Lectio Divina de Mateo 14,13-21 – Julio 31

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Lectio Divina de Mateo 14,13-21 – Julio 31
Invocación al Espíritu
Espíritu de amor, enséñanos la fecundidad del silencio.
Espíritu de vida, haznos, sensibles a las necesidades de quienes nos rodean.
Espíritu de luz, danos una mirada profunda: que, descubriendo el dolor del hermano, podamos
vendarlo y curarlo en tu nombre.
Espíritu de libertad, capacítanos para desprendernos de nuestros apegos y enséñanos a
compartir.
Espíritu de fortaleza, enséñanos a esperar en las horas difíciles y en los desiertos de nuestra
vida.
Espíritu de comunión, ayúdanos a compartir todos los dones que hemos recibido.
Para ubicarnos en el texto
Mateo sitúa la primera de las dos multiplicaciones de panes que relata (14,13-23; 15,32-39) junto al lago, en territorio judío. Su actuación
evoca la actuación de Dios en el desierto (Ex 16; Nm 11): el pueblo que le seguía satisfizo su hambre y recogió incluso doce canastos de
sobras, uno por cada tribu de Israel. Con todo, el portento que hace Jesús no cae del cielo, requiere la intervención de sus discípulos.
Ellos advertirán el problema y se sentirán incapaces de solucionarlo. Hasta que no pongan todo lo que tienen a disposición de
Jesús, por escaso que sea, no habrá alimento para la gente.
Se inicia el relato con un Jesús ausente. El detalle es algo insólito. Como lo es que sea una muchedumbre la que busca a Jesús y lo
saca de su aislamiento. La compasión que le inspira su situación, le obliga a intervenir: cura sus enfermos y sacia su hambre. Es
significativo que sean los discípulos, quienes mencionen el hambre como excusa para desembarazarse de la gente y desentenderse de
su necesidad. No comparten la pena de Jesús; no siempre la proximidad física, mantenida día y noche, consigue aproximarse a su
proyecto y compartir sus sentimientos. Jesús les sorprende, instándoles a responsabilizarse ellos de la necesidad de la
muchedumbre; les descubre así la penuria de sus recursos y la dureza de sus corazones.
Jesús se vale de la escasez de sus discípulos para saciar una muchedumbre, y logra implicarlos en la realización del milagro. La
aportación de los discípulos es simplemente ministerial: sirviendo a la distribución de sus existencias, constatan el milagro al recoger
las sobras. Haciendo un simple servicio a la muchedumbre se convierten en testigos del milagro. Para que Jesús se siga ocupando de la
muchedumbre no será impedimento la indiferencia de los suyos, ni su escasez de recursos: el milagro es fruto de la compasión de
Jesús; y serán discípulos, si confían sus existencias a Jesús y sirven a la gentes, los mejores testigos.
En aquel tiempo, 13 al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio
tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
14
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. 15 Como se hizo tarde, se acercaron
los discípulos a decirle:
- Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de
comer.
16
Jesús les replicó:
- No hace falta que vayan, denles ustedes de comer.
17
Ellos le replicaron:
- Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
18
Les dijo:
- Tráiganlos
19
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al
cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.
20
Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. 21 Comieron unos cinco
mil hombres, sin contar mujeres y niños.
 ¿Te has parado a reflexionar alguna vez sobre las emociones de Jesús? Este texto se fija en la compasión. - ¿Qué crees que Dios quiera
comunicarte con este relato sobre la multiplicación de los panes?
 Jesús provee de alimento en abundancia. ¿Te confías a la providencia del Señor? ¿Qué significa para ti confiarse a la providencia?
¿Alguna vez has pensado en la Eucaristía como un sentarse a la mesa con el Señor? ¿Quiénes son los invitados a esta mesa?
Aunque Jesús deseaba estar solo, no se concede descansar, y menos aun cuando la multitud se encuentra agobiada y enferma. Por el
contrario, desembarca, los observa, los mira con profundidad, lee en sus rostros el dolor, la enfermedad, el agobio, y se pone enseguida a
trabajar, a curarlos de sus enfermedades. Es importante destacar que, como trasfondo, tenemos un conflicto fuerte de persecución (ha
acontecido la muerte del Bautista) y Jesús es valiente y sigue adelante; la dificultad, el conflicto, no son impedimento para que la
misión se realice. “Hoy, mañana y pasado conviene que siga adelante..." (Lc.13, 32-33).
