Educación creativa: Prefacio "La educación nos hace libres… A través de la educación, nos liberamos de la impotencia, del agobio que nos provoca la falta de confianza en nosotros mismos. Un individuo que ha dejado de dudar de sí, que ha aprendido a confiar en su propia persona, posee naturalmente la capacidad de creer en el potencial latente de los demás. La educación nos permite ver más allá de las diferencias superficiales y percibir la gran tierra, el gran mar de la vida que nos sustenta a todos." (1) "La educación trata con lo esencial de la naturaleza humana. No existe empresa más valiosa, más sagrada." (2) Daisaku Ikeda Ikeda con estudiantes de intercambio de la China, Japón Daisaku Ikeda es el fundador de las instituciones educativas Soka, que comprenden desde jardines de infantes hasta centros de nivel universitario. La educación Soka (literalmente, "creación de valor"), concepción pedagógica que tiene al alumno como centro, se basa en la filosofía educacional del presidente fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944). Makiguchi, maestro y director de escuela, dedicó su vida a desarrollar un sistema de educación humanística que estimulara y alentara el potencial único de cada persona, y les permitiera a los estudiantes fortalecer su crecimiento y desarrollo durante toda su vida. Si bien el estallido de la Segunda Guerra Mundial significó un obstáculo insalvable para el proyecto de Makiguchi, Ikeda logró realizar el sueño de su antecesor de crear y expandir un gran conjunto de entidades educativas que tuviera como objetivo primordial la felicidad del educando. Ikeda realizó aportes sustanciales al campo de la educación al dar a conocer ampliamente las ideas de Makiguchi y al impulsar personalmente la educación humanística. La labor de Ikeda como filósofo, escritor, arquitecto de la paz, fundador de instituciones educativas, y, asimismo, como líder del movimiento budista de la Soka Gakkai, implica una diversidad asombrosa de actividades. Existe, sin embargo, una base para toda esa labor: el apasionado compromiso de Ikeda con el fortalecimiento y el desarrollo de la capacidad de las personas, firmemente arraigado en una fe inquebrantable en el potencial positivo, inherente a la vida de cada individuo. A ello se suma la convicción de Ikeda de que la paz es esencialmente inseparable del proceso de hacer florecer la individualidad de cada ser humano. El interés por el crecimiento y la felicidad de los demás es, según la visión de Ikeda, el espíritu esencial de la educación. Esta implica "creer en las personas, tener convicción en un inexplorado y rico cúmulo de posibilidades y hacerlo emerger". (3) En tal sentido, las diversas actividades que Ikeda lleva a cabo adquieren una perspectiva clara cuando se las observa a través del lente de su compromiso como educador, en el sentido más amplio del término. Las instituciones educativas Soka fundadas por Ikeda y el movimiento budista Soka Gakkai que este conduce son diferentes entre sí. Las instituciones Soka son seculares, están abiertas a todos los estudiantes y no brindan instrucción religiosa. Sin embargo, los ideales humanísticos y los intereses que guían y brindan ímpetu tanto a la SGI como a las instituciones educativas Soka –la felicidad y el fortalecimiento de los individuos, y su orientación hacia la paz— son los mismos. La influencia de Ikeda como educador también se manifiesta en otros contextos: en sus escritos, en su labor como maestro budista y en el contenido de sus diálogos con diversas personalidades, publicados en la forma de libros. Especialmente, en todas aquellas actividades que implican interacción con los jóvenes. (1) IKEDA, Daisaku: Un nuevo humanismo para el siglo venidero, Seikyo Shimbun, 23 de octubre de 1997. Disertación pronunciada en la Fundación Rajiv Gandhi de Nueva Delhi. (2) IKEDA, Daisaku: Entrevista "Daisaku Ikeda, de cerca", Videocasete, Tokio, Owners Promotion, Inc., 2001. (3) IKEDA, Daisaku: Por el florecimiento de un espíritu humano eterno, Seikyo Shimbun, 17 de agosto de 1990. Diálogo mantenido con David L. Norton y Dayle M. Bethel, en Japón. Objetivo de la educación "Considero la educación la labor culminante de mi vida. La razón de ello es que la victoria de la educación es la victoria del pueblo." (1) "La educación debe forjar a personas que comprendan y sepan intuitivamente, en su mente, su corazón y todo su ser, el valor irremplazable de los seres humanos y del mundo natural. Tengo la convicción de que esa clase de educación corporifica la lucha eterna de la civilización humana para crear un camino certero hacia la paz." (2) Daisaku Ikeda Daisaku Ikeda considera que la educación es fundamental para lograr la paz y generar un cambio positivo dentro de la sociedad. A través de sus diálogos, escritos y colaboraciones, se esfuerza activamente para reorientar la educación hacia esa concepción y valores. Para Ikeda, la tarea de la educación es el crecimiento y la felicidad de cada persona. Según Ikeda, el propósito fundamental de la educación, así como el de la vida, se puede expresar con la palabra "felicidad". Esa visión fue el cimiento sobre el cual Tsunesaburo Makiguchi, padre de la educación Soka, desarrolló sus ideas pedagógicas. En este contexto, la palabra implica un sentido de plenitud que surge de desplegar y profundizar la propia humanidad; por ende, no se refiere al logro de una condición superficial carente de problemas o a la realización de todos los deseos. La filosofía educacional de Ikeda tiene como objetivo el fortalecimiento del potencial humano para que cada individuo disfrute de una vida auténticamente feliz y creativa. Para Ikeda, el vínculo entre la educación y la paz es vital. Según sus palabras: "La responsabilidad esencial de la educación es forjar en la mente de los jóvenes el amor por la humanidad y el espíritu de dedicarse al bien de la gente y de la sociedad". (3) Escolares japoneses (Tokio, 1944) Asimismo, Ikeda afirmó también: "La educación es un privilegio singularmente humano. Es la fuente inspiradora que nos permite ejercer nuestra condición humana en el verdadero sentido de la palabra; gracias a la educación, el hombre puede asumir una misión constructiva en la vida, con compostura y confianza en sí mismo. Como lo demuestra la historia contemporánea, el conocimiento pude seguir un curso de desarrollo aislado de toda consideración por la vida humana. El punto final de este rumbo desviado son las armas de destrucción masiva. Pero al mismo tiempo, también es el conocimiento lo que ha vuelto a nuestra sociedad tan cómoda y conveniente, en la medida en que hizo posibles la industria y la prosperidad material. En vista de estos planteos, la educación debería asegurar, fundamentalmente, que el conocimiento sirva para promover la causa de la felicidad humana y de la paz. Ésta es la labor esencial de toda actividad educativa". (4) La convicción de Ikeda tiene sus raíces en su propia experiencia durante los años 30 y 40. Para el gobierno militarista del Japón de entonces, el sistema educacional era un arma eficaz para moldear personas dóciles, incondicionales, dispuestas a entregar su vida por los objetivos del estado. El objetivo de fomentar el amor por la humanidad y la dedicación a la paz, por ende, representa la motivación más esencial de la educación Soka, el esfuerzo de poner la tarea educativa al servicio del género humano. Ikeda sostiene que tanto los estudiantes como los profesores deben mantener dicha motivación siempre presente. El principio de la ciudadanía global, es decir, el de individuos forjados en el respeto a la vida y motivados por la responsabilidad de crear una sociedad global pacífica y justa para todos, es un concepto fundamental en la visión de Ikeda. Uno de los lemas que él ha creado para la Universidad Soka de Japón alienta a los alumnos a preguntarse de continuo: "¿Cuál es el propósito de cultivar la sabiduría?". (1) IKEDA, Daisaku y Galbraith, John: Ningen shugi no dai-seiki wo (El gran siglo del humanismo), Ushio Press, Japón, 2005, pág 213. (2) IKEDA, Daisaku: "No más asesinatos", Tú puedes cambiar el mundo, Asahi Press, Tokio, 2002, pág. 139. (3) IKEDA, Daisaku: "Diálogo con el vicerrector Kedar B. Mathema de la Universidad Tribhuvan, Nepal", Seikyo Shimbun, 12 de octubre de 1994. (4) IKEDA, Daisaku: "El desafío de formar ciudadanos del mundo", El nuevo humanismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pág. 80. Educación para la creación de valor "Las personas de verdadera capacidad son aquellas que ejercen su creatividad, que van incansablemente tras los ideales más excelsos, poseen una rica individualidad y pueden emplear libre y fructíferamente sus conocimientos y aptitudes." (1) Daisaku Ikeda Orígenes Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), padre de la filosofía educativa Soka Las instituciones educativas Soka fueron creadas a partir de la filosofía pedagógica desarrollada por el presidente fundador de la Soka Gakkai Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), quien fue un educador reformista. Makiguchi instauró el término "soka" mediante la abreviatura del término japonés "kachi sozo", que significa "creación de valor". El principio de la creación de valor es esencial dentro del movimiento de la Soka Gakkai. Daisaku Ikeda explica: "Makiguchi afirmó que el propósito de la educación debía ser la felicidad duradera de los educandos. Creyó, además, que la auténtica felicidad se hallaba en una vida creadora de valores. (…) [L]a creación de valor es la capacidad de hallar sentido a cualquier circunstancia, de mejorar la propia existencia y contribuir al bienestar de los demás, en cualquier situación". (2) La perspectiva humanística de Makiguchi estaba absolutamente contrapuesta a la ideología militar del Japón que, desde la década de 1930, comenzó a prevalecer en el sistema educativo y en la vida pública. La oposición de Makiguchi a los propósitos militaristas y, sobre todo, a la ideología religiosa que los respaldaba, provocó que en 1943 lo arrestaran y encarcelaran, acusado de delincuente ideológico. Makiguchi murió en prisión al año siguiente. Fue Ikeda, quien dio nueva vida a los ideales de aquel, al crear un pujante sistema educativo basado en la visión de su antecesor. Educación para la creación de valor, hoy Si bien los escritos de Makiguchi incluían diversas propuestas revolucionarias para reestructurar el sistema académico, por ejemplo, que los niños transcurrieran parte del día en la escuela y otra parte, en un ambiente supervisado que les permitiera cultivar aptitudes, conocimientos y experiencias para desarrollarse dentro de la sociedad, la educación Soka de hoy no se basa en elementos curriculares, sino en su postura filosófica: el énfasis que deposita en la estrecha relación entre maestro y alumno, y en la capacidad única de cada individuo para aprender, crecer y "crear valor". La educación Soka les otorga también la máxima importancia al desarrollo de valores humanos, el respeto a la vida, la paz y todo estímulo que permita a los estudiantes llevar una existencia útil, al servicio de los demás. Ikeda escribió: "La educación debe despertar la convicción de que cada uno de nosotros posee el poder y la responsabilidad de efectuar un cambio positivo a escala global". (3) Una serie de principios formulados por Ikeda para las instituciones Soka del Japón demuestra la orientación general que se da a dichos valores: respetar la dignidad de la vida; respetar la individualidad; establecer lazos perdurables de amistad; oponerse a la violencia; basar la vida tanto en el conocimiento como en la sabiduría. Una perspectiva clave dentro de la filosofía de Ikeda es que "el individuo no puede realizarse a expensas de los demás o en conflicto con la realidad circundante, sino sólo mediante la valoración activa de las diferencias y de la singularidad". (4) (1) IKEDA, Daisaku: Discurso pronunciado en la 31ª Reunión para Responsables de la Sede Central, Seikyo Shimbun, 3 de mayo de 1968. (2) IKEDA, Daisaku: "El desafío de formar ciudadanos del mundo", El nuevo humanismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pág. 81. Conferencia brindada en la Universidad de Columbia, el 13 de junio de 1996. (3) IKEDA, Daisaku: "El desafío del empoderamiento global: La educación para un futuro sostenible, en Semillas del cambio, 6", SGI, Tokio, 2003. (4) IKEDA, Daisaku: "Un nuevo enfoque sobre la seguridad humana", El nuevo humanismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pág. 272. Conferencia brindada en la Universidad de Hawái, el 26 de enero de 1995. Aplicación de la pedagogía Soka “[E]l punto de partida y la esencia de la educación Soka (creación de valores) era la valoración de la individualidad, para que los estudiantes pudieran ser felices y disfrutar de una existencia gloriosa. El fin que se persigue no debe ser en beneficio de la nación, de las empresas o de las comunidades religiosas. La meta de la educación Soka es la felicidad de uno mismo y de los demás, como también de la sociedad en su conjunto, y la paz para toda la humanidad.” (1) -- Daisaku Ikeda Una relación humana La calidad humana es un factor esencial Un factor fundamental de la pedagogía de creación de valor es “la educación humanística” o “la educación centrada en el ser humano”, expresadas en japonés por Daisaku Ikeda con el término ningen kyoiku. Al respecto, Ikeda dice: “La personas son formadas por las personas. No existe una educación genuina sin la interacción e inspiración de vida a vida que surge entre los individuos”. (2) En esa ecuación, el desarrollo de las cualidades humanas del educador es un factor crucial. Por ello, Ikeda asevera: “En otras palabras, el nivel profesional y la densidad de las cualidades humanas que los maestros han adquirido en lo profundo de su vida, mediante su esfuerzo personal, se transmite de un ser humano a otro, del docente al alumno. La educación no es algo que se confiera desde afuera, de un modo arbitrario. En consecuencia, el crecimiento interior de los maestros contribuye a la felicidad de los estudiantes y al avance educativo y social. (…) Por ende, proteger la educación es proteger la civilización; y, a la vez, transformar la educación sirve para reformar la sociedad. Sin duda alguna, el florecimiento de la educación humanística es un barómetro de las civilizaciones.” (3) De la misma manera, Ikeda destaca que la relación de confianza entre maestro y alumno es importante. Cuando se dirige a los educadores de la Soka, Ikeda insiste en el siguiente punto: “La posibilidad de establecer relaciones de profunda confianza en el aula dependerá de si ustedes realmente depositan toda su fe en sus alumnos. Creer es una virtud, y esa virtud es el vínculo más sólido entre una persona y otra. Alguien dispuesto a amar y a creer en sus alumnos, podrá sin falta abrazar cálidamente a cualquier niño en su corazón”. (4) Interacción Ikeda en una clase de la Universidad Soka, Tokio (Enero, 2004) Los esfuerzos que realiza Ikeda para interaccionar personalmente con alumnos de las instituciones Soka son un ejemplo de esa postura. Además de intercambiar correspondencia con los estudiantes, Ikeda visita los centros educativos en cuanto la ocasión lo permite, conversa con los alumnos y presta atención a sus problemas. Otro ejemplo del compromiso de Ikeda de mantener estrecho contacto con el alumnado es una serie de diálogos que mantuvo con representantes juveniles, publicados posteriormente. En conversaciones alrededor de temas como la amistad, el arte, los derechos humanos, la literatura, el amor a la elección de una carrera, Ikeda escucha las opiniones y preocupaciones de los participantes y ofrece su punto de vista y sus sugerencias. Esos encuentros son una muestra del interés de Ikeda por alentar e inspirar a la gente joven, y por contribuir a expandir sus horizontes. “Durante la juventud, no hay nada que sea irreparable. Yo diría que el peor error que puede cometer un joven es temer al fracaso y no desafiarse. Es como rendirse sin haber luchado… Lo hecho, hecho está; ¡por delante hay un único camino, y es el del futuro! Así que fijen la vista en el porvenir y avancen, siempre con esta ardiente decisión: ʻ¡Hoy empiezo, desde este instante!