Cuatro veces heroica Veracruz

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CATEDRÁTICO: LIC. PATRICIA SEGURA
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACION
GRUPO: D1
COMERCIO EXTERIOR
TEMA: VERACRUZ CUATRO VECES HEROICA.
BOCA DEL RIO VERACRUZ A 4 DE OCTUBRE DE 2000
INTRODUCCION
Veracruz tiene una enorme variedad en sus riquezas naturales, sociales y no podrían quedar a tras las
culturales; A través de los años Veracruz se ha destacado como un puerto que ha tenido una innumerable
suma de batallas de las mayorías ha resultado triunfante, gracias a estos actos de heroicidad de su gente, se le
ha nombrado como heroica cuatro veces; en esta breve pero significativa investigacion trataremos de resaltar
los aspectos más importantes de estos sucesos que dieron pauta a la proclamación de Veracruz como un
puerto tetraheroico, esto a impulsado relativamente el progreso en diversos ámbitos en todas las épocas, desde
la colonia con aquellos movimientos de los que el puerto resultara triunfante y aun hasta nuestros días como
un suceso histórico pero rico en cultura; aunada a su gente que lleva el coraje por dentro y defiende a costa de
cualquier cosa, aun de su vida, con tal de defender a la patria; he aquí un ejemplo del patriotismo nacional que
desde siempre ha existido en el corazón de cada uno de los mexicanos, demos entonces inicio a la consulta de
esta investigacion que contiene las cuatro epopeyas veracruzanas.
CAPITULO
I
INDICE
Centro de Estudios GESTALT.. 01
Introducción.. 02
CAPITULO I..... 03
Indice. 04
Delimitación del tema.. 05
Justificación del tema.. 06
Planteamiento del problema 07
Hipótesis.... . 08
Objetivo general 09
1
Objetivo especifico.. 10
CAPITULO II.. 11
Marco referencial. 12
CAPITULO III. 13
Veracruz cuatro veces heroica. 15
PRIMERA EPOPEYA. 19
SEGUNDA EPOPEYA 21
TERCERA EPOPEYA. 29
CUARTA EPOPEYA. 33
DELIMITACIÓN DEL TEMA
Veracruz proclamada cuatro veces heroica
JUSTIFICACIÓN DEL TEMA
¿conocer los hechos que originaron proclamación como cuatro veces heroica del puerto de Veracruz?
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
¿cómo se fueron dando los hechos que acontecieron antes de la proclamacion como cuatro veces heroica del
puerto de vercruz?
HIPÓTESIS
Pude ser que los hechos solían partir de las batallas y la valiente defensa de los veracruzanos en su afán por
ganar las batallas y defender la tierra mexicana
OBJETIVO GENERAL.
Conocer como se suscitaron los hechos que dieron origen a la proclamación como cuatro veces heroica del
puerto de Veracruz
OBJETIVOS ESPECIFICOS.
• Conocer la primera epopeya
• Conocer la segunda epopeya
• Conocer la tercera epopeya
• Saber los nombres de los dirigentes de las batallas
CAPITULO II
Marco referencial
2
Veracruz, crisol de culturas, puerto y puerta de la civilización de México y Amétrica, lugar de todos y de
nadie; Su historia, horizonte de acontecimientos domésticos a sido en si misma, esencia natural y pura y del
devenir nacional. Al hablar del puerto de Veracruz presenta un panorama general, puesto que entrar en detalle
requeriría de tantos volúmenes que su lectura resultaría agobiante, y la experiencia me indica que no es la
cantidad de paginas lo que hace a un libro interesante: basta con lo esencial.
La gran tradición historica, cultural, política y bullanguera del pueblo veracruzano, de a quel que en nombre
de su entrañable amor por su tierra acometiera con arrojo, en cuatro ocaciones, la defensa heroica del puerto;
el resultado, un nuevo nombre acuñado con honor:
CUATRO VECES HEROICA VERACRUZ.
puerta y puerto de la Nueva España, abierto siempre a todas las venturas y a todos los sinsabores, plantado de
la mano firme del visionario extremeño Hernán Cortés, que al darle el sonoro nombre de Villa Rica de la Vera
Cruz, conmemoró solemnemente aquel Viernes Santo de 1519, en las desiertas y arenosas playas de
Chalchiucuecan, esta prócer y señorial ciudad, que se engalana con el desmelenado penacho de sus palmeras y
se decora con los variados matices de sus crepúsculos, luce hoy en la larga historia de México, con justificada
complacencia y concentrado celo, las cuatro insignes hachas que atestiguan la suprema heroicidad de sus
hijos, caídos en el fragor del combate, con la cara al Cielo y el pecho al enemigo. Y como si ésto no fuese
suficiente para considerarla como avanzada perenne de la nacionalidad, no olvidemos que también ha escrito
en sus páginas unos de los más sonados acontecimientos en pro de la consolidación del liberalismo mexicano.
Aquí, en Veracruz, se proclamó la República, el 2 de diciembre de 1822, acto respaldado después el 1 o. de
febrero de 1823, por medio del Plan de Casa Mata, que firmaron los generales Santa Anna, Echéverria y
Cortázar. El 7 de julio de 1850, el presidente don Benito Juárez, que había instalado su gobierno
constitucionalista en Veracruz, expidió su célebre manifiesto precursor de las leyes de Reforma, que al fin
fueron promulgadas, sucesivamente, los días 12 y 31 de¡ mismo mes, declarando al matrimonio como un
contrato civil, nacionalizando los bienes eclesiásticos y secularizando los cementerios. Finalmente, en 1915, y
en distintas fechas, don Venustiano Carranza, que también había asentado su gobierno en la HEROICA
CIUDAD, firmó en el Edificio de Faros, constituido en residencia presidencial con el carácter de Primera
Jefatura del Ejército constitucionalista, las leyes que decretaban la implantación de¡ municipio libre, la agraria
y las de relaciones familiares.
