madurez

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ETAPAS DEL DESARROLLO AFECTIVO-SEXUAL
HACIA LA MADUREZ AFECTIVA
Siguiendo a ERIK ERIKSON
Para la mayoría de los/as autores/as el ser humano evoluciona positivamente hasta más o menos
los 25 ó 35 años de edad, de ahí en adelante comienza la involución, el deterioro progresivo
aunque lento y por eso la mayoría de los manuales de Psicología evolutiva no van más allá de la
juventud al hablar del desarrollo; por ejemplo para Piaget la adquisición del pensamiento lógico
formal, en la adolescencia, significa la meta más alta del desarrollo intelectual y Freud asegura
que a los cinco años de edad ya están echadas las bases de la futura personalidad.
Las afirmaciones anteriores podrán ser verdaderas en lo que se refiere al deterioro de la fuerza
física y la facilidad de movimiento, pero hay serios reparos en lo que se refiere al aspecto
intelectual y más aún al afectivo, al religioso y al moral. Aceptarlo sería mutilar las aspiraciones
del hombre y de la mujer al siempre más y siempre mejor del mundo de los valores, a la sabiduría
de los que muchos, con razón, llaman los años dorados de la ancianidad.
Por este motivo en lo relacionado con el desarrollo-afectivo-sexual, seguiremos a Erik Erikson
(1902-1994), psicólogo alemán que vivió muchos años en E.U., profesor universitario e
investigador en varias universidades como la de Harvard y la de Yale. El se inventó el apellido
Erikson que quiere decir “hijo de Erik”, pues su padre lo abandonó desde muy pequeño y nunca
supo quien era, con esto quiso decir que uno puede ser hijo/a de uno mismo/a…, nada lo puede
condicionar para siempre… Es uno de los exponentes más representativos de la corriente
psicoanalítica, contemporánea que tiene además la ventaja de retomar las teorías de Freud (autor
que sin ninguna revisión siguen la mayoría de manuales) para interpretarlas y superarlas, como
veremos oportunamente.
El progreso de un individuo que lo conduce a ser persona autónoma y madura, capaz de disponer
de sus capacidades psicológicas, especialmente las afectivas, con un modo oblativo y generoso de
relacionarse con los demás, está muy ligado a las primeras relaciones interpersonales en la
infancia.
Señal de un óptimo resultado en cada etapa de desarrollo es el grado relativo de autonomía y de
disponibilidad siempre creciente del sujeto hacia los demás; capacidad de ser sí mismo/a, de
disponer de sí mismo/a para darse a los otros/as, a los valores, a Dios.
Seguiremos pues las ocho FASES DEL DESARROLLO AFECTIVO descritas por Erik Erikson
:
1ª
2ª
3ª
4ª
5ª
6ª
7ª
8ª
Receptiva
Muscular
Espacial
Productiva
Adolescencia
Juventud
Adultez
Madurez
Para este psicólogo cada fase del desarrollo se caracteriza por una situación particular de
dificultad o crisis que constituye el problema central de esa etapa.
La superación de estas crisis depende de aquello más o menos feliz sucedido en las etapas
precedentes y, a su vez, incide sobre las etapas sucesivas.
Cada fase se desenvuelve entre la adquisición de una actitud de base positiva o de una negativa:
el equilibrio no se logra jamás plenamente, pero está en le predominio de lo positivo sobre lo
negativo. Un resultado feliz culmina en cada fase con la adquisición de una virtud psicológica
que es una fuerza con que cuenta el Yo.
1ª Fase: RECEPTIVA
Confianza vs. Desconfianza (Un año a año y medio)
Esta primera fase va desde le nacimiento del niño/a hasta más o menos un año y medio de vida.
Se caracteriza por la total dependencia del niño/a del ambiente: por la necesidad de la presencia
de la figura materna y el contacto físico con ella (decimos figura materna pues puede ser quien
haga sus veces si la mamá física falta); por el principio del placer que pide la satisfacción
inmediata de las necesidades; por el contacto con la realidad ejercido sobre todo a través de la
boca.
Si su necesidad de ser alimentado/a, acariciado/a, aseado/a, es satisfecha sin retardos
sistemáticos o preocupaciones excesivas, el niño/a hace, a nivel emotivo, la primera experiencia
social positiva: aprender a tener confianza en sí mismo/a, porque siendo objeto de amor y de
cuidado por parte de la madre, se siente bueno/a, digno/a de afecto y estima.
El niño/a, al pedir las satisfacción inmediata de sus necesidades, en un cierto sentido, da a su vez
alguna cosa a la madre: le da la “posibilidad de donarse”, la enriquece de esta preciosa
característica del amor y se revela ya una característica fundamental de la relación personal bien
establecida: la de lograr un recíproco enriquecimiento. Esta fase se llama “receptiva” porque
el/la bebé necesita “recibir” del ambiente y aprender a hacerlo.
La confianza hace al niño/a capaz de esperar “sin angustia y sin ira”, capaz de ESPERANZA y
contemporáneamente de renuncia. Las experiencias gratas ponen al niño/a en la posibilidad de
transferir sueños y esperanzas perdidas sobre objetivos posibles. El niño/a puede soportar las
inevitables frustraciones porque le resultan socialmente significativas, le dan la posibilidad de
llegar a ser aquello que los demás esperan de él.
Cuando el ambiente no es tranquilizante, ni cálido, y el niño/a no es satisfecho en su necesidad
de ser “aceptado” y de “entrar en relación”, la desconfianza prevalece sobre la confianza, y la
esperanza y la capacidad de renuncia son sustituidas por la necesidad urgente de posesión y la
incapacidad de aplazar la satisfacción de las necesidades, porque todo retardo es vivido como una
pérdida definitiva.
Aunque la fé y la esperanza cristianas son regalos que Dios nos hace, la educación puede
facilitar la adquisición de estas virtudes, pues es más fácil creer y esperar en un Dios que no
vemos cuando hemos aprendido a confiar en los que nos rodean. Si un pequeño es objeto de
caricias y atenciones sentirá, en el fondo de su ser, que es alguien digno de amor y le resultará
más fácil creer que Dios lo ama y posiblemente corresponderá mejor a su amor.
Alguien podría preguntar: ¿un/a bebé de un año puede hacer estos razonamientos? ¿No exceden
tal vez su capacidad intelectual? Recordemos la capacidad de “grabar” que tiene el inconsciente:
el niño/a “siente”, y conserva un recuerdo difuso pero duradero, y distingue cuando una persona
le da una palmada con seriedad pero con cariño y cuando se la da con rabia u odio: es trabajoso
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engañar a un niño/a, es más fácil engañar a un adulto que racionaliza, busca un mecanismo para
defender su Yo y evade la realidad.
El psicólogo francés R. Spitz en sus largas y cuidadosas investigaciones en clínicas maternas
observaba el caso de recién nacidos, no deseados, que rechazaban el alimento ofrecido por una
mamá que, el niño/a sentía tensa, hasta en la rigidez de sus brazos al cargarlo.
