SemGral Colson (ABS)

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Competitividad en la agricultura de Sonora. Análisis de la
competitividad sistémica para el nivel Micro de cinco cultivos.
I. Introducción
La capacidad productiva del campo sonorense no solo es reconocida por su fertilidad
sino también por la aplicación de importantes innovaciones tecnológicas que han
permitido una sólida posición competitiva expresada en mejores rendimientos por
hectárea, disminución de costos y eventualmente incrementos en las ganancias. Con el
Tratado de Libre Comercio (TLC) se supuso que esa condición sería afectada en virtud
de que los productores de Canadá y Estados Unidos eran más competitivos. A casi de
15 años de la puesta en vigor del TLC la agricultura de Sonora mantiene el mismo patrón
de cultivos contradiciendo las previsiones planteadas al inicio del acuerdo comercial
(Bracamonte, Valle y Méndez, 2007). Similares resultados se registran en otras regiones
que han experimentado procesos parecidos de liberación agrícola. Es decir la mayor
apertura económica derivada y retroalimentada por la globalización está produciendo
consecuencias paradójicas: por una parte modifica el mapa de la economía mundial y al
mismo tiempo consolida rasgos productivos como es el caso del agro local.
La globalización ha intensificado la competencia a escala internacional. En este proceso
las naciones, las regiones y/o las firmas se desempeñaran con éxito si desarrollan e
introducen estrategias que las vuelvan más competitivas. Por ello es crucial determinar la
posición competitiva de la empresa o del país estudiado. Con esta información sería
posible diseñar políticas públicas dirigidas a remontar el rezago o fortalecer una posición
privilegiada. Para determinar si es competitiva o no es indispensable contar con
mecanismos de medición adecuados. En la literatura especializada destacan dos
opciones: la Competitividad Sistémica y la Competitividad Estructural1; ambos casos más
adelante se analizarán.
Existe una diversidad de enfoques que pueden ser utilizados de manera complementaria para desarrollar políticas
públicas eficientes y eficaces, así como estrategias de competitividad para las empresas. El enfoque de la cadena del
valor de Porter, el análisis de clúster, el análisis de Cadena global de mercancías (CGM) son algunas alternativas que
han sido utilizadas, las cuales pueden complementarse con enfoques como la competitividad sistémica y la Matriz de
Análisis de Políticas (MAP), entre otros.
1
Este ensayo es una aproximación a la medición de la competitividad de cinco sistemas
productos del agro local (trigo, maíz, algodón, cártamo y garbanzo) aplicando uno de los
cuatro niveles que conforman la competitividad sistémica: el Micro. El cálculo de esta
competitividad, aunque parcialmente, ayuda a comprender por qué seguimos cultivando
granos y oleaginosas cuando habitualmente se les considera que no son rentables y por
lo tanto poco competitivas.
Para cumplir con dicho objetivo el documento aborda en la
primera parte las características más importantes de la agricultura de Sonora en los años
reciente. La idea aquí es analizar la importancia de los cultivos objeto de estudio. En la
segunda se revisa la discusión en torno a la competitividad y se argumenta porque la
competitividad sistémica es la más apropiada. En el tercer apartado se formula la
propuesta específica que se utilizó en este trabajo que, como ya se apuntó, se trata del
nivel Micro de la competitividad sistémica. En la cuarta sección se explica el origen de los
datos utilizadas para determinar la competitividad Micro de los cultivos seleccionados;
aquí mismo se presentan los resultados. Finalmente se exponen algunas conclusiones.
II. LA AGRICULTURA EN SONORA: LA IMPORTANCIA DE LA PRODUCCIÓN DE
BÁSICOS
En enero de 2009 se cumplirán 15 años de vigencia del TLC entre México, Estados
Unidos y Canadá. Este acuerdo consolidó el proceso de apertura iniciado a mediados de
la década de los ochenta del siglo pasado, estrategia cuyo propósito primordial era
reestructurar a la economía mexicana a partir de un esquema inspirado en el mercado
que afectó a todos los sectores productivos incluyendo el agropecuario. 2 Previendo la
existencia de asimetrías entre las agriculturas de los países firmantes del TLC, se
negociaron medidas precautorias para aminorar eventuales consecuencias negativas del
acuerdo comercial.3 Para el caso de México, las medidas consistieron básicamente en el
establecimiento de tres periodos de desgravación; uno surtiría efectos inmediatamente
después de la puesta en vigor del tratado y los otros dos periodos se aplicarían en el
2003 y 2008. Asimismo, se diseñaron y ejecutaron un conjunto de programas de apoyo
entre los
En el escenario actual del campo en México es complejo y contradictorio: a raíz de la firma del TLC se ha pretendido
modernizarlo en un esquema de mercado, sin embargo, aún se mantienen programas propios de una fase
proteccionista. 3 La negociación del capítulo agropecuario del TLC implicó la desregulación de gran parte de los
productos que la entidad produce: para frutas y hortalizas la apertura fue inmediata, incluso algunos granos,
especialmente el trigo, recibieron el mismo tratamiento; el maíz y el fríjol se incluyeron entre los cultivos cuya
liberalización se alcanzaría en el largo plazo, esto es en 2008 (Téllez, 1994).