CAPITULO
III
VERACRUZ CUATRO VECES HEROICA
C
on alguna frecuencia me he dado cuenta de que, por lo que hace a las gloriosas epopeyas que tuvieron como
escenario el puerto y la ciudad de Veracruz, no acabamos de ponernos de acuerdo sobre el número de
"Haches" que como iniciales de la palabra "Heroica", se le han otorgado oficialmente, tomando en
consideración la bizarría, el valor y el patriotismo de sus hijos, al repeler denodadamente las agresiones de
que ha sido blanco la que fue plaza amurallada, por fuerzas extrañas invasoras, en el devenir de los años. Unos
afirmaban que Veracruz es tres veces heroica; Otros, que cuatro, y no faltó quien subiera el número a cinco.
Fue por esto que el H. Ayuntamiento porteño, que preside el Lic. Francisco Ramírez Govea, me encomendó,
con mi carácter de Cronista de la Ciudad y Director de¡ Archivo Municipal, una cuidadosa investigación para
dejar sentado definitivamente este punto, tan importante dentro de la fecunda y brillante historia de este
risueño y acogedor rincón de la Patria. Y esta pesquisa dio por resultado el conocimiento de los dos únicos
decretos que existen en el Archivo de la H. Legislatura de¡ Estado, puesto bondadosamente a mi disposición,
por una fineza del diputado local por este Distrito, don Manuel A. Caldelas. El primer decreto aparece fechado
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a 27 de diciembre de 1900, en Xalapa de Enríquez. En él se le concede a Veracruz el título de "Tres Veces
Heroica" y el segundo es del 14 de diciembre de 1948, también expedido en la capital del Estado, por medio
del cual se agrega una "H" a las tres ya existentes. De modo que, sin discusión, puedo ahora asegurar, a base
de datos absolutamente fidedignos, que Veracruz es cuatro veces heroica.
El primer decreto que se le concede a Veracruz, con el título de Heroica, lo suscribió la Legislatura
Constitucional del Estado el 29 de julio de 1826,cuyo texto dice así:
Gratitud al Gral. Barragán y a la infatigable guarnición y demás cuerpos que concurrieron a la rendición de
Ulúa .El Estado Libre y Soberano de Veracruz reunido en Congreso, decreta:
l. Se manifestará al general Barragán y a la infatigable guarnición que cooperó a la rendición de Ulúa, el
aprecio con que se ha visto su constancia y patriotismo.
2. Al mismo benemérito general se mostrará una espada con el castillo de San Juan de Ulúa en el puño, y en la
hoja esta inscripción "El Estado de Veracruz al vencedor de Ulúa, la que será entregada solemnemente por el
Presidente del Congreso.
3.El nombre de este jefe y el de los cuerpos de mar y tierra que han
concurrido a consumar las glorias de la República, se grabarán con letras de oro en el salón del Congreso.
4. Se batirá una medalla alusiva a tan fausto suceso, y se señalará un premio de 5100.00 al que presente el
mejor diseño.
5. El Gobierno fijará el termino en que deben presentarse éstos, y nombre sujetos inteligentes para su
calificación, dando cuenta al Congreso con la que hagan.
6. El gobierno dará una nota circunstanciada de las familias pobres que por la emigración de Veracruz, fueron
reducidas a este estado, para proporcionarles algún socorro que alivie sus necesidades, en la cantidad y
términos que con esta noticia acuerde el Congreso. 70 Se concede a la ciudad de Veracruz el título de Heroica.
Fue esta la primera declaración de Heroica que obtuvo la Ciudad de Veracruz por su comportamiento durante
el bombardeo que hizo el castillo de San Juan de Ulúa.
El primer decreto en que se concede a Veracruz el título de tres veces heroica aparece fechado a 27 de
diciembre de 1900, en Xalapa−Enríquez y el segundo el 14 de diciembre de 1948, también expedido en la
capital del estado, por el que se agrega una "H" a las tres ya existentes.
Para un, mayor conocimiento se reproducen a continuación ambos decretos. El primero esta redactado en los
términos siguientes:
Teodoro Dehesa, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Veracruz−Llave, a sus
habitantes sabed− que la IL Legislatura del mismo, se ha servido expedir el siguiente decreto: "Número 4 1.−
La H. Legislatura del Estado Libre y Soberano de Veracruz−Llave, en nombre del pueblo, decreta:
ARTICULO ÚNICO.− Se declara que la ciudad de Veracruz se ha hecho acreedora al título de Tres Veces
Heroica por el patriótico comportamiento de sus hijos, en defensa de la autonomía nacional.
Dado en Xalapa−Enríquez, a 27 de diciembre de 1900. F. González Mena, Diputado Presidente.− M. Muñoz
Moreno, Diputado Secretario. Xalapa−Enríquez, a 27 de diciembre de 1900. Teodoro A. Dehesa. Eliezer
Espinoza, Secretario.
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.
El segundo decreto fue promulgado cuando regía los destinos de esta entidad el Lic. Don Ángel
Carvajal, y está concebido en esta forma:
Ángel Carvajal, Gobernador Constitucional Interino del Estado Libre y Soberano de Veracruz−Llave, a sus
habitantes, sabed:
Que la H. Legislatura del mismo se ha servido expedir el siguiente:
DECRETO
Numero 73.− La H. Legislatura del Estado Libre y Soberano de Veracruz−Llave, en nombre del pueblo,
decreta:
ARTICULO ÚNICO.− Se declara "Cuatro Veces Heroica a la ciudad de Veracruz , por haber sumado sus
hijos un acto más de heroicidad, a los tres anteriores que le dieron el título de "Tres Veces Heroica" por
decreto número 41 expedido por el H. Congreso Local con fecha 27 de diciembre de 1900, al defender con
denuedo la integridad de la patria contra la invasión norteamericana, durante los días 21 y 22 de abril de 1914.
TRANSIORIO
El presente decreto surtirá efectos desde el día de su publicación en la Gaceta Oficial del Estado.
