CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA MÁRQUEZ. 1. ALTANERÍA. Crónica de una muerte anunciada

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ANÁLISIS DE CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA ESCRITA POR GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ.
1. ALTANERÍA.
El poema que abre Crónica de una muerte anunciada, traslada la imagen de la caza al combate amoroso de
personas altivas y soberbias, que más que conquistar a su enamorado, quieren vencerlo. Esta imagen es propia
de Bayardo San Román, el forastero arrollador, dominante, seguro de sí mismo, el hombre que lo tiene todo.
Es bello, según las mujeres del pueblo; es culto, nada más llegar al pueblo da a entender que era ingeniero de
trenes y maneja el telégrafo. Es fuerte, vence a los mejores nadadores del pueblo, y, como demuestra, es
sumamente rico (su boda es un despilfarro). Tan seguro está de sí mismo que, cuando a medio despertar de la
siesta, ve en la calle a Ángela Vicario, dice que se va a casar con ella.
La prueba de que nadie se le resiste (un rasgo de altanería), se ve en dos anécdotas iniciales. En la primera, la
madre del narrador cae progresivamente en sus redes. Empieza escribiendo a su hijo al colegio, comenta
algunos detalles del personaje y le da su bendición. La otra anécdota es que el dominio de Bayardo es tal que
obliga, prácticamente, al viudo, que no quiere venderle su casa, a hacerlo. Y le paga un precio desorbitado a
los cinco minutos.
Esa misma imposición la ejerce respecto a Ángela Vicario: no busca seducirla, ni enamorarla (lo que no se le
antoja muy difícil), sino someterla, para lo cual cuenta con la familia, interesada en que se casaran por
motivos económicos y sociales. Intenta impresionarla cuando le regala, comprando todos los números de la
rifa, la ortofónica (un instrumento musical), que ella le devuelve, pues interpreta el gesto como de dominio.
Ángela también tiene su altanería y no se deja embaucar fácilmente.
Esta pista conduce a realizar una interpretación de las acciones de Ángela el día de su boda: si no hizo caso a
los consejos de sus amigas para hacer creer al marido que había perdido su virginidad en aquella ocasión, fue
precisamente por una voluntada de enfrentamiento, de plantarle cara al novio, no por miedo o incapacidad.
Siguiendo con la interpretación de Bayardo como altanero, habría que interpretar que el hecho de que su novia
no fuese virgen le habría inferido una humillación evidente. Se trataría entonces de un duelo amoroso de seres
igualmente altaneros. No se puede interpretar de otro modo la humillación sufrida por Ángela cuando el novio
llega a recogerla con dos horas de retraso...
El cambio se da en ella bastante tiempo después de la boda, cuando tras haber visto a su marido fugazmente,
le escribe dos mil cartas de amor. Ese repentino cambio en el personaje que pasa de no tener interés en la boda
a demostrar un tesón de enamorada romántica se presenta en la novela como un cierto rasgo folletinesco.
Ángela se convertiría así en una garza guerrera, pero se le llama asía a Alejandrina Cervantes, de quien se
enamora de jovencillo Santiago Nasar, que resulta ser víctima de dos garzas guerreras, primero de Alejandrina
y después de Ángela.
2. CRÓNICA LITERARIA Y PERSPECTIVISMO.
Crónica de una muerte anunciada, publicada en 1981, está basada en hechos reales, acontecidos muchos años
antes en Colombia.
La técnica del relato simula una descripción periodística, una crónica, como su título indica. Esta Crónica, no
obstante, no se ajusta del todo a la periodística. Hay una base histórica, real, de los hechos, pero su tratamiento
es fruto de la libre imaginación y la creatividad del autor. Se puede decir que es un texto bifronte, de dos
caras, una narración objetiva, y una fabulación narrativa. Los elementos del periodismo en Crónica son: la
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precisión de las coordenadas temporales; la base real del suceso y sus protagonistas; las entrevistas con los
testigos; los viajes del autor al lugar del suceso; y el sumario, las investigaciones.
