La teología de comunicación como base para la

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La teología de comunicación como base para la formación en comunicación social
Documento presentado en el Instituto para la Comunicación Social de los Obispos
de Bangkok - Thailandia, 7 a1 9, de mayo 2001
Departamento de Comunicación
Santa Clara University
Santa Clara, CA 95053 EE.UU.
La comunicación contemporánea y los cambios que ha introducido en la sociedad,
afectan la formación sacerdotal y la teología así como todo lo demás. Para demostrar
bien por qué los seminarios -y de hecho toda facultad de teología debe tener en cuenta a
la comunicación, este ensayo examinará cómo una “teología de comunicación”, es
decir, una teología que cuenta y se compenetra con la comunicación, contribuye a
nuestra comprensión de Dios, la Iglesia y la vida humana.
Procederemos en cuatro pasos:
(1) una revisión del impacto de la comunicación en la Iglesia y en la sociedad,
(2) un perfil de algunas implicaciones de la comunicación para la teología,
(3) un perfil de las implicaciones de la comunicación para el ministerio sacerdotal, y
(4) un perfil de las implicaciones de una teología de comunicación para la vida humana
1. El impacto de la comunicación en la Iglesia y la Sociedad
Los últimos 20 años han visto la rápida difusión de las tecnologías de comunicación a
través de casi cada región del mundo. Llevado por el desarrollo del microchip, los
dispositivos de las telecomunicaciones se han hecho más baratos, más pequeños, y más
simples al uso. Apoyado por el crecimiento de las redes de comunicaciones que cubren
la tierra, estos instrumentos de comunicación son herramientas de enlace que se unen
entre sí y conectan personas y lugares a través de las redes de datos (la Internet), redes
de la voz y redes de la transmisión.
La infraestructura sola no es lo que ha cambiado nuestra manera de vivir. Junto con
esto, la comercialización de las redes de comunicación y equipamientos crecen al
mismo tiempo y trae consigo la programación de las estructuras, la publicidad y una
cultura de comunicación de masa. Basado en lo qué los investigadores han descubierto
sobre el impacto de medios de comunicación relativamente “viejos” como la televisión,
nosotros podemos conseguir un sentido de cómo este creciente mundo de la
comunicación afecta la sociedad humana en general y la teología en particular,
repasando brevemente nueve áreas. (1)
1. Las fuentes de conocimiento.
2. El uso de tiempo.
3. Midiendo la importancia
4. El conocimiento contra la práctica.
5. La expresión eficaz
6. Cambiando el lugar. (bilocación)
7. El control.
8. La sofisticación del público.
9. Los cambios cognoscitivos.
1. Las fuentes de conocimiento
Las personas tienen hoy acceso a una inmensa cantidad de conocimientos sobre el
mundo: a cada hora, o los boletines de noticias más frecuentes, informan de cada rincón
del mundo, comentarios y discusión de emisión tras emisión. En el pasado las personas
supieron sólo sobre esas cosas lo que ellos habían experimentado personalmente, sobre
lo que hablaron con sus vecinos, o sobre lo que ellos oyeron en lugares de reunión como
la iglesia o tabernas. Ahora nosotros experimentamos indirectamente un mundo más
amplio, - un mundo mediado. La mayor parte de nuestro conocimiento viene a nosotros
a través de la mediación de redes de comunicación más que directamente a través de la
experiencia personal o a través de la interacción personal.
Porque el proceso parece tan natural, tan transparente, nosotros a veces nos olvidamos
que este conocimiento es “mediado”. Es filtrado a través de reporteros, editores,
productores, y sistemas de los medios de comunicación. Sin embargo, cualquiera sea su
estado, nosotros poseemos mucha más información sobre el mundo que cualquier otra
generación anterior.
2. El uso del Tiempo
Todos nosotros tenemos sólo una cantidad finita de tiempo y por lo tanto dividimos
nuestro tiempo entre deberes e intereses, diversiones y relajaciones. Investigadores han
trazado el curso de cuánto tiempo nosotros entregamos al uso de los medios de
comunicación de masa. Los periódicos, revistas, películas, radio y la televisión toman
tiempo – y normalmente está en tercer lugar, después de dormir y trabajar, en cómo las
personas ocupan su tiempo. Un típico adulto occidental, mira sobre las tres horas de
televisión por día. Esto ha cambiado la manera cómo las personas rellenan su tiempo
libre: las personas han dejado funciones en la comunidad, devociones de iglesia, juegos
familiares y otras actividades interpersonales, a favor de mirar sus programas favoritos
o simplemente relajarse con los medios de comunicación.
Los más recientes estudios indican que el uso de la Internet reduce ahora el tiempo
dedicado a otros medios de comunicación. Por ejemplo, por primera vez en décadas, las
horas de televisión que se ven en los Estados Unidos ha disminuido, reemplazadas por
los juegos de la computadora, correo electrónico y otras actividades de Internet.
3. Midiendo la importancia
Las personas dependen de los medios de comunicación para decirles lo que es
importante en el mundo. Los informes de las noticias resaltan ciertos eventos o
actividades e implícitamente es conceden legitimidad como objetos de atención cultural.
El sociólogo americano Bernard Cohen subrayó esto hace casi 40 año cuando escribió
que los medios de comunicación no “pueden tener éxito mucho tiempo diciendo a las
personas qué pensar, pero tienen estupendamente éxito diciéndoles (a ellos) qué pensar
acerca de…” (2). Mientras más nosotros oímos hablar de ciertos temas en la radio,
verlos representados en la televisión, o leer sobre ellos en los periódicos, nosotros los
juzgamos más importantes.
Una legitimación similar ocurre con el cine: nosotros idolatramos las estrellas
cinematográficas y estimamos los papeles que ellos interpretan en las películas, no tanto
por una razón de juicio, sino que porque ellos aparecen en los medios de comunicación
de masa. Algunos, notablemente Gaye Tuchmann, han defendido que esta medida
trabaja también en el otro sentido: Nosotros concluimos que lo que no aparece en los
medios de comunicación no es importante, llevando a un tipo de “aniquilación
simbólica” de grupos étnicos, mujeres y ocupaciones (3) De la misma manera, si Dios o
la Iglesia no encuentra un lugar en este mundo de los medios de comunicación, empieza
a perder la importancia para muchos miembros de la cultura de la comunicación.
