`LOS PARAS FUERON REMEDIO, PERO SE CONVIRTIERON EN

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'LOS PARAS FUERON REMEDIO, PERO SE CONVIRTIERON EN UN MONSTRUO'1
Quienes los crearon, entre ellos los ganaderos, terminaron siendo víctimas de su propio invento, dice el
presidente del gremio, José Félix Lafourie. Denuncia la concentración de la riqueza y propone crear un
fondo de capitalización para el campo a partir del impuesto a la renta.
Yamid Amat2
Más que con sentido de premonición lo dice con seguridad: si Colombia no se alista para el pos conflicto
paramilitar con un plan de inversión en el campo, aparecerán los "segundones de las autodefensas" con
una guerra más cruenta que la que hasta ahora el país ha soportado.
El es José Félix Lafaurie, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegan), quien reconoce
que su gremio fue uno de los promotores del paramilitarismo, pero dice que "los ganaderos terminaron
siendo víctimas de su propio invento". Propone la creación de un fondo de recapitalización agropecuario,
para sacar al campo de su actual postración, a través de la destinación de 2 puntos del impuesto sobre la
renta.
¿Usted cree que se va acabar realmente el paramilitarismo en Colombia?
El paramilitarismo es más una consecuencia que una causa efectiva. Lo que uno tendría que identificar son
las causas que lo promovieron.
¿Y cuáles fueron?
La ausencia de Estado, que permitió que la guerrilla pudiera copar territorios. Como consecuencia,
ciudadanos que estaban en el campo indefensos se vieron obligados a organizarse para poder enfrentar la
guerrilla.
¿En sitios de desmovilización ya hay presencia de Estado?
Ese es el asunto de fondo, porque aquí hemos creído, equivocadamente, que el problema de las
autodefensas termina en la desmovilización. El proceso fue mal conducido. De una etapa exploratoria se
pasó a una de desmovilización sin elementos claros y sin que se haya estudiado qué hacer con los
desmovilizados.
¿Y qué va a pasar con la tierra que dejaron los 'paras'?
Más que tierra, territorio. Y lo que se va a encontrar en esos territorios es una muy baja institucionalidad
que, si no se remedia, comenzara a ser afectada por alguna pequeña delincuencia y, vía narcotráfico,
terminará con la creación de una segunda o tercera generación de autodefensas o como quieran llamarse.
¿Los ganaderos no fueron los primeros promotores del paramilitarismo?
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Periódico El Tiempo. Bogotá, octubre 23 de 2006. http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/justicia/2006-1022/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3294196.html
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www.yamidamat.com.co
Los ganaderos fueron víctimas de la ausencia de Estado y la presencia de la guerrilla. Bajo el gobierno
Samper, legalizadas, empezaron a crearse organizaciones con algún grado de formalidad frente al Estado,
que degeneraron en organizaciones ilegales con los vicios de la criminalidad.
¿Así nació el paramilitarismo?
En buena parte de las regiones del país así fue y negarlo hoy en día sería tratar de tapar el sol con las
manos. Les he dicho a los ganaderos que esta fue una historia que ha traído un mar de sangre duro y
precisamente quienes ha pagado la más alta cuota han sido los ganaderos. Repetir esa historia sería una
insensatez.
¿Por qué teme que se produzca una nueva generación de paramilitares?
Porque el problema no es militar. Es social. El problema es cómo superar la pobreza del campo. Mientras
el sector agrario tenga un 80 por ciento de pobreza y un 52 por ciento de indigencia, lo que tendremos
serán millones de manos dispuestas a agarrar un fusil o facilitarle al narcotráfico su actividad. Hay que
ofrecer opciones de desarrollo, para recuperar la Colombia rural muy atrasada.
¿Cuál es el riesgo de que regrese el paramilitarismo?
El problema de Colombia es de equidad, de concentración de riqueza. Concentración alarmante, porque
todos los modelos de desarrollo han privilegiado la inversión como factor de crecimiento y no de
consumo. Por eso aquí tenemos 20 millones de colombianos que no consumen. Un mercado interno tan
poderoso como el colombiano está subutilizado porque cada día expulsamos más ciudadanos a la pobreza.
La concentración de riqueza que hay es aberrante y estúpida. No nos estamos dando cuenta de que, al
final, lo que habremos hecho es estrangular las posibilidades de desarrollo del país.
Pero parecería que precisamente es el ganadero uno de los sectores en donde se concentra la riqueza.
Muchísimo menos de lo que la gente cree. En el libro Posconflicto y desarrollo, que presento la próxima
semana, hay una estadística que lo dice todo: el 1,1 por ciento de los ganaderos tiene más de 500 animales;
4.116 predios, entre 500 y 1.000, y 1.564 predios tienen más de mil animales; es decir, que la ganadería de
tamaño grande a duras penas es el 1,1 por ciento del total del hato ganadero. Entre tanto, el 82 por ciento
de la ganadería colombiana, que corresponde a 406 mil predios, tiene menos de 50 animales. Eso es
menos que una finca del barrio más pobre de Bogotá desde el punto de vista patrimonial.
