TEMA.Defensor del Pueblo-Tribunal de Cuentas

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Temario General de la ESTT - OEP 2011
Grupo de Materias Generales
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TEMA 13
ÓRGANOS CONSTITUCIONALES DE CONTROL: EL DEFENSOR DEL PUEBLO
Y EL TRIBUNAL DE CUENTAS.
1. LOS ORGANOS CONSTITUCIONALES DE CONTROL.
1.1. Introducción.
2. EL DEFENSOR DEL PUEBLO.
2.1. Origen del Defensor del Pueblo.
2.2. Elección y cese del Defensor del Pueblo.
2.2.1. Elección
2.2.2. Cese.
2.3. Estructura.
2.3.1. Adjuntos Primero y Segundo.
2.3.2. Secretaría General.
2.4 Competencias.
2.4.1 Defensa de los derechos fundamentales y control de la Administración.
2.4.2 Administración de Justicia.
2.4.3 Administración Militar.
2.4.4 Interposición de recursos.
2.5 La figura del Defensor del Pueblo en las Comunidades Autónomas.
3. EL TRIBUNAL DE CUENTAS.
3.1. Introducción. El Tribunal de Cuentas como Órgano constitucional del Estado.
3.2. Organización del Tribunal de Cuentas.
3.3 Funciones.
3.3.1 Función Fiscalizadora.
3.3.2 Función Jurisdiccional.
Autor:
Rafael Hurtado de Mendoza Cabrera
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1. LOS ÓRGANOS CONSTITUCIONALES DE CONTROL.
1.1. INTRODUCCIÓN
El control del funcionamiento de la Administración se puede distinguir en
externo e interno, atendiendo al lugar de radicación del órgano que lo ejerce y debe
ser complementado con la división de la actividad de control en razón de la finalidad
perseguida.
El control ejercido por el Defensor del Pueblo, es externo y ulterior, es decir
que realiza el control sobre actos ya realizados. Pero tiene la singularidad que no
podrá anular o modificar dichos actos, si no que podrá sugerir la modificación de los
criterios utilizados para su producción, es decir que se trata de un órgano con el
único poder de la sugestión.
Por otro lado, el control ejercido por el Tribunal de Cuentas es un control
externo, al igual que el del Defensor del Pueblo, pero a diferencia de éste controla la
actividad económico-financiera del sector público, con un auténtico poder de
ejecución. Es decir, el control ejercido implica la supervisión y posterior aprobación
de la actividad realizada.
Algunos autores (Cazorla Prieto) diferencian dentro del control externo un
control político, ejercido por la Cortes Generales y un control financiero, entendido
por tal, aquel que tiende a la fiscalización de la actividad financiera del Estado, al
margen de toda connotación política y con arreglo a la técnica contable jurídica y
económica, cuyo ejercicio se encomienda al Tribunal de Cuentas.
2. EL DEFENSOR DEL PUEBLO.
2.1. ORIGEN DEL DEFENSOR DEL PUEBLO.
La figura del Defensor del Pueblo, tal y como la conocemos en nuestro
Ordenamiento jurídico, tiene su origen en la oficina del Canciller de Justicia de
Suecia (Procurador Supremo “Högste Ombudsmännen”), creada a principios del
siglo XVIII, con la función de controlar a la administración estatal desde el punto de
vista de la legalidad, con competencia para vigilar la correcta observancia de las
leyes por parte de todos los órganos de aplicación del derecho, tanto los tribunales
como el poder ejecutivo.
Algunos autores encuentran la génesis del actual Defensor del Pueblo en
diferentes figuras históricas ya existentes en España, pero las diferentes
competencias de aquéllos no los hacen equiparables al actual. Así, el “Justicia
Mayor de Aragón”, institución del Derecho Aragonés con origen medieval, conocía
de los asuntos que se llevaban ante él, y sobre los que decidía con carácter
vinculante. El “Diputado del Común” de Canarias, surge como representante directo
de los habitantes de los Cabildos insulares para la defensa de sus derechos, durante
los siglos XVI al XVIII.
A pesar de ser ciertas las similitudes existentes, el Defensor del Pueblo, tal y
como está configurado en la actual Constitución Española de 1978, es una figura
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Rafael Hurtado de Mendoza Cabrera
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que debe sus orígenes claramente, al Ombudsmänn sueco, también importado a
diferentes países europeos, como Francia, Inglaterra o Dinamarca, durante el siglo
XX.
En el ámbito europeo existe el Defensor del Pueblo Europeo. El Estatuto del
Defensor del Pueblo europeo fue aprobado por Decisión 94/262 del Parlamento
Europeo de 9 de marzo de 1994.
2.2. ELECCIÓN Y CESE DEL DEFENSOR DEL PUEBLO.
El artículo 54 de la Constitución Española establece que una ley orgánica
regulará la institución del Defensor del Pueblo, como el alto comisionado de las
Cortes Generales, y como tal, será designado por éstas para la defensa de los
derechos fundamentales, a cuyo efecto podrá supervisar la actividad de las
Administraciones públicas. En cumplimiento de este mandato constitucional se
promulgó la Ley Orgánica 3/1981, de 6 de abril, que regula la Institución.
El art. 2º.1 de la Ley Orgánica del Defensor del Pueblo dispone que: «El
Defensor del Pueblo será elegido por las Cortes Generales para un período de cinco
años». Con este sistema de elección lo que se pretende conseguir es conservar la
independencia de la institución, al separar la legislatura parlamentaria de cuatro
años, de la elección del Defensor del Pueblo cada cinco, consiguiendo que ningún
grupo parlamentario influya en el Defensor del Pueblo.
Como señala el artículo 3º, podrá ser elegido cualquier español mayor de
edad que se encuentre en el pleno disfrute de sus derechos civiles y políticos.
El Defensor del Pueblo no está sujeto a mandato imperativo alguno, no recibe
instrucciones de ninguna autoridad, desempeña sus funciones con autonomía y
goza de inviolabilidad e inmunidad durante su permanencia en el cargo.
2.2.1. ELECCIÓN
Al Defensor del Pueblo lo eligen el Congreso de los Diputados y el Senado
mediante una votación, en la que se necesita una mayoría de tres quintos.