4. El conocimiento contra la práctica
Muchas personas piensan espontáneamente en comunicación como el traslado de un
mensaje, conocimiento, o significado de un lugar a otro. Otro investigador americano,
James Carey, nos recuerda que este modelo de “transporte” apoya una vista
instrumental de la comunicación y no responde a la experiencia humana plena. El
perfila lo que él llama el “modelo ritual” de comunicación para poner la práctica de
comunicación en imagen. (4) La comunicación humana hace más que enviar mensajes o
paquetes de conocimiento de un lugar a otro.
Incluso el uso de medios de comunicación de masa da forma a un ritual para las
personas: leyendo el periódico por la mañana, mirando ciertos programas favoritos en la
televisión, escuchar la radio mientras maneja hacia el trabajo – todos ritualmente
conectados a una comunidad más amplia. Además de ocuparse de conocimiento, nuestra
comunicación construye también una comunidad, un proceso que produce también sus
propias formas indirectas de saber
5. La expresión eficaz.
Los medios de comunicación de masa también enseñan a las personas qué cuenta como
la buena expresión. La televisión nos ha dado las declaraciones “bite”, cortas, claras que
captan la atención y resumen una posición. La publicidad proporciona los eslóganes
para identificar los productos y animar la lealtad a la marca. Pocas personas hoy
trabajarán a su manera a través de un argumento sostenido; sólo una elite que ha
mantenido la primacía de lo impreso hace eso. Esto no quiere decir que los medios de
comunicación de masa no pueden tratar problemas serios o complejos. Ellos lo hacen
pero en los modos de expresión bien acomodados a su naturaleza: la narración, las
imágenes y el discurso emocional.
Poniendo los problemas serios ante de las personas en formatos accesibles, los medios
de comunicación de masa se han vuelto un tipo de “foro cultural” en el que las personas
discuten y debaten problemas de actualidad. (5) El complemento menos atractivo de
esto es que los problemas presentados en otras formas, textos escritos, discursos
estrechamente razonados no pueden ser prontamente recibidos. Los líderes de la Iglesia
deberían notar esto ya que la mayor parte de las enseñanzas oficiales de la Iglesia
vienen en la forma de largos textos escritos.
6. Cambiando el lugar
Los medios de comunicación han tenido un impacto más profundo en la sociedad que
simplemente formando el conocimiento o expresando las ideas. Joshua Meyrowitz (6)
ha mostrado que los medios de comunicación como televisión, películas y la radio
cambian nuestro “sentido de lugar” de dos maneras. Primero, nosotros experimentamos
un tipo de bilocación virtual: estando sentado cómodamente en casa, nosotros
simultáneamente miramos lo que pasa por el mundo. Pero esta habilidad de ver también
más allá de nosotros mismos, lleva a las personas a esperar ver, tener un punto de
acceso a lo que antes ellos no podrían tener. En las generaciones anteriores, las personas
experimentaron lo que su estado social les permitió. La gente vulgar no actuó
recíprocamente con sus gobernadores e incluso tampoco con los oficiales de Iglesia más
altos.
Pero la costumbre de ver por todas partes (por el mundo, entre bastidores, las
intimidades de las vidas de otros como también dramatizados para película y televisión)
cultivó la expectativa que las personas deben ver por todas partes. Y por esto, las
personas han perdido el sentido de lugar que conlleva un respeto a la privacidad de los
otros, que llevaba a un respeto casi automático hacia la autoridad Hoy, 1a personas
esperan saber hasta los detalles más íntimos de las vidas de políticos, actores e incluso
del clero. Una posición exclusiva no garantiza el respeto.
7. El Control
El advenimiento de los medios de comunicación de masa, y ahora de tecnologías
digitales como la Internet, ha cambiado el control de la información En el pasado los
gobiernos y organizaciones como la Iglesia ejercieron algún grado de control sobre la
información que editoras pudieran publicar, qué ciudadanos podrían hacerlo público, o
incluso qué personas podrían leer. Sin embargo las estructuras corporativas de las
industrias de noticias y entretención han arrebatado la función del control fuera de los
gobiernos y han exigido el derecho para publicar (o no publicar) la información
Buscando liberarse de la regulación, ellos también afirman los derechos de propiedad
literaria para proteger las inversiones realizadas en la información. Sin embargo, las
tecnologías digitales han minado incluso esto, como lo han mostrado los recientes casos
judiciales que involucran Napster y otros programas para compartir música.
La Iglesia, también, ha perdido más control sobre las publicaciones; pocos buscan un
imprimátur; la Internet hace posible que virtualmente cualquier persona pueda publicar
materiales religiosos en línea, como lo puede mostrar una breve mirada a los resultados
de buscar la palabra, “Católico” en la Web. (7).
8. La sofisticación del público.
Cincuenta años de televisión y sobre 100 años de cine han llevado a constituir un
público muy sofisticado. Las personas no toman ingenuamente cualquier cosa que ven.
En cambio, ellos seleccionan los programas según sus propias necesidades y los
interpretan de acuerdo a su particular perspectiva, social, económica, educativa, o
perspectiva de género. Muchos miembros de la audiencia se acercan a los productos de
comunicación de masa con una cierta sospecha, de los motivos de los productores y
anunciantes, de los reguladores gubernamentales, de cualquiera que intente forzar una
conclusión acerca de ellos. Incluso, los creadores y productores de programas, pueden
determinar menos que en tiempos pasados, el mensaje ellos transmiten.
Más bien en sus programas, ellos entran en una prueba de interpretación con el público.
Esto no significa que no pueden manipularse o dirigirse los públicos, pero sí que los
públicos irán en la dirección deseada por un productor del programa mucho más
despacio. Los miembros del público llevan estas habilidades en ellos, por lo tanto la
Iglesia debe esperar la misma sospecha y sofisticación ante su comunicación e incluso
de sus parroquianos en una homilía del domingo.