ʼ”. (5) (1) IKEDA, Daisaku: “Un futuro glorioso”, La nueva revolución humana, vol. 12, cap. IV. (2) IKEDA, Daisaku: Discurso pronunciado en la ceremonia de graduación de la Universidad Soka, Japón, en marzo de 1975, en calidad de fundador de dicha institución académica. (3) IKEDA, Daisaku: “La libertad y la igualdad son el sello distintivo del budismo”, Seikyo Shimbun, 30 de setiembre de 1991. Discurso pronunciado en el Centro Comunitario de Boston, Massachusetts, el 27 de septiembre de 1991. (4) IKEDA, Daisaku: “Segunda Conferencia Mundial de Educadores de la SGI”, Seikyo Shimbun, 4 de octubre de 1986. (5) IKEDA, Daisaku: “La juventud es el tiempo de del desafío y de la construcción”, Conversaciones sobre la juventud: Para los protagonistas del siglo XIX, periódico Koko Shimpo, 25 de septiembre de 1996 Conocimiento y sabiduría “El conocimiento por sí solo no genera valor. El valor (…) sólo es creado cuando la sabiduría encauza y orienta los conocimientos. El origen de la sabiduría se encuentra en los siguientes elementos: un propósito claro que oriente cada uno de los actos; un poderoso sentido de la responsabilidad y, finalmente, un deseo compasivo y solidario de contribuir al bienestar de la humanidad.” (1) -- Daisaku Ikeda Zona de impacto de la primera prueba de un arma nuclear Daisaku Ikeda destaca la diferencia entre el conocimiento y la sabiduría. Él escribe: “Mi mentor, Josei Toda, solía decir que el error más grave que había cometido la humanidad en la era moderna había sido confundir el conocimiento con la sabiduría. El conocimiento en sí puede ser utilizado para fines benéficos como maléficos. (...) La sabiduría, por el contrario, conduce infaliblemente a la felicidad. Por ello, la misión de la educación debe ser estimular y liberar la sabiduría inherente a los niños y a los jóvenes; es decir, debe concentrarse en hacer surgir el potencial que tienen todas las personas y no, en forzarlas a adaptarse a un modelo establecido.” (2) Ikeda destaca: “[E]l símbolo más concreto del sufrimiento que ha generado el desequilibrio entre conocimiento y sabiduría probablemente sean las armas nucleares, el fruto más complejo de nuestra tecnología. (…) Hemos visto el advenimiento de una sociedad basada en la información y el conocimiento; ahora, es esencial e indispensable desarrollar sabiduría para dominar los vastos recursos que esos dos logros han puesto a nuestro alcance”. (3) A la vez, Ikeda afirma: “En cualquier caso, estamos expuestos a caer en las trampas de buscar el conocimiento como un fin en sí mismo, a menos que continuamente nos preguntemos ¿cuál es el propósito de este conocimiento? Para dar un ejemplo, la misión de un maestro no es meramente impartir enseñanza. El propósito del docente es cultivar la personalidad y la sabiduría en sus alumnos y ayudarlos a adquirir capacidades y aptitudes necesarias para su felicidad. Este es el propósito de los conocimientos que, en tanto educador, posee un maestro. Pero si ese maestro no posee, al mismo tiempo, la sabiduría necesaria para lograr dichos fines, no podrá llamarse ʻeducadorʼ en el verdadero sentido de la palabra.” (4) Notas bibliográficas: (1) IKEDA, Daisaku: La universidad del siglo XXI, cuna de ciudadanos del mundo, Seikyo Shimbun, 26 de mayo de 2005. Mensaje enviado para la primera ceremonia de graduación de la Universidad Soka de los Estados Unidos, celebrado el 22 de mayo de 2005. (2) IKEDA, Daisaku: “El arte de enseñar”, artículo publicado en la revista Mirror, 1998. (3) IKEDA, Daisaku: “Un nuevo enfoque sobre la seguridad humana”, El nuevo humanismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pág. 267. Conferencia dictada en la Universidad de Hawái, el 26 de enero de 1995. (4) IKEDA, Daisaku: Disertación del presidente Ikeda sobre los capítulos “Medios hábiles” y “Duración de la vida de El Que Así Llega” del Sutra del loto, novena entrega, Daibyakurenge. (1) IKEDA, Daisaku: La universidad del siglo XXI, cuna de ciudadanos del mundo, Seikyo Shimbun, 26 de mayo de 2005. Mensaje enviado para la primera ceremonia de graduación de la Universidad Soka de los Estados Unidos, celebrado el 22 de mayo de 2005. (2) IKEDA, Daisaku: “El arte de enseñar”, artículo publicado en la revista Mirror, 1998. (3) IKEDA, Daisaku: “Un nuevo enfoque sobre la seguridad humana”, El nuevo humanismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pág. 267. Conferencia dictada en la Universidad de Hawái, el 26 de enero de 1995. (4) IKEDA, Daisaku: Disertación del presidente Ikeda sobre los capítulos “Medios hábiles” y “Duración de la vida de El Que Así Llega” del Sutra del loto, novena entrega, Daibyakurenge. Influencia “La educación será mi obra final. Tanto el señor Makiguchi como el señor Toda eran docentes. Aunque yo jamás estudié paras maestro ni enseñé en un aula, he podido realizar el deseo de ambos; establecí el sistema educativo Soka y logré que los ideales y los principios de la educación para la creación de valor fueron reconocidos por todo el mundo. Esta ha sido mi misión como discípulo.” (1) -- Daisaku Ikeda Dos experiencias fundamentales marcaron el enfoque educativo de Daisaku Ikeda. La primera fue su propia experiencia bajo el régimen militarista del Japón. La segunda fue la influencia de su mentor, el educador Josei Toda. Ikeda escribe en un ensayo cómo las influencias del militarismo se dejaron sentir en su escuela a fines de la década de 1930, cuando el Japón comenzaba a preparar a los jóvenes para su guerra de expansión en Asia. “Términos como ‘individuos leales al Emperador’, ‘instrucción’ y ‘entrenamiento de grupos’ cobraron enorme relevancia dentro de la vida escolar, y los gimnasios de muchos colegios se convirtieron en lugares de entrenamiento de artes marciales.” (2) El poder de la interacción humana Ikeda en 5º grado de primaria (segundo de la derecha en la fila delantera) Nacido en 1928, Ikeda sufrió en carne propia el poder de la educación destinada a convertir a los niños en herramientas de un estado militarizado, algo que ejerció un profundo efecto en su posterior visión y aspiraciones. Al mismo tiempo que el gobierno imponía su sistema opresivo y inhumano en la vida infantil, el carácter y el ejemplo de algunos de sus maestros se convirtieron en guías para Ikeda, pues le demostraron el verdadero papel que debía cumplir un educador: “En esos oscuros días, cuando el poder de las autoridades ultranacionalistas ejercía una presión tremenda en la sociedad japonesa, mis maestros mantuvieron en alto para sus alumnos la gran luz de la humanidad (…) cobijaron firmemente a sus estudiantes y compartieron su vida con ellos, al tiempo que luchaban contra la intrusión del poder político en el ámbito de la educación.” (3) En una conferencia sobre la educación humanística, Ikeda se refirió al alcance que puede tener una simple interacción personal: “Es vital que los maestros hablen con sinceridad a sus alumnos. Incluso unas pocas palabras son suficientes. (…) ‘¡Buen trabajo!’; ‘¡No te rindas!’; ‘Tengo puestas grandes esperanzas en ti’. Asimismo, algunas expresiones de agradecimiento, como: ‘Gracias’ y ‘nunca lo olvidaré’ pueden hacer muy feliz a una persona. Aún hoy guardo cálidos recuerdos de palabras como esas que me dijeron mis maestros.” (4) La influencia del mentor Ikeda (sentado a la izquierda) con su maestro Josei Toda (1955) En los años de la posguerra, cuando tenía unos veinte años, Ikeda cursó clases nocturnas en lo que hoy es la Universidad Fuji de Tokio, mientras trabajaba para Josei Toda, quien era empresario, educador, discípulo directo de Tsunesaburo Makiguchi y cofundador de la Soka Gakkai. Posteriormente, cuando Ikeda tuvo que dejar sus estudios para consagrarse íntegramente a apoyar a su maestro Josei Toda cuando sus empresas enfrentaron severos problemas económicos en la hiperinflación de posguerra, durante casi una década, Toda le impartió una formación intensa y meticulosa en un amplio espectro de disciplinas, para lo cual le daba clases privadas por las mañanas, antes del trabajo, y durante los fines de semana. Esa clase de instrucción, que Ikeda llama la “Universidad Toda”, fue para él crucial y le permitió experimental personalmente la aplicación de los principios pedagógicos de creación de valor. La capacitación brindada por Toda influenció el modelo de liderazgo del movimiento budista Soka ejercido por Ikeda. (1) IKEDA, Daisaku: La tradición de la Universidad Soka, Tokio, Seikyo Shimbun, 15 de marzo de 1998. (2) IKEDA, Daisaku: “Teachers of my Childhood (Maestros de mi infancia)”, One by One (Uno por uno), California, Dunhill Publishing, 2005, pág. 127. (3) IKEDA, Daisaku: Ib. (4) IKEDA, Daisaku: Discurso, Tokio, Seikyo Shimbun, 25 de setiembre de 2005. Concreción de un gran ideal “Varios años antes de que se inaugurara la Universidad Soka, jóvenes hombres y mujeres se unieron para ayudar a despejar el terreno del predio (…) movidos por el deseo de contribuir de alguna manera con la nueva institución académica. El sudor corría por sus cuerpos, sus manos ensangrentadas estaban, además, llenas de ampollas debido al duro trabajo manual (…) La mayor parte de esos voluntarios no había tenido nunca la oportunidad de concurrir a una universidad (…) Espero que nadie que pertenezca a la Universidad Soka olvide jamás que la institución se creó a través de las contribuciones y el aliento de innumerables ciudadanos comunes (…) Creo que la misión de esta casa de estudios superiores es la de servir a las personas que, por mucho que hayan aspirado a recibir educación superior, no han podido hacerlo.” (1) -- Daisaku Ikeda Verificación in situ del proyecto de construcción universitario La entrada principal de la Universidad Soka, situada en Hachioji, Tokio, está adornada por un letrero en bronce donde se lee “Universidad Soka” en japonés, en caligrafía de puño y letra de Tsunesaburo Makiguchi. El establecimiento de un sistema educativo que abarcara hasta el nivel universitario fue el sueño de Makiguchi, un objetivo que vislumbró en su libro Educación para una vida creativa (1930-1934). El estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió que Makiguchi viera su sueño realizado. En 1943, él y Josei Toda fueron arrestados debido a su oposición a la ideología gubernamental, orquestada alrededor de la reverencia al Emperador y al sintoísmo. Makiguchi murió en prisión; Toda fue liberado antes del fin de la conflagración, en julio de 1945. Ikeda recuerda que Toda siguió atesorando la visión de su mentor, incluso durante la confusión de los años de posguerra: “A fines del otoño de 1950, cuando las empresas de mi mentor estaban enfrentando las más severas circunstancias, él me comunicó, de manera tranquila y confiada, sus planes para la Universidad Soka (…) Me dijo: ‘Daisaku, ¡construyamos una Universidad Soka! Tal vez yo no lo logre durante mi existencia. Pero, en ese caso, te encomiendo la tarea a ti. ¡Erijamos la mejor universidad de mundo!’”. (2) Al dirigirse a los alumnos de la Universidad Soka Ikeda se refiere a la determinación que siempre conservó para hacer realidad aquella visión: “He luchado para concretar los sueños e ideales inconclusos que me fueron encomendados por mis dos ilustres predecesores. He batallado con todas mis fuerzas para hacer que el mundo adquiriera conciencia de la grandeza de ambos hombres, que debieron soportar grandes persecuciones”. (3) Orden cronológico de apertura (Ver también Instituciones de educación) 1968 1971 1973 Escuela Soka de Segunda Enseñanza Básica y Superior de Tokio Universidad Soka Escuela Soka de Segunda Enseñanza Básica y Superior de Kansai 1976 1978 1982 1985 1987 1992 1993 1995 2001 2001 2003 2008 Jardín de Infantes Soka de Sapporo Escuela Soka de Enseñanza Elemental de Tokio Escuela Soka de Enseñanza Elemental de Kansai Instituto Superior Soka para Señoritas Universidad Soka, campus de Los Ángeles Jardín de Infantes Soka de Hong Kong Jardín de Infantes Soka de Singapur Jardín de Infantes Soka de Malasia Jardín de Infantes Soka de Brasil Universidad Soka de los Estados Unidos Escuela Soka de Enseñanza Elemental de Brasil Jardín de Infantes Soka de la Felicidad, Corea del Sur (1) IKEDA, Daisaku: “La alborada de un siglo de educación humanística”, A los jóvenes pioneros de la Soka: Disertaciones, ensayos y poemas sobre la educación para la creación de valor, Federación de Estudiantes de la Universidad Soka, Japón, 2006, pág. 9. (2) IKEDA, Daisaku: Discurso, Tokio, Seikyo Shimbun, 16 de setiembre de 1999. (3) Ib. La tarea social de la educación humanística “Una educación sustentada en la sabiduría conduce a la pregunta que todas las generaciones deben plantearse: qué significa ser un ser humano. La respuesta que demos a dicha pregunta determina nuestra filosofía de vida, nuestra moral y la manera en que educamos a las personas. En los últimos cincuenta años, Daisaku Ikeda ha buscado responder a ese interrogante. Su obra es mucho más que la suma total de las universidades, escuelas de segunda enseñanza, escuelas de grado y centro culturales que él ha fundado. Su obra es mucho más que la suma de las docenas de libros que ha publicado Su labor responde la pregunta de lo que significa ser un ser humano”. (1) -- George David Miller Con el doctor John D. Montgomery en Hachioji (Mayo, 1992) Daisaku Ikeda sostiene que la educación posee una misión social. No es “simplemente la transmisión de conocimientos. No es simplemente el desarrollo del talento personal. La educación es una empresa grandiosa con la misión de transmitir de manera firme y constante la plenitud de la condición humana (…) La educación es el proceso de llegar a ser plenamente humano”. (2) Según Ikeda, la formación de las personas y la sociedad dependen de los valores que subyacen en la educación. El desarrollo de una sociedad más humana depende en gran medida de una orientación humanística en la educación, que guíe a los estudiantes hacia la riqueza interior de su propia vida y a la interdependencia con los demás y con el planeta. Por ello, Ikeda considera que la reforma de la educación es crucial para el logro de la paz. Los esfuerzos que realiza en el ámbito educacional no se han limitado a las instituciones que fundó, sino que abarcan diversas actividades para promover la educación humanística a escala global, tales como los diálogos que mantiene con educadores