un acercamiento entre valores e identidad

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UN ACERCAMIENTO ENTRE VALORES E IDENTIDAD
Autoras:
MSc. Concepción Romero Pérez
Profesora Auxiliar, Dpto. de Marxismo Leninismo
Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades
Universidad de Matanzas
MSc. Haydeé Acosta Morales
Profesora Asistente
Centro de Estudio y Desarrollo Educacional
Universidad de Matanzas
El término identidad ha sido tratado de múltiples formas por los
diferentes autores que alrededor de él se han pronunciado. Unos destacan el
lado psicológico de la identidad, al considerarla como la estructura interna en
que se basa el proceso de formación del individuo, la familia, la etnia o la
nación. Otros, resaltan diversos rasgos que diferencian a los habitantes de un
territorio o país de los demás. Pero existen concepciones más abarcadoras que
reconocen en la identidad al conjunto de significaciones y representaciones
relativamente estables a través del tiempo, que permiten a los miembros de un
grupo social, que comparten una historia y un territorio común, así como, otros
elementos socioculturales, reconocerse como relacionados los unos con los
otros biográficamente1.
El primer enfoque destaca un aspecto del problema, el lado psicológico,
que no es posible desconocer ya que en la identidad confluyen diferentes
componentes entre los cuales el psicológico ocupa un lugar importante junto al
político, moral, cultural, etc.
El segundo modo de concebir la identidad como conjunto de rasgos que
asemejan a los habitantes de una nación, en la medida en que los diferencian
de los de otra es también importante, aunque presenta la dificultad de
considerarla como algo acabado, estático, y desconoce la diversidad que la
caracteriza.
La identidad encierra en sí misma semejanza y diferencia pero, nuestra
propia identidad es muestra de que sobrepasa este modo de entenderla, pues,
aunque existen rasgos característicos del cubano, no podemos pensar que
éste ha sido el mismo a través del tiempo, ni tampoco lo es en el ámbito
espacial o cultural. Por eso, quienes estudian el tema reconocen como rasgos
de la identidad su carácter diverso, multicultural y multiétnico2.
La tercera visión de identidad permite un análisis más integral de este
complejo proceso, por cuanto incluye la diversidad, reconoce que por identidad
podemos concebir no sólo a un conjunto de rasgos que nos asemejan en la
1
Definición de la autora venezolana Maritza Montero aparecida en el trabajo de Carolina de la Torre
Identidad nacional del cubano: avance de un proyecto. 1995, p. 162.
2
Martínez, Furé Rogelio (1995), p. 29.
medida en que nos diferencian, sino que además, resalta la conciencia de ello,
es decir, incluye la subjetividad y las representaciones individuales y colectivas.
Reconoce también el carácter dialéctico de la identidad, en la medida en
que la acepta como un proceso dinámico de interacción entre aquellos
elementos que van surgiendo y los que permanecen.
En esta concepción se incluye el conjunto de significaciones que
permiten a los hombres identificarse unos con otros, lo que nos remite al lugar
que ocupan los valores en el seno de la identidad.
La presencia del componente axiológico es decisiva para poder entender
un rasgo de la identidad: la actitud de responsabilidad que asumen los hombres
ante su propia historia3, así como, el desarrollo de la eticidad, comprendida
como la capacidad de discernir entre aquello que debemos defender y lo que
debemos atacar.
Cada individuo conforma su sistema subjetivo de valores al reflejar y
asimilar aquello que tiene para él o el grupo con que se identifica, una
significación positiva. En esa relación, el sujeto de la identidad se vincula y
participa en la producción de objetos, ideas, sentimientos, procesos, que por su
significación positiva son valiosos para la sociedad, convirtiéndose en actores y
autores de valores objetivamente existentes que lo identifican como un ser
nacional o cultural. Se produce una interacción dialéctica, a través de la cual, la
participación del sujeto en la creación de valores, contribuye con el desarrollo
de su propia identidad.
La identidad por sí misma constituye un valor, cuya significación es la
propia conformación de ese ser nacional o cultural. Representa la
concientización y asimilación de aquellos valores que pasan a ser reconocidos
como parte del ser, lo que se logra a través de la acción práctica y del proceso
subjetivo de la valoración.
Por eso, la identidad se vincula a la producción de respuestas y valores
que los individuos o grupos sociales herederos y transmisores, actores y
autores de su historia, realizan en un contexto histórico dado, como
consecuencia del principio socio-psicológico de diferenciación-identificación en
relación con otro grupo o sujeto individual cultural o nacionalmente definido 4. A
la vez se relaciona con el futuro común que es necesario proyectar, lo que
implica la valoración del pasado, del presente y de las posibilidades futuras,
tomando partido en cuanto a qué es lo que debe o no defenderse y aprobarse,
de acuerdo con la escala de valores que hayamos asumido, modificado o
creado.
En consecuencia, resulta imprescindible como expresara Armando Hart
que “la identidad se vea enriquecida con valores nuevos, pero que se
fortalezcan sus esencias”5, idea de la cual José Martí fue el gran precursor, al
3
Ídem. p. 29.
García Alonso, Maritza y Cristina Baeza Martín (1996), p. 17.
5
Hart Dávalos, Armando (1995), p. 44.
4
plantear: “Injértese el mundo en nuestras repúblicas, pero el tronco ha de ser el
de nuestras repúblicas”6. De lo que se trata entonces es de acudir a nuestra
historia como fuente generadora de una cubanía que se desarrolle en medio de
la realidad que vive nuestro país, en la actualidad, porque ser verdaderamente
cubano hoy, significa enfrentar creadoramente los problemas que engendra el
mundo, teniendo como base aquellos valores de nuestra tradición
revolucionaria.