9. Los cambios cognoscitivos
Más que transmitir simplemente un mensaje o describir una serie de prácticas, los
variados medios de comunicación afecta también las maneras cómo las personas
piensan. Los estudios de culturas orales y literarias, muestran cómo una práctica básica
como lo es la escritura afecta la manera cómo los individuos construyen el
conocimiento y organizan el mundo (8)
En las culturas orales, para recordar todo lo que ellos consideran valioso, dan énfasis a
la memoria y estructuran el conocimiento en narrativas, usando caracteres significantes
para unir las historias. Ellos condensan lo que saben en fórmulas memorables y en
rimas. Se atienen a los eventos y personas concretas y tienden a operar en tiempo
presente.
La historia de una cultura oral está presente en sus miembros, para esto es que sus
miembros retienen los eventos pasados en la memoria. Una cultura oral desarrolla la
memoria esquemática y las prácticas de grupo para garantizar la integridad de su
memoria a través de su comunicación.
En cambio las culturas con escrituras conocen el mundo de manera diferente. Se
vuelven más analíticas cuando separan su conocimiento de la memoria, poniéndolo por
escrito. Con la distancia que un texto escrito proporciona, los literatos pueden examinar
críticamente lo que ellos saben También pueden extender su conocimiento
compartiendo los materiales escritos mas allá de las distancias y aumentando el número
de personas que participan construyendo el conocimiento. Uno ya no tiene que estar
presente para compartir en el conocimiento de un grupo. Las culturas con escritura
organizan también diferentemente las cosas. La organización no necesita seguir rimas o
agrupaciones concretas.
En cambio se pone más abstracto, siguiendo, por ejemplo el orden alfabético. Como leer
y escribir se difunde más ampliamente a través de la disponibilidad mayor de libros
baratos producidos por la imprenta, las culturas instruidas exageraron los efectos de la
escritura. Por ejemplo, cambiaron la capacitación del aprendiz o la memorización de
erudición cultural a la lectura de libros. Aprender se volvió más privado y nuevos
hábitos de pensamiento se divulgaron, cuando Europa Occidental vio el periodo de La
Ilustración
Esto. Como cada uno de las otras cosas mencionada, afecta la teología. Durante la era
cristiana, la teología ha cambiado primero de una herencia oral de narrativa de las
Escrituras, a un conjunto de formulación de creencias debatidas por los teólogos
medievales. Entonces, con la difusión de la alfabetización, cambió de nuevo a una
disciplina estrechamente razonada, analítica, textual (9). Como las culturas
contemporáneas adoptan los medios de comunicación de masa, nosotros estamos dando
testimonio de otro cambio de cómo se piensa y organiza el conocimiento, con un
retorno a algunos modelos orales (la narración), pero con modelos basados en textos
escritos. El aumento de Internet es un intento de la cultura contemporánea para
organizar su conocimiento a través de enlaces hipertexto y otros dispositivos.
¿Dónde dejó a la teología todo esto?. En primer lugar, como una disciplina basada en el
texto, la teología ha perdido su habilidad de influir directamente en una gran parte de
esas culturas que ahora buscan imágenes y narrativas como las maneras de guardar el
conocimiento y entender el mundo. Se ha vuelto cada vez más el dominio de
especialistas. Segundo, ha dejado de ser una fuente de conocimiento para muchos que
juzgan la teología académica insignificante, que no aparece en el mundo de los medios
de comunicación en el que tantos viven. Tercero, dando énfasis al conocimiento sobre la
práctica y exigiendo la adhesión de los públicos, el discurso teológico se vuelve
ampliamente irrelevante para el mundo moderno.
Esto no significa, sin embargo, que las personas han perdido el interés en la teología.
Todavía buscan las respuestas a las preguntas teológicas básicas, pero las buscan en su
mundo de los medios de comunicación. ¿Cuántos teólogo (u funcionarios de la Iglesia)
habrían predicho, incluso hace 10 años, el intenso interés en la angelología, como lo
vemos en el popular programa de la televisión “Tocado por un Angel” El Cine y
televisión constantemente muestran el problema del mal en el mundo (representado por
los demonios y otras amenazas), de una presencia benévola fuera del mundo humano (a
menudo visto en los visitantes del espacio exterior), y de la posibilidad de un salvador
(por ejemplo, de nuestra tecnología, como se ha visto en la película, “Matrix”). Los
escritores, productores, directores y las personas de los medios de comunicación se han
convertido en los teólogos de hoy en la medida en que direccionala las preguntas
importantes de la teología: ¿cómo hablamos hoy nosotros de Dios? ¿Cómo
experimentamos Dios? ¿Cuál es el propósito de nuestras vidas?.
El mundo actual de comunicación muestra que la teología y el discurso religioso
confrontan un mundo dramáticamente diferente del que la teología académica ha
heredado. Esto no significa que a esa teología académica le falte un lugar o un
propósito. Sólo significa que esa teología debe cuidar más de la comunicación.
2. Algunas implicaciones de la comunicación para la teología.
Tomando una perspectiva de comunicación en la teología, no significa insertar un curso
de comunicación o un curso de los medios de comunicación en un plan de estudios. Más
bien, una perspectiva de comunicación ofrece primero sus propias visiones en los temas
de teología, y entonces en cómo esa comprensión teológica puede dirigirse al mundo
contemporáneo. Esta sección examinará brevemente cómo esto podría pasar en cuatro
áreas de la teología: la teología sistemática y la Cristología, revelación, eclesiología, y la
teología moral.
1. La auto – comunicación de Dios
Dei Verbum y los trabajos de teólogos como Karl Rahner hablan de la historia de
salvación como la comunicación misma de Dios, el desdoblamiento gradual del misterio
de Dios, libremente dada en nosotros de manera que podríamos llegar a conocer a Dios.