y pensadores de todo el mundo. Por ejemplo, el Centro Ikeda para la Paz, el Saber y el Diálogo (fundado por Ikeda con el nombre de Centro Bostoniano de Investigaciones para el Siglo XXI) desarrolla tareas relativas a cuestiones educativas, académicas y sociales. Asimismo, Ikeda ha ofrecido conferencias en instituciones de unos treinta países, tales como la Universidad de Columbia. En un acto académico de la Universidad Soka (Mayo, 2007) El doctor John D. Montgomery, profesor de la Universidad de Harvard, describe de la siguiente manera las características de educador de Ikeda: “En Daisaku Ikeda destaca su extraordinaria capacidad de entablar una conexión personal directa con los demás y de motivarlos a cambiar mediante el desarrollo de sus mejores aptitudes en aras de la concreción de propósitos más elevados.” (3) (1)MILLER, George David: Peace, Values, and Wisdom: The Educational Philosophy of Daisaku Ikeda (Paz, valores y sabiduría: La filosofía educativa de Daisaku Ikeda), Nueva York, Editions Rodopi B.V., 2002, pág. 4. (2)IKEDA, Daisaku: “La alborada de un siglo de educación humanística”, A los jóvenes pioneros de la Soka: Disertaciones, ensayos y poemas sobre la educación para la creación de valor, Federación de Estudiantes de la Universidad Soka, Japón, 2006, pág. 156. (3)MONTGOMERY, John: Artículo, Tokio, Seikyo Shimbun, 12 de octubre de 2006. Propuestas para el ámbito educativo “La educación no se limita en modo alguno a las aulas; es una tarea que toda la sociedad debe llevar a cabo. Tenemos que retornar al propósito inicial de la educación, la felicidad perdurable de las personas, y reflexionar sobre el estado de nuestras respectivas sociedades y estilos de vida.” (1) -- Daisaku Ikeda Exposición de la SGI basada en las ideas educativas de Ikeda, Taiwán Daisaku Ikeda ha escrito diversas obras que contienen sus perspectivas sobre la educación. Entre ellas figuran las propuestas “Por una sociedad centrada en la educación” (Seikyo Shimbun, 29 y 30 de septiembre de 2000), “Por el predominio de la educación” (Seikyo Shimbun, 9 de enero de 2001) y “El desafío de un fortalecimiento global: Educación para un futuro sostenible” (Seikyo Shimbun, 26 de agosto de 2002), que han sido presentadas al sector educativo, a las Naciones Unidas, al gobierno japonés y a diversos organismos relevantes de la comunidad internacional. Sus escritos en torno al tema educativo no solo analizan cuestiones particulares dentro del sistema japonés sino también temas relevantes para la educación en general, tales como la violencia y la delincuencia. Ikeda destaca la necesidad de estructurar sociedades que prioricen la educación en beneficio del ser humano, en lugar de fomentar una educación subyugada a estrategias arbitrarias de la sociedad. Asimismo, Ikeda ha sugerido acciones concretas tales como el establecimiento de un Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (propuesta de 2002), el cual fue adoptado posteriormente por el organismo internacional en 2005. (1) (1) IKEDA, Daisaku: “Por el predominio de la educación”, Propuesta, Tokio, Seikyo Shimbun, 9 de enero de 2001. Formación de ciudadanos mundiales “La sociedad de hoy enfrenta un sinfín de crisis, todas simultáneas e interrelacionadas. Entre ellas forman fila las guerras, la destrucción ambiental, la brecha de desarrollo entre el Norte y el Sur, las divisiones de naturaleza étnica, religiosa o idiomática… Es una lista larga y familiar; reconozco que el camino hacia las soluciones puede parecer demasiado remoto y que, a fuerza de escollos, termina por intimidar aun al más optimista. No obstante, me permito decir que en la raíz de todos estos problemas se halla una imposibilidad colectiva: la de poner al ser humano y a la felicidad del hombre en el centro de todas las empresas y en la meta de todas las actividades. El hombre es el punto al cual debemos regresar y es, al mismo tiempo, la línea de partida infalible de cada nueva travesía. En síntesis, lo que hace falta es la transformación en el seno del hombre; una revolución humana.” (1) -- Daisaku Ikeda [Leer texto completo] Graduación de la Universidad Soka de los Estados Unidos (Mayo, 2007) El ideal de una ciudadanía global está presente en todas las instituciones educativas fundadas por Daisaku Ikeda. Éstas tienen por objetivo fomentar la empatía, el respeto a la diversidad, el sentido de pertenencia al género humano y de responsabilidad hacia la comunidad global. Por ello, las universidades del sistema Soka promueven entre sus alumnos el intercambio internacional. Cabe destacar que la Universidad Soka fue la primera institución de educación superior japonesa en recibir estudiantes de intercambio gubernamental de la China (1975), luego de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre ambos países. El concepto de ciudadanía global de la Soka fue expuesto inicialmente por el educador Tsunesaburo Makiguchi, quien postuló que la educación debía alentar en las personas el sentimiento de ser a la vez ciudadanos de una comunidad local, una sociedad nacional y el mundo. Daisaku Ikeda afianzó su convicción del valor de este postulado tras experimentar en carne propia la guerra. En una conferencia brindada en la Universidad de Columbia, Ikeda expuso los siguientes tres requisitos del ciudadano global: La sabiduría para reconocer la trama de vínculos indisolubles que mantienen unida la vida, en todas sus formas. El coraje para no temer a las diferencias ni negarlas; pero también coraje para respetar y tratar de comprender a las personas de diferentes culturas, y crecer a partir del contacto con ellas. La solidaridad para cultivar la empatía despierta que vaya más allá del ambiente inmediato y abarque a los que sufren en lugares remotos. Lawrence E. Carter, deán de la Capilla “Martin Luther King (h)” de la Universidad Morehouse escribió: “La democracia florece solo cuando la gente está esclarecida, puede dialogar y cooperar, a pesar de las diferencias, y construir una sociedad llena de esperanza que apunte hacia el objetivo último de una coexistencia pacífica. El planteamiento educativo de Ikeda resulta crucial para que los educadores de todos los niveles comencemos a transformar nuestro espíritu y a realizar cambios acordes en la política pública”. (2) Ikeda expresó: “[L]o que hoy hace falta son ciudadanos del mundo, que puedan adoptar una perspectiva realmente global y que estén consagrados al bienestar de la humanidad en su conjunto. Es imperioso forjar personas así y generar una solidaridad de bases muy extensas que las una. Será necesario reformar la educación, para que pueda responder a esta exigencia de la época. En tal sentido, siento que la misión y la responsabilidad de las universidades, como instancias superiores del saber, es crucialmente importante. (…) La Universidad Soka de los Estados Unidos fue fundada como una institución de artes liberales, con la esperanza y el deseo de que todos los que estudien aquí puedan cultivar y perfeccionar la fortaleza interior necesaria para traducir cualquier tipo de conocimientos en valores sólidos, y crear, desde su puesto como ciudadanos del mundo, la paz y la felicidad de todos los hombres.” (3) (1) IKEDA, Daisaku: “El desafío de formar ciudadanos del mundo”, El nuevo humanismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, págs. 80-81. (2) MILLER, George David: “Foreword by Lawrence Edward Carter Sr. (Prólogo de Lawrence Edward Carter, padre)”, Peace, Values, and Wisdom: The Educational Philosophy of Daisaku Ikeda (Paz, valores y sabiduría: La filosofía educativa de Daisaku Ikeda), Nueva York, Editions Rodopi B.V, Nueva York, 2002, pág. xvii. (3) IKEDA, Daisaku: “La universidad del siglo XXI, cuna de ciudadanos del mundo”, Tokio, Seikyo Shimbun, 26 de mayo de 2005. Mensaje enviado a la primera ceremonia de graduación de la Universidad Soka de los Estados Unidos. Educación para un futuro sostenible El desafío de un fortalecimiento global: Educación para un futuro sostenible Daisaku Ikeda Presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI) 2002 La necesidad de cambio Han pasado diez años desde que se realizó la Cumbre de la Tierra en el Brasil, un evento que, sin duda, irradió un rayo de luz sobre la necesidad de proteger el ambiente global. Desde entonces, el término “desarrollo sostenible” se ha convertido en parte integral de nuestro vocabulario; y podríamos decir que, en algunos frentes, ha habido avances. Sin embargo, en líneas generales, no se han cumplido los acuerdos a los que se llegó en Río, y lo acumulado hasta la fecha no ha ido al mismo ritmo que la degradación de los ecosistemas que habitan el planeta. Sin duda alguna, no podemos permitir que esta situación se perpetúe en el siglo veintiuno. Para resolver esta crisis, será necesario un incremento en la utilización de conocimientos, tecnología y recursos económicos. Pero lo que está fallando en el nivel más fundamental, según mi punto de vista, son elementos intangibles. Tal es el caso de la solidaridad, el tener objetivos comunes con los demás pobladores de la Tierra y un sentido de responsabilidad por las generaciones futuras. En junio de este año, tuve la oportunidad de reunirme con el señor Tommy E. Remengesau hijo, presidente de la República de Palaos, una nación insular de la que se dice es como una joya colocada en el Océano Pacífico. En ese momento, dialogamos sobre la crisis medioambiental, y el presidente Remengesau compartió conmigo sus profundas preocupaciones. “El recalentamiento global”, dijo, “es un problema sumamente serio para los pobladores de Palaos. Los niveles del océano han subido y el agua salada está invadiendo los acuíferos. La belleza natural de nuestras islas está bajo amenaza. El fenómeno del Niño ha causado escasez de lluvias y esto ha hecho progresar la destrucción de nuestros arrecifes de coral. La temperatura del agua ha aumentado enormemente y ha hecho que los corales pierdan su color natural y mueran”. El presidente Remengesau también mencionó que Palaos se ha involucrado activamente en la investigación, y que está proponiendo fuentes de energía alternativas que reduzcan los gases del efecto invernadero. Los tiempos exigen que tanto los gobiernos como la sociedad civil produzcan este tipo de respuesta activa; que individuos y gobiernos se nieguen a convertirse en observadores pasivos o en víctimas de las circunstancias. En la película “Una revolución silenciosa”, producida por el Consejo de la Tierra para la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, se presentan inspiradores ejemplos de este tipo de acciones proactivas. Uno de esos ejemplos es el de los habitantes del pueblo de Nimi, en la India, y su repuesta al problema de los recursos hídricos. Otro ejemplo fueron las acciones de la población ante la amenaza de contaminantes orgánicos persistentes en el lago Zemplinska Sirava, en Eslovaquia. La película también muestra el ejemplo de mujeres que se han levantado por sí solas para proteger los bosques de Kenia. Nuestra organización, la Soka Gakkai Internacional (SGI), en respaldo a los objetivos de esta película, cooperó con su producción. Lo hemos hecho porque creemos que el tema central de la película, es decir, que una sola persona puede cambiar el mundo, es el mensaje de valor y esperanza que más se necesita en estos tiempos difíciles. Una de las metas de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible es diseñar y adoptar un plan de aplicación que sirva de base para hacer que el siglo veintiuno sea una era de coexistencia creativa entre los humanos y la naturaleza. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha recalcado que la cumbre servirá para demostrar lo que ocurre cuando un país se decide a actuar. El éxito de la cumbre servirá de apoyo para que se desarrolle un discurso constructivo que trascienda los contradictorios intereses nacionales y que se enfoque en lo positivo del planeta entero y de toda la humanidad. Como parte de nuestros esfuerzos por respaldar la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, en una propuesta que escribí hace uno meses este mismo año, presenté tres sugerencias para una posible reforma del sistema internacional que tiene que ver con la protección del medio ambiente. El primero es la designación de un alto comisionado de la ONU para el medio ambiente que ejerza un claro liderazgo e impulse iniciativas bien definidas para la solución de los problemas ambientales a nivel global. El segundo es una consolidación escalonada de las secretarías que vigilan la aplicación de varios tratados ambientales, vinculados al establecimiento de un fondo verde global. El tercero es la adopción de una convención para la promoción de recursos de energía renovables. Al mismo tiempo, recalqué la necesidad crear conciencia y de modificar nuestra manera de pensar acerca del medio ambiente. Además de las reformas impuestas “desde arriba”, como pueden ser las medidas legales e institucionales señaladas anteriormente, cualquier solución duradera requerirá también de reformas impuestas “desde abajo” que construyan y fortalezcan la solidaridad entre los individuos. Estos son los dos requisitos previos vinculados entre sí para generar un cambio global. En esta propuesta, me gustaría centrarme en la pregunta de cómo afianzar la solidaridad popular a nivel global para solucionar la crisis del medio ambiente. La década internacional de la educación para el desarrollo sostenible Si el objetivo es que los problemas ambientales se asuman como una preocupación personal y que los esfuerzos de los individuos estén en sintonía con el futuro de la humanidad, la educación resulta esencial. La educación es lo único que puede servir de fuerza propulsora para una renovación en la toma de conciencia. Por esta razón, la SGI ha propuesto el establecimiento de una década internacional de la educación para el desarrollo sostenible que, a partir del año 2005, siga a la Década para la Educación de los Derechos Humanos de la ONU. Los objetivos de dicha década serían promover la educación como base para una sociedad humana sostenible y para el afianzamiento de una cooperación internacional orientada a la difusión de la información ambiental. Durante la reunión PrepCom IV de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible que se realizó el pasado mes de junio en Indonesia, se incluyó esta propuesta en el diseño del plan de aplicación. En el plan de acción Agenda 21 adoptado en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río, quedó claramente establecida la importancia de la educación para el desarrollo sostenible. Según lo recalcado en 1997 en la Declaración de Thessaloniki de la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente y la Sociedad, lo medular de este concepto es la sostenibilidad. Según palabras de la Declaración: “El concepto de sostenibilidad no solo abarca el medio ambiente, sino también la pobreza, la población, la salud, la seguridad de los alimentos, la democracia, los derechos humanos y la paz”. Debido a que los problemas ambientales se encuentran tan profundamente vinculados con estos conflictos globales, su solución requiere un replanteamiento fundamental de nuestra manera de vivir, no solo como individuos, sino también como sociedades y en términos de la