Homo-resistencias en México (1971-1988): estrategias para salir de los sótanos clandestinos de la vida social Este artículo se publicará en 2010/2011 en un libro sobre « Cultura y política en México, dos décadas de resistencia (1968-1988), UNAM (editores : Antoine Rodriguez, Ignacio Sosa y Kristine Vande Berghe) Antoine Rodriguez, Université Charles de Gaulle – Lille 3 Para Milagros Ezquerro, quien guió con paciencia mis pasos univeristarios Para empezar, una cita que ilustra y revela la situación de los homosexuales mexicanos, vista por un intelectual mexicano, en la década de los setenta: La homosexualidad, como cualquier otra conducta sexual, no tiene esencia sino historia. Y lo que se ve ahora de diferente en los homosexuales no es algo esencial de personas que eligen amar y coger con gente de su mismo sexo, sino propio de personas que escogen y/o son obligados a inventarse una vida … independiente, en la periferia o en los sótanos clandestinos de la vida social. José Joaquín Blanco, “Ojos que da pánico soñar” (1979) Esta cita, sacada del artículo “Ojos que da pánico soñar” que José Joaquín Blanco publicó en el diario Unomásuno, el 17 de marzo de 1979, da cuenta a la vez de un acercamiento no esencialista de la homosexualidad1, de la invisibilidad a la que parecían estar condenados los homosexuales mexicanos de los setenta dentro del sistema heteronormado y, la publicación del artículo lo induce, de un “loco afán” por salir de los sótanos clandestinos de la vida social. A principios de la década de los setenta, y en el marco de una globalización incipiente, la visibilidad militante homosexual que se estaba dando en Estados Unidos y en Europa aún no cuajaba en México, pero sí se percibía como una especie de laboratorio de experimentación. Los homosexuales mexicanos seguían viviendo clandestinamente la construcción de lo que podríamos llamar una comunidad imaginaria2. Existían lugares de sociabilidad homosexual (fiestas privadas, uno que otro bar, salas de cine, parques y esquinas de ligue) pero estaban impunemente expuestos a redadas, clausuras y detenciones policíacas. La gestación de una resistencia homosexual contra la hegemonía coercitiva de la norma heterosexual tradicional, y sobre todo contra la homofobia externa e interna, de índole religioso-médico-socio-política, empezó en 1971 con la creación discreta del Frente de Liberación Homosexual, encabezado por la actriz lesbiana Nancy Cárdenas. Su visibilidad 1 En ruptura con las teorías médicas y psiquiátricas de finales del siglo XIX. Siguiendo la definición que Benedict Anderson (2002: 19) da de la nación : “una comunidad política imaginaria e imaginada como intrínsecamente limitada y soberana. Es imaginaria porque incluso los miembros de las naciones más pequeñas no conocerán jamás la mayoría de los conciudadanos” (La traducción del francés es mía). 2 1 social, política y discursivamente organizada, se dio en 1978 -el 26 de julio precisamente3con la aparición, en una manifestación pública, del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR). A partir de ese momento empieza una resistencia política en México, abiertamente homosexual, con la creación de grupos y frentes como Lambda (mixto), Oikabeth (lesbianas), el mismo FHAR y otros. A partir de las concepciones de Michel Foucault sobre el poder 4, y a la luz de la definición de Adolfo Gilly misma que sirvió de base para la reflexión sobre el concepto de resistencia, me parece importante aclarar los contornos definitorios que me servirán de marco teórico para analizar las estrategias elaboradas por los homosexuales mexicanos en su resistencia contra lo que Pierre Bourdieu llama la violencia simbólica5 que ejerce la norma heterosexual dominante. La resistencia es un conjunto de estructuras o relaciones de fuerza activas y multiformes -en nuestro caso ideadas, elaboradas y organizadas por una minoría- que se da en el marco de las estructuras de poder y que, a su vez, son generadoras de poder o contra-poder. Es, como lo señala Adolfo Gilly, una “fricción constante, multiforme y cambiante” (Gilly, 2002: 20-21) que, la mayoría de las veces, abre paso a negociaciones con las instancias dominantes del poder. La resistencia de los diferentes grupos y asociaciones homosexuales se inserta en las estructuras del poder, en el marco legal de la constitución y del código penal que, cabe subrayarlo, no condena oficialmente las prácticas sexuales entre adultos del