Cooperativismo colombiano

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El cooperativismo
Surgió como una reacción humanista frente a un sistema económico de explotación que había dado lugar a un
proletariado miserable y sin horizontes. Y desde ese mismo momento, fue portador de una filosofía de la vida
y del trabajo humano que lo ha acompañado y distinguido a lo largo de su trayectoria. El doctor Francisco
Luis Jiménez, el centenario patriarca del cooperativismo colombiano, se complace en reiterar la afirmación de
Jorge Lenty, según la cual el propósito de los Pioneros de Rochdale no era abrir una tienda, sino la
organización de la producción, la distribución, la educación y el mismo gobierno, con miras a transformar el
mundo con la cooperación.
COOPERATIVISMO.
Es Una forma de organización creada por los trabajadores a mediados del Siglo XIX. Tiene como objetivo
solucionar problemas inmediatos de sus asociados. Por falta de una ideología diferenciada, autónoma y de
nivel macro, quedó relegado al sector marginal de la economía capitalista a la cual sirve como mecanismo de
ajuste en los conflictos que se le presentan con los trabajadores.
Algunos Socialistas Utópicos asumieron las prácticas realizadas promediando el Siglo XIX y con las ideas de
ausencia de ánimo de lucro, un hombre un voto y neutralidad política, religiosa y racial, conformaron una
doctrina que le ha servido de guía. Hoy, sin embargo, los empresarios y una voraz burocracia, se apropiaron
de la organización y mediante subsidios y ayudas temporales, colocaron el cooperativismo a su servicio.
Actualmente sufre las mismas crisis de la economía capitalista y como sector más débil, se ha visto abocado a
la quiebra y el desprestigio. Aunque se abroga el derecho a denominarse como Economía Solidaria, apenas si
constituye una de las formas de organización microeconómica y para formar parte activa de esta, el
cooperativismo debe revisar sus procedimientos y sus objetivos. En términos de definición e identificación,
el cooperativismo SIRVE a la economía solidaria COMO la sociedad anónima SIRVE a la economía
capitalista: Son formas de organización micro que ejecutan los procesos y tareas económicas. La
economía solidaria, entonces, no es ni un subsector de la economía capitalista, ni solamente el
cooperativismo es Economía Solidaria.
LOS VALORES COOPERATIVOS
El cooperativismo −decía− surgió como una reacción humanista frente a un sistema económico de explotación
que había dado lugar a un proletariado miserable y sin horizontes. Y desde ese mismo momento, fue portador
de una filosofía de la vida y del trabajo humano que lo ha acompañado y distinguido a lo largo de su
trayectoria. El doctor Francisco Luis Jiménez, el centenario patriarca del cooperativismo colombiano, se
complace en reiterar la afirmación de Jorge Lenty, según la cual el propósito de los Pioneros de Rochdale no
era abrir una tienda, sino la organización de la producción, la distribución, la educación y el mismo gobierno,
con miras a transformar el mundo con la cooperación.
Pero fue a partir del documento preparado por Alexander Laidlaw para el Congreso de la Alianza Cooperativa
Internacional efectuado en Moscú, en 1980, conocido como "Las Cooperativas en el Año 2.000", cuando
comenzó a sentirse la necesidad de perfilar aquellos valores que identifican a los cooperadores de todo el
mundo, cualesquiera sean sus circunstancias históricas, culturales y ambientales. Y fue así como comenzó un
proceso de reflexión e intercambio que prosiguió con el estudio de Iván Daneau, en el Congreso de la ACI en
Hamburgo, en 1984; siguió con el documento preparado por Lars Marcus para el Congreso de Estocolmo, en
1988; avanzó aún más con el libro de Sven Ake Book sobre "Valores Cooperativos para un Mundo en
Cambio", que sirvió para el trabajo de la ACI en el Congreso de Tokio, en 1992, y se concretó en una
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propuesta sobre la Identidad Cooperativa, preparada por Ian Mac Pherson, que, con leves modificaciones, fue
aprobada recientemente en el Congreso de la ACI en Mánchester, en septiembre de 1995.
Valores específicos
Son, pues, valores que el cooperativismo proclama como propios y distintivos: la autoayuda, que afirma la
necesidad del esfuerzo propio y deja a un lado el paternalismo y la limosna; la responsabilidad, que es la
asunción consciente de las consecuencias de los propios actos; la democracia, que toma en cuenta el ser
humano como factor esencial, por encima del valor de las aportaciones individuales, y establece
procedimientos idóneos para lograr consensos o hacer prevalecer en caso contrario los criterios de la mayoría;
la igualdad, que impide toda discriminación por razones políticas, raciales, religiosas o de sexo, y procura que
todos los miembros accedan a la información, sean escuchados y participen en las decisiones de acuerdo con
los reglamentos del caso; la equidad, que retribuye a los miembros en proporción a sus esfuerzos y morigera
la rigidez de la norma en ciertos casos particulares, y la solidaridad, por medio de la cual se asume el
compromiso de trabajar por el bien común, en una actitud que supera la búsqueda del interés particular,
vinculando éste al interés colectivo.
Valores compartidos
La Declaración expresa que, "siguiendo la tradición de sus fundadores, los miembros de las cooperativas
comparten los valores éticos de la honestidad, la veracidad, la responsabilidad social y la solicitud por los
demás".
La honestidad es exactamente lo contrario de la corrupción y la venalidad, y responde a una conciencia íntegra
que no se deja seducir por la codicia, y, además, es un valor altamente vinculado a la responsabilidad frente a
la misión y sus tareas. Precios justos, alta calidad de los productos, tasas razonables de interés, medidas
exactas, rechazo al acaparamiento y la especulación, han sido desde el comienzo bases del prestigio de las
cooperativas. "Honrado −en sentencia que atribuyen a Confucio− es aquel que subordina sus derechos al
cumplimento de sus deberes".
La veracidad (algunos traducen "transparencia", del inglés "openness") es virtud propia de quienes no tienen
temor a las suspicacias del entorno social, porque obran sin malicia ni aviesos propósitos. Ya vimos que
cuando la verdad llega a ser el ámbito habitual de la comunicación humana, se abre campo a la confianza, a la
amistad y a la concertación. Ojalá hubiera tiempo para extenderse en consideraciones sobre este valor
fundamental, objeto de la búsqueda permanente del ser humano en todos los campos: la ciencia, las relaciones
humanas, la construcción jurídica, el amor...
Por responsabilidad social debe entenderse en este contexto aquella actitud de los cooperadores de todo el
mundo hacia la comunidad en que viven y se desenvuelven. Si antes hablábamos de la responsabilidad
personal como un valor orientado a dar la cara por nuestros actos dentro de una cooperativa, ya sea desde los
puestos de dirección o simplemente desde cualquiera otra función que nos hubiera sido encomendada, en este
caso se trata de que las cooperativas, en todas sus actividades, cuiden de no afectar el bienestar común y
procuren más bien contribuir a su consolidación y desarrollo.
Y la solicitud o preocupación por los otros es ese valor que lleva a extender a los demás componentes de la
comunidad los beneficios que directa e inmediatamente se deben a los miembros de las cooperativas,
ejerciendo una sana influencia sobre el entorno y prestando su colaboración decidida en los empeños
colectivos.
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