2
que destacan Procampo y Alianza para el Campo. La idea era preparar a los productores
mexicanos para incorporarse a la competencia internacional.4
Más adelante, en otro apartado se comenta un poco más sobre estos programas y su comportamiento en la
agricultura de la entidad. 5 Las exportaciones agropecuarias crecieron 30 por ciento entre 1996 y 2002, crecimiento
menor a las agrícolas que aumentaron más de 60 por ciento en ese mismo periodo (OIEDRUS, 2005).
4
En particular la agricultura que se realiza en el estado de Sonora tiene una alta
orientación exportadora.5 Alrededor de dos terceras partes del valor de la producción se
comercializa en el mercado externo. No son únicamente productos hortícolas o perennes
los que se envían al mercado mundial. También destacan las exportaciones de algunos
cultivos básicos como es el trigo en la variedad cristalino, garbanzo, y otros. En los
últimos años y más específicamente a partir del 2000, la dinámica de las exportaciones
ha permitido que el agro sonorense crezca a tasas por encima del promedio nacional y
cerca de las tasas registradas por el conjunto de la economía (Gráfica núm. 1). Grafica
núm. 1
*/ Variación porcentuaol anual, correspondiente al Indice de Volúmen Fisico de
la producción (1993=100).Fuente:
INEGI.-12.0-10.0-8.0-6.0-4.0-2.00.02.04.06.08.010.012.014.01994199519961997199819
992000200120022003200420052006NacionalSonoraAgro. Nal.Agro. Son.Crecimiento
del PIB Total y Agropecuario para México y Sonora, 1993-2006Variación porcentual
anual */
Este comportamiento es difícil entenderlo sin el desempeño registrado por las hortalizas
y los frutales. Sin embargo en esa dinámica también cuentan los cultivos tradicionales
dado que ellos
explican un porcentaje interesante de la superficie sembrada. En promedio desde 1985 a
1995 la superficie sembrada de granos (trigo y maíz) ascendió a 347 mil hectáreas, en
cambio desde 1995 hasta 2005 la superficie sembrada de esos mismos cultivos no
cambió de manera significativa. Particularmente, los cinco cultivos que interesan a este
análisis tuvieron una evolución análoga en ese tiempo: para el primer periodo la
superficie era de alrededor de 422 mil hectáreas, mientras que para el segundo poco
más de 372 mil hectáreas. Estos cultivos explican alrededor de 60 por ciento de la
superficie cultivada antes y después del TLC: para los periodos de 1985-1995 y
1995-2005 la participación de estos cultivos en el total de la superficie sembrada de la
entidad fue de 59 y 65 por ciento, respectivamente (Gráfica núm. 2). Grafica núm. 2 Es
complejo explicar las razones de la permanencia del anterior patrón de cultivos. Influyen
muchos factores como puede ser la política de fomento agropecuario, la organización
interna, las reglas que incentivan o desincentivan la siembra, los precios, las ganancias,
etcétera. La presencia de los granos básicos en el patrón de cultivo hace pertinente la
evaluación de los niveles de competitividad de estos productores, especialmente a partir
de la eliminación de las barreras a la libre importación de granos concretada desde enero
de 2008. * Trigo, maíz, cártamo, algodón y garbanzo.Fuente: OEIDRUS-SAGRHPA,
Gobierno de Sonora.Sonora: Patrón de cultivos, 1985-2005Participación porcentual en la
superficie sembrada promedioCultivos básicos* 59.9Resto cultivos
40.11985-1995Cultivosbásicos* 65.9Resto cultivos 34.11995-2005
La perspectiva integral de la competitividad sistémica puede ser útil para entender ese
comportamiento pues es un referente que genera información respecto a lo que ocurre
con los productores tanto en su entorno externo como al interior del propio proceso de
producción. Sin embargo es complicado desarrollar todos los atributos contemplados en
dicha metodología. Por ello nos centraremos en uno (Micro) y dejaremos para otros
ensayos el análisis de los otros niveles.
III. COMPETITIVIDAD SISTÉMICA:
PROPUESTA METODOLÓGICA
1. Concepto de competitividad
El estudio de la competitividad proviene de las escuelas de negocios de Estados Unidos
y Europa. En ellas se hace especial énfasis en los aspectos gerenciales y empresariales,
esto es, se destaca la forma en que las empresas compiten por mercados y recursos con
el objetivo de incrementar la cuota de mercado a escala local y mundial.