En un análisis consecuente de la identidad resulta necesario señalar que
son elementos componentes de ella no sólo los valores políticos, morales,
culturales, etc., sino también lo son determinados antivalores.
Tomando como ejemplo la realidad cubana, se puede observar que la
identidad se ha ido forjando en las luchas por la independencia que durante
más de un siglo se han desarrollado, a través de cuatro momentos
revolucionarios fundamentales: la revolución de 1868, la de 1895, la de 1930 y
la que propició la toma del poder en 1959. Han sido valores como el
patriotismo, la solidaridad, la justicia, los que han fundamentado la cubana,
pero junto a ellos también identifican al cubano actitudes e ideas, cuya
significación social es negativa, por lo que constituyen antivalores.
A la valentía e intrepidez y respuesta inmediata en los momentos que
requieren de heroicidad, se enfrenta la falta de sistematicidad ante lo cotidiano,
el desconocimiento de la medida de lo que es adecuado –expresado
genialmente en la conocida frase del Generalísimo Máximo Gómez-, al decir
del prestigioso intelectual Joel James Figarola en su artículo “Cuba en sí y
contra sí. Una pelea cubana por la identidad”, el «contra sí» (...) capacidad del
cubano para destruir a veces lo mismo que construye (...) la colonia que
llevamos metida cada uno de nosotros dentro de los huesos y contra la cual
hay que combatir a muerte y sin cuartel”7.
Ver la identidad con un enfoque científico significa no sólo reconocer que
además de una identidad fundamental del cubano existen múltiples identidades
individuales, de grupos sociales, de regiones o etapas históricas, entre otras. A
su vez, consiste en aceptar que conforman nuestra identidad no sólo lo más
puro y elevado, lo que puede resultar valioso, sino también aquellos elementos
que tienen en sí una connotación social negativa contra los que resulta
imprescindible luchar, y es en esa lucha donde radica, entre otras, una forma
importante de afianzar nuestra identidad, haciendo realidad la afirmación del
poeta y ensayista Cintio Vitier de que ésta “no ha de ser salvada como una
prenda perdida, porque ella consiste en ser creada día a día”8.
La contradictoria situación que genera el momento actual, por un lado
despierta principios, ideas, actitudes, valores, que afianzan y consolidan lo más
puro de la cubana, pero a su vez, tanto factores externos relacionados con la
existencia de un mundo unipolar, con la agresividad desmedida de la política
imperialista norteamericana respecto a Cuba, etc., e internos, vinculados a la
6
Martí Pérez, José. Tomo 6, p.18.
James Figarola, Joel (1994), p. 10.
8
Vitier, Cintio (1995), p. 9.
7
situación económica que atravesamos desde hace algunos años y a las
medidas implantadas para salir de ella, fundamentalmente, propician a su vez
la existencia de ideas, actitudes que pugnan por introducirse o desarrollarse en
la esencia del cubano, con el peligro que esto representa para la consolidación
de aquellos valores que enaltecen nuestra identidad.
Enfrentar esta contradictoria situación exige avanzar cada vez de modo
más perfeccionado en el cumplimiento de los objetivos y tareas que puedan
revertirla, a la vez que demos pasos seguros en la transformación educativa y
cultural, tomando como base nuestras tradiciones en las que el elemento ético
ha sido siempre una piedra angular.
El hombre en cada momento ha de saber escoger entre la justicia y la
injusticia. Y esa eticidad ha sido parte integrante y debe seguir conformando
nuestra identidad. Ese hombre del que Cintio Vitier expresa que “... tiene que
ser «otro» hombre, un hombre tan nuevo como la mañana y tan viejo como el
sacrificio y el heroísmo...”9. Para formar ese hombre no hay ni debe haber
recetas, el reto está en encontrar el camino, y por ahí andamos ...
9
Vitier, Cintio (1995), p. 185.
Bibliografía.
1. De la Torre, Carolina. Identidad nacional del cubano: avance de un
proyecto. En: Revista Cubana de Psicología, V.12, No3, 1995.
2. Fabelo Corzo, José Ramón. La Crisis de Valores: conocimiento, causas y
estrategias de superación. En: La formación de valores en las nuevas
generaciones. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1996.
3. García Alonso, Maritza y Cristina Baeza Martín. Modelo Teórico para la
Identidad Cultural. Centro de Investigación y Desarrollo de la cultura
Cubana “Juan Marinello”. La Habana, 1996.
4. Hart Dávalos, Armando. Poner en orden las ideas. En: Armando Hart
Dávalos. Una pelea cubana contra viejos y nuevos demonios. La Habana.
Ediciones CREART, 1995.
5. James Figarola, Joel. Cuba en sí y contra sí. Una pelea cubana por la
identidad. En: Revista La Gaceta de Cuba. No2. UNEAC, 1994.
6. Martí Pérez, José. Nuestra América. El Partido Liberal 1891. Obras
Completas. Tomo 6.
7. Martínez Furé, Rogelio. Cuba e Identidad Nacional. Memorias del encuentro
“Cuba: Cultura e identidad Nacional”. La Habana. Ediciones Unión, 1995.
8. Pellegrini, Jorge. En: Maritza García Alonso y Cristina Baeza Martín. Modelo
Teórico para la Identidad Cultural. Centro de Investigación y Desarrollo de la
cultura Cubana “Juan Marinello”. La Habana, 1996.
9. Vitier, Cintio. Latinoamérica: Integración y Utopía. En: Revista Revolución y
Cultura. La Habana, 1995.
10. ----------------. Ese sol del mundo moral. La Habana. Ediciones UNEAC,
1995.
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