CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 LA REFORMA DEL SISTEMA PREVISIONAL ARGENTINO, 2003-2013: recursos, argumentos, y derechos en disputa Claudia Danani *1 RESUMEN El trabajo presenta una caracterización de la situación del sistema previsional argentino a fines del año 2012, haciendo eje en dos condiciones co-constitutivas del mismo, en tanto parte del sistema de protección social en ese país: en su capacidad de brindar protección a la población adulta mayor y en las formas en que este sistema es materia y resultado de procesos de construcción de legitimidad y des-legitimidad por parte de variados sectores y en diferentes contextos de interacción sociopolítica. Respecto de la primera condición, se hace hincapié en los aspectos organizacionales/institucionales y protectorios), mientras que en lo que hace a la segunda, se reconstruyen y analizan los procesos de disputa sociopolítica que dan forma al sentido –y a la materialidad- de la intervención estatal. La presentación contiene resultados de una investigación en la que se vienen analizándose las transformaciones del sistema de seguridad social en la década 2002-2012, y en la que se ha trabajado –y se continúa trabajando- con fuentes secundarias y primarias, en una perspectiva que pretende reintroducir comprensivamente las prácticas de los sujetos y actores colectivos en la reconstrucción de los procesos sociales, políticos e institucionales más amplios. Política Social – Protección social – Sistema Previsional – Legitimidad – Debate políticocultural ABSTRACT The paper provides the characteristics of Argentinean retirement system around the end of 2012. It emphasizes on two crucial features that constitute the system: the capacity of giving social protection and the meanings and contents that are produced in the context of processes of legitimation (and de-legitimation) of plicies. For the first point, organizational, institutional and social protecting features are described; for the second aspect we analyse social, political and cultural debates. We assert that these debates give shape and meaning to state intervention. 1 * Claudia Danani, Investigadora y Profesora Titular Regular de la Universidad Nacional de General Sarmiento y de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Se especializa en temas de Política Social y Seguridad Social, Sindicalismo y Economía Social, temas en los cuales cuenta con diversas publicaciones en Argentina y países latinoamericanos. Contacto: [email protected], [email protected] 1 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 This paper comes from a research about the Argentinean social security system. Our objective is developed an approach that deals with the interaction –and trys to understand- between human practices, institutional rules and mechanisms and and macrosocial and political processes. Social Policy – Social Protection – Retirement System – Legitimacy – Political and cultural debates 2 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 Introducción Sea en intercambios cotidianos o en debates más o menos especializados, al observar la política social nos asomamos al modo en el que una sociedad concibe el ´trabajo´ y las ´necesidades sociales´ en un cierto ciclo histórico, así como detectamos el carácter público o privado que haya asignado a ambos. Más aún: una definición conceptual y política (lo que puede entenderse como ´un proyecto social y politico´) de la relación entre esas tres cuestiones hace al corazón de la política social; es así como sus formas de organización y funcionamiento dibujan los contornos y las normas que establecen y regulan la vida de las personas y la de la sociedad a la que pertenecen. Y es también así que la política social asigna legitimidad o ilegitimidad a tales modos de vivir. Por todo eso, las políticas sociales son parte de la elaboración de juicios y de ´haceres´ sobre aquellas vidas humanas, que gozarán del reconocimiento y aceptación colectivos, o que serán destinatarias de rechazo y sanción. Mirados en sentido amplio, entonces, los sistemas de protección social en general, medio y resultado al mismo tiempo de conjuntos de políticas –entre las que se encuentran las políticas sociales-, son un eje de construcción político-social y cultural y una arena de sociabilidad fundamental en la ´hechura´ de las condiciones sociales de vida (Grassi,2008; Danani, 2009). La Seguridad Social tiene un lugar propio en esa trama. Como otras políticas, expresa, al mismo tiempo y contradictoriamente, necesidades cotidianas e inmediatas de las personas y requerimientos sistémicos (Pautassi, 2003). Si retomamos el triángulo trabajo-necesidades-público/privado que planteamos al inicio del trabajo, encontramos que como sector de