don Manuel Colón de Larreátegui, “dividió el beneficio curado del Pueblo de
Tabasco, y erigió para siempre otro beneficio curado bajo de las reglas del Real
Patronato en el Valle de Huejúcar, que le asigna por cabecera”.18
La resolución final comprometía al Sr. Calvillo a sufragar de sus tierras los
terrenos necesarios para la construcción y cultivo del nuevo vecindario.
“El 15
diciembre de 1778, resueltas algunas dificultades suscitadas por el hecho de que José
Calvillo juzgó que eran demasiadas las tierras que se querían separar de su hacienda,
se reunieron por fin los fundadores, y prescindidos por el nuevo cura trazaron la plaza
y las calles principales, convinieron el precio de los solares y ajustaron la forma en que
sería costeada la construcción de la iglesia parroquial”. 19
Dada la resolución final se puntualizaba que se elegía como el sitio más propicio
para la erección a las tierras de la Hacienda de San Nicolás, además de establecer la
cuota que los diferentes vecinos debían de cumplir para la construcción del templo.
17
Gutiérrez, Gutiérrez, José Antonio, Colección de documentos, pp. 215-216
Archivo Parroquial de Calvillo, Libro de Gobierno núm. 1, fojas 1 f-14 f. (fechado en Guadalajara el 18
de noviembre de 1771).
19
Gómez Serrano Jesús, Haciendas y Ranchos de Aguascalientes, México, Universidad Autónoma de
Aguascalientes-Fomento Cultural Banamex A.C., 2000, p. 141
18
También se dotaba de tierras de cultivo tanto a los vecinos como a las autoridades
eclesiásticas, de cuyos frutos resultase la pecunia de la que los sacerdotes
sustentasen sus necesidades.
Para finalizar, se especificaba las fronteras que conformarían a la nueva
parroquia, además de mencionar todos los poblados que pertenecían a la Parroquia
de San José de Huejúcar. Así lo ordenó y firmó el Doctor Manuel Colón de Larreátegui
ante presencia del notario Blas de Silva.
La carta del Sr. Calvillo y el retraso de la construcción del caserío.
Se pensaría que una vez dada la resolución del Sr. Colón de Larreátegui se
procedería a la definitiva erección de la Parroquia y construcción del vecindario, más
sin embargo, una carta que el Sr. José Calvillo enviara al obispado de Guadalajara
bastaría para retardar a siete años más el esperado acto. En ella se hacía evidente la
molestia del Sr. Calvillo por la resolución a la que el obispo Larreátegui había llegando,
afirmando que “su obligación se entiende solamente para dar tierras donde se
congreguen y fabriquen los vecinos, dejándole libre la demás tierra para su uso”.20
Por ello no fue sino hasta el 15 de diciembre de 1778 cuando el proceso de la
fundación de Calvillo se reanudó cuando se llevó a cabo una junta en la que,
prescindida por el cura del lugar y otras personalidades más, se dio la definitiva luz
verde. Esta vez especificándole a don José Calvillo que donara los solares en las que
se fincaran las casas sin tierra de cultivo anexas.
La junta de diciembre de 1778.
Otro propósito de la junta fue precisamente el de estipular el precio que tendrían
los solares, los cuales eran de 2, 4 y 6 reales determinando éste costo el lugar en el
que se encontraba cada terreno; una vez puestos en venta se determinó el trazo de
las calles principales, llegando al acuerdo de que éstas desembocarían en línea recta
hacia la plaza; acuerdos que tuvieron que ser previamente supervisados por el cura
del lugar y aceptados por él y los demás pobladores. Acordados los términos
necesarios para la fundación se procedió a la venta de solares, dándose tres tiempos
de venta: 1778, 1780 y 1798, serrándose la comercialización de los terrenos hasta la
entrada del siglo XIX. A decir del primer año de venta, 1778, fueron repartidos un total
de 18 solares;21 destacando la familia López de Nava, quienes en total adquirieron
20
21
Gutiérrez, G. José Antonio, Colección de documentos. P. 223
Gutiérrez G., José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes. P. 236
cuatro; pero además sería don José Tomás, integrante de ésta misma familia, quién
realizara la primer compra, correspondiéndole el solar que se encontraba: “en la plaza
de ésta congregación, 35 varas de frente con 50 de fondo, cuya tierra comienza desde
la esquina frente a las casas curales, calle de por medio, y sigue para el poniente
hasta completar dichas 35 varas […]”22 Con la descripción anterior se puede deducir
que el solar al que se hace referencia corresponde en la actualidad a la cuadra en la
que se asienta la actual presidencia municipal y diversos comercios.