Como Juan Bautista, como Jesús, cada uno de nosotros tenemos una misión en la vida: “Como menesianos (RVC 48) participamos en la
misión que Cristo se aplicó a sí mismo en la sinagoga de Nazaret: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé
la buena noticia a los pobres". (Lc 4,18) La Congregación participa en esta misión. Ha nacido en la Iglesia para la educación humana y
cristiana de los jóvenes: es su carisma propio…..Todos los Hermanos, sean cuales fueren sus funciones, su edad o su salud, están
verdaderamente asociados a la obra apostólica del Instituto por su oración, sus trabajos, sus sufrimientos y la santidad de su vida”.
Y aunque aparezcan obstáculos, y oposiciones al plan de Dios, lo importante es tener claridad y decisión en lo que hacemos y seguir
adelante con la fuerza de Dios. Nuestra cooperación y la gracia de Dios son una única fuerza que transforman y hacen que la
historia siga su curso. ¡Solo el amor de Dios manifestado en Jesús nos hace vivir la Eucaristía de otra forma más intensa ,más
libre!
PARA ORAR a partir de este sermón de Juan María: Dejemos que la palabra carismática llena de vida nuestra misión. Ora a partir
de las palabras subrayadas o déjate interrogar por Juan María en persona:
“En primer lugar para ganarse la confianza de los municipios, para triunfar de vuestros adversarios, que serán los de la religión,
se verán obligados a aumentar su propia instrucción, y a dar más que nunca realce a nuestras escuelas; pero no olviden
nunca que su misión consiste ante todo en hacer cristianos y santos, y que es en eso que se distinguen esencialmente de los
otros maestros, cuyo objetivo principal es enseñar las ciencias humanas por el dinero; ustedes son enviados como los apóstoles
para cumplir esta palabra del Salvador: «He venido a traer el fuego a la tierra y deseo ardientemente que ella arda. La caridad,
el celo por la salvación de las almas, es su elemento y su vida, el principio de ustedes y su fin; todo el resto, incluida la
ciencia, no es para ustedes más que un plus, Son medios que no deben descuidar, pero medios secundarios y subordinados a su
supremo y gran fin; de modo que en el instante en que un Hermano (un Menesiano) no tuviera otra pretensión que ser sabio y
de estar por encima por sus talentos sobre los otros maestros, apostataría, los ángeles guardianes de los pequeños niños
llorarían en el cielo sobre este ser extraviado; su levita no sería más que un trapo negro, bajo el cual estaría una especie de pus,
habría apostatado.
Al menos durante este domingo , reflexionen seriamente en esto, mis queridos hijos y no vean solo su vocación en relación
con sus intereses, sino consideren también los lazos esenciales que su estado les hace establecer con una multitud de niños
cuya suerte eterna está en cierto modo en sus manos; miren si quieren que ellos vivan o si quieren que mueran; y piensen que
al pronunciar su sentencia pronuncian la suya” (Sermones Juan María).
Jesús Maestro, capacítanos para saciar el hambre de nuestros hermanos jóvenes , cuando cae la tarde, cuando la soledad arrecia en sus
vidas, cuando las dificultades les hacen desfallecer, cuando todo parece no tener solución. Que no tengamos horario cuando nos
encontramos con un joven en necesidad, no importa si nace el alba, o si cae la tarde. Que siempre tengamos un pan que ofrecer al joven
que llama a nuestra puerta.
Jesús Maestro, ayúdanos a ofrecerte con alegría aquello que con tanta ansia retenemos para nosotros mismos. Enséñanos a dártelo todo.
Sólo así encontraremos la plenitud, la saciedad completa. Libéranos de todo lo que acaparamos con tanto egoísmo. En tu libertad, haznos
libres. Enséñanos a desprendernos de aquello que con tanta sagacidad nos reservamos para nosotros, a lo cual nos apegamos tanto, para
que crezcan las alas de nuestra libertad.
Jesús Maestro, enséñanos a ir siempre a Ti, con nuestros logros, y con nuestras derrotas, con nuestros triunfos y nuestros fracasos. Que
en Ti encontremos el norte y el sentido de nuestras vidas.
Jesús Maestro, en nuestras horas difíciles de honda necesidad, confírmanos en el amor al Padre y a los hermanos, y que esto motive
nuestra entrega y el desgaste de cada día. Que aprendamos de Ti a entregarnos con alegría.
Jesús Maestro, enséñanos a bendecir en todas las circunstancias de nuestra vida, enséñanos a leer la realidad más allá de los
acontecimientos aparentes, danos una mirada profunda y un horizonte sin límites.
Jesús Maestro, continua entregando tus dones a tus discípulos, para que nosotros los ofrezcamos a los hermanos y hermanas que claman
por tu pan. Amén.
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