REVISTA ATENEADigital Biocontención y bioseguridad: claroscuro

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Biocontención y bioseguridad:
claroscuro ¿y tenebrismo?
Dr. Gonzalo Pascual Álvarez
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Biocontención. Los inicios.
A partir de 1940, al tiempo que se potenciaba la
fabricación y uso de bioarmas de guerra, se empezó
a generar la preocupación y necesidad de construir
instalaciones que permitiesen el trabajo seguro con
agentes biológicos patógenos para los usuarios, de
forma que su manipulación redujese, minimizase o en
su caso eliminase, la posibilidad del contagio y por
tanto se preservase la integridad y salud de los
investigadores y técnicos implicados directa o
indirectamente en los proyectos.
Como consecuencia de esta inquietud y de la
consciencia de su necesidad, en 1943 Hubert
Kaempf, Jr., soldado del ejército de los Estados
Unidos, diseña y construye el primer prototipo de
instalación de nivel 3 de biocontención, Este prototipo
se desarrolla bajo la dirección del Dr. Arnold G.
Wedum, Director de Higiene y Seguridad Industrial en
el Laboratorio de Defensa de Armas Biológicas de
Camp Detrick en Frederick, Maryland (más tarde
llamado Fort Detrick, MD).
Conocido como "María La Negra" o "Fort Doom",
(Fuerte del día final), consistía en un edificio
rectangular de madera cubierto de tela asfáltica. En su
exterior se ubicaba una caldera y un incinerador.
Dentro del recinto de María La Negra, siempre había un
soldado armado de ronda y otro soldado en la torre de
guardia, cada uno equipado con una ametralladora
Thompson. Los científicos mantenían una pistola
calibre 45 cargada a su lado o en la mesa de trabajo.
El trabajador de mantenimiento contratado Alex
Bryant, relata un percance de seguridad que sufrió en
la Navidad de 1945. Un día al abandonar la instalación,
Bryant recogió su bolsa de viaje y firmó a la salida,
pero olvidó entregar su pase. A su regreso cuando fue
a recoger su tarjeta de seguridad fue detenido y
llevado a la oficina de seguridad. Se consideró una
violación de la seguridad y Bryant fue interrogado por
varias horas. Se le preguntó sobre las personas que
conoció durante su licencia y lo que podría haber hecho
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con su pase. Fue puesto en libertad con una
advertencia severa, pero podría haber sido juzgado en
consejo de guerra.
A cada empleado del laboratorio soldado o civil, se le
hacía firmar un documento a la entrada por lo que el
gobierno de los Estados Unidos adquiría todos los
derechos sobre sus restos si muriesen en acto de
servicio o como consecuencia de una enfermedad
adquirida en el laboratorio.
El 9 de marzo de 1943, se crearon los laboratorios de
Guerra Biológica del Ejército de los Estados
Unidos (USBWL), responsable de la investigación
pionera en biocontención, descontaminación,
esterilización por gas, y purificación de agentes.
El primer Director Científico fue la Dra. Ira L.
Baldwin, profesora de Bacteriología de la Universidad
de Wisconsin. Se negó a permitir cualquier relajación
de las normas de seguridad. El Dr. Clendenin, quien
por aquella época desarrollaba líneas de investigación
en las instalaciones, escribió: "La seguridad inflexible
irrita a los científicos, que sienten que los
procedimientos requeridos retrasan sus proyectos de
investigación".
Entre las medidas de biocontención y bioseguridad
que propuso la Dra. Baldwin, se estableció la
separación del efluente biocontaminado procedente de
los laboratorios de los sistemas convencionales de
alcantarillado. La compañía H.K. Ferguson, diseñó un
sistema de vapor para la esterilización.
Existen evidencias documentales del fallecimiento de
varios hombres en acto de servicio en Fort Detrick: el
25 de noviembre 1951, el microbiólogo William Allen
Boyles y el 5 de julio de 1958, el electricista ingeniero
de instalaciones Joel Eugene Willard, murieron de
ántrax pulmonar; en 1964, Albert Nickel, un cuidador
de animales, murió después de ser mordido por un
animal infectado con el virus Machupo.
La NASA aplicó la experiencia de Fort Detrick para la
construcción de su nuevo espacio en el laboratorio de
Houston, Texas. Gracias a los prototipos utilizados en
Fort Detrick, fueron diseñados sistemas de ventilación
más eficientes, capuchas de laboratorio, las primeras
cabinas de seguridad para manipulación de agentes
biológicos con tratamiento del aire y los primeros
`biowaste´.
