Algunas notas sobre el aula, la escuela y la teoría educativa

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Algunas notas sobre el aula, la escuela y la
teoría educativa
Ramón Uzcátegui
Escuela de Educación - UCV
El aula de clases es un universo complejo de relaciones y circunstancias de aprendizaje. Es
donde los actores educativos materializan el acto voluntario de educar y aprender. El aula
de clase es convergente de distintos intereses y necesidades de la vida social. Muchas
personas en su vida pasan la mayor parte del tiempo en el aula de clases, ya sea recibiendo
o impartiendo enseñanza, es un espacio conocido por muchosy vividos por otros. Cuando
hablamos de aula y de escuela no nos referimos a la asistencia a un lugar físico en
especifico, sino a un ambiente sociocultural pensado, en muchos de sus aspectos, para
impartir educación.
El aula de clases es constitutiva de la escuela. Está es la institución formal destinada a
dispensar los saberes necesarios que habilitan al hombre a la participación moral,
productiva y cultural en la sociedad. La escuela y el aula se han venido construyendo
históricamente, sus formas actuales son relativamente recientes, de lo que en occidente se
ha dado por llamar modernidad, pero no es exclusivo a éste. Desde la antigüedad se
reconoce espacios de formación de los escribanos, como primeras formar organizativas del
acto social de enseñar. Lo que distancia esas realidades de las que actualmente podemos
contactar, es que a diferencia de la antigüedad, donde ir a la escuela era cosa de esclavo,
ahora es un fenómeno de masas, es decir, involucra un contingente de personas que directa
e indirectamente influyen en el contexto del aula y la escuela, cuyas formas culturales han
cambiado sustancialmente. Desde el ministro de educación hasta el vendedor de
“chuchearías” participa en diversos grados de compromiso e interacción en la configuración
de los espacios escolares.
Los espacios escolares se diferencian de otros contextos por su función esencial vital: la
construcción de un clima social para la enseñanza. Esta función constitutiva la hace ser
distinta y por tanto diferenciarse de otras instancias sociales, la cuales son definidas como
instituciones. Las instituciones orquestan un sistema simbólico de represtaciones de roles
por los cuales actúa y se organiza la experiencia humana vital, que en el caso de la
transmisión directa de la cultura es la escuela y en lo especifico el aula.
El aula, señalamos, es constitutiva de la escuela, y esta es a su vez formalizadora de la
experiencia socializadora y culturizadora de la existencia social. En este sentido podría
decirse que el aula y la escuela es reflejo de aquello que la sociedad exige que se enseñe.
Con esta afirmación podemos punto de arranque a una teoría sobre la escuela, con ello
queremos explicar el ser del hecho educativo escolar. Es apenas una apreciación, pues a
medida en que se fue formalizado la experiencia educativa social en la escuela el hombre
fue diseñando mecanismos explicativos de tal función, eso dio forma a lo pedagogía y/o
ciencia de la educación. Esta es una suerte de reflexión o meta reflexión de los sucesos que
se realizan en los actos voluntarios de enseñanza. Sobre la escuela, la pedagogía es
tributaria de múltiples teorías. Algunas se acercan desde afuera, otras emergen del seno
del acto pedagógico, todas tienen en común racionalizar y direccionalizar los procesos
educativos. Para explicar el sentido y el sinsentido de la escuela se cruzan múltiples
miradas, pues cada quien se hace un argumento sobre el ser y el deber ser de la escuela,
algunos lo hacer desde los saberes científicos, cuya experiencia se corrobora en datos
legítimamente validados, otros desde la experiencia cotidiana o de la cultura ancestral que
da forma a los saberes generales, eso que le llaman doxa. Lo cierto es que cada formulación
sobre la escuela es y hace que ella sea reflejo y proyección de la sociedad en la cual esta
inserta.
Es reflejo porque los individuos que las hacen son los mismos que participan de la vida
social. Es difícil no reconocer a un maestro como algo distinto a un ciudadano, o a un padre
o representante como un barrendero, secretaria, enfermera, presidenta de la república, o a
un alumno como un niño “tira piedra” en la calle, o un buen ejecutor de violín o creador de
papagayos. Esos mismos que son la sociedad son los que van a la escuela, lo que pasa es
que van con otras orientaciones de sentido predefinidas en permanente construcción. La
escuela es reflejo de la sociedad porque los seres que la habitan son constitutivos a esta, y
no de otra manera.
Pero el “reflejo” no es directo, ni mecánico, como tal vez cuando uno se mira a un espejo.