Al mismo tiempo, podemos decir que nosotros que hemos sido creados a imagen y
semejanza de Dios, participamos en esta auto comunicación (10) a través de nuestra
propia comunicación humana. De un tipo de antropología teológica, un examen de la
comunicación humana puede llevarnos más profundamente en el misterio de Dios
mientras, al mismo tiempo, ese misterio da forma a nuestra comunicación.
Toda comunicación empieza con la Trinidad que forma, completamente y
perfectamente entre sí, una comunión de personas divinas (11). Dios desea compartir
esta unión divina con las criaturas y en el misterio de lo divino desea una comunión con
nosotros criaturas humanas. Y para esto es que Dios crea en el primer acto de auto
comunicación y entonces escoge perfeccionar esa comunión con la creación, entrando
en el misterio de la Encarnación. La historia entera de salvación es el desdoblamiento
gradual de este plan y de esta auto-comunicación. Dios nos ofrece una alianza que nos
permite experimentar esta unión. Dios cumplirá ese convenio para que nosotros
podamos saber de la plenitud de la auto-comunicación divina.
En términos de comunicación, la Encarnación entonces, se vuelve la extensión en la
historia y en la creación, de la comunión de la Trinidad. No es tanto la transmisión de
un mensaje como lo es la práctica de comunicación, el “ritual” o vivir diario qué nos
forma en un compañerismo (vea 1.4 supra).
En esto nosotros vemos la gratuidad absoluta de la comunicación, una comunicación
motivada por el amor. Vemos también la comunicación como un desdoblamiento
gradual del misterio de una persona, en este caso las personas divinas. Esta
comunicación no puede ocurrir de repente, ni puede ser completa, sino que existe en una
dialéctica de revelación y secreto.
Cuando Dios nos crea para la comunicación, para recibir la divina auto comunicación,
nuestra capacidad para la comunicación nos prepara para vislumbrar el misterio de
Dios: una comunión de personas, ofreciéndonos libremente una porción en esa
comunión, dirigiéndosenos como personas, desplegando gradualmente a nosotros en un
sentido personal. (12)
Este tipo de antropología teológica de comunicación nos ayuda simultáneamente a
entendernos y entender a Dios. Esto también requiere un respeto real para la
comunicación ya que la comunicación destaca la acción creativa de Dios. Finalmente,
propone una meta y una norma para la comunicación humana, una comunicación
modelada en la de Cristo. (13)
2. Revelación
Aplicando los conceptos de comunicación a las verdades teológicas, se puede ahondar
nuestra comprensión de ellos, particularmente permitiéndonos ampliar lo que David
Tracy llamó “ imaginación analógica” (14) Releyendo Dei Verbum, el decreto del
Concilio Vaticano Segundo sobre la revelación, en esta perspectiva nos invita a una
meditación renovada en la acción de Dios y nuestra recepción de ella. Nosotros
aplicamos también analógicamente los conceptos de comunicación a la revelación de
Dios y predicamos simultáneamente a la comunicación humana y a la revelación divina
El decreto empieza reconociendo el imperativo de comunicar. Citando la apertura de la
Primera Carta de Juan, el decreto establece una motivación para la comunicación:
compartir el divino don de lo que nosotros hemos visto, lo que hemos oído, lo que
hemos tocado. Continúa notando que las obras y palabras de ese Dios están mutuamente
relacionadas. La Palabra de Dios es la acción de Dios y Cristo es al mismo tiempo
mediador y plenitud de revelación (#2).
La mayor parte de los análisis de comunicación separan la mediación del mensaje,
tratándolos como algo distinto. Pero esto es considerar la comunicación como
completamente instrumental y estas prácticas pierden la más profunda comunicación
humana en la cual se revela cada persona. Palabra y acción pueden unirse, como escribe
Gerard Manley Hopkins, “Cada cosa mortal hace una cosa y lo mismo: / los tratos fuera,
siendo que dentro de cada uno mora; / Los egos - se van; yo mismo hablo y deletreo, /
Llorando lo que yo hago, soy yo mismo: para eso vine”. (15) Como la naturaleza de
Dios es revelada como comunicación, así la naturaleza humana la imita, volviéndose
medio y mensaje.
El decreto continúa (en #4) destacando el papel del Espíritu Santo: la revelación es el
acto de la Trinidad. El Espíritu es la fuerza comunicativa que clama dentro de nosotros,
en los suspiros demasiado profundos para el discurso humano (Romanos 8:26). El
Espíritu es la fuerza comunicativa de la memoria recordándonos todo lo que Jesús
enseñó (Juan 14:26). A lo largo de las líneas de una cultura oral, se necesita mucho para
mantener la integridad de sus mensajes a través de sus prácticas de comunicación; el
Espíritu Santo garantiza la integridad de la revelación de Dios (vea 1.9).
Dei Verbum prosigue examinando la respuesta humana a la revelación de Dios la
obediencia de fe (#5). En esto, nos recuerda que toda la comunicación no sólo exige
pero también recibe una respuesta “Uno no puede no comunicar” es la redacción usada
por los estudiosos de la comunicación. (16) Incluso el silencio es una respuesta, un tipo
de comunicación. Este marco de trabajo nos invita a ver nuestra respuesta humana a la
auto- comunicación de Dios en términos más amplios, en lo que se refiere al de la vida
de una persona.
El hecho que la revelación viene a nosotros a través de la Escritura y la Tradición (#8),
refuerza esto, recordando las modalidades de comunicación, texto, palabra y acción. Así
es que, también nuestra respuesta humana a Dios invo1ucra todo de nuestra
comunicación. En su papel como sirviente y custodio de las Escrituras, podemos pensar
en la Iglesia como una comunidad textual, un término que la investigación en
comunicación aplica a grupos organizados alrededor de un texto particular. Todo la
actividad-oración de la Iglesia, la liturgia, la contemplación de doctrina, la teología los
trabajos de caridad, empiezan en las Escrituras y toman su forma en ellas (#9)
El hecho que la Iglesia tenga la autoridad para instruir y recibe un encargo para
interpretar auténticamente las Escrituras (# 10), resalta la naturaleza comunicativa de las
Escrituras. Esto existe como una comunicación colectiva, no como una comunicación
privada. Como tal, las Escrituras llaman a recordar la dimensión comunitaria de la
comunicación, como lo hemos visto en las culturas orales o en el trabajo cooperativo de
crear textos.