Dado en el salón de sesiones de la H. Legislatura, en 1a ciudad de Xalapa Enríquez, a los catorce días del mes
de diciembre de mil novecientos cuarenta y ocho. Luis de la Hoz Rivera, Diputado Presidente.
Prof. Manuel Malpica M., Diputado Secretario.−"
Desde luego, al consignarse en el primer decreto que Veracruz ganó el glorioso nombre de Tres Veces
Heroica por el patriótico comportamiento de sus hijos en defensa de la autonomía nacional, y apareciendo en
el segundo que la cuarta H se debió "al defender de nuevo la integridad de la patria contra la invasión
norteamericana durante los días 21 y 22 de abril de 1914", salta a la vista que por ningún motivo se tomaron
en cuenta otros pasajes históricos, porque fueron de índole intestina.
Descartados, pues, los sucesos que revistieron meros perfiles menores, enseguida se puntualizan las cuatro
epopeyas en que Veracruz se vistió con las más vivas galas de su heroísmo, frente a sus enemigos extraños,
superiores siempre en número, en numero de armamento y en disciplina. Helas aquí:
Primera epopeya
Consumada la independencia de México después de once años de cruenta lucha con la entrada victoriosa del
Ejército Trigarante a cuya cabeza, iba el generalísimo don Agustín de Iturbide el memorable 27 de septiembre
de 1821 aún permaneció el Castillo de San Juan de Ulúa en poder de los dominadores españoles, que
reconocían como jefe al brigadier don García Joseph Dávila. Se independizó la ciudad pero no así la fortaleza,
constituyendo desde entonces un serio problema para las autoridades supremas del país que surgía a la vida en
forma autónoma.
A Dávila vino a sustituirlo en el mando de la Guarnición del islote el mariscal Francisco Lemaur, hombre de
arrogante empaque, genio enfurecido y seño adusto, que creyó ingenuamente no solo poder amenazar con su
presencia al Gobierno del República sino apoderarse con relativa facilidad de la ciudad.
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Cuando llegó a tomar posesión de su cargo, vio que la realidad era muy distinta porque Veracruz se había
aprestado para una heroica defensa Entonces sin dejar su actitud fanfarrona, se dedicó al lucrativo negocio del
contrabando, en perjuicio de nuestro erario valiéndose de su privilegiada situación en Ulúa, en donde era amo
y señor. Pretendió después adueñarse de la isla de Sacrificios sin conseguirlo y al darse cuenta de que el
gobernador de Veracruz, Villaurrutia, proseguía activamente las obras de fortificación de la plaza, desató
sobre ésta un terrible bombardeo sin la menor compasión para el vecindario pacífico, reduciendo los
principales edificios a humeantes escombros El violento cañoneo se inicio a las doce y media del día 25 de
septiembre de 1823. Desde la fecha trágica hasta el 13 de octubre, se dispararon contra la injustamente
castigada Veracruz unos seis mil tiros de bala rasa, de calibres 36 y 24, y cuatrocientas balas de 4 pulgadas.
Por eso nos dice Tornel:
Lemaur, cuando menos se recelaba, arrojó sobre la ciudad una lluvia de balas y bombas, con la' fría crueldad
con que el más inmundo de los césares se divertía desde lo alto de una colina con el incendio y destrucción de
Roma. Parecíole sin duda que habiéndose inaugurado el dominio español en el territorio de México, con
escenas de sangre y de devastación, era consiguiente que al desenlazarse el drama al cabo de tres centurias, el
bronce y el alzarse otra vez, se abatió el pendón de Castilla. Tal resolución no pudo venir de otro estímulo que
del innoble de la venganza: porque disponiendo el general español de escasas fuerzas, ni aún podía lisonjearle
la esperanza de enseñorearse de las ruinas y escombros de la heroica Veracruz. Esa ciudad, por tantos títulos
ilustres, vio iniciar entonces la larga serie de infortunios que le alcanzan, antes y más que a ninguna población
de la República, en todas nuestras guerras extranjeras. Ancianos y niños, las señoras más respetables, la parte
más válida del pueblo, vagaban todos por el campo sin auxilio, sin amparo, sufriendo privaciones. Rotas así
las hostilidades, las más duras, las más dolorosas el gobierno mexicano mandó cerrar el puerto de Veracruz y
abrir el de Alvarado, a donde pasó el comercio sin que la guarnición de Ulúa pudiera ya cubrir su presupuesto
con las rentas de su aduana, porque ésta quedó enteramente anulada, siendo para los españoles no pequeño
castigo tener que cubrir cuantiosos gastos de la fortaleza, con el erario de la Isla de Cuba.
El tremendo ataque a que fue sometido Veracruz, así como la heroicidad de sus hijos jamás desmentida,
tuvieron la recompensa merecida Y reconocimiento amplio de todos los mexicanos. Así el 18 de noviembre
de 1825 en el Castillo de San Juan de Ulúa se anuncia la capitulación española y el anuncio oficial se da el 23
de diciembre de 1825, posteriormente se concede a la ciudad de Veracruz el título de HEROICA, primero de
los cuatro legítimo, que ostenta de] decreto de fecha 29 de junio de 1826.
Segunda epopeya
Fué la llamada Guerra de los Pasteles, en 1838. Este dramático episodio de nuestra historia se inició con la
misteriosa aparición de un bergantín de banderas francesas, que traía a bordo al Barón Deffaudis, portador de
un ultimátum de gobierno de su país para el nuestro ,la nave fondeó en Antón Lizardo y pasé después a
situarse frente a la isla de Sacrificios. Por medio de un intérprete, Deffaudis se puso al habla con el
comandante militar de Veracruz, general Ciriaco Vázquez quien, ante las exigencias de aquel enviado
extraordinario, se limitó a prometer que enviaría el documento para que fuese el supremo gobierno el que
diera la contestación correspondiente. Francia exigía a México en términos apremiantes y hasta un poco fuera
de tono, con la altivez de sentirse nación más fuerte, una crecida suma de dinero como indemnización de las
pérdidas sufridas por comerciantes e industriales franceses durante nuestras guerras intestinas. Y como entre
las reclamaciones figuraba la ridícula y fabulosa de un pastelero avecindado en Tacubaya, que afirmaba haber
perdido en un motín callejero la suma de doscientos mil pesos en pasteles!, de ahí el nombre que dio el pueblo
a esa guerra que no pasó de Veracruz
El 26 de octubre fue avistada, desde la plaza donde ya circulaban alarmantes rumores, la escuadra gala al
mando del almirante Charles Baudín que estaba compuesta por:
La Nereida, fragata, (la capitana) armada con 28 cañones de a 30, 18 carronadas de a 30 y 4 obuses de a 30.
