una queja contra el Inspector Don Pedro Gómez

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AL SEÑOR INSPECTOR-JEFE DEL SERVICIO DE LA INSPECCIÓN
EDUCATIVA DE LUGO
Doña María Gloria Lago Cuadrado, DNI 36055288M, en nombre y
representación de ASOCIACIÓN GALICIA BILINGÜE, CIF: G36998086, con
domicilio en Vigo, c/ Ricardo Torres Quiroga, nº 19, 3º A, comparezco y
expongo los siguientes
HECHOS:
Primero.- Con fecha 14 de octubre de 2013 se presentó por parte de los
padres de una alumna del IES Poeta Díez Castro, de Guitiriz en el Edificio
Administrativo de Lugo, en el Registro General de la Xunta de Galicia, un
escrito dirigido al Servicio de la Inspección Educativa en el que se ponían en
conocimiento de ese organismo una serie de hechos referidos al
incumplimiento de lo establecido en el decreto 79/2010 y se solicitaba
expresamente la adopción de determinadas medidas correctoras al
respecto. Con fecha de salida 24 de octubre de 2013 (salida 12593/RX
669570) del Registro General de la Xunta en el citado Edificio Administrativo
de Lugo, les fue comunicada a los padres de la alumna una resolución, con
defectos de forma a los que luego aludiré, sobre la solicitud, firmada por el
señor inspector del centro, Don Pedro Gómez Álvarez y que nos ha sido
hecha llegar.
Segundo.- Tras analizar la distribución de materias en lo que se refiere a la
lengua de su impartición, a tenor de lo dispuesto en el proyecto lingüístico
de centro, el señor inspector dice en su escrito que “como se puede
comprobar en la relación de áreas y materias que se imparten en gallego y
en castellano cumplen con lo establecido en el artículo 8 para Bacharelato
(sic) según el citado Decreto 79/2010”. Tras analizar la distribución de
materias y áreas que se han de impartir en cada una de las lenguas
oficiales, lo que se puede comprobar es, precisamente, que no se cumple lo
establecido en el decreto 70/2010, sobre todo si se tiene en cuenta no sólo
lo dispuesto en el artículo 8, sino también, y esto es muy importante, lo
dispuesto en el artículo 4.2 del citado decreto (e invocado, precisamente y
no por casualidad, como el primero de los fundamentos jurídicos de
nuestro escrito de solicitud enviado al Servicio de la Inspección Educativa de
Lugo). En contra de lo que sostiene el señor inspector en su respuesta, lo
que es evidente, es que no se respeta ese máximo equilibrio en la
distribución de asignaturas que establece el artículo 4.2. Para ello
procedamos a analizar tal distribución:
a) Hay cuatro materias comunes, excluidas las lenguas (que han de
impartirse en la lengua de referencia, sin posibilidad de opción por parte
del centro), y así se han distribuido en 1º BACH en el IES Poeta Díaz
Castro:
En gallego: Filosofía y ciudadanía (FYC) y Ciencias para el mundo
contemporáneo (CMC)
En castellano o español: Educación Física (EF) y Religión (REL).
Más que patente, podría decirse que la falta de máximo equilibrio es
escandalosa. Al haber cuatro materias comunes, excluidas las lenguas,
existen tres posibles distribuciones (combinaciones sin repetición de 4
elementos agrupados de 2 en 2 y dividido el resultado, en este caso y
dada su naturaleza, por 2) para dar cumplimiento a lo establecido en el
Decreto en cuanto al equilibrio entre el número de materias impartidas
en cada lengua; a saber:
1ª.- CMC y EF en una de las lenguas y FYC y REL en la otra.
2ª.- CMC y REL en una de las lenguas y FYC y EF en la otra.
3ª.- CMC y FYC en una de las lenguas y REL y EF en la otra.
