Control del Poder por Ivanega

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Voces: DERECHO POLITICO ~ DERECHO CONSTITUCIONAL
Título: Control del poder
Autor: Ivanega, Miriam M.
Publicado en: LA LEY 03/03/2010, 1
Abstract:
Controlar al poder contiene cierta paradoja, pues la idea misma del poder parece no dejar mayores espacios
para pensar en su control (Diego Valadés, El control del poder, Porrúa-UNAM, 2006).
Y ello, a pesar del catálogo de actividades que se enrolan bajo su concepto; las nociones de comprobación,
fiscalización, inspección, vigilancia, veto, supremacía, autorización, visto bueno, intervención, revisión, entre
otros, comprenden una amplia gama que se identifican con el mismo término, aun cuando incluyen las más
variadas técnicas.
Así, el control puede derivar en consecuencias tales como: suspender la tramitación de un procedimiento o
los efectos de un acto administrativo, imponer comportamientos determinados, sancionar, prevenir
irregularidades, corregir errores, brindar información. En esta diversidad, encontramos controles judiciales,
legislativos, administrativos, previos, preventivos, concomitantes, posteriores, interno, externo, de legalidad, de
gestión, contable, presupuestario, social, de la opinión pública, etc. Una maraña de competencias,
procedimientos, controladores, controlados y de "objetos" de control.
Pero el poder se resiste a ser controlado, le resulta incómodo "sentirse" evaluado, limitado en su accionar,
por mecanismos efectivos y eficientes; por eso busca en sus entrañas formas propias que sirvan a sus objetivos,
entre éstos: perdurar incólume en el tiempo, aferrado al idealismo de la eternidad. Este tipo de control —que
podemos denominar "informal"— se convierte en instrumento de presión e incluso de persecución, carente de
transparencia y alejado de los principios democráticos, que termina por desplazar a los otros controles, los
constitucionales y legales.
De ahí que también paradójicamente, la regla en la relación poder-control es: a mayor poder, menor control
"de derecho" pero mayor "control informal", con el consecuente debilitamiento de uno de los pilares del Estado
de Derecho.
Esta situación no se disimula con el aparente fortalecimiento y creación de organismos competentes en esa
materia, pues la realidad también nos muestra otra contradicción: a mayor cantidad de organismos de control,
menores son los resultados óptimos que se obtienen de dicha función. Es decir, existe una relación inversa entre
"cantidad" de organismos y "producto". Hablamos de "resultados óptimos" porque no alcanza con la generación
en masa de resoluciones, informes, formulaciones de cargo, intimaciones, que luego no pueden concretarse; es
imprescindible que el control cumpla con sus objetivos y utilice los medios idóneos para ello. Es decir, sea
eficiente, transparente y eficaz en sí mismo.
Por ello, y admitiendo que en mayor o menor grado, el control informal existe en toda organización pública
y privada, y que la profusión de organismos y entes no asegura efectividad, cabe exigir controles independientes
y oportunos. La independencia conformada por diversas condiciones, otorga cierta indemnidad al que controla.
Autonomías funcional y presupuestaria, neutralidad (no tomar partido), objetividad, idoneidad técnica, ética,
confluyen en la credibilidad y confiabilidad que debe transmitirse a la sociedad.
No en vano el Poder Judicial termina por convertirse en un verdadero adalid en la defensa de los derechos
fundamentales, como si fuera el único responsable de controlar a los otros poderes. Cae sobre él, el peso de la
ineficiencia e inoperancia de otros medios y organismos de control. Esta posición que asume la justicia, por
diversas razones tampoco es sana, pues al formar parte del poder general del Estado, él también debe reconocer
sus propios límites en las normas constitucionales y legales.
Sin embargo, con el tiempo, en las democracias, el poder y el control tienden a reconocerse, a medir sus
fuerzas en contiendas jurídicas, políticas, sociales, económicas, cuyo terreno es el Estado mismo; hasta terminar
entendiendo los límites del ser y del deber ser. El equilibrio estará presente, en la medida que se comprenda que
la preservación del Estado democrático y la efectivización de las garantías individuales son las principales
respuestas del para qué y para quién se gestiona y controla.
© Thomson La Ley
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