Previamente una Comisión Mixta Congreso-Senado, es la encargada de
proponer a los Plenos de las Cámaras el candidato o candidatos a Defensor del
Pueblo, adoptando sus acuerdos por mayoría simple. Una vez que consigue efectuar
una propuesta, se entra en la segunda fase, constituida por la elección del Defensor
a través de los Plenos del Congreso de los Diputados y del Senado.
El art. 2º.4 LODP regula que «será designado quien obtuviese una votación
favorable de las tres quintas partes de los miembros del Congreso y posteriormente,
en un plazo máximo de veinte días, fuese ratificado por esta misma mayoría del
Senado». Ambas mayorías cualificadas, tiene como objetivo lograr la neutralidad del
Defensor del Pueblo, base de su independencia.
En el caso de no alcanzarse las mayorías legalmente exigidas, se iniciará de
nuevo el procedimiento, comenzando desde el inicio con las reuniones de la
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Rafael Hurtado de Mendoza Cabrera
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Comisión Mixta a los efectos de formular nuevas propuestas de candidato o
candidatos en el plazo máximo de un mes.
2.2.2. CESE.
Las diversas causas de cese del Defensor vienen recogidas en el artículo
5º.1 LODP. Pueden dividirse en dos tipos: regladas y de apreciación discrecional por
las Cortes Generales.
Regladas son: la muerte, renuncia y expiración del plazo de su nombramiento,
circunstancias en las que la vacante en el cargo se declarará por el Presidente del
Congreso.
Causas de apreciación discrecional son las restantes y en estos casos se
decidirá el cese, por mayoría de los tres quintos de los componentes de cada
Cámara, mediante debate y previa audiencia del interesado. Son los casos de la
incapacidad sobrevenida, la actuación con notoria negligencia en el cumplimiento de
las obligaciones y deberes del cargo y la condena, mediante sentencia firme, por
delito doloso.
El cese tiene dos consecuencias inmediatas; la primera: el inicio del
procedimiento para el nombramiento de un nuevo Defensor del Pueblo, en plazo no
superior a un mes y la segunda: el Adjunto primero o, en su defecto, el segundo,
pasa a desempeñar las funciones de modo interino hasta que las Cortes Generales
procedan a la designación de un nuevo titular.
2.3. ESTRUCTURA
El Defensor del Pueblo está auxiliado por dos Adjuntos, Primero y
Segundo, en los que puede delegar sus funciones, y que son nombrados previa
conformidad de las Cortes Generales, y que, junto con la Secretaria General forman
la Junta de Coordinación y Régimen Interior, cuyas competencias están definidas
en el artículo 18 del Reglamento de Organización y Funcionamiento.
El artículo 34 de la LODP indica que podrá estar asistido por un Gabinete
Técnico, bajo la dirección de uno de los Asesores designados por él mismo,
correspondiendo a dicho Gabinete organizar y dirigir la Secretaría particular del
Defensor del Pueblo, realizar los estudios e informes que se le encomienden y
ejercer las funciones de protocolo.
La Oficina del Defensor del Pueblo, está formada por las personas que se
encuentren al servicio del Defensor, sean o no funcionarios provenientes de la
Administración pública.
2.3.1 ADJUNTOS PRIMERO Y SEGUNDO.
El artículo 8º.1 de la Ley Orgánica del Defensor del Pueblo, regula las figuras
de los Adjuntos.
Las competencias vienen enumeradas en el artículo 12.1 del Reglamento de
Organización y Funcionamiento del Defensor del Pueblo (ROFDP).
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“1. Corresponderán a los Adjuntos del Defensor del Pueblo las siguientes
competencias:
a). Ejercitar las funciones del defensor del Pueblo en los casos de delegación
y sustitución previstos en la Ley Orgánica.
b). Dirigir la tramitación, comprobación e investigación de las quejas
formuladas y de las actuaciones que se inicien de oficio, proponiendo, en su caso, al
Defensor del Pueblo la admisión a trámite o rechazo de las mismas y las resoluciones
que se estimen procedentes, y llevando a cabo las actuaciones comunicaciones y
notificaciones pertinentes.
c). Colaborar con el Defensor del Pueblo en las relaciones con las Cortes
Generales y la Comisión Mixta en ellas constituida al efecto y en la supervisión de las
actividades de las Comunidades Autónomas y, dentro de ellas, de la coordinación con
los órganos similares que ejerzan sus funciones en este ámbito.
d). Preparar y proponer al Defensor del Pueblo el Informe Anual o los
informes extraordinarios que deban elevarse a las Cortes Generales.
e). Asumir las restantes funciones que se les encomienden en las leyes y
disposiciones reglamentarias vigentes.
2. La delimitación de los respectivos ámbitos de funciones de los dos Adjuntos
se llevará a cabo por el Defensor del Pueblo, poniéndose en conocimiento de la
Comisión constituida en las Cortes Generales, en relación con el citado Defensor.
Para ello, cada Adjunto se responsabilizará de las áreas que se le atribuyan. Sin
perjuicio de lo establecido en el artículo 8. del presente Reglamento, el Adjunto
Primero asumirá la coordinación de los servicios dependientes del Defensor del
Pueblo así como el despacho ordinario con el Secretario General. En su defecto
asumirá las expresadas funciones el Adjunto Segundo.
3. La admisión definitiva o el rechazo y en su caso, la resolución última da las
quejas formuladas, corresponde acordarla al Defensor del Pueblo o al Adjunto en
quien delegue o que le sustituya.
4. El Defensor del Pueblo podrá recabar, oída la Junta de Coordinación y
Régimen Interior, el conocimiento, dirección o tratamiento de cualquier queja o
investigación cuyo trámite corresponda a los Adjuntos.”
Sus nombramientos se iniciarán mediante propuesta del Defensor del
Pueblo a través del Presidente del Congreso, a efectos de que la Comisión Mixta
Congreso-Senado otorgue su conformidad previa al nombramiento. Esto se debe a
que el Adjunto Primero (y en su defecto, el Adjunto Segundo) está llamado a sustituir
al titular de la institución desde el mismo momento de cese de éste. En quince días
procederá a realizar la propuesta de nombramiento de Adjuntos. Obtenida la
conformidad, el nombramiento será publicado en el Boletín Oficial del Estado.