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En total, durante las acciones que se libraron hizo 1700 disparos.
La Efigenia, fragata, con 60 cañones, 30 de ellos de a 30; 28 carronadas de a 30 y dos cañones de a 18.
Disparé 3300 cañonazos en total.
La Criolla, corbeta con 20 carronadas de a 30 y 2 obuses de a 30. hizo 360 disparos. En esta nave venía como
comandante el príncipe de Joinville, hijo mayor del rey Luis Felipe de Francia, que prefirió las arriesgadas
aventuras del océano a la vanidad empalagoso de una corte corrompida. En la historia de su país se le conoce
con el nombre de "El Príncipe del Mar".
Vulcano bombardera con 2 morteros de hierro de 12 pulgadas, y Cíclope, otra bombardero de la misma
fuerza. Disparó 302bombas.
Además, los bergantines Coracero y Alcibiades, con artille−ría menor, que en el furioso ataque a San Juan de
Ulúa se limitaron a esperar órdenes de la nave capitana, anclados frente a la Isla Verde.
El 28 de octubre despachó el almirante Baudin al oficial de; la Mr. Le Ray, con pliegos especiales para el
supremo gobierno de México, presidido entonces por el general Anastasio Bustamante. Regresé el emisario en
la tarde del 4 de noviembre entablándose con tal motivo, y atendiendo a la respuesta dada por el presidente de
la República, una serie de conferencias en la vecina ciudad de, Xalapa, donde cambiaron impresiones el
propio almirante y don Luis González Cuevas. La primera entrevista tuvo lugar en la mañana del día 17 y
como el día 21 no hubiesen podido llegar a ningún arreglo, regresó Baudin a Veracruz visiblemente
contrariado, echando rayos y centellas. Todavía esperó hasta el 27 de noviembre, en que se le entregó
contestación, que fue en todo negativa. Esto acabó de enardecer su ánimo, y entonces dispuso actuar cegado
por su propia indignación. Mientras tanto, comenzaban a embarcarse los franceses avecindados en Veracruz y
puntos inmediatos, en los bergantines Emma de matrícula hamburguesa y Wind Hand de nacionalidad belga,
para ponerse a salvo, ya que consideraban un ataque inminente. Fueron los jóvenes oficiales mexicanos Valle
y Díaz Mirón quienes pusieron en manos de Baudin la respuesta de nuestro gobierno, y cuando subieron a
bordo ya La Nereida, nave almiranta, navegaba remolcada por un vapor para situarse en la línea de ataque a la
fortaleza de San Juan de Ulúa, siguiéndole en la maniobra la otra fragata, la corbeta La Criolla y las dos
bombarderos.
Era jefe de la guarnición de Ulúa el general Antonio Gaona, y tanto éste como el comandante del baluarte de
Santiago, al percatarse de todos los movimientos sospechosos, se dirigieron violentamente al comandante
militar de la plaza, general Manuel Rincón, quien no quiso que se le hiciese fuego todavía contra los
invasores.
El combate no se hizo esperar y para que se tenga una idea de los tremendos estragos que causó al castillo, y
del comportamiento valiente y bizarro de sus defensores, a continuación se lee el parte que el mismo general
Gaona rindió al general Rincón, después de que la fortaleza tuvo que capitular con honra:
Vuestra excelencia conoce muy bien que la defensa de la Fortaleza de Ulúa consiste exclusivamente en
artillería tanto más cuanto que el ataque se esperaba por la misma arma, y de un calibre superior como lo es el
de la escuadra francesa. Convencido de ésta he manifestado varias veces a V. E el mal estado en que se
hallaban nuestras piezas, especialmente en sus montajes; la escasez de municiones para mantener un fuego
sostenido de piezas de grueso calibre, que consume mucha pólvora; la falta de espeques y demás útiles de
bateria del que era necesario un repuesto para reemplazar los muchos que se utilizaban en el combate. V. E.
Con el empeño que era consiguiente, mandó facilitarme lo que pudo reunir en esta ciudad, pero no era
bastante pues no contaba ni aún con lo más indispensable para las piezas montadas. En tal situación no me
quedaba otro arbitrio que reducirme a lo que había, y esperar el resultado fatal de una defensa, que sin los
elementos necesarios, aunque fuera honrosa, no podía dar gloria a las armas de la República.
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Antes de las doce del día comenzaron los vapores franceses a conducir sus buques mayores, dándoles la
posición que debían guardar para el ataque. Los colocaron, como era de esperarse, frente a los ángulos
salientes de las obras, donde utilizaban al castillo en su mayor extensión. A las dos y media de la tarde, luego
que el bote mexicano que había ido a Veracruz a bordo se destacó de, la fragata capitana, hizo ésta sus señales
y rompieron el fuego cuatro fragatas, una corbeta y un bergantín que se había apoderado por el Este y
Nordeste, y además otra fragata, dos de corbeta y dos vapores que variaban su posición según les acomodaba.
A las seis cruenta y cinco de la tarde subio don Manuel Rodríguez de Cela a bordo de la Nereida a solicitar la
suspensión del fuego, a la que se negó el almirante condicionándolo a la capitulación de la guarnición. Cela
volvió a Ulúa encontrándose con el general Santa Anna, que al oír en su hacienda de Manga de Clavo los
disparos, se trasladó a Veracruz a ofrecer a su comandante sus servicios, y por Rincón fue enviado a
inspeccionar el estado de la fortaleza total, que al ver los desperfectos capitularon y firmaron los circunstantes
a las dos de la mañana del 28 de noviembre, siendo ocupada la fortaleza por los franceses ese mismo día a las
doce.