Todos estos elementos se combinan con los más novelescos: las técnicas de estructuración de la fábula
narrativa, como los planos temporales, el multiperspectivismo (diferentes puntos de vista); los cambios en la
onomástica (nombres); las fabulaciones y las hipérboles (exageraciones).
La novela suscitó algunas controversias respecto a su definición genérica. Una de ellas es considerarla un
cuento o una verdadera novela, ya que para algunos la narración tiene mínima sustancia narrativa, y se a
alargado el texto mediante detalles y trucos hábilmente explotados. Otra polémica reside en el hecho de que
rebaja considerablemente la presencia de lo fantástico, lo que llevaría a una obra más realista, no sólo por la
base real de los hechos, sino por la vertiente de crónica que tiene la obra. También se a destacado cierta
filiación con la novela policíaca, a lo que el autor respondió que era una narración policíaca vuelta del revés.
Aunque muchas cosas de la novela no tienen que ver con el género, el mantenimiento del enigma de la
culpabilidad o inocencia del protagonista si lo tiene.
Uno de los aspectos más interesantes de la obra es el multiperspectivismo, los diferentes puntos de vista. El
narrador principal es un narrador omnisciente, pero se sirve de varios elementos para reconstruir lo sucedido:
el sumario (informe jurídico), la autopsia, las cartas de su madre, sus recueros incompletos, y las numerosas
manifestaciones de muchos testigos.
Todos estos elementos se formalizan de la siguiente manera: el narrador cuenta la historia en forma
autobiográfica; es cronista y testigo, que dialoga y recoge en estilo directo los testimonios de diversos
personajes; es transmisor de un documento informativo (sumario); y habla en tercera persona, cuando
recuerda o sabe cosas.
En general la voz del narrador es objetiva, pero en los más descriptivos está impregnada de subjetividad y
fantasía, de lo cual surge la polifonía (varias voces). Esto ocurre debido a que el narrador, en su papel de
cronista, ha de reconstruir un caso incompleto en el sumario; del que él mismo ha sido testigo y partícipe de
los hechos.
Algunos casos de esta múltiple perspectiva son: no coinciden los testimonios respecto al clima del día del
asesinato; existen opiniones muy diversas respecto a Santiago Nasar; la deshonra de Ángela Vicario y la
identidad del culpable se perciben de distintas maneras; y la actitud de Nasar frente al crimen es también
objeto de controversia (unos hablan de pánico, otros de soberbia...).
El punto de vista dominante en la novela es el narrador, especialmente en el recuerdo de la historia de los
protagonistas y en la descripción de su origen y entorno familiar. No obstante, recoge, en estilo directo e
indirecto, variadas perspectivas de testigos, personajes, etc. Las voces de los testigos, etc. son la única
manifestación oral, en un registro expresivo conversacional. De todas formas, el narrador siempre está
presente, incluso cuando se retira al diálogo de otros personajes.
El continuo entrecruzamiento de los puntos de vista del narrador, otorga a Crónica la multiplicación del foco
narrativo comprándola con el cubismo pictórico.
3. FATALIDAD.
El título contiene todos los elementos básicos de la fatalidad: hay una muerte que a sido anunciada desde un
tiempo atrás, y hay un relato testimonial que se limita a contar lo que ha pasado, pero sin intervenir en los
sucesos. En cierto sentido, casi todas las ficciones de García Márquez (Cien años de soledad) son crónicas de
sucesos determinados de antemano, y aunque hay suspense, no hay sorpresa alguna. No es de extrañar, pues,
que Crónica de una muerte anunciada empiece fatalmente de manera similar. La novela se presenta como una
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incursión del autor en el mundo del fatalismo. Santiago Nasar está condenado de antemano, fatalmente. No
tiene arreglo posible, es un elemento estructural sin el cual la obra no sería lo que es.
