Retiro - Salesianos

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RETIRO COMUNIDADES SALESIANAS ENERO 2015
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Volver a Don Bosco para llegar a ser
Don Bosco para los jóvenes de hoy
Retiro espiritual para comunidades salesianas
Juan Manuel Ruano, sdb
RETIRO COMUNIDADES SALESIANAS ENERO 2015
"VÓLVER A DON BOSCO PARA LLEGAR A SER DON BOSCO
PARA LOS JÓVENES DE HOY"
Juan Manuel Ruano sdb.
“El Señor nos ha dado a Don Bosco como padre y maestro. Lo
estudiamos e imitamos admirando en él una espléndida armonía entre
naturaleza y gracia. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo,
estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno
de los dones del Espíritu Santo, vivía como si viera al Invisible. Ambos aspectos
se fusionaron en un proyecto de vida fuertemente unitario: el servicio a los
jóvenes. Lo realizó con firmeza y constancia, entre obstáculos y fatigas, con la
sensibilidad de un corazón generoso: ‘No dio un paso, ni pronunció palabra, ni
acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Lo
único que realmente le interesó fueron las almas’” (C 21)
1. VOLVER A DON BOSCO PARA VOLVER A JESUCRISTO
"Nuestra regla viviente es Jesucristo, el Salvador anunciado en el Evangelio,
que hoy vive en la Iglesia y en el Mundo, y a quien nosotros descubrimos presente en
Don Bosco” (C 196). Esta afirmación de las Constituciones expresa en síntesis la
vocación del salesiano: apóstol del Padre, configurado a Jesucristo y que da la vida
por los jóvenes, como Don Bosco.
Toda vida interior está comprometida en trabajar para que la opción por Dios
sea la norma de todas las opciones, la fuerza orientadora para todas las actividades y
la dimensión profunda que da sentido a toda experiencia.
Don Bosco fundador es modelo y es norma de vida. En Don Bosco y en el
proyecto constitucional salesiano emergen los elementos que definen ese estilo
original de vida y de acción apostólica. Cada salesiano lleva dentro de sí una imagen
de Don Bosco, que ha ido madurando a lo largo de los años, a través de la
experiencia, lecturas, meditación.
Las Constituciones nos determinan la clase de relación con Don Bosco: "Padre
y Maestro" (C 21). La formación permanente es un don, una gracia personal y
comunitaria de encuentro con Don Bosco. En el título de PADRE nos engendra en el
seguimiento de Cristo y para los jóvenes. Con el título de MAESTRO nos apunta al
arte de enseñar, de hacerse comprender, de hablar con el lenguaje del corazón, de
comunicar con vida. Alude al hecho de que nosotros lo hemos seguido dejándonos
guiar de su experiencia y, a través de él, hemos querido seguir a Jesús Maestro.
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Padre y Maestro es una expresión que nos conduce a dos actitudes: "lo
estudiamos e imitamos admirándole". "Volver a Don Bosco" supone el compromiso de
conocerlo en profundidad, desde la reflexión, la interpelación. Admirarlo es
contemplarle, sentirse atraído por él, mirarle con el corazón, comprenderle por amor.
Con Don Bosco, en cada hermano, en cada comunidad salesiana, Dios quiere
regalar a los jóvenes el amor que Él siente por ellos.
2. ¿QUÉ SIGNIFICA VOLVER A DON BOSCO HOY?
Volver a Don Bosco significa: tenerle como guía seguro para caminar
siguiendo a Cristo con una pasión ardiente por Dios y por los jóvenes, sobre todo los
más pobres
Volver a Don Bosco significa: estudiarlo, amarlo, imitarlo, invocarlo y hacerlo
conocer, aplicándose al conocimiento de su historia y al estudio de los orígenes de la
Congregación, en constante escucha de las esperanzas de los jóvenes y de las
provocaciones de la cultura actual. La riqueza de las fuentes y de los estudios
salesianos que ahora tenemos disponibles nos permite profundizar las motivaciones
que le llevaron a determinadas opciones, las metas y los proyectos que gradualmente
se fueron concretando en su acción, la síntesis original de pedagogía y pastoral que él
logró inspirándose en San Francisco de Sales.
Volver a Don Bosco significa: profundizar las múltiples expresiones de la
transmisión del carisma en los contextos culturales de los diversos países y valorar la
aportación de la experiencia vital de tantas generaciones de salesianos, entre los que
sobresalen algunas figuras luminosas de santidad.