A las dos de la tarde del 28 de noviembre de 1838 las salvas de todos los buques franceses saludaron al
pabellón de su nación enarbolado en ese momento en Ulúa. A las cinco de la tarde salió para Francia una de
las corbetas con pliegos de Baudin participando en su victoria.
Empero, habiendo declarado México la guerra a Francia, y asumido el mando de la plaza de Veracruz el
inquieto general don Antonio López de Santa Anna, que suplio al general Rincón, procesado en unión de
Gaona con motivo del desastre de la fortaleza, intentó Baudin un desembarco por sorpresa en la ciudad, el 5
de diciembre de aquel año, a las cuatro de la mañana; protegió la niebla esta audaz maniobra, pudiendo
desplazarse cinco grandes botes sin ser vistos. Una columna mandada por el capitán Laine, de La Gloire,
seguida del capitán Lardy, de La Medea, tomó fácil−mente el baluarte de La Concepción, destruyendo los
trece cañones de a 24 y morteros que allí había. Sucesivamente, hizo lo mismo en los fortines de San Juan,
San Mateo y San Javier, al lado de la Puerta de México, por la cual escapó una parte de la guarnición
mexicana. Una segunda columna se dividió en dos fracciones, una mandada por el capitán Parceval, de La
Efigenia, entró a la ciudad derribando la poterna de rastrillo, y la otra, con los capitanes Ollivier, del Cíclope,
y S. Georges, del Vulcano, se apodero rápidamente del baluarte de Santiago. La columna del centro, formada
por dos y media compañías de artilleros de la marina, a las órdenes del jefe de batallón Collombel: dos
compañías de marina y una escuadra de veinte zapadores, todos mandados por el principe Jonbillle,de la
ciolla, volo con petardo la puerta del muelle y cayo contestó en el acto por nuestras baterías que podían
ofenderlos, y aunque observaban acallar nuestros fuegos por la actividad de los suyos, los multiplicaban para
todos los puntos, las dos corbetas bombarderas rompieron el fuego y nos causaron bastante estrago desde el
principio. En las primeras tres horas de fuego todos los artilleros que se inutilizaban en las baterías eran
inmediatamente reemplazados; pero al fin llegaron a disminuirse de tal suerte que el que salía de combate no
tenía sustituto, y nuestro fuego disminuía cada vez más, sin que fuere dable reanimarle. La infantería que se
hallaba en las cortinas y demás puntos por temerse un desembarco, sufrió tanto de las balas enemigas como de
los escombros que éstas despedían al destruir nuestras obras. El repuesto de las municiones de la batería baja
de San Miguel, fue volada por una bomba y su dotación y guarnición casi en su totalidad fueron inutilizadas,
pues los que no murieron quedaron heridos o contusos, entre ellos de bastante gravedad, el valiente Capitán de
Fragata don Blas Godínez. La batería del caballero alto había sufrido bastante pero a pesar de ello sus dignos
defensores, que lo eran cuarenta y un zapadores que manejaban as piezas, continuaban sus fuegos con acierto,
hasta que otra bomba, que, entró en el repuesto de municiones que tenía, lo hizo volar y con él todo el mirador
y la mayor parte de la batería, sepultando en sus ruinas a cuantos se hallaban sirviéndola y muchos otros de la
de San Crispín que se hallaba debajo. Esta desgracia fue más fatal por haber sido envuelta en ella el bizarro
coronel graduado de zapadores don Ignacio Labastida. La pérdida de este jefe es en extremo sensible, pues
reunía cualidades sobresalientes. A las cuatro horas y media de fuego sostenido, la mitad de nuestra artillería
estaba desmontada, siéndolo casi en su totalidad la de los baluartes de la línea exterior, que fueron
abandonados por esta causa. Los merlones de estas obras habían sufrido mucho; las habitaciones estaban
destituidas, muchos de los nuestros heridos y contusos, entre ellos el valiente capitán de fragata ya citado, sin
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poderlos atender por el fuego activo que lo impedía. Las municiones se hablan disminuido casi totalmente y
como se había perdido mucha fuerza, conocí que la pérdida de la fortaleza era inevitable, porque no podía
nuestra artillería competir con la enemiga, y que las víctimas que hubiese serían ya infructuosas, mediante a
que con ellas no se cambiaría la situación. Me decidí, pues, con anuencia de los jefes principales de la
guarnición, a pedir al vicealmirante francés una corta suspensión de fuegos, para recoger los heridos y sepultar
los muertos y con el objeto esencial de consultar a V.E. sobre la situación de la fortaleza.
A las seis cuarenta y cinco de la tarde subió don Manuel Rodríguez de Cela a bordo de La Nereida a
solicitar la suspensión ala que se negó el almirante condicionándolo a la lación de la guarnición. Cela
volvió a Ulúa encontrándose general Santa Anna, que al oír en su hacienda de Manga de Clavo los
disparós, se trasladó a Veracruz a ofrecer a su comandante sus servicios, y por Rincón fue enviado a
inspeccionar el estado de la fortaleza total, que al ver los desperfectos capitularon y firmaron los
circunstantes a las dos de la mañana del 28 de noviembre, siendo ocupada la fortaleza por los franceses
ese mismo día a las doce.
A las dos de la tarde del 28 de noviembre de 1838 las salvas de todos los buques franceses saludaron al
pabellón de su nación enarbolado en ese momento en Ulúa. A las cinco de la tarde salió para Francia una de
las corbetas con pliegos de Baudin participan−do en su victoria.