El origen de los compradores de los solares de la nueva villa.
A decir del origen de los inquilinos de la recién fundada villa, según afirma el
doctor Jesús Gómez Serrano en su libro Haciendas y Ranchos de Aguascalientes,
éstos procedían de la misma región ya que “esa gente no llegó de otros lados, ni fue
puesta ahí por ninguna autoridad: eran rancheros que a base de trabajo habían
reunido pequeños ahorros, que invirtieron en la compra de solares; pequeños
propietarios independientes que encontraron en la nueva villa mejores perspectivas
para sus familias y el desarrollo de sus negocios”.23
Ya en los años que iban de 1789-1793, y bajo el censo que se realizaba para
contabilizar a la población con la que se creaba la Intendencia de Guadalajara, la
población de la región del valle presentaba un crecimiento de 162 personas, en
comparación con la población con la que contaban en 1771, ello se observa en el
Censo de Méndez Valdés, el cual registra una cantidad de 1292 españoles, 773 indios,
67 mulatos y 78 mestizos.24 La agricultura representaba para ésta población la base
de su economía, siendo la siembra de trigo y chilares a lo que la agricultura se
inclinaba; además de “tejer mantas y sacar pita de una especie de magueyes que hay
en ese territorio conocido con el nombre de Tepemete cuyo efecto se conduce con
estimación al departamento de San Blas, para lonas y otros usos”.25
22
Hernández López Toribio, Monografía del Municipio de Calvillo, p. 34
Gómez Serrano Jesús, Haciendas y ranchos de Aguascalientes, pp. 141-142
24
Méndez Valdés, José, Descripción y Censo General de la Intendencia de Guadalajara 1789-1793,
Guadalajara, Gobierno del Estado, 1980, p. 110
25
Méndez Valdés, José, Óp. Cit. P. 114
23
Capitulo II.
El aspecto geográfico y los quehaceres del pueblo.
Características
climáticas
y
topográficas
del
occidente
aguascalentense.
Hacia el oeste de la ciudad de Aguascalientes, capital del estado que lleva su
nombre, y entre un paisaje en el que conviven armónicamente lomeríos y partes
accidentadas con llanuras, se encuentra asentado el municipio de Calvillo. Esta
porción occidental del estado se inserta dentro de la llamada “provincia geológica de la
Sierra Madre Occidental”, conformada por la Sierra Fría y la Sierra del Laurel. Par de
Serranías que abrigan al Valle de Huejúcar, lugar en donde la cabecera del municipio
homónimo se encuentra asentada, y que sirve como puerta de acceso hacia el
llamado “Cañón de Juchipila”, faja topográfica que se caracteriza precisamente de
llanos y mesetas custodiados a sus costados por serranías, el cual nace entre las
fronteras estatales de Zacatecas y Jalisco, atravesando precisamente a el municipio
zacatecano de Juchipila, presentando una pequeña depresión que se extiende hasta
penetrar en territorio aguascalentense por su lado sur-occidental, cuya altura gira, ya
en Calvillo, en alrededor de 1,600 m. sobre el nivel del mar”.26
Anteriormente se mencionó que el panorama del municipio calvillense presenta
una conglomeración de diversos paisajes, que aunque contrastan entre sí mantienen
una convivencia armónica que hacen de la postal que presenta éste única en la región.
Por ello es lógico el hecho de que se presente en tan angosto perímetro tres tipos de
climas, que quedan determinados por la altura sobre el nivel del mar, la temperatura,
la precipitación pluvial y la evaporación. Al decir del primero, el clima “Templado
Subhúmedo”, que se extiende sobre un 29.1 % de la superficie del municipio,27 cubre
precisamente la zonas en donde se levantan las sierras del Laurel y la Sierra Fría,
Oasis boscoso, que se inserta entre la inmensidad del clima estepario que domina el
panorama estatal. La imagen habitual de la zona se caracteriza en presentar imágenes
de extensos pastizales, salpicados de bosques mixtos y árboles como la manzanilla, el
encino, el roble, el laurel y varios tipos de pino. Su precipitación media anual es de las
más húmedas del estado ya que ésta oscila entre los 600 y 700 mm, y su temperatura
26
Gómez Serrano, Jesús, Haciendas y Ranchos de Aguascalientes. P.140.
