teorias

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DEFINICIÓN
La empatía es la capacidad de entender los pensamientos y emociones
ajenas, de ponerse en el lugar de los demás y compartir sus sentimientos
excluyendo particularmente todo entrañamiento afectivo personal, siendo
de vital importancia para una buena comunicación.
No es necesario pasar por las mismas vivencias y experiencias para
entender mejor a los que nos rodean, sino ser capaces de captar los
mensajes verbales y no verbales que la otra persona nos quiere transmitir, y
hacer que se sienta comprendida de manera única y especial. De una forma
coloquial diríamos: ponerse "en los zapatos, o en la piel del otro", de manera
de entender realmente sus penas, sus temores, o sus alegrías.
Un error muy común es confundir la empatía con la simpatía; la
diferencia que existe entre ambas es que la empatía es un capacidad
cognitiva, mientras que la simpatía tiene un suplemento afectivo. La empatía
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implica un proceso de comprensión e inspección intelectual que accede a los
estados emocionales de los otros, sin embargo la simpatía es un
comportamiento reflejo, de tipo reactivo.
INTELIGENCIA EMOCIONAL /EMPATÍA
La empatía como tal es un sentimiento objetivo cuyo desarrollo
requiere una cierta clase de inteligencia; quienes padecen autismo, síndrome
de Asperger o determinadas psicopatías ven muy mermada esta capacidad
cognitiva; por el contrario, quienes ejercen un liderazgo de carácter
altruista suelen estar caracterizados por el amplio desarrollo de esta
capacidad. Los estudios demuestran que esta capacidad suele darse más a
menudo en el género femenino de la especie humana, quizá por el hecho
biológico de tener hijos y cuidarlos.
Las personas con empatía poseen normalmente mucho reconocimiento
social y popularidad, ya que se anticipan a las necesidades antes incluso de
que sus acompañantes sean conscientes de ellas y saben identificar y
aprovechar las oportunidades comunicativas que les ofrecen otras personas.
Esta capacidad se extiende entre especies, permitiendo al empático una
mejor interacción con los animales; inversamente, algunos animales poseen
también esta capacidad, e incluso empatía entre especies, como el delfín.
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La falta de capacidad para reconocer los sentimientos de los demás
conduce a la ineptitud y la torpeza en las relaciones humanas. Por eso,
tantas veces, hasta las personas intelectualmente más brillantes pueden
llegar a fracasar estrepitosamente en su relación con los demás, y resultar
arrogantes, insensibles, o incluso odiosas. En profesiones como el trabajo
social, la medicina o la enseñanza, donde se requiere mucha empatía, el
ejercicio continuado de la misma suele provocar cansancio o desgaste
emocional, el síndrome del quemado o síndrome de burn-out.
Hay toda una serie de habilidades sociales que nos permiten
relacionarnos con los demás, motivarles, inspirarles simpatía, transmitirles
una idea, manifestarles cariño, tranquilizarles, etc. A su vez, la carencia de
esas habilidades puede llevarnos con facilidad a inspirarles antipatía,
desalentarles, despertar en ellos una actitud defensiva, ponerles en contra
de lo que hacemos o decimos, inquietarles, enfadarles, etc.
Numerosos pensadores han tratado sobre la empatía; entre ellos
destacan Edith Stein, Sigmund Freud, Carl Rogers o José Antonio Marina.
HIPOTESIS Y SUPOSICIONES
Ciertas corrientes de pensamiento psicológico postulan que la mente
humana tiene en común los sentidos y sentimientos, la única diferencia entre
dos hombres es el momento en el que se disparan dichos sentimientos,
provocando emociones que motivan a actuar. Esto ocurre por una
predisposición genética y condición hormonal. En base a esto, infieren que la
empatía es posible en un individuo capaz de razonarse a sí mismo, evaluar
sus sentimientos y razonarlos en otras personas de forma que no tienda a
justificar sus propios deseos. El deseo sería la unidad de degeneración del
pensamiento objetivo, y el grado de exactitud estaría desvirtuado
dependiendo de la profundidad de su inteligencia emocional.
Parece ser que la capacidad a empatizar no es solamente importante
para la observación de una conducta moral o social, sino paralelamente
también para experimentar sentimientos como la envidia, el odio, guerras
religiosas, etc.
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Ha sido la filósofa Edith Stein quien realmente ha hecho un estudio
profundo sobre el problema de la empatía. De un gran rigor filosófico y
científico, su tesis de doctorado, publicada en español como "Sobre el
problema de la empatía", habla de la esencia de los actos de empatía en
general así como de la noción de persona que se obtiene a través del análisis
de estos actos.
EL RADAR SOCIAL
Una insuficiencia en nuestra habilidad empática es el resultado de una
sordera emocional, pues a partir de ello, no tardan en evidenciarse fallos en
nuestra capacidad para interpretar adecuadamente las necesidades de los
demás, aquéllas que subyacen a los sentimientos expresos de las personas.
Por ello la empatía es algo así como nuestro radar social, el cual nos
permite navegar con acierto en el propio mar de nuestras relaciones. Si no
le prestamos atención, con seguridad equivocaremos el rumbo y difícilmente
arribaremos a buen puerto.
LA FALSA EMPATIA
Lo opuesto de empatía, en términos de comunicación, es invalidación.
Es lo que sucede cuando se expresa un sentimiento, y la persona a quien le
habla contradice o rechaza el mismo.
Lo interesante es, que la pena por el rechazo puede ser aún más
profunda cuando la otra parte no tolera su dolor. En realidad la persona en
la que se confió puede creer sinceramente estar ofreciendo apoyo, pero
fracasa porque no existe empatía.
