Citar Lexis Nº 0003/800092 LexisNexis Jurisprudencia Argentina Algunos aspectos problemáticos de la obligación alimentaria (Con particular referencia a la provincia de Buenos Aires) Louge Emiliozzi, Esteban Investigaciones LNBA 2005-5-557 SUMARIO: I. Introducción.II. La etapa previa a un eventual reclamo judicial: a) Cumplimiento espontáneo; b) Convenios de alimentos: 1. Posibilidad y conveniencia de celebrar estos convenios; 2. Validez y obligatoriedad; 3. Naturaleza jurídica; 4. Forma y prueba; 5. Interpretación; 6. Modo de cumplimiento; 7. Exigibilidad de las cuotas devengadas y no abonadas; 8. Trámite de ejecución; 9. Caducidad y prescripción de las cuotas fijadas en convenios; c) Incumplimiento: quid de la exigibilidad de las cuotas anteriores a la presentación de la demanda: 1. Planteo de la problemática; 2. Normas involucradas; 3. El tratamiento de la cuestión en la doctrina y los proyectos de reforma; 4. El tratamiento de la cuestión en los precedentes jurisprudenciales.III. Los alimentos provisorios: a) Concepto; b) Naturaleza jurídica; c) Requisitos de procedencia y criterios de apreciación; d) Trámite; e) Momento desde el que corren; f) Modo de cumplimiento; g) Recurribilidad.IV. Los alimentos atrasados: a) Concepto; b) Quid de la necesidad de pedido expreso; c) Quid de la omisión en la sentencia; d) Monto de los alimentos atrasados; e) Modo en que deben cumplirse (ante un eventual cumplimiento espontáneo); f) La cuota suplementaria; g) Legitimación para el reclamo de los alimentos atrasados; h) Caducidad y prescripción de los alimentos atrasados.V. El cumplimiento -voluntario o forzoso- de la cuota alimentaria fijada por sentencia o convenio homologado: a) El efectivo cumplimiento de la sentencia como condición de un proceso eficaz; b) El cumplimiento voluntario; c) El cumplimiento forzoso: 1. Trámite; 2. Naturaleza jurídica; 3. Improcedencia de fijar una cuota suplementaria; 4. Defensas oponibles (generalidades); 5. Especial mención a algunas de las defensas oponibles I. INTRODUCCIÓN El régimen jurídico de los alimentos se caracteriza por su alto grado de especificidad, ya que se trata de una materia que se encuentra regulada por normas internacionales, constitucionales, civiles, procesales, administrativas y penales (1) . Por lo demás, también se destaca como dato saliente la marcada convergencia que se verifica en esta materia entre el Derecho de fondo y el Derecho de forma, al punto de que puede observarse que el Código Civil contiene algunas normas de índole procesal, mientras que los Códigos Procesales, a la inversa, contienen algunas normas que serían más propias de un Código de fondo (2) . Estas particularidades dan lugar en la práctica a numerosos problemas, tales como dificultades a la hora de interpretar esas normas específicas, o de encontrar soluciones concretas y eficaces frente a la especial y acuciante problemática de los reclamos alimentarios. En el presente trabajo se intentará pasar revista a algunos de esos problemas, para lo cual recurriremos mayormente a referencias doctrinarias y jurisprudenciales, sin perjuicio de aportar nuestra opinión cuando lo creamos necesario, sea para disentir -siempre respetuosamente- con algún criterio o para avalar las soluciones que otros han dado. En cuanto a la organización metodológica del presente trabajo, hemos creído conveniente analizar la cuestión desde su perspectiva temporal. Ello obedece a que la obligación de alimentos pertenece al género de las obligaciones periódicas, es decir, aquellas que si bien reconocen una causa única van fluyendo y renovándose a través del tiempo. Si se tiene en cuenta que el proceso también importa un transcurrir en el tiempo, se advierte la utilidad que puede revestir el análisis de estas cuestiones desde su perspectiva temporal, pues el transcurrir de la obligación alimentaria, sumado al transcurrir del proceso, da lugar a un sinnúmero de situaciones que merecen ser analizadas. Sentado entonces que organizaremos el trabajo desde la perspectiva temporal, hemos creído conveniente distinguir cuatro situaciones distintas, aunque -cabe aclararlo- no consisten necesariamente en etapas que se sucedan unas después de otras. Comenzaremos el estudio por la etapa previa a un eventual reclamo judicial. Destacamos su carácter "eventual" porque en esa instancia es imposible saber si en algún momento se va a iniciar un proceso judicial. Con relación a este momento inicial analizaremos la cuestión desde tres perspectivas distintas, pues nos referiremos al cumplimiento espontáneo de la obligación alimentaria, a los convenios de alimentos celebrados extrajudicialmente y, por último, nos preguntaremos si los incumplimientos verificados en esas épocas anteriores a la promoción del juicio podrán ser objeto del reclamo judicial que en el futuro pudiera incoarse. Luego, situados ya ante la hipótesis de la iniciación de un proceso judicial, trataremos dos cuestiones que se superponen desde la faz temporal, como son los alimentos provisorios y los alimentos atrasados. Afirmamos que ambos "se superponen" desde la faz temporal, pues, como luego veremos, los alimentos provisorios pueden ser reclamados desde el inicio mismo del proceso, y los alimentos atrasados son los que se van acumulando a partir de ese momento inicial del proceso. Sin embargo, más allá de esa coincidencia temporal, los fundamentos y el funcionamiento de ambos institutos son totalmente distintos, lo que amerita su tratamiento por separado, tal como lo hacen la doctrina, la jurisprudencia y la legislación misma. Por último, cabe hacer dos advertencias a modo de conclusiones anticipadas. Por un lado, advertirá el lector que pese a que los alimentos pertenecen al género de las obligaciones periódicas -como antes dijimos- no les resultan aplicables algunas cuestiones atinentes al régimen de éstas, lo cual es consecuencia de la especificidad antes apuntada. Creemos que reviste fundamental importancia detectar y destacar esos aspectos en los cuales la obligación alimentaria se aparta del régimen general de las obligaciones periódicas, ya que de lo contrario se pueden cometer errores. Por otro lado, también podrá advertirse que algunas cuestiones van reiterándose a través de los distintos "estadios", mas ello da lugar a dos situaciones distintas. En algunos casos como podría ser, por ejemplo, lo atinente a la prescripción y caducidad de los alimentos- las soluciones brindadas en un estadio son perfectamente aplicables en los restantes, pero en otros las soluciones van variando sustancialmente a medida que se avanza en el camino temporal propuesto. Vaya como ejemplo de esto último el modo de cumplimiento de la obligación alimentaria, que en ciertos casos constituye una obligación alternativa para el alimentante -quien puede cumplirla en dinero o en especie-, mientras que en otros no cuenta con tal discrecionalidad. II. LA ETAPA PREVIA A UN EVENTUAL RECLAMO JUDICIAL a) Cumplimiento espontáneo Como bien señala Zannoni, la asistencia en las relaciones de familia -tanto la que es recíproca entre los cónyuges (art. 198 CCiv.) cuanto la que pesa sobre los padres en ejercicio de la patria potestad (art. 265 y concs. CCiv.), como así también la que obliga entre parientes (art. 367 y ss. CCiv.)- se cumple habitualmente con la espontaneidad que es inherente al desarrollo de tales relaciones (3) . En sentido concordante, señalaba en un dictamen el por entonces procurador de la Suprema Corte de nuestra provincia Dr. De Lázzari que el Código Civil ha instituido la obligación alimentaria desde el momento mismo de la concepción "para que en el desenvolvimiento normal de la vida de relación todos y cada uno sepan a qué atenerse, permitiendo el funcionamiento espontáneo del Derecho, sin necesidad de intervención jurisdiccional" (4) (la cursiva nos pertenece). Este cumplimiento espontáneo de la obligación alimentaria puede hacerse efectivo en dinero o en especie, o combinando ambas modalidades, ya que el contenido de la obligación alimentaria implica una obligación alternativa que el deudor puede satisfacer de uno u otro modo (5) . El cumplimiento en especie es muy frecuente cuando el alimentante y el alimentado conviven. Por el contrario, suele recurrirse al cumplimiento en dinero cuando no media esa circunstancia, ya que en estos casos se dificulta materialmente el cumplimiento en especie. Así, por ejemplo, es frecuente que quienes asisten mediante una cuota alimentaria a sus padres ya mayores les entreguen periódicamente una suma de dinero, o que los padres cuyos hijos estudian en otra ciudad les envíen ciertas sumas para su subsistencia. Ahora bien, más allá del modo en el que se cumpla la prestación mientras ésta se satisface espontáneamente, lo cierto es que cuando no existen conflictos en las relaciones familiares el alimentante no suele muñirse de las constancias de su cumplimiento. Volviendo a los ejemplos ya dados, sería impensable que quien ayuda económicamente a sus padres mayores o cumple su obligación alimentaria espontánea y regularmente respecto de sus hijos menores les exija un recibo que dé cuenta del pago por cada entrega de dinero o por cada acto de cumplimiento en especie. En algunos supuestos tal cumplimiento quedará documentado, aun cuando el alimentante no se lo hubiere propuesto. Así, por ejemplo, quedarán documentados los pagos de la obra social o medicina prepaga, de un instituto de enseñanza privada, o las entregas de dinero efectuadas mediante depósitos bancarios u otros medios semejantes. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos esos cumplimientos en dinero o en especie quedarán sin documentar, lo cual -como luego veremos- resulta un factor a tener en cuenta a la hora de analizar si es posible reclamar alimentos por épocas anteriores a la iniciación de la demanda, al menos en el estrecho marco de conocimiento del proceso de alimentos. b) Convenios de alimentos 1. Posibilidad y conveniencia de celebrar estos convenios Cuando las relaciones familiares dejan de ser armónicas suelen generarse conflictos en torno a la asistencia alimentaria. De todos modos, ha de aclararse que esto no es necesariamente así, ya que en algunos casos se generan graves conflictos en el seno de la familia -que conducen, por ejemplo, a la separación de los cónyuges-, pero, sin embargo, los esposos siguen cumpliendo espontáneamente con la asistencia alimentaria entre ellos o respecto de sus hijos, no suscitándose disputas sobre su monto o su modo de cumplimiento. No obstante, cuando los conflictos familiares también afectan al deber de asistencia alimentaria caben sólo dos alternativas posibles: arribar a un acuerdo o requerir la intervención jurisdiccional tendiente a obtener una sentencia de condena contra el alimentante (6) . De acudirse a la primera alternativa estaremos en presencia de un acuerdo o convenio al que se arriba sin existir juicio de alimentos ni de ninguna otra índole en trámite. Hacemos esta aclaración pues también es posible -y habitual en la práctica- que se alcancen acuerdos de alimentos después de iniciado su reclamo judicial por la vía del proceso de alimentos, al punto de que el mismo Código Procesal Civil y Comercial de nuestra provincia -en adelante, el CPCC. [ALJA 1968-B-1446]- prevé la realización de una audiencia preliminar en la cual el juez debe procurar que las partes pongan fin al pleito por esa vía y la regula con especial cuidado (arts. 636 Ver Texto a 639 Ver Texto CPCC.). Y tampoco ha de olvidarse que los acuerdos de alimentos también suelen ser celebrados fuera del marco de un proceso de alimentos en sentido estricto, como, por ejemplo, en un juicio de divorcio por presentación conjunta, en cuyo caso la demanda puede contener acuerdos sobre el régimen de alimentos para los cónyuges e hijos menores o incapaces (art. 236 CCiv.). Bossert ha resaltado la conveniencia de recurrir a la celebración de estos acuerdos, señalando que "representan un medio más útil de solución del conflicto que el juicio de alimentos, no sólo porque evitan el dispendio jurisdiccional y los gastos que siempre implica un juicio, sino también porque, en la medida en que se trata de una solución libremente acordada, el cumplimiento de la cuota se desarrolla a través del tiempo con menos incidencias que las que suelen suscitarse cuando la cuota ha sido establecida por sentencia, tras un litigio, con el enfrentamiento que implica" (7) . 2. Validez y obligatoriedad Un importante aspecto a considerar es el relativo a la validez de estos convenios, punto sobre el cual podrían presentarse algunas dudas debido a que el art. 374 CCiv. prohíbe transar sobre "la obligación de prestar alimentos". Sin embargo, como bien aclara Bossert, tal prohibición está referida al derecho mismo a los alimentos, mas no comprende los aspectos concretos del cumplimiento de la obligación, como son el monto de la cuota o las modalidades de su pago, aspectos éstos que sí pueden ser objeto de convenio de partes, destinado a establecer las modalidades de la obligación con el mismo alcance que el de una sentencia judicial (8) . Estrechamente ligada a la validez de estos acuerdos se presenta la cuestión relativa a su obligatoriedad. Estos convenios son obligatorios para las partes, quienes deben cumplirlos desde el momento mismo de su celebración. Sin embargo, no son ejecutables si no se los homologa judicialmente (art. 498 Ver Texto inc. 1 CPCC.), por lo que el incumplimiento del acuerdo extrajudicial al que arribaron las partes coloca al alimentado ante la necesidad de pedir la homologación judicial para poder luego ejecutar dicho convenio (9) . Aclara Bossert que el pedido de homologación celebrado sin que haya juicio en trámite no consistirá en un modo anormal de terminación del proceso -como son la transacción y la conciliación-, sino en un supuesto de jurisdicción voluntaria, como se señaló en un fallo plenario de la Cámara de Bahía Blanca (10) . Y, con relación a ello, Zannoni disiente con la concepción que exige la preexistencia de un conflicto previo que justifique la homologación (11) . La jurisprudencia, tanto provincial como nacional, ha reconocido la validez y obligatoriedad de los convenios de alimentos en la medida en que no vulneren el orden público (12) ni versen sobre alimentos futuros (13) . Se ha señalado, en tal sentido, que tales convenios deben ser respetados pues reflejan lo que las partes estimaron como razonable en un momento determinado (14) , y que la pretensión de las partes de sustraerse de los mismos importaría contradecir sus propios actos, cuyo respeto se deriva necesaria e inmediatamente del principio de buena fe (15) . 3. Naturaleza jurídica Los convenios sobre alimentos no tienen una fuerza jurígena autónoma. Son sólo un modo de precisar el monto y las modalidades de la prestación alimentaria, mas no la causa misma de esa obligación, la cual está dada por el deber de asistencia propio de las relaciones de familia, tutelado por la ley. Se ha dicho, en este sentido, que "no obstante la prestación alimentaria tiene entidad económica, el derecho y la obligación alimentaria correlativas no tienen un objeto o finalidad de esa índole, es decir, no se pretende la satisfacción de un interés de naturaleza patrimonial, sino que, fundado el vínculo obligacional en la relación de familia (art. 499 CCiv.), su finalidad es permitir al alimentista, cónyuge o pariente, satisfacer sus necesidades materiales o espirituales, con la extensión que corresponda según el supuesto. Es por ello que, concretamente, en estos casos cabe afirmar que la obligación alimentaria tiene carácter asistencial" (16) . De lo dicho se sigue que los convenios sobre alimentos no tienen carácter contractual, sino que son sólo un medio para precisar el modo de cumplimiento de un deber legal preexistente, tal como lo ha puesto de resalto la jurisprudencia provincial en reiteradas ocasiones (17) . 4. Forma y prueba Estrechamente vinculada a la cuestión anterior se presenta la relativa a la forma y prueba de los convenios de alimentos alcanzados extrajudicialmente y sin existir un litigio en trámite. Como recién dijimos, los convenios de alimentos no son contratos. En consecuencia, a falta de disposiciones específicas, les resulta aplicable el principio de libertad de formas (art. 974 CCiv.), y no se ven alcanzados por las restricciones probatorias establecidas en los arts. 1191 , 1193 y concs. CCiv. Como consecuencia de lo antes dicho se desprende que los convenios de alimentos a los que nos estamos refiriendo pueden ser celebrados bajo cualquier forma, e inclusive de manera verbal. Sin embargo, no obstante la validez y obligatoriedad de los convenios alcanzados de tal modo, pueden presentarse serias dificultades a la hora de probar su existencia. Esta cuestión no es menor, ya que, como antes vimos, una vez celebrado el convenio éste pasa a ser obligatorio para las partes, quienes deben atenerse al cumplimiento del mismo, y en caso de incumplimiento sólo cabe la posibilidad de acudir a la vía judicial para ejecutar el convenio ya celebrado. Por lo tanto, la parte que quiera sostener la existencia del acuerdo -sea la alimentante o la alimentada- se verá en serias dificultades probatorias si la existencia misma de ese acuerdo es controvertida por la contraria. En algunos precedentes de nuestra provincia se ha abordado esta cuestión. En uno de ellos se decidió que pese a que el alimentante asistía a la parte accionante en forma unilateral y voluntaria mediante la entrega de una suma de dinero, tal circunstancia no puede llevar a sostener la existencia de un acuerdo extrajudicial sobre el punto. Por ello se concluyó que el reclamo judicial de la alimentante no consistía en un pedido de aumento de la cuota alimentaria ya pactada, sino en la fijación de una nueva de acuerdo con las necesidades e ingresos acreditados en la causa (18) . Y, en sentido concordante, en el restante precedente se resolvió que la manifestación del demandado en una audiencia en el sentido de que "colaboraría con artículos escolares, ropa y otros enseres para el sostén de los niños" no implicaba la existencia de un convenio de alimentos, puesto que éstos deben reunir requisitos mínimos de tiempo y modo que permitan inferir sin margen de duda que las partes quisieron pactar una cuota alimentaria de conformidad con el art. 267 CCiv. (19) . Coincidimos totalmente con la doctrina sentada en los dos precedentes antes aludidos, pues si bien admitimos -como ya lo hemos dicho- que los convenios extrajudiciales de alimentos pueden celebrarse bajo cualquier forma, cuando su existencia misma es controvertida debe evaluarse la cuestión con criterio restrictivo, y en caso de duda concluir que el convenio no se ha perfeccionado. Cabe agregar, para reafirmar estos conceptos, que ni aun en aquellos casos en que pudiera probarse que el alimentante ha hecho pagos regulares y periódicos -sea en dinero o en especie- esa circunstancia bastaría, sin más, para tener por acreditada la existencia del acuerdo. Sostenemos ello pues bien podría ocurrir que esos pagos no se correspondan, por exceso o por defecto, con lo que las partes habrían aceptado a la hora de celebrar un acuerdo que los obligue hacia el futuro. Piénsese, por ejemplo, en un alimentante que haya atravesado por un ciclo de buenos ingresos económicos, o dispusiera de ahorros de los que no dispone habitualmente, o cualquier otra circunstancia semejante que le hubiera permitido efectuar pagos que están por encima de sus posibilidades habituales. Y como contrapartida, la alimentada podría verse obligada por su situación de necesidad a recibir pagos inferiores a los que corresponderían por el vínculo y las circunstancias del caso. Estos sencillos ejemplos demuestran lo ya anticipado, en el sentido de que los pagos efectuados no reflejan necesariamente la existencia de un convenio de alimentos. Sólo cabe agregar que lo dicho en el párrafo que antecede no implica desconocer la enorme importancia que tiene la conducta de las partes a la hora de interpretar los actos jurídicos (art. 218 inc. 4 CCom. y doctrina y jurisprudencia elaboradas en torno al mismo), al punto de que, como se verá a continuación, también se ha recurrido a esta valiosa regla de interpretación para desentrañar la voluntad de las partes en materia de convenios de alimentos. Sin embargo, ha de recordarse lo antes dicho en el sentido de que la fuente de la obligación alimentaria no es el convenio sino la ley, por lo que el hecho de que el alimentante haya realizado pagos no implica necesariamente que éstos hayan sido precisados en un convenio. De lo contrario el alimentante podría efectuar depósitos irrisorios y configurar unilateralmente su deber alimentario, lo cual, de más está decirlo, configuraría un proceder que no merece la tutela del Derecho. 