IL GRANDE GIUBILEO E LA DOMENICA DELLA DIVINA MISERICORDIA EL GRAN JUBILEO Y EL DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA Regina Caeli de Juan Pablo II para el 11 de abril de 1999 Este domingo es llamado también Domingo de la Divina Misericordia: ella constituye en este año dedicado a Dios Padre- una ocasión preciosa para entrar, individualmente o como Iglesia, en el auténtico espíritu jubilar, según las mismas palabras de Jesús: "El espíritu del Señor está sobre mí; por ello me ha mandado a predicar un año de gracia del Señor" (Lc 4,1819). Me alegra que muchos sacerdotes y fieles hayan venido esta mañana a Plaza San Pedro para una solemne Eucaristía, presidida por el Cardenal Fiorenzo Angelini, a quien saludo cordialmente, y junto con él, saludo todos los presentes, mientras expreso mi satisfacción por vuestra devoción a Jesús Misericordioso. Los animo de corazón a ser, en el ambiente de vida y de trabajo de cada uno, apóstoles de la Divina Misericordia como la Beata Faustina Kowalska. *) Intervención de S.E. Mons. Crescenzio SEPE, Secretario del Gran Jubileo, en la conclusión de la celebración eucarística de la fiesta de la Divina Misericordia. (Domingo en albis, 11 de abril de 1999) Amados fieles: Al concluir las celebraciones eucarísticas de la fiesta de la Divina Misericordia, deseo agradecer al Señor porque, como ha dicho el Santo Padre y como lo demuestra vuestra presencia en esta Plaza, "es verdaderamente maravilloso el modo con que la devoción a Jesús Misericordioso se abre camino en el mundo contemporáneo y conquista tantos corazones humanos. Esto es sin duda un signo de los tiempos, un signo de nuestro siglo XX".(Juan Pablo II, Vaticano, 18 de abril de 1993) Si esta devoción es un signo de nuestro siglo, es también un signo del Gran Jubileo del Año 2000, cuya celebración está ya próxima. Se trata de un signo,"claro y legible para cada uno", ya que todos experimentamos que "de nada tenemos tanta necesidad como de la Divina Misericordia".(Juan Pablo II, Cracovia, 7 de junio 1997) Tal vez, nunca como hoy, a fines de un siglo signado por dos guerras mundiales y numerosos conflictos que siguen desgarrando Europa y el mundo, sentimos la exigencia de invocar a Dios, rico de misericordia, para que el Jubileo, que es "el año de la misericordia del Señor" ( Is 61,2) lleve a los hombres la deseada paz y misericordia. Pero no puede haber verdadera paz entre los hombres si antes no hay reconciliación con Dios. Esta es la acongojada exhortación de San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Cor 5,20).¿Cómo podemos ser portadores de paz, si nuestro corazón está desgarrado por el pecado, el egoísmo, por el espíritu de dominio, por el odio y la violencia? Tenemos que pedir perdón a Dios con humildad y sinceridad, convertirnos con todo el corazón a Él, renovarnos profundamente en el espíritu, para poseer la paz que el Señor resucitado nos dona: "Os dejo mi paz, mi paz. os doy; no como la da el mundo"(Jn 14,25). La "bondad misericordiosa de nuestro Dios (Lc 1,78), que brilla en el rostro de Cristo, prácticamente no tiene límites. Los brazos del Padre están continuamente abiertos para abrazarnos y reintegrarnos como hijos de su casa. Éste es el mensaje dado por el Señor a la beata Faustina Kowalska: "En aquellos días se abrieron todos los canales por los cuales fluyen las gracias divinas. Ningún alma tenga miedo de acercarse a mí, aunque sus pecados fueran como escarlata (Diario,q.II) .Este es el único y verdadero significado del Gran Jubileo. En este sentido, la celebración actual en honor de la Divina Misericordia, entra a pleno título en la preparación espiritual y en la celebración del Año Santo del 2000. De aquí nace, sin embargo, una exigencia profunda e imprescindible: intensificar la oración para obtener la misericordia divina. Nos lo recuerda el Santo Padre en la Encíclica "Dives in misericordia": "En ningún momento y en ningún período histórico, especialmente en una época tan crítica como la nuestra, la iglesia puede olvidar la oración, que es el grito a la misericordia de Dios ante las múltiples formas de mal que pesan sobre la humanidad y la amenaza"(Nº 15). Como Iglesia en camino hacia el Jubileo, elevamos, queridos fieles, a nuestro Dios para que el evento jubilar signe un viraje decisivo en el corazón de