27
Hernández López, Toribio, Monografía del Municipio de Calvillo. P. 15.
se encuentra entre los 16 y los 18 grados centígrados.28 Igual que húmedo, éste
presenta una de las mayores altitudes sobre el nivel del mar, ya que los cerros de La
Antorcha y el de los Díaz, dentro de la Sierra del Laurel, son después del cerro de la
Ardilla (dentro la Sierra Fría, y en el municipio de San José de Gracia) los que mayor
altura presentan, llegando hasta los 2,800 metros sobre el nivel del mar.29
El 35.2% del área en la que se asienta el municipio de Calvillo es precisamente
en la que el “Valle de Húejucar” se inserta. El clima que éste presenta es el llamado
“Semiseco, Semicálido”. De las tres regiones climáticas es la que se encuentra en la
parte más céntrica del municipio, formando una franja que se extiende desde el suroccidente hasta llegar al norte y tocar con la Sierra Fría; es precisamente la que sigue
el curso que traen los cañones zacatecanos. Dentro de él se ubica la mayoría de las
poblaciones que conforman al municipio. Su precipitación media anual oscila entre los
500 y 600 mm, y su temperatura de alrededor de 18 y 20 grados centígrados 30 le hace
la más cálida de todo Aguascalientes. En cuanto a la altura sobre el nivel del mar, esta
región presenta casi la misma altura que el valle de Aguascalientes, (1,800 m), aunque
un poco más al sur, y dirigiéndose hacia Jalpa, Zacatecas, se desciende hasta los 1,
450 m.31
Por ultimo, el clima “Semiseco Templado”, ocupa el 35.7% de la superficie que
conforma al municipio, y es quien reviste a la zona en donde se asienta el valle, y que
a su ves es cubierto por el área más serrana. Las precipitaciones que se presentan
aquí varían de entre los 400 y los 600 mm anuales. Por su parte, la temperatura media
anual es menor de 18º C.32
Calvillo, una breve historia frutícola. El cultivo y propagación de la
guayaba en la región.
En medio de una aparente prosperidad agrícola en la que se encontraba la
región del valle de Huejucar, y atendiendo a lo que Jesús Gómez Serrano en su libro
28
Hernández López, Op. Cit. P. 15
Gómez Serrano, Jesús, “Los sistemas de riego y el desarrollo agrícola en Aguascalientes durante el
siglo XIX”. En Caleidoscopio, Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, México, Universidad
Autónoma de Aguascalientes, Año 3, Número 5, enero –junio de 1999, p. 83
30
Hernández López, Op. Cit. p. 15
31
Gómez Serrano, Caleidoscopio, P. 83
32
Hernández López, Op. cit. p. 15
29
Haciendas y Ranchos de Aguascalientes, afirma que: “en las haciendas y ranchos [de
la región del Valle de Huejúcar] se cosechaban abundantes cantidades de maíz y fríjol,
diversos frutales, pero además la caña de azúcar y tabaco. Los arroyos que bajaban
de la sierra llevaban agua a lo largo de casi todo el año, incluso durante el prolongado
estiaje, y facilitaba el riego de las tierras inmediatas al paraje en el que se fundó la villa
de Huejúcar”,33 resulta lógica la aseveración que Ernesto González Gaona emite al
respecto del establecimiento y cultivo de las primeras huertas de guayabo en México,
asignándole ese derecho a la población de Malpaso, Calvillo, derecho que data de
más de cien años.34
Es inminente la existencia de cambios climáticos en la región, y tomando como
parámetros de comparación los dos siglos próximos anteriores con los tiempos
actuales. Las aguas, tanto termales como las que arrastran los ríos y arroyos son cada
vez más escasas. De ello se darían cuanta hasta los mandatarios estatales y federales
de la mitad del siglo XX, viéndose en la necesidad de brindar apoyos a la sociedad
agrícola que garantizasen la buena producción de sus tierras. Prueba de ello, y a partir
de 1954 y hasta 1966 se crean en el municipio cuatro presas importantes, de entre las
que destacan “Peña Blanca” y “La Codorniz”.