Volver a Don Bosco significa: "estar en el patio", es decir, estar con los
jóvenes, especialmente los más pobres, para descubrir en ellos la presencia de Dios e
invitarlos a abrirse a su misterio de amor.
Volver a Don Bosco significa: hacer nuestra su experiencia en Valdocco,
donde crea un ambiente de familiaridad, de fuerte valor espiritual, de compromiso
apostólico y de acompañamiento espiritual, sostenido por un inmenso amor a la Iglesia
y al mundo.
Volver a Don Bosco significa: manifestar la belleza, la actualidad y la
variedad de nuestra vocación salesiana, una vida entregada por entero a Dios en el
servicio a los jóvenes, que vale la pena ser vivida.
Volver a Don Bosco significa: vivir la propia vida y ayudar a comprender la
vida de los demás como vocación y misión. Todo como un gran don vivido en la
centralidad de Dios, en la fraternidad entre los consagrados y en la entrega a los
jóvenes más pobres y necesitados.
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3. ¿QUE SIGNIFICA LLEGAR A SER DON BOSCO PARA LOS JÓVENES HOY?
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy, a través del testimonio y la
acción de una comunidad que vive su espíritu animada por la misma pasión
apostólica.
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy, recomendando a todos los
salesianos que vuelvan a los jóvenes con alegría en su vida cotidiana,
comprometiéndose a escuchar sus llamadas, a conocer su mundo, a animar su
protagonismo, a despertar su sentido de Dios y a proponerles itinerarios de santidad
según la espiritualidad salesiana.
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy afrontando con audacia los
desafíos juveniles y dando respuestas valientes a las crisis de educación de nuestro
tiempo, realizando un vasto movimiento de fuerzas en beneficio de la juventud.
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy, siendo conscientes y haciendo
palpable la centralidad de los consagrados en la realización de la misión salesiana.
Esta ha sido la convicción y la experiencia de Don Bosco.
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy, creando, como en Valdocco,
una cultura vocacional caracterizada por la búsqueda del sentido de la vida, en el
horizonte de la trascendencia, sostenida e impulsada por valores profundos, con
carácter de proyectualidad, hacia una cultura de la fraternidad y de la solidaridad
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy, asegurando el
acompañamiento a través de calidad de la vida personal, la educación al amor y a la
castidad, la responsabilidad hacia la historia, la iniciación a la oración y al compromiso
apostólico.
Don Bosco vuelve entre los jóvenes de hoy, haciendo del Movimiento
Juvenil Salesiano un lugar privilegiado para un camino de discernimiento vocacional:
en él los jóvenes experimentan y manifiestan una corriente de comunión en torno a la
persona de Don Bosco y a los valores de su pedagogía y de la Espiritualidad Juvenil
Salesiana, desarrollan el voluntariado y maduran proyectos de vida.
4. EL SALESIANO QUE DIOS REGALA HOY A LOS JÓVENES.
«Creemos que Dios nos está esperando en los jóvenes para ofrecernos la
gracia del encuentro con él y disponernos a servirle en ellos». Esta profesión de fe del
CG 23 (nº 95) indica la encrucijada de la vida espiritual del salesiano. Dios le fija una
cita y se deja descubrir en el encuentro educativo con los jóvenes. Por esto, el primer
Oratorio ha sido experiencia espiritual y educativa, pedagogía realista de santidad
para el educador y el educando. La vocación salesiana lleva a vivir «la aspiración a la
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santidad mediante la labor pedagógica», a realizar «la perfección de la caridad
educando». El intercambio entre educación y santidad es el aspecto característico de
la figura de Don Bosco. Él realiza su santidad personal en la acción educativa vivida
con celo y corazón apostólico.
También hoy el salesiano, reviviendo la experiencia espiritual de Don Bosco,
en la espiritualidad de lo cotidiano y del patio, se convierte en hombre espiritual
que posee el sentido de Dios. La misión del salesiano no se identifica simplemente
con la actividad o la acción externa; más bien esta debe ser una verdadera
experiencia espiritual. No es él quien va a los jóvenes.
Es el Padre, que lo consagra y lo envía como su colaborador y apóstol de los
jóvenes, quien está ya trabajando mediante su Espíritu, y lo compromete en su
proyecto sobre ellos. La finalidad de su misión - llevar el amor de Dios a los jóvenes
- hace que en toda su persona y en toda su acción, con desapego de sí mismo y con
la humildad del servidor, él se concentre sobre sus dos polos de referencia, Cristo
vivo y la juventud, para que ellos puedan encontrarse.