La imagen o reflejo como quieren entenderse la escuela y el aula con respecto a la sociedad
no es una proyección lineal y mecánica en ella. La escuela tiene vida propia, existe, es
diferente a otras instancias de la vida social, cumple unos objetivos si, pero tiene una
dinámica, que en el marco de lo que se sucede en la sociedad dan formas a fuerzas sociales
históricas y contingentes. La escuela tiene vida propia sencillamente porque los valores y
comportamientos de las personas que están en la calle cuando se hacen participe de ésta
cambia, se modifican en acción y función. La escuela como clima sociocultural convoca en
los individuos distintas formas de acción y reacción a propósito de sus metas. Sus formas
de organización y funcionamiento se articulan a un proceso autoreferencial y autopoietico,
eso que hace que la escuela sobreviva a los embates del exterior, permite comunicarse e
intercambiar con el ambiente social y cultural sin diluirse en sus funciones. Estas relaciones
de interdependencia e interacción configuran el desarrollo institucional de la educación
escolar.
Tal como los seres vivos, los sistemas escolares, la escuela y el aula se comportan como
sistemas autopoieticos. Esto se rige por algunos principios: autonomía, emergencia,
clausura externa, autoconstrucción de la estructuras, reproducción autopoietica. En un
sentido histórico la autopoiesis significa determinación del estado siguiente del sistema a
partir de la estructuración anterior a la que llegó la operación, o lo que es lo mismos, de
que el sistema se construye sobre estructuras precedentes. Eso es así como que la clase de
hoy es continuidad del tema de ayer, que a su vez será punto de discusión para el día de
mañana. La continuidad de la función marca la reconstruir permanente de la organización.
Para Luhmann la autopoiesis es la reproducción recursiva de los elementos del sistema
como unidades autónomas. Este desencadenamiento de acciones es lo que en la teoría de
Maturana se definen como sistemas autopoieticos. La sociedad es un sistema autopoietico
en el entendido de que aquello que se ha designado como proceso de humanización
(socialización) fue posibles gracias a que surgió una forma emergente, una red cerrada
(autopoiética) de comunicación. Sólo a esta red cerrada de comunicación es posible
designar con el concepto de sociedad. Fuera de esta red no existe comunicación. Ella es la
única que utiliza este tipo de operación y en esta medida es real y necesariamente cerrada
(Rodríguez, 2003). De esta teoría de la sociedad se desprendes dos consideraciones básicas
a lo que la humanismo y civilización.
En la teoría sociológica de Maturana, citado por Rodríguez (2003) la humanidad da
comienzo el proceso civilizatorio (Norbert Elias), no importa la fecha en que esto se precise
(¿4,4 millones de años?), la sociedad es una forma clausurada de comunicación que tiene la
cualidad de albergar dentro de sí misma, de manera omniabarcadora, todo lo que tenga que
ver con formas de comunicación de sentido. La sociedad es producto de la comunicación,
todos sus sistemas parciales, son tales porque en ellos albergan la operación comunicación.
En esto se avanza con respecto a Bertalanffi en el hecho de que los sistemas son tales
porque operan en funciones comunes sin perder sus identidades. En este sentido, el
proceso de humanización y de civilización es producto de la comunicación que dio forma a
la vida social.
La evolución encontró en los procesos comunicacionales el medio de la socialización de los
seres humanos. En otras palabras, la civilización y sus resultados son consecuencia de las
condiciones del cometido de la comunicación. No son los seres humanos los creadores del
proceso de su propia civilización, al contrario: los seres humanos se hacen dependientes de
esta red emergente de orden superior, bajo cuyas condiciones pueden elegir los contactos
con otros seres humanos. Esta red de comunicación de orden superior es lo que
denominamos sociedad. Lo social no surge del hombre. Consiste en una solución de tipo
evolutivo que precede a los sujetos que está encaminada a proveer de estructuras
(¡formas!) de sentido que se imponen a la tendencia radical de la desintegración.
(Rodríguez, 2003)
Contrario a las tesis según las cuales socializar es humanizar, lo social no esta en los seres
humanos, sino en la comunicación., Por ello humanismo es el desarrollo de las cualidades
comunicativas en el sujeto, que deviene en la organización de su experiencia vital.