El guayabo, es sin duda uno de los árboles más generosos ya que es uno de los
pocos que se aclimatan a su medio, ello debido a que los promedios de temperatura y
precipitación pluvial necesaria son amplios. Éste “prospera tanto en climas húmedos
como secos,”35 y bajo temperaturas que pueden ir de los 18 a los 30 grados
centígrados.36 Por otro lado, el promedio de precipitación pluvial anual necesario para
una óptima producción pueden ser desde los 500 a 2,000 mm.37 Ello causó, quizás
que la guayaba permaneciera, y posteriormente proliferara consolidándose como uno
de los principales productos que se cosechaban en la región, prosperando y
adaptándose a las condiciones climáticas de la región por encima –de entre otros- del
tabaco y la caña de azúcar.
Poco a poco, y para le segunda mitad del siglo XX la producción de guayaba
deja de ser meramente regional y las huertas rebasan las fronteras familiares para
33
Gomes Serrano, Haciendas y Ranchos de Aguascalientes. Pp. 140-141
González Gaona, Ernesto, y otros, Guayaba, su cultivo en México, Aguascalientes, Instituto Nacional
de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias Centro de Investigación regional Norte Centro
Campo Experimental Pabellón, 2002, p. 58.
35
González Gaona, Ernesto, y otros. Óp. Cit. P.24
36
FAO. Valor nutritivo y usos en alimentación humana de algunos cultivos autóctonos subexplotados de
Mesoamérica, Oficina regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Santiago, Chile, 1993.
37
FAO. Ibídem.
34
ampliar su producción en toda la región. Precisamente, la construcción de presas de la
región fueron los principales indicadores del crecimiento productivo del cultivo. La
presa La Codorniz, por ejemplo, fue construida con “la finalidad de aumentar la
producción de guayaba de la región”.38
Desde entonces, y hasta la última década del siglo XX el estado de
Aguascalientes, y concretamente la región de Calvillo, fue el principal productor de
guayaba a nivel nacional. Es de mencionarse que en un primer momento el estado
que seguía en producción al de Aguascalientes fue Zacatecas, hasta 1997, fecha en la
que la producción de éste estado se vio gravemente afectado por las heladas,
cediendo ese lugar al estado de Michoacán. Este último estado fue el que más
variación tuvo en su nivel de producción ya que repentinamente en 1995 casi triplica
su producción con respecto al año anterior, ya que de 11, 705 toneladas que
contabiliza en 1994 produce 30,408 para el año siguiente. La variación de la
producción del estado michoacano fue tal, que para el año 2000 supera a la
producción de Calvillo con un 38% y un 37% de la producción, respectivamente.39
38
Palomino Dena, Benito, II Informe de Gobierno (1953-1954), Secretaría General de Gobernación,
Aguascalientes, 1954, pp. 59-60.
39
SAGARPA. Reunión Nacional Sistema Producto Guayaba, Coatepec de Harinas, Edo. De México,
Mimeografía, 2001.
Capitulo III.
El elemento socio-espiritual del pueblo
Una forma particular de pensar
Con base en la historia, y haciendo referencia a las consideraciones que la
Diócesis de Aguascalientes ha tenido al respecto de uno de los pueblos que la
conforman, la parroquia de Calvillo, se puede definir a éste como un pueblo
tradicionalista e inminentemente arraigado con sus creencias religiosas. No pocas han
sido las veces en las que las autoridades eclesiásticas han hecho distinguir la “sencilla
fe, el fervor, la religiosidad, la hospitalidad, el júbilo con el que participa en los eventos
de la iglesia y la creciente piedad,”40 del pueblo de Calvillo. Incluso, Monseñor Ignacio
Valdespino, en la visita que hiciera a la población en 1924 con respecto a la bendición
que realizaría al altar mayor del recinto católico, saca a relucir el afecto que el
obispado tiene hacia la población de Calvillo. Al respecto dice: “hemos quedado
altamente satisfechos no sólo de las festividades que con este motivo se han
celebrado, sino en general de la sencilla fe y creciente piedad de estos nuestros
predilectos diocesanos…”41
El afecto y predilección que en un momento llegó a sentir el obispado de
Aguascalientes, en representación de sus autoridades, se debe quizás a una tradición
conservadora y apegada a una religiosidad que los calvillenses habían manifestado
desde la misma erección de la parroquia (1771) y que se había quedado impregnada,
manifestándose en varias ocasiones posteriores.