5. Interpretación Como todo acto jurídico, los convenios de alimentos pueden dar lugar a problemas de interpretación, los cuales se suscitan ante cláusulas dudosas, oscuras o ambiguas. En tales casos debe desentrañarse la intención de las partes, y para ello la doctrina y la jurisprudencia han sugerido recurrir, mediante aplicación analógica, a la valiosa pauta hermenéutica contenida para los contratos en el art. 1198 CCiv., por lo que se afirma que los convenios de alimentos deben interpretarse de acuerdo con lo que verosímilmente entendieron o pudieron entender las partes obrando con cuidado y previsión (20) . En otro orden, también se ha recurrido al principio favor debilis, señalándose que la parte más débil es quien necesita alimentos, por lo que en caso de dudas convendrá adoptar la interpretación que resulte más favorable a la satisfacción de sus necesidades (21) . Y, en el mismo orden de ideas, se ha agregado que siendo el alimentado un menor, debe ponderarse su interés superior conforme al art. 3 Convención sobre los Derechos del Niño (LA 1994B-1689) (22) . También se ha dicho -como anticipamos en el punto anterior- que a la hora de interpretar los convenios de alimentos debe ponderarse la conducta posterior de los contrayentes, pues resulta la mejor explicación de la intención de las partes a la hora de celebrar el acuerdo, conforme lo dispone el art. 218 inc. 4 CCom., norma ésta que también se considera aplicable a los convenios que estamos considerando por vía analógica (23) . Adherimos totalmente a esta afirmación, con la salvedad que hiciéramos más arriba con relación a aquellos supuestos en los cuales está controvertida la existencia misma del convenio de alimentos. 6. Modo de cumplimiento Al referimos al cumplimiento espontáneo de la obligación alimentaria señalábamos que se trata de una obligación alternativa para el deudor, quien puede cumplir en dinero o en especie. Sin embargo, una vez que se celebra un convenio esta situación cambia sustancialmente, lo cual no es sino una consecuencia del carácter obligatorio de los convenios de alimentos, el que se vería menoscabado si las partes pudieran alterar el modo de cumplimiento, y atentaría contra la previsibilidad que han perseguido al celebrar el mismo. En consecuencia, una vez alcanzado el acuerdo el alimentante deberá cumplir la prestación alimentaria en los términos en que fue convenida, estándole vedado modificar unilateralmente el modo de cumplimiento de la misma (24) . Si pese a esta prohibición el alimentante hiciera pagos en especie o a terceros, o modificara de cualquier otra manera el cumplimiento de la obligación alimentaria, los mismos suelen ser considerados como aunque -cabe aclararlo- también se ha considerado que existen excepciones a esta regla general. Volveremos sobre esta cuestión al tratar cumplimiento de la obligación alimentaria fijada por sentencia, pues la problemática es la misma (infra, e.3.v). 7. Exigibilidad de las cuotas devengadas y no abonadas Como dijimos más arriba, los convenios sobre alimentos son obligatorios, aunque para ser ejecutados judicialmente requieren su previa homologación. Lo que ahora nos preguntamos es si pueden ser ejecutadas las cuotas alimentarias pactadas y no abonadas que se han devengado desde la celebración del acuerdo y hasta que se presenta el pedido de homologación. Este interrogante surge pues, como luego veremos, el principio general que rige la materia -edificado a partir del art. 641 Ver Texto CPCC.- es que no pueden reclamarse cuotas alimentarias anteriores a la fecha de iniciación de la demanda. Por lo tanto, por aplicación de dicho principio podría pensarse que tampoco pueden reclamarse cuotas alimentarias anteriores a la fecha del pedido de homologación del convenio. La doctrina y la jurisprudencia han abordado esta cuestión, permitiendo la ejecución de las cuotas devengadas antes del pedido de homologación (25) . En el primero de los precedentes citados también se precisó que en estos casos la mora opera de pleno derecho por el solo transcurso de los plazos (art. 509 párr. 1º CCiv.), y se dejó a salvo la posibilidad que asiste al alimentante de oponer la prescripción (arts. 3962 y 4027 inc. 1 CCiv.). Creemos que es la buena solución, ya que acentúa el carácter obligatorio de los convenios privados de alimentos y desalienta conductas contrarias al deber de buena fe. Por lo demás, la celebración misma del convenio denota que las partes reconocen la necesidad del alimentado, por lo cual queda superado ese argumento relativo a la presunta falta de necesidad que -como luego veremos- suele ser invocado junto con el art. 641 Ver Texto CPCC. para impedir reclamar alimentos anteriores a la demanda. Por último, cabe señalar que cuando se reclama el cobro de las cuotas devengadas y no abonadas con anterioridad al pedido de homologación del convenio debe indicarse con toda claridad cuáles son las cuotas impagas, e inclusive precisar el monto total del reclamo (art. 330 Ver Texto CPCC.), sin perjuicio de la liquidación de los intereses, que suele diferirse para un momento ulterior. Este recaudo formal es de suma importancia, pues nada habilita a pensar que el alimentante ha incurrido en incumplimiento desde la celebración misma del convenio. 8. Trámite de ejecución Más arriba señalábamos que los convenios de alimentos son obligatorios, pero agregábamos que para su ejecución judicial se requiere su previa homologación en los términos del art. 498 Ver Texto inc. 1 CPCC. Sentado ello, y para despejar todo equívoco, es necesario aclarar que la ejecución del convenio homologado no tramitará por la vía común para las ejecuciones de sentencias (art. 497 Ver Texto y ss. CPCC.), sino que se les aplica el trámite específico para la ejecución de sentencias de alimentos, regulado en el art. 645 Ver Texto CPCC. (26) . Más adelante nos referiremos específicamente a ese trámite, y allí remitimos (infra, e.3). 9. Caducidad y prescripción de las cuotas fijadas en convenios Como veremos más adelante (infra, d.8), en la provincia de Buenos Aires no se admite la caducidad de los alimentos atrasados, por lo que ha de concluirse que tampoco podrían caducar las cuotas pactadas en convenios. Cosa distinta ocurre con la prescripción, ya que, como antes dijimos (supra, b.2.vii), el alimentante a quien se le reclama el cobro de cuotas no abonadas puede oponer esta defensa. En tal caso el plazo de prescripción será de cinco años (art. 4027 CCiv.). Por último, es importante aclarar que estas consideraciones son aplicables tanto a las cuotas devengadas desde la firma misma del convenio como, asimismo, a las posteriores a su eventual homologación. c) Incumplimiento: quid de la exigibilidad de las cuotas anteriores a la presentación de la demanda 1. Planteo de la problemática Como señalábamos en la introducción al presente trabajo, la obligación de prestar alimentos pertenece al género de las obligaciones periódicas, que son aquellas que reconocen una causa única pero van renovándose o fluyendo a través del tiempo. Las obligaciones periódicas presentan características y problemáticas propias, las cuales se acentúan y exigen soluciones específicas cuando frente al incumplimiento del deudor debe instarse su reclamo por vía judicial. La particularidad que se presenta en estos casos es que si bien el reclamo judicial versará inicialmente sobre obligaciones vencidas, es probable que una vez iniciado el pleito se registre el incumplimiento de nuevos períodos. Esto provoca que el quantum del reclamo no se encuentre totalmente "cristalizado" al momento de la promoción del juicio, sino que es susceptible de ir acrecentándose por el transcurso del tiempo debido al vencimiento de nuevas obligaciones. Si nos situamos mentalmente al momento de la iniciación del juicio en el que se reclama el pago de obligaciones periódicas, se generarán necesariamente tres situaciones distintas, a saber: a) algunas de ellas ya habrán vencido al momento de iniciarse el juicio, y es precisamente su incumplimiento el que motiva al acreedor a promover su reclamo judicial; b) otras se devengarán y vencerán mientras se sustancie el proceso; y, por último, c) otras se devengarán con posterioridad al dictado de la sentencia. Frente a esta especial problemática significaría un gran dispendio que el reclamo sólo pudiera versar sobre obligaciones vencidas al momento en que se inicia el juicio, pues en tal caso el acreedor estaría obligado a promover sucesivos procesos autónomos a medida que las nuevas obligaciones fueran devengándose y venciendo sin que el deudor las cumpliera espontáneamente. Es por ello que el Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de Buenos Aires dota al acreedor de ciertos mecanismos especiales para reclamar el pago de obligaciones de esta naturaleza, permitiéndole iniciar el proceso por las obligaciones ya vencidas, pero luego ampliar el objeto de la litis respecto de las obligaciones que vencen antes y después del dictado de la sentencia (arts. 538 Ver Texto y 539 Ver Texto CPCC., respectivamente). Todo lo dicho hasta aquí es aplicable a las obligaciones periódicas en general, y un simple silogismo llevaría a pensar que también resulta aplicable a las obligaciones alimentarias, por pertenecer éstas a aquel género. Sin embargo, ya hemos alertado sobre la especificidad propia del régimen jurídico de los alimentos, la cual conduce a que muchas soluciones aplicables a otras obligaciones semejantes no se apliquen en esta materia. Esta especificidad se hace presente con particular intensidad en el tema que ahora estamos analizando, es decir, en la cuestión relativa a la posibilidad de reclamar alimentos por épocas anteriores a la presentación de la demanda por la que se insta su reclamo. Si aplicáramos los principios generales antes vistos, ninguna duda cabe de que el incumplimiento del alimentante habilitaría a reclamar por los períodos impagos. Sin embargo, tratándose de la obligación alimentaria esos principios entran en crisis, al punto de que -como se verá a continuación- el principio general que gobierna la materia es exactamente el opuesto, al menos en el estado actual de la legislación y la jurisprudencia. Con todo, hay que aclarar que esta última -sobre todo, la Corte Suprema- ha dejado alguna puerta abierta, por lo cual bajo ciertas condiciones tal vez ser podría arribar a la solución contraria. 2. Normas involucradas Antes de seguir avanzando en la cuestión resulta aconsejable mencionar y transcribir las normas específicas que suelen aplicarse por la doctrina y la jurisprudencia cuando se trata este tema. Por ahora nos limitaremos a la mera mención y transcripción de las normas, sin emitir por el momento juicio alguno sobre la interpretación y aplicación que se ha hecho de las mismas. Las normas involucradas son las siguientes: - Art. 641 Ver Texto CPCC. Bs. As.: "Art. 641. Sentencia. Cuando en la oportunidad prevista en el art. 636 no se hubiere llegado a un acuerdo, el juez, sin necesidad de petición de parte, deberá dictar sentencia dentro de cinco días, contados desde que se hubiese producido la prueba ofrecida por la parte actora. "Admitida la pretensión, el juez fijará la suma que considere equitativa y la mandará abonar por meses anticipados, desde la fecha de interposición de la demanda". - Art. 642 Ver Texto CPCC. Bs. As.: "Art. 642. Alimentos atrasados. Respecto de los alimentos que se devengaren durante la tramitación del juicio, el juez fijará una cuota suplementaria, de acuerdo con las disposiciones sobre inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y pensiones, la que se abonará en forma independiente". - Art. 370 CCiv.: "Art. 370. El pariente que pida alimentos debe probar que le faltan los medios para alimentarse, y que no le es posible adquirirlos con su trabajo, sea cual fuese la causa que lo hubiere reducido a tal estado". - Art. 375 CCiv.: "Art. 375. El procedimiento en la acción de alimentos será sumario, y no se acumulará a otra acción que deba tener un procedimiento ordinario; y desde el principio de la causa o en el curso de ella el juez, según el mérito que arrojaren los hechos, podrá decretar la prestación de alimentos provisorios para el actor, y también las expensas del pleito, si se justificare absoluta falta de medios para seguirlo". 3. El tratamiento de la cuestión en la doctrina y los proyectos de reforma Señala María J. Méndez Costa que el Código Civil no establece desde cuándo produce efectos la sentencia sobre alimentos; y agrega que el espectro de soluciones que se han propuesto es muy variado, yendo desde la fecha de presentación de la demanda hasta la fecha de la sentencia, y pasando por el de la notificación de aquélla, e incluso de la prueba de la necesidad producida por el accionante (27) . Cabe aclarar, con relación a este punto, que esa apreciación no es unánime, pues cierta doctrina ha entendido que la cuestión sí se encontraría regulada en el Código Civil, más precisamente en el art. 375 , el cual estaría limitando los efectos de la condena a la fecha de iniciación de la causa. Sin embargo, entienden Bossert y Méndez Costa -cuya opinión compartimos- que la alusión "al principio de la causa o en el curso de ella" que efectúa el art. 375 CCiv. se circunscribe a la posibilidad de decretar alimentos provisionales, pero no llega a establecer el límite temporal de los efectos de la sentencia (28) . Esta ausencia de normas en el Código de fondo ha provocado que la cuestión sea abordada mayoritariamente desde sus aristas procesales, vinculándosela -como ya se anticipó- a efectos de la sentencia del proceso de alimentos. Se señala, en ese sentido, que la cuestión se encuentra regulada en el art. 644 párr. 2º CPCCN. -equivalente al art. 641 Ver Texto CPCC., transcripto en el punto anterior-, el cual dispone, recogiendo una reiterada jurisprudencia anterior, que la cuota alimentaria debe abonarse desde la fecha de interposición de la demanda (29) . Resumiendo, entonces, la doctrina mayoritaria entiende que el Código Civil no trae disposiciones específicas que regulen este tópico, el que sí se encuentra normado en los Códigos Procesales. Sin embargo, partiendo de esta conclusión, se ha advertido que existe el riesgo de soluciones dispares en los distintos ámbitos territoriales, y por eso se ha insistido en la conveniencia de incluir normas de fondo que regulen expresamente esta problemática (30) . En este sentido, Belluscio recuerda las IV Jornadas Sanrafaelinas de Derecho Civil de 1976, en las cuales se recomendó -siguiendo el modelo del art. 445 del Código Civil italiano- la incorporación de un nuevo artículo al Código Civil con el número 375.1, que estableciese lo siguiente: "Los alimentos se deben desde el día de la demanda judicial o desde el día de la constitución en mora del obligado, siempre que se interponga la demanda judicial en el término de tres meses contados desde la interpelación". Agrega Bossert que esa recomendación fue suscripta por el mismo Belluscio y también por Kemelmajer de Carlucci, Azpiri, Vidal Taquín, Zannoni, Vázquez Ávila y Salomón. Luego -añade Bossertuna recomendación parecida se aprobó por mayoría en las XIV Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebradas en Tucumán en septiembre de 1993. Con relación a los proyectos de reforma al Código Civil nos recuerda Méndez Costa que el art. 315 del Proyecto elaborado por la llamada "Comisión Federal" reprodujo la recomendación de las Jornadas Sanrafaelinas de 1976, aunque reemplazando el término de tres meses por el de seis. Y en lo que respecta al Proyecto de 1998, el mismo dispone en su art. 625 -bajo el título "Retroactividad de la sentencia"- lo siguiente: "Los alimentos se deben desde el día de la demanda o desde el día de la interpelación del obligado por medio fehaciente siempre que se interponga la demanda dentro de los seis meses de la interpelación". Como aclara la prestigiosa jurista citada, existe una mera diferencia de redacción con el art. 315 del Proyecto de la Comisión Federal, pues en lugar de "constitución en mora del obligado por medio fehaciente" se hace mención a "la interpelación del obligado por medio fehaciente". 4. El tratamiento de la cuestión en los precedentes jurisprudenciales En lo que hace al tratamiento que esta cuestión ha recibido por parte de la jurisprudencia existen varios fallos que merecen ser referenciados. Comenzando por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la misma se pronunció en un precedente del año 1993, aunque la mayoría del tribunal no trató el fondo de la cuestión por razones formales (31) . No obstante, en esos votos que conformaron la mayoría se dejó abierta la posibilidad de reclamar los alimentos anteriores a la demanda por otra vía, lo cual -desde ya lo anticipamos- es un dato de suma importancia en esta materia. Se trataba de un caso en el cual la actora pretendía que la cuota alimentaria fuera mandada a abonar desde la fecha del nacimiento de su hija, lo que fue desestimado en la segunda instancia -más específicamente, por la Cámara Nacional Civil, sala I-, donde se retrotrajo la cuota alimentaria a la fecha de interposición de la demanda por aplicación del art. 644 CPCCN. (equivalente, como ya dijimos, al art. 641 Ver Texto CPCC.). La apelante planteó la inconstitucionalidad del mencionado art. 644 , aduciendo que restringía arbitrariamente derechos de tutela legal y constitucional. La mayoría del tribunal -integrada por los Dres. Moliné O'Connor, Belluscio, y Petracchientendió que ese planteo implicaba sostener la inconstitucionalidad del art. 644 CPCCN., lo que resultaba extemporáneo, pues esa tacha debería haberse articulado en las instancias inferiores. Y, como argumento coadyuvante, también dijeron en su voto los mencionados ministros que la resolución apelada no resultaba definitiva pues "...ha sido dictada en un juicio sumario que no impide el replanteo de la cuestión en un proceso de conocimiento amplio, tal como lo señaló a fs. 172 la decisión de primera instancia al resolver `sin perjuicio de que la peticionante pudiere ocurrir por la vía y forma correspondiente', sin que mediara tampoco objeción al respecto dente la alzada". Como puede apreciarse, este argumento meramente complementario reviste la máxima importancia, pues estaría dejando abierta la posibilidad de reclamar los alimentos anteriores a la promoción de la demanda, lo cual, como luego veremos, no es pacíficamente aceptado. Sin embargo, la Corte hace una salvedad procesal, pues señala que tal reclamo debe canalizarse a través de un proceso de conocimiento más amplio que el proceso de alimentos. Si se acepta la posibilidad de reclamar alimentos por épocas anteriores a la demanda este reparo procesal se presenta como muy razonable, pues, como antes dijimos, el alimentante no suele muñirse de las constancias del cumplimiento en dinero o en especie efectuados antes del inicio de un juicio o de la firma de un convenio de alimentos. Por lo tanto, sería muy peligroso que se lo obligara a acreditar tal cumplimiento en el estrecho marco de un proceso de alimentos en el cual encuentra cercenadas sus facultades procesales por imperio del art. 640 Ver Texto CPCC. Los Dres. Levene y Nazareno se expidieron por su voto, señalando simplemente que el recurso extraordinario resultaba inadmisible por aplicación de la figura del certiorari (art. 280 CPCCN. [t.o. 1981, LA 1981-B-1472]). Por último, los Dres. Boggiano y Cavagna Martínez votaron en disidencia y, tras declarar formalmente admisible el recurso, se introdujeron en fondo de la cuestión, aunque concluyeron que el art. 644 CPCCN. no es inconstitucional. Los argumentos esgrimidos para llegar a tal conclusión fueron los siguientes: El primero -coincidente con el argumento coadyuvante utilizado por la mayoría- fue que "la limitación impuesta por el art. 644 CPCCN. tiene por finalidad preservar el trámite sumario del juicio de alimentos, cuyo restringido ámbito probatorio impide la dilucidación de problemas de índole fáctica vinculados con el cumplimiento del deber del alimentante con anterioridad a la demanda". El