Pensemos, como educadores, qué camino tan difícil tendrán que hacer para creer los niños/ a los
cuales se les trata mal, se les descuida, se les hace sentir que son un estorbo, que por cuidarlos a
ellos la mamá no puede estudiar o trabajar, o se les echa en cara lo mucho que sus padres tienen
que trabajar para sostenerlos. Ya adulto estará siempre en una continua búsqueda de
satisfacciones afectivas por lo cual la misma religiosidad podrá ser egocéntrica y captativa, su
actitud hacia los demás será de hostilidad. De muchas maneras somos responsables de que los
demás crean, esperen y amen…
Tampoco se trata de mimar demasiado a los niños y sobreprotegerlos pues quedarán como
fijados (acomodados) en esta etapa de su existencia, les costará crecer y afrontar los fracasos que
trae la vida después. Desde ahora se puede ver la incidencia que tienen en la educación afectiva
los padres: ellos deben poseer equilibrio interior, sentido de humildad, empeño constante en
seguir cierta disciplina y, al mismo tiempo, mantener aquella ductilidad que permite modificar las
actitudes, sin confundir lo esencial con las modalidades de realización.
Freud llama a esta fase etapa oral, porque, según él, a través del placer de chupar y alimentarse
se descarga tensión, Vemos cómo Erikson sin desconocer que el placer oral tiene su importancia
en esta etapa, amplia mucho más su perspectiva.
Freud descubre huellas de este estadio en personas adultas que tienen “carácter oral”. Son
personas dadas, más que otros/as, al alcoholismo, al placer de beber, de comer, de fumar, de
masticar chicles; les gusta chupar dedo, morder los lápices, comerse las uñas… Otras
manifestaciones se pueden encontrar en actitudes más generales: el niño/a frustrado en este
período sería un adulto pasivo, dependiente, a menudo pesimista; el que ha tenido demasiadas
satisfacciones seria un adulto demasiado optimista, convencido de que triunfará sin hacer los
esfuerzos necesarios. También hay una actitud oral sádica: la de morder; en el adulto fijado en
ella se notaria en el hecho de poseer el objeto de amor y luego desecharlo cuando ha obtenido
satisfacción, es una manera captativa de relacionarse.
2ª Fase: MUSCULAR
Autonomía vs. Duda (Un año y medio a tres años)
Esta segunda fase abarca desde el año y medio hasta los tres años de edad, más o menos.
Durante ella el niño/a establece una relación siempre más objetiva con la realidad. El
aprendizaje de la marcha le permite explorar el mundo; el progreso en la diferenciación entre él
mismo y la realidad que lo circunda favorece las primeras relaciones sociales. Los padres
enseñan al niño/a lo que se puede o no se puede hacer. Las prohibiciones y los elogios de ellos
constituye la norma que el/la niño/a “introyecta”, es decir la agrega a sus conocimientos, pero sin
entenderla mucho y por lo tanto sin criticarla. Esta norma, que viene a ser un “Súper Yo”,
constituye el primer bosquejo de conciencia moral de carácter afectivo, es decir que se basa en el
miedo a ser castigado aunque sea sólo con la pérdida de los premios y caricias de sus padres.
Algunas normas de los padres en este período tiene que ver con la limpieza personal ligada al
control de los esfínteres de la vejiga y del intestino. La madurez muscular permite un control
personal (retener y soltar en el momento oportuno) que da al niño/a cierta satisfacción psicofísica y el sentido de dominio de sí, de autonomía. El hecho de que estas funciones sean
controladas por los padres hace que el niño/a pueda usar esta situación como un arma de doble
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filo: complace a sus padres cuando avisa para llevarlo al baño, o no avisa o se demora en eliminar
para hacerlos impacientar o desquitarse de algo que le han hecho.
Pero no son solamente los esfínteres los que controla sino todos sus músculos y el ambiente en
que vive: camina, corre, salta y además va desarrollando el lenguaje. El/la niño/a se da cuenta de
que puede querer algo y lograrlo, adquiere así la virtud psicológica de la VOLUNTAD como una
fuerza de su personalidad. Es lo que habitualmente llamamos “tener fuerza de voluntad” o
tenacidad.
En este período es particularmente importante que los padres posean equilibrio: se necesitan
bondad y firmeza para proteger al niño/a de la anarquía a la cual estaría expuestos por la
incapacidad de escoger. Si los padres son demasiado permisivos o inconstantes en sus
exigencias, el/la niño/a no aprende a tener en cuenta a los demás, no controla sus impulsos,
permanece psicológicamente egoísta y esclavo/a de sus exigencias e incapaz de percibir las de los
demás.
Una actitud tranquilizante y alentadora, que evite una excesiva rigidez y normas poco
equilibradas preserva al niño/a de sentimientos de duda, temor o vergüenza en sus intentos aún
inciertos, y a veces no logrados, de comportarse perfectamente y según el deseo de sus padres.
La vergüenza no produce nunca un comportamiento genuinamente correcto sino que lleva
fácilmente a actitudes inadecuadas como: preocupación paranoica (cree que todos lo persiguen),
escrupulosidad, timidez excesiva, o a una secreta decisión de hacer las cosas impunemente, sin
que nadie lo vea, cuando no trae como resultado una desafiante desvergüenza y ausencia de
pudor.
La exigencia de los padres para que los/as niños/as aprendan las primeras normas sociales tiene
una incidencia fundamental sobre su conducta moral y sobre su elaboración de la imagen de
Dios. La intransigencia no razonable de los padres formará en el/la niño/a un Súper-Yo,
demasiado severo por lo cual Dios, a la par que los padres, será considerado ante todo como un
juez severo y exigente. La actitud del sujeto, aún desde el punto de vista religioso, estará
marcada por la rigidez, el escrúpulo, el moralismo o el masoquismo (encontrar gusto en el
sufrimiento).
Si por el contrario, los padres son demasiado permisivos y el Súper-Yo del/la niño/a demasiado
débil, el sujeto será incapaz de controlarse y de llevar una conducta estable y coherente. Dios, en
este caso, es frecuentemente considerado como un ser sin atractivo, débil, insignificante.
Freud llama a esta fase etapa anal, haciendo referencia sólo a este esfínter como zona erógena o
de placer que se produce en el hecho de retener o soltar en relación con las funciones intestinales.
Cabe aquí el mismo comentario hecho en la etapa oral: esta teoría de Freud es reduccionista en
comparación con la de Erikson que es amplia en su visión pues, por ejemplo, en este caso
extiende el control muscular a todos los músculos (no solo a los esfínteres) y a todas las
funciones: caminar, trabajar, etc.
Según Freud, cuando la problemática de esta etapa no se resuelve adecuadamente por la
dificultad en la adquisición de hábitos de limpieza se puede dar que, la persona adulta presente
una personalidad o “carácter anal” que puede tener dos modalidades: placer de destruir los
objetos, relacionado con el momento de la expulsión y placer de hacer impacientar a los adultos,
relacionado con el momento de la retención. Por este motivo los freudianos hablan de carácter
anal-sádico.
También la personalidad anal se distingue por la exageración en la higiene corporal, la
obstinación, la meticulosidad en cumplir los más pequeños deberes y la avaricia.