Una de estas ocasiones se presenta en 1857, precisamente fechas recientes de
la promulgación de la Constitución de ese año. Recodemos que ésta, al ser creada por
el gobierno que había triunfado al término de la guerra de Reforma, tuvo un carácter
liberal, ideología que chocaba en esos momentos con la forma de pensar y actuar del
pueblo calvillense. Su primer reacción a ello fue declararse enemigo intransigente del
nuevo orden de cosas no aceptando la Constitución; además se eligió, dentro de las
elecciones de ése año, a candidatos que no habían prestado juramento de ley. El
gobierno, por su parte actuaría al respecto enviándole un comunicado al sacerdote
que se encontraba ejerciendo su ministerio, sería por que éste defendía la causa
40
Gutiérrez G., José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes, pp. 306, 307, 322,330.
Archivo Parroquial de Calvillo, Auto de Visita Pastoral de Mons. Ignacio Valdespino, agosto 26 de
1924, en Gutiérrez G., José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes PP. 77-78.
41
conservadora o por los ánimos caldeados que se respiraban entre iglesia y estado,
que el padre José María Medina recibió, del Gobierno del estatal de Jesús Terán, una
orden para abandonar el estado y la parroquia.42
Si la anterior situación se presta a pensar que estuvo orquestado por el cura del
lugar, por juzgar el actuar del gobierno del estado en contra de éste, existe un claro
ejemplo del pensamiento calvillense, que resultó del mismo pueblo. En enero de 1849,
conjuntamente Ayuntamiento y vecindario enviaron una representación al Soberano
Congreso Nacional en protesta contra la tolerancia de cultos. Aunque la firma del
representante del Ayuntamiento del pueblo estaba presente, anteponían su forma de
pensar ya que declaraban no pertenecer a facción política alguna, sino que se
manifestaban como católicos. La reacción que tomó el vecindario de Calvillo estuvo
incentivada por el hecho de que se rumoraba sobre la venida de sectas protestantes al
país, motivado por el proyecto de colonización recientemente aprobado. A decir de la
carta, esta decía: “[ya que] se pretende abrir las puertas a colonos de todos los
cultos… en vano se dirá que no se nos obliga a que abandonemos la religión que
profesamos: no se nos obliga, pero se nos expone, pues una vez establecida la
tolerancia, se rompería para siempre el único vínculo que nos une, el de la
homogeneidad religiosa.”43
En el mismo sentido que lo anterior, y habiendo pasando cerca de setenta años,
en 1918 el prelado a cargo de Monseñor Ignacio Valdespino quedó bien impresionado
del estado moral en el que encontró la parroquia “no obstante a la racha de viento
sectario que envenenó el ambiente religioso, los efectos desastrosos no son
lamentables y aún vio un espíritu religioso y desbordado, respeto y adhesión a la
iglesia.”44
42
Gutiérrez G., José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes, p. 276
Gutiérrez G., José Antonio, Ibídem. P. 272
44
Archivo Parroquial de Calvillo, Auto de visita de Mons. Ignacio Valdespino, mayo 18 de 1918, en
Gutiérrez G., José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes, p. 47.
43
Apéndice.
El paso de la historia por Calvillo y las huellas que éste a
dejado.
La independencia de México.
Una vez encendida la mecha, que don Miguel Hidalgo y Costilla, fungiendo
como párroco de Dolores, -una de las feligresías del estado de Guanajuato, en la
región de Bajío,- con la pronunciación insurgente en septiembre de 1810, se iniciaba la
etapa armada que escribiría para su final la independencia de México.