civilización humana misma. En este sentido, pienso que la década de la educación para el desarrollo sostenible debe promoverse teniendo presentes estas tres metas: Aprender y avanzar en cuanto a la toma de conciencia acerca de los problemas y las realidades ambientales. Reflexionar sobre nuestro modo de vivir, y que nuestro estilo de vida experimente una renovación orientada a la sostenibilidad. Fortalecer a las personas para que puedan emprender acciones concretas que les permitan resolver los problemas que enfrentamos. Aprender Es esencial ahondar en la comprensión y en la toma de conciencia. Todo comienza con comprender lo básico: la cantidad de bosques que se han perdido en el mundo, por ejemplo; el grado de contaminación del aire, el agua, los suelos y el impacto general que ha sufrido el ecosistema en el planeta. Tenemos que entender las causas y las estructuras sociales que han dado pie a la destrucción ambiental. También es preciso que, con verdadera empatía, aprendamos a comprender las realidades de los que sufren mientras abrazamos su dolor como si fuera nuestro, conscientes de nuestra interconexión. Este tipo de esfuerzo dará vida a una concepción renovada y a una decisión de actuar. Resulta vital que se incorporen estos esfuerzos, particularmente en los primeros años del programa de estudios en la escuela primaria. Me refiero a la fase de crecimiento cuando los niños poseen una mayor riqueza en su sensibilidad, imaginación y creatividad, cuando su deseo de aprender y absorber alcanza su máxima expresión. Varios países ya promueven la educación ambiental como parte integral de su programa escolar. Cultivar en los corazones de niños el deseo de valorar la naturaleza y proteger la Tierra es un paso vital para la protección de su propio futuro. En la Escuela Secundaria Soka de Kansai, en el Japón, los estudiantes han participado en un aprendizaje experimental, en el que han hecho filmaciones de la Tierra desde el trasbordador espacial y desde la estación espacial internacional como parte del programa “EarthKAM” de la NASA. Como fundador de dicha escuela, me he sentido conmovido e impresionado por el impacto educativo que ha causado en estos niños confirmar visualmente, gracias a este proceso, las pruebas de la existencia de una crisis ambiental en el mundo. Durante algunos años, he solicitado que se realizara una Cumbre Mundial de Educadores que no solo reuniera a los responsables de la política educativa de cada país, sino también a personas directamente comprometidas con la primera línea de la educación. A comienzos de esta década de la educación para el desarrollo sostenible (2005), sería conveniente realizar una conferencia internacional en la que los educadores del mundo entero pudieran intercambiar sus ideas, sus experiencias y sus mejores prácticas en el área. También es importante que los movimientos populares desarrollen oportunidades que propicien un entendimiento más profundo de la crisis ambiental que enfrenta el mundo. Con este objetivo, la SGI organizó la exposición “Hacia un siglo de esperanza: medio ambiente y desarrollo” como evento oficial de la Cumbre de la Tierra que se celebró en Río. La SGI de los Estados Unidos ha creado una muestra itinerante titulada “Ecología y vida humana”, y la Soka Gakkai del Japón ha desarrollado la exhibición “EcoAid”. Estos esfuerzos, realizados con la cooperación de otras ONG, tienen el fin de contribuir con la educación pública y mejorar el conocimiento a escala popular. Reflexionar Además de procurar que la información sea exacta, es crucial dejar en claro cuáles son los valores éticos que compartimos. Esto es particularmente importante en el caso de los problemas ambientales, los cuales pueden llegar a ser tan vastos y complejos que la información y el conocimiento solos pueden hacer que las personas se pregunten qué significa todo esto para ellos, sin llegar a tener un sentido claro de qué pasos concretos pueden tomar. Para contrarrestar tales sentimientos de impotencia y desconexión, la educación debe propiciar que se comprenda la intima conexión que existe entre nuestras vidas y los problemas ambientales. La educación también debe ayudar a que cada uno de nosotros confíe en su propio potencial y tome conciencia de la responsabilidad que tiene para efectuar cambios positivos a escala global. La Declaración de Thessaloniki establece que “la sostenibilidad es, en el análisis final, un imperativo moral y ético en el que se deben respetar la diversidad cultural y el conocimiento tradicional”. Nosotros podemos aprender de la rica herencia espiritual y de las diversas tradiciones culturales que la humanidad ha cultivado a lo largo de la historia. A partir de estos, podemos obtener valiosísimas lecciones y visiones filosóficas sobre la manera de vivir mejor como seres humanos. El borrador de la Carta de la Tierra fue redactado por el secretario general de la Cumbre de la Tierra en Río, Maurice Strong, y por el presidente de la Cruz Verde Internacional, Mikhail Gorbachov. Este documento compila diversas fuentes de sabiduría. Sus cuatro pilares son: 1) el respeto para toda forma de vida, 2) la integridad ecológica, 3) la justicia social y económica, y 4) la democracia, la no violencia y la paz. La Carta de la Tierra ofrece una visión amplia y plena de los valores y principios necesarios para un futuro sostenible. Por esta razón, es un recurso educativo de inestimable valor. Además de su contenido, tiene mucha importancia la manera en que se bosquejó este “manifiesto del pueblo”. En el proceso de su redacción, se hicieron esfuerzos por incorporar la sabiduría esencial de culturas y tradiciones de todas las regiones de la Tierra. Tanto los expertos como las personas comunes reflexionaron cuidadosamente sobre el lenguaje de los borradores. Hasta la fecha, la SGI ha llevado a cabo talleres y simposios en todo el mundo en un esfuerzo por promover y llevar los principios de la Carta de la Tierra a las personas comunes. Yo espero que se hagan esfuerzos por aprender de esta Carta en programas que vinculen sus principios con los problemas específicos de comunidades diferentes y sus escuelas. Una de las cuestiones del movimiento “Cinturón verde” de Kenia es que la aridez el desierto no se encuentra circunscrita al Sahara; comienza en el patio de nuestra propia casa. Sobre la base de un sentido de responsabilidad hacia el futuro, las madres y los niños involucrados en este movimiento han plantado unos 20 millones de árboles y les han brindado protección. Entiendo que los niños que han plantado estos árboles disfrutan con frecuencia de una competencia amistosa mientras prodigan todo su amor y sus cuidados hacia los arbolitos. A la vez que lo hacen, compiten entre sí para ver cuál de ellos crecerá más rápido. Este tipo de esfuerzo tiene gran significado, pues gracias a estas experiencias, todas las personas, y los jóvenes en particular, llegan a captar las realidades concretas de su comunidad y logran tomar conciencia del medio ambiente global. El educador japonés y fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), describió las comunidades locales como un modelo del mundo en miniatura. Makiguchi puso gran énfasis en la importancia de abrir los ojos de los niños al mundo mediante un aprendizaje arraigado en la comunidad local, lugar en el que se cruzan la historia, la naturaleza y la sociedad. Siento que este tipo de enfoque –es decir, ver el mundo desde la perspectiva de la comunidad local, y ver la comunidad desde la mirada del mundo— resulta crucial si queremos desarrollar una comprensión ética y un aprecio por la naturaleza que esté verdaderamente arraigado en las realidades de la vida diaria. El valor y la esperanza, en manos de la gente En tercer lugar, se debe procurar que las personas posean un valor y esperanza, para poder dar esos primeros pasos. A menos que cada vez más personas lleven estas normas y paradigmas a sus vidas y a menos que las practiquen, las severas realidades que estamos enfrentando no cambiarán porque se establezcan normas, éticas y paradigmas según lo convenido. En otras palabras, la ética no nos permitirá responder firmemente a las cambiantes circunstancias si se percibe solo como un juego de pautas que se deben seguir pasivamente, como obligaciones impuestas desde afuera, poco conectadas con nuestras vidas individuales o con nuestros deseos. La ética y los paradigmas así percibidos se abandonarán ante la primera crisis. Por esta razón, la ética ambiental se debe sentir como un juramento y un reto profundamente personal. Su cumplimiento proporciona a nuestra vida un sentido y una alegría inagotables. En la actualidad, estoy participando en un proceso de diálogo con la economista ambiental y futuróloga doctora Hazel Henderson, quien ha dicho que su fuente de inspiración a la hora de actuar ha surgido de su afán por proteger a su hija de los riesgos de la contaminación atmosférica. “La mayoría de quienes comenzamos a trabajar en la campaña ‘Ciudadanos por un aire limpio’ éramos madres”, dice. “Como nosotras sabemos la gran tarea que implica criar a los hijos, nos sentimos ansiosas por lograr que estos tengan el mejor futuro posible. Al mirar hacia atrás, comprendo que eso fue lo que nos dio la fuerza para soportar todo tipo de persecuciones y librar esta batalla hasta el final”. Para que sea eficaz, la ética debería estar cargada de este tipo de sentimiento natural y espontáneo; es decir, de ese impulso irresistible que nos hace actuar cuando vemos que las personas y el mundo que amamos están expuestos al peligro. Este tipo de ética posee vida propia y es lo que en verdad se integra a la fibra misma de nuestra humanidad. ¿Cuáles son, entonces, los valores que pueden servir para unir realmente a la humanidad? ¿Qué es lo que lleva a los seres humanos a unirse en un lazo de solidaridad genuino? En la médula misma de los valores que buscamos debe haber una reverencia profunda por la vida en sí. Este sentido de respeto y reverencia puede despertar en las personas la certeza de su conexión con todas las demás formas de vida con las que comparten este planeta, y de su inseparabilidad con las generaciones futuras. Desde la antigüedad, esta valoración de la inseparabilidad y de la conexión con la vida ha sido parte de muchas tradiciones culturales, y se ha transmitido y continúa estando en muchas culturas indígenas. Resulta vital que la humanidad en su totalidad se pliegue humildemente a esta sabiduría viviente. Por ejemplo, el pueblo indígena de Desana, en el Amazonas, dicen que los seres humanos no pueden vivir en aislamiento y que solo pueden desarrollarse si coexisten en armonía con su entorno natural. El pueblo iroqués de América del Norte nos exhorta a tomar todas las decisiones “manteniendo en mente, no solo la generación actual, sino las próximas, incluso aquellas cuyos rostros están aún bajo tierra, las que todavía están por nacer en el futuro”. Según esta visión del mundo, todos los animales y las plantas se perciben como hermanos. Una vida dedicada a colaborar con los demás Esta reverencia por la vida también se resalta en muchas tradiciones religiosas. En la tradición budista que sirve de inspiración a las actividades de la SGI, se encuentran estas palabras: “¡Que todos los seres, los que hemos podido ver y los que no hemos podido ver, los que viven lejos y los que viven cerca, los que han nacido y los que están por nacer! ¡Que todos los seres vivos disfruten de felicidad!” Estas palabras tienen como base el punto de vista de que todas las formas de vida están interconectadas y se apoyan unas a otras. El budismo define esta relación como “origen dependiente”. En este caso, la clave es comprender que el deseo de felicidad yace en la médula misma de esta interconexión. Por esta razón, las enseñanzas budistas recalcan nuestro rol como protagonistas de un cambio positivo. Aunque reconoce la influencia que ejerce nuestro medio ambiente sobre nosotros, el enfoque está en nuestro compromiso activo y consciente con nuestro ambiente y con las demás formas de vida. La poderosa fuerza que impulsa este dinámico proceso de cambio yace la preocupación y la misericordia que demostramos por los demás. A través del diálogo y del compromiso, hacemos brotar, desde nosotros mismos, e inspiramos en las vidas de los demás, una profunda razón de ser y una gran alegría. Iniciamos un proceso de cambio fundamental que despierta en nuestro interior un amplio sentido de identidad; es decir, nuestro “gran yo”. El objetivo primordial de las actividades de la SGI es que, a partir de nuestra propia reforma interior o “revolución humana” personal, florezca universalmente la filosofía de reverencia por la vida. En 1930, Tsunesaburo Makiguchi, en su obra Sistema pedagógico para la creación de valor, instaba a realizar una transformación fundamental en la forma en que las personas ven su vida. Makiguchi condenaba que los hombres vivieran un estilo de vida dependiente y pasivo. Declaró que incluso un estilo de vida activo e independiente tampoco es suficiente, e hizo un llamado para que las personas vivamos una existencia conscientemente interactiva, interdependiente y dedicada a contribuir con los demás. Un estilo de vida pasivo y dependiente carece de un sentido claramente definido de la personalidad; nos lleva a vivir a merced de las circunstancias cambiantes. Un modo de vida independiente puede manifestar un sentido claro de la personalidad individual, pero está privado de un claro sentido de las realidades y necesidades de los demás. Por el contrario, un estilo de vida dedicado a los demás tiene como base el conocimiento de la naturaleza interdependiente de nuestras vidas, es decir, de las relaciones que nos unen a los demás y a nuestro medio ambiente. Es un estilo de vida en el que nos esforzamos por convertir en realidad no solo nuestra felicidad individual, sino también la de los demás. Un estilo de vida así se centra en lo que en la actualidad se denomina “empowerment” [desarrollo de la capacidad inherente], en particular mediante el tipo de diálogo que da rienda suelta a nuestro inmenso potencial interior e inspira a las personas a trabajar juntas por la paz y la felicidad de toda la comunidad global. Esto me recuerda las palabras de Aurelio Peccei, cofundador del Club de Roma, cuyo informe titulado “Los límites del desarrollo” despertaron en el mundo la conciencia de la crisis ambiental. En un diálogo que compartimos, el doctor Peccei declaró: “El espectro de capacidades aún inactivas con las que cuenta cada individuo es tan vasto, que podemos convertirlas en el mayor de los recursos humanos. Solo cuidando y desarrollando estas capacidades de un modo consistente con nuestra nueva condición en este mundo ya transformado, podremos aportar nuestro grano de arena para que haya orden y armonía en nuestros asuntos, incluso en nuestras relaciones con la naturaleza y para poder así avanzar con firmeza”. Hoy en día, nada es más importante que dar al ser humano un tipo de educación humanística que le permita percatarse de su interconexión con todo lo que existe. Esto nos permite valorar el potencial infinito que yace en la vida de cada persona y cultivar ese potencial humano inactivo hasta llevarlo a su máxima expresión. Por más complejos que