3ª Fase: ESPACIAL
Iniciativa vs. Culpa (Tres a seis años)
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Esta tercera fase abarca desde los tres a los seis años.
En esta etapa el niño/a está en grado de moverse más libremente y con mayor energía, con la
fantasía imagina el papel que le gustaría asumir cuando sea mayor.
Desarrolla gran curiosidad por las diferencias sexuales y empieza a descubrir su propio sexo. El
hombrecito hace gala de lo suyo y compite con sus compañeritos sobre quien puede mandar más
lejos el chorro y abarcar más espacio al orinar. Este modo intrusivo o penetrativo caracteriza
gran parte de las actividades del varoncito, se puede en efecto observar su intrusión en su grupo
de coetáneos con el ataque físico (puños, patadas, juegos competitivos, etc.); en el espacio con
mayor velocidad y resistencia en la carrera y el salto; en lo desconocido mediante la curiosidad y
la investigación.
Esta capacidad intrusiva se desarrolla en ambos sexos pero en la niña es dominante el modo
inclusivo o receptivo (volverse atrayente, recibir dentro de sí). La mujer siempre llevará en ella
una conciencia, aún difusa, de tener un espacio interior que debe llenar, bien sea con un hijo o,
por extensión, ella tiende a adornar y hacer acogedores los ambientes en que vive. Erikson llega
a afirmar que las grandes ciudades de hoy, urbanizadas en su mayoría por hombres, abarcan cada
vez mayores espacios construidos, pero se necesita la presencia de la mujer que los llene, los
arborice, los pavimente, los embellezca, los decore…
A esta alusión a “espacios” que se deben abarcar o llenar debe su nombre la etapa: Fase espacial.
Si el ambiente que circunda al niño/a lo/la estimula a ser activo/a, a proponerse metas, a
desempeñar pequeñas tareas, el/la pequeño/a se siente considerado/a como una persona que se
relaciona activamente en su ambiente, interfiere en la vida de los demás y los hace participar en
lo suyo: madura así la actitud de base de la iniciativa que lleva a afrontar una tarea por el placer
de sentirse activo/a.
El riesgo de esta etapa es que, a causa de una actitud prohibitiva y castigadora de los padres o de
los educadores, el sentimiento de culpa prevalezca sobre la iniciativa. El/la niño/a puede así
sentirse culpable por haber sobrepasado los límites al ser demasiado agresivo/a, o no haber
correspondido a las expectativas de los demás.
La virtud psicológica que se radica en esta etapa, apoyándose en la iniciativa, es la FIRMEZA
DE LOS PROPÓSITOS, es decir el valor de fijarse y perseguir objetivos válidos. La carga de
energía vital de el/la niño/a le permite olvidar pronto los fracasos y volver a comenzar dirigiendo
sus esfuerzos hacia fines más apropiados, menos fantásticos y más realizables.
En nuestra cultura, en esta edad aparece una particular inclinación afectiva hacia el padre del
sexo opuesto (las mujercitas quieren más al papá, los hombrecitos a la mamá) acompañada de
ciertos celos, rivalidad hacia el padre del propio sexo, que acapara parte del amor y los cuidados
que el niño o la niña quieren para sí mismos en forma exclusiva, no hay que pensar que los niños
estén enamorados de su padres en el sentido de la sexualidad genital adulta.
A esta situación, siguiendo a Freud, se le ha llamado “complejo de Edipo”, haciendo alusión a
Edipo, personaje de una tragedia griega que, sin saberlo, mata a su padre y termina casándose con
su madre. Así Freud opina que el hombrecito para eliminar a su papá, como opositor, se
identifica en todo con él: siente como él, actúa como él, hasta ser como una prolongación de su
papá, de esta manera puede amar sin límites y sin obstáculos a su mamá, y defenderse así de los
sentimientos hostiles que experimenta contra el papá. Lo mismo le sucede a la mujercita: se
identifica con su mamá para amar a su papá.
Los psicólogos que critican a Freud, entre ellos Erikson, le quitan tantos tintes dramáticos y
románticos al asunto y aseguran que si el hombrecito se identifica con la figura paterna es porque,
su impulso a crecer lo lleva a imitar al modelo masculino adulto que tiene más cercano, es decir a
su papá, con quien seguramente tiene buenas relaciones afectivas. Otro tanto le sucede a la
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mujercita con su mamá.
Si los padres se aman profundamente y saben comprender los conflictos que el niño vive, sabrán
desdramatizar sus celos y rivalidades, tanto con ellos como con sus hermanos, y ayudar a
superarlos adecuadamente.
Lo importante es acabar con el apego exclusivo y egoísta a una sola de las figuras paternas y
empezar así la identificación con la del propio sexo para llegar a ser hombre o mujer, no sólo a
nivel físico y biológico, sino de una manera que impregne toda su forma de ser y de actuar, este
proceso de identificación durará hasta la adolescencia cuando se debe llegar a la propia
identidad.
El desarrollo de la iniciativa da al niño no sólo el gusto por la actividad en general, sino también
por la búsqueda del bien y el descubrimiento de Dios. En cambio el sentimiento de culpabilidad,
como el de vergüenza, del que ya hablamos en la fase muscular, no llevan a nada bueno pues
pueden conducir a la persona a perversiones sexuales, al sadismo, al masoquismo, a la falta de
coherencia entre la vida y las palabras, a la inestabilidad tan nociva para una vida moral y
religiosa coherentes. La fijación entre la madre puede favorecer una religiosidad captativa,
morbosa, sentimental y pasiva.
En el niño domina el corazón sobre la cabeza: él ama al que lo ama y esa persona es para él
perfecta así tenga vicios; de modo que si el educador no le demuestra afecto es como si no
existiera, así sea muy instruido.
Además como el niño es gran imitador/a del adulto, sobre todo si este le demuestra cariño, y la
seguridad le viene de la grandeza y el poder que tiene este, resulta contra lo que habitualmente se
piensa, que simpatiza más con la persona de Cristo adulto que con la del Niño Dios; esta última
devoción nos hace bien a los/as adultos/as que tendemos a ser tan complicados: nos sirve mucho
aprender la sencillez del niño. Esto explica también la acogida que ha tenido entre las niñas la
muñeca Barbie que tiene apariencia de una mujer adulta.
Freud le llama a ésta, etapa fálica con una clara alusión al falo o pene, dando así mucha
importancia al órgano sexual masculino en cuanto es motivo de orgullo y prepotencia para el
niño, pero al mismo tiempo de preocupación cuando se ve amenazado con la posibilidad de
perder su órgano; la niña también, por comentarios del ambiente, puede sentir que a ella le falta
algo por no tenerlo, tanto más si crece en un medio donde la mujer es considerada, bajo varios
aspectos, como inferior al hombre.
También según Freud las personas adultas que tienen “carácter fálico” se caracterizan por un
comportamiento temerario, agresivo, son las primeras en atacar, vanidosas y exhibicionistas. A
la mujer le gusta desempeñar papeles masculinos.