mismo sexo. Si al principio, la retórica política general de los grupos como el FHAR, Lambda y Oikabeth, acarrean la idea de una necesaria y radical revolución social, muy pronto las reivindicaciones adoptan las modalidades de una negociación para conquistar un lugar dentro del sistema socio-político dominante. La aparición del virus responsable del Sida, a principios de la década de los ochenta, le da un nuevo rumbo a la resistencia militante. Ésta abandona la idea de un cambio radical de la sociedad y se encamina hacia el reconocimiento de una comunidad/cultura gay elaborada dentro y fuera de los movimientos militantes. En el marco de este artículo me propongo examinar algunas estrategias de visibilidad de la(s) comunidad(es) homosexual(es)/gay6 en la Ciudad de México, a través de los 3 26 de julio : fecha doblemente conmemorativa de la Revolución Cubana y de los diez años del inicio de Movimiento Estudiantil de 1968. 4 «Por poder, me parece que hay que entender primero la multiplicidad de las relaciones de fuerza que son inmanentes al campo donde se ejercen, y son constitutivas de su organización; el juego que por vías de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran unas en otras, de manera a formar cadena o sistema, o, al contrario, los desfases, las contradicciones que aíslan unas de otras; la estrategias por fin en las que tienen efecto y cuyo propósito general o cristalización institucional se materializa en los aparatos de estado, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales (Foucault, 1976: 122). “El poder, no es una institución, no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se le da a una situación estratégica en una sociedad determinada.” (Foucault, 1976: 125). “Donde hay poder, hay resistencia, y por consiguiente ésta nunca está en posición de exterioridad frente al poder” (Foucault, 1976: 125). Las resistencias “son el otro término, en la relaciones de poder; se inscriben en él como la otra cara de la medalla” (Foucault, 1976: 127) (Las traducciones del francés son mías). 5 Para Bourdieu (1998: 41), la violencia simbólica remite al hecho de que los dominados aplican categorías construidas desde el punto de vista de los dominantes a las relaciones de dominación, haciéndolas pasar por naturales. La violencia simbólica se instituye mediante la adhesión que el dominado no puede dejar de concederle al dominante cuando sólo dispone para pensarlo o pensarse o para pensar su relación con él de instrumentos de conocimiento que tiene en común con él y que, al ser la forma incorporada en la relación de dominación, hacen pasar esta relación por natural. (La traducción del francés es mía). 6 Aunque «gay» y «homosexual» pueden considerarse como sinónimos, cabe precisar que «gay», de origen anglosajón es el término que van adoptando los homosexaules de clase media en México a finales de la década de los 70, considerando que no acarrea la carga negativa y patologizante del término «homosexual» (Laguarda, 2007: 27). Para algunos activistas gays, como Lizarraga Cruchaga (2003 : 169), « ser homosexual es preferir las relaciones sexo-afectivas con individuos del mismo sexo ; ser gay implica … el trabajo de construir 2 diferentes canales que la hicieron posible -los movimientos y manifestaciones de los grupos militantes, las actividades culturales, la literatura, sobre todo la narrativa y el cine- para ver a qué tipo de negociaciones y efectos dieron lugar. Movimientos de liberación homosexual : de la resistencia/oposición política a las estrategias de normalización Desde la década de los 90, son ya varios los estudiosos mexicanos y estadunidenses que han intentado hacer un balance de los logros y desaciertos de los movimientos de liberación homosexual en México (Lumbsden, 1991; Pineda Ruiz, 1992; Hernández Cabrera, 1993, 2005; Vera, 2001, Lizarraga Cruchaga, 2003; List Reyes, 2005; Peralta, 2006). Mucho se ha dicho también sobre las influencias extranjeras en cuanto a la construcción del discurso militante y las estrategias de visibilidad (List Reyes, 2005; Peralta, 2006; Laguarda, 2009; Domínguez-Ruvalcaba, 2009). Para el investigador Roberto González Villarreal (2002: 2627), el movimiento de liberación homosexual mexicano ha pasado por tres tipos de estrategias : primera estrategia : lo visible y lo enunciable; segunda estrategia : las identidades y tercera estrategia : normalización, que empieza a darse a finales de la década de la