Existen varias definiciones de competitividad. Estas van desde propuestas específicas y
limitadas a complejas y generales; algunas incorporan aspectos puramente económicos
y otras consideran elementos de carácter técnico, sociopolítico y cultural. De igual forma,
hay distintos niveles de definición de acuerdo a la unidad de análisis, ya sea un país,
sector, empresa o producto.6 Sin embargo todas parten del supuesto de que la
competitividad no es un fin en sí misma o una meta, sino la conformación de un esquema
de acción o de política a seguir. El propósito de su estudio por tanto es analizar los
determinantes que la generan y la condicionan.7
La siguientes son definiciones de competitividad: 1) el grado en el cual una nación puede, bajo libre comercio y
condiciones de mercado equitativas, producir bienes y servicios que participen dentro de los mercados
internacionales, mientras mantiene y expande los ingresos reales de la población en el largo plazo (OCDE, 2006); 2) el
resultado de una serie de factores económicos, geográficos, sociales y políticos que conforman la base estructural del
desarrollo de una nación (Araoz, 1998); 3) la capacidad de una empresa para satisfacer una necesidad del consumidor
con mayor eficiencia que otra empresa que posee la capacidad de satisfacer esa misma necesidad (Ibáñez y Caro,
2001); 4) la capacidad dinámica que tiene una cadena localizada especialmente para mantener, ampliar y mejorar de
manera continua y sostenida su participación en el mercado, tanto doméstico como extranjero a través de la
producción, distribución y venta de bienes y servicios en el tiempo, lugar y forma solicitados, buscado como fin último
el beneficio de la sociedad (Rojas y Sepúlveda, IICA, 1999); 5) un campo de conocimiento económico que analiza los
hechos y políticas que dan forma a la habilidad de una nación para crear y mantener un ambiente que sostenga la
creación de valor por parte de sus empresas y una mayor prosperidad para su población (Girelli, 2004). 7 El concepto
de Competitividad ha evolucionado pasando de una concepción puramente económica orientada hacia el comercio
internacional a una que incorpora elementos innovadores tales como tecnologías de avanzada, nuevos patrones de
consumo y una mayor conciencia sobre los recursos naturales. En este sentido se pasa de la consideración de
ventajas comparativas (dotación de factores básicos y recursos naturales) al de ventajas competitivas (diferenciación
del producto y de reducción de costos por medio de tecnología, capacidad de innovación y factores de especialización)
como motor del desarrollo (Ibáñez y Caro, 2001).
6
Los primeros avances hacia una concepción más amplia e interdisciplinaria de la
competitividad se dan a finales de los años 80 cuando Michael Porter utiliza el término de
Ventajas
Competitivas para analizar los factores competitivos de las empresas y diferenciarlos de
los enfoques basados en las ventajas comparativas. Señala que la principal distinción
entre las ventajas competitivas y las ventajas comparativas es, que las primeras se
hacen o se construyen -tecnología, capacidad de innovación y factores de
especialización- mientras que las últimas se heredan -mano de obra, territorio-.8
Los trabajos de Porter ha sido fundamentales para el estudio de la competitividad a nivel firma. Su “Diamante de la
competitividad” ha permitido hacer análisis de las ventajas competitivas de una empresa en cuatro ejes: instituciones
de apoyo, empresas de apoyo, demanda sofisticada y empresas claves en la competencia local. 9 En los últimos años
8
no sólo se enfoca a la reducción de costos sino la combinación diferentes elementos como la dirección y gestión de la
empresa, introducción de innovaciones en el proceso productivo, en la mercancía o en la organización interna y el
aprovechamiento de las políticas industriales, esto es lo que se conoce como el Enfoque Sistémico de la
Competitividad. En los apartados siguientes se aborda un poco más sobre ello. 10 Algunos de los pilares de este
enfoque son la liberalización comercial, devaluación real y reducción de costos laborales.
2. Enfoques de la Competitividad: Tradicional, Estructural y Sistémica
En un principio se considera que una firma puede ser competitiva si el nivel de sus
costos unitarios es al menos igual al de sus competidores. Sin embargo, también se
reconoce a la productividad como fuente de competitividad, pues permite lograr costos
unitarios más bajos. Por tanto, la competitividad de una empresa se define en función de
su habilidad para obtener utilidades que se manifiestan en reinversión; en un principio los
estudios a nivel firma hacen énfasis en los costos de una empresa como factor
competitivo.9 Por otro lado, a nivel nación la competitividad está ligada a la globalización,
esto es, no sólo las empresas compiten por inversión productiva, sino que también lo
hacen las naciones, en la mayoría de los casos.
La competitividad para un país se entiende como el grado en el cual se pueden producir
bienes y servicios que puedan competir en los mercados internacionales, manteniendo y
aumentando, simultáneamente, el ingreso real de sus habitantes a largo plazo. En otras
palabras, la competitividad de un país consiste en sostener y expandir su participación en
los mercados internacionales y al mismo tiempo elevar la calidad de vida de su
población. Este se conoce como el Enfoque Tradicional de la competitividad.10 Sin
embargo, parte del supuesto de que los mercados internacionales son competitivos
(competencia perfecta), cuando en la realidad se conoce que éstos tienden a ser
imperfectos. Tomando en cuenta esta limitación se formulan una serie de estudios que
intentan redefinir el concepto de competitividad a nivel nación y con ello establecer
patrones de medición de su desempeño.