La socialización de los seres humanos no es, en sentido estricto, humanización. Si se parte
de la premisa de que la sociedad es pura comunicación, el desarrollo de lo social se debe
entender como un aumento en el desempeño comunicativo, pero no como una ampliación
de humanización en la dirección de Rousseau o de Nietzsche (el primero, la perfectibilidad
de la naturaleza humana; el otro, la superación de las energías dionisíacas). (Rodríguez,
2003)
En el caso de la escuela, el tipo de operación fundamental es la enseñanza, que a su vez es
comunicación en y para la cultural. Cabe la pregunta, qué lo que diferencia a la escuela de
otras instancias sociales, cuál es su identidad, qué rasgos lo hace comprensible como un
sistema autopoietico. El aula de clase es un contexto natural de investigación porque lo que
ocurre en su interior adquiere un sentido propio y profundo para maestros, estudiantes y
sociedad. Esto nos lleva a la idea que de
Los sistemas sociales se encuentran clausurados operacionalmente. Las comunicaciones
que constituyen sus elementos son producidas al interior del sistema y no provienen de su
entorno. Pueden referirse a aspectos del entorno, pero para que estos sean participados en
la comunicación deberán ser tematizados en ella. (Rodríguez, 2003)
Identificar las fuerzas de continuidad y discontinuidad en la interacción pedagógica es la
base fundamental de la reflexión educativa. Esto nos lleva a la consideración de que la
escuela y el aula son conceptos que van más allá de sus dimensiones físico – espaciales,
donde se materializa instrumentalmente la enseñanza y el aprendizaje. Así, el aula y la
escuela es un espacio de construcción de saberes (aprendizaje) a partir de relaciones
efectivas de comunicación (enseñanza). Qué elementos hacen de la escuela un organismo
social autoreferencial. Las formas de lenguaje, los códigos de interacción, las actitudes,
expectativas, historia académica, experiencias pedagógicas, metodologías de enseñanza,
contenidos de la enseñanza, los diagnósticos de aprendizaje, institucionales, las reflexiones
pedagógicas, los modelos de enseñanza, las practicas de evaluación, el rol del docente,
alumno, directivo, padre representante, etc., son formas constitutivas de la escuela y del
aula. Estos son aspectos producidos al interior del sistema, y aunque algunos pueden
referirse al entorno, como por ejemplo el currículo, en los procesos de comunicación
(interretroacción) son aclimatados por las estructuras y finalidades de la enseñanza. Es en
la praxis educativa donde se recrean todas las condiciones comunicacionales que definen a
la escuela. La comunicación en el sistema social es en la escuela comunicación pedagógica.
En la articulación entre pasado y presente, esa continuidad multirelacional es lo que le da
forma a la escuela. Ciertamente la escuela del pasado no es la misma de hoy, pero sigue
habiendo escuela. Eso nos habla de las características autoreferenciales de la educación en
sus expresiones sistemáticas. Son tal porque tienen historia que se proyecta en ellas. Pero
no todo espacio de transmisión es espacio de asunción directa. La herencia cultural sufre
transformaciones en su aplicación práctica generacional. Es por ello que las cosas no son
conocidas, sino permanentemente exploradas, apreciadas y construidas. Es por ello que
investigar y reflexionar sobre el aula y la escuela es reinventar las tradiciones que
recibimos (Dussel y Caruso, 1999).
…aunque no volvamos a inventar la pólvora, tampoco seamos clones de otros ni queramos
clonar a nuestros alumnos. Porque en última instancia, transmitir es también dejar espacios
para que el otro haga cosas con nuestro saber y nuestro deseo de educarlo, para que sea
otro, y no uno mismo. Como dice un psicoanalista, lo que resulta fascinante “en la aventura
propia de la transmisión, es precisamente que somos diferentes de quienes nos
precedieron, y que nuestros descendientes es probable que sigan un camino sensiblemente
diferente al nuestro (…) y sin embargo (…) es allí, en esa diferencia, donde inscribimos
aquello que transmitimos” (Hassoun, 1997, en: Dussel y Caruso, 1999)
En el acto de educar se materializa en proceso de expansión de los bienes culturales, pero
también se materializa, recursivamente, los elementos constitutivos de la escuela como
entidad educativa diferente y diferenciadora de las demás instancias sociales. La escuela y
el aula aparecen entonces, cuando aparecieron los métodos pedagógicos que proponían una
organización de la enseñanza conforme de determinadas características y cualidades
humanas. Es precisamente ello el elemento subyacente en la construcción de la institución
escolar. Ahora bien, que es lo qué efectivamente sucede en la escuela, que relaciones se
dan, que pasa en el aula, cómo en esos elementos cobra existencia funcional la institución
escolar.
BIBLIOGRAFÍA
DUSSEL, I. – CARUSO, M. (1999). La invención del aula. Una genealogía de las formas de enseñar. Colección
saberes claves para los educadores. Buenos Aires: Editorial Santilla. S.A.
QUINTERO CORZO, Josefina y otros. (s/f) Aula Investigativa: un espacio para construir saber pedagógico.
Universidad de Caldas, Manizales-Colombia. Disponible en:
http://www.xoc.uam.mx/~cuaree/no26/Aula/Aula.htm (Recuperado el: 14 de julio de 1006)
RODRIGUEZ M., Darío and TORRES N., Javier. Autopoiesis, the unity of a difference: Luhmann and
Maturana. Sociologias, Jan./June 2003, no.9, p.106-140. ISSN 1517-4522.
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