Volvemos a hacerle a Freud la observación de una visión muy reducida que enfoca sólo un
aspecto del problema y no falta quien lo tache también de mentalidad machista que quieren hacer
aparecer al hombre como superior a la mujer y a ésta en una situación de envidia y de complejo
de inferioridad. Además no tiene base estadística suficiente pues en muchísimas investigaciones
hechas por diferentes psicólogos, son poquísimas las personas que han sufrido en la infancia de
este que él llama “complejo de castración”.
El mismo problema estadístico se presenta cuando él trata de ligar los rasgos de los caracteres
oral, anal y fálico, con experiencias de la infancia; lo que sucede es que lo que Freud observaba
en personalidades enfermizas que llegaban a su consultorio de psiquiatra, lo generalizó para el
común de las gentes. El aspecto sexual tenía para él una importancia exagerada, por eso se habla
de “Pansexualismo Freudiano”: Todo tiene que ver con el sexo aún en forma encubierta …!
Vemos que la antropología o concepto de la persona que tiene Freud es pesimista: Cree que el
ser humano solo tiene necesidades inferiores, está condicionado excesivamente por su
inconsciente, determinado por sus experiencias infantiles, no le reconoce la necesidad de grandes
ideales de superación… En cambio Erikson es más optimista: para la persona humana no hay
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límites que lo encierren para siempre, puede progresar hasta el último momento de su vida, puede
superarse a sí mismo y las privaciones y renuncias las puede convertir en ganancias…
4ª Fase PRODUCTIVA
Industriosidad Vs. Inferioridad (Seis a doce años)
En esta fase el/la niño/a aprende a conquistar el reconocimiento de los demás a través del trabajo
productivo, que tiene su centro en las actividades escolares donde adquiere los conocimientos que
le permiten formar parte activa de la sociedad a la que pertenece. En general corresponde a la
época escolar de la Primaria, adquieren por tanto particular importancia las relaciones con sus
compañeros/as y con los adultos.
El éxito más ambicionado es sobresalir entre sus compañeros/as, aparecer fuerte, hábil, veloz,
ocurrente. Su marcado sentido de competencia los lleva a enfrentarse para tener la medida de su
habilidad y su valor.
El/la niño/a se acerca a los adultos con una actitud diversa a la de la infancia pues ellos/as
pierden parte del prestigio del cual gozaban porque el niño descubre que no son omnipotentes, les
ve límites y errores. Se redimensiona especialmente la figura de los padres a causa del contacto
prolongado con otros/as adultos/as significativos: Los/as maestros/as y educadores/as que
adquieren un ascendiente notable, entre otros motivos porque saben más que los papás y pueden
calmar su sed de saber.
El gusto por llevar a término un trabajo, con atención constante, diligencia y perseverancia,
unido a la repetida sensación de ser capaz de realizar bien una tarea, desarrolla en el/la niño/a la
actitud de base de la industriosidad. Le gusta hacer cosas que se pueden mostrar, que lo/a
ocupen, que le den encargos y oficios.
Debido a esta inclinación por la acción, le gusta oír contar lo que Dios, los personajes bíblicos y
los cristianos/as comprometidos/as han hecho. Esta es la pedagogía de Dios, la Biblia nos
muestra como el Señor actuaba y después explicaba a su pueblo lo que había acontecido.
Mientras a un/a niño/a pequeño/a se le presenta la naturaleza para que la admire y le dé gracias a
Dios, al/a mayorcito/a hay que decirle que Dios lo llama a colaborar con El en el cuidado y
progreso de lo creado. Es el momento de integrarlo a movimientos apostólicos como la Infancia
Misionera u otros.
La madurez intelectual y social que permite al/a niño/a suficientemente seguro de sí mismo,
obrar con competencia y en modo satisfactorio, fortalece el Yo del niño/a para el resto de su vida
con la virtud psicológica de la EFICACIA.
Si por el contrario, el esfuerzo del/a niño/a no es reconocido y justamente valorado, si él/ella no
gusta la alegría de producir alguna cosa buena que le procure la estima de los/as adultos/as y le dé
prestigio entre sus compañeros/as, adopta una actitud de inferioridad que pone en peligro el
sentido de su valor personal, no adquiere confianza en sus capacidades, tiene la impresión de que
nunca servirá para nada y terminará por mostrarse desaplicado/a en sus tareas y deberes.
El sentimiento de inferioridad puede deberse también a una solución insuficiente del conflicto de
la fase evolutiva anterior: apego a la mamá y rechazo de la escuela fomentado por una madre
hiperprotectora.
Otro riesgo puede ser aquel de permanecer prematuramente fijado en la convicción de ser un
pequeño y buen trabajador. En tal caso se tiene una visión restringida que ve, como único
horizonte de su vida, aquel del trabajo.
El enriquecimiento en el campo intelectual, así como la ocasión de tratar con un mayor número
de personas fuera del núcleo familiar en la escuela, introduce cambios en el campo emocional del
niño/a. Aunque según varios autores, en esta etapa, el desarrollo afectivo aparece menos intenso,
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mientras cobran mayor importancia en la madurez de la personalidad las dimensiones intelectual,
social y moral.
Precisamente Freud llama a esta fase período de latencia, porque las explosiones de afectividad
del niño/a, su curiosidad por lo sexual, su instintividad parecen apaciguarse, quedan latentes (no
desaparecen pero no se manifiestan exteriormente), para volver a aparecer ruidosamente en la
adolescencia, parecería que la naturaleza concede al niño/a esta tregua de descanso antes de un
duro combate.
Si el/la niño/a vive en un ambiente sano y en un hogar donde se tenga una visión positiva y
equilibrada sobre el sexo, es posible que la curiosidad sobre lo sexual que se manifiesta en esta
edad no sea fruto de la malicia, sino la misma curiosidad intelectual que se interesa por el
funcionamiento del cuerpo humano, en relación con la procreación y el nacimiento, en la misma
forma que investiga sobre otros temas: deportes, carros, etc.
El interés puramente sexual está como “adormecido”, las energías del/a niño/a se dirigen a su
desarrollo intelectual y físico. Esto explica por qué a esta edad niños y niñas están relativamente
“distanciados”, es trabajoso que formen grupos mixtos para actividades extraescolares. La
morbosidad sexual es despertada en los/as niños/as por los adultos compañeros/as ya iniciados.
5ª Fase: ADOLESCENCIA Identidad vs. Dispersión (Trece a dieciocho años)
Aunque la naturaleza por sí misma forma en el hombre y en la mujer las características
corporales propias de su sexo, psicológicamente hay que aprender a ser hombre o mujer, o mejor
a ser persona.
Notamos que los/as niños/as desde pequeños tratan de imitar a los mayores: el niño quiere ser
como el papá o como la figura paterna que tiene en el hogar (abuelo, tío, hermano mayor) y que
se relaciona con el niño en forma agradable para éste. Lo mismo le sucede a la niña con la figura
materna que tiene en el hogar. Así el niño aprende a tener comportamientos que en su mundo
social son reconocidos como masculinos y la niña aprenderá los femeninos.