Justamente porque se trata de una experiencia espiritual que nace, vive y se
nutre en la acción apostólica, el salesiano sabe obrar en sí mismo y en su acción
educativa una verdadera síntesis entre educación y evangelización, entre promoción
humana y compromiso evangélico, entre fe y cultura, entre trabajo y oración.
De aquí algunas actitudes que el salesiano cultiva incesantemente:
- trabaja entre los jóvenes con verdaderas motivaciones sobrenaturales,
superando el nivel de las inclinaciones y de las preferencias naturales;
- reaviva la experiencia teologal y espiritual de la misión: se siente enviado por
el Padre para cumplir su plan de salvación; cultiva la disponibilidad del Hijo de cuyo
amor es signo y portador; queda abierto al Espíritu Santo que llena su corazón con la
caridad pastoral y anima todos sus esfuerzos;
- vive con entusiasmo la experiencia de la misión de la Congregación,
es decir, el servicio a los jóvenes con el método de Don Bosco, participando, de este
modo, en la misión de la Iglesia;
- se habitúa a mirar la realidad juvenil con la actitud del Buen Pastor; percibe
en las necesidades de los jóvenes la urgencia de la salvación y la demanda de
intervención; hace un camino espiritual con ellos, ayudándolos mediante los
sacramentos, la dirección espiritual y el discernimiento;
- somete su trabajo a las leyes que llamamos "apostólicas": sabe que debe
trabajar con competencia, pero cuenta, ante todo, con la fuerza de Dios, ora
intensamente y se manifiesta modesto en los éxitos, no pide ver los resultados, más
bien se confía a la fecundidad que Dios le da;
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- acepta las renuncias que acompañan su trabajo y cree en el valor misterioso
del sufrimiento: valora positivamente las mediaciones y las estructuras de la vida
apostólica, sabe obedecer de corazón, es capaz de colaboración y de compartir el
trabajo apostólico, practica la templanza y rehúye las comodidades y el superfluo
bienestar.
CONCLUSIÓN
Volver a Don Bosco nace ante todo de una necesidad de volver al Espíritu de
Dios que suscitó a Don Bosco para ser entre los jóvenes el misionero de su amor. A
los jóvenes debemos los salesianos que Dios haya puesto su mirada en cada uno de
nosotros. El grito de los jóvenes fue la razón por la que Dios nos miró y nos llamó, y si
esta mirada y llamada la consideramos la mayor alegría que podemos tener, a ellos se
lo debemos. Por eso con Don Bosco podemos exclamar: "Hasta mi último aliento es
para vosotros mis queridos jóvenes". Ellos son la razón de nuestro vivir.
Para LA MEDITACIÓN PERSONAL
Ofrecemos también esta sencilla ficha que nos pueda ayudar a la oración siguiendo
los pasos que se indican a modo de lectio divina.
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DE LA CARTA DE ROMA (1884)
1.- Rezo: Pido el don de
comprender el texto de la carta de
Don Bosco desde Roma.
2.- Recuerdo algunos hechos vividos en mi
vida y que me recuerdan mi entrega
desinteresada a los jóvenes.
3.- Leo el texto entresacado de la carta de Roma. Después, contemplo y subrayo.
4. Describo lo que mis ojos ven en
los distintos ambientes en lo que
me muevo: Oratorio-CJ, Colegio,
Parroquia, Plataformas sociales,…
5. ¿Qué me pide Don Bosco, a mí y a la
comunidad, para crear un clima de
confianza y familiaridad entre los jóvenes a
los que hemos sido enviados?
“Entonces Valfré me mostró todos los jovencitos con el mismo semblante, edad y
estatura de aquel tiempo. Me parecía estar en el antiguo oratorio en la hora de
recreo. Era una escena llena de vida, movimiento y alegría. Quién corría, quién
saltaba, quién hacía saltar a los demás; quién jugaba a la rana, quién a bandera,
quién a la pelota. En un sitio había reunido un corrillo de muchachos pendientes de
los labios de un sacerdote que les contaba una historia; en otro lado había un
clérigo con otro grupo jugando al burro vuela o a los oficios. Se cantaba, se reía
por todas partes; y por doquier, sacerdotes y clérigos; y alrededor de ellos,
jovencitos que alborotaban alegremente. Se notaba que entre jóvenes y superiores
reinaba la mayor cordialidad y confianza. Yo estaba encantado con aquel
espectáculo. Valfré me dijo: - Vea, la familiaridad engendra afecto, y el afecto,
confianza. Esto es lo que abre los corazones, y los jóvenes lo manifiestan todo sin
temor a los maestros, asistentes y superiores. Son sinceros en la confesión y fuera
de ella, y se prestan con facilidad a todo lo que les quiera mandar aquel que saben
que los ama”.