década de los 80. En la primera etapa, el “hacerse visible” fue primero una estrategia de resistencia contra los abusos, las extorsiones y violencias policíacas, motivadas por la visión estigmatizada que la sociedad en general tenía de los homosexuales. Inscrita en el marco legal de la Constitución y del Código Penal, la resistencia homosexual consistió, en un primer tiempo, en la producción de un discurso político subversivo inspirado en las teorías marxistas sobre las clases sociales y aplicado a cuestiones de sexualidad. Dicho discurso abarcaba no sólo las reivindicaciones de los homosexuales sino también las de los grupos sociales sobre los que se ejercía una violencia simbólica social, económica o de género. La liberación homosexual, en el discurso de los grupos militantes, se pensaba como una meta que sólo podría lograrse con un cambio radical de las estructuras socio-políticas : NOSOTROS, los homosexuales y lesbianas mexicanos conscientes de nuestra condición como grupo social oprimido por nuestra preferencia sexual, en el contexto de una sociedad sexista y clasista, previo análisis de la estrecha relación que guarda dicha opresión con el sistema político, económico y social que nos rige CONSIDERANDO que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos nos otorga el libre derecho de reunión, asociación, información y expresión; que en el país existe una amplia y comprobada discriminación social, económica, política y cultural contra nosotros los homosexuales y las lesbianas, sólo por el hecho de serlo; que dicha discriminación genera un estado permanente de represión, que va desde la marginación familiar, social y laboral hasta la detención arbitraria, la extorsión, el maltrato físico y moral e incluso asesinato; … que la ideología de los sexos es una arma poderosa de la clase dominante para perpetuar la opresión de las minorías homosexuales; que sólo el cambio radical de estructuras sociales, económicas y políticas permitirá a las masas explotadas y a las minorías oprimidas realizarnos íntegramente como seres humanos, hemos decidido agruparnos en torno a un FRENTE HOMOSEXUAL DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA PRINCIPIOS constantemente, a partir de la preferencia homosexual, una cultura, una forma de mirar, una perspectiva, un discurso plural de la diferencia». 3 1. La defensa de nuestros derechos democráticos y constitucionales, como ciudadanos mexicanos que somos. 2. La lucha contra la represión policíaca ejercida contra los homosexuales y lesbianas sólo por el hecho de serlo. 3. La defensa legal de compañeros homosexuales perseguidos y/o encarcelados a causa de sus preferencias sexuales, su apariencia física o su indumentaria o arreglo personal. 4. La amplia difusión de información objetiva, veraz y científica acerca de la homosexualidad, el lesbianismo y la sexualidad en general. 5. La lucha contra las campañas de denigración emprendidas en los medios de comunicación contra los homosexuales y las lesbianas y por la erradicación legal del lenguaje denigratorio, humillante, insultante y vejatorio utilizado contra los homosexuales y las lesbianas en la prensa, la radio, la televisión, etc. 6. La solidaridad y vinculación con grupos fraternos de homosexuales y lesbianas, a fin de emprender acciones conjuntas contra la represión, la desinformación, etc. 7. La solidaridad con las luchas de las feministas por la emancipación de la mujer del yugo sexista. 8. La solidaridad con las luchas de la clase trabajadora explotada y de los grupos y minorías oprimidas por razones de clase, sexo, raza, generación o nacionalidad. 9. La discusión y el esclarecimiento permanentes de la vinculación que existe entre la sexualidad y la lucha de clases. 10. La vinculación con aquellos grupos progresistas comprendidos con las luchas populares, que rehacen toda forma de discriminación. CONTRA EL SEXISMO, RESERVA DEL FASCISMO7 La vinculación de los movimientos de liberación homosexual (FHAR, Grupo Lambda de Liberación homosexual y el grupo autónomo de lesbianas Oikabeth) con partidos de izquierda (Partido Comunista y Partido Revolucionario de los Trabajadores8, entre otros) fue un acierto y un obstáculo. Un acierto porque permitió instaurar un debate, aunque limitado, acerca de la sexualidad en el seno de organizaciones “revolucionarias” no exentas de una fuerte carga homofóbica, y un obstáculo porque, como señala Hernández Cabrera, citando a Lumsden (1991), la