Algunas de las críticas al esquema tradicional de competitividad derivan en la definición
de un concepto más integral conocido como Competitividad Estructural que incluye
elementos no contemplados en el análisis.11 El enfoque estructural retoma las
concepciones básicas de la competitividad, pero hace énfasis en las instituciones de
apoyo a la innovación tecnológica, así como la inversión en investigación realizada por
las empresas. Como su nombre lo señala, atribuyen un papel especial a la base o
estructura sobre la cual se erige el complejo productivo, el cual consideran se compone
de un entramado de relaciones gerenciales (empresariales) vinculadas con la innovación,
el aprendizaje y la colaboración. Destaca como componentes claves: a) la innovación,
como elemento constitutivo central del desarrollo económico; b) la capacidad de
innovación de una organización industrial y el desarrollo de estrategias propias de
aprendizaje; c) el papel de las redes de colaboración entre empresas y el apoyo de
instituciones (gobiernos; centros de educación e investigación), para fomentar las
capacidades de innovación (OCDE, 2001). Si bien el concepto de competitividad
estructural ha resultado útil para muchos países desarrollados, no alcanza aún a cubrir
los requerimientos, pues presenta limitaciones, en especial para las naciones
atrasadas. Existen algunos países de América Latina, en los cuales la necesidad de
formular e implementar estrategias locales y regionales de desarrollo económico es
indispensable y pertinente, donde se observa la inexistencia o insuficiencia del entorno
empresarial eficaz (entramado gerencial de relaciones), al que hace referencia la
competitividad estructural.
Una institución que participa activamente en este proceso de reconceptualización es la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
11
De la misma forma, el enfoque estructural mantiene como premisa que la productividad
es fuente de competitividad. No obstante, esta idea no es compartida por algunos
autores, específicamente por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL),
quienes sostienen que el aumento per se de la productividad no implica necesariamente
mayores niveles de competitividad. El aumento en los niveles de productividad resulta
poco efectiva ante la caída del ingreso por habitante (PIB per cápita), disminución de la
inversión, reducción del gasto en investigación y desarrollo tecnológico y en el sistema
educativo y con deterioro de los salarios reales. En ese contexto, surge el concepto de
Competitividad Sistémica, el cual intenta subsanar algunas de las limitaciones del
enfoque anterior.12 Este, basa en el incremento de la productividad y la inversión en
recursos humanos, esto es, debe incorporar factores no económicos como la educación,
ciencia, estabilidad política o sistemas de valor.
El enfoque sistémico hace énfasis en
la interacción de cuatro áreas o niveles de análisis. Para cada uno de estos niveles se
definen los elementos determinantes (Figura num.1):
12 El
concepto de la OCDE y otros similares cubren sólo categorías económicas, soslayando casi por completo la
dimensión política que interviene en la creación de competitividad. La creación de un entorno sustentador con el
esfuerzo colectivo de las empresas y con la iniciativa conjunta de las asociaciones empresariales, el Estado y otros
actores sociales puede conducir hacia un desarrollo relativamente acelerado de las ventajas competitivas, como lo
señala el estudio de Esser, Hillebrand, Messner y Meyer-Stamer (1994). 13 Es importante destacar que existen
algunos autores que fusionan los niveles meta y macro concentrando en un solo nivel todo lo relacionado con el
contexto macroeconómico y sociocultural (factores externos a la empresa).
 Nivel meta: este involucra a los aspectos del recurso humano que se insertan
de forma complementaria en cada uno de los otros niveles (factores socioculturales,
escala de valores, patrones básicos de organización política, jurídica y económica,
capacitación y habilidades, conocimiento y educación, capacidad estratégica y política).
 Nivel macro:13 elementos de carácter macroeconómico (déficit fiscal, inflación,
tipo de cambio y tasa de interés). Además influyen aspectos externos como precios
internacionales y exigencias de calidad de los mercados (gustos y preferencias,
segmentación, volumen y tendencia de los factores de la demanda). A este nivel las
políticas presupuestaria, monetaria, fiscal, cambiaria y comercial juegan un papel clave
en el apoyo a la competitividad).
 Nivel meso: destacan los factores de carácter espacial (localización), de
infraestructura y logística, calidad y cantidad de recursos naturales y factores climáticos.
Asimismo destaca la presencia de las políticas de corte regional relacionadas con dichos
factores, tales como la política de ciencia y tecnología, de infraestructura y equipamiento,
ambiental e incluso las relacionadas con el comercio, básicamente las referidas al apoyo
en exportaciones e importaciones.
 Nivel micro: factores que condicionan el comportamiento de la empresa tales
como productividad, costos, organización, innovación y tecnología, control de calidad,
gestión y logística empresarial, mecanismos de comercialización, tamaño de la empresa
y distancia entre ésta, sus fuentes de insumo y los mercados.