políticas ha transitado por épocas en las que sus instituciones concretaron la expansión de la responsabilidad colectiva por la vida y el bienestar (reconociendo las necesidades y el trabajo como cuestión pública, compartida); y también por otras durante las cuales, por el contrario, ese compromiso se individualizó, fue particularizado y depositado sobre las espaldas y la moral de las personas (de Swaan, 1997; Castel, 2004; Topalov, 2004). En estos últimos momentos, la vida y el bienestar son concebidos como resultado del esfuerzo, el talento o la dicha (o desdicha) personales, sin vinculación con las formas inmediatamente materiales y simbólicas de organización social espaldas y la moral de las personas (de Swaan, 1997; Donzelot, 2007; Danani, 2009). Ese “lugar propio” de la Seguridad Social se debe a rasgos que la diferencian de otros 3 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 sectores de políticas e instituciones: en general, es el más formal y vigorosamente institucionalizado de los muchos modos posibles de organizar la protección (como sea que se la conciba y defina); ha nacido y se vincula con los derechos laborales, distinguiendo con bastante especificidad los riesgos cubiertos (Pautassi, 2003; Donzelot, 2007) y en general ha apelado a esquemas contributivos, lo que -aún con las contramarchas y contradicciones acumuladas a lo largo de un siglo- le da una capacidad de exigibilidad de la que otros sistemas no gozan 2 . Así, su arquitectura y funcionamiento definen tanto las modalidades como la distribución del bienestar al que esa población accede. Debilidades y fortalezas, virtudes y defectos se anudan en esos rasgos. En lo que sigue discutimos algunas características del proceso que entre 2002 y 2012 atravesó el componente previsional de la seguridad social en Argentina, así como sus efectos en las condiciones de vida de los adultos mayores y en la “calidad de la vida social” que ha involucrado. La elección de este componente obedece al lugar de primer orden que le atribuimos en las condiciones de vida de ese grupo de población y en la vida social; si lo primero es (casi) auto-evidente, respecto de lo segundo afirmamos que en los últimos treinta años los procesos político-institucionales experimentados por el sistema previsional han sido vehículo de transformaciones institucionales y de debates políticos y sociales sin igual. También creemos, tal como dijimos en otro lugar, que los sistemas de protección de los adultos mayores están entre aquellos que con más intensidad someten a examen la decisión y capacidad de protección de las sociedades. En ese sentido, sostenemos que “al poner a prueba esa capacidad de protección, se prueban a sí mismas como sociedades genuinamente modernas” (Danani y Hintze 2013: 46). Hasta aquí hemos planteado nuestros puntos de partida conceptuales; corresponde ahora explicitar las preocupaciones de orden histórico que animan la elaboración del trabajo, pues ellas completan una mínima contextualización del mismo. Entendemos que durante los últimos treinta años del siglo XX la experiencia de la Argentina (y de toda 2 La exigibilidad es un atributo fundamental para la constitución de derechos; de hecho, alrededor de esa cuestión se ha desarrollado el proceso de “judicialización de derechos sociales”, en el marco del cual vienen desarrollándose debates que están haciendo época, y que tienen importante incidencia en la generación de políticas y en la reorientación de instituciones (al respecto ver, entre otros: Abramovich y Pautassi, 2008; Pautassi, 2010). 4 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 América Latina en general) conformó un gran ciclo de ´de-publificación de la vida y el bienestar´; o, dicho de otro modo, un ciclo de privatización de la vida, que no se agotó en la mercantilización del trabajo y de la protección social en clave institucional sino que significó la subordinación de ambos (de la vida y el bienestar) a las condiciones de desempeño del trabajo en el mercado respectivo y una pérdida del sentido de derechos sociales. Ese proceso: a) llevó a una abrumadora disminución cuantitativa y cualitativa de la satisfacción de necesidades, porque fue menor su alcance, porque la i-regularidad fue la regla y porque fueron desterradas las certidumbres (aun cuando no fueran absolutas) alcanzadas en el ciclo del Estado de Bienestar; b) implicó también que el trabajo deviniera pura obligación y que perdiera su condición de fuente de derechos; y c) dio forma a una concepción de los sujetos y de las relaciones sociales según la cual la resolución de las necesidades fuera identificada con la capacidad y destreza individuales, mientras la noción de derechos se asoció con el esfuerzo y los méritos igualmente