puedan parecer los problemas globales, debemos recordar que fuimos nosotros los que les dimos vida. Por consiguiente, es imposible que estos sobrepasen la capacidad que, como seres humanos, tenemos para resolverlos. Volver a enfocarnos en la humanidad, reformar y hacer surgir las capacidades internas de nuestras vidas; este tipo de revolución humana individual es lo que puede desatar una reforma y un fortalecimiento eficaces a escala global. Para expresar mis deseos cordiales por el éxito de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, me gustaría compartir estas palabras de la fallecida poetisa laureada de Dinamarca, mi estimada amiga Dame Esther Gress. Si usted quiere cambiar el mundo debe cambiar al hombre. Si usted quiere cambiar al hombre debe hacerle querer cambiar. También me gustaría citar estas palabras del renombrado escritor nigeriano Ben Okri, de un poema dedicado al nuevo siglo. No es posible rehacer el mundo sin rehacerse a uno mismo. Cada nueva era comienza desde adentro. Es un acontecimiento interno, con posibilidades insospechadas de liberación interior. El corazón de la educación humanística [IKEDA, Daisaku: Seikyo Shimbun, Tokio, 18 de diciembre de 1999. Publicado con el seudónimo literario de Ho Goku.] “El noventa y ocho por ciento de lo que soy hoy lo aprendí de mi mentor”, esa fue la enérgica declaración que hice en mi alocución titulada “Reflexiones sobre la educación para formar ciudadanos del mundo”, realizada en el Instituto de Educadores de la Universidad de Columbia, en Nueva York, en junio de 1996. Quería transmitir el profundo significado de lo que llamé “Universidad Toda”, un sistema basado en el principio de que son las personas quienes forjan a las personas y que la esencia misma de la educación humanística yace en la relación entre el maestro y el alumno. Creo que no es exagerado decir que las enseñanzas grabadas en mi mente juvenil fueron gotas preciosas de la maravillosa medicina de la sabiduría. Mientras estudiaba al lado de mi mentor, decidí que mi misión como discípulo sería expandir esa rica simiente que recibía del señor Toda, y mi desafío, ver cuán lejos podría llegar en un vasto océano de valor infinito. * Utilizábamos los textos más importantes de famosos eruditos, los mismos que se usaban generalmente en las universidades japonesas. Por ejemplo, tuve que leer Keizaigaku Nyumon (Introducción a la Economía) de Kanae Hatano, publicado en 1950 por Nihon Hyoronsha; Hogaku Genron (Estudios básicos de Derecho) de Kojiro Wada, publicada por Keibundo Shoten, en 1948; Kagaku (Química), Chikyu to Tentai (La Tierra y los planetas) y Seimei (La vida), todos de F. Sherwood Taylor; también parte de su completo libro The World of Science (El mundo de la ciencia), traducido por Toshiaki Shirai y Raikichi Kuwaki, publicado por Kawade Shobo, en 1953; Shiryo Nihon Shi (Fuentes de la historia japonesa) de Eiichi Ozawa, Hiroshi Takai y Yasumasa Oda, publicado en 1952 por Shimizu Shoin; Sekai Shi (Historia del mundo) de Toshitaka Yada, publicada por Yuseido, en 1954; y Seijigaku (Ciencia Política) de Yasuzo Suzuki, publicado por Seirin Shoin, en 1955. Todos estos libros, de los cuales tengo gratos recuerdos, están ahora en la Colección Ikeda de la Biblioteca Central de la Universidad Soka. * Cuando abrí uno de esos textos, Chikyu to Tentai (La tierra y los planetas), estas palabras parecieron saltar de la página: ... la cantidad de estrellas supera 1015, de modo que, si este número es correcto, podríamos esperar que existan diez millones de estrellas con planetas dentro del alcance de nuestros telescopios. Sólo una pequeña proporción de planetas tienen aire, agua y una temperatura apta para que las moléculas complejas pueden existir y ejecutar los intrincados cambios característicos de la materia viva. Pero si sólo uno de cien planetas llenara estas condiciones, podrían existir cien mil tierras capaces de sostener la vida. (1) Este pasaje fue una parte muy importante de la clase de astronomía. Complacido por el hecho de que el enfoque coincidiera perfectamente con sus propias ideas, el señor Toda dijo: “En el universo existen muchos, muchos planetas similares a la Tierra. A esto aluden las escrituras budistas cuando dicen ‘tierras en otras direcciones’”. Mi joven corazón danzó ante el modo dinámico y destrabado en que relacionaba el Budismo con la ciencia moderna. Nichiren Daishonin declaró: “Los budas de las diez direcciones se reunirán en multitud y llenarán las tierras al este, oeste, norte y sur, en las ocho direcciones, el sistema mayor de mundos y los cuatrocientos mil millones nayutas de tierras”. (2) Un antiguo texto define un nayuta como diez a la sexagésima potencia (1060), en otras palabras, un uno seguido por sesenta ceros. Esta es una clara afirmación de que, más allá de nuestro sistema solar y de nuestra galaxia, existen un número infinito de “tierras de buda”. El Budismo enseña que el cielo, la Tierra, el Sol, la Luna y el número infinito de estrellas están sujetos a las fases que van del nacimiento a la muerte. La aparición y desaparición de las estrellas; la formación, permanencia, decadencia y desintegración de galaxias; todos esos fenómenos que se producen en gran escala fueron uno de los principales tópicos de estudio. Con frecuencia, hablábamos de la interrelación del universo y la vida. “La actividad humana —decía el maestro Toda— jamás puede escapar a la rítmica ley del universo. El Budismo de Nichiren Daishonin la enseña en el nivel fundamental, como una realidad verdadera, desde la perspectiva de la vida. Si comprenden esto [que la actividad humana está gobernada por esa ley], se darán cuenta de que son uno con el universo, y éste es uno con ustedes.” * Dieciséis años atrás, el 26 de noviembre de 1983, me encontré con el doctor Gerald Carr, el comandante del Skylab 4. Dijo que su experiencia le había enseñado que, aunque ocurren muchas cosas en el espacio, existe un orden estricto en las actividades, y agregó que ese orden es la universalidad que comparte toda la humanidad. Jamás olvidaré su penetrante y consciente observación. Cuando le pregunté si él pensaba que existía vida inteligente en algún otro lugar del universo, contestó que existía una gran posibilidad de que la hubiera. Luego, con un toque de humor, agregó que si existían formas de vida más avanzada que la nuestra, sin duda ya estarían observándonos, porque la Tierra “hace mucho ruido”. La aventura de la exploración espacial abre nuestra mente e imaginación a posibilidades tan ilimitadas como el vasto cielo. También nos traerá un sentido de unión, conducente a la cooperación y la coexistencia. Precisamente el otro día (29 de noviembre), el descubrimiento de seis nuevos planetas, fuera del sistema solar, atrajo una gran atención. Vivimos en una época en la que la posibilidad de civilizaciones más allá de la Tierra será fuente de nuevas emociones. Por fin, estamos ingresando en el tiempo en que lograremos la armonía y la unión como ciudadanos globales con un destino compartido, tal como lo vaticinó el señor Toda. * El maestro Toda insistía en la necesidad de poner el acento en la enseñanza de la astronomía. ¿Por qué? Porque su estudio nos permite tomar consciencia de que vivimos todos juntos en un planeta pequeño, pequeño, y despierta en nosotros un sentimiento de amor fraterno y un loable afán de paz. En 1993, me encontré con el doctor Robert Jastrow, director del Instituto y Observatorio Astronómico Monte Wilson de Pasadena, en California. Como resultado de ese diálogo, las escuelas Soka de segunda enseñanza elemental y superior de Tokio y de Kansai están ahora unidas a aquel instituto por una computadora, lo que permite a nuestros estudiantes observar los planetas mediante el telescopio del observatorio. Además, la escuela Soka de segunda enseñanza elemental y superior de Kansai ha sido elegida como una de las dos primeras escuelas japonesas en participar en un programa educativo desarrollado por la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos), utilizando fotografías de la Tierra tomadas durante las misiones de los transbordadores espaciales. Cuando el astronauta japonés Mamoru Mori vuelva al espacio exterior el próximo mes, en el transbordador Endeavor, nuestros estudiantes empezarán sus observaciones y experimentos. El Endeavor, cuyo despegue está programado para el 13 de enero de 2000, realizará el primer vuelo espacial del nuevo milenio y llevará consigo las esperanzas y los sueños de nuestros brillantes jóvenes líderes del siglo XXI. (1) F. SHERWOOD, Taylor: The World of Science (El mundo de la ciencia), W.W. Norton & Company, Inc., 1950, pág. 792. (2) Writings of Nichiren Daishonin, pág. 1074. La tradición de la Universidad Soka [IKEDA, Daisaku: Seikyo Shimbun, Tokio, 15 de marzo de 1998. Escrito bajo el seudónimo literario de Ho Goku.] Pronto nos darán la bienvenida los sonrientes rostros de las flores de cerezo. Decenas de miles de brillantes y talentosos jóvenes graduados han cruzado las puertas de la Universidad Soka, ciudadela de la sabiduría y del intelecto; van camino al siglo XXI. Precisamente el otro día, supe que ciento sesenta y dos de nuestros estudiantes (incluyendo los de cursos por correspondencia) aprobaron el examen para obtener empleo como maestro de prefectura en 1998. Como fundador de la Universidad Soka, me es imposible expresarles cuán feliz me siento. En estos últimos años, la recesión económica generó un incremento en la cantidad de postulantes para el examen. Por otro lado, el índice de natalidad sigue descendiendo, y menos niños en edad escolar significan menos vacantes en la docencia. Sin embargo, a pesar de la intensa competencia, cada año, durante siete ciclos consecutivos, más de cien estudiantes de la Universidad Soka han pasado la prueba. Personas de todas partes del Japón han alabado este récord maravilloso. Los felicito de todo corazón por su espíritu invencible. También deseo expresar mi profunda gratitud a los profesores y al personal de la universidad que los han alentado y apoyado siempre. Desde la primera graduación, en 1975, hasta el presente, más de dos mil cuatrocientos egresados han obtenido empleo como maestros en escuelas públicas y privadas. Estoy seguro de que esto deleitaría al primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, padre de la educación para la creación de valor. * La educación es nuestra tarea más importante, porque es lo que moldea a nuestros futuros líderes. En la primavera de 1930, el señor Makiguchi le decía en una carta a un amigo: “La reciente política educativa, como también los maestros en las aulas, se han vuelto totalmente burocráticos y abúlicos; destruyen todo el propósito de la educación. Esto coloca en grave peligro al futuro del Japón”. La decadencia de la educación deviene en la decadencia moral y espiritual, tanto de los ciudadanos como de la sociedad que integran. Por eso, el señor Makiguchi abogó por una reforma educativa y deseó, más que nada, forjar maestros sobresalientes. El 18 de noviembre del año en que escribió esta carta, fundó, junto con Josei Toda (luego, segundo presidente de la Soka Gakkai), la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad educativa para la creación de valor). El señor Makiguchi creía que el propósito de la educación era brindar felicidad a los niños. Albergaba una clara visión de la persona que llevaría adelante la sagrada tarea: no era alguien que se acomodaba en el trono del saber, sino un servidor público que guiaba a quienes aspiraban a ese trono. El suyo fue un clamor revolucionario por una educación humanista. * El señor Makiguchi solía decirle a su familia: “En el futuro, habrá una escuela que pondrá en práctica los métodos educativos para la creación de valor, desde el jardín de infantes hasta el nivel universitario. El joven Toda se ocupará de que mi tarea continúe”. Y el señor Toda me dijo a mí, su discípulo: “Trabajemos juntos para fundar la Universidad Soka; si no es en mi generación, será en la tuya. Confío en ti. ¡Hagamos de ella una universidad de nivel mundial!”. Esto fue a fines del otoño de 1950. Las empresas del señor Toda estaban en una situación muy difícil, pero, aún así, él podía mirar con serenidad el futuro lejano y distante. * La educación será mi obra final. Tanto el señor Makiguchi como el señor Toda eran docentes. Aunque yo jamás estudié para maestro ni enseñé en un aula, he podido realizar el deseo de ambos; establecí el sistema educativo Soka y logré que los ideales y los principios de la educación para la creación de valor fueran reconocidos por todo el mundo. Esta ha sido mi misión como discípulo. La terminante exposición que el señor Makiguchi hizo de sus ideales educativos —Soka Kyoikugaku Taikei (Sistema pedagógico para la creación de valor)— ya ha sido traducida a cuatro idiomas. Esto me complace inmensamente. Además, tanto en el Brasil como en los Estados Unidos, una cantidad de escuelas han incorporado esas ideas en su plan de estudios y han obtenido resultados notables. Los alumnos muestran una participación más activa y sus notas han mejorado. Especialmente en Brasil, la educación para la creación de valor ha tenido una amplia acogida; en 1995, sólo una escuela utilizaba este método; hoy, son dieciocho. Enfrentamos una crisis educativa mundial, y a lo largo de los años, la propuesta del señor Makiguchi ha llegado a brillar como una luz en la oscuridad, como el medio idóneo para destacar los verdaderos valores. * Tengo encuadernados muchos ensayos escritos por graduados de la Universidad Soka. Son unas dos docenas de volúmenes que incluyen trabajos de estudiantes de la primera promoción y de años recientes. Los conservo frente al Gohonzon y continúo orando por el crecimiento y la felicidad de cada graduado. Con frecuencia, hojeo las páginas, pregunto por esta persona y por aquella; algunas veces envío un libro, un mensaje breve o un poema, para alentarlos. Todos ellos son seres preciosos que han venido a estudiar en la universidad que yo fundé. Nos une un firme lazo humano, una promesa hecha en los días de juventud. * Muchos de nuestros estudiantes van a la Universidad Soka de los Estados Unidos, en Calabasas, California, para seguir un curso breve de inglés y experimentar las vivencias de un viaje al extranjero. También se aproxima rápidamente la inauguración de la ciudad universitaria en el condado de Orange de los Estados Unidos. Hasta la fecha, la Universidad Soka está participando en programas de intercambio con sesenta y siete universidades alrededor del globo. Un conjunto de primeras figuras se está reuniendo para preparar la gran actuación en el escenario del siglo XXI. La misión de la Universidad Soka de los EEUU [IKEDA, Daisaku: Seikyo Shimbun, Tokio, 30 de septiembre de 2002. Publicado con el seudónimo literario de Ho Goku.] La célebre poetisa y autora del siglo XX, Marguerite Yourcenar, quien además cuenta con la distinción de ser la primera mujer aceptada por la prestigiosa Academia Francesa, dijo: “El verdadero lugar del nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros”. (1) Ha transcurrido un mes y medio desde que la Universidad Soka de los Estados Unidos (SUA, por sus siglas en inglés) recibió al segundo grupo de nuevos alumnos, quienes acudieron llenos de firme