Empero, habiendo declarado México la guerra a Francia, y asumido el mando de la plaza de Veracruz el
inquieto general don Antonio López de Santa Anna, que suplió al general Rincón, procesado en unión de
Gaona con motivo del desastre de la fortaleza, intentó Baudin un desembarco por sorpresa en la ciudad, el 5
de diciembre de aquel año, a las cuatro de la mañana; protegió la niebla esta audaz maniobra, pudiendo
desplazarse cinco grandes boteá sin ser vistos. Una columna mandada por el capitán Laine, de La Gloire,
seguida del capitán Lardy, de La Medea, tomó fácilmente el baluarte de La Concepción, destruyendo los trece
cañones de a 24 y morteros que allí había. Sucesivamente, hizo lo mismo en los fortines de San Juan, Mateo, y
San Javier, al lado de la parte de la guarnición mexicana. Una segunda columna se dividió en dos fracciones,
una mandada por el capitán Parceval, de La Efigenia, entró a la ciudad derribando la potema de rastrillo, y la
otra, con los capitanes Ollivier, del Cíclope, y S. Georges, del Vulcano, se apoderó rápidamente del baluarte
de Santiago. La columna del centro, formada por dos y media compañías de artilleros de la marina, a las
órdenes del jefe de batallón Collombel: dos compañías de marina y una escuadra de veinte zapadores, todos
mandados por el príncipe Joinville, de La Críolla, voló con petardo la puerta del le y cayó impetuosamente
sobre la ciudad.
Su objetivo era la casa donde se alojaban los generales Santa Anna y Mariano Arista para capturarlos, de
acuerdo con las por Baudin. Y la atacaron con valentía, que nada supero a la de los mexicanos trabándose un
reñido combate en el patio, en la escalera y hasta en las En una de éstas el segundo comandante de La Criolla
logró asir por ambos brazos Arista quien no tuvo más remedio que entregar su espada al príncipe en tanto que
Santa Anna se ponía a salvo saltando por las azoteas.
En esos momentos, Joinville recibió noticias de que la columna de Parseval había sido detenida por un
violento fuego de los nuestros, parapetando en los macizos cuarteles próximos a la Puerta de la Merced, y
hacia allá se dirigió con el propósito de i reforzarla. Pero al desembocar por la calle que tenía el mismo
nombre de la puerta mencionada se le recibió con una granizada de balas, que lo hizo contenerse. El almirante
Baudin, en vista de tan difícil situación, ordenó que violentamente se trajese una pieza de a 6 del baluarte de
Santa Bárbara, la cual quedó emplazada en la terminación de la calle de las Damas (hoy avenida 5 de Mayo).
Nada pudo hacer ese cañón (que era también nuestro) porque la sólida puerta resistió los impactos, a la vez
que las alturas de los cuarteles se coronaban con más y más soldados mexicanos, dispuestos a vencer cara la
posición que defendían.
Esto lo comprendió muy bien Baudin, ordenando al fin la retirada para reembarcarse en los cinco botes, y en
eso estaba precisamente, cuando apareció una columna de. Compatriotas mandada por Santa Anna, en
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persona, la. cual abrió un fuego graneado sobre los que ya sólo pensaban en llegar a sus barcos. Sin embargo,
Baudin todavía se dio tiempo para disponer que las carronadas de los cinco botes protegiesen la maniobra,
respondiendo vivamente los disparos enemigos. La lancha del almirante quedó completamente acribillada,
cayendo su patrón atravesado por seis proyectiles; lo mismo que el aspirante de servicio M. Halna de Fretay,
con dos heridas, y su compañero M. Chaptal. Los tres expiraron antes de abordar La Nereida.
Baudin informó por su parte, que también perecieron en la acción, Mr. Olliviere, capitán del Cíclope; Mengin,
jefe del batallón de ingenieros; Marechal, teniente de artillería; Miniac de La Nereida; Maquier y Geivais,
aspirantes de La Cñolla; Jauge, de La Gloire, y un gran número de marineros heridos, algunos de gravedad.
En este ataque perdió una pierna Santa Anna, quien fue prontamente atendido por los competentes facultativos
don Pedro Escobedo y don José −María Andrade, haciendo la amputación del miembro que había sido
seriamente lesionado por un caso de granada. Al fin, zanjadas las dificultades los invasores levaron anclas,
llevándose de Ulúa los cañones que a ellos les habían quitado los españoles en la célebre de Pavia.
Tercera epopeya
Fue la invasión ordenada por el gobierno de los Estados Unidos, desde Washington. Del 5 al 8 de marzo de
1847, las tropas norteamericanas que tenían como jefe máximo al general Winfleld Scott practicaron algunos
reconocimientos a lo largo de la costa, y a las siete de la mañana del día 9 comenzó a moverse el enemigo de
la rada de Anton Lizardo a la isla de Sacrificios, donde a las dos y media de la tarde fondeó toda la escuadra al
mando del comodoro Conner, a quien relevó pocos días después el de igual grado de Perri .Alas cinco de la
tarde se inició el desembarco atracando los buques muy cerca de la playa de Collado, protegida esta maniobra
por tres vapores y cinco goletas que dispararon algunos cañonazos a la guardia nacional de la orilla, a las
órdenes del coronel don Mariano Cenobio quien no pudo hacer nada por carecer de fuerzas volantes. Scott
llamó pomposamente, "Campo de Washington" al sitio en que estableció su cuartel general, a la vista de
Veracruz, efectuando el desembarco sin mayor novedad.
Los atacantes quedaron acantonados en cuatro divisiones: la primera en Mocambo con el general Worth; la
segunda en Malibrán con el general Wielanan, la tercera en Pocitos con el general Patterson, y la cuarta en
Veracruz con el general Twiggs. Cada una estaba compuesta de 3,000 soldados. Los dragones, en número de
325, eran mandados por el coronel Haney. La artillería tenía como jefe al coronel Bankhead.