individuales3. Ahora, bien, también sostenemos que a partir de 2002-2003 se inició en la Argentina un proceso de contra-reforma de distintos sectores de políticas sociales, entre los cuales el sistema previsional fue y es uno de los más representativos y expuestos a discusión. Igual que lo dijimos al aludir a las políticas del “ajuste estructural”, el alcance de este proceso de reversión excede en mucho a lo acontecido con los dispositivos inmediatamente institucionales (normativos, procedimentales, etc., incluso van más allá del plano distributivo. Por esa razón, creemos que estamos frente a procesos que requieren ser examinados en su capacidad de proveer a una vida social más rica, y es a ello a lo que aspiramos al introducirnos en los debates y en algunos de los significados producidos en el curso de estas políticas. Con todo ello puede verse que explícitamente polemizamos con la concepción (exitosamente disputada por el neoliberalismo) según la cual protección y seguridad resultan colectivamente indeseables e individualmente vergonzantes (en un caso, por ineficiencia; en el otro, por expresar la incapacidad personal para valerse “por sí mismo”). Por el contrario, postulamos que las sociedades capitalistas –cuyo 3 A nuestro juicio, y con las particularidades también históricas de los procesos correspondientes, estos grandes títulos sirven al menos como introducción para aproximarse al proceso socioeconómico y político-cultural del presente europeo. 5 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 funcionamiento “normal” permanentemente amenaza la vida humana, y no supuestas anomalías, disfuncionalidades o fricciones más o menos ocasionales- han de ser interpeladas también permanentemente por exigencias de protección y seguridad. Como dijimos en otro lugar, “no hay otro modo, ni razón, por la que pueda pensarse que vale la pena vivir en ellas” (Danani y Hintze, 2013: 46). El sistema previsional entre 2002 y 2012: institucionalidad y protección de los adultos mayores Aquella concepción de-socializante de las condiciones de vida había tenido en la Argentina un escenario nodal en la reforma del sistema previsional puesta en marcha en 1994, que puso casi íntegramente en acto todas las recomendaciones y rasgos que caracterizaron al ciclo de reformas neoliberal: se redujo la cobertura horizontal (en 2003 la población protegida había caído al 63 % de quienes tenían la edad de jubilarse); las garantías de protección perdieron su condición de tales, por el aumento de las exigencias (como la de la edad de retiro) y la fijación de mínimos que de hecho y de derecho constituyeron una retracción de la que no había antecedentes y que pusieron a la defensiva los derechos y beneficios en juego; y, finalmente, se introdujeron francos mecanismos de mercado, particularmente de “mercados de seguros” y de individualización de los riesgos y auto-protección individual, destacándose en ello la creación de un sistema de capitalización individual gestionado por administradoras privadas especialmente creadas al efecto; sistema que, pese a su apariencia de optativo, fue abiertamente favorecido en su capacidad de absorber a los nuevos trabajadores que se incorporaban al mercado de trabajo, así como de atraer a los ´viejos´ trabajadores, a fin de que realizaran esa opción. Como puede verse, dos claves históricas de los sistemas de seguridad social, como lo son la redistribución progresiva y la solidaridad, fueron víctimas de lo que ciertos autores han denominado “transformación regresiva” (Goldberg y Lo Vuolo, 2006; Fleury, 2013). Ni por su intensidad ni por su extensión hay en la historia argentina precedentes que permitan comparar la crisis sociopolítica y económica experimentada entre los años 2001-2002. En la disputa alrededor de las formas de superación de la misma, el primer gobierno electo emprendió una política que en distintos planos se plantó en oposición a 6 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 aspectos importantes de las políticas de la década anterior. Es ese posicionamiento y reorientación de las políticas lo que nos lleva a hablar de ´contra-reforma´ para aludir a un proceso de producción de políticas estatales que alcanzó a las dos dimensiones de estas: la que podemos denominar ´inmediatamente material´ (las acciones y omisiones directamente observables, en la clásica formulación de Oszlak y O´Donnell 1976) y la que a ellas corresponde en términos de producción de sentido y de construcción de relaciones de todo tipo (de justicia, oportunidad, merecimiento, etc.). A partir de ello, incluimos en esta categoría a aquellas políticas que comparten dos elementos: respecto de la primera dimensión, participan de un proceso en el curso del cual primero se detuvo, y luego de diversos modos