Figura núm. 1 Determinantes de la Competitividad Sistémica
Fuente: tomado de K. Esser; W. Hillerbrand; D. Messner y J. Meyer-Stamer, 1994.
El enfoque sistémico se caracteriza por la búsqueda de un desarrollo industrial exitoso, el
cual no depende solamente de una función de producción (micro) o de condiciones
macroeconómicas estables (macro), sino que también, de la existencia de medidas
específicas del gobierno y de organizaciones privadas de desarrollo, orientadas a
fortalecer la competitividad de las empresas (meso). Además, la capacidad de vincular
las políticas meso y macro está en función de un conjunto de estructuras políticas,
económicas y de un conjunto de factores socioculturales y patrones básicos de
organización (meta).14 En este sentido pueden definirse aquéllas herramientas de política
que son
El enfoque sistémico permite detectar aquéllas áreas de fortaleza y/o debilidad dentro de las empresas y los
países. Ello ha atraído el interés sobre los estudiosos del tema, así como de algunas organizaciones internacionales.
14
susceptibles de incentivar la competitividad de las empresas y los países así como los
actores sociales (agentes, grupos, organizaciones e instituciones) que participan en el
proceso así como las funciones que cada uno desempeña.15 IV. PROPUESTA
METODOLÓGICA La medición de la competitividad se ha realizado desde diversos
enfoques y metodologías; incluso la unidad de análisis puede variar desde países y
regiones, hasta empresas, cadenas productivas y productos, dependiendo de los
intereses del estudio o programa en particular. Ante la variedad de perspectivas para
medir la competitividad, aún se debate sobre los indicadores más eficientes, pues
aunque tradicionalmente los enfoques macroeconómico y microeconómico (factores
internos a la empresa; diferenciación entre precios y costos) han constituido el punto de
partida del análisis sobre competitividad, recientemente se discuten propuestas que
adicionan nuevos rubros, dejan un poco de lado la “cuantificación” y destacan el orden
cualitativo sobre los elementos del entorno (macro). No obstante, la cuantificación
mantiene fortaleza y representatividad, en especial cuando este se relaciona al esquema
de la cadena de producción y más específicamente a las cadenas agroalimentarias.
Aunque el enfoque de la Competitividad Sistémica fue desarrollado por Instituto Alemán de Desarrollo, no obstante,
existen a la fecha antecedentes de estudios en países en desarrollo a partir de este enfoque. La CEPAL cuenta con un
importante acervo de trabajos de este tipo de trabajos para países de América Latina. 16 Una cadena productiva es
conjunto de agentes económicos que participan directamente en la producción, transformación y en el traslado hasta el
mercado de un mismo producto (Duruflé, Fabre y Young, 1993). Un ejemplo de éstas son cadenas agroalimentarias
(CA). Las CA están orientadas por la demanda y no por la oferta, es decir, los propietarios de las empresas
comercializadoras de productos agrícolas, en su búsqueda de precios y mercados, impulsan la demanda. Se
componen por cinco fases: diseño, apropiación de la materia prima, producción, comercialización y consumo final y es
posible caracterizarlas en varios tipos dependiendo de sus estructuración (por ejemplo, lineales y/o ramificadas).
15
17 Esto es posible por medio de la formación de capacidades competitivas en las empresas de la cadena y al desarrollo de actividades de generación de mayor valor agregado y
que impulsen el crecimiento económico, el empleo y una equitativa distribución del ingreso.
Siguiendo el Enfoque de Competitividad Sistémica, se propone medir la competitividad
de la agricultura de Sonora a partir del nivel microeconómico. El cálculo de la
competitividad se realiza a partir de la empresa o unidad económica como componente
central de la cadena agroindustrial. La idea es evaluar los niveles de competitividad en
cada una de los eslabones de la cadena: desde el productor hasta el distribuidor. 16 El
propósito es identificar los factores críticos que limitan o incentivan la competitividad a
fin de estar en condiciones de elaborar nuevos criterios para el diseño de políticas
públicas y estrategias privadas, que favorezcan la capacidad competitiva de los diversos
sectores productivos.17
En materia de desarrollo tecnológico, por ejemplo, enseñarle a los productores la importancia del mercadeo y
comercialización y de considerar estos elementos en los planes de producción; mejorar la apropiación de materias
primas, adquirir tecnología de punta en la producción, etc. 18 Para una descripción más detallada ver: Ibáñez y Caro
(2001), Algunas teorías e instrumentos para el análisis de la competitividad, Cuaderno Técnico núm. 16, San José,
C.R., Marzo. 19 Además de estos dos indicadores, puede calcularse un tercer indicador conocido como Participación en
el mercado se integrará a partir del comportamiento del nivel de exportaciones para sistema-producto. Este indicador
muestra la capacidad de cada producto de incursionar en mercados externos (exportaciones netas). 20 Esta idea
cruza con la teoría de la competitividad desarrollada por Porter (1980). En esta se señala que existen dos formas
genéricas de competitividad, una por costos y otra por diferenciación. Cada una de las formas de competitividad se
define por el tipo de mercado en el que se interactúa: 1) en un mercado de competencia perfecta donde los productos
son relativamente semejantes no hay posibilidad de influir en los precios, por lo que el incentivo de competencia será a
través de los costos; asimismo, 2) en mercados oligopólicos la competitividad se dará entonces vía la diferenciación de
productos (tipo de bienes, calidad, etc.).