En el libro Todo es un Don, Miriam Adahan relata:
...Acompañaba a una amiga, cuyo bebé de 8 meses era tratado por cáncer.
Me sentaba con ella, y por horas escuchábamos un visitante tras otro decir
"No te preocupes, todo saldrá bien". Cuando finalmente nos encontrábamos
a solas me miraba con sus ojos en lágrimas y me decía: "¿No saben que tanto
optimismo me hiere?¿No se dan cuenta de que no me dejan hablar acerca de
lo que más pienso; de que podría no mejorar? Es como si pusiesen una mano
en mi boca para callarme. Tengo que mentir y sonreír una y otra vez. El
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"todo saldrá bien" sólo me hace sentir peor. ¿Por qué toda esa gente no para
con su optimismo y escucha un poco?...
La mayoría de las personas no son crueles cuando responden
inconscientemente. Lo que les falta es habilidad para comunicarse. No se
dan cuenta que al minimizar la pena del otro, la maximizan.
DENTRO DE OTROS ZAPATOS
El proceder con empatía no significa estar de acuerdo con el otro. No
implica dejar de lado las propias convicciones y asumir como propias la del
otro. Es más, se puede estar en completo desacuerdo con alguien, sin por
ello dejar de ser empáticos y respetar su posición, aceptando como
legítimas sus propias motivaciones.
A través de la lectura de las necesidades de los demás, podemos
reajustar nuestro actuar y siempre que procedamos con sincero interés ello
repercutirá en beneficio de nuestras relaciones personales. Pero ello es algo
a lo que debemos estar atentos en todo momento, pues lo que funciona con
una persona no funciona necesariamente con otra, o es más, lo que en un
momento funciona con una persona puede no servir en otro con la misma.
Mahatma Gandhi sostenía lo siguiente «las tres cuartas partes de las
miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se
pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista»;
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¿CÓMO SE DESARROLLA LA EMPATÍA?
La empatía se da en todas las personas en mayor o menor grado.
No se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una
cualidad que podemos desarrollar y potenciar.
La capacidad para la empatía empieza a desarrollarse en la infancia.
Los padres son los que cubren las necesidades afectivas de los hijos y
los que les enseñan, no solo a expresar los propios sentimientos, sino
también, a descubrir y comprender los de los demás.
Si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y
necesitan sus hijos, estos no aprenderán a expresar emociones propias y por
consiguiente, no sabrán interpretar y sentir las ajenas.
OBSTACULOS QUE DIFICULTAN LA EMPATÍA
Muchas veces hemos podido preguntarnos por qué la gente no busca
apoyo en nosotros o se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos.
Existen una serie de barreras que suelen impedir este acercamiento.
Entre los errores que solemos cometer con más frecuencia a la hora
de relacionarnos con los demás están esa tendencia a quitarle importancia a
lo que le preocupa al otro e intentar ridiculizar sus sentimientos; escuchar
con prejuicios y dejar que nuestras ideas y creencias influyan a la hora de
interpretar lo que les ocurre; juzgar y acudir a frases del tipo "lo que has
hecho está mal", "de esta forma no vas a conseguir nada", "nunca haces algo
bien"... ; sentir compasión; ponerse como ejemplo por haber pasado por las
mismas experiencias; intentar animar sin más, con frases como "ánimo en
esta vida todo se supera"; dar la razón y seguir la corriente....Todo esto, lo
único que hace es bloquear la comunicación e impedir que se produzca una
buena relación empática.
Las personas que están excesivamente pendientes de sí mismas tienen
más dificultades para pensar en los demás y ponerse en su lugar.
Por lo tanto, para el desarrollo de la empatía tendríamos que ser
capaces de salir de nosotros mismos e intentar entrar en el mundo del otro.
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ESTRATEGIAS PARA DESARROLLAR LA EMPATÍA
En cuanto a las actitudes que se deben tener para desarrollar la
empatía destacan:


Escuchar con la mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y
mostrar interés por lo que nos están contando, no interrumpir
mientras nos están hablando y evitar convertirnos en un experto que
se dedica a dar consejos en lugar de intentar sentir lo que el otro
siente.
Habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y
logros de los demás. Esto va a contribuir, no solamente a fomentar
sus capacidades, sino que descubrirán también, nuestra preocupación
e interés por ellos.
¿CÓMO EXPRESAR LA EMPATÍA?
Hay varias formas de expresar empatía.
Una de ellas es hacer preguntas abiertas. Preguntas que ayudan a
continuar la conversación y le hacen ver a la otra persona que estamos
interesados por lo que nos está contando.
Es importante, también, intentar avanzar lentamente en el diálogo, de
esta forma estamos ayudando a la otra persona a que tome perspectiva de
lo que le ocurre, dejamos que los pensamientos y sentimientos vayan al
unísono y nos da tiempo de asimilar y reflexionar sobre el tema.
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Antes de dar nuestra opinión sobre el tema, debemos esperar a tener
información suficiente, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado
todo lo que quería y de que nosotros hemos escuchado e interpretado
correctamente lo esencial de su mensaje.
En ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y consejo, sino
saber que los estamos entendiendo.
Cuando tengamos que dar nuestra opinión sobre lo que nos están
contando es muy importante hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y
procurar no herir con nuestros comentarios.
Para esto es muy importante ser respetuoso con los sentimientos y
pensamientos de la otra persona y aceptar abiertamente lo que nos está
contando.
Es aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las
diferencias que tenemos con los demás, ser tolerantes y tener paciencia con
los que nos rodean y con nosotros mismos.
Aunque ser tolerante no quiere decir que tengamos que soportar
conductas que nos hacen daño o que pueden hacer daño a otros, sino
aceptar, comprender y respetar las diferencias.
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