Pues bien, teniendo en cuenta el contenido de cada materia y la
intensidad en cada una de ellas, ya no digamos en las pruebas de
evaluación, de uso de texto escrito, léxico específico y complejidad de los
razonamientos no algebraicos, es evidente, e incluso axiomático, que
la distribución que más se aleja del principio de máximo equilibrio posible
(que no queda restringido al simple cómputo en el número de materias
impartidas en cada una de las dos lenguas) es, curiosamente, la 3ª, que
es la elegida en el proyecto lingüístico del centro y que, de manera
inaudita, avala el señor inspector. Es evidente que la 2ª respetaría
mucho mejor ese principio de máximo equilibrio proclamado en el artículo
4.2 del decreto. De la misma manera que es evidente que la 1ª de las
opciones es, sin atisbo de duda, la que mejor se compadece con ese
principio de máximo equilibrio. Es más, nos atreveríamos a afirmar, con
todos los respetos, que decir que tan equilibrada es la 1ª como la 3ª
opción, es una verdadera ofensa a la inteligencia. Y eso hay que añadir
que la materia de Religión puede no ser cursada por todos los alumnos,
ya que matricularse en ella es voluntario, y, de no hacerlo, el alumno
simplemente ha de “cursar” esa curiosa materia denominada “Atención
educativa” que, de facto, se convierte, más o menos, en una hora de
estudio, además de que la Religión se imparte una hora a la semana,
mientras que las otras dos materias se imparten dos horas semanales. En
segundo lugar, se da la “curiosidad” de que la Educación física está
adscrita en ese IES a la sección bilingüe en inglés, lo cual abundaría en la
evidencia, casi apodíctica, de que la 1ª opción es, en este caso, la
única que respeta el ya mentado principio de máximo equilibrio.
Francamente, afirmar que la opción 3ª es compatible con el respeto al
principio de máximo equilibrio proclamado por el decreto es, valga la
redundancia, una falta de respeto, como mínimo intelectual, hacia
cualquier persona mínimamente documentada.
b) En el ámbito de las materias de modalidad, estas se distribuyen así:
En gallego: Biología y Geología;
Tecnología industrial;
Antropología;
Física y Química;
En castellano o español: Matemáticas; Música; Dibujo técnico; Tecnología
de la información y de la comunicación
Dadas las características de cada materia, se nota un apreciable sesgo –
que incumpliría con el principio de máximo equilibrio – consistente en que
las materias que con más intensidad manejan textos, léxico específico y
razonamientos complejos no algebraicos (es decir, en “prosa”) han de
impartirse en gallego. Es difícil poner en duda que la mayor intensidad en
el uso de textos, léxico específico y razonamientos en prosa se producen
por
orden
decreciente
las
siguientes
materias:
Biología
y
Geología/Antropología;
Física
y
Química/Tecnología
industrial;
Matemáticas; Música/Dibujo técnico/Tecnología de la información y de la
comunicación (por las características de impartición de esta última, al
menos en este centro, donde los alumnos realizan trabajos en ordenador
a través del aula virtual del centro y los llevan a cabo en gallego o
castellano). Añádase la consideración, que no se puede obviar a la hora
de aplicar el principio de máximo equilibrio, de cuál es la “frecuencia” con
la que son elegidas cada una de las materias por los alumnos que cursan
la modalidad de Ciencias y Tecnología. Desde luego, los alumnos que
vayan a orientar sus estudios hacia la vía “sanitaria” raro es que no elijan
Física y Química y Biología y Geología. Estos alumnos han de cursar
obligatoriamente Matemáticas y muy poco probablemente elegirán
Tecnología industrial y ya no digamos Dibujo técnico. De elegir
Antropología se encontrarían con 12 horas semanales de materias de
modalidad en gallego y 4, las correspondientes a Matemáticas, en
castellano (todo, como se puede “comprobar”, “muy equilibrado”). Algo
menos descaradamente desequilibrado sería que eligiesen, en lugar de
Antropología, TIC, Música o Dibujo técnico, con lo cual tendrían 8 horas
semanales en cada lengua, aunque, como ya he puesto de manifiesto
anteriormente, no respetaría realmente la distribución el principio de
máximo equilibrio más allá del cómputo del número de materias
impartidas en cada lengua.
Si pensamos en alumnos con “inclinaciones” “ingenieriles” o
“arquitectónicas”, raro sería que mayoritariamente no eligiesen Física y
Química y Dibujo técnico y/o Tecnología industrial. Más infrecuente es
que elijan Biología y Geología o TIC y ya no digamos Antropología o
Música. De nuevo, nos encontramos con una nada desdeñable
probabilidad de que haya alumnos que tengan 12 horas semanales
impartidas en gallego y sólo 4 en castellano. Unido todo ello a la muy
“equilibrada” distribución en las materias comunes anteriormente
comentada con detalle y, por supuesto, totalmente desacreditada en lo
que se refiere a considerarla como equilibrada.
Desde luego, lo que con esta distribución parece “conjurado” es el
“riesgo” de que un alumno tenga 12 horas semanales en castellano y sólo
4 en gallego en este grupo de asignaturas de modalidad.
