El cuerpo como escenario* Por Betania Xamo Los cuerpos dóciles La disciplina, para Michel Foucault es una tecnología del poder que por sus resortes o mecanismos crea cuerpos sometidos y ejercitados; es decir: “cuerpos dóciles”. De este modo, la aplicación de la disciplina tiene un efecto correctivo con un horizonte de utilidad -que no se obtiene a través de la culpa y la expiación- sino por medio del encauzamiento de la conducta. En una palabra, según expresa Foucault: “castigar es ejercitar”1. Los diferentes dispositivos disciplinarios de poder no son represivos en sí mismos, tienen como objetivo común la normalización de los individuos; por esto, Foucault extremando sus argumentaciones concluye que “la disciplina fabrica individuos”.2 En otros términos, el cuerpo dócil es un cuerpo que puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado. La sociedad disciplinaria es quien hace entrar a los cuerpos en pequeñas clases por una inscripción forzada bajo el imperativo de un significante amo. El poder -a través de las disciplinas- ordena las multiplicidades humanas para favorecer el control minucioso de las operaciones del cuerpo, obteniendo como resultado una relación de docilidad-utilidad del mismo. Así, el cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone. La escuela, el hospital, la iglesia, el ejército ofrecen visibles ejemplos de la producción de estos cuerpos. Foucault habla del soldado para ejemplificar como actúa esta microfísica del poder. En la época clásica el soldado se reconocía de lejos por sus signos naturales de valentía y altivez, mostrando una retórica corporal de su honor. Aparecía así, el cuerpo como portador de significaciones que debían ser escuchados y leídos para un fin determinado. A partir del siglo XVIII esta percepción global pierde importancia, a partir de la utilización de la disciplina como mecanismo de poder, donde lo que importa es la organización formal y la respuesta disciplinada de las partes del cuerpo. El mecanismo consiste en tomar las diferentes partes del cuerpo, despojarlas de su significación, formalizar las operaciones que vinculan a todas esas unidades entre si y aplicarlas a gran escala, con un fin intencional. El soldado entonces, se convierte, en algo que se fabrica; y de esta manera, de un cuerpo “inepto” la disciplina ha hecho la máquina que se necesitaba. 1 2 Foucault M. Vigilar y castigar. Ed Siglo XXI. Madrid 1998. Pág. 185 Ídem Pág. 175 Los cuerpos de la ciencia Según Eric Laurent, hoy asistimos a una prolongación de lo que Foucault había percibido, pero bajo otro régimen de funcionamiento: “…los cuerpos son mas librados a ellos mismos, marcándose febrilmente con signos que no llegan a consistir en disciplina. Son abandonados a procedimientos de clasificación anómicos…”3 La caída de los grandes relatos ideológicos posibilita el surgimiento de pensamientos débiles; y así, las palabras no pueden responder a los excesos de los cuerpos. La ciencia parece haberse apoderado de los cuerpos, posibilitando la transformación de los mismos. De la misma forma, el poder técnico se encuentra sujeto a una pasión narcisista, donde el más poderoso será quien pueda utilizar todas las técnicas. Ahora bien, las palabras y los cuerpos se presentan disjuntos, pero se mantienen ensamblados por el narcisismo generalizado imperante, por lo que E. Laurent llama “reglamentación por el espectáculo”. Somos convocados a ese lugar en el que todo puede ser producto de un artificio, donde la fascinación por la imagen posibilita el engaño; es decir: la ciencia hermanada con el mercado produce este espectáculo donde los cuerpos son el personaje principal. Así, el cuerpo es utilizado como escenario y soporte de un goce sin mediación y dominado por un más allá del principio del placer: ya no se trata de sentimientos expresados con palabras, sino del sufrimiento del cuerpo y su irrupción de goce. En conclusión, las palabras y los cuerpos se separan por la disposición actual del Otro de la civilización. El barroco del cuerpo. En el seminario Aún, Lacan describe al barroco del siguiente modo: “es un momento en que el alma, las palabras y los cuerpos se reglamentan por la escopia corporal4. Asimismo, J-A Miller plantea que la estética del barroco -contrariamente al taoísmo, donde prevalece lo soso- es una “búsqueda del efecto”5. El barroco intenta llamar la atención y ubica al ser en lo que aparece; es decir: intenta provocar un interés en el espectador, siendo lo que se presenta un engrandecimiento yoico. En otros términos, el barroco pretende agotar el goce a través de la representación, cuando censa, clasifica o reglamenta. En síntesis, siguiendo los principios de su estética el barroco representa al goce. Inversamente, en la época contemporánea, las imágenes se presentan al espectador (cuerpos -espectros- top models o cuerpos deportivos especializados). 3 Laurent, Eric. Síntoma y nominación. Ed. Colección Diva. Bs. As 2002. Pág. 13 Lacan Jacques. Seminario 20 Aún. Ed. Paidós. Bs. As. 1992. Capitulo IX 5 Miller J-Alain. Cosas de familia en el inconciente. Conferencia de clausura de las I jornadas de psicoanálisis. Valencia. Mayo de 1993. 