y con distintos alcances se invirtió, relativamente, la dirección que las políticas de ese mismo sector habían presentado en los años 90; y en lo que hace a la segunda dimensión, se trata de políticas que comparten sus fundamentos generales en la dirección de que, “atribuyendo contenidos negativos a las políticas del ciclo previo, fundan y disputan su legitimidad en la operación misma de la diferenciación y confrontación con aquel período” (Danani 2012: 62). A fin de avanzar en el análisis que nos proponemos, cabe subrayar que nuestra utilización del concepto de contra-reforma obliga a considerar ambas dimensiones, pues no se trata de un caso de sola corrección o re-diseño de políticas (como sería un cambio ´material´ de la intervención sin que se revisaran sus fundamentos) ni tampoco de un proceso de discusión especulativa que dejara sin tocar la acción que entraña la política. Por el contrario, estamos frente a un manifiesto cambio de orientación de las mismas, que incluye la explicitación de intereses que confrontan con otros intereses por su realización y legitimidad; dicho de otro modo: estamos frente a un proceso en el que están construyéndose –o pretendiendo construirse- criterios y principios de una legitimidad diferente. En consecuencia, es el conjunto lo que conforma una disputa en el plano del ´hacer y del pensar políticas´. En el caso del sistema previsional, esa transformación ocurrió a través de una serie de medidas de distinta naturaleza que indefectiblemente ampliaron la capacidad de protección, aun cuando lo hicieron de modos poco sistemáticos, y en muchas ocasiones como resultado de correcciones y superposición de medidas. En efecto, puede decirse que lo único verdaderamente sistemático fue la expansión de la protección, aunque las trayectorias y modalidades variaron de manera notable. 7 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 Hablamos de un proceso cuyas primeras medidas adoptadas fueron una serie de aumentos directos de los montos jubilatorios, decididos por decretos del Poder Ejecutivo, procedimiento que en realidad se había iniciado en 2002, en plena crisis, y que fue continuado e intensificado desde 2003 por el gobierno electo en ese año, con el que se inició la secuencia de gobiernos kirchneristas 4. El recurso a los aumentos por decreto se extendió hasta la segunda mitad del año 2008, cuando se sancionó la Ley de Movilidad de los Haberes. A nuestro juicio, este haya sido probablemente el instrumento que mayor contribución haya realizado a la consolidación de la protección previsional, dado que, aún con límites, por primera vez introdujo elementos de control público al respecto 5. También desde 2004 se desarrollaron medidas que, aunque fragmentarias y no estructurales, ampliaron la cobertura horizontal en una escala tal, que su consideración resulta medular si se pretende apreciar el curso del proceso protectorio de estos años; tales fueron los casos de la Jubilación del Ama de Casa y del Servicio Doméstico, y de una masiva moratoria de las deudas previsionales, de muy favorables condiciones. Estas políticas, al combinarse con un 270 % de suba del número de Pensiones No Contributivas (que de 344.630 en 2003, pasaron a un total de 1.276.949 en 2012), llevaron la tasa de cobertura a una de las más altas de la región (entre el 87 y el 90 % de los mayores de 65 años). Finalmente, en 2008 se re-estatizaron los fondos administrados por las AFJP y fue eliminado el régimen de capitalización, que fue reemplazado por un único régimen de reparto de administración estatal. En términos institucionales y sociopolíticos, ello representó la más radical medida en la línea de lo que hemos venido denominando ´contra-reforma´; en cambio, no implicó transformación alguna en lo que hace a la protección en sí misma, pues no se realizaron reformas paramétricas, por lo que no se introdujeron modificaciones en lo que hace al 4 La crisis mencionada en un párrafo anterior, que tuvo su pico entre 2001 y 2002, dio lugar a un período de transición que culminó con una elección presidencial adelantada en 2003, en la que por el período 2003-2007 resultó triunfador Néstor Kirchner, representante del Partido Peronista. En 2007 se realizó un nuevo proceso eleccionario en el que resultó electa Cristina Fernández, que participa de la misma corriente y es la esposa del anterior. Su período presidencial culminó en 2011 y fue renovado por un nuevo período presidencial, cuyo ejercicio llegará hasta 2015. 