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2.3.2 SECRETARÍA GENERAL
El artículo 19 del Reglamento de Ordenación del Defensor del Pueblo, regula
la figura del Secretario General.
“1. Corresponderán al Secretario general las competencias siguientes:
a).El gobierno y régimen disciplinario de todo el personal, ejerciendo las
competencias no atribuidas específicamente al Defensor del Pueblo, los Adjuntos o
la Junta de Coordinación y Régimen Interior.
b). Dirigir los servicios dependientes de la Secretaría General.
c). Preparar y presentar a la Junta de Coordinación Régimen Interior las
propuestas de selección de los Asesores y demás personal, para su informe y
posterior resolución por el Defensor del Pueblo.
d). Preparar y elevar a la Junta de Coordinación y Régimen Interior el
anteproyecto del Presupuesto.
e). Administrar los créditos para gastos del Presupuesto del Defensor del
Pueblo.
f). Redactar las actas y notificar los acuerdos de la Junta de Coordinación, y
Régimen Interior.
2. En caso de vacante ausencia o enfermedad, el Secretario General será
sustituido internamente por el Director que designe el Defensor del Pueblo, oída la
Junta de Coordinación y Régimen Interior”.
2.4 COMPETENCIAS
La competencia del Defensor del Pueblo se extiende a la totalidad de
órganos y autoridades de la Administración General del Estado, de las
Administraciones de las Comunidades Autónomas y a las de las Administraciones
Locales. Asimismo, puede intervenir ante quienes actúen como agentes o
colaboradores de cualquiera de estas Administraciones en el cumplimiento o
realización de fines o servicios públicos.
El Defensor del Pueblo ha de velar por que la Administración resuelva
expresamente en tiempo y forma las peticiones y recursos que le hayan sido
formulados.
El Defensor del Pueblo, no puede intervenir en los siguientes supuestos:
-
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Cuando no haya existido intervención de las administraciones públicas.
Cuando se trate de conflictos entre particulares.
Cuando haya transcurrido más de un año desde el momento en que el
ciudadano haya tenido conocimiento de los hechos objeto de su queja.
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-
-
Cuando se trate de quejas anónimas, sin pretensión concreta, en las
que se aprecie mala fe o aquellas cuya tramitación pueda acarrear
perjuicios a legítimos derechos de terceros.
Cuando se plantee la disconformidad con el contenido de una
resolución judicial.
2.4.1 DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y CONTROL DE LA
ADMINISTRACIÓN.
El Defensor del Pueblo, tiene como misión la protección y defensa de los
derechos fundamentales y las libertades públicas de los ciudadanos. Además
controla que la Administración pública actúe conforme a lo dispuesto en el artículo
103.1 de la Constitución, es decir, que sirva los intereses generales con objetividad
y que actúe de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, desconcentración,
coordinación, y con sometimiento pleno a la ley y al derecho, prohibiéndose
expresamente toda arbitrariedad.
La única función que está llamado a cumplir el Defensor es la defensa de los
derechos fundamentales, siendo la actividad de control de la Administración la vía
para alcanzar dicho objetivo.
El artículo. 9.1 LODP contempla la función supervisora del Defensor sobre la
actividad de la Administración:
“1. El Defensor del Pueblo podrá iniciar y proseguir de oficio o a petición de
parte, cualquier investigación conducente al esclarecimiento de los actos y
resoluciones de la Administración pública y sus agentes, en relación con los
ciudadanos, a la luz de lo dispuesto en el art. 103.1 de la Constitución, y el respeto
debido a los derechos proclamados en su Título I”.
Por lo tanto, el Defensor no se circunscribe tan sólo a la Administración pública
como ente abstracto, sino que se proyecta a los funcionarios o, más ampliamente
aún, a las personas concretas al servicio de la Administración. Así lo refuerza el art.
20.1 LODP que nos indica: “cuando la queja a investigar afectare a la conducta de
las personas al servicio de la Administración, en relación con la función que
desempeñan”.
2.4.2 ADMINISTRACION DE JUSTICIA.
El artículo 13 de la LODP hace referencia a la relación con la Administración
de Justicia:
“Cuando el Defensor del Pueblo reciba quejas referidas al funcionamiento de
la Administración de Justicia, deberá dirigirlas al Ministerio Fiscal para que éste
investigue su realidad y adopte las medidas oportunas con arreglo a la Ley, o bien
dé traslado de las mismas al Consejo General del Poder Judicial, según el tipo de
reclamación de que se trate; todo ello sin perjuicio de la referencia que en su Informe
general a las Cortes Generales pueda hacer al tema”.
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Rafael Hurtado de Mendoza Cabrera
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La intervención que se atribuye al Defensor en nada incide sobre el principio
de independencia del Poder judicial. Hay que diferenciar dos planos: el primero hace
referencia a la estricta función de administrar justicia «por Jueces y Magistrados
integrantes del Poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y
sometidos únicamente al imperio de la Ley» (art. 117.1 CE); el segundo comprende
el funcionamiento material de la Administración de Justicia en cuanto verdadero
«servicio público». Es obvio que la intervención del Defensor nada tiene que ver con
la función jurisdiccional, viniendo referida al servicio público de prestación de justicia
o, por extensión, a la Administración de Justicia.
El Defensor del Pueblo no puede entrar en el examen individual de aquellas
quejas sobre las que esté pendiente resolución judicial y lo suspenderá si, iniciada
su actuación, se interpusiere por persona interesada demanda o recurso ante los
tribunales ordinarios o el Tribunal Constitucional, ya que el Defensor del Pueblo
debe respetar la independencia del poder judicial.
2.4.3 ADMINISTRACION MILITAR.
En lo referente a la Administración Militar, el art. 14 LODP dispone: «El
Defensor del Pueblo velará por el respeto de los derechos proclamados en el Título I
de la Constitución, en el ámbito de la Administración Militar, sin que ello pueda
entrañar una interferencia en el mando de la Defensa Nacional».
Por lo tanto nos encontramos con un auténtico límite, por otra parte
perfectamente entendible, en la función del Defensor de velar por el respeto de los
derechos fundamentales y las libertades públicas en el ámbito de la Administración
militar. La no interferencia en el mando de la Defensa Nacional.