ideología socialista que el movimiento quería imponer entraba en contradicción con las ideas de los jóvenes homosexuales de clase media (Hernández Cabrera, 2005: 292). El movimiento de liberación homosexual, a pesar de las tensiones ideológicas internas entre los grupos que lo componían, a pesar incluso de la homofobia imperante en las organizaciones de izquierda9, contribuyó, con la elaboración y difusión de un contra-discurso socio-político y la organización de manifestaciones públicas (la marcha del orgullo homosexual, por ejemplo), a una visibilidad asumida y sobre todo a una toma de palabra en primera persona contra la visión deformada y estigmatizadora de las instancias oficiales productoras de verdad (Iglesia, Educación, Prensa, Gobierno). Entre sus logros, Hernández Cabrera señala : “la crítica a la prensa de nota roja; el cuestionamiento de las explicaciones científicas sobre la homosexualidad; la solidaridad de diferentes sectores sociales y la expansión del movimiento a otras ciudades del país” (Hernández Cabrera, 2005: 292). Este 7 Nuestro Cuerpo, revista del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (1979 : 10). En 1979, el Partido Comunista Mexicano aportó una modificación a su declaración de principios y estipuló que nadie debería ser « sujeto de discriminación, marginación o subordinación por razones de raza, sexo, religión u opción sexual » (Peralta, 2006 : 189). En 1982, el Partido Revolucionario de los Trabajadores llevó a cabo una campaña a favor de los derechos de los gays y propuso dos candidatos homosexuales a diputados : Max Mejía y Claudia Hinojosa. (Peralta, 2006 : 191). 9 Señala List Reyes (2005 :228) que en la segunda marcha del orgullo homosexual (1980) participaron representantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores, del Partido Obrero Socialista, del Partido Comunista Mexicano y del Colectivo de Mujeres Gamo, y precisa que uno de los militantes del PRT « aclaró que si apoyaba este movimiento era por la represión de que eran objetos y no por su preferencia sexual.» 8 4 primer intento de salir de los sótanos clandestinos de la vida social fue la estrategia de una minoría politizada, y dentro de esta minoría de unos cuantos individuos de clase media universitaria, que no pudo atraerse la adhesión de una fuerte comunidad homosexual 10. La idea de una despolitización del movimiento empezaba a imponerse, a principios de la década de los 80, como condición para agrupar a un número más importante de homosexuales. La aparición del virus responsable del Sida obró como un acelerador de dicha despolitización. Una de las fechas que los críticos barajan como parteaguas en el movimiento de liberación homosexual es 1984 cuando, en el contexto de “una marcha fúnebre” se conmemoró a los muertos por Sida (Hernández Cabrera, 2005: 293) y cuando el Colectivo Sol, fundado por Juan Jacobo Hernández, fundador del desaparecido FHAR11, distribuyó una especie de testamento donde se anunciaba de forma paródica la “Eutanasia del movimiento lilo”. A partir de 1984, se consolida la segunda etapa del movimiento de liberación homosexual con una orientación hacia lo que el investigador Roberto González Villarreal (2001) llama “estrategia por la identidad”. La lucha contra el Sida y contra la fuerte carga homofóbica que éste acarreó al principio -algunos medios lo llamaron “cáncer rosa” (Hernández Cabrera, 2005 :293) y la iglesia lo calificó de castigo divino contra el “vicio”generó la aparición o consolidación de nuevos grupos de homosexuales (Cálamo, Grupo Guerrilla Gay, Mujeres Urgidas de un Lesbianismo Auténtico (MULA), Colectivo Sol) con acciones de resistencia más orientadas hacia la defensa de los derechos humanos de los homosexuales, la organización de talleres de información y de eventos culturales. Fue naciendo lo que podríamos llamar, conscientes de lo problemático del término, una cultura gay en México12. Esta nueva fase puede verse como un intento de negociación con las estructuras dominantes heteronormadas en la que se demuestra que los homosexuales, en tanto ciudadanos, han de gozar de los mismos derechos que cualquier ciudadano. Después de haber arremetido contra la “dictadura heterosexual” (Nuestro Cuerpo, 1979 : 2), de haber ideado un cambio radical de las estructuras sociales y de haber marcado y reivindicado el derecho a la diferencia, el movimiento homosexual se encamina hacia una fase de normalización o asimilación