6.- ¿Qué llamadas el Padre me hace hoy a través de este texto, y qué
compromiso o compromisos me invita a tomar hoy a través de él?
7
7.- Plegaria. Dialogo con Jesús pidiendo,
dando gracias,…
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LECTURA SALESIANA:
(Tomado de “El proyecto de vida de los salesianos de Don Bosco”, Ed. CCS,
Roma 1987 2ª ed., p. 258-265)
CONSTITUCIONES ART. 21 - DON BOSCO, NUESTRO MODELO
El Señor nos ha dado a Don Bosco como padre y maestro.
Lo estudiamos e imitamos admirando en él una espléndida armonía entre
naturaleza y gracia. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo,
estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno de
los dones del Espíritu Santo, vivía como si viera al Invisible1.
Ambos aspectos se fusionaron en un proyecto de vida fuertemente unitario: el
servicio a los jóvenes. Lo realizó con firmeza y constancia, entre obstáculos y
fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso: “No dio paso, ni pronunció
palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la
juventud. Lo único que realmente le interesó fueron las almas”2.
El artículo 21 de nuestras constituciones concluye el capítulo segundo que tiene
por título “El Espíritu Salesiano”, representando de esta manera su cumbre y síntesis.
Afirma que el espíritu salesiano se encarna en el Fundador y que para vivirlo
necesitamos referirnos a su ejemplo: Don Bosco es el padre y el maestro que nos dio el
Señor; es nuestro modelo.
Todo fundador es fruto de la vida y santidad de la Iglesia3, modelado por el
Espíritu Santo como ejemplo para otros hermanos, a quienes repite con el Apóstol:
"Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo" (1Cor 11, 1). Don Bosco es nuestro
modelo en cuanto que reproduce, como imagen viva, a Cristo.
El uso de modelos en la cultura contemporánea, por lo demás siempre real en la
tradición de la Iglesia, es una necesidad muy sentida. Los ideales se comunican no por
medio de conceptos, sino con ejemplos.
Don Bosco, en cuanto modelo de espíritu salesiano, procede del misterio de Dios
y a él se refiere: funciona, por tanto, de modo vivo, misterioso, y tiene un valor
pedagógico grande. Su vida, más que nuestras palabras, puede expresar lo
inexpresable. Nuestra descripción del espíritu salesiano se dirige a la comprensión,
mientras que su vida apela a la imitación. Su ejemplo está siempre ante el alma del
salesiano y ante la comunidad, a fin de que asimilen poco a poco sus rasgos, fisonomía
y estilo de vida: nos hacemos sus imitadores. Don Bosco sigue ejerciendo sobre
nosotros una atracción que, al desarrollarse con el estudio y la búsqueda, se convierte
en amor, transformación y renovación.
1Hch
11, 27.
MIGUEL RÚA, Lettere; 24 de agosto de 1894.
3 Cf. LG 45-46.
2
8
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Así, Don Bosco vuelve a nosotros: su vida continúa siendo una llamada; aunque
la perspectiva histórica de su época ha cambiado y, por tanto, no se identifica con la
nuestra, para nosotros es siempre profeta, inspirador y señal en el camino.
Sabemos, en fin, que, por la comunión de los santos, está presente en la Iglesia
y en la Congregación, y su santidad e intercesión se proyectan fecundas en el tiempo.
El Señor nos ha dado a Don Bosco como padre y maestro
Esta afirmación, nos ayuda a ver en Don Bosco la síntesis vital del espíritu
salesiano. Recordemos, con el Capítulo General Especial, que no se trata de un Don
Bosco abstracto, fuera de la realidad, sino de un "Don Bosco vivo, actuando entre sus
muchachos a lo largo de toda su vida apostólica"4. Este Don Bosco es criterio
permanente de la fidelidad dinámica del salesiano, fuente perenne de inspiración y de
reflexión5.