2.4.4 INTERPOSICIÓN DE RECURSOS.
El Defensor del Pueblo está legitimado para interponer los recursos de
inconstitucionalidad y amparo, de acuerdo con lo dispuesto en la Constitución y en
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional 2/1979, de 3 de octubre.
De esta forma, el Defensor se convierte en el único de los órganos del Estado
que resulta habilitado para la interposición de ambos tipos de recursos y así se
permite a la institución reaccionar frente a cualquier actuación vulneradora de
derechos proveniente de todo poder público.
Le da la opción de interponer el recurso de amparo, frente a actos sin valor de
Ley emanados de las Cortes o de cualquiera de sus órganos, o de las Asambleas
Legislativas de las Comunidades Autónomas; frente a disposiciones, actos jurídicos
o simple vía de hecho del Gobierno o de sus autoridades o funcionarios, o de los
órganos ejecutivos colegiados de las Comunidades Autónomas, y frente a actos u
omisiones de un órgano judicial (arts. 42, 43 y 44 Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional).
2.5 LA FIGURA DEL DEFENSOR DEL PUEBLO EN LAS COMUNIDADES
AUTÓNOMAS.
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Rafael Hurtado de Mendoza Cabrera
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Regular el sistema de relaciones entre las instituciones autonómicas, nacidas
al amparo de los respectivos Estatutos de Autonomía y la figura del Defensor del
Pueblo, cuyos objetivos y medios son idénticos, se realiza mediante la Ley 36/1985,
de 6 de noviembre, por la que se regulan las relaciones entre la institución del
Defensor del Pueblo y las figuras similares en las distintas Comunidades
Autónomas.
La finalidad de dicha Ley es establecer, con carácter general, las adecuadas
normas que desarrollen y concreten el modo de aplicación de los principios básicos
de coordinación y cooperación previstos en el artículo 12.2 de la LODP.
El artículo 2, regula el régimen de colaboración y coordinación entre
instituciones, aunque la Ley nada dice, en el caso de que esa colaboración y
coordinación no se llegue a dar.
“1. La protección de los derechos y libertades reconocidos en el titulo I de la
constitución y la supervisión, a estos efectos, de la actividad de la
administración publica propia de cada comunidad autónoma, así como de las
administraciones de los entes locales, cuando actúen en ejercicio de
competencias delegadas por aquella, se podrá realizar, de oficio o a instancia
de parte, por el defensor del pueblo y el comisionado parlamentario
autonómico en régimen de cooperación, según lo establecido en el apartado
segundo de este articulo, en todo aquello que afecte a materias sobre las
cuales se atribuyan competencias a la comunidad autónoma en la
constitución y en el respectivo estatuto de autonomía y sin mengua de lo
establecido en cuanto a facultades del defensor del pueblo por la constitución
y por la ley orgánica 3/1981, de 6 de abril.
2. A fin de desarrollar y concretar adecuadamente la colaboración y
coordinación entre el defensor del pueblo y los comisionados parlamentarios
autonómicos, se concertaran entre ellos acuerdos sobre los ámbitos de
actuación de las administraciones publicas objeto de supervisión, los
supuestos de actuación de los comisionados parlamentarios, las facultades
que puedan ejercitar, el procedimiento de comunicación entre el defensor del
pueblo y cada uno de dichos comisionados parlamentarios, y la duración de
los propios acuerdos.
3. En la supervisión de la actividad de órganos de la administración publica
estatal, que radiquen en el territorio de cada comunidad autónoma, el
defensor del pueblo podrá recabar la colaboración del respectivo comisionado
parlamentario para la mejor eficacia de sus gestiones y recibirá de el las
quejas que le hubieran sido remitidas sobre la actividad de dichos órganos de
la administración publica estatal. A su vez, el defensor del pueblo podrá
informar al comisionado parlamentario autonómico del resultado de sus
gestiones.”
Las figuras similares de las distintas Comunidades Autónomas, previstas en
sus respectivos Estatutos, no han sido desarrolladas por Ley en todos los casos.
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Rafael Hurtado de Mendoza Cabrera
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Únicamente Cantabria, Extremadura y Madrid son las CC.AA que no tienen
Defensor del Pueblo, con la salvedad de la Comunidad Autónoma de Madrid que
desarrolla la figura del Defensor del Menor, asimilable a la del Defensor del Pueblo,
pero restringida a la función de protección de los menores. En todas las demás, es
decir en catorce, existe la figura del Defensor del Pueblo, que tienen competencias
idénticas al nacional, pero dentro de su ámbito territorial.
La nomenclatura de los mismos recoge en algunos casos las figuras
históricas asimiladas a la actual, como son el “Justicia Mayor” de Aragón o el
“Diputado del Común” de Canarias. Otras Comunidades lo asimilan a la figura del
“Procurador Común”, como en Castilla y León, “Procurador General”, en
Asturias, “Valedor do Pobo” en Galicia, “Personero Común” en Extremadura
(todavía no desarrollado legislativamente), “Sindic de Greuges” (Síndico de
Agravios) en Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares, “Ararteko” en el
País Vasco o directamente lo nombran “Defensor del Pueblo”, como en Andalucía,
Navarra, Castilla La Mancha, La Rioja y Murcia.
3. EL TRIBUNAL DE CUENTAS.
3.1. INTRODUCCIÓN. EL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL DEL ESTADO.
DE
CUENTAS
COMO
ORGANO
Sus antecedentes históricos se remontan a mediados del siglo XIV, cuando
con el término “Contador Mayor de Cuentas” se nombraba a aquellos que velaban
por la correcta disposición de las cuentas del Reino. Posteriormente, desde
mediados del siglo XVI, se utilizó el nombre de Tribunal de la Contaduría Mayor de
Cuentas. En el año 1828 es cuando se cambia el nombre a Tribunal Mayor de
Cuentas y en 1851 se llamó Tribunal de Cuentas del Reino. Durante el periodo de
1871 a 1873 pasa a llamarse Tribunal de Cuentas de la Nación al eliminarse todo
símbolo monárquico del Estado, intercambiándose dichas nomenclaturas
dependiendo de la forma de gobierno: Monárquico o Republicano.
Finalmente, la Constitución de 1978 establece el nombre de Tribunal de
Cuentas, desarrollándolo a través de la Ley Orgánica 2/1982, de 12 de mayo,
reguladora de la Institución. Asimismo, para establecer el funcionamiento del
Tribunal, se dicta La Ley 7/1988, de 5 de abril.