Los indicadores para definir la competitividad a nivel micro se adaptaron de la propuesta
del Instituto Interamericano de Cooperación en Agricultura (ICCA) para el análisis de la
competitividad en cadenas agroindustriales.18 Esta propuesta analiza la competitividad a
partir de los agentes participantes en cada eslabón de la cadena: productores primarios,
agroindustriales y distribuidores (mayoristas y minoristas). El cálculo de los niveles de
competitividad para cada agente se realiza a partir de dos indicadores: 1) relación
precio-costo; 2) tasa de ganancia.19
El primero de estos indicadores, competitividad precio-costo, pretende resaltar la
capacidad para obtener beneficios entre unidades económicas (países, regiones,
empresas) vía la formación de precios de mercado y los costos de producción. 20 En
especial la relación se establece entre el precio final y los costos por unidad. Lo
interesante de este indicador es que permite visualizar los efectos que tienen los factores
en la fase o segmento y su dependencia hacia el precio de estos (insumos).
Competitividad precio-costo: dependiente de los factores que influyen en los precios y
en los costos unitarios (salarios, insumos, tasa de ganancia, etc.). Por su parte la
competitividad de tasa de ganancia o margen de beneficio, determina la eficiencia en
función de los beneficios netos relativos. Se define como la diferencia entre las ventas
totales y los costos totales. Este indicador responde a la hipótesis bajo la que las firmas
participan en el mercado en la búsqueda de una tasa de ganancia cada vez mayor.
Tasa de ganancia: determinada por los factores que influyen en los precios y costos
unitarios (insumos y capital).
El propósito es definir los indicadores de competitividad para cada uno de los agentes de
la cadena de producción y evaluar así sus correspondientes niveles de competitividad.
En el cuadro anexo se presenta los criterios (ecuaciones/funciones) para el cálculo de los
distintos ingresos y costos para cada uno de los agentes, y sus relaciones, vistas como
relación precio-costo y de tasa de ganancia. En la tabla núm. 1 se presenta el modelo
formal con los indicadores de competitividad micro para cada componente de la cadena.
Además de los indicadores de competitividad precio-costo y de tasa de ganancia,
también se presentan las de ingreso y costo (total y unitario). Estos se calcularon para el
total de agentes productivos (volumen de producción total) de cada segmento y/o etapa
de la cadena.
Tabla núm. 1 Modelo formal de análisis microeconómico*
Agentes/Indicadores Ingreso
total (IT)
XPx
Costo
total (CT)
MPm
Costo
unitario
(Cu)
maP
Competitividad Competitividad
precio-costo
tasa de
(P/Cu)
ganancia (g)
mxaPP
pmxkaPP
cdbwcPPPxyy
TxykcdbwcPP
Productores
primarios
YPy
Agroindustria
CDwLXPx cdbwcPPxy
YPyM1
YPy
yP
M1
M
YPyM1
yMP1
S1
S
Mayoristas
Detallistas
YPyMS11
V. COMPETITIVIDAD SISTEMICA: Indicadores básicos de competitividad Micro
(inter-cadena)
1. Información y características de los ejercicios
Para el cálculo de los indicadores de Competitividad Micro para los cinco
sistemas-producto objeto de estudio (trigo, maíz, algodón, garbanzo y cártamo) se
utilizaron diversas fuentes de información, dependiendo del agente de análisis:
productores primarios, agroindustria, mayoristas y minoristas.
Para el análisis a nivel de productores primarios se uso la información correspondiente a
producción agrícola de 2005 (superficie, volumen y precios) y los costos por hectárea y
tonelada para el ciclo 2005-2006. Por su parte, el cálculo de los indicadores de
competitividad para agroindustria se realizó para dos productos, trigo y maíz,
seleccionando un producto agroindustrial para cada sistema producto: harina de trigo y
de maíz, respectivamente.21 La información utilizada en los cálculos se obtuvo de
SIAP-ASERCA y del Censo Económico (CE) de 1998.22 Finalmente, los cálculos
referidos a mayoristas y minoristas, se obtuvo a partir de información de precios y
márgenes de comercialización de SIAP-ASERCA.
Desafortunadamente no fue posible realizar en análisis de competitividad micro a nivel de agroindustria para los
cultivos de algodón, garbanzo y cártamo, pues estos productos no cuentan con están tan integrados a la cadena
agroindustrial como el trigo y el maíz. 22 Aunque existe un Censo Económico más reciente (2005), no cuenta con
desagregación por rama y subrama, lo que generaba problemas al momento de calcular los valores correspondientes
para el producto agroindustrial en cuestión. El CE de 1998 si cuenta con esta desagregación, lo cual permitió el cálculo
de los coeficientes y valores correspondientes.