Esto actúa como un correctivo a una creencia contemporánea común que dice que la
comunicación es individual y privada (nacida quizás de la lectura privada, silenciosa);
esa creencia es tan fuerte que conduce a que las personas pasen por alto la producción
colaborativa de la mayoría de los productos de comunicación.
Un último punto: Dei Verbum nos dice que el misterio de salvación manifestado en
Jesús se narra en el Nuevo Testamento (# 17) y por consiguiente se revela a nosotros.
Una perspectiva comunicativa preguntaría, cómo un registro escrito, una mediación,
puede hacer lo que el “original” hace. Para empezar a analizar esto, podemos referirnos
a las teorías de significación. Cada mediación, tal como cada traducción, es
simultáneamente un original (17) y por consiguiente actúa en sus destinatarios por sí
misma así como también en la referencia a su original.
Tal perspectiva nos permite interpretar la acción del Espíritu Santo en las Escrituras por
lo que se refiere a las maneras en las cuales la auto-comunicación de Dios tiene su
propia imagen en la comunicación humana, de manera que el funcionamiento de la
significación a través de las Escrituras, nos ponga en una relación con lo que significa.
Esta manera de aproximar la teología a través de la comunicación, se construye en una
antropología teológica que pregunta, en un tipo de método transcendental, sobre las
condiciones para posibilitar la comunicación. Las mismas cosas que hacen el trabajo de
comunicación, nos preparan para recibir la palabra de revelación de Dios.
3. Ecclesiología
En varios ensayos Avery Dulles ha defendido que “la Iglesia s comunicación” (18) y
que una “teología de las comunicaciones es el estudio de cómo Dios provoca las
convicciones y compromisos conectados con la fe religiosa” (19). En esta perspectiva,
la comunicación es parte de la ecclesiología, puesto que el estudio de la Iglesia abarca la
extensión histórica de la fe y el sostén de la fe en las vidas de los miembros del Cuerpo
de Cristo.
En un trabajo anterior, Dulles puso en relieve la ecclesiología del Concilio Vaticano
Segundo, notando que el Concilio adopta por lo menos cinco modelos de Iglesia: la
Iglesia como institución o jerarquía, la Iglesia como heraldo, la Iglesia como
sacramento, la Iglesia como la comunión y la Iglesia como servidora. (20)
En el ensayo de 1989, él pone en correlación a estos modelos con los tipos
característicos de comunicación. Podemos ver aquí el valor en que esto muestra que
ningún modelo exclusivo proporciona una descripción completa de la Iglesia; de la
misma manera ningún tipo de comunicación satisfará completamente las necesidades de
comunicación de la Iglesia.
El modelo institucional o jerárquico de la Iglesia favorece la comunicación de masas ya
que la organización centralizada de una jerarquía coincide bien con la organización
centralizada de la comunicación de masas, con un centro difundiendo el mismo mensaje
a todos. Dulles amplía el modelo con este esquema:
¿Quién comunica?
¿Qué comunica?
la Jerarquía
la Doctrina
¿Cómo?
¿Con qué respuesta?
Con los Impresos
La Sumisión, la aceptación,
Este modelo atrae la atención hacia un aspecto de la Iglesia; también muestra cómo la
comunicación puede emparejar las necesidades de ese modelo y al mismo tiempo
quedar corto con otras necesidades. Por ejemplo, las nuevas tecnologías de
comunicación como Internet, minan la organización jerárquica de los medios de
comunicación de masa y no pueden servir al modelo jerárquico de la Iglesia así como la
comunicación de masa sí puede.
La Iglesia como el heraldo resalta la Iglesia proclamando las Buenas Noticias de Jesús y
hablando con una voz profética al mundo. Aquí la comunicación favorecida es la
proclamación que puede asumir muchas formas de los medios de comunicación aunque
favorece el discurso directo de la voz humana. El contacto persona a persona es su
principal característica.
El modelo de sacramental entiende la Iglesia como una señal o sacramento de Cristo,
quien a su vez es el sacramento de la alianza de Dios. La comunicación tiene lugar a
través de las personas y eventos puesto que Cristo es un signo sacramental, por lo que
El es y hace (cf. 2.1 y 2.2). Como el Cuerpo de Cristo, la Iglesia prolonga la presencia
de Cristo en el mundo.
La Iglesia también puede seguir un modelo de comunión o de comunidad o de diálogo.
Dulles señala que este modelo tiene sus fundamentos en la teología seglar dialógica, una
teología que encuentra el valor en el mundo y requiere a la Iglesia para que se
comprometa con mundo del cual podría aprender. Esta perspectiva tiene su último
fundamento en el hecho que Dios a la vez Creador del mundo y Redentor, por
consiguiente puede hablar una palabra de salvación en cualquier creación. El método de
comunicación favorecido por este modelo es el diálogo, un diálogo que ayuda a
provocar la comunión de Iglesia. Este modelo puede encontrar en la interactividad de la
Web un tipo fructífero de comunicación para sus actividades.
Finalmente, nosotros podemos describir la Iglesia como un sirviente puesto que imita a
Cristo que vino, no a ser servido sino que a servir. La Iglesia tiene un lugar en el mundo
presente, como un servidor a través de la acción para otros, los trabajos de justicia, los
trabajos de caridad y así sucesivamente. La mejor característica de este modelo de
comunicación serían las acciones en lugar de las palabras.
Poniendo en correlación a los diferentes modelos de Iglesia con los variados modos de
comunicación, invita al mismo tiempo, a un entendimiento más profundo de la Iglesia y
una respuesta más comunicativa con la Iglesia. También propone dramáticamente una
estrategia de comunicación con múltiples aristas, para que la Iglesia pueda estar
presente en el mundo y en sus propios miembros, con una variedad de maneras.
Finalmente, corrige un error eclesiológico que favorece sólo un tipo de comunicación,
llevando así a las personas a malinterpretar la naturaleza misma de la propia Iglesia.