La definición del Tribunal de Cuentas nos lo da la Constitución y las Leyes
Orgánica y de Funcionamiento, como el supremo órgano fiscalizador de las cuentas
y de la gestión económica del Estado, así como del Sector Público, sin perjuicio de
su propia jurisdicción, y dejando a salvo las atribuciones fiscalizadoras de los
Órganos de Control Externo de las Comunidades Autónomas.
Sus doce miembros, los Consejeros de Cuentas, designados seis por el
Congreso de los Diputados y seis por el Senado- disponen de la misma
independencia, inamovilidad e incompatibilidad que los jueces, y distinguen con
absoluta claridad las dos funciones que se le encomiendan –las que en él son
tradicionales-, la fiscalizadora y la jurisdiccional, que desarrollaremos más adelante.
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La Ley Orgánica 8/2007, de 4 de julio, sobre financiación de partidos
políticos, estableció el marco jurídico básico en relación con las fuentes de
financiación pública y privada de su actividad ordinaria y con las obligaciones que en
materia contable y de control han de cumplir. En esta Ley se contempla la
fiscalización externa como garantía de regularidad, transparencia y publicidad de la
actividad económico-financiera de los partidos políticos, atribuyéndose
exclusivamente al Tribunal de Cuentas el control externo de la actividad económicofinanciera ordinaria de los partidos políticos.
El Tribunal de Cuentas aparece previsto en el artículo 136 de la Constitución
Española -y también en su artículo 153.d). Así el artículo 136 nos indica que:
“1. El Tribunal de Cuentas es el supremo órgano fiscalizador de las cuentas y
de la gestión económica del Estado, así como del sector público.
Dependerá directamente de las Cortes Generales y ejercerá sus funciones por
delegación de ellas en el examen y comprobación de la Cuenta General del
Estado.
2. Las Cuentas del Estado y del sector público estatal se rendirán al Tribunal de
Cuentas y serán censuradas por éste. El Tribunal de Cuentas, sin perjuicio de su
propia jurisdicción, remitirá a las Cortes Generales un informe anual en el que,
cuando proceda, comunicará las infracciones o responsabilidades en que, a su
juicio, se hubiere incurrido.
3. Los miembros del Tribunal de Cuentas gozarán de la misma independencia
e inamovilidad y estarán sometidos a las mismas incompatibilidades que los
Jueces.
4. Una ley orgánica regulará la composición, organización y funciones del
Tribunal de Cuentas”.
El art. 153 CE enumera los controles que se ejercen sobre la actividad de las
Comunidades Autónomas y, entre ellos, incluye el control económico y
presupuestario del Tribunal de Cuentas.
“El control de la actividad de los órganos de las Comunidades Autónomas se
ejercerá:
a) Por el Tribunal Constitucional, el relativo a la constitucionalidad de sus
disposiciones formativas con fuerza de ley.
b) Por el Gobierno, previo dictamen del Consejo de Estado, el del ejercicio de
funciones delegadas a que se refiere el apartado 2 del artículo 150.
c) Por la jurisdicción contencioso-administrativa, el de la administración
autónoma y sus normas reglamentarias.
d) Por el Tribunal de Cuentas, el económico y presupuestario.”
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Este artículo no hace sino reiterar, reforzándolos, los controles que ya
aparecen en otros preceptos del texto constitucional: así, el control por el Tribunal
Constitucional previsto en la letra a) aparece igualmente en el art. 161; el del
Gobierno de la letra b), en el 150.2, y el de la jurisdicción contencioso-administrativa
de la letra c) en los arts. 106 y 117.
Por ello, lo que el artículo 153.d) impone es la exigencia de un control
económico y presupuestario sobre la actividad de las Comunidades Autónomas para
evitar poderes exentos de control. Así, siempre que existan esos Órganos de Control
Externo, a ellos corresponde realizar el control de la actividad económico-financiera
y presupuestaria de su sector público, sin perjuicio de las competencias del Tribunal
de Cuentas derivada de su condición de órgano supremo fiscalizador y de la
necesidad de utilizar técnicas tendentes a reducir a la unidad la acción de unos y
otros, y a evitar duplicidades innecesarias o disfuncionalidades.
3.2. ORGANIZACIÓN DEL TRIBUNAL DE CUENTAS
El Tribunal de Cuentas se estructura, para la realización de toda su actividad,
según la Ley Orgánica, con desarrollo en la de Funcionamiento, en los siguientes
órganos:
a)
El Presidente
b)
El Pleno
c)
La Comisión de Gobierno
d)
La Sección de Fiscalización
e)
La Sección de Enjuiciamiento
f)
Los Consejeros de Cuentas
g)
La Fiscalía
h)
La Secretaría General
Además existen, órganos de apoyo del Tribunal y otros órganos que actúan en
el mismo: como el Interventor, el Gabinete Técnico y el Servicio Jurídico del Estado.
a) El Presidente.
Nombrado por el Rey de entre sus miembros, a propuesta del Pleno, por un
período de tres años. La elección se realiza por los Consejeros de Cuentas en
votación secreta.
Le sustituirán en sus funciones los Presidentes de la Sección de Fiscalización y
Enjuiciamiento, por este orden, y, en defecto de los mismos, el Consejero de más
edad, en los casos de vacante, ausencia, enfermedad o cualquier otro impedimento
legal.
Sus funciones son representar al Tribunal, convocar y presidir el Pleno y la
Comisión de Gobierno decidiendo con voto de calidad en caso de empate, fijando
los órdenes del día y disponiendo la ejecución de los acuerdos ejercer la jefatura
superior del personal y disponer los gastos y contrataciones. Además, ostenta la
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superior inspección de los servicios propios del Tribunal y ejerce la potestad
disciplinaria en casos de faltas graves, pudiendo delegar en el Secretario General el
ejercicio de las competencias que le corresponden en materia de personal y como
órgano de contratación, que no requieran previa autorización o conocimiento del
Pleno o de la Comisión de Gobierno.
b) Pleno
Integrado por los doce Consejeros de Cuentas, uno de los cuales es el
Presidente, y el Fiscal. Se reunirá una vez al mes necesitando la presencia de dos
tercios de sus integrantes para la válida constitución y sus acuerdos se adoptarán
por mayoría de los asistentes, salvo en los casos en que, específicamente, se exija
una mayoría cualificada en la Ley.