Detengámonos unos instantes en su figura de padre y maestro, que se agiganta
a medida que nos alejamos en el tiempo.
• La imagen de padre hace referencia a la misteriosa paternidad divina, que se
revela en el don de la vida y de la filiación divina recibida en el bautismo, pero que se
modela también sobre la figura sencilla y humana del padre de familia. Ambas sugieren
al salesiano y a la comunidad benevolencia, atención, disponibilidad, perdón.
Durante toda su vida, Don Bosco demostró siempre tener corazón de padre.
Decía a sus salesianos: "Sea cualquiera la parte del globo donde os encontréis, y por
muy remota que esté, no olvidéis que aquí, en Italia, tenéis un padre que os ama en el
Señor"6. Recordad la angustiosa llamada de atención de la carta de Roma (año 1884):
"¿Sabéis lo que desea de vosotros este pobre anciano que ha consumido toda la vida
por sus queridos jóvenes? ... Que vuelvan (...) los días del amor y la confianza entre
jóvenes y superiores, los días del espíritu de condescendencia y mutua tolerancia por
amor a Jesucristo, los días de los corazones abiertos con total sencillez y candor, los
días de la caridad y la verdadera alegría para todos"7.
El salesiano no puede olvidar que la especial "vivencia de Espíritu Santo"8 que
es el don de la vocación salesiana, le ha sido transmitida, por disposición providencial
de Dios, precisamente por medio de Don Bosco, como una nueva comunicación del
Evangelio, una fisonomía propia de actuación en la Iglesia. El Fundador lo inició y como
engendró para este nuevo modo de seguir a Cristo, y acompañó con sacrificios
inmensos a la naciente Congregación. Don Bosco es, de verdad, el padre de nuestra
vocación.
• La imagen de maestro evoca su capacidad de reproducir algunos rasgos del
maestro divino, Jesús, su guía desde el primer sueño, el de los nueve años, y algunas
características de la Virgen María, su maestra9. De ellos aprendió Don Bosco la bondad
y el arte de enseñar a los jóvenes el camino de la salvación, haciéndoles comprender
cuánto los quiere Dios.
4
CGE 195.
el documento del Capitulo General Especial: Don Bosco en el oratorio, criterio permanente de renovación de la acción salesiano, CGE 192 ss.
6 MB XI, 387.
7Cf. MBXVII, 107-114. Está también en el Apéndice de las Constituciones de 1984, págs. 255.
8 MB 11.
9 Cf. MB I, 123.
5Véase
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No podemos olvidar la capacidad de comunicación que tuvo Don Bosco maestro,
su habilidad para expresarse con sencillez, hacerse entender y escuchar, transmitir con
eficacia la palabra de Dios, y sobre todo hacerse querer, lo cual significa saber hablar y
enseñar con el lenguaje del corazón.
Lo invocamos como a padre y maestro con los jóvenes, en particular los
muchachos de la calle, los aprendices y obreros jóvenes, los alumnos de las escuelas
profesionales, los prestidigitadores y saltimbanquis, los jóvenes llamados a seguirlo para
salvar a otros jóvenes, y también con los padres de familia, los maestros y educadores,
y los pastores.
Pero no olvidemos que Don Bosco nos dice en su testamento que nuestro
verdadero superior es Jesucristo: "El será siempre nuestro maestro, nuestro guía, nuestro modelo"10.
Lo estudiamos admirando en él una espléndida armonía entre naturaleza y
gracia
Se ha dicho que Don Bosco es uno de los santos más completos en la historia
cristiana, en el sentido de que en él se acumularon, en grado admirable, los dones de
naturaleza y de gracia. Nuestro texto lo subraya bien, mostrando, sobre todo, la
espléndida armonía entre naturaleza y gracia.
En Don Bosco lo humano no queda anulado, sino impregnado de lo divino,
conservando toda su fuerza: era profundamente humano y rico en las virtudes de su
pueblo abierto a las realidades terrenas; capaz de inspirar estima, confianza y afecto,
porque era capaz de amar: educador y formador, "idealista y realista, que sabe
atreverse a todo, pero también emplear la prudencia" (Daniel Rops); "gigante de brazos
largos que logró abarcar todo el universo" (cardenal Nina a León XIII); soñador (¡cuántos
sueños en su vida!) y realizador concreto.