5 La ley de Movilidad Jubilatoria (N° 26.417), de septiembre de 2008, estableció una actualización periódica de haberes dos veces al año. Para ello, aprobó un mecanismo que avanzó en la previsibilidad de la actualización de los beneficios: la novedad de la ley radica en que al calcularse el haber inicial se introduce un factor de actualización que toma en cuenta el salario real de los últimos diez años (y no el nominal como ocurría hasta ese entonces), y cuya fijación, se supone, es objeto de control público. Aunque esto último es un punto controvertido, tal como decimos en el texto creemos que la ley avanzó en la institucionalización de la protección y en las garantías con las que los titulares cuentan (Danani y Beccaria 2011). 8 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 acceso a la protección. Más adelante volveremos a este contrapunto. Al mirarlo en el conjunto, se ve que estas iniciativas son compatibles con importantes mejoras en el mercado de trabajo, tanto por el aumento del empleo como de su calidad; basta decir que entre el segundo trimestre de 2003 y el primero de 2007 se registró un aumento del 35 % del empleo asalariado urbano, del cual 24 puntos correspondieron a trabajadores protegidos y 10 puntos, a trabajadores desprotegidos; ello es el simétrico inverso de lo acontecido en la década anterior: entre 1991 y 2001 (sendas ondas octubre de la Encuesta Permanente de Hogares) el empleo asalariado urbano había crecido 7,5 %, en virtud de la combinación de un aumento del 10,8 % de asalariados desprotegidos y una caída de 3,3 % del empleo registrado (tomado de Lindenboim, 2008, pp. 49 y 54. Ver también Lindenboim, 2007; Beccaria y Maurizio, 2013). Esta nueva situación implicó entonces una mejora sustantiva en el bienestar también de los adultos jóvenes (en edad activa), no solamente en lo inmediato por la recomposición de los ingresos de los hogares sino por su efecto positivo justamente en las proyecciones de la protección, pues la regularización de las contrataciones laborales “normalizó” –vía contribución- su posición futura frente al sistema previsional. Profundizamos en las implicancias que en lo directamente protectorio ha tenido este proceso. Como puede verse en el Gráfico N° 1, a fines de 2012 (último dato disponible) recibían beneficios del sistema previsional entre el 84 y el 90 % de los adultos mayores, según se considere la edad inicial, fijada en 60 años, o 65 y más años, respectivamente; rango que, como ya afirmamos, está entre los más altos de la región. 9 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 Gráfico 1 Evolución de la cobertura previsional, 2003-2012. Argentina, todos los aglomerados Fuente: Elaboración propia sobre datos de EPH-INDEC En el gráfico puede verse lo señalado previamente, en cuanto a la importancia del aumento de la cobertura entre 2006 y 2008, casi enteramente atribuible a la moratoria previsional. También puede verse que desde entonces y hasta 2011, aunque lentamente, se acumularon cuatro puntos más, llegando a 91 % de cobertura entre mayores de 65 años. Dos elementos del análisis muestran un perfil progresivo de esa expansión de la cobertura: el primero es que ha sido una expansión ´pro-mujer´, ya que el aumento de la cobertura total se explica casi totalmente por el aumento de la cobertura femenina; ello obedece al hecho de que entre el 73 y 80 % de los beneficios de la moratoria correspondieron a mujeres adultas mayores. Esto implica una mejora de la capacidad de protección de este grupo de la población por parte del sistema de seguridad social tanto en términos absolutos (casi se duplicó la cobertura previa a la moratoria) como relativos, pues debe señalarse que está también muy por encima de la participación femenina en el sistema de seguridad social en otros momentos del ciclo de vida. En síntesis: el sistema de seguridad social en su conjunto ha encontrado el modo de mejorar la protección de las mujeres adultas mayores, más que lo que lo ha logrado para mujeres que se encuentran en edades activas. La segunda observación refiere a la estructura social en términos más generales: el crecimiento del número de perceptores se acentuó en los hogares del primer y segundo quintiles (de 9 a 15 % en el primero y de 14 a 25 % en el segundo entre 2003 y 2011); 10 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 creció 4 % en el tercero (de 23 % a 27 %) y disminuyó levemente en el cuarto y quinto. Es cierto que, por tratarse de porcentajes en el interior de cada quintil, una parte de la mejora relativa expresa la desigualdad inicial, por lo que toda comparación debe evitar que se soslaye lo que podríamos denominar una ´expansión fácil de la cobertura´, atribuible más a las deficiencias anteriores, que a las virtudes presentes. Pero, aún con estas reservas, es alentador que la mejora de los hogares de los quintiles inferiores se haya acentuado en el curso del proceso en sí. Quedan por ser analizadas, sin embargo, las razones del diferencial de expansión entre el segundo y el primer