anexo PRI Guia para.. - SENAME Servicio Nacional de Menores

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LICITACIÓN PRI 2010: ANEXO Nº 6
Guía para la intervención especializada en reparación del abandono y preparación para la
integración de niños institucionalizados en familia alternativa a la de origen.
El abandono de un/a niño/a es una forma de maltrato que deja importantes secuelas,
siendo uno de los dolores invisibles de la infancia, que puede ser de una profundidad e
intensidad significativas. La invisibilidad de la vivencia del abandono, así como sus
consecuencias hace que, las situaciones traumáticas y los mecanismos adaptativos de la
víctima frente a este tipo de maltrato se fusionen en la idea de “ser hijos de nadie”.
El niño/a que ha sufrido la experiencia de abandono se mueve entre dos imágenes, una
que refiere “me abandonaron, yo soy como un niño basura” y otra que dice relación con
“soy un niño excepcional porque soy capaz de arreglármelas solo y no necesito a nadie”.
En este caso los niños/as tienden a asumir una posición de autosuficiencia, como una
forma de controlar la angustia generada por sus sentimientos de desprotección, fragilidad
y temor” (Barudy, 1999).
Para un niño/a abandonado/a que ha crecido sin un apego seguro, que ha carecido de
una relación permanente con un adulto significativo capaz de satisfacer todas sus
necesidades y contenerlo ante situaciones de angustia, la experiencia de la
institucionalización desarrolla en él una personalidad notablemente menos diferenciada
que la de aquellos que han sido criados y amados en su propio hogar.
Es así como, se ha podido observar que son niños/as acentuadamente más pasivos y
apáticos, con falta de motivaciones y proyecciones, quizás como consecuencia de su
experiencia rutinizada en grado sumo. Evidencian retraso en el desarrollo psicomotor,
especialmente en el lenguaje, el que tiende a persistir hasta avanzada la adolescencia.
Esta falta de una experiencia social más dinámica y variada así como de una atención
cariñosa y personalizada, interfiere la generación de vínculos protectores y seguros y por
ende son niños/as con una marcada inseguridad y altamente demandantes de atención
y afecto.
El presente documento busca ser una guía que oriente respecto a las etapas y temáticas
que ineludiblemente deben ser abordadas durante la intervención terapéutica de niños y
niñas institucionalizados/as, que han sufrido la vulneración de su derecho a vivir en familia
y cuya proyección de vida, no considera su reintegro familiar sino, una alternativa de
familia distinta a la de origen.
A continuación, se da a conocer el Proceso de Intervención Reparatoria, organizado, en
dos etapas: la reparación propiamente tal y la preparación para la integración familiar.
Cabe consignar que las etapas esenciales, tanto en el proceso reparatorio como de
preparación, se han diferenciado con fines descriptivos, ya que en la práctica se
superponen y se retroalimentan.
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I.- REPARACIÓN POR EL ABANDONO
a) CONOCIMIENTO E INTEGRACIÓN DE SU HISTORIA DE VIDA

Conocer y aceptar el pasado
Al revisar la historia del niño/a, se debe conocer el grado de conciencia y recuerdo que
tiene de las personas significativas que pudieron estar presentes en su vida, y de la carga
emocional que atribuyó a dichas figuras para la posterior elaboración de su ausencia. En
esta etapa, es necesario que el niño logre conectarse y en lo posible comprender
aspectos de su pasado, rescatando los vínculos favorables y resignificando las
experiencias más dolorosas o traumáticas.

Tomar conciencia de sus recuerdos, aunque sean dolorosos.
La mayoría de los/as niños/as, han convivido aunque sea un breve tiempo con sus familias
de origen, por lo que cuentan con recuerdos e imágenes, que aunque sean
fragmentarias o intercaladas de fantasías, son la base de la interpretación de su historia o
verdad.
Cuando se trata de niños/as que no tienen recuerdos conscientes de experiencias previas
a su vida institucional, el énfasis debe situarse en la comprensión y conexión de su historia
vital, de manera que no resulte amenazante para ellos/ellas la experiencia de haber
ingresado a una institución y los motivos por los cuales se han mantenido en el sistema
proteccional.
En este trabajo se recomienda plantear la historia y situación actual de los/as niños/as
desde la veracidad de los hechos, teniendo la precaución de usar un vocabulario acorde
a sus capacidades lingüísticas y comprensivas. No obstante, se debe analizar con criterio
profesional si la “verdad” que se asocia a sus orígenes, tales como incesto, violación,
abandono en la vía pública, realmente ayudará al objetivo último de la reparación como
es vincular al niño/a con una alternativa familiar distinta a la origen y con la cual egrese y
se proyecte en una relación estable y duradera.
Respecto a lo anterior, si esta “verdad” resultara tan dolorosa para el niño/a, que pudiera
impedir su elaboración actual, se sugiere una reestructuración de su historia con aspectos
más generales y simples.