los hombres e induzca a aplacar los odios y los pueblos en guerra entre ellos y del hombre en conflicto consigo mismo. Releemos, como nos exhorta el Santo Padre, "el mensaje de la Misericordia" para llevar con más eficacia a la generación de fines milenio y a las futuras, la luz de la esperanza" (Cracovia, 7 de junio 1997).Repitamos con insistencia: "Jesús confío en Ti", seguros de encontrar consuelo en cada angustia y en cada miedo. Con esta confianza, el tiempo jubilar será un evento de gracia, seguros de que si en este siglo que se cierra ha "abundado el pecado", en el nuevo "sobreabundará la gracia" (cfr Rm 5,20). Podremos así cantar, junto a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, el Magnificat de alabanza y acción de gracias al Padre "rico de Misericordia". HACIA EL TERCER MILENIO *) "Te saludo, Sor Faustina. Desde hoy la Iglesia te nombre Beata, especialmente la Iglesia de la tierra polaca y lituana. ¡Oh, Faustina, qué maravilloso ha sido Tu camino! Cómo no pensar que justamente Tú, una pobre y simple hija del pueblo polaco de Mazowse, Cristo ha elegido para recordar a la gente el gran misterio de la Divina Misericordia. Llevaste este misterio contigo, dejando este mundo después de una vida breve llena de sufrimientos. Al mismo tiempo este misterio se ha convertido en un grito profético dirigido hacia el mundo y hacia Europa. Tu mensaje de la Divina Misericordia nació prácticamente en la vigilia del temible cataclismo de la segunda guerra mundial. Probablemente no te sorprenderías, si hubieras podido experimentar sobre la tierra lo que este mensaje ha llegado a ser para la atormentada gente de aquel tiempo del desprecio, cómo se ha extendido en el mundo. Hoy -creemos esto profundamente- miras en Dios el fruto de Tu misión sobre la tierra. Hoy experimentas de la misma Fuente, quién es Tu Cristo: "Dives in misericordia"."Siento claramente que mi misión no termina con la muerte, sino que se inicia…" ha escrito Sor Faustina en su Diario. ¡Y así realmente ha sucedido! Su misión continúa y está dando frutos sorprendentes.¡ Es realmente maravilloso el modo en que su devoción a Jesús Misericordioso se abre camino en el mundo contemporáneo y conquista tantos corazones humanos! Esto es sin duda un signo de nuestro siglo XX. El balance de este siglo que termina, presenta además de las conquistas, que a menudo han superado las de épocas precedentes, también una profunda inquietud y miedo acerca del porvenir. ¿Dónde, por lo tanto, sino en la Divina Misericordia, el mundo puede encontrar el refugio y la luz de la esperanza?.¡ Los creyentes lo intuyen perfectamente!"Den gracias al Señor porque es bueno…Den gracias al Señor porque es misericordioso". Hoy en el día de la beatificación de Sor Faustina, adoramos a Dios por las grandes obras que ha hecho en su alma. Lo glorificamos y le damos gracias por las grandes obras que ha hecho y continúa haciendo en las almas, las cuales, gracias a su testimonio y su mensaje- redescubren las infinitas profundidades de la Divina Misericordia".(De la Audiencia a los peregrinos de Juan Pablo II del 18 de abril 1993) *) El año pasado ha sido beatificada Sor Faustina Kowalska, que Cristo llamó a un vasto apostolado de misericordia, en la vigilia de la segunda guerra mundial. Sor Faustina era consciente de la importancia del mensaje que le confió Cristo, pero no podía saber todavía cuán ampliamente sería difundido en el mundo algunos años después de su muerte. La humanidad entera tiene necesidad de tal mensaje sobre la misericordia de Dios. Lo necesita el mundo de hoy, en particular la atormentada tierra de los Balcanes. El mensaje de la misericordia de Dios es al mismo tiempo, un fuerte llamado a una confianza más viva: "Jesús confío en Ti". Es difícil encontrar palabras más elocuentes de las trasmitidas por Sor Faustina. ¡Jesús confío en ti! He aquí la esperanza que nos ha guiado en los días transcurridos en reflexión común, teniendo viva la conciencia de que la paz en los Balcanes es posible. "Spes contra spem". ¡Nada es imposible para Dios! Es posible sobretodo la conversión, capaz de transformar el odio en amor y la guerra en paz. Por esto nuestra oración se hace más confiada e insistente. Jesús confío en Ti.