Fungía como comandante de San Juan de Ulúa el general José Durán, y de la plaza el general don Juan
Morales, secundado por el general José Juan Landero y el teniente coronel de ingenieros Manuel Robles
Pezueña. Y encabezaban a la guardia nacional don José Luelmo y don Manuel Gutiérrez Zamora, coronel y
mayor respectivamente. En tanto que los invasores sumaban 12,325 hombres, Veracruz estaba solamente
defendido por 4. 930 con armamento muy inferior. Sin embargo, lucharon denodadamente y con gran valor
los nuestros en medio del más horrible de los bombardeos, que había iniciado el 22 de marzo de 1847. Ya el
general Durán, comandante de Ulúa, había pedido un jefe científico para que la fortaleza se hiciese cargo del
mando, como colaborador suyo. Pero nada obtuvo. Es más todavía: al gobierno provisional de don Mariano
Salas poco le preocuparon estos clamores, llegando al grado de concentrar en la capital a los competentes
artilleros Mariano Aguado y Juan Zamora, únicos militares técnicos con que contaba el castillo. Queriendo
exaltar el ánimo de sus soldados, el general Durán les hizo ver, por medio de una vibrante proclama, que
podían luchar ventajosamente, y hasta hizo la promesa de morir en defensa de aquella posición, lo que
después no supo o no pudo cumplir, más bien esto último, porque en honor a la verdad carecía de los
elementos necesarios para enfrentarse a un enemigo considerablemente superior a todo armamento, número y
disciplina.
Durante el ataque, que revistió los sublimes perfiles de una epopeya, hubo gestas heroicas como las del joven
teniente de marina Sebastián Holtzinger, que habiendo sido arrancada la bandera del baluarte de Santa
Bárbara por una metralla la izó de nuevo una lluvia de balas y aventado con un pedazo de merlón se levantó
para volver a colocar la enseña patria, actitud valerosa en que lo ayudó un jovencito de 17 años, subteniente
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Francisco A. Vélez, que con el tiempo llegó a ser general de división; otra fue la realizada por el capitán
Jirnénez, el regidor José M. Portilla, el empleado postal Vidaña y el celador del resguardo marítimo Cordera
quienes, desafiando el tiroteo, salieron a lanzar barias reses que bajaron de los médanos cercanos para poder
alimentar a los defensores. Importante misión fue la de San Juan de Ulúa, que con los repetidos disparos de
sus baterías altas y bajas logró desalojar, el día 25 a las siete de la mañana, a dos nuevos vapores y siete
cañoneras que se encontraban detrás de la Playa de Hornos, disparaban también sobre el baluarte de Santiago
y la Puerta de la Merced sin perder de vista a los conventos de Belén y San Agustín, sabiendo por los espías
que éste último se había destinado a depósito de pólvora. Uno de esos vapores quedó maltratado con un palo
roto y una gran vía de agua que lo puso en serio peligro de irse a pique. Guarnecían a la fortaleza 1,030
soldados de infantería, pertenecientes a los batallones activos de Puebla y Jamiltepec; una compañía del
batallón de Tampico; otra del de Tuxpan y una tercera de Alvarado.
La plaza de Veracruz sembrada de cadáveres y heridos, humeante y derruida, capituló con honor y gloria el 27
de marzo de 1847 cuando ya no había ni un solo proyectil que disparar y ni un solo bocado que llevarse a la
boca. Pero Ulúa se mantuvo firme un día más, hasta que ya no fue posible resistir su rendición se realizó ante
el general Scott el 28 de marzo de 1847 en los siguientes terminos:
Los neutrales abajo firmados, vecinos de la plaza de Veracruz, a los heroicos defensores de ella y a sus
autoridades políticas. 'Nos cabe el mayor sentimiento al verlos marchar de esta ciudad: pero al mismo tiempo
nos mueve la más dulce satisfacción en expresarles toda nuestra admiración por el comportamiento tan
heroico que han tenido en todo el tiempo del bombardeo, veteranos y miliciados; habiéndoles visto
constantemente serenos y entusiastas en sus filas, sus baluartes, sus patrullas y cuarteles, sin que ninguno de
ustedes se haya desanimado a pesar de la horrible lluvia de proyectiles de toda clase, que derramaba la muerte
y el incendio en toda la ciudad.
Los hemos visto serenos y decididos en sus baluartes, sin que se por la falta de víveres, de sueldos y de
pertrechos; los hemos visto cuidando la seguridad de las casas con pausas que andaban constantemente en las
calles, en momentos en que los proyectiles, los mas destructores, se cruzaban en todas direcciones; los hemos
visto, en fin, apagando incendios y protegiendo las propiedades de los particulares.
Pueden marchar con la dulce satisfacción de haber hecho los mayores es que muy pocas guarniciones
hubieran hecho; los hemos visto, en fin, impávidos durante setenta y dos horas de bombardeo, sin que alguno
hubiese abandonado su punto.
A las autoridades políticas debemos también el buen orden y los auxilios que se han dado oportunamente a los
heridos y enfermos y a los necesitados, a pesar de los peligros tan grandes que corrían en todas partes. La
policía ha redoblado su vigilancia y evitado toda clase de desordenes, inevitables, sin embargo, en semejantes
circunstancias. A los médicos y practicantes de los hospitales los hemos visto constanteniente ocupados de sus
heridos, sin abandonar el puesto, a pesar de que muchas bombas les arrebataron a menudo los enfermos.
Todos, desde el comandante general hasta el último soldado, nos han llenado de admiración por su heroico
componente, y todos pueden marchar con la dulce satisfacción de dejar aquí muchos testigos de su ilustración,
de su heroicidad y de su humanidad.
Deseamos que este testimonio les sirva de consuelo, para que les acompañe un recuerdo de tantos amigos que
los aprecian y los estiman no sólo por sus antiguas relaciones, pero por su noble y brillante conducta.
Veracruz, marzo 28 de 1847; Roberto H. Farrant.− H. V. Galice.− J. B. Sisos.− R. H. Dillon.− J. Glalce.− H.
Courade.− Pedro Liar.− J. Gaudi.−vicentePlande.−EugenioChateauneutf −P.Palhoussie.−A.Perisse.−H.