Le corresponde ejercer la función fiscalizadora, plantear los conflictos que
afecten a las competencias o atribuciones del Tribunal, conocer de los recursos
contra las resoluciones dictadas por otros órganos del Tribunal, y las demás
funciones que le encomiendan la Ley Orgánica y la de Funcionamiento.
c) Comisión de Gobierno
Constituida por el Presidente del Tribunal y los Consejeros de Cuentas
Presidentes de Sección, que son elegidos por un período de tres años y por el
mismo procedimiento de elección que el del Presidente, correspondiendo el
nombramiento al Pleno.
Sus funciones son: mantener relaciones permanentes con las Cortes
Generales a través de la Comisión Mixta, ejercer, en materia de personal y régimen
de trabajo, las facultades no reservadas específicamente al Pleno o al Presidente del
Tribunal, hacer uso de la potestad disciplinaria en casos de faltas muy graves,
distribuir los asuntos entre las Secciones, y las demás funciones que le atribuyen la
Ley Orgánica y la de Funcionamiento.
d) Sección de Fiscalización
Integrada por su Presidente y los Consejeros que tengan a su cargo los
Departamentos sectoriales y territoriales, le corresponde la verificación de la
contabilidad de las entidades del sector público y el examen y comprobación de las
cuentas que han de someterse a la fiscalización del Tribunal, así como examinar los
procedimientos fiscalizadores tramitados en los distintos Departamentos sectoriales
y territoriales en que la misma se estructura y proponer al Pleno las Memorias o
Informes, Mociones, Notas o medidas que corresponda elevar a las Cortes
Generales.
e) Sección de Enjuiciamiento
La integran su Presidente y los Consejeros de Cuentas a quienes, como
órganos de primera instancia o adscritos a la Sala o Salas del Tribunal, corresponde
conocer de los procedimientos jurisdiccionales.
Además de las funciones jurisdiccionales, le corresponde preparar la Memoria
de las actuaciones jurisdiccionales del Tribunal durante el ejercicio económico
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correspondiente y formular la oportuna propuesta al Pleno, someter al Pleno las
modificaciones que deban introducirse en la estructura de la Sección, así como la
creación de nuevas Salas cuando el número de los asuntos lo aconseje y sentar los
criterios con arreglo a los cuales deba efectuarse el reparto de asuntos entre las
Salas y entre los Consejeros de la Sección de Enjuiciamiento.
f) Consejeros de Cuentas
Designados por las Cortes Generales, seis por el Congreso de los
Diputados y seis por el Senado, mediante votación por mayoría de tres quintos de
cada una de las Cámaras, por un período de nueve años, entre Letrados y Auditores
del Tribunal de Cuentas, Censores Jurados de Cuentas, Magistrados y Fiscales,
Profesores de Universidad y funcionarios públicos pertenecientes a Cuerpos para
cuyo ingreso se exija titulación académica superior, Abogados, Economistas y
Profesores Mercantiles, todos ellos de reconocida competencia, con más de quince
años de ejercicio profesional.
Los Consejeros son independientes e inamovibles y están sujetos a las mismas
causas de incapacidad, incompatibilidad y prohibiciones establecidas para los
Magistrados y Jueces en la Ley Orgánica del Poder Judicial.
El Presidente y los Consejeros de Cuentas del Tribunal cesarán en sus cargos
por agotamiento de su mandato, renuncia aceptada por las Cortes Generales,
incapacidad o incompatibilidad. También sin han incurrido en responsabilidad
disciplinaria, producida por incumplimiento grave de los deberes del cargo o haber
sido declarados, en virtud de Sentencia firme, responsables civilmente por dolo o
condenados por delito doloso.
g) Fiscalía
Depende funcionalmente del Fiscal General del Estado y está integrada por el
Fiscal y los Abogados Fiscales. El Fiscal, perteneciente a la carrera Fiscal, es
nombrado por el Gobierno en la forma determinada en el Estatuto del Ministerio
Fiscal.
Sus principales funciones son consignar su dictamen escrito en las Cuentas
Generales y en las Memorias, Mociones y Notas del Tribunal, en orden a las
responsabilidades contables que de ellas puedan resultar, ser oída en los
procedimientos de fiscalización del Tribunal antes de su aprobación definitiva y
solicitar la práctica de las diligencias que estime convenientes en orden a la
depuración de las responsabilidades contables que de aquéllos puedan resultar,
tomar conocimiento de todos los procedimientos fiscalizadores y jurisdiccionales que
se sigan en el Tribunal a efectos de esclarecer las posibles responsabilidades
contables que de ellos pudiera derivarse, y ejercitar la acción de responsabilidad
contable y deducir las pretensiones de esta naturaleza.
h) Secretaría General
Elegido y removido libremente por el Pleno, a propuesta de la Comisión de
Gobierno. Realiza las funciones conducentes al adecuado ejercicio de las
competencias gubernativas del Presidente, del Pleno y de la Comisión de Gobierno
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en todo lo relativo al régimen interior del Tribunal de Cuentas y las de gestión,
tramitación, documentación y registro de los asuntos de los mismos.
i) Órganos de apoyo y otros órganos
La función interventora se ejerce por el Interventor del Tribunal, elegido y
removido libremente por el Pleno de este organismo, existe un Servicio Jurídico
del Estado en el Tribunal de Cuentas, y que como órgano de asesoramiento y
apoyo al servicio del Presidente y de los órganos colegiados del Tribunal y de los
Presidentes de las Secciones de que consta el mismo, habrá un Gabinete Técnico
bajo la dependencia orgánica del Presidente.
3.3. FUNCIONES.
El Tribunal de Cuentas tiene dos funciones principales; la primera, la
fiscalizadora se caracteriza por ser externa, permanente y consuntiva-, consiste en
comprobar si la actividad económico-financiera del sector público respeta los
principios de legalidad, eficiencia y economía en relación con la ejecución de los
presupuestos de ingresos y gastos y sus resultados se plasman en Informes,
Mociones o Notas, cuyo destinatario natural son las Cortes Generales través de la
Comisión Mixta para las Relaciones con el Tribunal de Cuentas (o en su ámbito, las
Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas); así, ejerce el control
externo en su ámbito como órgano técnico que es, y las Cortes -o, en su caso, los
Parlamentos autonómicos-, con apoyo en los resultados que dimanan de dicho
control fiscalizador, despliegan el control político o parlamentario.