21
2. Resultados por sistema-producto
a) Sistemas-producto de Trigo y Maíz
Los resultados obtenidos por medio del análisis de la competitividad Micro para trigo y
maíz muestran que para los productores primarios, el trigo es más competitivo que el
maíz, pues presenta una competitividad de relación precio-costo superior (26.72%) y una
competitividad tasa de ganancia negativa menor (-0.38%). No obstante, a nivel de la
producción industrial (agroindustria), el maíz muestra mayor competitividad tasa de
ganancia que el trigo, no obstante que en este segmento de la cadena se experimenta
un alto porcentaje de costos unitarios (Cu). Para el caso de los productores primarios de
maíz, la competitividad de tasa de ganancia también es negativa, pero mayor que la
registrada en los productores primarios de trigo (-0.51%).
Los últimos dos eslabones, mayoristas y minoristas (detallistas), contrario a los
productores primarios, muestran valores positivos para la competitividad de tasa de
ganancia; no obstante, pese a que muestran mayores ingresos, obtienen menor
porcentaje en la correspondiente a la relación precio-costo. La razón de los bajos niveles
de competitividad puede deberse a que los distribuidores (mayoristas y/o minoristas)
absorben sólo los diferenciales de precio, mientras que los productores e industriales
obtienen un margen de ganancia en función de los precios (primarios) y volúmenes
(agroindustriales); la competitividad precio-costo es mayor para los productores
primarios, quienes son la primera parte de eslabón, y no los receptores de la materia
prima, como los agroindustriales. Pese a eso, para el caso del maíz los mayoristas
presenta mayor nivel de tasa de ganancia respecto al trigo (1.8%) (Tablas núm. 3 y 4).
Resultados Análisis Microeconómico (Trigo)Ingreso Total (Pesos)Costo Total
(Pesos)Costo Unitario
(Pesos/kg)Competitividad precio-costo (%)Competitividad tasa de
ganancia (%)(IT)(CT)(Cu)(P/Cu)(g)Productores Primarios1,051,472,001.6286,781,650.550.0626.72-0.38
Agroindustria549,133,000.0025,175,463.596.450.6712.41Mayorista181,341,595.35304,060,354.374.300.8
80.42Detallistas203,102,586.79143,029,990.706.111.120.12*Producto agroindustrial = Harina de
TrigoAgentes/Indicadores
Tabla núm. 2
Resultados de Análisis Microeconómico (Maíz)Ingreso Total (Pesos)Costo Total
(Pesos)Costo Unitario
(Pesos/kg)Competitividad precio-costo
(%)Competitividad tasa de ganancia (%)(IT)(CT)(Cu)(P/Cu)(g)Productores
Primarios177,781,810.0053,175,645.280.383.90-0.51
Agroindustria137,430,000.00264,445,220.8410.580.4820.74Mayorista384,804,000.0076,
350,000.005.070.921.80Detallistas413,738,933.25147,763,904.7314.201.080.08*Product
o agroindustrial: Harina de maíz.Agentes/Indicadores
Tabla núm. 3
b) Sistemas-producto Algodón, Cártamo y Garbanzo
Por su parte en los sistemas-producto de algodón, cártamo y garbanzo se analizó la
competitividad sólo del primer segmento de la cadena, productores primarios,
obteniéndose los siguientes resultados.
De los tres productos el garbanzo es el más competitivo, pues muestra mayor
competitividad precio-costo y de tasa de ganancia. Ello se debe a los altos precios de
garbanzo, los cuales permiten absorber los altos costos unitarios (Cu). No obstante,
respecto al trigo y al maíz el garbanzo es menos competitivo, y esto se debe a que los
volúmenes de producción mucho menores dado su alto costo de producción, lo cual
puede apreciarse en la diferencia en el ingreso total.
Tabla núm. 4
A nivel de los productores primarios el algodón y el cártamo, son los cultivos de
menor competitividad precio-costo, esto como resultado de los altos costos unitarios
(Cu). Respecto a la competitividad en tasa de ganancia, el algodón es más competitivo
que el cártamo, y visto sólo en el eslabón de los productores primarios es más
competitivo que el trigo y el maíz, los cuales presentaron una competitividad en la tasa
de ganancia negativa.