Si es así, ¿en dónde está la concentración de riqueza que usted denuncia?
En el sector urbano. Aquí, dos tenedores financieros
tienen más del 60 por ciento del sector. La misma ley autoriza para que un solo dueño pueda tener más del
25 por ciento del área financiera. Mientras el 10 por ciento más pobre de la población recibió durante 2003
apenas un 0,6 por ciento del ingreso total, el exclusivo club del 10 por ciento más rico, recibió el 47,4 por
ciento del total. De otra parte, mientras para 1991 la brecha entre unos y otros era de 52 veces, para 2003
se había ensanchado a 80 veces la diferencia entre el ingreso de los más ricos y los más pobres.
¿Cuál es la extensión de tierra dedicada a ganadería y agricultura?
Colombia tiene 114 millones de hectáreas. Cerca 38 millones son ganaderas y unos 9 millones, agrícolas.
El resto están en uso forestal.
¿Y qué fórmula que plantea para bloquear el riesgo de una nueva ola paramilitar?
El campo no ha tenido enemigos, lo que le ha faltado son amigos. Los enemigos del campo lo son por
omisión. El país tiene que empezar a cerrar la brecha, esa de la que hablaba el presidente López en el 74,
entre el país urbano y el país rural. Cerrar esa brecha implica llevar recursos privados al desarrollo del
sector rural y eso se lograría con un instrumento poderoso como la política fiscal: los contribuyentes
pueden optar por dejar uno o dos puntos del impuesto de renta para constituir un gran fondo agropecuario
de reconversión y llevar así flujos de inversión de la ciudad al campo.
¿Por qué los colombianos dejaron de invertir en el campo?
A pesar de nuestro enorme potencial, el desprecio por el sector es evidente. El problema del campo es un
problema critico de capital no solo porque no llega el crédito, sino porque ha habido un proceso de
empobrecimiento progresivo en los últimos 30 o 40 años. Cuando usted genera ahorro interno, lo
reinvierte si su negocio es bueno. Como ha sido tan malo en los últimos tiempos, hay un empobrecimiento
progresivo del sector. Lo que Fedegan propone, y los ponentes de la reforma tributaria acogen, es la
capitalización del sector, con la destinación de dos puntos del impuesto a la renta, para la creación de un
fondo de capitalización. Cada punto del impuesto vale 700 mil millones de pesos. Tendríamos 1,4 billones
para reactivar al campo.
¿De qué entorno habla usted?
De los países vecinos. Los casos de Brasil, Chile y Argentina hablan por sí solos. Allí se destinaron
ingentes recursos que consolidaron una agroindustria competitiva. Chile se prepara para ser uno de los 10
exportadores de alimentos más importantes del mundo. Hoy es el número 17.
¿Lo que pide es pensar en el manejo del posconflicto?
Así es. Se trata de enfrentar el tema de marginalidad y pobreza que hay en el campo, que son caldos de
cultivos para el narcotráfico, el secuestro y la guerra. Hoy, lo que estamos viviendo es una situación de un
equilibrio inestable, precario; en cualquier momento se puede volver otra vez a caer en las mismas o
porque la guerrilla se mete o porque los segundones o tercerones de las autodefensas conforman otro
grupo de facinerosos y empiezan a someter a una población carente de institucionalidad, de opciones y de
trabajo. Los paramilitares, por supuesto, fueron un remedio en algunos casos inventado por gente del
sector rural, entre ellos los ganaderos, pero no cabe la menor duda de que quienes los crearon también
fueron víctimas de su invento, porque terminaron siendo fuerzas que desbordaron el límite de lo que era
permisible en una guerra supuestamente para liberar al campo de la guerrilla. Terminaron actuando contra
todos: desde la voladura del tubo para robar combustible hasta la generación de narcotráfico,
apoderándose de las tierras.
Mejor dicho: la gran paradoja es que los ganaderos, que se inventaron el paramilitarismo, están
promoviendo ahora la fórmula para exterminarlo.
Exactamente. No queremos regresar y esto se conjuga de dos maneras: primero, apoyando a la fuerza
pública y, segundo, generando desarrollo sostenido. Sin ello el campo seguirá siendo un espacio de guerra,
criminalidad y narcotráfico; con el fondo que los ganaderos proponen, el campo será un escenario para la
construcción de riqueza y la recuperación social.
Entre ricos y pobres
Mientras para 1991 la brecha era de 52 veces, para 2003 se había ensanchado a 80 veces la diferencia
entre el ingreso de los más ricos y los más pobres.
José Félix Lafourie,.
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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