Por otra parte, aparecía profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del
Espíritu Santo: "vivía como si [contemplara] al Invisible; es decir, sabía leer la historia en
que estaba inmerso con una mirada de fe extraordinaria.
La impresión que daba Don Bosco era la siguiente: hombre de la tierra y del
cielo, abierto a los hombres sus hermanos e inmerso en Dios. Esto le hacía simpático, y
constituye para nosotros una invitación a desplegar todos nuestros recursos, con objeto
de vivir mejor nuestra vocación11.
Debemos usar esta clave para interpretar la singular figura espiritual de Don
Bosco y descubrir el armazón que sostiene y unifica la espiritualidad salesiana, profundamente encarnada en la historia y profundamente inmersa en Dios.
La Regla recuerda al salesiano la importancia de estudiar a Don Bosco, de
sentirlo cerca, de confrontarse con él: sólo mediante una confrontación permanente y
diaria con el Fundador podrá mantener y renovar el fuego de su amor y el celo ardiente
por el bien de los jóvenes.
10Cf.
MB XVII, 257-273; cf. Apéndice de las Constituciones de 1984, pág. 260.
11Sobre los aspectos humano y divino en la
LAS, Roma 1985.
santidad de Don Bosco puede verse el libro de P BROCARDO, Don Bosco profundamente uomo, profundamente santo,
10
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Lo imitamos como modelo de servicio a los jóvenes
Toda su riqueza de naturaleza y gracia la puso Don Bosco al servicio de una
sola misión, en un proyecto de vida fuertemente unitario. Ambos aspectos —el humano
y el divino— en Don Bosco están íntimamente unidos en una sola misión: salvar a los
jóvenes. Es otro rasgo sorprendente de su personalidad, como fundador y como
educador. Es hombre de una idea, siempre presente. Crece continuamente, pero sigue
siendo una, desde el sueño de los nueve años hasta el último aliento: salvar a los
jóvenes, especialmente a los más pobres.
Este servicio a los jóvenes le llevó a acometer empresas arriesgadas. Las realizó
con firmeza y constancia, entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón
generoso. Como testimonia su primer sucesor, "no dió paso, ni pronunció palabra, ni
acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud Lo único que
realmente le interesó fueron las almas12. Su ejemplo nos invita a ser constantes en
nuestro trabajo y a unificar nuestros pensamientos, nuestras fuerzas y toda nuestra
persona en una dirección única, estímulo a la fidelidad hasta la muerte.
El texto, finalmente, precisa que Don Bosco se entregó a su trabajo
apasionadamente, poniendo en juego todos sus recursos personales con firmeza y con
ternura de corazón. Firmeza y constancia en realizar una vocación y una obra
obstaculizada por dificultades sin número; fuerza para lanzar iniciativas que requerían
audacia, invirtiendo a veces los modos de pensar y hacer tradicionales; firmeza para
aceptar las fatigas de su ministerio hasta morir agotado.
Del hombre santamente apasionado tuvo también toda la ternura: ternura de un
corazón apenado por la miseria de los jóvenes y por la injusticia de que son víctima los
humildes; ternura de corazón de padre, que le hacía atento a cada uno de sus "queridos
hijos", deseoso de su bien, triste cuando tenía que estar lejos de ellos; ternura, en fin, de
corazón de niño, que le daba confianza y alegría ante Dios infinitamente bueno y ante la
Virgen María, madre de su familia.
Así pues, Don Bosco continúa siendo el guía que puede iluminar nuestras
opciones de hoy, el modelo con quien confrontar nuestra fidelidad, el animador de nuestros proyectos educativos y pastorales, el intercesor ante Dios de las gracias que
necesitamos.
ORACIÓN FINAL:
Bendito seas, Señor, por habernos dado a Don Bosco
como padre y maestro, y haberlo colmado de dones extraordinarios
de naturaleza y de gracia:
él fue perfectamente humano entre sus contemporáneos
y totalmente entregado a ti en la docilidad al Espíritu Santo.
Te rogamos nos concedas
seguir sus enseñanzas e imitar sus ejemplos,
a fin de ser prolongación de su presencia
en la entrega a los hombres y a ti
mediante un servicio fiel a los jóvenes
realizando con fortaleza, valentía y perseverancia,
y con el calor de un corazón sensible y generoso.
Por Jesucristo nuestro Señor.
12MIGUEL RÚA, carta del 24 de
agosto de 1894, Letterecircolari, pág. 130,
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