segundo argumento utilizado -al que también han recurrido otros tribunales que han abordado esta cuestión- fue que "...la norma se funda en la razonable presunción de falta de necesidad del reclamante que pudiendo reclamar no lo hizo". Luego se intentó una síntesis entre los dos argumentos anteriores, diciéndose lo siguiente: "...por tanto, la restricción referida no luce arbitraria en el contexto del procedimiento que la prevé. Parece una restricción justificada para el ejercicio del derecho en un determinado procedimiento, sin perjuicio de su conveniencia, cuyo análisis no incumbe a los jueces...". Por último se afirmó que "...existen procedimientos alternativos para el efectivo goce del derecho reclamado que impiden sostener que él haya sido eliminado por la reglamentación prevista en el CPCCN. En efecto, el asesor de menores de Cámara señala en su dictamen, invocando la jurisprudencia del fuero, que no mediaba obstáculo alguno para que la madre iniciara la demanda solicitando, junto con el pertinente juicio de filiación, la fijación de una cuota provisional de alimentos, antes del reconocimiento de la hija por parte del padre". La Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires abordó esta problemática en cinco precedentes, aunque en dos de ellos no debió entrar en el fondo de la cuestión. En el primero de esos precedentes (32) , que contó con el voto preopinante del Dr. Negri, se dijo que el art. 641 Ver Texto CPCC. vino a recoger la numerosa jurisprudencia que tenía decidido que la sentencia de alimentos tenía efectos retroactivos a la fecha de interposición de la demanda. Luego se agregó que no está prevista la posibilidad de que haya constitución en mora extrajudicial anterior a la promoción de la demanda ni, por consiguiente, que los efectos de la sentencia se retrotraigan a ese momento. Por último se hizo referencia a los comentarios efectuados sobre el particular por Belluscio -los que hemos mencionado más arriba-, incluyendo la mención efectuada por este autor con relación al tratamiento que tuvo la cuestión en las IV Jornadas Sanrafaelinas de Derecho Civil, de 1976. Todo ello llevó a concluir -esta vez con cita de Morello, Passi Lanza, Sosa y Berizonce, "Códigos Procesales...", t. VII, art. 641.e- que "...el tema queda regido por el art. 641 Ver Texto CPCC. al no existir la posibilidad de invocar la constitución en mora extrajudicial anterior ni tener ninguna relación el tema con la prescripción...". El segundo de esos precedentes (33) fue dictado a menos de un año del anterior, y esta vez votó en primer término el Dr. San Martín, quien hizo referencia a lo resuelto en la causa anterior y se limitó a transcribir lo allí dicho. El tercero de esos precedentes (34) constituye un fallo de lectura ineludible para quien desee profundizar esta cuestión. El voto preopinante fue emitido por el Dr. Pettigiani, quien sobre la base de una batería de ilustrados y extensos argumentos admitió que la obligación alimentaria se retrotraiga hasta el día de la concepción del alimentado. El voto tiene tal extensión y es tan rico en citas de doctrina y jurisprudencia que resulta prácticamente imposible intentar reseñar los argumentos fundantes del mismo. Sólo apuntaremos aquí que el ministro preopinante hace una importante distinción que debe tenerse en cuenta, ya que señala que en caso de los parientes rige plenamente el art. 370 CCiv. -transcripto más arriba-, el cual sí condiciona la obligación alimentaria a que se pidan alimentos, "lo cual explica que respecto de los parientes en general la obligación se rija desde la promoción de la demanda". Pero dejando de lado este especial supuesto, el Dr. Pettigiani admite la posibilidad de retrotraer la obligación alimentaria a épocas anteriores a la promoción de la demanda, tanto se trate de alimentos debidos por los padres a los hijos como así también entre los cónyuges. El segundo voto fue emitido por el Dr. Negri, quien rechazó el recurso fundado en el hecho de que el menor por quien se accionaba había sido alimentado por su madre desde la concepción y hasta el momento de iniciarse el juicio. Esa circunstancia -se decía en el votohace que la acreencia del menor haya quedado extinguida por el pago hecho por uno de los obligados. El tercero de los votos correspondió al Dr. Hitters, quien sostuvo en primer término que la madre se encontraba en condiciones de solicitar alimentos provisionales estando en juicio el trámite de filiación, máxime cuando tuvo conocimiento del resultado de la pericia inmunogenética. Y en un segundo argumento, que coincide en lo fundamental con lo expresado en su voto por el Dr. Negri, agregó que el menor había sido alimentado por su madre desde su nacimiento y hasta la fecha de promoción de la demanda, por lo cual sería ella quien en todo caso podría reclamarlos al accionado, por la vía que corresponda, careciendo el hijo de legitimación al efecto. Los restantes miembros del tribunal -Dres. Pisano, Laborde y Salas- adhirieron a los votos de los Dres. Negri y Hitters, por lo cual, por mayoría, se rechazó el recurso extraordinario. Como puede apreciarse a partir de la apretada reseña que antecede, la mayoría del tribunal introdujo en este precedente la cuestión relativa a la legitimación para efectuar el reclamo por épocas anteriores a la presentación de la demanda. Esta problemática de la legitimación para reclamar se reitera con relación a los alimentos atrasados, aunque no puede dejar de advertirse que las situaciones tienen aristas distintas. Trataremos este tema con mayor extensión más adelante, al referirnos a los alimentos atrasados, y allí remitimos (infra, d.7). El cuarto precedente emanado de la Corte con asiento en La Plata (35) tuvo su origen con motivo del fallo de una Cámara de Apelaciones, la cual confirmó la sentencia de primera instancia que había hecho lugar a la prescripción por todo reclamo de cuotas alimentarias que se hubiera efectuado hasta cinco años antes del inicio del juicio. Como puede apreciarse, el tema tenía estricta vinculación con la cuestión que estamos tratando, ya que en ese fallo de la segunda instancia se reconocía el derecho al cobro de las cuotas alimentarias anteriores a la promoción de la demanda que no estuvieran prescriptas. Sin embargo, ese aspecto del decisorio no fue objeto de recurso extraordinario, ya que el único recurso atinente al fondo de la cuestión fue interpuesto por la actora, quien cuestionaba que se hubiera tenido por operada la prescripción con relación a los menores. El primer voto fue emitido por el Dr. Pettigiani, quien tuvo por operada la prescripción respecto de los menores por contar éstos con representante legal y no revestir estos representantes el carácter de sujetos pasivos de la acción. El segundo voto fue emitido por el Dr. Hitters, quien adhirió al voto preopinante pero dejando a salvo su reparo -mediante remisión expresa a la causa 56647, antes vista- frente la afirmación vertida en el voto preopinante en el sentido de que los alimentos debidos al menor por su progenitor corrían desde la concepción. El Dr. De Lázzari adhirió al voto del Dr. Pettigiani pero con la salvedad efectuada efectuada por el Dr. Hitters. Finalmente votó el Dr. Negri, quien sostuvo que el precedente invocado por el recurrente para denunciar la violación a la doctrina legal no era aplicable, pues el mismo se refería al supuesto en el que convergen en una misma persona las condiciones de obligado al pago de los alimentos y de representante legal de quien debe percibirlos. Y también señaló en su voto que la discusión sobre si los alimentos se deben o no desde la concepción era ajena a lo debatido en la causa. El Dr. Salas adhirió al voto del Dr. Negri. Por último cabe hacer referencia a un quinto precedente de la Corte bonaerense relativo a este asunto (36) , aunque con la salvedad -ya anticipada- de que en este caso tampoco fue posible abordar el fondo de la cuestión. El fallo de segunda instancia había determinado que la cuota alimentaria era debida a partir de la interposición de la demanda de filiación, y contra ese aspecto del decisorio se alzó la demandada, quien adujo que las cuotas alimentarias atrasadas debían abonarse desde la fecha de la interposición de la demanda de alimentos. El primer voto fue emitido por el Dr. De Lázzari, quien si bien ratificó -mediante la remisión a la causa 56647 y con cita del art. 641 Ver Texto CPCC.- que el principio general que rige la materia es que los alimentos se deben desde la fecha de interposición de la demanda, tal principio era inaplicable al caso concreto, pues el alimentante había consentido la sentencia de primera instancia que fijaba una fecha anterior a ese momento. Este voto contó con las adhesiones de los Dres. Pisano, Negri, Laborde y Hitters. El Dr. Pettigiani, por su parte, también recordó su voto en disidencia emitido en la causa 56647, según el cual los alimentos se deben desde el momento de la concepción. Partiendo de esa base, sostuvo que en el caso concreto los alimentos debían retrotraerse a la fecha de la promoción de la demanda de filiación, por ser ésa la fecha fijada por el a quo, sin que mereciera impugnación por la parte perjudicada. Por último, cabe hacer una breve mención de los precedentes emanados de otros tribunales de nuestra provincia que también han abordado esta cuestión. En un fallo de la sala 2ª de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de San Isidro se sentó -en consonancia con los criterios de la Suprema Corte provincial- la siguiente doctrina: "...el art. 641 Ver Texto párr. 2º CPCC. dispone que la sentencia de alimentos debe ordenar el pago de las cuotas por meses anticipados desde la fecha de interposición de la demanda, no contemplándose excepción a dicho principio. En tal sentido se ha resuelto que carece de sustento la pretensión de retrotraer la cuota de alimentos más allá del límite impuesto por la norma citada, pues los atrasados a los que se refiere el art. 642 Ver Texto CPCC. son los devengados durante la sustanciación del juicio hasta la sentencia o con posterioridad a ésta, pero no a los que no habían sido reclamados por no haberse promovido la pertinente acción ni recaído pronunciamiento. No contempla, pues, el art. 641 Ver Texto CPCC. ninguno de los reclamos extrajudiciales a que se refiere la accionante, ni a la promoción de litigios distintos al de alimentos" (37) . Otras Cámaras de Apelaciones provinciales se han pronunciado en términos semejantes (38) . En un precedente de la Cámara de Apelaciones de Trenque Lauquen, al cual ya hemos hecho referencia al tratar sobre los acuerdos de alimentos, también se dijo que si no media convenio previo las cuotas alimentarias se deben desde la fecha de interposición de la demanda, agregándose que ello obedece a que es desde allí cuando se ponen de manifiesto las necesidades de la prestación (39) . También se registran otros antecedentes en los que se ha sentado una doctrina similar, diciéndose que el hecho de que no haya mediado un reclamo anterior hace presumir la falta de necesidad (40) . En otro orden, también existe un interesante fallo de la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata en el que se abordó la cuestión relativa a la legitimación para efectuar el reclamo cuando quien ha sufragado las necesidades del menor antes de la promoción del juicio es el otro progenitor. Se trataba, en definitiva, de una problemática similar a la abordada por la Suprema Corte provincial en la causa 56647, a la que nos hemos referido más arriba. La doctrina sentada en este fallo del tribunal marplatense es la siguiente: "...la acreencia de alimentos abonados por uno de los obligados antes de la promoción de un juicio impide renovar por el menor la petición de aquel tiempo, más allá de la posibilidad del reclamo que pudiere efectuar -por la vía correspondiente y por derecho propio- quien sufragara los gastos contra el demandado, pues el hijo, por quien aquélla actúa, carece de legitimación en tanto ha recibido la prestación por dicho período. Cuando no existen circunstancias de excepción que pudieran impedir aplicar la normativa general del art. 641 Ver Texto CPCC., los alimentos concedidos son debidos desde la fecha de interposición de la demanda" (41) . Por último, cabe mencionar que en ámbito nacional se ha presentado un problema interpretativo con motivo de la ley 24573 de Mediación Obligatoria (LA 1995-C-3140), ya que a partir de la entrada en vigencia de dicha normativa es dudoso si los efectos de la sentencia de alimentos deben retrotraerse a la fecha de iniciación de la demanda -como surgiría del tenor literal del art. 644 CPCCN., el cual, como ya dijimos, es equivalente al art. 641 Ver Texto CPCC.- o si debe entenderse que esos efectos se retrotraen a la fecha del pedido de conciliación previa. La jurisprudencia mayoritaria se pronunció en este último sentido, procurando armonizar ambos textos legales, por entender que la mediación, no obstante su naturaleza no jurisdiccional, constituye un requisito de admisibilidad de la demanda cuyo tránsito es obligatorio (42) . Sin embargo, también se registra algún precedente en sentido contrario, en el cual se sostuvo que al no haberse modificado el art. 644 CPCCN. -cuya constitucionalidad no había sido cuestionada- continúa siendo de plena aplicación la pauta que al respecto contiene dicha norma en el sentido de que los alimentos deben retrotraerse a la fecha de interposición de la demanda, agregándose que el pedido de llamado a conciliación no constituye técnicamente una demanda, pues por ésta debe entenderse la iniciación del proceso judicial (43) . Por último, también se registra un antecedente en el cual se dijo que si bien el principio general -que había aplicado el mismo tribunal en otras causas- es que la cuota alimentaria es exigible desde que comenzó la mediación obligatoria, dicha regla no es aplicable si tras el fracaso de la mediación no existieron causas que justificaran la demora en el inicio del proceso (44) . III. LOS ALIMENTOS PROVISORIOS a) Concepto A lo largo de todo el punto anterior nos hemos situado en la hipótesis de la inexistencia de un proceso judicial de cualquier tipo, sea porque no existen conflictos entre alimentante y alimentado o bien porque el conflicto existe pero ha sido superado por las partes a través de un convenio extrajudicial. Y también nos preguntábamos allí si frente al incumplimiento del alimentante es posible que un juicio de alimentos iniciado con posterioridad a ese incumplimiento retrotraiga sus efectos al momento en que el mismo se verificó. Pues bien, si continuamos avanzando en el iter temporal que sugerimos al organizar metodológicamente este trabajo, debemos adentrarnos ya en la hipótesis de la existencia de un proceso judicial y, como primer paso, detenernos en los alimentos provisorios. Bossert los caracteriza como aquellos destinados a regir desde que se los solicita hasta el dictado de la sentencia y agrega que tienen por objeto subvenir, sin demoras, a las necesidades del actor, ya que la espera hasta la finalización del juicio podría privarlo de los rubros esenciales a su vida (45) . El art. 375 CCiv. se refiere a ellos disponiendo -como antes vimos- que "...desde el principio de la causa, o en el curso de ella, el juez, según el mérito que arrojaren los hechos, podrá decretar la prestación de alimentos provisorios para el actor...". Es importante advertir que tratándose de alimentos "entre cónyuges" -dicho esto con la salvedad que efectuaremos en el párrafo que sigue- puede hablarse de alimentos "provisionales" o "provisorios" en un doble sentido, pues a los ya vistos se les suman los previstos en el art. 231 CCiv. Esta norma dispone lo siguiente: "...deducida la acción de separación personal o de divorcio vincular, o antes de ella en casos de urgencia, podrá el juez ...fijar los alimentos que deban prestarse al cónyuge a quien correspondiere recibirlos y a los hijos... En el ejercicio de la acción por alimentos provisionales entre los esposos no es procedente la previa discusión de la validez legal del título o vínculo que se invoca..." (46) . Como puede apreciarse a partir de la norma transcripta, los alimentos provisionales a los que ésta se refiere pueden fijarse no sólo a favor del cónyuge sino también de los hijos, por lo cual la referencia a los "cónyuges" que hiciéramos al comenzar el párrafo anterior debe interpretarse con esta salvedad. De todos modos, estos alimentos provisionales sólo pueden disponerse en el marco de un juicio de separación personal o divorcio vincular, por lo que la existencia de los cónyuges es el punto de partida inexorable para su procedencia, sin perjuicio, como dijimos, de su posible extensión a los hijos. Como explica con su habitual claridad Bossert, los cónyuges pueden acudir a una u otra vía para lograr la fijación de alimentos provisorios o provisionales mientras se sustancia el juicio de divorcio o separación personal, ya que pueden pedir alimentos provisorios en el marco del proceso de alimentos con sustento en el art. 375 CCiv., o alimentos provisionales en el marco del juicio de divorcio o separación personal en los términos del art. 231 CCiv. (47) . b) Naturaleza jurídica Reviste fundamental importancia determinar cuál es la naturaleza jurídica de los alimentos provisorios, pues de ese encuadre se derivará el régimen que les resulta aplicable, tanto en lo concerniente al trámite procesal como a los requisitos o presupuestos para su dictado. En ciertos precedentes se ha caracterizado a los alimentos provisorios como una suerte de medida cautelar o precautoria (48) . Sin embargo, otro sector de la doctrina y la jurisprudencia -al que adherimos- ha entendido que no cabe hacer una asimilación total con las medidas cautelares, sino más bien considerar que estos alimentos consisten en un adelanto de jurisdicción o tutela anticipada, ya que no tienden a asegurar el cumplimiento futuro de una obligación que la sentencia habrá de reconocer, sino a permitir que el alimentista satisfaga sus necesidades mientras dura el pleito, lo cual, por otra parte, coincide con el fondo de la pretensión (49) . c) Requisitos de procedencia y criterios de apreciación Como anticipamos al iniciar el punto anterior, de la naturaleza jurídica que se asigne a los alimentos provisorios dependen en gran medida los requisitos o presupuestos que se exijan para decretarlos. Partiendo de esta premisa, a primera vista podría pensarse que las divergencias que se han planteado a la hora de calificar a los alimentos provisorios se trasuntan en notables diferencias en su régimen, ya que, como antes vimos, cierto sector de la doctrina y la jurisprudencia los asimila a las medidas cautelares, mientras que otros los consideran un anticipo de tutela. Sin embargo, este temor inicial se disipa al reparar en que los requisitos de procedencia de las medidas cautelares y de la tutela anticipada no difieren sustancialmente (50) -sin que ello implique desconocer la diáfana diferencia conceptual entre ambas figuras-, por lo que esas diferentes calificaciones no han generado mayores inconvenientes a la hora de establecerse los requisitos de procedencia de los alimentos provisorios. En lo que hace a la verosimilitud del derecho, diversas son las circunstancias que deben ponderarse. Como se desprende de la doctrina de un muy esclarecedor fallo, tal análisis ha de versar sobre los presupuestos de la obligación alimentaria -esto es, título, necesidad del alimentado y suficiencia patrimonial del alimentante-, sin perderse de vista las diversas situaciones que se presentan en función de los distintos supuestos de legitimación (vgr., en la relación padres-hijos menores no cabe exigir la prueba de la necesidad de éstos) (51) . En consonancia con esta doctrina, en otro interesante precedente se denegaron alimentos provisorios pedidos por una menor contra su abuela, debido a que a la fecha en que se efectuó ese pedido el progenitor contaba con importantes ingresos propios, tal como se señalaba en la misma demanda. En base a esa circunstancia, sostuvo el tribunal que no estaba acreditada la verosimilitud del derecho, ya que la obligación alimentaria debida por los abuelos tiene carácter subisidiario, y nada permitía presumir en el caso concreto que el principal obligado no iba a cumplir con la misma, aun cuando hubiera sido dificultoso exigir tal cumplimiento en el pasado (52) . Dentro de este primer presupuesto -la