Cappy.− Abrahani Perret.− I. Guillaurnon.− P. Conte.− Urbano Lasepas.−Carlos Binchers.− H. J−lopestendt.−
Pedro A. del Valle.− Juan Domingo ayn.− Eduardo Strybos.− F. Lubbren.− C. J. Celis.− H. Paklam.− Carlos
M Helm.− C. Hauschild.− A. Blesterfeld.− G. Macculloc.− F. Bromer.− J. Garruste.− Juan Bell.− Guillermo
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Busin.− Carlos Bestterfield.− M. Glgnous.−I. LoubetG.−H.Haas.−P.Fonchard.−Bonifacio Pérez Valdés.−
Vemurguia. Campos y Mendivil.− C. F .Rudolph.− Domingo Peirano.− R. Richardy Louis.−P. St. Martin.−J.
A. Mendizábal.−J. N. desevilla.− J.J. Sirnbrelo.− A. Johanet.− G. Ellenghause.− José Antonio' Thomas
Femando Formento.− Liús Weitheimber.− JuanLahitte.−Pedro Vignoller.− Juan Peinmo Capaing.− Leon
Mirviello.− Toussaint Fils.−
Cuarta epopeya
El último drama que arrostró heroicamente Veracruz fue el 21 y el 22 de abril de 1914, cuando aún ocupaba la
presidencia de la República el usurpador Victoriano Huerta, de triste memoria, A las once y media de la
mañana de 1921, despegaron varios botes del crucero Praire, y simultáneamente las tropas 'invasoras, que
vestían de kaki amarillo y sombrero texano, se apoderaron por sorpresa del castillo, que apenas si contaba con
un destacamento de unos setenta hombres para vigilar a los presos allí confinados, entre los que había
destacados políticos maderistas, y en seguida hicieron lo mismo con el muelle Porfirio Díaz. La escuadra
yanqui estaba mandada por el almirante Fletcher y a la cabeza de los asaltantes se puso el general Roberto
Funston. El comandante militar de la plaza, general Gustavo A. Mass, escapó una hora antes en su automóvil
Fiat, rumbo a Tejería, dejando la ciudad abandonada a sus propias fuerzas. En tan angustiosas condiciones se
organizó rápidamente la defensa, que estuvo a cargo de cuerpos como elementos dispersos del 19 batallón de
línea; numerosos voluntarios que había instruido militarmente el patriota coronel don Manuel Contreras; los
artilleros de la batería fija ubicada frente a nuestro glorioso Colegio preparatorio, que ha recobrado su
primitivo nombre de Instituto Veracruzano; y súbditos españoles que espontáneamente ofrecieron sus valiosos
servicios. Entre los artilleros estaba el héroe José Azueta quien manejó valientemente su ametralladora hasta
caer acribillado por las balas enemigas.
Avanzaron los norteamericanos hasta la estación terminal, para ocupar inmediatamente el edificio de correos
y telégrafos. Y desde ese mismo instante comenzó un nutrido tiroteo, en que podía escucharse el horrible
estrépito de las ametralladoras. A la vez, dispararon sus poderosos cañones de largo alcance gigantescos
acorazados a los que vino a reforzar por la tarde el crucero Chester, que fue el que mayores daños causó al
edificio de la heroica Escuela Naval Militar, cuyos cadetes defendieron bizarramente su plantel, muriendo uno
de ellos, Virgilio Uribe, cuyo nombre fue puesto después a uno de los guardacostas de la armada nacional.
También estuvieron el comodoro Manuel Azueta, quien era el encargado de la defensa heroica del fuerte, y su
hijo el teniente José Azueta, quien se situó en la esquina de su cuartel, cerca de una fábrica de hielo. Fue
llevado al consultorio del eminente cirujano doctor don Rafael Cuervo para ser atendido de urgencia, y allí se
le trasladó a la casa de su familia, situada en la calle de Emparan.
Falleció a los dos días y todo Veracruz, pasado ya el horror del combate, marchó silenciosamente detrás del
féretro sobre el cual se había colocado la enseña tricolor.
En el portal de San Javier sucumbió gloriosamente el cadete Jorge Alacio Pérez, y a una cuadra de distancia
también perdió la vida el humilde patriota carpintero Andrés Montes. Sedientos, atenaceados por el hambre,
acosados por el enemigo y ayudados por sus propias mujeres que dieron un alto ejemplo de abnegación, pues
ellas mismas les cargaban los fusiles o restañaban con sus rebosos la sangre que brotaba de sus heridas,
pelearon encarnizadamente como buenos mexicanos, los oscuros e ignorados soldados del 19' batallón. con el
bravo teniente coronel Albino Cerrillo a la cabeza. Digna de mención es igualmente la patriota actitud de don
Alejandro Sánchez y de varios comerciantes hispanos, que se enfrentaron al enemigo con la misma valentía.
Nueve largos meses sufrió Veracruz la ocupación de las fuerzas norte americanas , repartidas en todos los
edificios públicos, en los cuarteles, en planteles de enseñanza y hasta en centros recreativos, como el Casino
Veracruzano. Por fin el 22 de noviembre de aquel trágico año de 1914, se reembarcaron los invasores en los
poderosos buques de su escuadra, a la vez, que hacían su entrada a la sufrida y noble ciudad, por el rumbo de
los cocos y en medio del delirante regocijo de los jarochos, los generales revolucionarios Heriberto Jara y
Cándido Aguilar, como una avanzada de las fuerzas constitucionalistas que reconocían como primer jefe a
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don Venustiano Carranza, el preclaro Barón de Cuatro Ciénegas.
Los héroes civiles, que estuvieron en la defensa de 1914 son: pedagogo Delfino Valenzuela, María Malard,
Carmen Huerta, Constantino Cruz, Héctor Ortiz, Humberto Scheleske, Ernestina Tiburcio, María Esperanza
Toff, Pablo Lwnothe y Abraham Morteo, profesores de primaria que en 1914 rechazaron toda participación
administrativa y económica por los invasores norte−americanos y estimularon a los niños y jóvenes con
cátedra al servicio educativo del pueblo de Veracruz.
Veracruz Cuatro Veces Heroica Pág 35
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