Trabajar el duelo por el abandono
En este aspecto es preciso señalar que, aún cuando las heridas de la propia historia del
niño/a sean producto de las vivencias de maltrato o abandono, muy pocos dejan
fácilmente de querer a sus padres o a sus vínculos primarios. Por tanto, para un niño/a
mayor, implicará necesariamente enfrentarse a su pasado, a su verdad y vivenciar un
proceso de duelo por el desprendimiento definitivo de su familia biológica.
La vivencia de duelo se debe abordar una vez que el niño/a haya logrado exteriorizar los
afectos negativos asociados al abandono y a su familia de origen.
“El padre, la madre (o figura sustituta), son figuras de incalculable valor para un niño por lo
que su pérdida significa prescindir de quien/es lo/la nutren afectivamente y le brindan
protección y seguridad. Esta situación es descrita psicológicamente tan traumática como
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quemarse o hacerse una herida en el plano físico por lo que el proceso de duelo es similar
al proceso de curación.” (George Engel en Worden, 1997)
La pérdida genera frustración y también un estado emocional de agresión al tener que
renunciar a la gratificación que hasta ese momento esa persona significativa deparaba
debiendo crearse al interior de la mente, una nueva forma de relación, un nuevo vínculo.
Sin embargo, ello sólo es posible lograr luego de un trabajo de duelo que pasa por vivir y
enfrentar las emociones despertadas por dicha situación. (Caponni, 1999)
Respecto de aquellos niños/as que han permanecido gran parte de sus vidas en
instituciones, en las cuales por lo general no se les ha hablado de sus orígenes ni del por
qué están ahí o, aún peor, se ha hecho en términos poco apropiados, necesitan conocer
su historia por muy dolorosa que sea, pues no pueden integrar lo vivido si no la conocen y
no la comprenden.
En consecuencia, los/as niños/as que han vivido el abandono de sus padres han sido
expuestos a una situación altamente traumática, en la cual han experimentado
profundos sentimientos de inseguridad y desprotección.
Es así como, para los/as niños/as es muy importante tener acceso a un trabajo de duelo,
acompañados por un tercero que los ayude a resignificar y dar sentido a su experiencia
de abandono y así capacitarlo para generar futuros vínculos. Sin embargo, es necesario
considerar que el duelo por el abandono es un proceso que se activará en distintas
etapas de la vida del niño/a, dependiendo de sus necesidades, experiencias y recursos
con los que cuente en cada una de éstas.
En relación a este tema, J. Worden en su libro “El tratamiento del Duelo” (1997), ha
sistematizado la experiencia de la pérdida y ha propuesto una forma de abordarla
identificando 4 etapas de vivencias para la superación de la misma:

La primera tarea: es aceptar la realidad de que la persona está muerta, y no
volverá, que es algo irreversible y que se ha marchado. En el caso de los/as
niños/as que han sido abandonados/as, no necesariamente hay muerte por lo
tanto tampoco irreversibilidad por lo que, asumir la evidencia de los hechos es
sumamente difícil pues significa pensar que su padre y/o madre están vivos y que
aún así, ellos tomaron la decisión de abandonarlos. Es por esto que los niños/as
tienden a negar de diferentes formas esta situación. En los niños/as mayores el
proceso implica trabajar sobre el conocimiento y relato de éstos/as respecto de su
historia de vida, la relación actual con su familia de origen y sobre la claridad que
tengan de su real situación, incluido su estado de abandono y permanencia en
una institución o familia temporal, que no le garantizan estabilidad futura.

Segunda tarea: trabajar las emociones y el dolor de la pérdida y sus síntomas en la
conducta, pudiendo reconocer que la negación de esta tarea es no sentir y
bloquear. En esta etapa es necesario acoger, contener y reorientar la expresión de
todos los sentimientos existentes, como tristeza, rabia, culpa, soledad, fatiga,
impotencia, confusión, alucinaciones, entre otros, así como los trastornos
conductuales que pueda presentar.
Para el niño/a el abandono es una situación que siempre le provocará dolor, sin
embargo, del modo que pueda ir integrando esta experiencia y las diversas
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emociones asociadas a éste, podrá conducirse de manera más positiva y
constructiva en sus relaciones y en su vida en general.

Tercera Tarea: adaptarse a un medio en que el amado está ausente, se refiere
básicamente a que si bien ellos han aprendido a vivir sin la presencia de sus
progenitores, aún cuando en las instituciones hayan tenido cuidadores, se les hace
muy difícil prescindir de la fantasía o el anhelo de que sus padres algún día
retornen y asuman su cuidado y protección. El duelo puede suponer una regresión
intensa en la que las personas se perciben a sí mismas como inútiles e
inadecuadas, sin embargo con el tiempo estás imágenes negativas dan paso a
otras más positivas, que les permitirán continuar con sus tareas y aprender nuevas
formas de enfrentarse al mundo. En esta etapa se deben abordar las nuevas
relaciones o grado de vinculación del niño/a con sus actuales adultos
significativos, así como las fantasías y proyecciones desarrolladas en torno a ellos.