Al igual que en Dolores, existieron levantamientos en otras regiones, que
aunque de menor importancia, contribuían para el mismo fin. Tal fue el caso que se
presentó en la región de los cañones zacatecanos con la incursión del entonces
párroco de Jesús María, Aguascalientes, Pablo José Calvillo. Éste provenía del Valle
de Huejúcar, lugar hasta donde se extiende el cañón de Juchipila, región que
seguramente conocía y la cual sirvió para realizar sus incursiones levantiscas.
El ejército al que el cura Calvillo guiaba se componía, en su mayoría de indios
flecheros que había convocado en la región de los cañones zacatecanos. Con estos,
el cura Calvillo participó en diversos combates en la región, siendo la batalla de
“puente de Calderón“ la de mayor importancia. Además el padre Pablo José fue quien
en un primer momento obtuvo en los ejércitos de Hidalgo el titulo de “capellán”,
otorgándole después el de “mariscal” en próximas fechas del enfrentamiento de
puente de Calderón.
La batalla de Puente de Calderón, más que fincar su importancia en una victoria
que se hubiese presentado para el ejército de Hidalgo, significó, por lo contrario, el
acabose tanto físico como estructural de la insurrección. Si los primeros combates que
los insurrectos entablaron con los ejércitos realistas resultaron faciales y se dejó ver
una fuerza desorganizada pero excepcional, la batalla de “puente de Calderón” se
encargaría de equilibrar las fuerzas y alargar la independencia, que en un principio se
pensaba sería pronto, a cerca de diez años más.
Sucedido el desastre para los insurgentes en puente de Calderón, en las
cercanías de la ciudad de Guadalajara, restos del ejército de Hidalgo, con éste aún al
mando y con la guía del padre Calvillo, se dirigieron rumbo al norte, pasando por
varias poblaciones de Jalisco, internándose luego a los cañones de Zacatecas,
pasando por poblados como Moyahua, Juchipila, Apozol y Jalpa; pasando luego a
tierras que conforman en la actualidad al estado de Aguascalientes, en donde se le vio
en Valle de Hiejúcar, San José de Gracia, y Pabellón. Fue en este último en el poblado
en donde el resto de los dirigentes del ejército insurgente quitaron de todo mando
militar a don Miguel Hidalgo. Pretendiendo rearmar al ejército, Hidalgo, Allende,
Aldama y Jiménez reemprenden el camino hacia el vecino país del norte, en cuyo acto
son sorprendidos en Acatita de Baján, siendo posteriormente fusilados.
Con respecto al paso de Hidalgo por el pueblo del actual Calvillo, hay toda una
tradición, en las que sobresale la hospitalidad del pueblo, abrigando a los restos del
ejército insurgente, que al Valle de Huejúcar llegaron. Se afirma que los dirigentes,
Hidalgo, Calvillo y otros, necesitados de descanso, durmieron la noche en casa de
José Dionisio Velasco.45 Siendo ya otro día, y después de una misa oficiada en pro de
la victoria insurgente, Hidalgo retoma su viaje anteriormente mencionado.
Por su parte, el cura Calvillo, una vez muerto don Miguel Hidalgo y Costilla,
sigue incursionando en la región con su participación en pequeñas guerrillas, hasta el
día en el que se promulga en amnistía y vuelve a sus oficios de sacerdote.
La Revolución cristera.
La incursión del pueblo de Calvillo a las paginas de la historia nacional como
uno de los lugares en los que tuvo lugar la llamada guerra cristera, lo hace
precisamente en el momento en el que José Velasco, principal cabecilla cristero de la
región, y quién era originario precisamente de una de las comunidades que pasan a
conformar en la actualidad al municipio de Calvillo, decide promulgarse en contra del
actuar del gobierno.
1926, es precisamente el año en el que explota en la región el recelo que desde
varios años atrás se habían tenido la iglesia y el gobierno. Alimentadas desde las
mismas leyes de reformas y acrecentadas las discordias por el hecho de que el
gobierno del general Plutarco Elías Calles quería actuar conforme a la legalidad que la
nueva constitución estipulaba con respecto a varios artículos que incluían la relación
de la iglesia con la sociedad y con el estado, los cuales mostraban una rigurosidad que
acabó por molestar a la iglesia.