Esto sucede en el mejor de los casos, pero hay otros casos dolorosos… por ejemplo un niño no
acepta la figura del papá, no lo quiere y no tiene otra figura masculina bien definida en el hogar a
la que el niño aprecie… ese niño no aprende a ser hombre, no adquiere su IDENTIDAD
SEXUAL no aprende una manera masculina de comportarse, de trabajar… de relacionarse con
las mujeres: a estas les tiene miedo o es excesivamente agresivo con ellas; es muy probable que
en la juventud en lugar de orientarse afectivamente hacia el sexo opuesto, prefiera relacionarse
con su propio sexo y llegar a situaciones graves como la del homosexualismo. Lo mismo le puede
pasar a la niña. Hasta el momento se puede afirmar que nadie nace homosexual…! , el ambiente y
las experiencias que haya tenido desde la niñez lo vuelven así.
Este “aprender a ser hombre o mujer”, en la adolescencia sufre un cambio: cuando las figuras de
los padres pierden influencia y la gana un adulto o un compañero, el muchacho o la niña tratan de
imitarlo, más aún: de obrar como si fuera fulano…
Esto trae sus ventajas si se cumplen dos condiciones:
1ª Que la persona que quiere imitar sea realmente valiosa. 2ª Que no trate de imitarla totalmente
pues como cada uno es cada uno, al no lograr hacerlo plenamente se sentirá frustrado, por
ejemplo admira a un profesor/a que es dinámico/a, emprendedor/a y además muy bueno/a para
echar chistes: si el muchacho no tiene una habilidad natural para esto último es mejor que no
insista, limítese a imitarlo/a en los otros dos aspectos. Por eso es importante que en un ambiente
educativo (hogar, colegio, parroquia) se encuentren muchas personalidades maduras y valiosas
para que los/as jóvenes puedan escoger entre diferentes modelos: de uno cogerá un valor (ej: La
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honradez), de otro, otro valor (ej: el optimismo) y los actuará según su propia manera de ser, pues
si es verdad que la manera concreta de ser persona se aprende de otras no se debe caer en el
imitacionismo, es decir “actuar como si fuera la otra”, sino “como es uno mismo”, imprimiendo a
lo que se hace como una marca personal. Así se adquiere lo que se llama IDENTIDAD
PERSONAL. Al proceso que se ha seguido se le llama “proceso de identificación”.
Obra mal el profesor o padre de familia que pretende que sus alumnos o hijos sean fiel copia
suya, a veces los ligan afectivamente a ellos por toda la vida y les impiden “ser ellos mismos”.
La función de la adolescencia es precisamente esta: llevar al ser humano a una toma de
conciencia progresiva de la propia personalidad libre y autónoma. El niño/a poseía, ya desde el
inicio de la vida su propia fisonomía personal, durante 12 o 13 años ha aprendido muchos
comportamientos y tiene muchas capacidades, pero le faltaba un elemento esencial: la conciencia
de su Yo como poseedor de estas nociones y habilidades. El adolescente adquiere menos datos
nuevos que el niño, pero se descubre como sujeto de las adquisiciones logradas anteriormente y
dueño de ellas.
Bajo esta luz hay que entender la exigencia pastoral de recibir el sacramento de la Confirmación
al final de la adolescencia y no en la niñez. El niño ha vivido su cristianismo llevado por el
ambiente familiar o escolar, pero generalmente no tiene plena conciencia de que es ser cristiano.
Al decidirse a recibir el sacramento de la Confirmación hace una opción personal por Cristo,
actualiza y hace propia la fe de su bautismo. Por eso se insiste en que sea el/la muchacho/a, y no
sus padres, quien se presenten a solicitar el sacramento.
Más tarde vendrá la IDENTIDAD PROFESIONAL que empieza a formarse a través de la
identificación con profesionales significativos para el/la joven.
El modelo para llegar a la IDENTIDAD CRISTIANA, lógicamente es CRISTO, que se hizo
hombre, es decir cercano a nosotros/as, imitable… para que pudiéramos lograr nuestra
IDENTIDAD DE HIJOS de DIOS y HERMANOS de JESUS y de todas las PERSONAS…!
Tenemos que hacer nuestros los sentimientos y los valores de Cristo. Los santos son también
modelos que nos pueden ayudar en este camino de semejanza con Cristo, que dura toda la vida !
Cuando el niño o el adolescente no encuentra entre las personas que conviven con él, modelos
que a él le llamen la atención y quiera imitarlas, pues no son personas interesantes ni agradables,
recurre a modelos sacados de los medios de comunicación que muchas veces son portadores de
antivalores (violencia, engaño, venganza, etc.).
Con estos últimos queda fácil relacionarse porque se les ve solo en sus momentos estelares de
actuación, mientras a los familiares y profesores/as los ven todo el día, hasta en los “momentos
menos estelares” de la jornada. De hecho en una encuesta realizada entre jóvenes colombianos,
entre sus personajes preferidos tuvieron máximo puntaje los deportistas y los artistas de cine y
TV.
Esto nos cuestiona como educadores/as cristianos, es decir, como portadores de valores
evangélicos encarnados en la propia vida. ¿Nuestra presencia suscita simpatía? ¿La presentación
que hacemos de Jesús en tan sugestiva que lleva a identificarse con El?
El/la adolescente próximo a terminar sus estudios se pregunta si la sociedad lo acogerá, ¿Qué
puede él/ella hacer por esta sociedad? ¿Qué espera la sociedad de él? ¿Realmente quien es él? El
problema del propio valor personal y social.
En otras palabras, el/la adolescente se presenta por primera vez ante la sociedad de los adultos
como un posible miembro de ella. Es un examen que su Yo sostiene y el impacto es fuerte. En
efecto el adolescente ve una ruptura entre lo que era ayer y lo que es hoy, y es precisamente este
madurar, que tiene precisas características sociales y de vida adulta, lo que pone en crisis al
joven.
Si el/la adolescente tiene un grupo de amigos/as encuentra un apoyo en ellos para enfrentarse al
grupo de los adultos. Pero pertenecer a un grupo en forma constructiva se da sólo si el/la
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adolescente tiene confianza en sí mismo/a, en lo que puede hacer, en sus iniciativas. Es decir si
tiene todas las actitudes de base anteriores, de las que habla Erikson, en forma positiva. Es por
esto que se dice que en la adolescencia se realiza una síntesis personal, en la cual el sujeto resume
su propia IDENTIDAD; en esta forma debe concluir la adolescencia misma.
Al lograrse esta identidad, la sociedad es la primera en reaccionar positivamente acogiendo al
joven en su seno y reconociéndole un papel o rol en ella. A esto se refiere Erikson cuando habla
de la adolescencia como la 5ª fase en el desarrollo psicoafectivo, en la cual se puede lograr la
actitud de base positiva de la identidad o por el contrario la negativa de la dispersión, o
confusión, a propósito del propio rol o papel que debe desempeñar en la sociedad. La virtud
psicológica que debe emerge al concluir esta fase adolescencial es la de la FIDELIDAD A SÍ
MISMO, descrita por Erikson como “capacidad de seguir coherente con los principios
libremente escogidos, a pesar de las inevitables contradicciones”, la cual indica una de las
características de la verdadera identidad: la de permanecer siempre fiel a sí mismo.