Cuarta tarea: recolocar emocionalmente a la persona ausente y continuar
viviendo. La experiencia del abandono en los niños/as, lleva a que nunca
renuncien definitivamente a sus padres, no logran “sepultarlos”. La labor entonces,
es que ellos/ellas encuentren un significado y un sentido a esta pérdida,
ubicándolos en un espacio emocional que les permita seguir con sus vidas y
proyectarse al futuro.
Cuando a lo largo de su vida el niño/a reactive el duelo, va a ser fundamental que
las personas que los tienen bajo su cuidado permanente estén dispuestos a
acompañarlo/a y darle el apoyo específico que requiere en ese momento.
b) MANEJO E INTEGRACIÓN DEL PRESENTE
En el trabajo de reparación con el niño/a, claramente el terapeuta, se enfrenta no sólo
con un pasado o una historia que puede interferir en el vínculo que deseamos que exista
con quienes podrían constituirse en figuras parentales, sino que también existe un
presente, una realidad actual donde el niño/a está inserto/a y que muchas veces puede
interferir de mayor o igual forma que el pasado.
El manejo del presente tiene como objetivo fundamental conocer, evaluar e integrar las
experiencias actuales del niño/a en su relación con: la institución, integrantes de su familia
con los que aún persiste algún vínculo, con la escuela, grupo de amigos y/o comunidad.
Este análisis le permitirá al terapeuta conocer los diferentes recursos personales y
mecanismos de adaptación del niño/a.
Cuando el sujeto de atención está inserto en un Programa de Familia de Acogida, es
fundamental analizar el vínculo que él/ella ha establecido con sus guardadores, logrando
distinguir si éste es sano y motivado por el afecto, el cuidado y la protección o, en su
defecto, si es patológico y centrado en la ansiedad, el temor y la sobreprotección.
Para esta etapa, se recomienda trabajar con el niño/a a través de dibujos o fotografías
que representen su mundo presente y a partir de ellos abordar sus emociones y
expectativas, pudiendo estas láminas servir para completar posteriormente el “Libro de
Vida”.
Asimismo, se espera que se traten con el niño aquellos aspectos de ayuda psicológica
básica, como por ejemplo, el manejo de la rabia, ansiedad, tolerancia a la frustración o
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algo más simple como la estabilización o normalización de un sistema de vida y el
conocimiento de que existe un mundo externo distinto al proyecto o programa en que
está inserto, especialmente si éste es un centro residencial.
En el proceso terapéutico es importante que el niño/a que ha sufrido el abandono logre
reconocerse como portador del derecho de ser protegido, amado y respetado,
anticipándole que existen otras formas de constituir familia, que trascienden lo biológico.
Sin embargo, hay tareas que competen solamente a los adultos que lo integrarán a su
grupo familiar, cual es devolver al niño/a la confianza perdida y la seguridad de que lo
acompañarán permanentemente con toda su historia de dolores y heridas.
c) VISUALIZACIÓN DEL FUTURO
En esta etapa el objetivo del trabajo es promover que el niño/a salga de su presente y se
proyecte en un futuro, de modo que, logre representar lo que desea o espera de éste.
Para dicho efecto, se sugiere guiar el trabajo hacia un análisis del futuro en relación a tres
dimensiones:



los objetos
los espacios de vida
las personas.
En este análisis se debe trabajar no sólo con los conceptos ideales o deseados, sino
también con aquello que es temido o rechazado por el niño/a.
Se recomienda la utilización de técnicas como imaginería, títeres o muñecos que
permitan la expresión de estas proyecciones.
II.- PREPARACIÓN
La preparación debe estar orientada a ayudar inicialmente al niño/a a comprender el
sentido de su integración a un nuevo referente familiar y a vivir lo más sanamente posible,
el quiebre con el medio en el que se ha desarrollado en los últimos años.
Efectivamente para los/as niños/as mayores, no es fácil asimilar el nuevo desafío que van
a vivir, por lo que las intervenciones profesionales deben buscar introducir, facilitar y
apoyar el diálogo con éstos, a fin de prepararlos para el cambio que tendrá su vida, de
modo que enfrente la posibilidad de ser parte de una familia que aún no conoce, con la
mayor disposición y apertura para una positiva integración.
a) POSIBILIDAD DE UNA ALTERNATIVA FAMILIAR COMO VÍA DE EGRESO
Cabe recordar que sólo se cumple esta etapa una vez que se tiene la certeza de contar
con una alternativa concreta de familia dispuesta a asumir el cuidado y protección del
niño/a.
Para ello, se deben retomar las imágenes del futuro trabajadas en la etapa anterior. Si
el/la niño/a se imagina el futuro inserto en una familia, se le debe ayudar a expresar las
emociones que esta idea le despierta, pero si en su futuro no visualiza el tener una familia,
se le ayudará a crear esa necesidad a partir de conceptos tales como: “todo niño/a debe
vivir en una familia y no en un Hogar de Protección”; “que se merece unos padres sólo
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para él” y “que el tener una familia es posible”, de manera que logre conectarse con
estas ideas y trabajar las emociones que ese futuro le provoca.
Es importante que el profesional tratante esté atento a los sueños e idealizaciones que el
niño/a pueda tener de sus futuras figuras parentales o del significado de vivir en familia,
para trabajar con dichas representaciones.
b) ACERCAMIENTO DESDE LO PSICOLÓGICO A UNA ALTERNATIVA FAMILIAR
El objetivo de esta etapa es vincular afectivamente al niño/a con su alternativa familiar de
egreso, antes que se produzca materialmente el encuentro entre las partes, de manera
de lograr que ambos (el niño/a y las figuras protectoras que asumirán su cuidado) se
sientan familiarizados y se facilite su adaptación.
Al respecto, Anne-Marie Crine y Sylvia Nabinger, subrayan que lo importante es ayudarles
a conectar sus fantasías con la realidad concreta y humanizada de la futura familia, pues
es habitual que su conexión imaginaria inicial con ésta, sea en términos de su interés en las
cosas materiales que ellos le puedan otorgar pero, en definitiva, lo relevante es que el
niño/a exprese sus expectativas respecto a los adultos que cuidarán de él, demostrando
así que deja un espacio psíquico para una nueva vida.
En este espacio se puede explicar al niño/a que una familia lo espera, aunque no sea
totalmente como él/ella se la representó.
En tal sentido son enormemente útiles, todos aquellos elementos, que puedan facilitar un
proceso de mayor conocimiento de la familia por parte del niño/a, antes de concretar el
encuentro, favoreciendo así sus sentimientos de confianza y seguridad. Nos referimos a
promover el intercambio e interacción entre ambas instancias a través de medios escritos
y audiovisuales como fotografías (de si mismo, del Hogar de protección, de sus amigos, de
sus futuros padres, de su nueva casa, del entorno, de mascotas, y especialmente del
dormitorio del niño/a), correos electrónicos cartas, regalos, dibujos, llamados telefónicos,
CDs, entre otros.
En esta instancia se sugiere estructurar en conjunto con el niño/a el Libro de Vida, el que
se constituirá en un medio para narrar su historia pudiendo contener además del texto,
fotografías, objetos pequeños, dibujos y recuerdos. Esta cronología permitirá contar con
una trayectoria concreta del pasado del niño/a, el que se puede usar para trabajar como
un apoyo al diálogo. En la práctica, este ejercicio hará posible retrotraer los elementos
claves de su vida al aclarar y resolver las eventuales confusiones y controlar sus emociones
en relación a los acontecimientos pasados.
c) PREPARACIÓN DEL NIÑO/A PARA EL ENCUENTRO FAMILIAR.
Esta etapa debe ser planificada en todos sus detalles en coordinación con los otros
profesionales que conocen al niño/a, de manera de disminuir riesgos o situaciones no
previstas.
Respecto al niño/a, el terapeuta deberá trabajar los temores, aprensiones, ansiedades y
fantasías que puedan estar generando la proximidad del encuentro con las personas que
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asumirán su cuidado, a fin de que viva este momento en las mejores condiciones posibles,
facilitando una buena integración familiar con el menor costo emocional para él/ella.
Asimismo, influirá en el éxito de este encuentro la preparación de la familia sustituta en
cuanto al espacio y oportunidades que se le haya dado para que sea capaz de enfrentar
este momento y asumir el ejercicio de su rol con la seguridad necesaria que permita
trasmitir al niño la confianza que él/ella necesita en su nueva etapa de vida. Así, es
pertinente subrayar que el bienestar del niño/a va a depender de la capacidad
desplegada por las figuras parentales para aceptarlo, acompañarlo y educarlo.
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BIBLIOGRAFÍA
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Santiago de Chile. Editorial Galdoc.
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Santiago Chile.
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Lecannelier F. (2005) Investigador principal “Estudio Multicéntrico de Evaluación,
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Mundana M., Gallardo I , Angulo P.( 2001) ”.Factores que Influyen en el Apego y la
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Nabinger S. y Crine A:M. (2006) “Enjeux de l’adoption tardive”,
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Adopción Organizado por la Fundación San José para la Adopción.
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Worden,,J.W (1997) “El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y
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