dentro de las estructuras dominantes. Lo que se negocia es la posibilidad de inscribir, dentro del sistema dominante heteronormado, la legitimación de una diversidad (homo)sexual, la protección contra la violencia policíaca a la que daba lugar la estigmatización del homosexual como ser inferior y abyecto y el derecho a unirse en parejas o vivir abiertamente relaciones libres como cualquier heterosexual. Actividades culturales de visibilidad dentro y fuera del movimiento de liberación homosexual Si las organizaciones homosexuales politizadas fueron las primeras en conquistar un espacio público, la visibilidad homosexual también pasó por otros canales paralelos, a veces conectados con los grupos militantes, en ámbitos culturales particulares así como en algunas zonas urbanas. Exposiciones, talleres artísticos y de información, espectáculos en determinados bares se multiplicaron a partir de 1978 y la Zona Rosa se convirtió en un espacio urbano privilegiado de abierta convivencia homosexual. A continuación se 10 En su tesis de Doctorado en antropología social, Rodrigo Laguarda, a partir de unos informantes de clase media que tenían unos 18 a 20 años en los 70, señala que la mayoría de la gente o no había oído hablar de los movimientos de liberación homosexual o creían que «eran puros rojillos» (Laguarda, 2007: 42). 11 El FHAR se disuelve en 1981 según el documento «Eutanasia del movimiento lilo», en Archivos CIDHOM, 2003. 12 La cultura gay en México no deja de ser compleja por su hibridez. Se nutre a la vez de la cultura gay estadunidense y europea (música, vestimenta, cine, literatura, etc.) así como de una producción cultural mexicana (cine, literatura, artes plásticas, etc.) 5 mencionarán algunas actividades y producciones culturales que contribuyeron a legitimar socialmente puntos de vistas y enfoques plurales sobre las relaciones entre individuos de mismo sexo : la Semana Cultural Lésbica-Gay, la producción novelesca y el cine. La Semana Cultural Lésbica-Gay, creada por José María Covarrubias y oficialmente inaugurada en 1987 en el Museo Universitario del Chopo, con apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México, tiene como antecedente, según el testimonio de Braulio Peralta (Peralta, 2006: 126-130) las sesiones privadas que el grupo SexPol empezó a organizar en 1975 en un departamento de la calle Ezequiel Montes donde se llevaban a cabo exposiciones, tertulias literarias y de concientización. A principios de la década de los 80, las actividades de la calle Ezequiel Montes se abren al público con la organización de una semana cultural cerca del metro Salto del Agua en la que participan artistas y dramaturgos como Antonio Alcaraz y Tito Vasconcelos (Peralta, 2006: 126-130). En 1987, el Círculo Cultural Gay, dirigido por José María Covarrubias, inaugura lo que hasta la fecha se llama la Semana Cultural Lésbica-Gay, evento cultural que reúne artes plásticas, conferencias, debates, danza, cine, música, literatura, teatro en torno a las cuestiones de diversidad sexual. Es un espacio abierto al que asisten gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y heterosexuales. La Semana Cultural Lésbica-Gay está pensada como “un punto de referencia para una nueva identidad lésbica-gay” (Covarrubias, 1997: 9) pero obra también como una estrategia de visibilidad socio-cultural y política a través de los debates sobre derechos humanos, discriminación o en torno al Sida, a los que asisten representantes de partidos políticos, sobre todo de izquierda, activistas e intelectuales reconocidos13. En el campo literario, la publicación, en 1979, de la exitosa novela El vampiro de la Colonia Roma de Luis Zapata, galardonada por el premio Grijalbo, funciona como parteaguas dentro de las políticas editorialistas. A un antes en que el tema homosexual era tabú y en que todo artículo sobre homosexualidad era censurado por los periódicos 14, sigue un periodo de liberación en el que van a multiplicarse los textos literarios con temática gay. Si existían antes de 1979 publicaciones literarias sobre el tema15, El vampiro de la Colonia Roma, que cuenta las andanzas de un prostituto homosexual en la Ciudad de México, es pionera en conseguir a la vez una legitimación de la temática gay en el campo literario mexicano y una propuesta literaria innovadora16. A raíz de esta publicación, las editoriales Cal y Arena, Era, Grijalbo, Premiá Editora, Océano, Editorial Oasis, Editorial Diana, Editorial Posada, entre otras, abren sus puertas a propuestas novelescas con temática homosexual. El hecho de que hubiera que esperar hasta 1979 para una apertura editorial, cuando en otros países occidentales ya existía 13 Entre ellos : Carlos Monsiváis, Carlos Bonfil, Olivier Debroise, Juan Carlos Bautista (Covarrubia, 1997 : 9) José Joaquín Blanco sólo consiguió publicar un artículo sobre homosexualidad en 1979 (« Ojos que dan pánico soñar»), unos meses antes de la publicación del Vampiro en el suplemento cultural del diario Unomásuno.. 