verosimilitud del derecho- un tema especialmente delicado es el de los alimentos del hijo aún no reconocido. Un amplio sector de la doctrina y la jurisprudencia sostiene que cabe otorgarle alimentos provisorios a quien a falta de reconocimiento voluntario por parte de su progenitor ha debido demandarlo por la reclamación de filiación y el vínculo surja prima facie verosímil (53) , aunque también se ha admitido tal posibilidad aun antes de interpuesta la demanda de reclamación de filiación (54) . En relación con esta última posibilidad, entendemos que en supuestos en que se alegue suma urgencia pueden reclamarse alimentos provisorios con anterioridad a entablarse la demanda de filiación, pero en tal caso habrá de aportarse algún elemento que permita acreditar prima facie la verosimilitud del derecho alegado, como sería, vgr., una información sumaria testimonial (arg. art. 209 Ver Texto incs. 2 y 3, aplicados analógicamente) (55) . En lo tocante al peligro en la demora, en principio parecería que la misma surge in re ipsa, por la naturaleza misma de la prestación de alimentos. Sin embargo, no debe descuidarse el análisis de tal presupuesto, pues en algunos casos puede jugar un papel dirimente a la hora de decidir sobre la procedencia de los alimentos provisorios. En este sentido, Bossert cita un interesante caso en el cual se denegaron los alimentos provisorios por no estar acreditado el peligro en la demora, ya que la peticionante no tenía la guarda de los hijos ni se hallaba encargada de su cuidado y alimentación (56) . Por último, en lo que respecta a la contracautela la jurisprudencia en general ha dicho que no debe ser exigida (57) . Compartimos tal criterio, pues frente a la necesidad del alimentado cabe aplicar por analogía el art. 200 Ver Texto inc. 2 CPCC., según el cual debe dispensarse de tal recaudo a quien actúa con beneficio de litigar sin gastos. En lo que hace al criterio con el que han de concederse los alimentos provisorios pueden observarse distintas tendencias, ya que en ciertos precedentes se ha dicho que en caso de duda debe estarse a favor de la concesión de los alimentos provisorios (58) , mientras que en otros se ha aconsejado evaluar su procedencia con criterio más restrictivo, reservándoselos para aquellos supuestos en que resultaría gravoso en extremo esperar al dictado de la sentencia (59) . Entendemos, como antes anticipáramos, que ello dependerá en buena medida de las particularidades del caso, ya que tratándose de alimentos debidos a los hijos menores o al cónyuge la procedencia de los alimentos provisorios deberá evaluarse con mayor amplitud. Un tema especialmente delicado es el atinente al prejuzgamiento, ya que en algunos antecedentes se ha dicho que corresponde efectuar una valoración provisoria de los elementos de juicio incorporados al expediente, debido a que resultaría prematura una evaluación de las probanzas aportadas e importaría prejuzgar sobre su atendibilidad, al hacer entrever la decisión final que ha de tener la causa (60) . Entendemos, con relación a este punto, que la cuestión debe ser debidamente enfocada, ya que si bien es cierto que el examen debe hacerse sobre la base de los elementos reunidos hasta ese momento -que pueden ser muchos o pocos-, ello no implica que dicho análisis no deba hacerse con minuciosidad, ni que el juez se encuentre impedido de hacer referencias concretas a los elementos con los que cuenta. Dicho en otras palabras, no creemos que el juez deba "mirar a medias" los elementos de prueba reunidos hasta ese momento, ya que si así lo hiciera se estaría afectando el derecho de defensa en juicio (arts. 18 CN. [LA 1995-A-26] y 15 Ver Texto Const. prov. Bs. As. [LA 1994-C-3809]). No debe perderse de vista que el prejuzgamiento se configura cuando el juez emite una opinión intempestiva (61) , mas no merecerá tal tacha la opinión que es vertida al analizar la procedencia de los alimentos provisorios. Para dar un ejemplo concreto, si el pedido de alimentos provisorios se efectúa habiendo un juicio de filiación en trámite y en éste ya se ha producido la prueba inmunogenética, ninguna duda cabe de que el juez deberá hacer una referencia concreta a la misma a la hora de resolver el pedido de alimentos provisorios. Ello no implica en modo alguno que haya quedado definitivamente sellada la suerte del proceso de filiación ni tampoco del de alimentos, ya que podría ocurrir, por ejemplo, que se impugnara tal prueba y se mandase producir una nueva pericia por otro experto, la cual, en el plano de las hipótesis, podría arrojar un resultado distinto. Sin embargo -insistimos, aun a riesgo de ser reiterativos-, entendemos que el juez debe extremar el análisis de los elementos reunidos hasta el momento, y ello, lejos de implicar prejuzgamiento, representa la mayor garantía para los justiciables. d) Trámite Al iniciar el punto anterior señalábamos que las diferentes calificaciones que han merecido los alimentos provisorios no proyectan mayores diferencias en lo relativo a los requisitos de procedencia para su dictado. Cosa muy distinta ocurre con el trámite procesal, ya que si los alimentos provisorios son considerados medidas cautelares deberían ser decretados inaudita pars (art. 198 Ver Texto CPCC.). Por nuestra parte, ya hemos señalado que adherimos a la corriente que califica a los alimentos provisorios como una especie de tutela anticipada, y, como tal, pensamos que no es imprescindible que el pedido se resuelva sin audiencia de la contraria. En este sentido, señala Bossert que si la cuestión no parece de extrema urgencia es posible correr un traslado a la contraria, el cual permitirá ampliar los elementos de juicio con los cuales fijar la cuota provisoria (62) . Idéntica tesitura se adoptó en un antecedente de nuestra provincia (63) . Creemos que esta segunda alternativa es muy conveniente, pues es habitual que al contestarse el traslado del pedido de alimentos provisorios se arrimen elementos que gravitan enormemente en la cuantificación de los mismos (por ej., el alimentante acredita mediante la agregación de partidas que formó una nueva familia, o demuestra con su recibo de sueldo que sus ingresos son menores a los denunciados por la alimentada). De este modo pueden fijarse alimentos provisorios más ajustados a la realidad y evitarse que el alimentante promueva de inmediato un incidente de disminución de los mismos. Más aún, tan ventajosa nos parece esta segunda alternativa, que si mediaran extremas razones de urgencia que impidieran correr traslado del pedido de alimentos provisorios al alimentante podrían combinarse ambas opciones. Es decir, podría disponerse que se abone una primera cuota de alimentos provisorios, cuyo monto se fijará de acuerdo con los elementos que arrime la actora, y diferirse la fijación de las cuotas subsiguientes para el momento en que el alimentante conteste el traslado. e) Momento desde el que corren Como antes vimos, el art. 375 CCiv. dispone que los alimentos provisorios pueden solicitarse "...desde el principio de la causa o en el curso de ella...". Por ello es importante aclarar que si los alimentos provisorios no son pedidos al inicio del proceso corren desde que se los pidió, y no desde el momento en que se interpuso la demanda de alimentos (64) . En el ámbito nacional se reitera en esta materia la misma problemática que antes vimos -al referirnos a las épocas anteriores a la demanda- respecto de la mediación obligatoria. Aplicando los mismos principios a los que nos referimos en esa oportunidad, cabría concluir que si los alimentos provisorios son pedidos en la demanda deben retrotraerse a la fecha de inicio de la mediación. f) Modo de cumplimiento Al igual que lo que ocurre cuando se celebra un convenio de alimentos -temática ésta a la cual ya nos referimos-, una vez que se fijan alimentos provisorios la prestación alimentaria deja de ser alternativa para el deudor, quien en lo sucesivo ya no podrá optar libremente por cumplir en dinero o en especie. A partir de ese momento el alimentante deberá cumplir la prestación alimentaria en los términos en que se fijaron los alimentos provisorios, estándole vedado modificar unilateralmente el modo de cumplimiento de la misma. Tal como dijimos con relación a los convenios (supra, b.2.vi), si pese a esta prohibición el alimentante hiciera pagos en especie o a terceros o modificara de cualquier otra manera el cumplimiento de la obligación alimentaria, los mismos serán considerados como meras liberalidades, aunque también se han admitido excepciones a esta regla general. Remitimos una vez más al tratamiento que de esta cuestión haremos al considerar el cumplimiento de la obligación alimentaria fijada por sentencia, pues la problemática es la misma (infra, e.3.v). g) Recurribilidad Dentro de la regulación del proceso especial de alimentos (arts. 635 Ver Texto a 648 Ver Texto CPCC.) hay una sola norma -más precisamente, el art. 644 Ver Texto - referida a los recursos. El texto del artículo es el siguiente: "Art. 641. Recursos. La sentencia que deniegue alimentos será apelable en ambos efectos. Si los admitiere, el recurso se concederá en efecto devolutivo. En este último supuesto, una vez deducida la apelación, se expedirá testimonio de la sentencia, el que se reservará en el juzgado para su ejecución, remitiéndose inmediatamente las actuaciones a la Cámara". La falta de mención expresa a la recurribilidad de otras providencias ha generado divergencias interpretativas en la doctrina y la jurisprudencia. Así, cierta corriente ha señalado que como el recurso de apelación está previsto sólo para la sentencia, las demás providencias son irrecurribles en atención a la celeridad del trámite (65) , mientras que otros han entendido que también resultan apelables las resoluciones que decreten o deniegan medidas precautorias, las que versan sobre alimentos provisorios, las que ponen fin al proceso o impiden su continuación y las que resuelven el rechazo in limine o final del incidente de nulidad (66) . Traemos a colación esta cuestión al tratar sobre los alimentos provisorios pues de la interpretación que se haga de dicha norma dependerá si se considera apelable o no la resolución que los fija. En algunos precedentes de nuestra provincia se los ha considerado apelables, aunque con diferentes fundamentos. En uno de ellos se dijo que si bien el principio general es que en los procesos de alimentos sólo resulta apelable la sentencia definitiva, también deviene recurrible la resolución que fija los alimentos provisorios desde que es asimilable y tiene carácter equivalente a la decisión que los fija en forma definitiva (67) . Mientras que en otro antecedente si bien se coincidió en la formulación del principio general, se difirió en cuanto a los fundamentos para apartarse del mismo, sosteniéndose que la fijación de alimentos provisorios, o su denegatoria, es apelable por el perjuicio que puede provocar a las partes (68) . Por último, ha de agregarse que si se admite la apelación contra la resolución que fija alimentos provisorios, el recurso ha de concederse con efecto devolutivo. Bossert llega a tal conclusión a partir de la aplicación de las normas atinentes a las medidas cautelares (arts. 198 CPCCN. y 198 Ver Texto CPCC.) (69) . De todos modos, aun cuando se considere que los alimentos provisorios no constituyen medidas cautelares sino un anticipo de tutela, podría llegarse a idéntica conclusión a partir de una aplicación analógica del art. 644 Ver Texto CPCC., ya que si el recurso contra la sentencia de alimentos se concede en efecto devolutivo para no privar al actor de la asistencia alimentaria mientras se sustancia y resuelve el mismo, la misma ratio legis impone un tratamiento idéntico para el recurso contra la resolución que fija de alimentos provisorios. IV. LOS ALIMENTOS ATRASADOS a) Concepto A lo largo de este trabajo nos referimos varias veces al art. 641 Ver Texto CPCC., relativo a la sentencia del proceso de alimentos, el cual, en lo que aquí interesa, dispone lo siguiente: "...admitida la pretensión, el juez fijará la suma que considere equitativa, y la mandará abonar por meses anticipados, desde la fecha de interposición de la demanda". Como antes vimos (supra, b.3), es muy dudoso establecer si es posible reclamar alimentos por épocas anteriores a la promoción de la demanda, ya que un gran sector de la doctrina y la jurisprudencia entiende que la norma transcripta viene a vedar dicha posibilidad. Pero de lo que no hay duda alguna es que los efectos de la sentencia de alimentos se retrotraen al menos a la fecha de interposición de la demanda. Los "alimentos atrasados" stricto sensu -que son a los que ahora nos estamos refiriendoson entonces los que se devengan durante la tramitación del juicio, esto es, los que comienzan a correr desde la interposición de la demanda y por el mero transcurso del tiempo se van acumulando hasta el momento del dictado de la sentencia (70) . b) Quid de la necesidad de pedido expreso Es habitual en la práctica que en el escrito de demanda no se haga referencia alguna a los alimentos atrasados, en cuyo caso se presenta la duda acerca de si el juez debe mandar abonarlos de todos modos -como lo sugiere el art. 641 Ver Texto CPCC.- o si tal proceder implicaría fallar ultra petita (art. 163 Ver Texto inc. 6 CPCC.). Nos inclinamos, sin hesitación, por la primera alternativa. No es necesario que en la demanda se reclamen estos alimentos de manera expresa, ya que los alimentos atrasados no son sino los mismos alimentos que constituyen el objeto del reclamo principal, los cuales se devengan desde la fecha de la interposición de la demanda por expresa disposición legal. Constituyen, pues, un efecto natural de la promoción de la demanda de alimentos. c) Quid de la omisión en la sentencia También puede ocurrir que en la sentencia se omita toda referencia a los alimentos atrasados, lo cual podría generar dudas en torno a si los mismos son debidos. Claro está que esta duda se vuelve trascendente si el fallo que omite pronunciarse sobre los alimentos atrasados adquiere firmeza, pues si la parte actora logra que el juez subsane la omisión a través del recurso de aclaratoria (arts. 36 Ver Texto inc. 3 y 166 Ver Texto inc. 2 CPCC.) o eventualmente que el tribunal de alzada haga lo propio a través de un recurso de apelación en el que se señale la cuestión omitida (art. 273 Ver Texto CPCC.), el problema habrá quedado superado. Aplicando el mismo razonamiento que expresáramos en el punto anterior, creemos que la omisión en la sentencia firme respecto de los alimentos atrasados no implica la pérdida del derecho a su cobro. Ello es así, pues ante la ausencia de mención expresa deberá interpretarse que los mismos están implícitamente reconocidos en el pronunciamiento, ya que, como antes dijimos, los alimentos atrasados se deben desde la fecha de iniciación del proceso como un efecto natural de la promoción de la demanda. Dicho en otras palabras, si el juez admite la pretensión y como consecuencia de ello manda pagar una cuota alimentaria, se entiende implícitamente que la misma se adeuda desde la promoción de la demanda, y no solamente desde el dictado de la sentencia hacia el futuro. Claro está que si el juez omite mencionar en la sentencia a los alimentos atrasados también obviará toda mención al mecanismo que el Código Procesal ha previsto para su pago, es decir, a la cuota suplementaria, lo cual también generará dudas en torno a si el alimentante cuenta con este beneficio. Trataremos esta cuestión más adelante, al referirnos a la fijación de la cuota suplementaria (infra, d.6). d) Monto de los alimentos atrasados En este punto nos referiremos al monto de los alimentos atrasados, lo cual, cabe aclararlo, no es lo mismo que el monto de la cuota suplementaria, tema que analizaremos más adelante (infra, d.6). Para despejar toda posible confusión basta con reparar en que si se deben alimentos atrasados éstos arrojarán necesariamente un monto único, a cuya cuantificación se arribará de acuerdo con las pautas que veremos a continuación en este punto. Una vez establecido el monto único de los alimentos atrasados pueden darse dos alternativas posibles: disponerse el pago en una única vez (en cuyo caso no existirán cuotas suplementarias), o la fijación de cuotas suplementarias por montos que, por definición, serán menores al monto único que arrojen los alimentos atrasados. Hecha la aclaración que antecede, e introduciéndonos en lo atinente a la determinación del monto de los alimentos atrasados, explica Bossert que "...tras la sentencia el alimentante es deudor de un suma equivalente a la multiplicación de la cuota fijada por el número de meses transcurridos desde la demanda" (71) (ello, sin perjuicio de la aplicación de intereses, tema sobre el cual volveremos). Si bien compartimos que el principio general es el expuesto, entendemos que podría ceder en algún caso. Tal cosa ocurriría, por ejemplo, si las necesidades del alimentado han variado notoriamente durante la tramitación del juicio, sea que hayan aumentado o disminuido. En tal caso, siendo que al dictarse sentencia la cuota alimentaria se fija mirando al futuro, no parecería adecuado aplicar tal cuota a épocas pasadas, en que las necesidades pueden haber sido mayores o menores. Claro está que para que se produzca tal alteración en el monto de las cuotas atrasadas los cambios deben haberse producido durante la sustanciación del juicio, lo cual no es muy habitual debido a que el trámite de estos procesos no suele demandar demasiado tiempo. Aun así, tal posibilidad existe, y en ese caso el juez deberá contemplar los nuevos hechos acaecidos durante la tramitación del pleito (72) . De más está decir que si el alimentante ha pagado alimentos durante la sustanciación del juicio -sea espontáneamente o porque se hayan fijado alimentos provisorios-, los mismos deberán ser descontados al momento de practicarse la liquidación de las cuotas atrasadas. Sin embargo, es evidente que esto no tiene relación alguna con lo tratado en el párrafo anterior, porque en este caso no se estará en presencia de una cuota menor sino de la misma, a la que se le descuenta lo ya pagado a los fines de practicar la liquidación. Como anticipamos, las cuotas atrasadas devengarán intereses moratorios desde la fecha en que cada una de ellas debió haber sido abonada, lo cual -explica Bossert- es una consecuencia del carácter declarativo de la sentencia que reconoce el derecho alimentario, por lo que retrotrae sus efectos a la fecha en que deberían haber sido pagadas dichas cuotas anteriores, teniéndose en cuenta, además, que la notificación de la demanda produce la mora del alimentante. Entonces, ninguna duda cabe de que desde el vencimiento de cada cuota se deben intereses moratorios, principio éste que ha sido receptado en el art. 644 CPCCN. (conf. ley 22434 [LA 1981-A-206]), el cual vino a plasmar la doctrina sentada un fallo plenario de la Cámara Nacional Civil (73) . En nuestro ámbito provincial también se ha determinado que la mora se retrotrae a la fecha en que cada cuota debió haber sido abonada como una consecuencia del carácter declarativo de la sentencia de alimentos (74) , disponiéndose también como lógica consecuencia que desde que la misma operó se deben intereses moratorios (75) , los que tienden a preservar la integridad de los pagos incumplidos, y que se liquidarán de acuerdo con la tasa que pague el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta días vigente en los distintos períodos de aplicación hasta el efectivo pago (76) . Por último, cabe aclarar que si se otorga al alimentante la posibilidad de pagar los alimentos atrasados mediante el mecanismo de la cuota suplementaria, a los intereses moratorios podrían sumarse intereses compensatorios. Volveremos sobre esta cuestión al tratar específicamente sobre tal mecanismo de pago (infra, d.6). Resumiendo, el monto de los alimentos atrasados resultará de multiplicar el monto de la cuota por la cantidad de meses transcurridos entre el inicio de la demanda y el dictado de la sentencia, restándosele los pagos hechos por el alimentante -sea espontáneamente o sea en carácter de alimentos provisorios si hubieran sido fijados-, y adicionándoseles a los saldos resultantes los intereses moratorios desde que cada cuota debió haber sido abonada. Por excepción, el monto de la cuota a computar podría ser distinto si hubieren mediado cambios de circunstancias en el curso del proceso, siempre que hayan sido merituados en la sentencia como hechos nuevos o sobrevivientes (arts. 363 Ver Texto y 163 Ver Texto inc. 6 parte 2ª CPCC., respectivamente). e) Modo en que deben cumplirse (ante un eventual cumplimiento espontáneo) El abordaje de este tema requiere una explicación previa. Como ya vimos al definir a los alimentos atrasados, éstos son los que se van devengando desde la fecha de interposición de la demanda y por el mero transcurso del tiempo se van acumulando hasta el dictado de la sentencia. Sentado ello, y puestos a analizar cómo deben abonarse los alimentos atrasados, pueden darse varias alternativas posibles, que analizaremos a continuación. Una primera alternativa es que se hayan fijado alimentos provisorios para regir durante el juicio, en cuyo caso el alimentante deberá abonarlos tal como han sido fijados (tratamos esta cuestión supra, c.6, y allí remitimos). Otra posibilidad es que no se hayan fijado alimentos provisorios y que el alimentante tampoco haya efectuado pago alguno durante el transcurso del proceso. En ese caso el juez, al dictar sentencia, deberá fijar una cuota suplementaria, tema éste que será tratado en el punto que sigue, donde también remitimos. Pero, por último, puede ocurrir que espontáneamente el alimentante quiera efectuar pagos durante el transcurso del proceso, en cuyo caso es importante preguntarse en qué términos deberá efectuar tal cumplimiento. En principio, al no haber sido determinada la modalidad de cumplimiento ni por la fijación de alimentos provisorios ni por sentencia, la obligación continuaría siendo alternativa para el alimentante, de modo que, como dijimos al tratar sobre la época anterior al eventual reclamo judicial (supra, b.1), podrá cumplir en dinero o en especie. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre cuando no se avizora un posible litigio, en este caso el alimentante ya sabe que se le ha iniciado un proceso judicial, por lo cual le convendrá muñirse de los medios de prueba para acreditar tales pagos, e inclusive le convendría efectivizarlos mediantes depósitos en el expediente. En un precedente que ha tratado esta cuestión se dijo -a nuestro de modo de ver, muy acertadamente- que si durante el período anterior a la sentencia el pago de la cuota fue efectuado en parte en dinero y en otra en especie, la pensión debe considerarse cubierta por estos últimos hasta el monto de los desembolsos efectivamente acreditados. Y se agregó que para verificar si los gastos realizados en especie durante el período anterior a la sentencia resultaban deducibles de la cuota que por aquélla se fijase sólo bastaba con analizar si verosímilmente dichas erogaciones habían sido realizadas a favor del beneficiario y si eran razonables (77) . f) La cuota suplementaria El art. 641 Ver Texto CPCC. se complementa con el artículo siguiente, art. 642 Ver Texto , el cual prescribe que para afrontar el pago de los alimentos atrasados "...el juez fijará una cuota suplementaria, de acuerdo con las disposiciones sobre inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y pensiones, la que se abonará en forma independiente". La ratio legis de esta norma radica en que el pago total e inmediato de todas las cuotas alimentarias devengadas durante el juicio podría resultar ruinoso o imposible para el alimentante, quien deberá afrontar, además, el pago de las cuotas que venzan a partir de la sentencia (78) . Puede decirse, entonces, que el fundamento de la norma es doble, pues como una manifestación del humanismo procesal protege al alimentante no privándolo de los medios para satisfacer sus necesidades básicas (79) , al tiempo que también tutela al alimentado mediante la preservación del patrimonio de quien deberá seguir asistiéndolo en el futuro. Como ya hemos adelantado, la fijación de la cuota suplementaria para hacer frente al pago de los alimentos atrasados es una mera posibilidad, ya que no siempre se implementará tal mecanismo de pago. Ello es así por cuanto, en principio, las sumas acumuladas durante el trámite del juicio serían exigibles en su totalidad y sin plazo alguno, aunque por motivos de equidad y de humanismo se ha previsto el mecanismo de la cuota suplementaria. Partiendo de estos principios, se ha dicho que no procede fijar una cuota suplementaria cuando el alimentante está en condiciones de hacer el pago íntegro de lo adeudado (80) . Del mismo modo, también se ha determinado que no corresponde otorgar el beneficio de la cuota suplementaria cuando han mediado graves incumplimientos de la obligación de asistencia, y también por haber quedado en evidencia que el alimentante dispuso de los fondos que adeudaba para sustraerse deliberadamente de su obligación (81) . Con relación a estos últimos supuestos, entendemos que las inconductas cometidas por el alimentante deben revestir cierta gravedad para que se lo prive del beneficio de las cuotas suplementarias, ya que en general todos los reclamos de alimentos están precedidos de cierto incumplimiento. Por tanto, la pérdida del beneficio procederá en situaciones extremas, como sería, a modo de meros ejemplos, que haya abandonado a su familia en estado de indigencia teniendo medios para sostenerla, o que haya retardado maliciosamente la marcha del proceso o intentado insolventarse para sustraerse de su deber de asistencia. Vinculado a lo anterior se presenta el interrogante de si la cuota suplementaria debe ser dispuesta de oficio o sólo a pedido de parte. Al respecto, señala Bossert que los términos empleados por la norma podrían conducir a pensar que es imperativo para el juez la fijación de la cuota suplementaria, incluso si el demandado no lo pidiere, por lo cual el juez debería fijar dicha cuota de oficio (82) . Esta aguda apreciación nos introduce en un delicado problema, ya que en la práctica pueden darse alternativas muy diversas. Como aclara el jurista citado, esa interpretación literal no coincide con la razón de ser de la norma, ya que ésta radica -como antes vimos- en evitar una situación demasiado gravosa para el deudor. Por lo tanto, si el deudor es una persona que cuenta con recursos puede no necesitar de la cuota suplementaria, por lo que concedérsela en estos casos implicaría otorgarle un beneficio no ajustado a sus circunstancias y un perjuicio innecesario para el alimentado. Con todo, no ha de perderse de vista -agrega Bossert en el pasaje citado- que el principio general que rige la materia es que el alimentante tiene la facultad de abonar los alimentos atrasados a través de una cuota suplementaria, por lo que, no mediando supuestos excepcionales, debe concedérsele tal franquicia. Creemos, a partir de lo dicho, que lo óptimo es que el juez se pronuncie sobre la procedencia de la cuota suplementaria al momento del dictado de la sentencia, concediéndola o denegándola, aunque ello no implica que en ese mismo momento deba pronunciarse necesariamente sobre la cantidad de cuotas y su monto, para lo cual puede necesitar una liquidación previa, tema éste sobre el cual luego volveremos. Si la sentencia contiene una previsión expresa sobre este punto -denegando o concediendo la cuota suplementaria-, es obvio que esa parcela del decisorio puede ser objeto de apelación. Ahora bien, también puede ocurrir que la sentencia no contenga ninguna previsión sobre la cuota suplementaria, y en este caso se reiteran los mismos interrogantes que antes nos formuláramos cuando nos colocamos ante la hipótesis de que la sentencia nada dijera sobre los alimentos atrasados. ¿Significa ello que el juez denegó implícitamente la fijación de la cuota suplementaria? Creemos que este interrogante tiene tres respuestas posibles. La primera es que de todos modos el alimentante goza de la cuota suplementaria, aun cuando la sentencia nada disponga al respecto, ya que -como antes dijimos- el principio general que rige la materia es que por regla el deudor de alimentos cuenta con ese beneficio. En tal caso sólo quedaría diferida para una oportunidad posterior la determinación del monto de cada cuota suplementaria. La segunda respuesta posible -que juzgamos más justa- es que el pronunciamiento sobre la cuestión ha quedado diferido para la oportunidad en que se practique la liquidación de los alimentos atrasados, momento en el que el juez tendrá mayores elementos de juicio para determinar si corresponde o no disponer el pago de los alimentos atrasados mediante el mecanismo de la cuota suplementaria. Por último, también podría pensarse que el silencio guardado en la sentencia sobre el punto implica una denegatoria de la cuota suplementaria. Creemos que esta tercera posibilidad es disvaliosa, pues se estaría privando al alimentante de un beneficio con el que en principio cuenta y, lo que es más grave, se estaría llegando a ese resultado sin fundamentación alguna en el decisorio, lo cual atenta contra el derecho de defensa en juicio (arts. 18 CN. y 15 Ver Texto Const. prov.). En lo que hace al monto de las cuotas suplementarias la doctrina y la jurisprudencia coinciden en señalar que no puede partirse de pautas rígidas, debiendo valorarse todas las particularidades fácticas que rodean cada caso -como ingresos y necesidades del alimentante, cantidad de cuotas acumuladas, etc.-, para lo cual el juez cuenta con amplias facultades. Desde luego que deberá tenerse en cuenta el monto de la cuota alimentaria que el accionado deberá abonar hacia el futuro, pero ello no implica -señala Bossert, en afirmación que compartimos- que deban establecerse parámetros fijos entre ambas, como sería, por ejemplo, sostener que la cuota suplementaria debe ser menor que la que rige hacia el futuro (83) . En un fallo, que a nuestro modo de ver sienta una buena doctrina, se ha dicho que la cuota adicional debe contemplar los intereses de ambas partes, de manera que no debe ser tan elevada que pueda perjudicar la economía del obligado ni tan inferior que obstaculice su propósito (84) . También se ha dicho -con un sentido moralizador que no puede sino compartirse- que la acumulación de cuotas atrasadas es fruto de la claudicación del obligado en el cumplimiento del deber fundamental de asistencia que se le reclama, circunstancia que ha de ser aliciente suficiente para que extreme los esfuerzos y sacrificios dirigidos a saldar su deuda con la mayor prontitud posible (85) . En general, se exige una liquidación previa de los alimentos atrasados para determinar el monto de las cuotas suplementarias, y, desde luego, a partir de ese monto se determinará también la cantidad de cuotas, pues de lo primero depende lo segundo (86) . Creemos que ésa es la solución que debe adoptarse por vía de principio, sobre todo cuando ha transcurrido mucho tiempo desde la iniciación de la causa, o cuando han mediado pagos parciales que deben ser descontados, sea porque el alimentante ha cumplido espontáneamente o bien porque se han fijado alimentos provisorios. Por lo demás, no ha de olvidarse que las cuotas atrasadas devengan intereses moratorios desde que debieron ser abonadas -cuestión ésta que ya hemos tratado infra, d.4-, por lo que estos intereses también deberán ser objeto de liquidación. Sin embargo, pensamos que en aquellos supuestos en que las circunstancias del caso permitan al juez formarse una idea bastante exacta del monto de los alimentos atrasados -lo cual acontecerá, generalmente, frente a procesos que han sido breves y en los cuales no ha habido pagos parciales- éste podría anticipar en la sentencia misma si el alimentante gozará del beneficio de las cuotas suplementarias y, en su caso, con cuantas cuotas contará. La ventaja derivada de tal proceder es que se concentrarán en una misma resolución (la sentencia) el pronunciamiento sobre todas estas cuestiones, evitándose la eventualidad de sucesivos recursos de apelación, con los inconvenientes que ello implica. No escapa a nuestra apreciación que en estos casos igual habrá que liquidar los intereses moratorios, por lo cual el juez no podrá saber con absoluta exactitud a cuánto asciende el monto de los alimentos atrasados, a menos que confeccione la liquidación de oficio, lo cual no es habitual en el fuero civil y comercial. No obstante, cualquier magistrado puede efectuar un cálculo bastante aproximado de los intereses devengados, y, además, el hecho de no contar con el monto absolutamente exacto de los mismos no es óbice para que determine la cantidad de cuotas en función del monto estimado, ya que ésta requiere una prudente apreciación, y no exactitudes matemáticas. En este caso el monto exacto al que asciende cada cuota sí deberá quedar diferido para el momento en que se practique la liquidación. Como dijimos al tratar sobre la cuantificación del monto de los alimentos atrasados y lo reiteramos en el párrafo anterior, deben liquidarse intereses moratorios desde el momento en que cada cuota debió haber sido abonada. Cabe ahora agregar que para el caso en que se otorgue al alimentante el beneficio de abonar los alimentos atrasados mediante cuotas suplementarias un importante sector de la doctrina admite también la fijación de intereses compensatorios a liquidarse sobre tales cuotas. Es que, como bien explica Bossert, estos intereses compensatorios son ajenos a toda idea de responsabilidad o indemnización y tendrán por objeto retribuir al acreedor -el alimentado- por la falta de disposición del capital durante el plazo que el juez le otorgue al deudor para satisfacer los atrasos a través de los pagos mensuales suplementarios (87) . De admitirse la procedencia de estos intereses compensatorios, entendemos que los mismos habrán de liquidarse a idéntica tasa que los intereses moratorios, que en nuestro ámbito, como ya vimos, será la tasa pasiva que abone el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Por último, ha de tenerse en cuenta que el juez al fijar la cuota suplementaria debe hacerlo "de acuerdo con las disposiciones sobre inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y pensiones" (art. 642 Ver Texto CPCC.). Si bien esa norma ha suscitado dificultades interpretativas, consideramos que es correcta la inteligencia sugerida por Bossert según la cual tal límite debe considerarse referido a la cuota suplementaria exclusivamente, por lo que sería posible que la misma, sumada a la cuota alimentaria mensual, superase el límite de inembargabilidad de los sueldos (88) . La jurisprudencia de nuestro ámbito se ha pronunciado en el mismo sentido (89) . g) Legitimación para el reclamo de los alimentos atrasados Al tratar sobre los alimentos anteriores a la fecha de interposición de la demanda vimos que en ciertos precedentes jurisprudenciales se sustentaron diversos criterios en lo relativo a la legitimación para su reclamo (supra, b.3.iv). Más específicamente el tema fue muy desarrollado en la causa 56647 de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, en la cual el Dr. Pettigiani reconoció la legitimación para efectuar tal reclamo al menor, pero el resto del tribunal entendió que si uno de los progenitores había sufragado las necesidades del menor desde su concepción y hasta el momento del inicio del proceso, era éste quien detentaba la legitimación para efectuar el reclamo por su propio derecho, habiéndola perdido el menor. Remitimos, en este punto, a la reseña más completa que efectuamos al tratar esa cuestión. Lo que ahora nos interesa destacar es que a la hora de analizar esta problemática atinente a la legitimación deben distinguirse cuidadosamente ambos supuestos, es decir, según se trate de alimentos anteriores a la demanda o de alimentos atrasados. No debemos dejarnos confundir por la aparente similitud de ambos supuestos, ni aplicar por vía analógica las soluciones de un supuesto al otro. La diferencia radical que nos lleva a formular esta enfática advertencia reside en el aspecto temporal. Nos explicamos: al momento de iniciarse un juicio de alimentos en el que se pretenden reclamar los adeudados hasta ese momento ya se sabe con absoluta certeza quién se hizo cargo de las necesidades del alimentado, y ello es así por cuanto el reclamo versa sobre hechos pasados. Por ello, si bien el tema no deja de ser opinable -como lo demuestran las distintas posiciones sustentadas en la causa 56647 antes referida-, en este caso es posible, desde el plano fáctico, sostener que el reclamo debe hacerlo quien ha sufragado las necesidades del alimentado, pues al momento de incoarse el reclamo ya se sabe quién reviste esa condición. Pero cosa muy distinta ocurre con los alimentos atrasados, pues éstos se devengan a partir de la demanda, por lo que al momento de iniciarse el juicio no se sabe absolutamente nada sobre quién sufragará los alimentos venideros. De allí se sigue, como lógica consecuencia, que en principio, y al hilo de la ortodoxia procesal, cabría reconocer esa legitimación al alimentado, ya que él es quien promueve el juicio -sea por su propio derecho o a través de su representante si es un incapaz-, y quien, en principio, será el titular de ese crédito, ya que, como tantas veces dijimos a lo largo de este trabajo, el derecho a percibir los alimentos acumulados desde la iniciación de la demanda es un efecto natural de la promoción de la acción. Dicho en otras palabras, sostener que la legitimación para reclamar estos alimentos atrasados está en cabeza del progenitor que los sufragó equivale a afirmar que debe ejecutar una sentencia quien no ha sido actor en el proceso, ya que, en definitiva, reclamar los alimentos atrasados reconocidos en la sentencia no es ni más ni menos que ejecutar tal pronunciamiento. A partir de lo dicho, entendemos que la doctrina sentada por la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires en la causa 56647 no debe ser aplicada por vía analógica al supuesto de los alimentos atrasados, pues la causa en la cual se sentó esa doctrina no versaba sobre esa temática sino sobre alimentos anteriores a la demanda. Ello no implica es importante aclararlo- que pese a reconocerse esas diferencias pueda llegarse al mismo resultado. Sin embargo, lo reiteramos, no debe caerse en el error de pensar que las situaciones son análogas. Sentado ello, entendemos que el único precedente del Superior Tribunal de la provincia en que se abordó esta temática está dado por una causa del año 1999 en la cual la mayoría -que estuvo conformada por los Dres. Laborde, Pettigiani, Ghione, San Martín y Salas- entendió que la legitimación para reclamar o renunciar los alimentos atrasados seguía en cabeza de la menor, por ser ella su beneficiaria (90) . Con todo, no dejamos de advertir que el tema tiene muy variadas y complejas aristas, pues, más allá de lo que dicta la ortodoxia procesal, es un hecho notorio que cuando uno de los progenitores no cumple con su obligación alimentaria es el otro quien sufraga las necesidades de los menores, haya o no un juicio en trámite. Pero, paralelamente, también es probable que el menor padezca de necesidades insatisfechas -piénsese, por ejemplo, en un tratamiento de ortodoncia, o en la compra de ropas o elementos necesarios para la educación o el esparcimiento que han quedado postergados por las carencias económicas-, por lo que en tal caso sería justo que al menos una parte de esos alimentos atrasados o alimentos anteriores a la demanda ingresaran en su patrimonio. Por lo tanto, dada la complejidad de la cuestión, sería deseable que en futuras reformas legislativas se aclare definitivamente el punto, para evitar que ciertos reclamos -justos desde todo punto de vistapuedan verse frustrados por defectos de legitimación. Hasta tanto ello ocurra entendemos que debe primar un criterio amplio, a partir del cual se reconozca una legitimación concurrente al menor y al progenitor que ha sufragado sus gastos, tanto para el reclamo de alimentos anteriores a la demanda -en caso de admitirse su procedencia- como de alimentos atrasados. h) Caducidad y prescripción de los alimentos atrasados La cuestión que trataremos en este punto también se encuentra regulada por diversas normas que es necesario tener presentes, y por ello nos permitiremos transcribirlas a continuación. - Art. 645 CPCCN.: "Art. 645. Alimentos atrasados. Respecto a los alimentos que se devengaren durante la tramitación del juicio, el juez fijará una cuota suplementaria, de acuerdo con las disposiciones sobre inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y pensiones, la que se abonará en forma independiente. "La inactividad procesal del alimentario crea la presunción, sujeta a prueba en contrario, de su falta de necesidad y, con arreglo a las circunstancias de la causa, puede determinar la caducidad del derecho a cobrar las cuotas atrasadas referidas al período correspondiente a la inactividad. "La caducidad no es aplicable a los beneficiarios menores de edad; tampoco, cuando la aparente inactividad del interesado es provocada por la inconducta del alimentante". - Art. 4027 CCiv.: "Art. 4027. Se prescriben por cinco años, la obligación de pagar los atrasos: "1. De pensiones alimenticias. 