El/la adolescente siente una profunda necesidad de los demás. El esfuerzo por distanciarse del
adulto lo lleva a una experiencia de soledad con la cual goza pero al mismo tiempo sufre: se
siente incomprendido/a, descubre en él pensamientos y aspiraciones de una originalidad que cree
solamente él posee y se siente incapaz de comunicarla a sus familiares, hasta que encuentra
alguien – compañero/a profesor/a… - que él cree que está en la misma situación y se vuelve su
amigo del alma…! Esta amistad es exclusiva, la quiere solo para él, por tanto es fuente de celos y
como la idealiza tanto…, al final es fuente de desilusiones.
Es además narcisista pues el amigo es como un espejo de él mismo, lo busca más que todo para
compararse con él, para pedir su opinión, no para hacerle favores y verlo feliz, como sería en el
caso de una actitud oblativa.
Estos mismos sentimientos se pueden pasar al campo religioso: Dios es alguien muy sublime,
puro y bello, que se vuelve el íntimo confidente de todos los sufrimientos. El entiende muy bien
todo porque también El fue incomprendido por los hombres… Está bien ver a Jesús como el
amigo con el cual se puede tratar personalmente, pero el seguimiento de Jesús y su imitación son
más exigentes: obligan a pensar más en los demás que en uno mismo como lo hizo El. Por tanto
esta etapa de la religiosidad un poco romántica y egoísta tiene que ser superada o al menos
completada con un compromiso de servicio a los demás.
El adolescente depende mucho del grupo de amigos/as, se siente apoyado por ellos y puede
llegar a masificarse, es decir, a ceder en sus puntos de vista y pensar como todos los del grupo
ante el temor de ser rechazado, así tenemos a las pandillas, las tribus urbanas. Pero también
cuando es un grupo abierto puede darse una verdadera experiencia de comunidad, de Iglesia,
cuando el grupo está animado por valores y metas cristianas. Esto explica la importancia de los
grupos juveniles de compromiso cristiano. En ellos el/la adulto/a debe ser sólo asesor que dé la
impresión de que todas las decisiones son tomadas por los jóvenes.
En un primer momento el/la adolescente forma parte de grupos formados por personas del
mismo sexo, luego se integra a grupos mixtos.
El adolescente es muy variable en su humor, a un momento de alegría y actividad puede seguir
otro de tristeza y desaliento, de rebeldía y protesta. Casi todos los adolescentes declaran que uno
de sus defectos es ser de mal genio y hasta se acusan en la Reconciliación de ser así.
Hay motivos para estos contrastes y esta inestabilidad. Tratemos de encontrarlos en las muchas
“novedades” que se presentan en su vida:
Inicio de la maduración de los órganos sexuales y la aparición de las características
corporales propias de cada sexo. Todo esto exige un esfuerzo del organismo que trae un
desgaste físico y nervioso.
El/la adolescente “estrena” una nueva forma de razonar, es la LOGICA FORMAL (según
Piaget). Esta nueva forma de pensar y comprender le hacen ver los problemas familiares y
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sociales con mayor profundidad y esto lo angustia.
Nueva posición ante la sociedad: su deseo de independencia se ve obstaculizado por las
normas familiares y por una sociedad que cada vez le distancia más su entrada al mundo de
los/as adultos/as porque le pone por delante muchos años de estudio y después le dificulta
conseguir empleo.
Es una sociedad cruel, pues por un parte rodea a los adolescentes de estímulos que excitan su
sexualidad (revistas, películas, afiches, canciones, etc.) pero por otra parte no les ofrece una
orientación equilibrada para manejar sus impulsos, ni un ambiente sano para vivir con serenidad
sus relaciones con el sexo opuesto, mientras tiene medios económicos para pensar en la
formación de su propio hogar. Esto los puede llevar a tener experiencias sexuales incompletas
que los dejan insatisfechos y comprometen su futuro, como la prostitución, el sexo prematuro, el
sexo sin compromiso, etc.
Es una sociedad ambigua en sus relaciones con los adolescente: unas veces los trata como a
niños y otras como a adultos. Esta confusión se agrava por la diversidad de instituciones que se
ocupan de los jóvenes: Familia, colegio, Iglesia, grupos juveniles, medios de comunicación que
tienen sus métodos y objetivos propios y a veces contradictorios.
Esta situación crea en los/as adolescentes cierta ansiedad a la cual reaccionan según la manera
propia de ser y las circunstancias en las que se encuentran. Una respuesta típica es el
comportamiento agresivo que ordinariamente se expresa en exigencias exageradas de
independencia, en el desprecio por los valores establecidos por los adultos, en la arrogancia, en
una forma de desafiar la autoridad o en una actitud hostil hacia los padres y los adultos. Otra
forma de reaccionar consiste en una actitud de aislamiento: cavilaciones, timidez, rechazo
persistente de las relaciones sociales, intelectualización exagerada, fantasías de tipo regresivo o
de tipo “superhombre” o “supermujer”.
La rebeldía del adolescente no tiene raíces profundas, es un mecanismo de compensación, el
siente como nunca la necesidad de protección y de guía, pero pretende que estas le sean
aseguradas de una manera diferente a la de la infancia, es decir con discreción, sin intervenciones
directas, de modo que no se le quite aquella satisfacción y aquella fuerza que nace de la
persuasión de haber sido capaz de lograr algo por cuenta propia.
6ª Fase : JUVENTUD
Intimidad vs. Aislamiento
Cuando en la adolescencia se ha logrado tener una identidad personal definida, es decir la
persona sabe quién es ella, que pueden esperar los demás de ella, se puede decir que ha llegado a
la juventud !. Aunque esto no es cuestión de edad, se espera que a este punto se llegue más o
menos a los 18 años, pero de hecho existen los eternos adolescentes… hasta de 80 años.
El joven que ha llegado a esta meta se siente seguro de sí mismo, se puede decir “que se siente
en sus propias manos”, se “posee”, entonces puede entregarse, dedicarse a algo o a alguien…!
Esta es la edad de la decisión vocacional. Decidir entre…
Entregarse a un esposo/a, a unos hijos en el matrimonio.
Dedicarse de tiempo completo a llevar adelante una obra de bien para la humanidad
(enseñanza, salud pública, política como servicio no como beneficio, etc.).
Hacer una opción decidida por el Reino que coja todas sus energías y su vida, ser
evangelizador de tiempo completo..!
En fin … salir de sí mismo y entregarse a algo noble en un modo oblativo.
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Cuando el joven al final de la adolescencia, ha descubierto su propia identidad, está preparado
para superar positivamente las crisis de la edad adulta y para crecer en un continuo y fecundo
intercambio con el ambiente.
Erikson afirma: “La fuerza adquirida en cada fase se revela en la exigencia de superarla y de
arriesgar en lo sucesivo aquellos que en la anterior constituían los elementos más preciosos”. Por
eso el joven que ha logrado su identidad la puede “fundir” con la de otros sin temor a perderla,
son muy seguros de sí mismos, no giran al vaivén de la última novedad, pero son muy abiertos
para aceptar la “diferencia” de los otros.