Por su parte, la función jurisdiccional consiste en el enjuiciamiento de la
responsabilidad contable en que incurren quienes tengan a su cargo el manejo de
bienes, caudales o efectos públicos y tiene por objeto lograr la indemnidad de los
fondos públicos perjudicados, por malversación, por incorrecta, incompleta o nula
justificación, o por otras causas o conductas. Esta responsabilidad se depura y exige
por medio de tres procedimientos jurisdiccionales; el juicio de cuentas, el
procedimiento de reintegro por alcance y el expediente de cancelación de fianzas.
3.3.1 FUNCIÓN FISCALIZADORA.
El art. 136 de la Constitución Española configura al Tribunal de Cuentas
como Supremo órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del
Estado y del Sector público. Por su parte, el art. 2 de la Ley Orgánica del Tribunal de
Cuentas (LOTCu) señala como función propia del Tribunal de Cuentas la
fiscalización externa, permanente y consuntiva de la actividad económico-financiera
del Sector público. Su ejercicio corresponde al Pleno del Tribunal.
Dicha función se concreta en un conjunto de actuaciones, con el fin de
comprobar, según dispone el art. 9 de la LOTCu y el artículo 27.1 de la Ley de
Funcionamiento del Tribunal de Cuentas, el sometimiento de la actividad económico-
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financiera del Sector público a los principios de legalidad, eficiencia y economía, en
relación con la ejecución de los programas de ingresos y gastos públicos.
La función comprende el control de regularidad y el control operativo. El
primero de estos controles se refiere al control de legalidad, cuyo objeto es la
comprobación de que la gestión de las finanzas públicas se realiza según lo previsto
en las normas legalmente aplicables, y al control financiero, cuya finalidad es
constatar si los estados contables rendidos se adecúan a los principios y normas
contables de aplicación y permiten emitir una opinión fundada sobre su
representatividad de la situación patrimonial y financiera así como de los resultados
derivados de la actividad desarrollada por la entidad y en el ejercicio económico a
que hacen referencia.
Por su parte, el control operativo tiene como finalidad la evaluación total o
parcial de la gestión de la actividad económico-financiera de la entidad a fiscalizar,
atendiendo a la organización y procedimientos implantados y comprobando su
adecuación a los principios de economía, eficiencia y eficacia.
El ámbito sobre el que recae la función fiscalizadora del Tribunal de Cuentas,
viene determinado por el concepto de Sector público, el cual, a estos efectos, está
integrado por la Administración del Estado, las Comunidades Autónomas, las
Corporaciones Locales, las Entidades Gestoras y Servicios Comunes de la
Seguridad Social, los Organismos Autónomos, y las Sociedades estatales y demás
Entidades públicas, según el artículo 4 de la LOTCu. Además, le corresponde
fiscalizar las subvenciones, créditos, avales u otras ayudas del Sector público
percibidas por personas físicas o jurídicas.
El artículo 34 de la LFTCu, establece que todas las entidades integrantes del
Sector público están sometidas a la obligación de rendir, en tiempo y forma
adecuados, al Tribunal las cuentas legalmente establecidas de sus operaciones,
elaboradas con arreglo al régimen de contabilidad que sea de aplicación y sin
perjuicio de lo dispuesto en los artículo 27 y 29 de dicho texto legal, referidos a la
necesaria coordinación con los Órganos de Control Externo de las Comunidades
Autónomas.
Asimismo, en los artículos 39 y 40 de la citada LFTCu, tras indicar que están
sujetos a fiscalización por el Tribunal todos los contratos celebrados por las
entidades del Sector público, se establece la obligación de que éstas envíen
anualmente información sobre los contratos que hubiesen celebrado y que, según su
naturaleza y procedimiento de adjudicación hubiesen superado determinadas
cuantías.
El conjunto de trámites mediante los que el Tribunal de Cuentas ejerce la
función fiscalizadora son los procedimientos de fiscalización, recogidos en el
artículo 31 de la LFTCu:
-
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El examen y comprobación de la Cuenta General del Estado.
El examen y comprobación de las Cuentas Generales y parciales de todas
las entidades y organismos integrantes del Sector público y de las que deban
rendir los perceptores o beneficiarios de ayudas procedentes del mismo
sector, tales como subvenciones, créditos o avales.
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-
El examen de los expedientes referentes a los contratos celebrados por la
Administración del Estado y de las demás entidades del Sector público.
-
El examen de la situación y variaciones del patrimonio del Estado y demás
entidades del Sector público.
-
El examen de los expedientes sobre créditos extraordinarios y
suplementarios, así como sobre las incorporaciones, ampliaciones,
transferencias y demás modificaciones de los créditos presupuestarios
iniciales.
-
Y cualquier otro que resultase adecuado al cumplimiento de su función.
Según dispone el art. 10 de la LOTCu, el Tribunal de Cuentas, por delegación
de las Cortes Generales, procede al examen y comprobación de la Cuenta General
del Estado dentro del plazo de seis meses, a partir de la fecha en que se haya
rendido. El Pleno, oído el Fiscal, dicta la declaración definitiva que le merezca para
elevarla a las Cámaras con la oportuna propuesta, y da traslado de la misma al
Gobierno.
El Informe de fiscalización aprobado por el Pleno del Tribunal, una vez
analizado por la Comisión Mixta, según señala el art. 28.2 de la LFTCu, se publica
en el Boletín Oficial del Estado, juntamente con las Resoluciones que al respecto
hubiera podido aprobar dicha Comisión. Similar tramitación parlamentaria y
publicación en su respectivo Diario Oficial están legalmente previstas para los
Informes referidos a las Comunidades Autónomas o a Entidades que de ellas
dependan.
3.3.2 FUNCIÓN JURISDICCIONAL.
La función del enjuiciamiento contable es una actividad de naturaleza
jurisdiccional consistente en juzgar y ejecutar lo juzgado en materia contable. Se
sustenta en la aplicación de la norma jurídica al acto contable, emitiendo un juicio
sobre su adecuación a ella, declarando en consecuencia, si existe o no
responsabilidad del gestor de fondos públicos, absolviéndole o condenándole y en
esta última, ejecutando coactivamente su decisión.