15 Poemas de Salvador Novo y de Xavier Villaurutia ; la obra de teatro El tercer Fausto de Salvador Novo ; novelas de Carlo Coccioli (Fabrizio Lupo, 1953), de Miguel Barbachano Ponce (El diario de José Toledo, 1964), de Paolo Po (41 o el muchacho que soñaba en fantasmas, 1965), de Alberto X. Terruel (Los inestables, 1968), de José Ceballos Maldonado (Después de todo, 1969), de Raúl Rodríguez Cetina (El desconocido, 1977) por ejemplo. 16 Comenta el crítico y escritor José Joaquín Blanco : « La verdad es que la alegría y la jocundidad del Vampiro, la vitalidad y la frescura de su lenguaje, su liberado, alivianado modo de vivir sus propios días a su gusto y a sus anchas, lograron uno de los textos más modernos y felices de la literatura en castellano de esos años. … El Vampiro influyó en muchos autores, hombres y mujeres, de muy diversa temática. Muchos personajes de todo tipo de relatos empezaron a hablar y a vivir como el Vampiro otro tipo de aventuras. Tocará a sus autores reconocer el estímulo, como el propio Zapata ha reconocido en la Onda mexicana, en Puig y en ciertas vanguardias francesas y anglosajonas (pienso en Queneau, Isherwood, Williams, Capote, Baldwin) miradas familiares.… El Vampiro … no ha dejado de funcionar un solo día en estos 30 años: leído, releído, chismeado, recordado, discutido, exaltado, vituperado: es un logro cultural duro, evidente, irrebatible. Una verdadera aportación concreta, sólida, a la cultura y a la sociedad mexicanas contemporáneas. (Blanco, 2008) 14 6 desde los años 1940 una publicación constante de obras con dicha temática, señala la hegemonía del modelo socio-político heteronormado y el peso abrumante de los valores de la Iglesia y del machismo heredado del nacionalismo posrevolucionario. Entre las actividades culturales cabe señalar, para el periodo que abarca este artículo, la producción cinematográfica mexicana en la que se abordan los temas de la homosexualidad con enfoques diversos : el descubrimiento por un hombre casado de una orientación homoerótica en El cumpleaños del perro (1974) de Jaime Humberto Hermosillo, la violencia machista contra un travesti que desemboca en su asesinato en El lugar sin límites (1977) de Arturo Ripstein, el hermafrodismo en Las apariencias engañan (1978) de J. H. Hermosillo, el amor libre en El amor libre (1978) de J. H. Hermosillo, la bisexualidad de un hombre de clase media de Guadalajara en Doña Herlinda y su hijo (1986) de J. H. Hermosillo y las relaciones físicas entre hombres en El verano de la señora Forbes (1989) del mismo director. La producción cinematográfica mexicana con temática gay, fuera del la película El lugar sin límites, basada en la novela homónima del escritor chileno José Donoso, que gozó de cierto éxito, tuvo poca difusión. Doña Herlinda y su hijo de Jaime Humberto Hermosillo halló buena recepción en Estados Unidos, país donde se editó en versión DVD. Si las actividades, que de manera no exhaustiva he evocado, inscriben la liberación y visibilidad gay en un contexto socio-cultural mexicano, cabe recordar que los modelos adoptados por una mayoría de homosexuales mexicanos, particularmente aquellos de clase media, a finales de la década de los 70 y principios de los años 80, participan de la globalización –o norte-americanización- de la cultura gay (Domínguez-Ruvalcaba, 2009: 127). La apropiación, incluso, de una identidad gay en México tuvo mucho que ver con el movimiento gay estadunidense y sus comportamientos socio-culturales (Laguarda, 2007: 42). Homo-resistencias en México (1971-1988) : balance final Es innegable que la representatividad de la homosexualidad (o gaysidad), en el periodo 1971-1988 consiguió abrirse un camino socio-cultural y político, creando lo que podríamos llamar una cultura gay en México, si se entiende ésta como un campo de referentes identitarios “positivos” y específicos compartidos por una comunidad