2. Del importe de los arriendos, bien sea la finca rústica o urbana. 3. De todo lo que deba pagarse por años, o plazos periódicos más cortos". - Art. 3966 CCiv.: "Art. 3966. La prescripción corre contra los incapaces que tuvieren representantes legales. Si carecieren de representación, se aplicará lo dispuesto en el art. 3980 ". Como puede apreciarse a partir de las normas transcriptas, en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación se han agregado dos párrafos al art. 645 que el texto equivalente de nuestro Código provincial (art. 642 ) no contiene. Ese agregado, que introduce la posibilidad de decretar la caducidad de los alimentos atrasados, es fruto de la reforma introducida al Código de Nación por la ley 22434 , la cual vino a recoger en este punto la doctrina de un célebre fallo plenario de la Cámara Nacional Civil (91) . En el ámbito de nuestra provincia, frente la ausencia de una referencia legal semejante a la contenida en el Código Procesal de Nación, se genera el interrogante en torno a si puede decretarse la caducidad de las cuotas atrasadas. Cabe aclarar que este interrogante reviste la máxima importancia práctica, pues, según veremos en el capítulo final de este trabajo, el instituto de la caducidad no sólo se aplica a los alimentos atrasados -como lo sugeriría la circunstancia de que los párrafos agregados por la ley 22434 se hayan incorporado al artículo que regula los alimentos devengados durante el juicio- sino también a los alimentos ya fijados por sentencia o convenio. Si nos centramos en los precedentes de la Suprema Corte provincial, se registra un único fallo en el cual se reconoció tal posibilidad, el cual fue dictado un año antes que el citado plenario capitalino (92) . Dejando de lado ese precedente aislado, la Corte con asiento en La Plata se pronunció inveteradamente en el sentido contrario, es decir, negando la posibilidad de decretar la caducidad de los alimentos atrasados, y señalando -para reafirmar tal concepto- que los mismos sólo podrían perderse por prescripción (93) . Las Cámaras de Apelaciones de la provincia han seguido, naturalmente, la misma orientación (94) , e inclusive se señaló que el hecho de que los menores alimentados hayan arribado a la mayoría de edad no conlleva la caducidad de las cuotas devengadas mientras eran menores, por lo cual se mantiene incólume el derecho al cobro de las mismas (95) . En lo que respecta al cómputo del plazo de prescripción se ha dicho que debe considerarse independientemente respecto de cada cuota, desde la fecha en que ella debía ser abonada, lo cual es una consecuencia de que la obligación alimentaria pertenezca al género de las obligaciones periódicas (96) . Por último, tratándose de hijos menores se presenta el interrogante de saber si corre la prescripción respecto de ellos. La Suprema Corte de nuestra provincia tiene dicho que la prescripción opera contra los menores que cuentan con representante legal, mas ello es así siempre y cuando el reclamo no fuese dirigido contra el representante mismo, por cuanto en tal caso es de suponer que ningún interés habrá tenido el representante de accionar o posibilitar que se accione en su contra (97) . Esta doctrina ha sido reiterada por numerosas Cámaras de Apelaciones de nuestra provincia (98) , y también se ha resuelto en el mismo sentido en el ámbito nacional (99) . V. EL CUMPLIMIENTO -VOLUNTARIO O FORZOSO- DE LA CUOTA ALIMENTARIA FIJADA POR SENTENCIA O CONVENIO HOMOLOGADO a) El efectivo cumplimiento de la sentencia como condición de un proceso eficaz El Derecho Procesal a través de su historia ha recorrido en cierta manera un camino circular, pues nació aproximadamente en el siglo XVI como una descripción de lo que acontecía en la realidad de los litigios y, tras alcanzar un altísimo grado de abstracción durante los siglos XVIII y XIX -sobre todo en Alemania-, en el siglo XX volvió a centrarse en el estudio de la realidad (100) . En este sentido señala De Miguel y Alonso que el Derecho Procesal actual ha variado de manera copernicana. Durante años el objeto de estudio del Derecho Procesal estuvo dado por temas preferentemente teóricos, tales como la acción, la naturaleza del proceso y la excepción, entre otros. Por el contrario, la ciencia procesal actual se preocupa, por encima de todo, de brindar respuestas que exige la sociedad, ansiosa por una efectiva resolución de las controversias (101) . De ello dan testimonio los temas abordados por la doctrina y los temarios de los congresos más importantes de Derecho Procesal, que han ido relegando paulatinamente los grandes temas teóricos para ceder su lugar a consideraciones prácticas (102) . Si bien el tema de la eficacia de los procesos acaparó la atención de la literatura procesal de todo el siglo XX, adquirió un particular desarrollo a partir de su incorporación a la Constitución española de 1978, convirtiéndose, al decir de Díez-Picazo, en el "derechoestrella" del firmamento jurídico-constitucional español (103) . En efecto, el art. 24.1 de la Const. española proclama que "Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión" (104) . Podemos afirmar -siguiendo a Carballo Piñeiro- que la norma transcripta es heredera de una corriente internacional que ha incorporado el derecho a una tutela judicial efectiva en las cartas de derechos fundamentales elaboradas en foros internacionales. Así, merece destacarse su incorporación a la Declaración Universal de los Derechos Humanos (LA 1994-B-1611), de 1948, a la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, de 1950, y al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (LA 1994-B-1639), de 1966 (105) . Morello, al abordar la problemática de la eficacia de los procesos, también hace referencia a la normativa citada y le añade los arts. 18 CN. y art. 8 Pacto de San José de Costa Rica (LA 1994-B-1615) (106) . Cabe destacar que los tratados internacionales mencionados -con excepción de la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, de 1950- tienen en nuestro país jerarquía constitucional a partir de la reforma constitucional del año 1994 (art. 75 inc. 22). Y también debe mencionarse que la Constitución de la provincia de Buenos Aires -también reformada en el año 1994- incorporó una nueva norma (art. 15 Ver Texto ) por la cual "La provincia asegura la tutela judicial continua y efectiva....". Pues bien, hemos llegado a este punto pues tanto en la doctrina procesal como en la jurisprudencia existe un marcado consenso en que uno de los pilares básicos para hacer realidad ese derecho es que las sentencias judiciales deben ser efectivamente cumplidas. Llegar a esta instancia no fue sencillo, ya que la fase de declaración del derecho -es decir, la etapa del debate- se presentaba a los ojos de los procesalistas como la más emblemática de la función judicial, relegando a la actividad ejecutiva al papel de "Cenicienta del Derecho" del que hablaba Carnelutti (107) . Sin embargo, en estos tiempos se ha redescubierto la etapa de la ejecución de la sentencia, ya que ésta se presenta como el período procesal más útil desde el punto de vista práctico, porque es el llamado a satisfacer la pretensión reclamada en el proceso (108) . Otro tanto cabe decir del redescubrimiento de la importancia de las medidas cautelares. Nótese que ambos institutos -la ejecución de la sentencia y las medidas cautelares- merecieron una especial consideración por la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil española, la cual procuró hacer efectivo el derecho constitucional a una tutela judicial efectiva, conforme se declara en las palabras inaugurales de la exposición de motivos. En nuestro medio la doctrina también ha destacado la importancia que reviste la etapa del cumplimiento de la sentencia, al punto de que se ha afirmado que el efectivo cumplimiento de la sentencia constituye un requisito para la existencia de un proceso justo (109) . En el mismo sentido, un precedente de una Cámara de Apelaciones de nuestra provincia (110) se refirió a la tendencia que estamos analizando en los siguientes términos: "...el Derecho Procesal de las últimas décadas persigue con ahínco dotar a los procesos de una mayor eficacia, impulso éste que fue plasmado en la Constitución española de 1978 (art. 24) y se constituyó en el principio inspirador de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil de dicho país (ley 1/2000), conforme se expresa en la exposición de motivos. En nuestro medio, la reforma de la Constitución provincial del año 1994 se hizo eco de esta tendencia, asegurando a sus habitantes -en el art. 15- una `tutela judicial continua y efectiva...'". Luego se añadió: "...claro está que el `derecho a una tutela judicial efectiva' es una fórmula amplia cuyo contenido debe ser determinado, tarea ésta que ha sido emprendida por la doctrina, la jurisprudencia, y la legislación misma. La exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Civil española es un cabal ejemplo de este proceder, al señalar que `justicia civil efectiva significa, por consustancial al concepto de justicia, plenitud de garantías procesales. Pero tiene que significar, a la vez, una respuesta judicial más pronta, mucho más cercana en el tiempo a las demandas de tutela, y con mayor capacidad de transformación real de las cosas. Significa, por tanto, un conjunto de instrumentos encaminados a lograr un acortamiento del tiempo necesario para una definitiva determinación de lo jurídico en los casos concretos, es decir, sentencias menos alejadas del comienzo del proceso, medidas cautelares más asequibles y eficaces, ejecución forzosa menos gravosa para quien necesita promoverla y con más posibilidades de éxito en la satisfacción de los derechos e intereses legítimos'". En otro pasaje se dijo que "en nuestro medio, la doctrina y la jurisprudencia también se han encargado de delinear las pautas sobre las que reposa un proceso eficaz (Morello, Augusto M., `La eficacia del proceso', fundamentalmente cap. 2, `Las grandes líneas' y ss.; Hankovits, Francisco A., `Tutela judicial adjetiva en la casación provincial', JA 2004-II-1184 ). Otro tanto cabe decir de las reformas legales proyectadas o concretadas en las últimas décadas (vgr., ley 25488 de Reformas al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación [LA 2001-D-4690]), todas las cuales buscan dotar a los procesos de una mayor eficacia". Por último, también se señaló en el precedente citado que "uno de los postulados sobre los que reposa la garantía constitucional mencionada es el efectivo cumplimiento de la sentencia de condena, ya que de lo contrario el reconocimiento del derecho resulta meramente formal". Si el incumplimiento de cualquier sentencia torna en ineficaz e injusto al proceso conclusión a la que arribamos a partir de todo lo dicho hasta aquí-, el incumplimiento de la sentencia de alimentos eleva esa injusticia a los máximos niveles concebibles, ya que pone en peligro la salud física y psíquica del alimentado. La comunidad jurídica argentina parece haber tomado clara conciencia de ello, lo cual puede constatarse mediante la mera lectura de los índices de las obras generales sobre alimentos, las que dedican numerosas páginas a esta problemática. Inclusive, han visto la luz obras específicamente orientadas a intentar combatir este creciente fenómeno del incumplimiento de la asistencia alimentaria (111) . Por último, también puede observarse la preocupación del legislador, quien en distintos ámbitos ha dictado leyes especiales tendientes a facilitar el cumplimiento de las sentencias o convenios homologados de alimentos, como son, por ejemplo, las leyes de creación de los registros de deudores alimentarios morosos (en nuestra provincia, la ley 13074 [LA 2003C-3334]). b) El cumplimiento voluntario La sentencia que admite la demanda de alimentos debe mandar a abonar la cuota "por meses anticipados" (art. 641 Ver Texto CPCC.). El alimentante debe comenzar a cumplir con dicha obligación desde el momento mismo del dictado de la sentencia, ya que aun cuando interpusiera un recurso contra la misma éste se concederá con efecto devolutivo (art. 644 Ver Texto CPCC.). Por último, el art. 643 Ver Texto dispone que "salvo acuerdo de partes, la cuota alimentaria se depositará en el Banco de la Provincia de Buenos Aires y se entregará al beneficiario a su sola presentación. Su apoderado únicamente podrá percibirla cuando existiere resolución fundada que así lo ordenare". c) El cumplimiento forzoso 1. Trámite El trámite del cumplimiento forzoso de la sentencia de alimentos -también aplicable al convenio homologado, como ya lo adelantamos infra, b.2.viii- está previsto en el art. 645 Ver Texto CPCC., el cual dispone lo siguiente: "Si dentro del quinto día de intimado el pago, la parte vencida no lo hubiere hecho efectivo, sin otra sustanciación se procederá al embargo y se decretará la venta de los bienes necesarios para cubrir el importe de la deuda". Como puede apreciarse a partir de la norma transcripta, no son indispensables en la ejecución de sentencia de alimentos ni la liquidación ni la citación de venta, ya que basta con la intimación judicial al alimentante para proceder al embargo y a la realización de los bienes (112) . 2. Naturaleza jurídica La jurisprudencia en numerosos precedentes se ha encargado de destacar el carácter específico del trámite de la ejecución de alimentos, el cual, según se ha dicho reiteradamente, difiere sustancialmente del previsto en el art. 497 Ver Texto y ss. para las sentencias recaídas en procesos de conocimiento en general (113) . Si bien coincidimos con esa apreciación, no compartimos el criterio tan reiterado en otros precedentes -distintos de los citados- según el cual el alimentante no puede oponer ningún tipo de defensas, o que, en el mejor de los casos, sólo le estaría permitido oponer el pago documentado. Afirmamos ello, pues si se llevara ese principio hasta las últimas consecuencias, al alimentante le estaría vedado alegar, por ejemplo, la prescripción de las cuotas alimentarias, la falsedad de la ejecutoria o la renuncia efectuada por el acreedor de los alimentos ya devengados, lo cual es a todas luces inconcebible. Por ello entendemos que algunos autores, como Bossert, sientan la buena doctrina al señalar que son múltiples las defensas que el alimentante puede oponer al contestar el traslado de la liquidación (114) , entendiéndose -agregamos nosotros- que idénticas defensas podría plantear en la oportunidad en que se lo intime de pago si es que se omite practicar tal liquidación. ¿Cuál es, entonces, la verdadera naturaleza jurídica del trámite de ejecución de la sentencia de alimentos prevista en el art. 645 Ver Texto CPCC.? Creemos que este procedimiento guarda una notoria semejanza con el previsto para el cumplimiento de la sentencia de remate (art. 557 Ver Texto y ss. CPCC.), el que ha sido definido por Donato como una ejecución pura, "ya que no tiene cabida en ella, a diferencia de lo que sucede en el proceso de ejecución de sentencias emitidas en procesos de cognición, un período destinado a la oposición de determinadas excepciones fundadas en hechos posteriores al fallo" (115) . Sin embargo, ello no implica -como ya adelantáramos- que el alimentante se encuentre impedido de efectuar todo tipo de planteos, sea a través de la promoción de un incidente o como excepción en la oportunidad en que se le confiera traslado de la intimación de pago prevista en el art. 645 Ver Texto CPCC. En uno y otro caso deberá conferirse traslado por cinco días a la contraparte (arts. 180 Ver Texto y 506 Ver Texto CPCC., aplicado analógicamente, respectivamente). Ahora bien, todo lo dicho hasta aquí nos introduce en una delicada cuestión, pues si frente a cualquier planteo efectuado por el alimentante se paralizara el trámite de ejecución de la sentencia de alimentos aguardando a la resolución del mismo, se colocaría al alimentado en una situación de grave riesgo, que el art. 645 Ver Texto CPCC. ha buscado evitar. Entendemos que en estos casos el juez deberá resolver atendiendo a las circunstancias del caso y, en especial, a la mayor o menor verosimilitud del derecho que revista el planteo efectuado por el alimentante. Si concurre esa verosimilitud del derecho, y es de presumir que la resolución de la cuestión insumirá algún tiempo -por ejemplo, porque es necesario abrir el incidente a prueba-, podría implementarse un mecanismo de pagos parciales y periódicos de lo adeudado, similar al de los alimentos provisorios, y diferirse la ejecución de la totalidad de lo adeudado -descontados, desde luego, esos pagos parciales- para la oportunidad en que tal planteo haya sido resuelto. 3. Improcedencia de fijar una cuota suplementaria La cuota suplementaria prevista en el art. 642 Ver Texto CPCC. -a la que ya nos referimos infra, d.6- está prevista para los alimentos atrasados en sentido estricto, es decir, a los que se devengan entre la promoción de la demanda y el dictado de la sentencia. Por lo tanto, no corresponde disponer el pago de la prestación por mensualidades cuando se trata del incumplimiento de cuotas fijadas por sentencia o por acuerdo de partes, las que pueden ser íntegramente reclamadas al alimentante (116) . 4. Defensas oponibles (generalidades) Como señalábamos al considerar la naturaleza jurídica del trámite de ejecución de la condena de alimentos -supra, e.3.ii-, el alimentante podría efectuar en esta etapa toda una serie de planteos, sea a través de la vía incidental o bien como excepción ante la intimación de pago. Bossert, por ejemplo, señala que el alimentante podría alegar quitas o esperas, como así también la prescripción o caducidad de los alimentos que se le pretenden ejecutar (la referencia a la caducidad ha de entenderse referida al ámbito nacional). Ello, sin perjuicio, claro está, de las impugnaciones que podría efectuar contra la liquidación de los alimentos adeudados practicada por el alimentado si es que éste opta por confeccionar tal liquidación (117) . En definitiva, entendemos que en principio serían oponibles en el proceso de ejecución de alimentos todas las excepciones previstas en el art. 504 Ver Texto CPCC., teniéndose en cuenta, además, que la doctrina y la jurisprudencia han señalado que esa enunciación no reviste carácter taxativo (118) , por lo que bien podrían tener cabida otras defensas. La única excepción que en principio no podría oponerse es la de compensación, ya que la obligación de prestar alimentos no puede ser compensada con obligación alguna (arts. 374 y 825 CCiv.). 