quintil (¿razones de demografía o de instrumentos de políticas, que indican sectores de ´expansión difícil´?). Pronunciarse sobre la capacidad que los ingresos previsionales tienen de satisfacer las necesidades de la vida y, por lo tanto, sobre sus implicancias en términos de bienestar para las personas, es bastante más arduo que lo que hemos presentado hasta aquí. Eso sucede porque, además de agudizar la desconfianza social que siempre se cierne sobre las estadísticas, la intervención del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, llevada adelante a principios de 2007, impide dar respuestas certeras. Sí puede afirmarse que la política de priorización del haber mínimo fue explícita, en el sentido de que éste siempre estuvo por encima del aumento otorgado y también por sobre los aumentos del salario mínimo de los activos 6. La contracara de ello es que es igualmente clara la postergación de los haberes superiores, que por efecto de la inflación afectó diferencialmente a los que al inicio del ciclo pudieran ser considerados de rango medio (y que por lo tanto sufrieron una pérdida objetiva). Cabe decir que desde 2009, y por la vigencia de la ley de movilidad, esa situación se detuvo y todos los haberes tuvieron movimientos similares (salvo la leve ventaja que subsistió en el cálculo del mínimo, que siguió recibiendo ajustes adicionales). No obstante, la pérdida anterior no fue recuperada. Esta circunstancia se encuentra en la base de lo que denominamos proceso de ´judicialización del sistema previsional´, vale decir, del aumento de presentaciones judiciales alrededor de los haberes previsionales; y es, también, uno de los que mayor controversia social y política generan. El primero de los procesos se materializa en 6 Al respecto, ver el análisis que Beccaria y Maurizio realizan dela política salarial del período, y especialmente el referido al salario mínimo. 11 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 reclamos individuales por actualización de haberes acordes con los que las personas han percibido durante la vida económicamente activa; las críticas que mencionamos en el segundo caso tienen como blanco lo que se llama ´achatamiento de la pirámide previsional´. Creemos que cada circunstancia se ubica en espacios sociales diferentes y exige razonamientos diversos. Digamos ahora que, en clave de bienestar y de capacidad de protección de las personas, el achatamiento –correcta descripción para un sistema cuya estructura de beneficios disminuyó la distancia entre haberes máximos y mínimos- se da en el marco de una elevación del piso de beneficios que continúa siendo importante; en efecto, y pese a las restricciones de información a las que aludimos, el haber mínimo se encontraba en 2011, en términos reales, en torno de un 80 % por encima del vigente a lo largo de todo el período de la Convertibilidad. No sucede lo mismo con el haber medio, cuyo incremento real era, para entonces, cercano a cero (0,2 %). Sin embargo, en este caso intervienen dos cuestiones que creemos necesario atender, una de orden conceptual y otra de orden empírico. La cuestión conceptual es que la noción de ´haber medio´ es una medida importantísima a la hora de analizar políticas (mucho más, si se trata de políticas de ingresos), pero que es de orden puramente estadístico, en el sentido de que no expresa el ingreso de algún segmento específico de la población comprendida en la política (esto, a diferencia del haber mínimo, que sí es una suma que tiene ´realidad institucional´, mandatoria, en el sentido de que impone un umbral de cuya disminución están efectivamente protegidos todos los beneficiarios del sistema). La segunda observación es empírica: en este caso, el estancamiento del haber medio es el resultado de una participación proporcionalmente muy superior de beneficios fijados en ese nivel, lo que proviene del hecho de que la mayoría de los beneficios tramitados en ocasión de la moratoria (2.600.000 en total) se ubicaron en ese rango. En consecuencia, podemos señalar que en efecto hay ´achatamiento de la pirámide´, por lo cual el haber medio está apenas por encima del haber mínimo, pero este a su vez está en torno de un 80 % por encima, en términos reales, de lo que lo estuvo en la década del ´90; dicho de otro modo, se trata de un achatamiento que arranca de un piso superior. 