de individuos. La conjunción de varios factores hicieron posible su emergencia : una mayor apertura democrática en cuestiones de sexualidad después del trauma del 68 durante los sexenios de Lopez Portillo (1976-1982) y de La Madrid (1982-1988), la aparición de unos movimientos de liberación homosexual en Estados Unidos y en Europa y su consiguiente circulación de modelos teóricos y estrategias de acción en el marco de una globalización incipiente, el liderazgo de unos homosexuales universitarios que viajan por Europa y Estados Unidos, la vinculación de los grupos mexicanos con el movimiento feminista y con partidos y sindicatos de la izquierda. Pero, por muy paradójico que parezca, la visibilidad homosexual provocó un aumento de las acciones homofóbicas : insultos, violencias contra travestis, asesinatos de líderes de movimientos de lucha contra el sida, etc. La exposición de una sexualidad abiertamente homoerótica chocó con los principios conservadores y religiosos del machismo dominante. Aunque insuficientemente estructurado, a pesar de los conflictos ideológicos internos y de la incapacidad de asegurar una fuerte adhesión comunitaria, el movimiento de liberación homosexual sí construyó una resistencia contra la hegemonía heteronormada dominante y su impacto social, desde una perspectiva política, no fue, ni sigue siendo, negligente. El movimiento parece haberse dado cuenta, en la década de los 80, de que la resistencia homosexual tiene más posibilidades de llegar a su legitimidad negociando dentro del sistema del poder dominante que abogando por su destrucción. Primero porque sin un fuerte apoyo de las fuerzas políticas de oposición y sin un proyecto social de substitución no se puede hacer la 7 revolución. Segundo porque pedir los mismos derechos para todos los ciudadanos, cualquiera que sea su género u orientación sexual, es una estrategia para cuestionar la violencia sociopolítica que ejerce el sistema dominante contra las minorías sexuales e iniciar una posible reforma de las estructuras coercitivas. Ahora bien, las reivindicaciones homosexuales, al mismo tiempo que cuestionaron la validez del sistema dominante, intentando conseguir un espacio de libertad, fueron reforzando, sin un planteamiento epistemológico, la distinción binaria heterosexual/homosexual con la cual se encasillaba, y se sigue encasillando, a los individuos. Quizás pueda considerarse como una distinción transitoria válida para negociar con un sistema heteronormado dominante que así pensaba (piensa) las prácticas sexuales, no sólo en México sino en el resto de los países occidentales. Aunque años después de su publicación, José Joaquín Blanco juzgue que su artículo “Ojos que da pánico soñar” (1979) es “tan anticuado como el Códice Mendozino” (Blanco, 2005: 87), las conclusiones a las que llega -la desaparición de las etiquetas homosexual/heterosexual vista como una liberación sexual totaleran, avant la lettre y de manera visionaria, una propuesta y una reivindicación que ahora barajan los teóricos queers : Una nueva minoría de amantes radicales, ya muy visible entre jóvenes todavía “homosexuales” y “heterosexuales” (pero ya muy semejante en muchas actitudes ante la vida, muy solidarios recíprocamente), será más valiente y dichosa, más revolucionaria, de lo que ahora somos los homosexuales de la intolerancia. Nuestra disidencia acaso sea sólo un precursor de esa nueva minoría, en la que deberíamos apresurarnos a participar. Homosexualidades, heterosexualidades y otros membretes desaparecerán entonces. Recobraremos el sexo polimorfo, sin trabas ni mistificaciones: el fuego sagrado de Prometeo, la fuerza que permitirá -acaso- la realización de la utopía; y por lo pronto, la fuerza formidable que nos dará una vida cotidiana capaz de alegría, generosidad y talentosa creación de nuestras propias horas. Nuestros propios, personales, importantísimos minutos. (Blanco, 1979 : 190) 8 Bibliografía Anderson, Benedict, 2002, [1983], L’imaginaire national, Réflexions sur l’origine et l’essor du nationalisme, Paris : La Découverte. Blanco, José Joaquín, 1979, « Ojos que da pánico soñar », en Blanco, José Joaquín, 1990, Función de medianoche, México : Ediciones Era (primera edición : 1981), pp. 183190. Blanco, José Joaquín, 1990, [1981] Función de medianoche, México : Ediciones Era. Blanco, José Joaquín, 2005, Postales trucadas, México : Cal y Arena. 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