decisión y gran sentido de la misión. Muchos de ellos eligieron seguir sus estudios en la SUA, a pesar de haber aprobado los exámenes para ingresar en prestigiosas universidades como la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), la Universidad de Berkley y otras a lo largo de todo el país. Como fundador, no tengo más que palabras de gratitud para los estudiantes a quienes me unen vínculos místicos, jóvenes que han acudido para construir la SUA con sus propias manos en lugar de aspirar a un centro de estudios con trayectoria ya establecida. Para mí nada podría llenarme de mayor dicha y satisfacción. Estoy consciente de los innumerables esfuerzos que cada uno de ustedes ha desplegado para ingresar en esta casa de estudios. Tú, que tienes una fresca mirada juvenil que refleja la victoria con la que coronaste aquellos días de estudiante secundario, cuando luchabas para no convertirte en un “desertor” más. Días de contienda permanente en los que muchas veces estuviste a punto de abandonarlo todo, pero de la que saliste airoso, gracias al apoyo constante de tus amigos... Tú, que trabajaste denodadamente, día tras día, en una tienda de alimentos, para costearte el pasaje a los Estados Unidos; ¡tu esfuerzo te ha brindado la gloriosa victoria! Tú, que durante los preparativos para el examen de ingreso le robaste horas al estudio para sumergirte hasta muy avanzada la noche en las páginas de La nueva revolución humana”, esa historia de las Escuelas Soka, y avivaste el noble anhelo de participar en la construcción de la SUA. Mi corazón jamás se apartará de ustedes; ¿cómo podría alejarse de quienes han trazado tan maravillosa historia de juventud? En una de las salas de la biblioteca, que permanece abierta las veinticuatro horas del día, seguramente se escucha el sonido del teclado de las computadoras o el de las páginas de los textos volteándose, hasta muy tarde... La luz en las ventanas de los dormitorios estudiantiles es, para mí, la “luz del conocimiento” que alumbra a quien se consagra a la búsqueda intelectual. Si hubiese alguien que se quedara dormido en su escritorio, vencido por la fatiga de una dura jornada de estudio, quisiera abrigarlo colocando con sumo cuidado una frazada sobre sus hombros... Este es mi más sincero sentimiento. * A pocos meses de haberse inaugurado la SUA, los alumnos realizaron, en forma espontánea, su primera asamblea. Fue la noche del 11 de setiembre, aquel fatídico día del ataque terrorista que estremeció al mundo. La reacción de los alumnos, apenas se enteraron del incidente a tempranas horas de la mañana, no se hizo esperar. Decidieron llevar a cabo una ceremonia en homenaje a las víctimas, e invitaron a los ciudadanos de Aliso Viejo, localidad en donde se encuentra el campus de la universidad. En la noche, los educandos del primer ciclo se congregaron al pie de la Fuente de la Paz, frente a la Sala de los Fundadores. Sostenían velas que alumbraban tenuemente sus rostros circunspectos. Muchos de los ciudadanos invitados no ocultaban su ira por el atentado. Reinaba un ambiente tenso, incluso mientras los alumnos hacían llamados a la paz y leían poemas alusivos. El terrorismo había hecho trizas la confianza del hombre en sus semejantes. La impotencia y el odio se cernían, como nubes oscuras, sobre los corazones de las personas. De pronto, un estudiante se levantó y exclamó con expresión firme y decidida: “¡Tengo fe en que habrá paz mientras no perdamos las esperanzas!”. Estas valientes palabras, nacidas de un sincero deseo de paz auténtica, conmovió a muchos. Queridos alumnos, la Fuente de la Paz se halla en el corazón de cada uno de ustedes. Por lo tanto, la educación debe ser una labor dirigida a encontrar esa fuente y hacer que sus aguas fluyan en forma constante. El doctor Martin Luther King tenía razón al afirmar que la educación, orientada sólo a la eficiencia, se transforma en la mayor amenaza para la sociedad. Este año, ingresó en la SUA una jovencita cuyo padre fue víctima del atentado. El había sido alumno de la segunda promoción de la Universidad Soka, y por coincidencias del destino, su hija entró a la SUA integrando, también, el segundo grupo. Como fundador, estaré atento, velando por su desarrollo y crecimiento. * El doctor Daniel Habuki, presidente de la SUA, en uno de sus viajes a Japón, visitó, casa por casa, a quienes habían apoyado la construcción de la universidad, para expresarles su agradecimiento. No todas eran personas de holgada condición económica; es más, la mayoría vivía modestamente. Esas son las personas que sostienen a la SUA. El año pasado, cada integrante del primer curso había recibido como obsequio un cobertor (manta de abrigo cosida con telas superpuestas). Habían sido confeccionados a mano, a lo largo de tres años, por un grupo de voluntarios encabezados por miembros de la división de señoras del condado de Orange. Para los que se incorporan este año, han tejido bufandas. Lo que abrigó los hombros de los primeros estudiantes en las noches frías de la biblioteca, o en sus habitaciones, fue la sinceridad de los sentimientos con que aquellas personas habían confeccionado los cobertores. Se dice que, en otros tiempos, las damas participaron en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, cosiendo mantas que enviaban a los soldados destinados al frente. Esta vez, las madres Soka contribuyeron a la gran tarea de construir la SUA confeccionando afanosamente las cobijas para los estudiantes, hasta altas horas de la noche, luego de un agotador día de trabajo. Jóvenes, no olviden jamás este noble gesto. El claustro universitario existe para aquellas personas que no han tenido la oportunidad de ocupar sus aulas. ¿Para quién es la universidad? ¿Para qué son los estudios? Uno nunca debe perder de vista estos aspectos fundamentales. El Mahatma Gandhi se dirigió a los alumnos de una prestigiosa casa de estudios en la India de la siguiente manera: Ustedes tienen una profunda deuda con el más humilde de los campesinos. Son los ryots (2) los que les brindan cuidados, los visten y los alimentan. Son los pobres quienes construyeron estos espléndidos salones. Este lugar fue creado con la sangre y el sudor de los albañiles. Ustedes jamás se librarán de la deuda que tienen con ellos, a menos que dediquen el resto de sus vidas a su servicio. (3) La SUA es una universidad erigida por el pueblo. El sistema educativo Soka no hubiese podido concretarse sin el espíritu sincero y la solidaridad de todas las personas anónimas que pusieron su parte. Deseo de todo corazón que ustedes, estudiantes de la SUA, sigan formándose para triunfar en la vida; que avancen siempre, sumándose a las filas de la ciudadanía para defenderla; que se sientan orgullosos de tener como misión saldar su deuda con el pueblo. Esta universidad internacional emprendió el gran desafío de “formar auténticos ciudadanos del mundo”. * Uno de los primeros textos que los alumnos reciben como material de estudio, son los Diálogos de Platón; ellos brindan a los estudiantes una magnífica oportunidad para conocer el estilo del diálogo socrático, que busca desarrollar la moral y espíritu. La Academia, institución educativa fundada por Platón, dio mucha importancia al diálogo como instrumento de aprendizaje. Platón, al igual que su maestro Sócrates, platicaba con los jóvenes durante las clases, las comidas e incluso las caminatas. El intercambio de ideas entre el mentor y el discípulo, tanto en los estudios como en la vida, fue el alma de la Academia; fue la fuente que nutrió los novecientos años de existencia de ese notable centro educativo. Sócrates, después de un acalorado diálogo, dijo a su interlocutor: “Toma mi consejo, entonces, y sígueme adonde, cuando tú llegues, serás feliz tanto en vida como después que ella termine”. (4) En la SUA, el proceso de aprendizaje tiene lugar fomentando una relación estrecha y humanística entre el docente y el alumno, con profesores comprometidos a guiar personalmente a los educandos, para que ellos desarrollen su máximo potencial. El filósofo Ralph Waldo Emerson dijo: “Pregúntenos cuál es nuestra mejor experiencia, y nuestra respuesta será: unas cuantas conversaciones francas y sinceras con personas sabias”. (5) El diálogo jovial y abierto que aflora en el predio de la SUA será la verdadera fuente de la que emanarán el talento y la inteligencia, el que dará origen a grandes ciudadanos del mundo. Mi sueño es reencontrarme algún día con ustedes, alumnos que serán la primera y segunda promoción, con una profunda misión que cumplir, y estrechar fuertemente sus manos, en este hermoso campo desbordante de luz y frondosa vegetación. Oro para que su bienestar y desarrollo sean ilimitados, distinguidos ciudadanos del siglo XXI. No hay manera de cortar camino en el progreso como seres humanos. Cuiden bien su salud; sean conscientes de su compromiso de actuar en el gran escenario del mundo y sean, antes que nada, maestros en el esfuerzo. La vía de la dedicación seria es la verdadera senda forjadora del ser humano; es el camino recto que recorren los auténticos ciudadanos del mundo que construyen la historia. (1) YOURCENAR, Marguerite: Memorias de Adriano, traducción de Julio Cortazar, Editorial Sudamericana, 1955, pág. 34. (2) Ryots: Agricultores, granjeros y toda clase de gente muy humilde dedicada a las labores del campo. (3) MURIEL, Lester: Entertaining Gandhi (El ingenioso Gandhi), Essex, Ivor Nicholson & Watson, 1932, pág. 6. (4) PLATÓN: Lysis Symposium Gorgias (Lisis, Banquete, Gorgias), Londres, William Heinemann Ltd., 1967, pág. 531. (5) EMERSON, Ralph Waldo: Essays & Lectures (Ensayos y Conferencias), Nueva York, The Library of America, 1983, pág. 1093. Un maestro inolvidable [Ensayo de Daisaku Ikeda publicado en 1998, en la revista de Filipinas Mirror.] El educador japonés Tsunesaburo Makiguchi, gran innovador de la pedagogía y fundador de la Soka Gakkai (Sociedad para la Creación de Valor), fue una persona que superó numerosos obstáculos para poder aprender. Nacido en 1870 en una pequeña aldea costera, ya de niño tuvo que ayudar en el negocio familiar. En las jornadas más laboriosas, no faltaron ocasiones en que debió faltar a clases por varios días consecutivos. Sin embargo, tenía un amigo al que siempre le preguntaba sobre lo que se había aprendido ese día en la escuela. Y si su compañero tenía que ayudar en el negocio de su propia familia, Makiguchi le decía: “Yo haré tu trabajo, si tú me dices lo que aprendiste hoy en clases”. Él hacia la parte de la tarea que le correspondía a su amigo y esperaba luego en la playa a que este regresara de la escuela. Se sentaban juntos y, usando la arena como pizarrón, repasaban la lección del día hasta que el Sol se ocultaba. Más tarde, esa experiencia le permitió comprender los problemas que enfrentaban sus alumnos más pobres, cuando él se convirtió en maestro de escuela primaria. Durante cierto tiempo, se desempeñó como director de escuela en una zona humilde. Afligido por los niños cuyas familias no podían proveerles el almuerzo, Makiguchi se ocupaba de alimentarlos. Pero no solo le interesaba el bienestar físico de los niños. Para preservar el sentido de dignidad de los pequeños, dejaba los almuerzos en un cuarto, donde los alumnos más necesitados podían recogerlos sin atraer la atención de los demás. La primera experiencia docente de Makiguchi fue en una remota región rural, donde comenzó a dar clases en una habitación que hacía las veces de escuela. Los niños eran pobres, y los modales que traían de sus hogares eran un tanto rudos. Sin embargo, Makiguchi era insistente: “Desde el punto de vista de la educación, ¿qué diferencia puede haber entre estos y otros alumnos? Aun cuando se vean cubiertos de polvo y de suciedad, la brillante luz de la vida brota de sus ropas ajadas. ¿Por qué nadie es capaz de verlo así? El único que puede protegerlos de la cruel discriminación de la sociedad es el maestro”. Makiguchi deseaba ardientemente liberar a los niños de la memorización tan típica del sistema educativo japonés, que solo lograba ahogar la preciosa individualidad de cada estudiante. Él tenía el convencimiento de que la educación jamás debía imponerse por la fuerza y la consideraba un medio inapreciable para que todas las personas tuvieran la posibilidad de acceder por sí mismas al tesoro de su propia sabiduría. A partir de su propia experiencia en el aula, Makiguchi desarrolló su teoría de la “Educación para la Creación de Valor”. Según él lo concebía, el propósito de la educación era la felicidad, y la esencia de la felicidad radicaba en la “creación de valor”, en japonés, soka. Makiguchi definió el concepto de valor a partir de tres categorías: belleza, ganancia o beneficio y bien social, y entendió que su misión como educador era capacitar a la gente joven para crear ese tipo de valor por sí misma. En ocasiones, la teoría pedagógica de Makiguchi recibió críticas por ser demasiado práctica. Pero él replicaba: “Eso es perfectamente natural, ya que los métodos de enseñanza que aplico provienen de las dificultades que yo mismo tuve que enfrentar en el aula. Nada tienen que ver con los principios endebles de un teórico que nunca sale de su oficina”. Lamentablemente, su enfoque humanista contradecía la concepción del sistema educativo japonés. De hecho, en aquellos días, era común que directores y maestros brindaran especial atención a los niños de familias prominentes, los visitaran y ofrecieran sus respetos. Makiguchi no solo rehusó seguir esa práctica inaceptable, sino que alentó firmemente a otros maestros a hacer otro tanto. Como resultado, pese a que siempre era popular entre sus alumnos, comenzaron a transferirlo de una escuela a otra. Finalmente, fue forzado a dejar su condición de maestro activo. Por ese entonces, el sistema educativo de Japón, lejos de formar individuos capaces de juicio y pensamiento propios, se enfocaba únicamente en la formación de sujetos serviles y obedientes a los intereses del estado. Mientras toda la nación japonesa avanzaba hacia el nacionalismo, Makiguchi incitaba a sus estudiantes a que dedicaran su vida al logro de una paz duradera en todo el mundo. En abril de 1938, en coincidencia con la aprobación de la Ley Nacional de Movilización, que enrolaba a todos los ciudadanos para que contribuyeran con el esfuerzo bélico del Japón, Makiguchi pronunció una serie de alocuciones sobre ética. A modo de examen final del curso, solo planteó una pregunta: “¿Cuál es el propósito de la vida?”