4. La teología moral
Aunque no es su único propósito, muchos de los documentos de Iglesia sobre
comunicación perfilan una teología moral, con la que las personas pueden juzgar los
productos de comunicación. Los principios que surgen de estos documentos ilustran
otra manera más de agregar una perspectiva de comunicación a la teología. Los
documentos de comunicación de los últimos 50 años, de forma consistente nos
recuerdan que la comunicación y los medios de comunicación son dones de Dios. (21)
y, como tal, hacen un reclamo a los hombres en lo que se refiere a cómo ellos los usan.
Pío XII continúa en esta línea identificando un papel dual para la comunicación:
comparte el poder creativo de Dios y comparte en el proceso de la auto-comunicación
de Dios. Estas exigencias teológicas ejercen una exigencia moral concomitante,
siguiendo la teorización de un tipo de ley natural. La naturaleza de estos modos de
comunicación como dones de Dios, como compartiendo la expresión de Dios, nos lleva
a comprender mejor cómo deben usarlos los hombres.
Los más recientes documentos de la Iglesia van aún más allá de esto al reconocer la
posibilidad de pecado y recordarnos que Jesús enseña que esa comunicación es así un
moral (22) obligando a las personas a una integridad de acción. En este tipo de
perspectiva moral, la comunicación humana es una jornada de Babel, el sitio del colapso
de la comunicación. (23) La actitud católica, sin embargo, sigue a San Pablo: donde el
pecado existe, la gracia existe en abundancia (Romanos 5:20). Y por lo tanto, una
comunicación moral es posible, si uno entiende primero la naturaleza de la
comunicación y las maneras en que falla.
Esta perspectiva sugiere que la teología moral pudiera prestar más atención a la
comunicación en cada situación. Mientras los documentos de Iglesia se enfocan en la
comunicación de masa, el fracaso o perversión de la comunicación acompaña muchas
equivocaciones morales: la infidelidad en el matrimonio, la decepción, la injusticia, el
robo, y así sucesivamente. La teología moral podría encontrar en la comunicación una
nueva herramienta de análisis.
Esta breve apreciación global sugiere que la comunicación pueda dirigirse a varias
ramas de la teología, no como algo externo, si no que desde dentro. Cada teología
ejemplo - sistemática y Cristología, revelación ecclesiología, y la teología – moral,
ofrece una metodología ligeramente diferente para que nosotros podamos ver más
prontamente que esa comunicación pueda formar la base para una formación teológica
amplia.
3. Las implicaciones de la Comunicación para el Ministerio Sacerdotal.
Este tipo de teología de comunicación hace pensar por lo menos en dos implicaciones
para el ministerio sacerdotal, uno delineado desde la cultura y otro delineado desde los
roles del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad. Una teología de comunicación insiste
en la inculturación, pero aquí esto no se refiere a las culturas regionales o étnicas, sino
que a lo que el Papa Juan Pablo II ha llamado “una nueva cultura” en Redemptoris
Missio (#37c): la cultura de los medios de comunicación.
La cultura de hoy, sobre todo para las personas más jóvenes, es una cultura digital una
cultura de masa, comercializada para ellos, una que tiene su propia teología. Esta
cultura, como cualquier otra, propone y contesta las preguntas teológicas: “¿Qué
significa ser salvado?” “¿Qué debemos hacer para ser salvados? “- preguntas
contestadas demasiado a menudo por anuncios publicitarios que nos dicen qué
productos comprar, cómo vestir, cómo actuar para que nosotros podamos salvarnos. En
la teología de la publicidad y la cultura pop, uno encuentra el valor personal en los
productos y en el consumo.
Esta cultura popular es la cultura de los seminaristas y la cultura de aquéllos a quienes
ellos atenderán. Una teología de la comunicación requiere que ellos conozcan esta
cultura y sepan cómo expresarse eficazmente en ella. Nosotros no le hacemos ningún
servicio privándolos de contacto con ella, diciéndoles que mirar televisión es malo o
que la Internet es dañina. Ellos necesitan tomar el tiempo para estudiar su cultura, para
entenderla, para que puedan, con mayor fuerza, proclamar en esta cultura la palabra de
Dios.
Sin embargo, la situación para sacerdotes y futuros sacerdotes se vuelve más
complicada, por dos hechos innegables. Primero, esta popular cultura de los medios de
comunicación coexiste junto a las culturas étnicas, regionales, y tradicionales. Segundo,
las personas en el mundo de hoy viven en más de una cultura, así como ellos participan
en muchas actividades, cada una de ellas lo define parcialmente. Un hombre puede ser
padre, plomero, católico, miembro de un sindicato; una mujer puede ser esposa,
maestra, entrenador de deportes de niños, catequista, o una activista política.
Cada una de estas actividades sociales trae consigo un conjunto de expectativas
culturales y conductas. Con una creciente división entre cultura y religión, la religión se
vuelve una actividad entre tantas otras. Esta es la situación en la que los sacerdotes de
hoy trabajan. Atienden apersonas que viven varias culturas, todos ellos tocados por la
cultura de masa de los medios de comunicación. Y para esto, el sacerdote debe intentar
ser especialista en cada una de estas múltiples culturas.
En segundo lugar, una teología de comunicación llama la atención sobre los múltiples
papeles del sacerdote. Así como una completa ecclesiología describe la Iglesia en
modelos múltiples, un sólo modelo no es suficiente para describir la complejidad de la
Iglesia, así también una comprensión completa del sacerdocio reconoce que el sacerdote
cumple varios roles paralelos simultáneamente Tradicionalmente describimos a Cristo
por lo que se refiere a sus papeles múltiples de sacerdote, profeta y rey. Como aquéllos
que representan a Cristo, los sacerdotes tienen también funciones diferentes. Sin
pretender una definición completa, podemos decir que el sacerdote está llamado a ser un
ministro sacramental, una persona santa, maestro, un evangelizador o misionero,
representante de la Iglesia, un líder de la comunidad o comunidad anterior y
representante en la comunidad civil. Una teología de comunicación nos dice que en cada
uno de estos papeles se enfatizará un tipo diferente de comunicación.