Resultados de Análisis Microeconómico (Algodón)Ingreso Total (Pesos)Costo
Total
(Pesos)Costo Unitario
(Pesos/kg)Competitividad
precio-costo (%)Competitividad tasa de ganancia (%)(IT)(CT)(Cu)(P/Cu)(g)Productores
Primarios250,603,450.00118,788,539.483.690.991.67Agentes/IndicadoresResultados de
Análisis Microeconómico (Cártamo)Ingreso Total (Pesos)Costo Total
(Pesos)Costo Unitario
(Pesos/kg)Competitividad precio-costo
(%)Competitividad tasa de ganancia (%)(IT)(CT)(Cu)(P/Cu)(g)Productores
Primarios151,893,700.00144,876,621.124.960.440.17Agentes/Indicadores
Tablas núm. 5 y 6
VI. Conclusiones y Recomendaciones La relevancia de las acciones y estrategias de
apoyo al campo que por mucho tiempo fueron determinantes claves del desarrollo, al
parecer no han resultado adecuadas ni suficientes para garantizar niveles de
competitividad óptimos para sector agrícola. Los costos de mantener la inflación como la
prioridad en materia de política económica en los últimos años, ha significado el sacrificio
de la inversión y limitado el crecimiento económico, con sus consecuentes efectos sobre
el agro. Entre las consecuencias destaca el freno a la inversión y el consiguiente proceso
de migración y el incremento de la pobreza entre la población rural. En el Nivel Micro,
visto a partir de papel de los diferentes agentes de la cadena, los resultados están
diferenciados de acuerdo al producto. En el caso de los productores primarios de trigo y
maíz, el trigo es más competitivo que el maíz, con competitividad precio-costo y
competitividad de tasa de ganancia superiores. No obstante, a nivel de la producción
industrial (agroindustria), el maíz muestra mayor competitividad respecto al trigo medido
esto a partir de la tasa de ganancia. Los últimos dos eslabones, mayoristas y minoristas
(detallistas), contrario a los productores primarios, muestran niveles de competitividad
positiva para la tasa de ganancia; no obstante, tienen menor porcentaje en relación
precio-costo, pese a que muestran mayores ingresos. Al analizar la competitividad de
los productores primarios en los sistemas-producto de algodón, cártamo y garbanzo, se
observó que el garbanzo es el más competitivo, pues muestra mayor competitividad
precio-costo y de tasa de ganancia. No obstante, respecto al trigo y al maíz el garbanzo
es menos competitivo. Los productores primarios de algodón y cártamo son los de menor
competitividad precio-costo; respecto a la competitividad en tasa de ganancia, el algodón
es más competitivo que el cártamo; en relación al eslabón de los productores primarios,
éste es más competitivo que los productores de trigo y maíz, los cuales presentaron
una competitividad negativa considerando que registraron una tasa de ganancia
negativa.
Estas conclusiones dejan claro que la transformación del sector en los términos radicales
que se preveía no ha sido la que se esperaba y que los niveles de competitividad en los
cinco cultivos estudiados varían dependiendo del segmento de la cadena que se analice:
para ciertos sistemas, los productores primarios son más competitivos que los
agroindustriales y viceversa; esta misma
situación aplica para los distribuidores, sean, mayoristas o minoristas. Parece entonces,
que los retos apuntan a otro tipo de estrategias. Un aspecto que podría contribuir, al
menos en el manejo de los granos básicos –trigo y maíz-, es continuar la línea de
innovaciones en la producción acorde a las variedades que demanda el mercado,
continuar estrechando acuerdos y alianzas directas con la industria y los compradores, y
también, fortalecer la transformación interna de las organizaciones que los producen,
para ser más eficientes en la administración de los recursos. Asimismo, el papel de la
política agrícola es importante, en el sentido de que puede influir en reforzar la
especialización de las regiones agrícolas de de Sonora, en especial las de mayor
producción de estos cultivos: la costa sur y norte. Es imprescindible que los apoyos
generalizados a la siembra (PROCAMPO) que favorecen la continuidad de la siembra,
logren capitalizar al productor de tal forma que pueda eficientar sus cultivos y obtener
mayores niveles de competitividad.
Otro aspecto en el que la política agrícola puede
influir es en la orientación de los productores hacia un incremento de la cultura
empresarial, tanto al inducir nuevas formas de organización para la producción, la
comercialización e incluso nuevas figuras organizativas. Este proceso puede
considerarse positivo en el sentido que permite una inserción más efectiva en el nuevo
contexto de lucha por los mercados, pero podría ser también es negativa, si conduce a
una eventual desaparición del sentido de organización y producción colectiva que generó
desarrollo durante una época muy importante para la agricultura regional y nacional.
En ese sentido se requiere de una estrategia de fomento radicalmente distinta, que
suponga una mayor inversión en información y tecnología, así como de personal
capacitado y comprometido. Asimismo, se requiere una política fiscal que incentive la
producción misma que deberá complementarse con una política ambiental que mitigue la
erosión de la superficie arable, fortalezca el uso responsable del agua y estimule el pago
de los servicios ambientales que presta los recursos naturales disponibles; de forma
similar se requiere la promoción de proyectos de reforestación. Otro elemento es el
crédito agropecuario; se necesita eliminar la situación discriminada de los productores de
pequeña y mediana escala, respecto al crédito al consumo y al turismo, pues ello los
condena a una baja competitividad y por tanto, a la exclusión de los mercados
internacionales. Estas acciones aplican para todos los sistemas producto, pues el
contexto macroeconómico es la plataforma donde interactúan todos los agentes de la
cadena: productores, agroindustriales y distribuidores (mayoristas y minoristas).
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