Invito a la Inspección a que lleve a cabo un muestreo, y no sólo en este
centro, en el que se analice el número de horas lectivas que recibe cada
alumno – en función de las materias por él elegidas - en una y otra
lengua oficial y analice los resultados. Seguro que resulta muy llamativo,
desde el punto estadístico sobre todo, la proporción de centros en los
que, entre las materias comunes, se ha optado por impartir Educación
física y Religión/Atención educativa en castellano y CMC y Filosofía y
Ciudadanía en gallego ¿Será un “capricho estadístico”? Nos resulta muy
difícil de creer; cuando se lanza un dado 100 veces y el 80 % de ellas
sale un determinado número o figura, la experiencia dice que ese dado
no debe estar muy “equilibrado”, sino más bien algo “lastrado”. El
porcentaje de alumnos que recibe en gallego 12 materias no lingüísticas
o más es muchísimo mayor que el porcentaje de alumnos que recibe en
castellano 12 materias o más. Incluso puede llegar a ser apreciable el
porcentaje de alumnos que, respetando el proyecto lingüístico de centro,
reciben en gallego 16 períodos lectivos semanales en materias no
lingüísticas. Si ello fuese así, sería absurdo mantener que las
distribuciones analizadas respetan el tan cacareado principio de máximo
equilibrio posible en el uso de ambas lenguas como vehiculares. Si al
análisis le añadimos el índice de dificultad de las diferentes materias,
combinado con el nivel de uso de textos y razonamientos lógicos no
algebraicos, el desequilibrio todavía sería mayor.
Considero, por lo expuesto, que existe un sesgo, por decirlo suavemente,
en la distribución tanto de las materias comunes como en las de
modalidad, que han de impartirse en cada lengua, y esto atenta contra el
principio de máximo equilibrio.
Cabe recordar que de la redacción del artículo 4.2 del decreto, se deduce
que no es posible que, a la hora de aprobar el proyecto lingüístico de
centro, el consejo escolar o, en su caso (por tratarse de un ámbito
puramente docente), el claustro, puedan elegir entre dos o más opciones si
una en concreto de ellas supone la existencia de un mayor equilibrio en
el uso de las lenguas oficiales como vehiculares. La elección de una u
otra opción sólo puede llevarse a cabo entre opciones que supongan un
equilibrio análogo en el uso de ambas lenguas como vehiculares. Es decir,
está condicionada, por una parte, a que no exista otra que suponga mayor
equilibrio y, por otra, a que las sometidas a votación supongan un equilibrio
análogo. Por ejemplo, entre impartir FYC y REL en gallego y CMC y EF en
castellano, o impartir FYC y REL en castellano y CMC y EF en gallego; pero
no entre cualquiera de éstas dos opciones e impartir FYC y CMC en una de
las lenguas y FYC y EF en la otra, como está ocurriendo. Dicho con otras
palabras, si en un centro existe una determinada distribución que
supone el máximo equilibrio posible de uso de ambas lenguas
oficiales, ni siquiera habría que votar, sino que sería obligado
adoptar tal distribución para cumplir con el artículo 4.2 del decreto.
Hasta aquí me he referido a la incompatibilidad del proyecto lingüístico de
centro, en lo que se refiere a la distribución de las materias que han de
impartirse en cada lengua, con el principio de máximo equilibrio tan
recurrentemente mentado. Si, encima, ni siquiera lo dispuesto en tal
proyecto se cumple, y con el mismo sesgo hacia el uso prioritario del
gallego como lengua vehicular, el incumplimiento es todavía más grave, y a
ello nos referiremos, como ya se hizo en el escrito enviado en su día a la
Inspección, en el siguiente apartado.
Tercero.- Hasta ahora he tratado de lo que figura en el proyecto lingüístico
de centro, pero no de si tal proyecto, que ya contiene el sesgo a que nos
hemos referido, se aplica realmente o no en diversos aspectos.
Para empezar, ya en el escrito enviado en su día a la Inspección, se
denunciaba que la materia de Matemáticas, cuya impartición está prevista
en castellano, se estaba impartiendo en gallego, al menos a la alumna
citada en el escrito. El señor inspector no se pronuncia en su escrito sobre
esta cuestión, y ello sólo puede deberse a dos razones:
a) Ha omitido o hecho caso omiso de la denuncia al respecto, y no ha
investigado los hechos denunciados, lo cual supondría que ha incumplido,
al menos parcialmente, sus funciones y estaría sujeto a responsabilidad.
b) Se ha preocupado de investigar si la denuncia al respecto refleja lo
que realmente sucede en el centro. Dada la naturaleza de los hechos, la
investigación sólo puede hacerse mediante la práctica de pruebas
testificales, pero no únicamente con las personas responsables de las
infracciones denunciadas, a las que, llegado el caso corresponde el
derecho a presentar alegaciones, sino, sobre todo, con las personas
perjudicadas por la comisión de las infracciones denunciadas; es decir,
con los usuarios del servicio público. Claro que si el señor inspector se ha
limitado a preguntar al respecto al profesor implicado y, en todo caso, a
la dirección del centro, esperando, que ser ciertos los hechos
denunciados, se autoinculpasen, esto resultaría en una nueva burla a la
inteligencia y una nueva falta de respeto al intelecto.