5. Especial mención a algunas de las defensas oponibles A continuación haremos una breve mención a algunas de las defensas que con mayor habitualidad suelen oponerse en la ejecución de alimentos, intentando destacar los aspectos que suelen generar mayores problemas. Comenzando por la excepción de pago, ya hemos adelantado que suele admitírselo a condición de que el mismo se encuentre debidamente documentado (119) , e inclusive se ha agregado, en algunos precedentes, que sólo se admitirá como medio de prueba el recibo emanado del alimentado o su representante. Creemos que esta última doctrina, llevada a sus extremos, podría conducir a situaciones injustas, pues la experiencia indica que muchas veces el pago no queda documentado en recibos emanados de la contraria, lo que ocurriría, por ejemplo, cuando se realiza a través de transferencias bancarias. En definitiva, entendemos que lo importante es que el pago pueda acreditarse de manera fehaciente mediante cualquiera de los medios de prueba previstos en nuestro sistema, por lo que resulta aplicable respecto de esta temática todo lo dicho por la doctrina y la jurisprudencia sobre la prueba del pago en general. No se nos escapa que en algunos casos para acreditar el pago habría que producir cierta prueba, pero ello no implica necesariamente que deba postergarse la percepción del crédito, ya que el juez deberá evaluar las circunstancias del caso y obrar en consecuencia, tal como lo sostuvimos al tratar sobre la naturaleza jurídica del trámite de la ejecución (supra, e.3.ii). Con relación a esta defensa -el pago-, una cuestión que suele darse con cierta frecuencia es que el alimentante se encuentra muñido de los recibos de pago de períodos posteriores, pero no de los correspondientes a épocas anteriores. La jurisprudencia, en general, ha dicho que en materia de alimentos no rige la regla sentada por el art. 746 CCiv., en virtud de la cual en las obligaciones de tracto sucesivo el pago de un período mensual permite presumir, salvo prueba en contrario, el pago de los períodos anteriores. Se ha dicho, en apoyo de tal solución, que los requerimientos impostergables del alimentado pueden determinar la aceptación de una cuota aunque se le deban prestaciones anteriores (120) . Un tema especialmente complejo es el de los pagos en especie o efectuados a terceros, que muchas veces el alimentante intenta descontar de la deuda que se le reclama. Como hemos visto a lo largo de todo el presente trabajo, esta cuestión no puede considerarse en abstracto, sino en especial referencia al período y demás circunstancias correspondientes. Ello es así, por cuanto antes del reclamo judicial al alimentante puede cumplir en dinero o en especie (supra, b.1), situación que sólo cesaría ante la firma de un convenio de alimentos (supra, b.2.vi), o cuando se fijan alimentos provisorios (supra, b.6) o, desde luego, cuando se dicta la sentencia. A partir de estos momentos la obligación deja de ser alternativa para el deudor, y en lo sucesivo deberá cumplir tal como lo ha pactado en el convenio o como se lo ha impuesto el juez al fijar los alimentos provisorios o al dictar la sentencia definitiva. Como lógica consecuencia de todo esto, los pagos efectuados en especie o a terceros, o que de cualquier modo se aparten de las modalidades pactadas o establecidas, suelen ser considerados inoponibles al alimentado, y se los califica como meras liberalidades (121) . Sin embargo, también se han sentado algunas excepciones a este principio general, lo que ocurriría, por ejemplo, cuando se trata de gastos que deben ser incluidos en la prestación alimentaria (art. 372 CCiv.) y son abonados por el alimentante con habitualidad (122) , o en los casos en que el alimentante hiciera un pago a un tercero para evitar un peligro cierto e inminente (123) , o cuando los habituales descuidos del progenitor que detenta la tenencia del menor en el pago de ciertos conceptos -como el colegio, la mutual médica o el alquilerpodrían llevar a una doble imposición para el alimentante (124) . Como puede apreciarse a partir de la reseña jurisprudencial efectuada, el tema de los pagos efectuados a terceros o en especie es complejo y, en la práctica, puede dar lugar a arduos problemas interpretativos. Éstos podrían superarse, en buena medida, si las partes fueran absolutamente claras al describir la situación fáctica, señalando, por ejemplo, si el alimentante ya abona algún concepto -como podría ser, por ejemplo, la medicina prepaga-. El juez, al momento de sentenciar, debería aclarar si la cuota alimentaria fijada incluye o excluye estos rubros que ya vienen siendo abonados por el alimentante, e inclusive las partes podrían pedir que se aclarase si tal aspecto del decisorio no ha sido expresamente tratado (arts. 36 Ver Texto inc. 3 y 166 Ver Texto inc. 2 CPCC.), o eventualmente que el tribunal de alzada se pronunciara sobre el punto a través de un recurso de apelación en el que se señale la cuestión omitida (art. 273 Ver Texto CPCC.). Otra defensa que los alimentantes suelen introducir ante la ejecución de alimentos es el pedido de que se detraiga el monto correspondiente a los períodos en que el alimentado convivió con el alimentante. En general se admite que si esta circunstancia es acreditada ese descuento debe realizarse (125) , lo cual viene a ratificar, a nuestro juicio, que las defensas que pueden oponerse en los procesos de alimentos son múltiples y variadas. Otro tema muy complejo, que suelen traer a colación los alimentantes cuando se les intenta ejecutar los alimentos impagos, es la existencia de un incidente de cesación o disminución de cuota alimentaria en trámite. Cabe aclarar que esta cuestión puede plantearse con una doble finalidad: para paralizar el trámite de la ejecución de sentencia de alimentos, o para intentar ser liberado con carácter retroactivo de la obligación alimentaria. En general la jurisprudencia no ha dado curso a dicha defensa, fundándose básicamente en el texto del art. 647 Ver Texto CPCC., según el cual el trámite de esos incidentes no interrumpirán la percepción de las cuotas ya fijadas (126) . Y, con idéntico fundamento, se ha denegado el pedido de repetición de alimentos que ya se habían percibido, basándose tal denegación en el destino de consumo que es inherente a la prestación alimentaria (art. 376 CCiv.) (127) , principio que, entendemos nosotros, podría ceder en algún supuesto excepcional (128) . Sin embargo, existen no pocos precedentes en los cuales se ha dicho que no obstante el principio general es el ya expuesto, es correcto fijar el cese o la reducción de las cuotas devengadas y no percibidas sin dolo ni culpa del alimentante con retroactividad (129) . Por último, también es importante destacar que en algunos casos se ha pedido, a título de medida cautelar, la reducción de la cuota mientras se sustancia el incidente respectivo, resolviéndose en general que pese a la aparente rigidez del art. 647 Ver Texto CPCC. tal pedido puede ser excepcionalmente procedente, pero a condición de que se acredite prima facie la imposibilidad o improcedencia de seguir pagando esa cuota (130) . Otra defensa que el alimentante podría ensayar es el de la prescripción de la ejecutoria. En este punto se presentan algunas dudas en torno al plazo de esa prescripción, pues la doctrina y la jurisprudencia han entendido en general que el plazo de prescripción de cualquier derecho reconocido en una sentencia es de diez años. Sin embargo, tratándose de la obligación alimentaria, se ha entendido que el plazo de prescripción de cinco años previsto en el art. 4027 inc. 1 CCiv. es aplicable también a las cuotas ya fijadas por sentencia o convenio (131) . Dejando de lado esta cuestión atinente al plazo de prescripción de la ejecutoria, en lo demás resulta aplicable todo lo ya dicho con relación a la caducidad y prescripción de los alimentos atrasados (supra, d.8), por lo que en el ámbito de nuestra provincia ha de concluirse -al hilo de la jurisprudencia imperante- que los alimentos fijados en una sentencia tampoco pueden perderse por caducidad (132) . NOTAS: (1) Un excelente panorama normativo puede encontrarse, por ejemplo, en el voto emitido por el del Dr. Pettigiani en el antecedente de la Sup. Corte Bs. As., Ac. 56647, "J., L. M. del R. v. F., R. O. s/alimentos" Ver Texto , 17/2/1998, DJJ, año LVII, t. 154, n. 12608. (2) Sobre este tema puede consultarse a Méndez Costa, María J., "Aspectos procesales del juicio de alimentos en el Código Civil y en el Proyecto de Código Civil de 1998", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2001, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 213 y ss. (3) Zannoni, Eduardo A., "Forma y prueba de los convenios de alimentos", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2001, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 189 y ss., especialmente p. 189. (4) Sup. Corte Bs. As., Ac. 56647, "J., L. M. del R. v. F., R.O. s/alimentos" Ver Texto , 17/2/1998, DJJ, año LVII, t. 154, n. 12608, p. 3297 y ss., especialmente p. 3298. (5) Arianna, Carlos A., "El cumplimiento de la prestación alimentaria y sus modalidades posibles", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2001, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 7 y ss., especialmente ps. 9 y 10; C. Civ. y Com. Quilmes, sala 2ª, causa 2696, RSD 69-99, "G. de D. S., M. A. s/incidente de incumplimiento de cuota alimentaria en autos `G. de D. S. M. A. v. D. S., L. N. s/alimentos'", sent. del 14/5/1999, base JUBA. (6) Zannoni, Eduardo A., "Forma y prueba de los convenios de alimentos" cit., p. 190. (7) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico de los alimentos", 2004, Ed. Astrea, p. 315. (8) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 315, quien cita en este punto a Escribano y Escribano, "Alimentos entre cónyuges", p. 147, y un fallo de la C. Nac. Civ., sala C, 22/9/1987, ED 128-344. (9) Zannoni, Eduardo A., "Forma y prueba..." cit., p. 191; Bossert, Gustavo A., "Régimen..." cit., p. 317. (10) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., ps. 317/318; el fallo plenario aludido corresponde a la C. Civ. Com. Bahía Blanca, 10/7/1997, JA 1998-III-497 Ver Texto , ED 181-506. (11) Zannoni, Eduardo A., "Forma y prueba..." cit., p. 191. (12) C. Civ. y Com. Pergamino, causa 4560, RSD 13-3, "O., M. v. V., O. A. s/cobro de alimentos", sent. del 25/2/2003, base JUBA. (13) C. Nac. Civ., sala E, 26/8/2003, "G., C. I. y otros v. K., E. y otro", LL 2003-E, 822106133, base FANA. (14) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 43831, RSD 326-96, "B., C. A. v. M., O. C. s/incidente resolución cuota alimentaria" Ver Texto , sent. del 28/11/1996, base JUBA. (15) C. Civ. y Com. Pergamino, causa 4560, RSD 13-3, "O., M. v. V., O. A. s/cobro de alimentos", sent. del 25/2/2003, base JUBA; C. Nac. Civ., sala A, 22/6/1999, "L., G. N. y S., C. V. s/divorcio art. 215 CCiv.", ED 184-584, 49639, base FANA. (16) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 3, quien cita en este punto a Zannoni, "Derecho de Familia", t. 1, p. 113. (17) Sup. Corte Bs. As., Ac. 35479, "O., R. v. M., M. s/cesación cuota alimentaria" Ver Texto , sent. del 3/11/1987, AyS 1987-IV-548, DJBA 1987-133, 442, base JUBA; del mismo tribunal, Ac. 81518, "A., S. v. D. C., N. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 28/8/2002, base JUBA; C. Civ. y Com. Trenque Lauquen, 8359, "C. J. E. v. B. L. M. s/alimentos y litisexpensas", sent. del 6/11/1986, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, 94248, RSD 330-00, "S. A. G. v. L. O. J. s/alimentos", sent. del 5/12/2000, base JUBA. (18) C. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, 222961B, RSD 50-96, "B. K., M. S. v. S., A. R. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 12/3/1996, base JUBA. (19) C. Civ. y Com. Trenque Lauquen, causa 11214, RSD 23-53, "P., J. E. v. A., A. D. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 21/4/1994, base JUBA. (20) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 325; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, 95111, RSD 56-1, "B., V. A. y otra s/divorcio vincular", sent. del 13/3/2001, base JUBA. (21) C. Nac. Civ., sala D, 20/3/1984, ED 117-291, n. 207; íd., sala F, 28/10/1993, R.134335, citados por Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 325; C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, 91161, RSI 805-2, "M., N. v. L. Q., O. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 10/9/2002. (22) C. Nac. Civ., sala H, 7/7/1999, JA 2000-II-27 , citado por Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 325. (23) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, 95111, RSD 56-1, "B., V. A. y otra s/divorcio vincular", sent. del 13/3/2001, base JUBA. (24) C. Civ. y Com. Quilmes, sala 2ª, causa 2696, RSD 69-99, "G. de D. S., M. A. s/incidente de incumplimiento de cuota alimentaria en autos `G. de D. S. M. A. v. D. S., L. N. s/alimentos'", sent. del 14/5/1999, base JUBA; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 563 y fallo allí citado: C. Nac. Civ., sala A, 5/4/2001, Rep. ED 35-107, n. 17. (25) C. Civ. y Com. Trenque Lauquen, causa 8359, "C. J. E. v. B. L. M. s/alimentos y litisexpensas" Ver Texto , sent. del 6/11/1986, base JUBA; C. Nac. Civ., sala L, "C., M. R. v. P., R. S.", JA 2000-I-32 , base FANA; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 325. (26) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 94248, RSD 330-00, "S. A. G. v. L. O. J. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 5/12/2000, base JUBA. (27) Méndez Costa, María J., "Aspectos..." cit., en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2001, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 213 y ss., especialmente p. 222. (28) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 394; Méndez Costa, María J., "Aspectos..." cit., p. 222. (29) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 394; Belluscio, Augusto C., "Manual de Derecho de Familia", t. II, 2004, Ed. Astrea, p. 492; Méndez Costa, María J., "Aspectos..." cit., p. 222, entre otros. Cuando a lo largo del desarrollo de este punto citemos a estos autores debe entenderse que la referencia corresponde a las obras y páginas mencionadas en esta nota. (30) Ver los autores citados en la nota precedente. (31) Corte Sup., 11/5/1993, "P., M. R. v. E., N. A." , JA 1995-II-43, con nota de Morello, Augusto M., "El certiorari y los alimentos provisorios en una sentencia dividida de la Corte Suprema". (32) Sup. Corte Bs. As., Ac. 51063, "V., A. M. y otros v. C., H. D. y otro s/alimentos" Ver Texto , 19/9/1995, AyS 1995-III-620 y ss. (33) Sup. Corte Bs. As., Ac. 56590, "L., F. A. v. L., R. H. s/alimentos" Ver Texto , 28/5/1996, DJBA 151-89. (34) Sup. Corte Bs. As., Ac. 56647, "J., L. M. del R. v. F., R. O. s/alimentos" Ver Texto , 17/2/1998, DJJ, año LVII, t. 154, n. 12608, p. 3297 y ss. (35) Sup. Corte Bs. As., Ac. 67275, "S., A. v. D., E. s/incidente de cobro de diferencia de cuota alimentaria" Ver Texto , 10/11/1998, AyS 1998-V-779 y ss. (36) Sup. Corte Bs. As., Ac. 76009, "C., I. M. v. T., A. s/alimentos" Ver Texto , 20/6/2001, base JUBA. (37) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 60148, RSI 50-93, "Y. de M. Z. F. v. M. C. S. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 18/2/1993, base JUBA. (38) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 43787, RSD 35-97, "P., J. N. s/divorcio (art. 67 bis ). Alimentos", sent. del 20/2/1997, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 2ª, causa 108506, RSI 1122-98, "Y. A. M. v. F. s/alimentos", sent. del 23/12/1998, base JUBA. (39) C. Civ. y Com. Trenque Lauquen, causa 8359, "C. J. E. v. B. L. M. s/alimentos y litisexpensas" Ver Texto , sent. del 6/11/1986, base JUBA. (40) C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 2ª, causa 108506, RSI 1122-98, "Y. A. M. v. F. s/alimentos", sent. del 23/12/1998, base JUBA. (41) C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 2ª, causa 106062, RSD 209-98, "A., S. G. v. S., R. E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 30/6/1998, base JUBA. (42) C. Nac. Civ., sala D, "T., E. D. N. v. B., G. C.", 14/5/1998, LL 1998-E-193; C. Nac. Civ., sala H, "S. J., A. B. M. v. G., J. s/alimentos" , 4/6/1998, ED 182-105, LL 1999-B-441, con comentario de Fernández, Susana L. y Scherman, Ida A., "Efectos de la mediación respecto de los alimentos atrasados"; C. Nac. Civ., sala D, "G, S. E. v. R., H. P. s/aumento de cuota alimentaria" , 30/9/1998, ED 182-104; C. Nac. Civ., sala K, "L., A. M. L. v. S., A. A. s/alimentos" , 17/9/1998, ED 182-108; C. Nac. Civ., sala L, "O., L. V. v. B., R. D. s/alimentos-proceso especial", 12/5/1998, ED 182-110; C. Nac. Civ., sala C, "F., M. v. P., I. E. s/alimentos", 1/12/1998, ED 184-53; C. Nac. Civ., sala L, "C., M. R. v. P., R. S.", 4/10/1999, JA 2000-I-32 ; C. Nac. Civ., sala B, "B., S. M. v. L., C. R.", 19/10/1998, JA 2000-I-24 ; C. Nac. Civ., sala I, "A., M. F. v. C., E. E.", 10/8/1999, JA 1999-II-28; C. Nac. Civ., sala K, "M., A. M. y otro v. L., D. A.", 8/3/2004, LL 2004-D-237. (43) C. Nac. Civ., sala I, "C., N. v. R., C. J. s/alimentos" , 9/9/1997, ED 182-106. (44) C. Nac. Civ., sala M, "M. L. de E. v. E." , 29/11/1999, JA 2000-II-30. (45) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 368. (46) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 46; C. Nac. Civ., sala C, "M., L. A. v. F., R. O. s/alimentos" , 12/6/2001, ED 194-220. (47) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 49. (48) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, causa 52895, RSI 555-90, "L. L. v. O. A. s/inc. art. 250 Ver Texto CPCC." Ver Texto , sent. del 11/9/1990, base JUBA; C. Nac. Civ., sala D, "L. de G., S. A. v. G., G. A.", del 12/6/1998, JA 1999-III-41 y LL 1999-C-174; pueden verse, también, la doctrina y la jurisprudencia citadas por Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 370, citas 41 a 43 inclusive. (49) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 42258, RSI 251-92, "E., M. E. v. F., J. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 23/7/1992, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 43849, RSD 181-96, "R. de C., N. E. v. C. de M., S. E. y otro s/alimentos" Ver Texto , sent. del 4/7/1996, base JUBA; C. Civ. y Com. Quilmes, sala 2ª, causa 80, RSI 29-95, "D. G. M. v. G. G. V. s/alimentos por litisexpensas", sent. del 31/3/1995, base JUBA; C. Civ. y Com. Quilmes, sala 2ª, causa 1031, "C. v. G. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 13/5/1997, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 43773, "P., N. M. v. H., L. M. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 10/10/1996, base JUBA; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 370. (50) En lo que hace a los presupuestos de las medidas cautelares es ya harto conocida la mención tripartita elaborada por la doctrina y la jurisprudencia: verosimilitud del derecho, peligro en la demora y contracautela. Por su parte, en lo que hace a los requisitos de procedencia de la tutela anticipada puede recurrirse a algunos proyectos legislativos que contienen esta figura. Así, por ejemplo, el Anteproyecto de Código Procesal Civil y Comercial elaborado para nuestra provincia por los Dres. Roland Arazi, Augusto M. Morello y Mario E. Kaminker subordina la procedencia del anticipo de tutela a la concurrencia de cuatro requisitos: a) "convicción suficiente acerca del derecho invocado", b) urgencia, de modo que "si la medida no se adoptase en ese momento se causaría un daño irreparable al peticionante", c) contracautela y d) que la anticipación no produzca efectos irreparables en la sentencia definitiva (art. 65). (51) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, causa 101474, RSI 330-3, "G., M. v. D. J. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 16/12/2003, base JUBA. (52) C. Civ. y Com. Azul, sala 2ª, causa 48205, RSI 113-2005, "L., M. S. v. G. y L., C. J. y G., R. s/alimentos", sent. del 19/4/2005, s/p. (53) Sup. Corte Bs. As., Ac. 56647, "J., L. M. del R. v. F., R. O. s/alimentos" Ver Texto , 17/2/1998, DJJ, año LVII, t. 154, n. 12608, p. 3297 y ss., voto del Dr. Hitters, al que adhirieron los Dres. Pisano, Laborde y salas; C. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 225972, RSD 360-96, "G., M. del C. v. I., E. A. s/alimentos provisorios" Ver Texto , sent. del 12/11/1996; C. Civ. y Com. San Nicolás, sala 1ª, causa 4430, RSI 868-1, "S. E. B. v. A. I. U. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 27/12/2001, base JUBA; C. Nac. Civ., sala C, "C., C. I. v. A., R. H. s/alimentos", 27/11/1997, ED 179-14; C. Nac. Civ., sala K, "C. T., M. D. v. S., A.", 3/2/2003, LL 2003 D-266. (54) C. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 225972, RSD 360-96, "G., M. del C. v. I., E. A. s/alimentos provisorios" Ver Texto , sent. del 12/11/1996. (55) Ver, en este sentido, el voto del Dr. Hitters -al que adhirieron los Dres. Pisano, Laborde y Salas- en el precedente de la Sup. Corte Bs. As. Ac. 56647, "J., L. M. del R. v. F., R. O. s/alimentos" Ver Texto , 17/2/1998, DJJ, año LVII, t. 154, n. 12608, p. 3297 y ss. (56) C. Civ. Com. Lab. y Paz Letr. Curuzú Cuatiá, 6/10/1998, LL Litoral 1999-1055, citado por Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 370, cita n. 43. (57) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, causa 52895, RSI 555-90, "L. L. v. O. A. s/inc. art. 250 Ver Texto CPCC." Ver Texto , sent. del 11/9/1990, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 102174, RSI 127-4, "S., R. v. C., E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 4/5/2004, base JUBA. (58) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, causa 52895, RSI 555-90, "L. L. v. O. A. s/inc. art. 250 Ver Texto CPCC." Ver Texto , sent. del 11/9/1990, base JUBA; del mismo tribunal, causa 58539, RSI 215-92, "P. de S. C. v. S. R. