“NO HAY HISTORIA SIN PERSONAJE”

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“NO HAY HISTORIA SIN PERSONAJE”
Toda estructura narrativa, no parte necesariamente de un personaje pero debe
llegar a él, es en fin quién va a encarnar la historia, como lo estudió Aristóteles,
ya sea el personaje quien realice las acciones o se desprenda de ellas, como
“resultado de una acción”. Sea de una u otra forma, el personaje está presente
en todas las fábulas que crea el hombre, generalmente asumen características
humanas, ya que el hombre y su forma de actuar son los modelos a partir de
los cuales, el escritor hace la mimesis. Un personaje puede asumir un papel
realista, fiel al hombre mismo y sus dualidades, pero también es posible que
tenga maneras de actuar y ser acordes con un contexto irreal o imaginario. En
cualquier caso, el personaje debe tener una construcción que sea verosímil,
que su ser se comporte por unos principios bien definidos, reales dentro de su
contexto.
Construcción Del Personaje
La construcción del personaje puede ser realizada desde innumerables puntos
de vista, algunos teóricos hacen énfasis en la acción, ya que en ésta se refleja
toda la psicología y pasado de un personaje, es la acción la que conduce la
historia y nos enseña las motivaciones que la conducen. Otras teorías, parten
de la exploración del personaje desde sus cimientos, sus condiciones físicas,
sicológicas y sociales, ya que éstas determinan la respuesta del personaje
frente a las situaciones que vive, los conflictos y su resolución. En resumen el
personaje siempre va a tener un motivo y un objetivo a lograr, estos son
establecidos por un pasado, sentimientos, valores, costumbres, del personaje
dentro de su historia, los cuales debe tener presente el realizador con el fin de
dar verosimilitud a sus actos.
En el modelo básico de la narrativa, el protagonista vive de un determinado
modo, ocurre un suceso que lo modifica y éste comienza una lucha por un
determinado objetivo. Las motivaciones del personaje lo llevan por caminos
inesperados, enfrentándolo a situaciones diversas, a las cuales debe
reaccionar, en este transcurso, el sujeto puede pasar de un estado “natural” a
otro totalmente opuesto, esta transición debe tener la suficiente fuerza para
parecer real y estar justificado. El quiebre de las motivaciones del personaje lo
llevan a crisis que determinan actitudes explosivas, dramáticas. En la mayoría
de los casos, el antagonista, no modifica su forma de actuar.
Personaje – Objeto
Un personaje se debate en el mundo que le creamos, le imponemos un objetivo
y un obstáculo, de allí parte la serie de circunstancias y casualidades que han
de ocurrir. El personaje está movido por un deseo, una necesidad, a lo cual
llaman los teóricos una carencia.
Vladimir Propp, señala que el personaje en su pasado tiene una carencia, una
necesidad que viene desde siempre, pero al momento específico de la
narración, éste descubre la necesidad o vacío que tiene, y se lanza en
búsqueda de “llenar” tal carencia.
Nuestra primera carencia es ser un deseo de otros, alguien deseó que
existiéramos y por ello desde nuestra conformación como personas tenemos
una búsqueda pendiente, la búsqueda del yo. “el yo se forja como una
envoltura psíquica ortopédica desde la trama intersubjetiva y en función del
desamparo infantil” (Jacques Lacan).
Podemos pues pensar en una construcción que parta de las carencias de un
personaje, más que de las virtudes y valores del mismo, teniendo claro que
ambos son necesarios e importantes, hace parte integral de un personaje su
carencia como sus cualidades. Es necesario formular las faltas y el objeto de
valor principal del personaje, esto nos lleva a ahondar en el pasado histórico,
en los motores internos del sujeto, y según éstos, en la lejanía o acercamiento
que el protagonista tenga de sus anhelos, lo cual es la acción dramática.
Para la creación de un estilo para el personaje, podemos pensar la historia en
términos globales así: historias culturales (un personaje actúa según el
movimiento social que vive), sub-culturales (el sujeto está determinado por un
grupo reducido en el cual interactúa), familiares (el apellido o procedencia del
personaje, lo lleva a defender unos intereses) o individual (si las motivaciones
del individuo son de tipo personal, es movido por su pregunta ante la
existencia).
Poética de Aristóteles
Una tragedia debe producir temor y piedad en el espectador, desde la
construcción de la trama, desde las causas que mueven al personaje, no debe
por tanto confundirse lo monstruoso con aquello que produce temor. El temor y
la compasión unen al espectador con la obra y con los personajes, lo llevan a
sentir emociones frente a la historia.
Las historias que producen temor más compasión son aquellas donde los
personajes están unidos por ciertos lazos (amistad, familiaridad), no es extraño
el ataque entre dos enemigos, por el contrario, el sufrimiento entre hermanos
resulta muy doloroso. Veamos pues tres casos expuestos por Aristóteles: el
personaje obra conciente de sus horribles actos (si el sujeto desiste del acto, la
historia carece de dramatismo), el personaje obra de una forma terrible y se da
cuenta luego de su cercanía con el sujeto afectado, finalmente, el personaje
está a punto de cometer un acto fatal desconociendo el vínculo con el
antagonista pero en el último momento se entera de ello y puede desistir.
Según la lectura, un buen personaje atiende a una serie de elementos, a saber:
en primer lugar, que los fines que persigue el protagonista sean buenos, así él
también lo será; segundo el personaje debe estar regido según unas
características propias de su personalidad; tercero los actos deben ser
parecidos a la realidad para ser verosímiles (entendemos la realidad como la
propia de la historia, la que ha construido el autor), por último, que el
protagonista debe actuar con uniformidad según su modo de ser y así
reaccionar de una u otra forma ante las circunstancias. Lo que ocurra en la
fábula debe ser necesario o probable según los motores internos de la obra, lo
que haga un personaje nos debe hacer sentir que era necesario.
Habíamos estudiado, que el reconocimiento es pasar de la ignorancia al
conocimiento de una verdad importante dentro de la obra. La poética distingue
formas de reconocimiento, algunas mejores que otras.
La presencia de signos o símbolos, es la menos original (marcas en la piel,
presencia de objetos de valor histórico), otra forma de reconocimiento es la
memoria, recordar momentos o imágenes pasadas que develen secretos; de
igual modo, un razonamiento conciente del protagonista puede llevarlo a
deducir una realidad; finalmente, la mejor forma de conocer es llegar a la
verdad sin buscarla o proponerlo, cuando las situaciones normales conducen la
historia.
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