4 De este modo, las imágenes se exhiben y no representan, por ejemplo, a ningún santo del Catolicismo. No existe un ideal-amo a quien esté dedicado el culto: los ayunos, las flagelaciones y los esfuerzos. Dicho de otra manera, los cuerpos que eran dóciles, ahora están regulados por un mas allá del principio del placer, siendo agentes en la búsqueda de su propia norma. Por último, el barroco quiso reglamentar sus cuerpos por el agotamiento de las representaciones posibles del exceso pulsional. Aquí, es el sujeto es quien intenta abordar este exceso. El cuerpo del arte A partir de la pregunta: ¿la sublimación es todavía un destino posible de la pulsión? Massimo Recalcati afirma que el arte contemporáneo se presta a interrogar las políticas del síntoma, pues existe una extraña convergencia entre las tendencias del arte contemporáneo con la política del monosíntoma contemporáneo. Esta convergencia viene dada por la exclusión de la mediación simbólica y de la imposición -tanto en la obra de arte como del síntoma- de una práctica pulsional funcionando directamente en lo real; es decir: lo que hay de nuevo en el síntoma como en el arte contemporáneo, es su rechazo radical del símbolo. Según Recalcati, la tesis hegeliana de la muerte del arte conoce actualmente un desarrollo imprevisible: Hegel sostenía que el arte estaba destinado a la muerte por un defecto de orden simbólico; sin embargo, hay una especie de verdad segunda que retorna en esa falla. El arte contemporáneo exihibe dos salidas posibles para la muerte del arte: la linea analítica, el conceptualismo, donde el cuerpo se convierte en teoría y se realiza como puro concepto o gesto de la nominación; y la línea expresionista del body art, cuando el cuerpo retorna a través del rechazo, lo feo, la repulsión, lo abyecto o la llaga como agresión a la idea misma de la forma “modernista” de la obra de arte. En otros términos, el conceptualismo intenta simbolizar el cuerpo pero, en vano porque el resto de la operación retorna en el body art que expone el cuerpo sin regulación fálica. En consecuencia, el retorno de lo real del cuerpo termina por producir un colapso de la estructura simbólica de la obra. Y paradójicamente, el conceptualismo termina por encontrar en el realismo psicótico del Body Art, ese mismo real que pretendería vaporizar 6. Entonces, existirian dos destinos posibles en el arte contemporaneo: el Body Art como exhibición del cuerpo y de su abyección que caracteriza -la mutilación y destrucción del real corporal- o inversamente, en una abstracción significante que disuelve el cuerpo en un nominalismo transparente. 6 M. Recalcati Cuatro notas sobre clínica psicoanalítica, ciencia y arte. www.antroposmoderno.com. Anorexia y bulimia En la anorexia el cuerpo se encuentra sujeto a su propia disciplina. Esto, da como resultado un constante estado de vigilancia del propio cuerpo, intentando tener un control absoluto -de su forma, los ciclos vitales (la hora de orinar, de defecar)-. Para lograrlo el cuerpo se fragmenta, por ejemplo (adelgaza por partes, la cola, las piernas, los brazos, los dedos) perdiéndose de vista el resto del cuerpo. La anoréxica crea su propia máquina manejándola a su manera. Sin saber exactamente el fin, no hay finalidad, utilidad, mas que el de controlar el goce desregulado que queda por fuera del Otro. La política del síntoma en la época contemporánea confirma lo que J-A Miller y E. Laurent han formulado del siguiente modo: I < a, la minusvalía del ideal en relación con el ascenso al cénit del objeto a7. En la cínica monosintomática, como en el arte, también lo real retorna. La realización del sujeto en función de los débiles ideales contemporaneos tienden a lanzar, en serie, sujetos productosproducidos por un sistema perverso y mentiroso que ofrece un falso camino a la felicidad. Los sujetos en este camino pierden la referencia intentando una regulación autista; (adolescentes con monstruosa apariencia raquítica , cortes autoprovocados en diferentes partes del cuerpo, rituales canibalísticos en soledad, sexo compulsivo), que empujan a la muerte, a un más allá del principio del placer. Por ejemplo, una paciente anoréxica “recuperada” -luego de un tratamiento cognitvo conductual-, donde se intenta eliminar todo exeso, encuentra en el arte abyecto un modo de representar ese resto de goce irrepresentable, utilizando para esto, sus propios reales (orina, menstruación, materia fecal, sangre producto de pequeños cortes) en la elaboración de su obra de arte. Lo real que antes retornaba en la anorexia, ahora aparece en el arte. Estos síntomas contemporáneos, nos dan pruebas evidentes de esta exibición real del cuerpo, sin mediación simbólica, donde el síntoma como verdad y articulado al Otro, se e cuentra ligado a un S1 aislado y sectario. Actualmente en Internet se conocen Blogs donde chicas y chicos que se definen como “anoréxicos o bulímicos”se conectan con este fín: el de pertenecer a una comunidad donde comparten rasgos comunes, que si bien hacen lazo, éstos son impersonales. Para finalizar, los sujetos no se agrupan por la disciplina, como teconología de poder de la que hablaba Foucault, sino por su modo de gozar. * Trabajo presentado en las 1º jornadas anuales del Instituto Oscar Masotta, realizadas en la Asociación Médica de Bahía Blanca, el día 3 de noviembre del año 2007. 7 J-A Miller, E. Laurent. El Otro que no existe y sus comités de ética. Ed. Paidós. Bs. As. 2006 Cáp. 18