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 7/5/1992, base JUBA; C. Civ. y Com. Pergamino, causa 2194, RSI 31-97, "O. de P., L. E. v. M. de P., C. s/fijación alimentos provisorios y litis expensas", sent. del 27/2/1997, base JUBA. (59) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 55578, RSI 331-91, "P. de F. S. v. F. C. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 20/6/1991, base JUBA; del mismo tribunal, causa 55166, RSI 183-91, "S. M. L. v. F. O. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 27/8/1991, base JUBA. (60) C. Civ. y Com. Quilmes, sala 2ª, causa 1613, RSI 15-98, "F. A. E. v. A. J. B. s/alimentos", sent. del 26/2/1998, base JUBA; en el mismo sentido puede verse la jurisprudencia citada por Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 368, cita n. 38. (61) Fenochietto, Carlos y Arazi, Roland, "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación comentado y concordado con el Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de Buenos Aires", t. I, 1993, Ed. Astrea, p. 109. (62) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 371. (63) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 102174, RSI 127-4, "S., R. v. C., E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 4/5/2004, base JUBA. (64) C. Nac. Civ., sala A, "R., M. v. G., A.", 11/6/1997, LL 1998-B-207; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 371 y jurisprudencia allí citada. (65) C. 1ª Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, 9/8/1983, causa 36102, s/p, íd., 14/2/1984, causa 37281, s/p, citadas por Fenochietto, Carlos y Arazi, Roland, "Código..." cit., t. III, 1993, Ed. Astrea, p. 237. (66) Morello, Augusto M., Sosa, Gualberto L., Berizonce, Roberto O. y Tessone, Alberto, "Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la provincia de Buenos Aires y de la Nación", t. VII-A, 1999, Librería Editora Platense - Abeledo-Perrot, p. 359. (67) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 42258, RSD 251-92 "E., M. E. v. F., J. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 23/7/1992, base JUBA. (68) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 55578, RSI 331-91, "P. de F. S. v. F. C. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 20/6/1991, base JUBA. (69) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 371 y jurisprudencia allí citada. (70) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 513. (71) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., ps. 513 y 514. (72) Morello, Augusto M., Sosa, Gualberto L., Berizonce, Roberto O. y Tessone, Alberto, "Códigos..." cit., p. 325. (73) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 424. El fallo plenario referenciado corresponde a la C. Nac. Civ., 14/7/1976, JA 1976-III-642 , con nota de Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Intereses y obligación alimentaria". (74) C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, causa 98353, RSI 142-97, "Z. y C., M. v. P., J. C. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 17/4/1997, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, RSD 16-99, "G., A. M. v. V., I. E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 18/2/1999, base JUBA. (75) C. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, RSD 16-99, "G., A. M. v. V., I. E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 18/2/1999, base JUBA. (76) C. Civ. y Com. Quilmes, sala 1ª, causa 5684, RSI 37-3, "C., A. v. R., M. s/ejecución convenio de alimentos", sent. del 13/3/2003, base JUBA. (77) C. Nac. Civ., sala I, "R., M. G. v. P., H. s/ejecución de alimentos" , 18/6/1998, ED 180-173. (78) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 53168, RSI 660-91, "S. B. de H. M. v. H. J. s/alimentos", sent. del 3/5/1991; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 513. (79) En torno al humanismo procesal puede verse el excelente trabajo de Berizonce, Roberto O. "Solidarismo y humanización del proceso", en "Problemática actual del Derecho Procesal", 1971, Ed. Platense, libro homenaje a Amílcar A. Mercader, coord. por Morello, Augusto M., p. 243 y ss. (80) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 55608, RSI 697-91, "L. de C. S. v. C. B. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 12/11/1991; del mismo tribunal, causa 60148, RSI 50-93, "Y. de M. Z. F. v. M. C. S. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 18/2/1993; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., ps. 514 y 515. (81) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 515 y doctrina y jurisprudencia mencionadas en la cita n. 6; en idéntico sentido, C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 55608, RSI 697-91, "L. de C. S. v. C. B. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 12/11/1991. (82) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 514. (83) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 518. (84) C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 1ª, causa 79986, RSI 142-91, "G. de V., N. v. V., C. s/divorcio - incidente de aumento de cuota alimentaria" Ver Texto , sent. del 2/4/1991. (85) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, causa 64723, RSI 685-94, "C., R. v. B., S. E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 22/11/1994, base JUBA. (86) C. Civ. y Com. San Nicolás, sala 1ª, causa 3342, RSI 711-00, "F. de P., M. B. v. P., J. M. s/alimentos", sent. del 10/10/2000, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 1ª, causa 118818, RSI 629-2, "H. F. v. A. J. s/alimentos", sent. del 16/5/2002, base JUBA, y, del mismo tribunal, causa 125436, RSI 545-4, "B., M. v. A., J. s/alimentos", sent. del 1/4/2004, base JUBA; Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 549. (87) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 426, quien cita en este punto a Garrido y Andorno, "Las obligaciones alimentarias y los intereses moratorios", Zeus 1976D-47 a 80, y diversa jurisprudencia. (88) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 516. (89) C. Civ. y Com. Quilmes, sala 1ª, causa 5684, RSI 37-31, "C., A. v. R., M. s/ejecución convenio de alimentos", sent. del 13/3/2003, base JUBA. (90) Sup. Corte Bs. As., Ac. 55828, "C. M. v. C., R. s/cobro de alimentos", 9/2/1999, AyS 1999-I-23 y ss. (91) C. Nac. Civ., en pleno, 27/7/1954, LL 75-737. Puede consultarse la excelente reseña de los antecedentes y del plenario mismo que realiza Novellino, Norberto J. "Los alimentos y su cobro judicial", 2002, Ed. Nova Tesis, p. 50 y ss. (92) Sup. Corte Bs. As., "C. de S., M. N. v. S. M.", 4/8/1953, LL, t. 72, p. 49. (93) Puede consultarse, con relación a este punto, la excelente reseña de los antecedentes de la Suprema Corte y de otros tribunales que realiza el ministro Dr. Pettigiani en sus votos en las siguientes causas: Sup. Corte Bs. As., Ac. 56647, "J., L. M. del R. v. F., R. O. s/alimentos" Ver Texto , 17/2/1998, DJJ, año LVII, t. 154, n. 12608, p. 3297 y ss., especialmente pto. VI (p. 3301) y ss.; Sup. Corte Bs. As., Ac. 67275, "S., A. v. D., E. s/incidente de cobro de diferencia de cuota alimentaria", 10/11/1998, AyS 1998-V-779 y ss. , especialmente p. 785 y ss. Con posterioridad a esos pronunciamientos esa doctrina fue reiterada en el ac. 81770, sent. del 5/3/2003, con voto preopinante del Dr. Negri (sin disidencias). Puede consultarse el texto completo en la base JUBA. (94) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 42709, RSD 128-93, "L., A. L. v. L., A. E. s/alimentos", sent. del 13/5/1993, base JUBA; C. Civ. y Com. de San Isidro, sala 2ª, causa 54640, RSI 287-91, "K. de M. V. v. M. H. s/alimentos", sent. del 28/5/1991, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 1ª, causa 71933, RSI 951-89, "B., I. E. v. C., F. A. s/incidente de ejecución de alimentos", sent. del 9/11/1998, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 2ª, causa 72506, RSD 90-89, "B., E. B. v. T., M. A. s/alimentos", sent. del 18/4/1989, base JUBA, y, del mismo tribunal, causa 108506, RSI 1122-98, "Y. A. M. v. F. s/alimentos", sent. del 23/12/1998, base JUBA; C. Civ. y Com. Morón, sala 2ª, causa 33231, RSI 30-95, "R. de O., C. R. v. O. R. E. s/alimentos", sent. del 28/2/1995, base JUBA; C. Civ. y Com. San Martín, sala 1ª, causa 27608, RSD 00000, "P., D. v. C. B. s/homologación de convenio", sent. del 10/5/1990, base JUBA; C. Civ. y Com. Pergamino, causa 4560, RSD 13-3, "O., M. v. V., O. A. s/cobro de alimentos", sent. del 25/2/2004, base JUBA. (95) C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, causa 98474, RSI 215-97, "A. de G., D. E. v. G., O. s/alimentos", sent. del 15/5/1997, base JUBA; del mismo tribunal, causa 98710, RSI 312-97, "R., M. E. v. G., J. C. s/alimentos", sent. del 24/6/1997, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 93820, RSD 218-1, "C. de N., A. v. N., P. s/aumento de cuota alimentaria", sent. del 30/8/2001, base JUBA. (96) C. Civ. y Com. Quilmes, sala 1ª, causa 5684, RSI 37-31, "C., A. v. R., M. s/ejecución convenio de alimentos", sent. del 13/3/2003, base JUBA. (97) Sup. Corte Bs. As., Ac. 67275, "S., A. v. D., E. s/incidente de cobro de diferencia de cuota alimentaria" Ver Texto , 10/11/1998, AyS 1998-V-779 y ss. (98) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 89250, RSD 198-98, "F., L. A. s/divorcio vincular por presentación conjunta", sent. del 7/8/1998, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, causa 95058, RSD 287-00, "M. de Y., M. R. y otro s/divorcio vincular", sent. del 30/11/2000, base JUBA; C. Civ. y Com. San Martín, sala 1ª, causa 54424, RSD 80-4, "L. N. v. B., M. s/ejecución de convenio", sent. del 23/3/2004, base JUBA; C. Civ. y Com. Quilmes, sala 1ª, causa 5684, RSI 37-3, "C., A. v. R., M. s/ejecución convenio de alimentos", sent. del 13/3/2003. (99) C. Nac. Civ., sala I, "B., S. E. v. P., J. L.", 13/4/2000, JA 2001-II-51 . (100) A quien quiera profundizar esta interesantísima cuestión recomendamos especialmente la obra de Montero Aroca, Juan, "El Derecho Procesal en el siglo XX", 2000, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia. (101) De Miguel y Alonso, Carlos, "La crisis de la justicia civil y su proyección supranacional", en el I Congreso de Derecho Procesal de Castilla y León, denominado "Crisis de la justicia y reformas procesales", 1998, Centro de Publicaciones del Ministerio de Justicia de España, Madrid, p. 198. (102) Al respecto puede verse De Miguel y Alonso, Carlos, "La crisis..." cit., ps. 203 y 204, fundamentalmente cita n. 8, en la cual se transcriben los temarios de todos los congresos internacionales de Derecho Procesal, desde el celebrado en Florencia en 1950 hasta el celebrado en Utrech en 1987; en el mismo sentido, Carballo Piñeiro, Laura, "Ejecución de condenas de dar", 2001, Ed. José María Bosch, Barcelona, p. 31, fundamentalmente cita n. 48; y también López Muñoz y Larraz, Gustavo, "Justicia tardía no es justicia", en Revista General de Legislación y Jurisprudencia, año 1981, n. XXXIII, p. 5. (103) Díez-Picazo, Luis, "Notas sobre el derecho a la tutela judicial efectiva", en revista Poder Judicial, n. 5, 1987, Consejo General del Poder Judicial, p. 5. (104) En este punto puede advertirse un corrimiento del lenguaje, ya que si bien la Constitución española se refiere a la tutela judicial "efectiva", esta frase ha sido invariablemente ligada al tema de la eficacia de los procesos. Sin embargo, ello no debe sorprendernos, ya que sólo un proceso eficaz puede conducir a una tutela judicial efectiva. (105) Carballo Piñeiro, Laura, "Ejecución..." cit., p. 25, especialmente nota al pie 35. (106) Morello, Augusto M., "El proceso justo. Del garantismo formal a la tutela efectiva de los derechos", 1994, Librería Editora Platense - Abeledo-Perrot, p. 286. (107) Carballo Piñeiro, Laura, "Ejecución..." cit., p. 13. (108) Carballo Piñeiro, Laura, "Ejecución..." cit., p. 13; en el mismo sentido, Perrot, Roger, "La eficacia del proceso civil en Francia", en AA.VV., "Para un proceso civil eficaz", 1982, Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, p. 181 y ss., especialmente p. 195, y, en la misma obra colectiva, Serra Domínguez, Manuel, "Balance positivo de la Ley de Enjuiciamiento Civil", p. 229 y ss., especialmente p. 253; Ramos Méndez, Francisco, "La eficacia del proceso", en revista Justicia, año 1982, n. 2, Librería Bosch, Barcelona, p. 107 y ss., especialmente p. 110. (109) Puede verse Morello, Augusto M., con la colaboración de Kaminker, Mario E. y Campitelli, Carlos, "Liquidaciones judiciales", 2000, Librería Editora Platense, especialmente caps. 1, "El cumplimiento de la sentencia como manifestación efectiva del proceso justo", y 3, "El deber del deudor de información patrimonial en el proceso de ejecución". (110) C. Civ. y Com. Azul, sala 2ª, causa 47809, RSI 329-04, "Banco Finansur S.A. v. Quintana, Jorge A. y otra s/cobro ejecutivo" Ver Texto , sent. del 21/9/2004, s/p. (111) Por ejemplo, la obra de Belluscio, Claudio A. "Incumplimiento alimentario respecto de los hijos menores", 2002, Ed. La Rocca. (112) Fenochietto, Carlos E. y Arazi, Roland, "Código..." cit., t. III, p. 648. (113) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 41276, RSD 78-90, "B., A. v. B., C. A. s/ejecución de sentencia de alimentos" Ver Texto , sent. del 5/4/1990, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, causa 98273, RSI 127-97, "N., A. M. v. D., A. O. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 15/4/1997, base JUBA; del mismo tribunal, causa 98386, RSI 211-97, "V., M. E. v. F., A., s/ejecución de alimentos" Ver Texto , sent. del 15/5/1997, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 44352, RSD 148-98, "D. O., M. J. P. v. A., C. H. s/alimentos", sent. del 16/6/1998, base JUBA; del mismo tribunal, causa 94248, RSD 330-00, "S. A. G. v. L. O. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 5/12/2000, base JUBA; C. Nac. Civ., sala C, "L., M. B. v. B., P. D. s/ejecución de alimentos", ED 194-305. (114) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 429. (115) Donato, Jorge D., "Juicio ejecutivo", 2001, Ed. Universidad, p. 665. (116) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 44099, RSI 148-97, "C., R. A. v. V., A. M. s/alimentos", sent. del 29/4/1997. (117) Bossert, Gustavo A., "Régimen jurídico..." cit., p. 429. (118) Fenochietto, Carlos E. y Arazi, Roland, "Código..." cit., t. II, p. 626. (119) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 44352, RSD 148-98, "D. O., M. J. P. v. A., C. H. s/alimentos", sent. del 16/6/1998, base JUBA; del mismo tribunal, A. 42208, RSD 19192, "S., A. G. y otro v. s/divorcio (art. 67 bis ) s/incidente sobre alimentos" Ver Texto , sent. del 30/6/1992, base JUBA; C. Nac. Civ., sala E, "S., E. y otro v. D., M. s/alimentos", 14/4/1997, ED 177-149; C. Nac. Civ., sala K, "S., S. L. y otro v. M., V. M.", 30/11/2001, LL 2002-B; del mismo tribunal, "M., S. M. v. S., A. G.", 10/12/2002, LL 2003-A-594. (120) C. Nac. Civ., sala C, "M. de P., E. v. P., A. s/divorcio 67 bis" , 14/12/1995, ED 167562, comentado por Capparelli, Julio C.; del mismo tribunal, "C., C. I. v. A., R. H. s/alimentos", 26/2/2001, ED 192-541. (121) C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, Ac. 77791, RSI 8-87, "J. y A. s/divorcio (art. 67 bis )", sent. del 20/3/1987, base JUBA; C. Civ. y Com. Pergamino, causa 1701, RSI 236-96, "G., N. M. v. G., C. A. s/ejecución cuota alimentaria", sent. del 10/10/1996, base JUBA; del mismo tribunal, causa 3060, RSI 226-00, "S., A. A. v. P., F. N. s/alimentos provisionales", sent. del 26/9/2000, base JUBA; del mismo tribunal, causa 4560, sent. del RSD 13-3, "O., M. v. V., O. A. s/cobro de alimentos", sent. del 25/2/2003, base JUBA; C. Nac. Civ., sala I, "R., M. G. v. P., H. s/ejecución de alimentos" , 18/6/1998, ED 180-173; C. Nac. Civ., sala M, "C., G. v. S., A." , 28/2/2001, LL 2001-D-121; C. Nac. Civ., sala K, "M., S. M. v. S., A. G.", 10/12/2002, LL 2003-A-594; del mismo tribunal, "M. del V. de G. v. G., J. C.", 5/9/2002, LL 2002-F-9. (122) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, causa 55478, RSI 169-92, "S. G. v. M. O. s/divorcio" Ver Texto , sent. del 31/3/1992, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, causa 90993, RSD 216-99, "F., R. J. y otra s/divorcio vincular" Ver Texto , sent. del 23/9/1999, base JUBA. (123) C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, causa 97795, RSI 14-97, "M., M. v. F., N. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 11/2/1997, base JUBA. (124) C. Nac. Civ., sala E, "G., B. A. v. G., A. M.", 12/10/1999, JA 2000-III-34 . (125) C. Nac. Civ., sala M, "C., G. v. S., A." , 28/2/2001, LL 2001-D-121. (126) C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 41172, RSD 276-89, "O., J. M. y otra s/divorcio art. 67 bis " Ver Texto , sent. del 21/11/1989, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 96332, "A., C. H. s/inc. de disminución cuota alimentaria en autos D. O. M. v. A. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 6/7/2001, base JUBA. (127) Sup. Corte Bs. As., Ac. 82396, "B., M. v. A., J. s/alimentos recurso de queja", sent. del 15/12/2001, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 2ª, A. 43416, RSI 518-94, "A., N. v. H., C. R. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 13/12/1994, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala 1ª, causa 71486, RSI 166-89, "R. R. de G., Z. v. G., V. s/incidente de disolución de sociedad conyugal" Ver Texto , sent. del 9/3/1989, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, causa 99392, RSI 517-97, "E., M. de los A. v. V., J. A. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 7/10/1997, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 94248, RSD 330-00, "S. A. G. v. L. O. J. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 5/12/2000, base JUBA; del mismo tribunal, A. 96332, "A., C. H. s/incidente de disminución de cuota alimentaria en autos: D. O., M. v. A. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 6/7/2001, base JUBA; A. 98248, "De O., M. P. J. P. v. A., C. H. s/alimentos cuadernillo apelación", sent. del 10/12/2002, base JUBA. (128) Efectuamos este reparo pues entendemos que el art. 376 CCiv. debe armonizarse con el principio general del abuso del derecho (art. 1071 CCiv.). Piénsese, por ejemplo, en un pariente alimentado que por cualquier circunstancia ha mejorado notablemente de fortuna y niega tal circunstancia en el marco del incidente del cese o reducción de cuota alimentaria. En tal caso entendemos que sería notoriamente injusto denegar el pedido de repetición de las cuotas abonadas desde que se reclamó tal cese, pues en tal supuesto la suma percibida no cumpliría realmente con la función prevista en el art. 376 CCiv., es decir, no sería necesaria para la subvención de las necesidades básicas del pseudoalimentado. (129) C. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 2ª causa 209635, RSI 302-91, "A. de A., M. N. v. A., O. E. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 27/6/1991, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 2ª, A. 43295, RSI 359-94, "F., J. del C. v. G., E. S. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 1/9/1994, base JUBA; C. Civ. y Com. Trenque Lauquen, causa 8248, "P. P. J. v. P. P. s/alimentos" Ver Texto , sent. del 25/9/1986, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 94363, RSD 301-2, "De O., M. J. P. v. A., C. H. s/alimentos", sent. del 10/12/2002, base JUBA. (130) C. Civ. y Com. San Nicolás, sala 1ª, causa 981510, RSI 430-98, "A. M. A. v. I. G. A. s/alimentos", sent. del 3/9/1998, base JUBA; C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, causa 115232, "N. J. C. v. C. M. I. s/incidente de modificación de cuota alimentaria", RSI 129000, base JUBA; C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, A. 98248, "De O., M. P. J. P. v. A., C. H. s/alimentos cuadernillo apelación", sent. del 10/12/2002, base JUBA. (131) Sup. Corte Bs. As., Ac. 81770, "V., D. v. P., L. s/incidente de ejecución", sent. del 5/3/2003, base JUBA, DJBA 165-222; C. Nac. Civ., sala I, "G., M. v. T., J.", 29/5/1997, LL 1997-F-55; C. Nac. Civ., sala I, "B., S. E. v. P., J. L." , 13/4/2000, JA 2001-II-51; C. Nac. Civ., sala A, "M., Z. G. v. E., F. J." , 12/5/1998, LL 1998-F-144. (132) Sup. Corte Bs. As., Ac. 81770, "V., D. v. P., L. s/incidente de ejecución", sent. del 5/3/2003, base JUBA, DJBA 165-222.