En la novela, también el destino, el fatum, domina la historia hasta hacer de ella una tragedia de sentido fatal.
Pero a diferencia de la tragedia clásica, aquí son las torpezas humanas, y no los dioses, que confluyen todas en
un mismo resultado trágico.
Las formas con que se revista en la obra la torpeza humana son variadas:
• Contradicción. Todo el pueblo sabe que los Vicario van a matar a Santiago Nasar, menos él, que no
se entera hasta el final y, desde luego no entiende nada. La contradicción se presenta como una
realidad de la trama, la torpeza humana, por eso resulta convincente y contribuye a crear la atmósfera
trágica del relato.
La segunda contradicción es que en una sociedad cerrada y puritana donde además todos se enteran de todo,
Ángela Vicario hubiera podido perder la virginidad con un joven del pueblo, y que tal hecho no se supiera.
Esto aparece como pura fatalidad del destino.
• Ambigüedades. Son muchos los hechos que ni los personajes ni el lector, ni siquiera el narrador,
consiguen despejar. La obra está organizada en la ambigüedad esencial acerca de quién cometió el
crimen de honor del que es víctima Ángela Vicario. La sensación que queda al lector es la de que
Santiago Nasar fue asesinado por algo que quizás no cometió. Pero cuando Ángela, muchos años
después, puede desmentir su versión, la reafirma, pero nadie le cree.
Junto a estas ambigüedades básicas aparecen otras que colaboran en el ambiente fatal. Por ejemplo, las
distintas versiones que se dan sobre el clima que hacía el día de los hechos, a la identidad de la persona que
deja un papel debajo de la puerta de la casa del protagonista o si los hermanos Vicario, antes de asesinarlo,
estaban borrachos o no.
• Casualidades o coincidencias. Son muchas, algunas especialmente fatales. Santiago, que casi nunca
entraba en su casa por la puerta del frente, ese día lo hizo... donde le esperaban los Vicario; Luisa
Santiaga y la madre de Santiago, que presentían cualquier tragedia, ese día fallaron; Cristóbal Bedoya,
el amigo, que era el único que podía avisarle, no lo encontró; el papel que dejaron debajo de la puerta
avisándole del peligro, no es visto hasta mucho después del crimen; aunque la familia de Flora Miguel
nunca se levantaban pronto, Santiago va temprano a la casa (nadie podía pensar que estuviera allí;
Yamil Shaium no encontró los cartuchos para impedir el asesinato...
Todas estas casualidades son torpezas humanas que causan la fatal tragedia.
Finalmente, los habitantes del pueblo son especialmente torpes a la hora de interpretar los hechos que les
rodean. Se equivocan y posibilitan la tragedia. Los carniceros no atajaron a los Vicario porque pensaron que
lo que decían era cosa de borrachos...; Merme Loaiza no le advirtió del peligro porque lo vio tan contento que
pensó que todo se había arreglado; Plácida Linero, no sólo no interpretó bien los sueños de su hijo, sino que
en el último momento se equivocó también, cerró la puerta de la casa cuando vio a los Vicario porque pensó
que querían meterse dentro para matarlo; lo que sentenció a su hijo, que no tuvo escapatoria; Cristo Bedoya
no consiguió proteger a su amigo porque pensó que estaba desayunando en casa de la familia del narrador (lo
cual hubiera sido lógico); el padre Carmen Amador, cuando lo ve sano piensa que todo había sido un bulo.
En conclusión, parece claro que los personajes de esta novela son esclavos indefensos del fatum, que llega a
realizarse a través de las múltiples torpezas que cometen los figurantes de la tragedia. Tanta equivocación,
tanta casualidad, conducen inexorablemente al mal. Pero cabe preguntarse si la fatalidad anula la moralidad.
Si el crimen tenía que realizarse, ¿qué culpa tienen quienes en él participaron de una u otra manera? Parece
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que ninguna. Sin embargo, al principio del capítulo 5 se enumeran algunas consecuencias que sufren ciertos
personajes; parece que así expían el crimen.