También resulta muy sorprendente lo que ocurre con los libros de texto –
“presuntos” en el caso de las materias que se han de impartir en castellano
–porque oficialmente no existen, y esto no es más que otro indicio de que ni
siquiera se cumple con lo dispuesto en el proyecto lingüístico de centro en
lo que se refiere al uso del castellano como lengua docente. No deja de ser
“curioso” (por lo visto no para el señor inspector) que las materias que se
han de impartir en gallego dispongan de un determinado libro de texto,
mientras se da la “casualidad” de que ninguna de las materias que han de
impartirse en castellano (y esto no sólo en el curso de 1º de bachillerato,
sino en todos las etapas y todos los niveles impartidos en ese centro en lo
que se refiere a materias no lingüísticas) dispone de un determinado libro
de texto asignado (salvo Lengua castellana y sólo en los dos cursos de
bachillerato, ya que en la etapa de ESO tampoco aparece libro alguno de
texto oficial para esta materia), lo cual consideramos que supone un serio
perjuicio para los alumnos, que tienen derecho a que en cada materia se
elija un libro de texto por el que poder seguir las explicaciones de la
materia, sin perjuicio del derecho a la libertad de cátedra del profesor.
Además, hay que tener en cuenta lo dispuesto en el artículo 96.f) del
Reglamento Orgánico de los institutos de educación secundaria, aprobado
por decreto 324/1996; a saber:
La programación didáctica de los departamentos incluirá, necesariamente,
los siguientes aspectos para cada una de las áreas, materias y módulos
asignados o integrados en él, como consecuencia de lo establecido en el
artículo 72º de este reglamento:
...///...
f) Los materiales y recursos didácticos que se vayan a utilizar, incluidos los
libros para uso de los alumnos y alumnas
Se supone que se han de citar expresamente, no de manera indefinida y
“difusa”, cuáles son los libros (se supone que tendrán autor y título y serán
editados por una editorial legalmente registrada) que van a ser utilizados
como libros de texto, y se supone que, al margen de que se pueda
recomendar a los alumnos consultar diferentes fuentes bibliográficas (que
pueden estar disponibles en la biblioteca del centro), no se puede pretender
que cada alumno adquiera para cada materia un conjunto más o menos
grande de libros de texto. Por otra parte, llegado el caso, esto supondría un
perjuicio para los alumnos que pudiesen tener derecho a ayudas para la
compra de libros de texto.
Según el señor inspector, en las materias que no se ha señalado libros de
texto, “el profesorado utiliza libros de distintas editoriales que existen en el
centro y apuntes que elabora el propio “profesorado”” ¿Y qué libros de texto
utiliza el alumnado si es que quiere hacerlo? El señor inspector no responde
a esta pregunta. Tampoco queda nada claro en qué lengua están redactados
esos “libros de distintas editoriales”, ni tampoco, y es muy importante, en
qué lengua están redactados esos “apuntes que elabora el propio
profesorado”.
No queremos decir con todo esto que el uso exclusivo de un libro de texto
sea lo mejor para el aprendizaje de los alumnos, ni despreciar cualquier
otro tipo de material didáctico o pedagógico. Lo que queremos poner de
manifiesto el sorprendente hecho de que, parece ser, el tipo de material
didáctico empleado en una serie de materias para su mejor aprendizaje y
asimilación por parte de los alumnos, pueda no serlo en otras, y lo que ya
resulta más “curioso”, y desde luego sorprendente, es que el tipo de
material didáctico empleado tenga que ver expresa - y directa y
únicamente, al parecer - con la lengua en la que se debería impartir (al
menos teóricamente) las diferentes materias. No se puede negar la
existencia de extrañas casualidades (los famosos “caprichos de la
estadística”) en cualquier ámbito de la vida, pero cuando se dan
simultáneamente ciertas “casualidades”, y todas se dirigen, no de manera
aleatoria, sino en un mismo sentido, pues consideramos que merecen, como
mínimo, una investigación para evitar, entre otras cosas, lo que
técnicamente se denomina “actos en fraude de ley”, cuando no se trate ya,
como consideramos el caso que nos ocupa, como una vulneración flagrante
e intencionada de la letra, y ya no digamos del espíritu, de una norma
jurídica; en este caso el decreto 79/2010.