Los roles sacramental y de santidad del sacerdote nos recuerdan que las personas no
pueden separar su comunicación social de su comunicación personal. Aquí el sacerdote
toma a Cristo como modelo, Cristo que mostró una unidad de acciones, palabras y vida
(cf. 2.1). El sacerdote se forma por la Palabra de Dios para que él pueda expresar esa
Palabra. Así como en la Eucaristía, nosotros nos volvemos lo que nosotros comemos
(St. Agustín), así en la Palabra de Dios, comunicamos lo que nosotros oímos.
Los sacerdotes, sobre todo, siguen a Cristo, el comunicador perfecto, y “absolutamente
se identifican (ellos) con aquellos que reciben (su) comunicación y da (el) mensaje no
sólo en las palabras pero de la manera más completa de (su) vida” (Communio et
Progressio #11)
Los papeles del sacerdote como maestro y evangelizador lo llevan a usar todos los
medios de comunicación a su disposición, (24) desde la comunicación interpersonal,
toda las maneras través de los medios de comunicación de masa y las tecnologías
digitales. Para hacer esto, él debe aprender la expresión apropiada de acuerdo a cada
uno: la retórica, las imágenes, las palabras. Como el público de hoy es cada vez más
sofisticado (cf. 1.8), también debe serlo la comunicación religiosa, aún cuando es una
sofisticación nacida de la simplicidad. (25) Finalmente, el sacerdote sirve como un
mediador de la Palabra y es así como un “traductor” de la Revelación (cf. 2.2). Las
formas de proclamación parecen las más adecuadas para estos papeles.
El sacerdote, en el papel de líder de la comunidad o formador, sigue a la comunión o
modelo de diálogo de la Iglesia (cf. 2.3). La comunión de la Trinidad lo inspira para
crear esta misma igualdad en la comunión de la Iglesia. La comunicación sacerdotal
debe facilitar la auto-comunicación de Dios para que la Iglesia entera pueda entrar en la
Alianza ofrecida por Dios en Cristo Jesús. El mismo espíritu de diálogo caracteriza
también la comunicación del sacerdote con la comunidad civil en la que se encuentra la
comunidad local de la Iglesia.
Una teología de comunicación señala que un peligro real para un sacerdote yace en la
confusión de estilos de comunicación en los varios papeles que él sirve. Sustituir el
estilo de proclamación para el diálogo lo puede aislar de aquellos que necesitan que él
escuche y pueden dañar la comunión que él debe adoptar. Igualmente, sustituir el
diálogo para la proclamación puede conducirlo a fallar en su deber profético. En su
comunicación, el sacerdote debe aprender el discernimiento.
4. Las implicaciones para la vida humana
Una reflexión teológica sobre la comunicación humana propone todavía otra manera de
considerar lo que una teología de comunicación ofrece a la formación del seminarista.
El Cardenal Carlo Martini de Milán esbozó una meditación Bíblica sobre la
comunicación en una carta pastoral de 1990 (26) de la cual esta sección toma su
orientación. Su método abre una manera de leer las Escrituras en términos de
comunicación, de manera que nosotros podríamos ver la comunicación a la luz de las
Escrituras. (Este a difiere de aquel perfilado en la sección 1.9 qué preguntaba lo que
nosotros aprendemos sobre la Biblia desde el estudio de la comunicación, la naturaleza
oral del texto, y así sucesivamente.) Consideramos lo que nosotros aprendemos acerca
de nuestra comunicación humana desde la comunicación de Jesús.
El cardenal Martini empieza con el relato de Marco acerca de la curación de un hombre
que no podía ni oír ni hablar (Marco 7:31-37). Marco nos dice que las personas trajeron
a este hombre donde Jesús quien le tomó aparte de la muchedumbre, puso sus dedos en
las orejas del hombre, y, escupiendo, tocó su lengua. Entonces El oró “¡Ephphatha, Que
se abra!” La lengua del hombre fue liberada, sus orejas se abrieron y él empezó a hablar
y a proclamar las alabanzas de Dios.
La historia curativa tiene tres partes: la incapacidad para comunicar, las señales y gestos
de sanar, el milagro y sus consecuencias. Si aplicamos esto a nosotros, también
entramos en cada uno de los tres momentos.
¿De dónde surge nuestra incapacidad para comunicar? Aunque no pueda faltarnos la
habilidad para oír o hablar, nosotros experimentamos una comunicación bloqueada. El
cardenal Martini nos hace pensar en cuatro causas de nuestra incapacidad para
comunicar.
(1) nosotros sostenemos una noción equivocada o ideal de comunicación. Buscando una
comunicación perfecta, nos frustramos con nuestras propias limitaciones. Esperamos
demasiado de los otros y condenamos sus (y nuestros propios) limitados pasos para
comunicar. (2) nuestra comunicación surge del deseo de dominar al otro.
Comunicamos, no para compartir, sino que para tomar; y esto hace que la otra persona
esté constantemente en guardia y con menos intención de comunicar.
(3) usamos nuestra comunicación como una expresión de nuestro deseo por dominar a
los otros. En lugar de estar buscando cualquier tipo de comunión, buscamos el poder.
(4) Tenemos prisa en comunicar, buscando una respuesta instantánea, un compromiso
inmediato con otros, una integridad de la información.
Estos obstáculos de comunicación nos afectan como personas, pero también describen
los síntomas de una comunicación bloqueada en la Iglesia o en cualquier otra
institución.
En la segunda parte de la historia curativa, vemos las señales y gestos de apertura. Jesús
toma al hombre fuera de la muchedumbre y haciéndolo así le ofrece una muestra de
respeto. El no sana para realizar señales para las personas, mucho menos para
entretenerlos. El primer paso de su curación, el primer paso para desbloquear la
comunicación está en el respeto hacia el otro. Luego, Jesús hace el contacto con el
hombre a través de todas las formas disponibles de comunicación, simbolizados en su
toque. Entonces El habla las palabras, simbolizando la comunicación restaurada. Estas
señales y gestos de sanar las toma de la auto-comunicación de Dios como su modelo: el
respeto y amor; contactar o tomar la iniciativa; la palabra del discurso.