. Entre las posibles calificaciones de “excelente”, “bien” o “regular” que se podían obtener, todos los estudiantes recibieron un “bien”. Ninguno obtuvo la calificación de “excelente”. Cuando le pidieron que explicara el por qué de esos resultados, Makiguchi destacó decepcionado: “Porque no hubo ni una sola persona que mencionara la paz mundial en su respuesta”. Quizá fue inevitable que Makiguchi experimentara conflictos con las autoridades. Incluso mientras el Japón se volvía un país cada vez más militarizado y fascista, que invadía e imponía un sufrimiento indescriptible a sus vecinos asiáticos, él continuó proclamando sus ideas. Mi esposa, cuya familia fue de las primeras en integrar la sociedad Soka Gakkai de educadores fundada por Makiguchi, recuerda claramente una vez que él asistió a una reunión realizada en la casa de mis suegros. Aun en presencia de la temida policía secreta, que lo interrumpía cada vez que sus palabras se tornaban “subversivas”, Makiguchi continuaba hablando en favor de la paz y de la justicia. Su coraje dejó una fuerte impresión en mi esposa. En julio de 1943, Makiguchi, Josei Toda –su más fiel defensor y mi propio maestro—, y otros líderes de la Soka Gakkai fueron arrestados. Makiguchi fue acusado de violar la Ley de Preservación de la Paz y de no mostrar el debido respeto al emperador; incluso luego del interrogatorio más implacable, se negó a ceder un palmo en sus creencias. Expresó su fe en la igualdad de todos los seres humanos y criticó a viva voz las actividades bélicas emprendidas por Japón, que calificó como “un desastre nacional”. El 18 de noviembre de 1944, murió en el Centro de Detención de Tokio, a la edad de setenta y tres años. Sin embargo, los sueños de Makiguchi continúan vivos hoy. Él confió a Toda la misión de crear un sistema en el que se pudiera poner en práctica su filosofía educativa. En la actualidad, el sistema educativo Soka se ha establecido en Japón, desde el nivel de jardín de infantes hasta el universitario; posee asimismo escuelas en Hong Kong, Singapur y Malasia, además de una universidad en los Estados Unidos. La obra de Makiguchi titulada “Educación para una vida creativa” ha sido traducida a cuatro idiomas, y tanto en Brasil como en los Estados Unidos, diversas primarias han incorporado las ideas del señor Makiguchi en sus métodos de enseñanza, con resultados extraordinarios. La prioridad de Makiguchi fue siempre el ser humano, cada individuo. Él alentó sin descanso a los demás a percibir su propia sabiduría inherente, a despertar y unir fuerzas con valentía. Cada uno de nosotros, entonces, puede manifestar su máximo esplendor como ser humano, a medida que se desarrolla y eleva su condición de vida hasta confiar plenamente en sí mismo y ser capaz de contribuir con la felicidad de los demás. Tal fue la convicción de ese gran educador. El arte de enseñar [Ensayo de Daisaku Ikeda publicado en 1998, en la revista de Filipinas Mirror.] Una vez, cuando era alumno de la escuela primaria, me dieron como tarea para las vacaciones de verano un trabajo manual que debía entregar al inicio del siguiente semestre. Sin embargo, por falta de destreza, no pude preparar nada y volví a clases con las manos vacías. Cuando el maestro me preguntó qué había pasado con mi proyecto, en un intento de salir del aprieto, respondí que lo había olvidado en casa. Para mi consternación, el maestro me dijo que regresara inmediatamente a buscarlo. Volví abatido. Una vez en casa, busqué desesperadamente y encontré un estante para libros que mi hermano mayor había hecho. Al presentarlo, el maestro elogió mi trabajo y me dio una buena nota. Por supuesto, ahora sé que se había dado cuenta de todo. En cierto sentido, él había recompensado una mentira; pero había algo más que eso; su corazón cálido y magnánimo, que todo lo abarcaba, fue capaz de transmitirme con certitud que confiaba en que me esforzaría en el futuro. Hasta el día de hoy, su generosidad me inspira una profunda gratitud. Naturalmente, después del episodio, me sentí terriblemente avergonzado y juré en el acto que nunca volvería a cometer una acción como esa. La educación es lo que realmente queda grabado en el interior de una persona, más allá de las lecciones que se imparten en el aula, que se olvidan fácilmente. La labor educativa consiste, en esencia, en forjar la personalidad, cultivar a los jóvenes para la vida en sociedad y en alentarlos a pensar por sí mismos. A la vez, el aprendizaje es mucho más que incorporar conocimientos y técnicas, ya que la simple capacidad para memorizar y razonar no es equiparable a la sabiduría, la riqueza emocional y la creatividad. Cuando en el proceso educativo no se inculcan valores y un sentido de propósito, las personas se convierten en meros robots cargados de información. Si los educadores se vuelven insensibles y priorizan la competencia entre alumnos, terminan sembrando la arrogancia en quienes logran un buen rendimiento académico; por lo contrario, los menos hábiles pierden la confianza en sí mismos y comienzan a sentir el temor a equivocarse. Lamentablemente y con frecuencia, el objetivo de la educación se reduce solamente a preparar personas útiles en áreas específicas de la sociedad. En efecto, el sistema educativo japonés, al igual que en muchos otros países, ha menoscabado el desarrollo pleno del potencial en los niños. En la búsqueda implacable de un mayor rendimiento académico, es fácil perder de vista lo más importante: el propósito del aprendizaje. El auténtico objetivo de la educación debe ser el de orientar a las personas hacia una existencia feliz. Esta noble disciplina no debe someterse a las demandas de un sistema o al imperativo de producir empleados que solo generen ganancias para las corporaciones. La razón fundamental de la educación debe ser el ser humano, y su meta irrenunciable, la dicha de las personas. Mi mentor, Josei Toda, solía decir que el error más grave que había cometido la humanidad en la era moderna había sido confundir el conocimiento con la sabiduría. El conocimiento en sí puede ser utilizado para fines tanto benéficos como maléficos. La historia nos muestra un sinfín de ejemplos deplorables de personas que, aun con un elevado nivel de educación, son responsables de los daños más terribles, mucho mayores que los que pueden llegar a perpetrar quienes no recibieron una educación formal. Por ejemplo, entre los oficiales nazis que planearon la “solución final” del “problema judío”, durante la Conferencia de Wannsee, había siete individuos que poseían doctorados. He ahí una prueba de los graves extremos a que se puede llegar a causa a una educación carente de valores. La sabiduría, por el contrario, conduce infaliblemente a la felicidad. Por ello, la misión de la educación debe ser estimular y liberar la sabiduría inherente a los niños y a los jóvenes; es decir, debe concentrarse en hacer surgir el potencial que tienen todas las personas y no, en forzarlas a adaptarse a un modelo establecido. Tengo la convicción de que todo joven tiene la capacidad de cambiar el mundo. El rol de los mayores es confiar en ellos, alentarlos, inspirarlos y estimular sus capacidades. De la misma manera, la relación entre el maestro y el alumno es esencial para que los estudiantes puedan ampliar sus horizontes y enriquecer su vida. El verdadero proceso educativo consiste en la formación de la personalidad, a través de la inspiración que una persona puede brindar a otra con el ejemplo de sus propias cualidades humanas. Cuando un profesor alberga una gran pasión por la verdad y acompaña al estudiante en su búsqueda, infunde naturalmente el deseo de aprender. Los niños solo abren su corazón a quienes manifiestan una genuina preocupación por su bienestar y en esas personas depositan su confianza. Es penoso que el vínculo imprescindible entre maestro y discípulo se esté debilitando a causa de la desconfianza y la incomprensión. En todas partes, mientras los maestros bregan para controlar y disciplinar a sus alumnos, se agrava la disconformidad de los estudiantes, que se ven obligados a llenarse de conocimientos y se sienten ignorados en su necesidad de saber más de la vida, la realidad y las relaciones personales. Los docentes que no tratan de entender y de cuidar a sus estudiantes, y prefieren manejarse todo el tiempo con conceptos estereotipados, no pueden satisfacer la curiosidad de los niños ni entender cómo estos se sienten. No olvidemos que lo más importante que tiene un centro educativo son sus alumnos. Conocí la experiencia de un maestro de nivel primario en Japón que tenía una alumna con dificultades de seguir al mismo ritmo de estudios que sus demás compañeros. Un colega suyo le dijo: “Las personas son como la fruta; de un veinte a un treinta por ciento termina desechándose, y no hay nada que se pueda hacer al respecto”. A pesar de que esas palabras le parecieron detestables, el maestro a la larga terminó desistiendo en su esfuerzo. Un día durante el recreo, se percató de que la niña estaba jugando con un rompecabezas, que consistía en introducir unas piezas plásticas dentro de una caja. Al poco rato, las piezas coincidieron, y ella, dando un salto, estalló en júbilo. Su rostro resplandecía de alegría como nunca antes. El maestro se arrepintió. Se dijo a sí mismo: “¿Acaso no soy un profesional de la educación? Mi trabajo es hacer que todos los chicos se gradúen con la seguridad de que, si lo intentan, lo lograrán”. El maestro descubrió que los padres de la niña, egresados de universidades prestigiosas, siempre la tildaban de tonta en el hogar. El profesor resolvió que él se encargaría de elogiarla todos los días por cualquier logro, así fuese pequeño, para borrar las sombras que habían teñido su corazón infantil. Luego de un año de ardua labor, la niña cambió por completo. Le fue sumamente difícil, pero a su propio ritmo, comenzó a experimentar la alegría de aprender. Lo decisivo fue que ella misma descubrió que todo se lograba con esfuerzo. Durante la niñez, así como un pequeño tropiezo puede destruir la confianza, una pequeña oportunidad puede impulsar un gran cambio. Por ello, el mayor desafío de un educador es creer firmemente en el potencial de sus alumnos y procurar sinceramente la felicidad de cada uno de ellos. John Dewey y Tsunesaburo Makiguchi [IKEDA, Daisaku: Seikyo Shimbun, Tokio, 13 de junio de 2001. Publicado con el seudónimo literario de Ho Goku.] “Los obstáculos que enfrentamos son un estímulo para el cambio, para generar respuestas, y por eso son oportunidades de progreso”. (1) Estas son las palabras del filósofo y educador norteamericano John Dewey, por quien el primer presidente de la Soka Gakkai Tsunesaburo Makiguchi guardaba un invariable respeto y admiración. La filosofía educativa de Dewey llevó profundos cambios a diversos países, de un extremo al otro del globo, en el siglo XX. Su filosofía social también desempeñó un papel importante en la recuperación económica de Norteamérica después de la Gran Depresión de 1930. Dewey, nacido en 1859, era doce años mayor que Makiguchi. Los dos hombres, que vivieron aproximadamente en la misma época, compartían similitudes sorprendentes en sus ideas y acciones. Hace cinco años, un 13 de junio, ofrecí una disertación en el Instituto de Educadores de la Universidad de Columbia, en Nueva York; en ella, me referí a la filosofía de la educación de Dewey y al concepto de la creación de valor de Makiguchi. A propósito, en esa universidad, Dewey enseñó durante algunos años. * En este auspicioso mes de junio —cuyo primer día recuerda el 50º aniversario del fallecimiento de Dewey, y el 6, el 130º aniversario del nacimiento del señor Makiguchi—, he tenido el honor de reunirme con el famoso erudito que ha continuado con el legado intelectual de aquél. Me estoy refiriendo al doctor Larry Hickman, director del internacionalmente famoso Centro para Estudios Dewey, en la Universidad de Illinois Meridional en Carbondale (SIUC, por sus siglas en inglés), Estados Unidos. El epitafio de la tumba de Dewey es este pasaje de una de sus obras: Nuestra es la responsabilidad de conservar, transmitir, rectificar y expandir la herencia de valores que hemos recibido, para que los que vienen detrás puedan recibirla más sólida y segura, más ampliamente accesible y más generosamente compartida. (2) El rostro del doctor Hickman trasmite el sereno orgullo de quien ha dedicado su vida y su afán de investigación a cumplir con esta elevada responsabilidad. Esta tarea de transmitir los tesoros espirituales al futuro recuerda el camino del mentor y el discípulo, relación que constituye la mismísima esencia de la educación humanística. * La educación determina el futuro; crea un nuevo mundo. Un siglo atrás, Dewey bregó por un ideal: que “el niño se convierta en el sol alrededor del cual giran las aplicaciones de la educación; él es el centro por el cual éstas se organizan”. (3) El educador norteamericano comentó que, en aquella época, colocar al niño en el centro de la educación representó “una revolución, no diferente de la que introdujo Copérnico, cuando el centro astronómico se desplazó de la Tierra al Sol”. (4) Además, esta visión nació de la experiencia obtenida mediante el establecimiento de una escuela experimental anexa a la Universidad de Chicago, donde Dewey era profesor; allí había probado y puesto en práctica los conceptos que sostenía. También Makiguchi, desde su larga y agotadora experiencia en la enseñanza, proclamó que la verdadera meta es la felicidad de los niños. Cuanto más se estudian las ideas y teorías educativas de Dewey y de Makiguchi, más visibles se vuelven las similitudes entre ambas. En una tesis que escribió cuando tenía 25 años, Makiguchi citó un pasaje de Psicología, una obra escrita por Dewey a los 28 años. Takao Ito, un graduado de la Universidad Soka, me envió el original en inglés de ese pasaje. A propósito, el señor Ito es un graduado del Sistema de Escuelas Soka de Kansai y de la vigésima segunda promoción de la Universidad Soka. En la actualidad, está haciendo el doctorado en la Facultad de Letras de la misma universidad. También está trabajando con energía como vice responsable de la sección de Asuntos Educativos de la División de Estudiantes de Gakkai. * ¿Cuáles fueron las palabras del joven Dewey que tuvieron una resonancia especial para el joven Makiguchi? Helas aquí: Si preguntamos en qué circunstancias un objeto o evento ingresa en nuestra vida intelectual como significativo, encontramos que es cuando guarda conexión con el orden que establece el resto de nuestra experiencia. Lo que carece de sentido es lo que está fuera de esta armonía, que no está conectado con otros elementos [de nuestra experiencia]. Para que un hecho o evento tenga significado debe estar relacionado con algún otro hecho o evento. Lo aislado, lo separado, jamás es objeto de conocimiento. (5) El conocimiento o el saber sólo pueden crear valor cuando están relacionados con un todo más grande. Dewey y Makiguchi insistían, también, en que la educación debía estar orientada a ayudar a cultivar un conocimiento que sirva a la humanidad, en vez de llenar de pedacitos fragmentados de información la cabeza de los educandos. Esta es una de las razones por las cuales la Universidad Soka de los Estados Unidos, en Aliso Viejo, inaugurada el pasado 3 de mayo, empezará como una Facultad de Artes Liberales, con el compromiso de forjar individuos plenamente desarrollados que utilicen su conocimiento para contribuir a la humanidad. * Dewey visitó Japón durante dos meses, a partir de febrero de 1919. Luego viajó a la China, adonde llegó en pleno “Movimiento del 4 de Mayo”, una reacción contra el imperialismo japonés. (6) Allí permaneció dos años, y se detuvo otra vez en el Japón, cuando regresaba a los Estados Unidos. Alrededor de esa época, crecían en Japón las voces que clamaban por los ideales democráticos y su puesta en práctica. Dewey observó que esta creciente opinión pública carecía de consistencia y que era, en esencia, superficial. Los japoneses podían convertir cualquier cosa en un objeto de