12 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 El sistema previsional entre 2002-2012 (y después…): debates por la fundación y el desmantelamiento de derechos en perspectiva histórica Como dijimos al fundamentar el análisis del sistema previsional, se trata del sector de políticas que, en el plano de la protección, genera más controversias, observación principal en tanto a nuestro juicio la protección social, como ámbito general en el que encuadramos el análisis de la seguridad social y del sistema previsional, es dimensión constitutiva del Estado; dimensión que no se reduce a una “función” que sobreviene a definiciones o esencias previas; ni sólo a un sector de políticas (las políticas sociales) ni a una simple ´respuesta´ a condiciones externas a la acción estatal (como podría serlo la situación socio-económica de la población). Dado que tampoco la concebimos como pura garantía negativa (garantía de la reproducción de la fuerza de trabajo para el capital, o acto de legitimación de la dominación y la explotación) sino positiva, asumimos que los debates en torno de ella expresan y ponen en juego, al mismo tiempo, las contradicciones y transitoriedad de las condiciones y resultados de los conflictos en los que se conforma un cierto orden social. Así, en esos debates van cristalizándose diferentes significados para la protección, que a la vez revierten en nuevas condiciones de la lucha social y política. Esto incluye la alternativa de que no toda protección sea significada como derecho, ni todo derecho sea incorporado de una vez y para siempre al repertorio de demandas y objetos de lucha de las clases trabajadoras. El sistema previsional se encuentra en ese fuego cruzado: recibe críticas técnicas y despierta dudas sobre su sustentabilidad; pero –más allá de lo instrumental y/u operativo- se revela como ámbito en el que se pone en juego la calidad de la vida social de la que hablábamos al principio del trabajo. Aunque distintos ámbitos de tematización dan cuenta del intenso proceso que aquí importa, por razones de extensión sólo nos ocuparemos de uno de ellos, referido a la construcción de juicios y sentidos alrededor de la protección/seguridad social que el sistema previsional encarna: las definiciones/concepciones de una y otra, las formas institucionales mediante las cuales se organiza la misma, los medios y razones para establecerlas, así como las identidades que producen, son la materia prima de las relaciones que se fundan en un sistema de protección social, pues distintos juicios sobre cada uno de esos aspectos dan lugar al reconocimiento de sujetos considerados miembros de la sociedad, con los que se comparte la condición, portadores de una vida legítima; o –por el contrario- dan lugar a 13 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 la construcción de sujetos a los que se atribuye inferioridad, siempre en el borde de la extranjería social, cuya vida no reviste interés para el conjunto. Haciendo parte de las razones de un orden, ideas y argumentos ´hacen sociedad´ en su más hondo sentido. ¿Cuáles son los términos de la discusión en este caso? ¿De dónde provienen las críticas técnicas, así como las objeciones sociales y políticas y la aceptación o el rechazo? Comencemos por una caracterización general: la mayor densidad de los debates radica en la resistencia de sectores sociales para los cuales ni la pirámide de ingresos previsionales ni el estatus del beneficio expresan adecuadamente la distancia que, según entienden, hay entre su condición y la de otros grupos hoy alcanzados por la cobertura previsional. No es que necesariamente se trate de posicionamientos nuevos, ya que en rigor la historia previsional de este país ha recorrido una trayectoria por la cual la “estratificación de los beneficios” (Arza, 2010) fue en el siglo XIX y principios del XX el medio y el resultado de la fuga del estigma de la asistencia y de la construcción de variadas resistencias (de Swaan, 1997; Topalov, 2004); posteriormente, esa estratificación particularista se transformó en la materialización de la disputa por el reconocimiento de una identidad positiva (y por cierto, vehículo también de una condición económica y de bienestar de mejoras progresivas), y que en todo momento contuvieron la promesa de una ventaja diferencial (por el acuerdo paritario, por la cláusula de productividad, por la incorporación a una alianza); ventajas imposibles de generalizar a conjunto social, pero pensables para el grupo inmediato. A nuestro juicio, a hora de reconstruir el proceso actual de producción de sentidos y significados emerge con fuerza el peso de los sectores medios, que en la Argentina parecen haber dejado de cumplir aquel papel relativamente “democratizante del bienestar” (Torre y Pastoriza, 2002) que cumplieron a lo largo de casi todo el siglo XX. En efecto, prácticamente hasta los años ’90 del siglo pasado, los sectores medios sostuvieron y se vieron alimentados por aspiraciones de ascenso más o menos amplias, empujando por más y más avanzados beneficios, en los que permanentemente resonó –a menudo de manera fragmentaria y contradictoria, por cierto- ´alguna´ noción de derechos (Danani y Hinze, 2010). En buena medida puede decirse que fue precisamente esa prefiguración de derechos la que sirvió de fundamento a una sociedad de resultados que en términos materiales fueron, comparativamente, menos desiguales que la mayoría de los países de la región, y que tuvo a estos sector por protagonistas indispensables. 