(De la Audiencia General del miércoles 12 de Enero 1994) *) "La palabra clave en la Liturgia de la Palabra de hoy es ésta: "Dives in misericordia" Dios rico de misericordia. Ha sido para mi una palabra clave desde el inicio del Pontificado, de mi Ministerio aquí en Roma. Esta inspiración ha sido llevada a mi Patria, en Cracovia, a través de una Hermana simple que se llamaba Faustina, probablemente conocida también en Roma, conocida en todo el mundo. aunque haya vivido escondida en Cristo. Vivió entre dos guerras mundiales. Es una gran mística, una de las más grandes de la historia de la Iglesia. Tenía una cercanía estupenda a Jesús. Y Jesús se le reveló como misericordioso. Existen cuadros, imágenes de Jesús Misericordioso con el corazón traspasado. Viniendo de este ambiente ha traído acá una inspiración, casi un deber: tú no puedes escribir sobre la misericordia. Así nació la segunda encíclica del Pontificado: "Dives in misericordia"- “Dios rico en misericordia". De la Homilía de Juan Pablo II en la parroquia de San Francisco de Sales -Roma, 13 de marzo 1994 *) "¡Oh María, Madre de misericordia! Tú conoces como ningún otro el corazón de tu Hijo divino, instílanos una confianza filial hacia Jesús, como la vivida por los Santos, aquella confianza que animó la Beata Faustina Kowalska, gran apóstol de la Divina Misericordia de nuestro tiempo. Mira con amor nuestra miseria; arráncanos, oh Madre, de las tentaciones, de la autosuficiencia y de la desesperanza, y danos la abundancia de la misericordia que nos salva".(Del Regina Caeli de Juan Pablo II, del 10 de abril 1994) *) Hace exactamente 56 años, el 5 de octubre de 1938, moría en Cracovia, en Iagiewniki la beata Sor Faustina Kowalska que la Providencia había elegido como Apóstol de la Misericordia Divina. Ella mejor que nadie sabe lo que es necesario hacer para que la vida religiosa dé sus frutos ayudando a difundir y radicar el Reino de Dios en las almas de los hombres. Recomendamos a ella los trabajos del actual Sínodo de los Obispos para que la vida religiosa y la vida consagrada vuelvan a ser un testimonio legible de la verdad del Evangelio y las personas consagradas a Dios, sean apóstoles diligentes de la nueva evangelización del Milenio que viene. Recomendamos a ella también la vida familiar, todas las familias polacas, las presentes y las que viven en Patria y en el exterior. La extraordinaria alma mística de Faustina sea la portavoz de la Misericordia Divina, y no sólo en su tiempo que era un período muy difícil, tal vez el más difícil de este siglo. Su alma bendita haga alcanzar las gracias y la Misericordia Divina a todas las familias de Polonia y de todo el mundo, al final de nuestro siglo.(De la Audiencia General del Miércoles de Juan Pablo II, 5 de octubre 1994) *) "Cristo, por lo tanto puede decir:¡ "No teman"!. Y repite tales palabras a todo hombre, especialmente a quien sufre físicamente o en el espíritu. Puede repetirlos con todo fundamento. Sor Faustina intuyó esto en modo particular y elevada a los honores del altar hace dos años, revela justamente esta verdad: el bien vence el mal, la vida es más fuerte que la muerte, el amor de Dios es más potente que el pecado. Todo esto se manifiesta en el misterio pascual de Cristo. Aquí Dios aparece tal como es: un Padre del corazón tierno que no se rinde ante las ingratitudes de sus hijos, y está siempre dispuesto al perdón (Del Ángelus de Juan Pablo II, 23 de abril 1995 ) *)Este domingo se llama también Domingo de la Divina Misericordia: ella constituye - en este año dedicado a Dios Padre -una preciosa ocasión para entrar, como individuos y como Iglesia, en el auténtico espíritu jubilar, según las mismas palabras de Jesús: "El espíritu del Señor está sobre mí; por esto me ha….. mandado para…predicar un año de gracia del Señor" (Lc 4,1819)…Los animo de corazón a ser, en el ambiente de vida y de trabajo de cada uno de ustedes, apóstoles de la Divina Misericordia como la beata Faustina Kowalska…"(Del Regina Coeli de Juan Pablo II del 11 de abril 1999) *) "Transmitir a las futuras generaciones el mensaje de la Divina Misericordia, que se complace en elegir esta ciudad para manifestarse al mundo. A fines del vigésimo siglo el mundo parece necesitar más que nunca de tal mensaje. Llévenlo a los tiempos nuevos como brote de esperanza y de prenda de salvación…." (De la Homilía de Juan Pablo II en Cracovia, 15 de junio 1999)