moda, incluso la Filosofía. Parecían capaces de creer un día una cosa y lo opuesto, al siguiente, sin el más mínimo desconcierto. Como resultado, aunque en apariencia estaban defendiendo la democracia y la reforma, no tenían una comprensión real y práctica de estos conceptos. No se sabía cuándo podían correr hacia atrás en dirección al nacionalismo o, con la misma facilidad, precipitarse hacia un radicalismo extremo. Con aguda perspicacia, Dewey reconoció y señaló este peligroso aspecto de la sociedad japonesa. Sus observaciones son igualmente aplicables al Japón actual. * La de Dewey era una filosofía de acción; una filosofía democrática que apuntaba a forjar individuos capaces de tener una presencia activa en la sociedad, en vez de aislarse y separarse de ella. A comienzos del siglo XX, participó en demostraciones en pro del sufragio femenino en los Estados Unidos. Cuando el caso Sacco y Vanzetti estremeció a la sociedad norteamericana, él defendió la causa de los inocentes acusados y refutó las falsedades que se habían difundido sobre ellos. (7) En los años 30, cuando el fascismo cobraba fuerza, comentó: “Los liberales están divididos en la perspectiva y el comportamiento, mientras que los reaccionarios se mantienen juntos por una comunidad de intereses” (8); y abogó por la organización de las fuerzas que defendían la verdad y la justicia. También señaló que los liberales eran débiles cuando se trataba de organizarse para actuar, y afirmó: “sin esta organización, existe el peligro de que los ideales democráticos puedan caer por abandono”. (9) En la misma época, cuando el Japón estaba empezando su temeraria marcha al nacionalismo, Makiguchi deploraba el hecho de que personas corruptas e inescrupulosas estuvieran ocupadas formando alianzas, mientras las personas buenas permanecían aisladas y separadas. Si queremos impedir la propagación del mal, es vital que las personas de bien se alíen y sumen sus fuerzas; que se organicen para poder actuar con efectividad. Este es el modo de derrotar la maldad. Ahora nosotros, siguiendo los pasos de nuestro gran predecesor, inmolado por sus creencias, estamos construyendo una alianza vasta, creciente, de personas unidas para el bien, en nuestras comunidades y en el mundo entero. * “La democracia se inicia en el diálogo” (10), enfatizó Dewey al cumplir los 90 años. Convencido de que no existe el retiro, vivió una existencia plena y fructífera hasta su muerte, a los 92 años. Escribió: “Lo que logra una persona y un grupo se convierte en la base permanente y en el punto de partida para quienes los suceden”. (11) Esta era la profunda convicción del eminente educador. ¡Nosotros también, lucharemos resueltamente, creceremos juntos y aseguraremos un glorioso nuevo punto de partida para la democracia en el Japón, en el nuevo siglo! (1) DEWEY, John: “The Need for a Recovery of Philosophy” (La necesidad de una recuperación de la Filosofía), Creative Intelligence: Essays in the Pragmatic Attitude (Inteligencia creativa: Ensayos sobre la actitud pragmática), Nueva York, Henry Holt y Compañía, 1917, pág. 12. (2) DEWEY, John: A Common Faith (Una fe común), New Haven y Londres, Yale University Press, 1934, pág. 87. (3) DEWEY, John: “The School and Society” (La escuela y la sociedad), The School and Society; and, The Child and the Curriculum (La escuela y la sociedad, el niño y el curriculum), Chicago y Londres, The University of Chicago Press, 1990, pág. 34. (4) Ib. (5) DEWEY, John: Psychology (Psicología), Harper and Brothers, Nueva York, 1894, pág. 85. (6) Movimiento del 4 de Mayo: Lucha por la reforma intelectual y social que tuvo lugar en China desde 1917 hasta 1921, cuyo evento central ocurrió el 4 de mayo de 1919, en Beijing. (7) En 1921, dos anarquistas italianos que habían emigrado a los Estados Unidos, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti fueron condenados por asesinar a un cajero en una fábrica de zapatos en South Braintree, Massachusetts. En aquel entonces, fue reconocido ampliamente que eran inocentes y que habían sido condenados y sentenciados a muerte debido únicamente a sus ideas políticas radicales. Dewey y otros muchos intelectuales norteamericanos prominentes hablaron en contra de este error de la justicia. Sacco y Vanzetti fueron finalmente ejecutados en 1927. (8) DEWEY, John: The Essential Dewey (El Dewey esencial), Bloomington e Indianapolis, Indiana University Press, 1998, vol. 1, pág. 335. (9) Ib., págs. 335-336. (10) FARELL, James T.: Dialogue on John Dewey (Diálogo sobre John Dewey), Nueva York, Horizon Press, 1959, pág. 88. (11) A Common Faith (Una fe común), op. cit., pág. 50. Las inigualables clases en la “Universidad Toda” [IKEDA, Daisaku: Seikyo Shimbun, Tokio, 7 de diciembre de 1999. Publicado con el seudónimo literario de Ho Goku.] En enero de 1950, con expresión extremadamente grave, Josei Toda me dijo: —La economía japonesa está en un período de turbulencia, y yo voy a estar cada vez más ocupado con mi empresa. ¿Considerarías la idea de dejar la escuela y ayudarme tiempo completo? Respondí sin dudar. —Estaré muy feliz de hacer cualquier cosa que usted diga. Un destello de bondad brilló en la severa mirada. —A cambio, te brindaré educación personalmente. Ésa será mi responsabilidad. A partir de entonces, concurrí a su casa todos los domingos para estudiar con él. Las clases de esta “Universidad Toda”, que emanaban la luz de nuestra comunión espiritual, comenzaban por la mañana y continuaban toda la tarde. Con frecuencia, me pedía que me quedara a cenar, y yo siempre regresaba a mi casa con el mejor ánimo. * Con el tiempo, los domingos ya no fueron suficientes, y empecé a recibir instrucción cada mañana. Las clases se llevaron a cabo en la compañía, desde el jueves 8 de mayo de 1952 hasta 1957, inclusive. En otras palabras, empezaron justo después del primer año del señor Toda como segundo presidente de la Soka Gakkai y continuaron hasta poco antes de su muerte. El aula era su oficina, en el edificio Ichigaya [en el centro de Tokio]. Aunque eran clases exclusivas, más tarde, el señor Toda permitió que asistieran otros empleados. Todavía guardo gratos recuerdos de mis compañeros de aquellos días, amigos que jamás olvidaré. * Cuando implementamos este singular sistema, el señor Toda me dijo: “Te daré una amplia educación superior. Quiero brindarte un conocimiento mejor que el que podrías recibir en una universidad prestigiosa. La mayor parte de las personas que se gradúan en los centros educativos no recuerdan nada de lo que han estudiado. Lo más que pueden hacer es retener los lineamientos generales. Te enseñaré la ‘ciencia viva’ de las diferentes disciplinas”. Las clases transcurrían antes de que comenzara el trabajo, es decir, pasadas las ocho y hasta poco antes de las nueve, apenas una hora. El señor Toda era muy estricto con los horarios. Teníamos que estar allí antes que él, limpiar la oficina y los escritorios, y esperar su llegada. Solía entrar con un saludo amistoso y empezar la clase casi de inmediato. Yo me sentaba directamente frente a él y los demás estudiantes ponían sus sillas alrededor de nosotros. Comenzábamos leyendo por turno, en voz alta, partes de un libro; luego, el señor Toda hacía comentarios y ampliaba conceptos. A veces, criticaba el texto diciendo: “Este es un argumento ilógico”, “Esta teoría no resiste el análisis”, “Esta línea de razonamiento no está basada en una consideración realmente profunda de la cuestión” o “Este erudito está tratando de que sus argumentos se apliquen más ampliamente de lo que en verdad corresponde”. Su análisis brillaba con genialidad sorprendente. * En clase no se nos permitía tomar notas. Era como si quisiera que grabáramos cada palabra en la mismísima esencia de nuestro ser. Utilizaba una anécdota histórica para explicar por qué no nos permitía hacer anotaciones. Durante el período feudal en el Japón, nos dijo, hubo un erudito del saber occidental que fue a Nagasaki a estudiar medicina holandesa. Tomó notas prodigiosas y sus cuadernos llenaron todas sus valijas. Pero el barco en el que volvía a su hogar se hundió, y perdió todo. Se había concentrado tanto en tomar apuntes, que no había retenido ni pizca de lo estudiado. “Por eso —aclaró— quiero que retengan todo en sus cabezas. No anoten nada.” Por lo tanto, durante las clases, teníamos que concentrarnos intensamente. Más tarde, supe por uno de mis compañeros que el señor Toda había dicho en mi ausencia: “Daisaku absorbe todo como una esponja”. * Nuestros estudios comenzaron con Economía y Derecho. Continuamos con Química, Astronomía y ciencias de la vida. También analizamos la historia japonesa, la historia mundial y las obras literarias de los clasicos chinos. Finalmente, abordamos la política. Utilizábamos los textos más modernos y avanzados en cada materia. Por ejemplo, para ciencia, usamos el Shin Kagaku Taikei (Compendio nueva ciencia). A veces, aparecía un nuevo volumen y, a los pocos días, era incorporado en las clases matinales. Trataba de grabarnos la importancia de estar siempre a la vanguardia de la época. Por supuesto, también había clases sobre el Gosho y la doctrina budista, incluso disertaciones sobre “Las ciento seis comparaciones”, que es la quintaesencia de las enseñanzas de Nichiren Daishonin, y sobre los “Escritos en seis volúmenes” de Nichikan Shonin y sus comentarios sobre diversos goshos. Cuando releo mi diario de ese período, encuentro referencias frecuentes a las clases del señor Toda. Una de ellas decía: “¿Cómo podré saldar la deuda de gratitud con mi mentor, que se está esforzando para forjar a este discípulo, sin preocuparse siquiera por su salud? Ahora es el momento, el momento de acumular idoneidad, fortaleza y capacidad. Debo acumular conocimiento en todas las áreas, y prepararme para el futuro”. Esta es una anotación del 22 de diciembre de 1953. Yo tenía 25 años. * En una de nuestras clases, estudiamos las teorías del universo expuestas por George Gamow (1904-1968), el científico de origen ruso. El otro día [14 de noviembre], el rector de la Universidad Estatal de Moscú Viktor A. Sadovnichy y otras personas vinieron para hacerme entrega de un certificado de miembro honorario de la Academia de Ciencias de Educación Superior Internacional de Rusia, por lo cual estoy muy agradecido. Después de la ceremonia, mantuvimos un interesante diálogo sobre la educación en el siglo XXI. El doctor Sadovnichy, quien es un matemático famoso, dijo, como reflexionando: “Los intelectos verdaderamente sobresalientes no emergen de las grandes aulas. Hay que sentar a los estudiantes cerca del profesor y formarlos uno a uno. En resumen, no debemos pensar en las escuelas como edificios, sino como algo que se forma alrededor de la personalidad de cada maestro”. Concordé de inmediato: “Estoy seguro de que mi amado mentor estaría muy contento de escuchar esto. Porque yo fui educado, en forma personal, por el señor Toda, el segundo presidente de nuestra organización. ¡Soy un graduado de la ‘Universidad Toda’!”. Fondo Educativo Makiguchi El nombre de la Fundación Educativa Makiguchi hace homenaje al educador japonés Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), creador y primer presidente de la Soka Gakkai. La fundación, creada por Daisaku Ikeda, es una entidad sin fines de lucro que ofrece becas y subvenciones a quienes, siendo de otros países, estén en desventaja económica para proseguir estudios superiores en el Japón. De 1995 a 2003, el patronato ofreció becas a cincuenta personas de nacionalidad japonesa cada año; sin embargo, el programa para japoneses fue dado por terminado debido a las mayores oportunidades de aprendizaje terciario y las mejoras en el sistema de becas públicas que el gobierno implementó gradualmente en respuesta a las necesidades de la población. Otras actividades de la fundación consisten en ofrecer apoyo a instituciones educativas, mediante la financiación de proyectos pedagógicos, la donación de libros, equipos y útiles, y la entrega de distinciones a individuos y entidades que promueven la enseñanza y la investigación académica de excelencia. Escuela Soka La Escuela Soka fundada por Daisaku Ikeda es hoy un sistema de instituciones educativas no confesionales que comprenden desde colegios primarios a secundarios. El primer centro, denominado Escuela Soka de Segunda Enseñanza Básica y Superior de Tokio, abrió sus puertas en la ciudad de Kodaira, Tokio, en 1968. Cinco años después, abrió sus puertas la Escuela Soka de Segunda Enseñanza Básica y Superior de Kansai, en la ciudad de Katano, prefectura de Osaka. La Escuela Soka cuenta con instituciones afiliadas, que incluyen desde jardines de infantes a casas de estudios superiores en Japón y los Estados Unidos. Los centros de educación preescolar han sido establecidos en Brasil, Corea del Sur, Hong Kong, Malasia y Singapur. La visión de la Escuela Soka está basada en la filosofía pedagógica expuesta por Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), quien fue educador y presidente fundador de la Soka Gakkai. Makiguchi estaba convencido de que la misión de la educación era brindar al individuo los elementos necesarios para vivir una existencia feliz, desarrollar la personalidad única del educando e inculcar en las personas una ética de vida de contribución a la sociedad. [Tokio: www.tokyo.soka.ed.jp] [Kansai: www.kansai.soka.ed.jp] http://www.kansai.soka.ed.jp/e/index1e.html Universidad Soka La Universidad Soka abrió sus puertas en 1971 como fruto de siete años de preparativos por parte de Daisaku Ikeda. La universidad ostenta una sede principal de 870 mil metros cuadrados en Hachioji, ciudad del suburbio de Tokio. La misión institucional establecida por Ikeda es el desarrollo no confesional e interdisciplinar de la educación humanística, la cultura y la paz. Actualmente, la Universidad Soka mantiene convenios de intercambio académico con unas 105 universidades de 44 naciones, y cuenta con uno de los programas de intercambio estudiantil más variados del Japón del que se benefician hoy más de 260 alumnos de 45 naciones. En mayo de 2008, la universidad registró un cuerpo estudiantil de 9 mil personas, en el que se incluyen 533 alumnos de posgrado y 689 alumnos del instituto femenino superior. La Universidad Soka cuenta con una entidad hermana denominada Instituto Superior Soka para Señoritas, que fue igualmente fundada por Ikeda y abrió sus puertas en abril de 1985. El instituto femenino, ubicado dentro del campus de Hachioji de la Universidad Soka, ofrece programas de pregrado de dos años. [www.soka.ac.jp] Universidad Soka de los Estados Unidos La Universidad Soka de los Estados Unidos, creada por Daisaku Ikeda, abrió sus puertas en Aliso Viejo, California, en 2001. Es una casa de estudios superiores privada, sin fines de lucro, coeducacional y no confesional. Ofrece carreras de artes liberales y programas de estudios comparados en Oriente y Occidente. La misión de la universidad consiste en la práctica educativa centrada en el estudiante. Entre las tareas más importantes de la institución se encuentran el fomento del respeto a la diversidad y el sentido de humanismo global como elementos indispensables para el establecimiento de la paz y la solución concreta de los problemas que acucian al género humano. [www.soka.edu]