En la tercera parte, el milagro, nosotros no sólo vemos la curación sino que también sus
consecuencias: el hombre vuelve a la comunidad, ahora totalmente integrado. El y los
otros alaban a Dios. Esto, también, propone un modelo para nuestra comunicación,
cuando nosotros conectamos comunidad humana y servicio divino.
El cardenal Martín señala que la buena comunicación humana debe tomar la autocomunicación divina como su modelo. La comunicación es preparada en el silencio de
Dios y entonces gradualmente se despliega a través del tiempo de la historia humana.
Esta comunicación es progresiva y opera en una dialéctica de revelación y ocultamiento
por lo tanto nunca puede ser completa. Y la comunicación de Dios es a la vez personal e
interpersonal, ya que El se dirige a cada uno de nosotros, llamándonos por el nombre.
Nuestra comunicación debe seguir este modelo Debe también nacer en el silencio, en
nuestra gradual auto-comprensión y auto-conocimiento.
Necesitamos reconocer que esa comunicación toma tiempo, en ambas partes,
Necesitamos el tiempo para conocernos nosotros mismos y darnos, necesitamos
conceder tiempo a los otros. La comunicación nunca será inmediata. Porque hemos sido
creados en el tiempo, necesitamos recordar que toda comunicación tiene tanto luces
como también sombras, esto es normal y no debe causar frustración. Puesto que la
comunicación involucra conversación o compañeros de diálogo, el escuchar es sin duda
un aspecto clave.
Esta aplicación de las Escrituras tiene implicaciones para nuestras vidas y para la
formación del seminario. Ambas, la comunicación personal y la comunicación de
Iglesia deben prepararse en el silencio, escuchando a Dios y a nosotros mismos.
Debemos permitir la libertad a los otros, poniendo de lado nuestros deseos para la
dominación y el poder. Aquí, como siempre, Cristo es nuestro modelo, Cristo no se
aferró a la Santidad, pero se vació, asumiendo la naturaleza de un esclavo (Phil. 2:7). La
Comunicación es un proceso en el tiempo y que nunca se terminará completamente. Nos
llama tanto a la paciencia así como al entendimiento. La comunicación, librada de
obstáculos, requiere que nosotros nos conozcamos y que conozcamos a los otros.
La formación para la comunicación social debe por lo tanto incluir varios pasos
prácticos, que hemos visto a lo largo de este ensayo, y que yo simplemente listaré.
(1) Debemos aprender de las culturas de las personas escuchándolas
(2) debemos experimentar esas culturas para que
(3) podamos encontrar el mejor de los medios de expresión, el más apropiado para ellos
(4) debemos identificar los obstáculos a la comunicación, examinándonos nosotros
mismos y nuestras situaciones.
(5) debemos aprender los instrumentos de comunicación disponibles para nosotros. En
este sentido, es bueno reconocer que los medios de comunicación no son neutros. Si
bien son herramientas sumamente flexibles, llevan dentro de ellos los valores
particulares que sutilmente y no tan sutilmente afectan cómo nosotros comunicamos.
Por ejemplo, la comunicación de masa refuerza y justifica un sentido del poder central,
que una persona deba dirigirse a muchos. Así es como sutilmente mina la idea de
comunión y comunidad así como que también ayuda a formar un tipo particular de
comunidad (un público).
(6) siempre debemos estar deseosos de pedir ayuda, para pedir la retroalimentación de
otros, para que nosotros podamos conocerlos y así conociéndolos, amarlos.
(7) finalmente, debemos conocer el mensaje que comunicamos. Nosotros hacemos esto
a través de la oración y meditación en las Escrituras y en la auto-comunicación de Dios
en Cristo. La formación de comunicación social y la teología de comunicación reconoce
a Cristo como la plenitud de la comunicación, Cristo forma el corazón de nuestra propia
comunicación. Dios nos ha creado como su divida imagen, en la imagen de una
Trinidad que comunica y qué, a través de la comunicación, da vida y salvación a todos.
1‘El material de esta primera sección, está basado en el libro de: Soukup, Paul A.,
Francis J. Buckley, and David C. Robinson. “The Influence of Information
Technologies on Theology.” Theological Studies. (May 2001), in press.
2 Bernard Cohen, The Press and Foreign Policy. Princeton: Princeton University Press,
1963, 13.
3. Tuchman, Gaye, Introduction. Hearth and Home: Images of Women in the Mass
Media. Ed. Gaye Tucuman, Arlene Kaplan Daniels and James Benét. New York:
Oxford UP, 1978.
4 James W. Carey, “A Cultural Approach to Communication.” Reprinted in J. W.
Carey, Communication as Culture: Essays on the Media and Society. Boston: Unwin
Hyman, 1989, 13-36.
5. Horace Newcomb and Paul Hirsch, “Television as a cultural form.” In H. Newcomb
(Ed.), Television: The Critical View (4th ed.). New York: Oxford University Press,
1987, 455-470.
6 Joshua Meyrowitz, No Sense of Place: The Impact of Electronic Media on Social
Behavior. New York: Oxford University Press, 1985.
7 A search on May 31, 2001 turned up over 3.9 million documents listed under
“Catholic.”
8 Walter J. Ong, S.J., Orality and Literacy: The Technologizing of the Word London:
Methuen, 1982.
9. Walter J. Ong, S. J., Communication Media and the State of Theology. Cross
Currents 19 (1969) 462-480.
10. Pius XII, Miranda Prorsus, #25
11 Pontifical Council for Social Communication. Communio et Progressio #8
12 cf. Carlo Maria Cardinal Martini. Effata, Apriti. Communicating Christ to the World:
The Pastoral Lellers Effata, Apriti and II Lembo del Mantello. Trans. Thomas Lucas,
S.J. Kansas City: Sheed & Ward, 1994, pp. 1-76.
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