Así tenemos que la actitud psicológica positiva que se logra en la juventud es la intimidad, es
decir la capacidad de relacionarse profundamente con las personas, con la propia profesión o
trabajo, ser fiel por mucho tiempo.
La seguridad, lentamente elaborada desde los primeros años de la infancia y fundada ahora sobre
la identidad, permite establecer relaciones interpersonales auténticas, seleccionarlas, ser fieles a
ellas, llegar a la comunión, superando el temor de perder el propio Yo. Cuando el miedo de
perderse hace evitar tales experiencias, surge una profunda sensación de aislamiento y, como
consecuencia, la persona se cierra sobre sí misma.
Si no ha llegado a la identidad puede suceder que el joven busque reiteradamente intercambios
físicos para compensar la incapacidad de intimidad profunda. Vemos individuos que viven en la
superficie: es típico el ejemplo del “Don Juan”, del hombre que tiene aventuras amorosas con
muchas mujeres como para disimular su incapacidad de llegar a establecer una relación profunda
con una sola. Esto también le puede pasar a una mujer.
Hay otras personas que empiezan varias carreras y no terminan ninguna, o abandonan los
empleos que consiguen, o escapan de las situaciones que exigen esfuerzo, buscando los caminos
aparentemente más fáciles: la droga, el trago, la delincuencia… Tiene un “Yo” frágil y débil, son
individuos que se han quedado cortos en su proceso de personalización pues es de valientes ir en
hondo y en largo, profundizar y durar.
La persona que ha logrado la actitud de base de la intimidad no considera las relaciones con los
demás solamente como una fuente de satisfacciones personales o de placer, sino como un
enriquecimiento mutuo en vista de la transmisión de la vida o de realizaciones de distinto tipo y a
diferentes niveles, según la calidad de las relaciones y el grado de intimidad alcanzado con la otra
persona. Por tanto es capaz de colaboración y solidaridad.
Cuando la capacidad de intimidad se vuelve una fuerza interior, es posible soportar el
aislamiento exterior, la lejanía… la espera en el tiempo…, sin retroceder o cerrarse.
La virtud psicológica característica de la juventud es el AMOR que consiste en la “devoción
recíproca”.
En el caso de que no se haya resuelto la dependencia afectiva de los padres, la persona puede
buscar una pseudo–intimidad con un compañero de la propia vida, que haga las veces de su
madre o de su padre, según corresponda. Se comprende fácilmente como en estos casos el
aspecto sentimental permanece separado del sexual, comprometiendo la posibilidad de una
verdadera relación conyugal. De ahí se derivan descontento y ambivalencia, que generan
dificultades en la adaptación matrimonial.
7ª Fase : ADULTEZ Generatividad vs. Estancamiento
El amor que una persona ha recibido en las etapas precedentes, se transforma en la edad adulta,
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en un amor dirigido al cuidado de los demás.
En esta la actitud de la generatividad, que constituye un momento fecundo esencial, sea en el
campo sexual como en el social.
En efecto mediante la SOLICITUD POR LO GENERADO, virtud a través de la cual se
expresa y se concretiza la generatividad, se hace posible la transmisión del patrimonio cultural de
una generación a la otra. Consiste esta virtud en la diligencia y empeño que se pone en cuidar lo
que se ha generado en la juventud, sea esto hijos, obras, planes realizados: se trata de ayudarles a
crecer, a salir adelante.
Las fases de la vida humana están tan estrechamente ligadas que, mientras las generaciones que
crecen tiene necesidad de los adultos, estos a su vez, para no caer en la involución, en la “autoabsorción”, tienen necesidad de ayudar a los jóvenes a crecer, de participarles cuanto ellos han
conquistado y adquirido.
Cuando falta la capacidad de intimidad resulta imposible también asumir la responsabilidad por
lo que se ha generado. La persona se cierra en la inactividad y se empobrece en el egoísmo, se
vuelve indulgente respecto de sí mismo como si fuera “su propio y único hijo”. Se da una
regresión con frecuencia acompañada de un sentimiento difuso de estancamiento y de
empobrecimiento personal. Se tiene una sensación de vacío…
8ª Fase : MADUREZ
Integridad vs. Desesperanza
Los que tienen una visión materialista del ser humano piensan que las personas se desarrollan y
son plenamente hábiles más o menos hasta los 50 años, allí se empieza a envejecer y se coge una
curva de descenso rápido hacia el final.
Contrariamente en muchas empresas han comprobado que los adultos por su experiencia,
constancia y responsabilidad constituyen un personal muy valioso.
Es verdad que a esta edad el organismo empieza a deteriorarse, los procesos orgánicos se hacen
más lentos, los sentidos pierden viveza y los movimientos son menos ágiles, pero lo importante
no es el estado de cada órgano sino el funcionamiento del conjunto: la manera como nos
servimos de la máquina física tiene más importancia que la calidad de esta. Cuando una persona
sabe qué quiere y para dónde va, hace servir el vehículo que la va a llevar allá…, si la persona ha
logrado, desde la niñez, que su espíritu domine su cuerpo, el envejecimiento de éste no
obstaculiza demasiado el manifestarse de su riqueza interior.
Pero hay un momento en el que el desgaste físico y mental hace que el anciano requiera los
cuidados permanentes de sus familiares y así les da a ellos la oportunidad de practicar el amor
oblativo, es decir gratuito: amar y servir sin esperar recompensa.
Si las etapas de la vida humana han sido vividas de modo adecuado tienen sentido la vejez y la
muerte.
La vejez, aún con el debilitarse de las fuerzas, no será sentido como inútil por la persona que en
alguna forma ha cuidado de cosas y personas y se ha adaptado a los triunfos y desilusiones que
trae el hecho de ser generadora de otros seres humanos o de obras e ideas.
Con la integridad alcanzada todas las experiencias de la vida son aceptadas y valorizadas. La
persona anciana que es abierta a los problemas humanos, los mira con inteligencia experimental y
juicio maduro: adquiere así una particular SABIDURÍA para considerar la vida y también la
muerte. Nada la escandaliza…
Por el contrario podemos encontrarnos con ancianos sumidos en una profunda desesperanza,
amargados y resentidos.
Cada uno envejece como ha vivido…, con el agravante de que al perder un poco el dominio
sobre sí mismo es muy difícil disimular lo que se es realmente.
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NOTA: En todo el texto la palabra “padres”, se usa de modo genérico
para los dos sexos, salvo que se haga una distinción.
Igualmente en algunos textos, la palabra “niño”, “adolescente” o
“joven” se usa de modo genérico para los dos sexos, salvo que
se haga una distinción.