4. HONRA.
La acción de Crónica de una muerte anunciada se desarrolla en medio de un ambiente de casualidades,
contradicciones y equivocaciones (torpezas humanas), que posibilitan, la tragedia. Puestos a recordar años
más tarde los sucesos, los habitantes del pueblo tampoco tienen los mismos recuerdos. Sólo hay dos puntos
claros y firmes: el asesinato de Santiago Nasar y la creencia de todo el pueblo en la validez de su código de
honor. Sobre lo único que se ponen de acuerdo los vecinos del pueblo es sobre un valor, el de la honra que,
visto a su manera, sólo puede ocasionarles tragedias. Ésta es para algún crítico la ironía central de la novela.
Cuando Bayardo San Román devuelve la novia a sus padres por no ser virgen, se está sentenciando a alguien a
muerte, pues se le va a aplicar el código de honor vigente en el pueblo: la honra sólo se restaura con la muerte.
Es éste un precepto tradicional en muchos textos literarios, desde el romancero tradicional hasta García Lorca.
Aunque no se puede hablar de influencias literarias que unos y otros textos tienen sus fuentes en la literatura
oral de carácter popular.
Santiago Nasar tuvo la desgracia de vivir en un pueblo de valores invertidos, poco o nada razonables. El autor
no describe estos valores en su obra, pero quedan expuestos en lo que dicen y hacen sus personajes. Nada más
empezar la novela, el narrador confiesa que había estado con una prostituta, y que ésta había arrasado con la
virginidad de su generación. No parece que el concepto moral del pueblo censure la práctica y ejercicio de la
prostitución. Además, resulta ser bien considerada en el pueblo.
Otra inversión moral que se ve en los personajes del pueblo es su materialismo. Por ejemplo, Bayardo San
Román, derrocha su dinero en una boda casi inverosímil, y da muestras de no entender que el viudo se niegue
durante bastante tiempo a vender su casa, aunque Bayardo le ofrezca mucho dinero.
Más referencia a la honra en sentido sexual hacen las normas vigentes en la crianza de los hijos. De los
Vicario el narrador dice que los hermanos fueron criados para ser hombres, y ellas habían sido educadas para
casarse. Sabían coser, lavar, planchar, bordar, tejer... La educación recibida prepara el comportamiento
posterior ante un crimen de honor. De hecho, los hermanos Vicario mataron a Santiago Nasar por cumplir con
la educación que habían recibido. Si lo asesinan es por cumplir un deber que no parece gustarles mucho. Por
eso se consideran inocentes, y por supuesto, no se arrepintieron nunca. ¿Por qué? Porque sabían que habían
obrado de acuerdo con el código de honor reinante en su pueblo, aceptado también por las mujeres. Cuando,
por ejemplo, los hermanos Vicario le dicen a la madre de Prudencia Cortes que no tienen tiempo de tomarse
un café, ella responde que se lo imagina, que el honor no espera. Y su hija añade que nunca se hubiera casado
con él si no cumplía como hombre.
Este código popular del honor está tan absolutamente aceptado que nadie en el pueblo se pregunta por qué no
tiene importancia que una prostituta hubiera arrasado con la virginidad de toda una generación masculina,
mientras que sí la tiene, y trágicamente, que Ángela Vicario la hubiera perdido con quien fuera. Dentro de este
código figura, también, la idea de que si una mujer ha perdido la virginidad fuera del matrimonio es porque ha
sido forzada, en contra de su voluntad.
Y también el abogado que defiende a los hermanos acepta el código popular del honor, y la mayoría de los
habitantes le pueblo lo aceptan, entre otras cosas porque los exculpa pro no haber impedido el crimen.
En conclusión, se puede decir que García Márquez ha querido expresar con esta novela una crítica irónica al
código de honor imperante en el pueblo de los Vicario, que es el verdadero desencadenante de la tragedia
ocurrida en la novela.
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