14 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 Esa condición, que generó la idea de que la Argentina albergaba una ideología de perfil igualitarista –siempre en términos relativos con otras sociedades en cada época- queda en entredicho en el ciclo en curso –el ciclo convertibilidad-posconvertibilidad-, cediendo paso a una reinterpretación, respecto del lugar que ha tenido la idea del propio merecimiento y la energía reivindicativa que, quizás en este caso sí, es mayor que en otros contextos y trayectorias sociales. Pero, como se sabe, la idea de merecimiento requiere de una confirmación, que sólo puede prestar la existencia de ´otros´ a los que no se les reconoce el mérito. En esta fragua, entonces, van forjándose los reclamos de diferenciación social, más aún que los reclamos que apunten a una mejora de la situación propia. Por cierto, el ciclo neoliberal constituyó un pasaje fundamental al retroceso de una sociedad más igualitaria, pues sobre el particularismo original fue alimentada una mercantilización que radicalizó las tendencias en un sentido más estrecho y de-socializante. La expresión “pérdida de la pirámide previsional” bien puede ser vista como un acabado ejemplo de ello, y allí radica una fibra fundamental de los procesos que estudiamos. Ahora bien, esta pugna tiene también importantes aristas político-institucionales, pues por intrincados caminos, está alimentando un importante proceso de judicialización del sistema, que como tal compromete la participación de distintos poderes del Estado; rtal es el caso del Poder Judicial, cuyo protagonismo ha venido aumentando al calor de la presentación de los reclamos mencionados. En ese plano, la Corte Suprema de Justicia ha estado prestando razón a lo que se conoce como “derecho contributivo”, definido como el derecho de las personas a cobrar de acuerdo con el “esfuerzo de pago (de sus contribuciones)” realizado a lo largo de la vida, reforzando los ingresos “...a medida que decaiga su valor con relación a los salarios de actividad” (Fiscella, 2009: 4). En el marco del desarrollo específico de este proceso, ello colisiona con la prioridad dada a los haberes inferiores, que crecieron muy por encima de la inflación, mientras los de mayores montos (pero también los medios-medios) sufrieron un retraso innegable. Por su parte, las posiciones oficiales reivindican la mayor atención prestada a los beneficiarios de menores ingresos, considerando virtuosa la acción igualadora estatal. Así planteada, ha tomado cuerpo una fuerte pugna, en la que a nuestro entender deben atenderse dos dimensiones: 15 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 a) en términos político-institucionales y doctrinarios, la opción entre derechos sociales, políticamente consagrados vs derechos contributivos, que en la doctrina que predomina en el Poder Judicial, se vuelcan más a una concepción de derechos individuales; b) una acción político-cultural de largo plazo, que asuma la necesaria profundización de la discusión sobre las virtudes –o defectos- de políticas de igualación y proximidad social. Ello implica el involucramiento de y en la cuestión distributiva, pero no se agota en ella: hablamos de ´profundización´ para aludir a su necesario carácter integral, al reconocimiento de la palabra y el bienestar de los más variados sectores, en una sociedad que se ha polarizado y segmentado en sus estructuras, sus prácticas y sus intercambios. Si ello no ocurre, los procesos de cuestionamiento a los que hemos aludido pueden devenir la más seria amenaza a lo mejor que, hasta el momento, ha exhibido la reforma del sistema previsional: la posibilidad de mejorar de manera importante las condiciones de vida de los adultos mayores en un marco de reconocimiento de derechos. Abierta como está a la lucha social y política, la consolidación de ese proceso carece de certezas, y sólo cuenta a su favor con la energía social que pueda ser movilizada. 16 CEISAL2013-Comision 43 Claudia Danani-v2/enviado 01-05-2013 Bibliografía: Abramovich, Víctor y Pautassi, Laura (comp): La revisión judicial de las políticas sociales. Buenos Aires. Editores del Puerto. Arza, Camila (2010): “La política previsional: de la estratificación ocupacional a la individualización de los beneficios”. En: Torrado, S. (comp): El costo social del ajuste (Argentina 1976-2002). Buenos Aires. Edhasa. Pp.257-300. 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