Yendo al caso concreto de la alumna citada, le son impartidas en gallego, al
margen de lo que disponga el proyecto lingüístico de centro, las siguientes
materias no lingüísticas:
En gallego: Filosofía y ciudadanía, Ciencias para el mundo contemporáneo,
Física y Química, Biología y Geología (todas ellas han de impartirse en esta
lengua según el proyecto lingüístico de centro, que considero que en
absoluto se ajusta a derecho por las razones anteriormente expuestas) y
Matemáticas (a pesar de que esta última materia, según el citado proyecto
habría de impartirse en castellano). En total, estas materias suponen 16
horas semanales lectivas.
En castellano. TIC, Religión y Educación Física, a las que corresponden 7
horas semanales lectivas, teniendo en cuenta que la materia de Educación
física se imparte en inglés, ya que está atribuida a la sección bilingüe. La
impartición de la materia TIC supone, básicamente, que los alumnos
realizan ejercicios en el ordenador y también realizan un blog de informática
cada alumno en la lengua oficial de su preferencia; es decir, algunos
alumnos lo realizan en gallego. En total, estas materias suponen 7 horas
lectivas.
Ante esta situación es la que, según el señor inspector, se “comprueba” que
en el centro en el que está matriculada la alumna se cumple con lo
establecido en el decreto 79/2010 en lo que se refiere al máximo equilibrio
posible en el uso de las dos lenguas oficiales como vehiculares. No se me
ocurre pensar qué tendría que suceder para que el señor inspector
considerase “comprobado” que se incumple el decreto por un uso prioritario
de una de las lenguas como vehicular (en este caso el gallego).
Cuarto.- Para acabar esta parte expositiva, quiero hacer mención de que el
señor inspector, en su respuesta, no respeta en absoluto los requisitos que
para la misma establece la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de RJAPPAC.
En el anterior escrito se hacían dos solicitudes que no han sido resueltas y
que referían a que se llevasen a cabo una serie de actuaciones sobre unas
conductas que considero antijurídicas cometidas por empleados públicos. El
señor inspector, por lo que se ve en su respuesta, no estima las tesis por
defendidas por los padres denunciantes, pero no puede arrogarse, como se
deduce del tenor de su respuesta, el papel de “última instancia”,
considerando que no se puede recurrir a instancias administrativas
superiores, e incluso judiciales si llega el caso, para defender unos derechos
que seguimos considerando conculcados y que se apliquen determinadas
medidas correctoras con quienes son los responsables de tal conculcación.
El señor inspector dice al final de su escrito que es “todo lo que tiene que
comunicarle” al respecto del escrito enviado por los padres de la alumna en
su día. Pues lamento discrepar, una vez más, del señor inspector, ya que,
según la citada Ley 30/1992 (art. 58.2 y 89 en concreto) también ha de
comunicar si su resolución es o no definitiva en vía administrativa, la
expresión de los recursos que procedan contra ella, órgano ante el que
hubieran de presentarse y plazo para interponerlos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Los mismos que en el escrito enviado en su día al Servicio de la Inspección
Educativa por los padres de la alumna en cuestión, además de los Capítulos
II y III del Título V, artículo 89 y artículos 35 y 37 de la Ley 30/1992 de
RJAPPAC.
Por todo lo anterior:
SOLICITO:
Primero.- Que se tenga por presentada queja/denuncia contra el señor
inspector Don Pedro Gómez Álvarez, por no haber actuado, como mínimo,
con la diligencia necesaria para que, en efecto se cumpla lo establecido en
el decreto 79/2010, algo que no está sucediendo, ni tan siquiera en los
términos previstos en lo dispuesto en el proyecto lingüístico de centro, al
que considero, a su vez, vulnerador de lo establecido en el citado decreto
por las razones expuestas en este escrito.
Segundo.- Que desde los superiores jerárquicos del señor inspector Don
Pedro Gómez Álvarez se adopten las medidas necesarias y oportunas para
que se cumpla, en lo formal y en su aplicación, el decreto 79/1992,
declarando nulo el proyecto lingüístico de centro en lo referente a la
distribución de las materias no lingüísticas que se han de impartir en cada
una de las lenguas oficiales.
En Vigo, a 26 de noviembre de 2013.
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