DESARROLLO DE LA AFECTIVIDAD
Según ERIKSON
ETAPAS
Según FREUD
VIRTUD
ACTITUDES DE BASE PSICOLOGICA
Fortaleza
del Yo
Positiva
Negativa
FASES
1ª
RECEPTIVA
0 – Año y medio
Confianza - Desconfianza
Esperanza
ORAL
Autonomía – Duda, vergüenza
Voluntad
ANAL
Iniciativa - Culpa
Firmeza en los
propósitos
FALICA
Industriosidad - Inferioridad
Eficacia,
competencia
Identidad – Dispersión,
confusión de rol
Fidelidad a sí
mismo
2ª
MUSCULAR
Año y medio – 3 años
3ª
ESPACIAL
3 – 6 años
4ª
PRODUCTIVA
6 – 12 años
5ª
ADOLESCENCIA
13 - 18 años
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DE LATENCIA
6ª
JUVENTUD
Intimidad - Aislamiento
Amor
7ª
ADULTEZ
Generatividad - Estancamiento
Solicitud por lo
generado
8ª
MADUREZ
Integridad - Desesperanza
Sabiduría
ERIK ERIKSON
1902 - 1994
Erik Erikson nace en Frankfurt, Alemania, el 15 de junio de 1902.
Profesor emérito de la prestigiosa universidad norteamericana de Harvard fue uno de los más grandes genios del siglo XX y sin
duda de la psicología de todos los tiempos. Su obra sobre la identidad es continuamente expuesta e investigada en las
universidades más importantes del mundo.
Sobre su origen existe un poco de misterio: Su padre biológico era un hombre dinamarqués anónimo que abandona a la madre
de Erik antes de que él naciera. Su made, Karla Abrahamsen, era una joven mujer judía que tuvo que criar a su hijo sola por
tres años hasta que se casa con el Dr. Theodor Homberger, por eso durante su niñez era conocido como Erik Homberger pues
sus padres guardaron en secreto el nombre de su verdadero padre. Sus características físicas no se parecían a las de las
personas judías ya que él era alto, rubio y con ojos azules. En la escuela del templo, los niños lo molestaban por ser nórdico; en
la escuela primaria, lo fastidian por ser judío. Después de terminar su educación secundaria a la edad de 18 años, vagó por
Europa durante cerca de siete años no sintiéndose seguro para escoger una carrera. Después de ensayar con la pintura y con
la talla en madera puso los cimientos de su futuro a la edad de 25 años cuando lo contrataron para enseñar arte y otras materias
en una escuela experimental para estudiantes americanos dirigido por Burlingham, una amiga de Anna, la hija de Freud. Se
sintió vivamente impresionado por el énfasis del método Montessori en las formas como el juego y el trabajo pueden desarrollar
la iniciativa en el niño/a; en la misma forma se sintió impresionado por el psicoanálisis y se convirtió en seguidor de Freud.
Se hace psicoanalizar por la misma Anna Freud. En el momento en que los Nazis entran al poder, Erikson abandona Viena,
dirigiéndose primero para Copenhague y luego a Estados Unidos. Fue el primer psicoanalista en la ciudad de Boston. Enseñó
en las Escuelas médicas de Harvard y Yale. Estudió las crisis que los combates producían en los soldados norteamericanos
nativos, las costumbres sociales en la India y niños y adolescentes normales y perturbados en distintos ambientes. Continuó
encontrando eco de su propia búsqueda de identidad y de igual manera continuó encontrando formas mediante las cuales la
sociedad y la cultura influían en el desarrollo de la personalidad.
En el momento en que se nacionaliza como americano, cambia su nombre oficialmente a Erik Erikson que significa “el hijo de
Erik”. O sea ¡su propio hijo! Queriendo decir que él era hechura de sí mismo pues sus padres no habían colaborado mucho en
ella. Vemos pues que Erikson no solamente enfocó el trabajo de su vida en la búsqueda de la identidad sino que en cierta forma
creó su propia identidad.
950, escribe “Análisis de la niñez y la sociedad” que contenían resúmenes de sus estudios hechos a
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Pasa diez años trabajando y enseñando en Massachusetts, y diez años después en Harvard. En 1970 se retira a realizar
investigaciones junto a su esposa.
Erikson desbordó la teoría de Freud al enfatizar el fuerte y a menudo positivo papel que la cultura juega en el desarrollo
de la personalidad. Usó su amplia experiencia para desarrollar una teoría que fue mas allá que la de Freud, la cual
había estado basada primordialmente en una población de mujeres perturbadas, pertenecientes a la clase media alta de
la Viena de principios del siglo XX.
Erikson tiene una visión amplia y positiva sobre la persona humana. De esto resulta una valoración de la adultez y de la
vejez. La persona puede madurar y desarrolarse hasta el ultimo día de su vida.
Desde su jubilación, escribe e investiga junto a su esposa hasta el último de sus días, el 12 de mayo de 1994.
Muere a los 92 años.
ASPECTOS EN LOS QUE ERIKSON SUPERA A FREUD
Freud cree que a los 10 años están echadas las bases de la futura personalidad.
Erikson en cambio tiene una visión mas amplia y positiva sobre la persona humana. De esto
resulta una valoración de la adultez y de la vejez pues Erikson afirma que la persona puede
evolucionar durante toda su vida, es tarea de toda la vida. Si bien en verdad que las fuerzas físicas
pueden disminuir con los años y algunos órganos se pueden deteriorar, la fuerza espiritual, la
madurez intelectual y afectiva pueden evolucionar, madurar y aumentar.
Freud. Si bien es cierto que los aspectos oral, anal y fálico tienen alguna importancia en la niñez,
no se puede dar tanta importancia a un solo músculo y a un solo órgano. Erikson amplia este
concepto y lo generaliza como “modo de ser de toda la persona”. Para Freud son zonas de placer,
para Erikson son modalidades de relación con el ambiente.
Para Freud la infancia marca de forma definitiva toda la vida, para Erikson aunque reconoce la
importancia de la infancia, afirma que siempre hay posibilidad de corrección y enriquecimiento.
Erikson desbordó la teoría de Freud al enfatizar el fuerte y a menudo positivo papel que el
ambiente cultural juega en el desarrollo de la personalidad.
Freud tiene una visión reducida y hasta pesimista del ser humano, Erikson tiene una visión mas
amplia y positiva sobre la persona humana. De esto resulta una valoración de la adultez y de la
vejez.
Erikson usó su amplia experiencia con personas sanas psicológicamente para desarrollar una
teoría que fue más allá que la de Freud, pues esta había estado basada primordialmente en la
observación de una población de mujeres perturbadas, pertenecientes a la clase media alta de la
Viena de principios del siglo XX, lo que constituía una falla estadística por ser un número muy
reducido.
Se puede decir que Erikson partió de algunas afirmaciones e intuiciones de Freud, pero las
corrigió, las amplió notablemente y las enriqueció.
Discípulo de Freud discrepó de él, no obstante, en dos aspectos básicos:
1. Que las personas son seres activos buscando adaptarse a su ambiente, más que pasivos,
esclavos de impulsos e instintos.
2.
En otorgar mayor importancia que Freud a las influencias del ambiente cultural.
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Algunos datos sobre SEGISMUNDO FREUD
Segismundo Freud ( se pronuncia “Froid” ) (1856-1939)
Psiquiatra austriaco creador de la teoría del Psicoanálisis o Psicología del Profundo.
Tuvo grandes intuiciones como el poder del inconsciente, así como grandes exageraciones acerca del
poder de la libido o energía psicológica.
Hay autores como E. Erikson, C. Jung, G. W. Allport, A. Maslow, que lo han redimensionado
conservando sus grandes aportes.
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