45
Hernández López Toribio, Op. Cít. P. 38
Una de las principales y primeras consecuencias que trajera esta discordia, fue
la suspensión de las celebraciones de misas y todo acto religioso que se efectuase
fura del recinto católico. Precisamente en nuestro estado, y habiendo pasado tres
meses de la suspensión del culto, llegó a oídos del gobierno estatal el rumor de que en
el vecino municipio de Calvillo se propagaba la idea de la sublevación en contra suya.
Movidos por ése motivo, llegaron al municipio dos personas provenientes de la capital
del estado a verificar al respecto; José Velasco, al darse cuenta del motivo de la visita
de éstos, propinó violentamente el regreso a Aguascalientes, y bajo amenaza, a los
oficiales. Anticipando reacción alguna del gobierno, Velasco junto con otros
calvillenses se levanta en armas el 11 de noviembre de 1926.
Velasco llegó a contar con algunos cientos de armados y puso en aprietos a las
partidas federales destacadas en la zona. Estas últimas se sobrepasaron con la
población, en su deseo por someter a José Velasco y sus cristeros; ejemplo de ello,
fue el hecho de que casa cural en la que se albergan a los párrocos que atienden en la
parroquia, fue convertida en cuartel. Los grupos cristeros mantuvieron cierto control en
Calvillo y se dieron diversas acciones tanto en la ciudad como en los ranchos del
municipio. Durante éste periodo, fueron muchos los calvillenses que murieron
defendiendo la libertad religiosa durante 1926-1929.46
46
Gutiérrez G., José Antonio, Historia de la iglesia católica en Aguascalientes, p. 313
Conclusiones
A manera de conclusión, no queda más que puntualizar varios aspectos
importantes. Como nos pudimos percatar, el presente ensayo tuvo por objeto de
estudio los rasgos distintivos del pueblo, basado en el análisis de tres principales
aspectos. El primero de ellos fue precisamente la historia del pueblo, vista
principalmente para poder distinguir la fisonomía de la persona actual que habita en la
región. Después se dio un vistoso a la geografía en la que el municipio se asienta,
como a una de muchas actividades socio-económicas que se desarrollan en la región,
para poder observar otro rasgo que distingue al pueblo, el cultivo de la guayaba. Por
su parte, el temperamento y el carácter del calvillense se quisieron observar desde el
rasgo socio-cultural, representado en la forma conservadora de actuar y de pensar y
las costumbres morigeradas que posee.
Al respecto, se puede afirmar que aunque valiosos los rasgos que se toman en
cuenta para el análisis, resultan insuficientes para realizar una verdadera
retrospección de la forma de ser y de pensar del calvillense. Quizás sean útiles las
aportaciones que sociólogos y antropólogos sociales realicen al respecto.
Sin embargo, se puede concluir que el pueblo de Calvillo, goza de una riqueza
cultural con características propias y diferenciadas, incluso, de las que se observan en
el resto del estado. Recae precisamente en ellos la magia del municipio, no
descartando la existencia de otros elementos que por demás son importantes, como
pueden ser los geográficos.
Es precisamente este último, el elemento geográfico, otro gran distintivo de la
región, ya que el panorama del municipio calvillense presenta una conglomeración de
diversos paisajes, que aunque contrastan entre sí mantienen una convivencia
armónica que hacen de la postal que presenta éste única en la región. Son: la altura
sobre el nivel del mar, la temperatura, la precipitación pluvial y la evaporación que se
presentan en Calvillo los elementos que no se encuentran en le resto del estado,
haciéndolo de esa forma diferente de entre los restantes.
Son precisamente sus climas, y sus serranías unos atractivos turísticos
naturales, propicios para una gran diversidad de actividades al aire libre, que pueden ir
desde la pesca, el acampar, la cabalgata, la cacería y una gran diversidad de deportes
al aire libre. Sus pendientes y peñascos son propicios para la práctica de deportes
extremos, como lo es el rapel, entre otros. En fin, el elemento geográfico es otro que
contribuye a que el visitante se sienta agradable. 47
47
Para un mayor conocimiento de los principales lugares de interés turístico habidos en la región de
Calvillo, revisar el capitulo numero seis, “Guía de Visitante”, de la Monografía del Municipio de Calvillo
de Toribio Hernández López.
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