El contenido de esta función se limita a los supuestos que originan la
responsabilidad contable, que se ejerce respecto de las cuentas que deben rendir
quienes recaudan, intervienen, administran, custodian, manejan o utilizan bienes,
caudales o efectos públicos.
Se caracteriza por ser necesaria, improrrogable, exclusiva y plena, y se
extiende, a los solos efectos del ejercicio de su función, al conocimiento y decisión
de las cuestiones prejudiciales e incidentales, salvo las de carácter penal, que
constituyan elemento previo necesario para la declaración de la responsabilidad
contable y estén relacionadas directamente con ella.
Es compatible, respecto de unos mismos hechos, con el ejercicio de la
potestad disciplinaria y con la actuación de la jurisdicción penal. No corresponde, en
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cambio, a la jurisdicción contable el enjuiciamiento de las cuestiones atribuidas al
Tribunal Constitucional o a los distintos órdenes de la jurisdicción ordinaria.
La responsabilidad contable deriva de las cuentas (entendidas en sentido
amplio) que deben rendir todos cuantos tengan a su cargo el manejo de los caudales
o efectos públicos, se deduzcan contra los mismos cuando, con dolo, culpa o
negligencia graves, originasen menoscabo en dichos caudales o efectos a
consecuencia de acciones u omisiones contrarias a las leyes reguladoras del
régimen presupuestario y de contabilidad que resulte aplicable a las entidades del
sector público o, en su caso, a las personas o entidades perceptoras de
subvenciones, créditos, avales u otras ayudas procedentes de dicho sector.
Las normas reguladoras de las clases de procedimientos jurisdiccionales se
contienen en la Ley de Funcionamiento, siendo supletorias las Leyes de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, de Enjuiciamiento Civil y Criminal (por este
orden de prelación). Los procedimientos contables son tres: el juicio de cuentas, el
procedimiento de reintegro por alcance y el expediente de cancelación de fianzas.
El supuesto más típico de responsabilidad contable es el alcance. Es el saldo
deudor injustificado de una cuenta o, en términos generales, la ausencia de
numerario o de justificación en las cuentas que deben rendir las personas que tienen
a su cargo el manejo de caudales o efectos públicos, ostenten o no la condición de
cuentadantes ante el Tribunal de Cuentas. Se considera malversación de caudales o
efectos públicos su sustracción, o el consentimiento para que ésta se verifique, o su
aplicación a usos propios o ajenos por parte de quien los tenga a su cargo.
El juicio de cuentas es un proceso contable en el que se enjuicia la comisión
de un ilícito contable distinto del alcance, es decir, cualquiera de las infracciones
contables a que se refiere la Ley General Presupuestaria. Se inicia una vez recibida
en la Sección de Enjuiciamiento la pieza separada o el expediente administrativo de
infracción contable, y turnado el procedimiento entre los Consejeros adscritos a la
misma o a la Sala de Justicia. La tramitación sigue los pasos del proceso
contencioso-administrativo ordinario. En síntesis, publicación de edictos,
emplazamiento del Ministerio Fiscal, Abogado del Estado, representante legal de la
entidad del sector público perjudicado y presuntos responsables, demanda,
contestación a la demanda y fase de alegaciones y concluye, en el caso de que no
resulte procedente el sobreseimiento, mediante sentencia dictada por el Consejero
de Cuentas de primera instancia.
La jurisdicción contable conoce también de los expedientes de cancelación
de fianzas, se trata de expedientes no contenciosos, en los que el Consejero de
Cuentas decide, después de oír al Ministerio Fiscal y al Abogado del Estado o del
ente del sector público a cuyo favor se hubiera constituido la garantía, y de solicitar
cuantos antecedentes se consideren pertinentes. Se pretende la cancelación de una
fianza mediante el oportuno pronunciamiento residenciado en sede jurisdiccional
contable.
Están legitimados activamente para actuar ante la jurisdicción contable quienes
tienen un interés directo en el asunto o son titulares de derechos subjetivos
relacionados con el caso y, en todo caso, la Administración o Entidad pública
perjudicada, que podrá ejercer toda clase de pretensiones ante el Tribunal sin
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necesidad en su caso, de declarar lesivos los actos que impugne, y el Ministerio
Fiscal. Las restantes Entidades del sector público estarán legitimadas para el
ejercicio de las pretensiones de responsabilidad contable que les competa.
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BIBLIOGRAFÍA Y LEGISLACIÓN.

Constitución Española de 1978.

Ley Orgánica 3/1981, de 6 de abril del Defensor del Pueblo, modificada por la
Ley Orgánica 2/1992, de 5 de marzo (BOE nº 109, de 7 de mayo de 1981 y nº
57, de 6 de marzo de 1992); y la Ley Orgánica 1/2009, de 3 de noviembre
(BOE núm. 266, de 4 de noviembre de 2009).
Reglamento de Organización y Funcionamiento del Defensor del Pueblo,
aprobado por las Mesas del Congreso y del Senado, a propuesta del
Defensor del Pueblo, en su reunión conjunta de 6 de abril de 1983.
Modificado por Resolución de las Mesas del Congreso de los Diputados y del
Senado e 21 de abril de 1992 (BOE nº 92, de 18 de abril de 1983 y nº 99, de
24 de abril de 1992).
Ley 36/1985, de 6 de noviembre, por la que se regulan las relaciones entre la
Institución del Defensor del Pueblo y las figuras similares en las distintas
comunidades autónomas (BOE, nº 271, de 12 de noviembre de 1985).



Ley Orgánica 2/1982, de 12 de mayo del Tribunal de Cuentas (BOE nº 125 de
21 de mayo de 1982).

Ley 7/1988, de 5 de abril, de Funcionamiento del Tribunal de Cuentas (BOE
nº84 de 7 de abril de 1988).

“Leyes Administrativas”. Luis Martín Rebollo. Ed.Aranzadi

“Derecho Administrativo II. Organizaciones y Empleo Público”. Ramón
Parada. Ed.Marcial Pons.
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