Cabinas de Seguridad Biológica para biocontener
aerosoles (el "Ocho-Ball").
En 1952 fue construido el llamado "Edificio 470"
conocido como "La Torre Anthrax", creado como una
planta piloto para el cultivo de grandes cantidades de
agentes biológicos como Bacillus anthracis. En él se
fabricaron 5.000 bombas de ántrax.
En 1970, la confianza en que la antigüedad de las
instalaciones incorrectamente mantenidas durante
años se convirtieran en un riesgo potencial, la
actividad investigadora cesó. A pesar de que el edificio
470 sufrió tres descontaminaciones con productos
químicos especiales, no se pudo certificar el 100% de
limpieza. Esporas de ántrax se encontraban
depositadas en las grietas del hormigón, superficies y
huecos, a lo que se unía la presencia de miles de
palomas, que como posibles vectores de transmisión,
se posaban en sus vigas y en las torres de
refrigeración del aire acondicionado.
Desde 1971, las instalaciones pertenecen al
USAMRIID. Dispone de más de 10.000 pies cuadrados
de Nivel de Bioseguridad 4 (BL4) y 50.000 metros
cuadrados de Bioseguridad Nivel 3 (BL3) donde
trabajan 500 médicos, veterinarios, microbiólogos,
patólogos, químicos, biólogos moleculares, fisiólogos y
farmacólogos, siendo laboratorio de referencia de la
Organización Mundial de la Salud y colaborador con los
CDC en Atlanta, (Georgia).
Es el laboratorio de contención más grande en los
EE.UU. Además, dispone de una sala especial BL4 para
atención médica de pacientes que puedan haber sido
accidentalmente expuestos a agentes infecciosos en el
laboratorio, o que hayan adquirido una enfermedad
muy peligrosa en una zona endémica.
En los 80 y los 90, Jakob Segal, afirmó que en Fort
Detrick el Gobierno de los Estados Unidos había creado
el VIH y el Dr. Boyd Graves demandó al Gobierno de
los Estados Unidos por haber usado un virus
etnoespecífico de los nazis, adquirido a través de la
"Operación Paperclip".
Los ataques con ántrax en el 2001, se realizaron con
una cepa derivada de la conocida "Cepa Ames" que
fue desarrollada por USAMRIID.
Una instalación que jugó un papel crucial en los
programas de bioarmas de EE.UU. en la Guerra Fría,
es el Centro de Enfermedad Animal de la isla de
Plum Island que se encuentra bajo el control del
Departamento de Agricultura de EE.UU.
Según el Dr. Mark Sanborne, "padrino espiritual" de
Plum Island, el doctor Erich Traub conocido científico
nazi pasó los años previos a la guerra relacionado con
la Instalación. El investigador Michael Christopher
Carroll en su publicación Lab 257, afirma que al
estallar la guerra, Traub volvió a Alemania y fue jefe
de la instalación secreta de guerra biológica de los
nazis "Insel Riems", ubicada en una isla en el Mar
Báltico. El Dr. Traub que dependía directamente de
Heinrich Himmler, probó pulverizaciones de gérmenes
y virus sobre la Unión Soviética ocupada.
España. Origen y presente
En España, se tomó realmente conciencia de la
necesidad de crear espacios biocontenidos para
trabajar de forma segura con agentes biológicos en
1987, cuando se empezó a construir el Centro de
Investigación en Sanidad Animal del Instituto
Nacional de Tecnología Agraria y Alimentaria, por
entonces perteneciente al Ministerio de Agricultura.
Con anterioridad, existieron varios intentos de crear
este tipo de instalaciones pero sin que el concepto de
espacio bioseguro estuviera realmente presente.
La decisión de la creación de una instalación que
cumpliese con todas las medidas de biocontención
existentes hasta la fecha, homologables por la
comunidad internacional y que permitiese albergar,
manejar y experimentar con agentes biológicos
patógenos de Alto Riesgo, tiene un origen claro.
La pasada presencia de peste porcina africana
(PPA) en el territorio nacional, supuso un quebranto
económico para el país y la transmisión hacia la
comunidad internacional de que España ocupaba un
segundo escalón en el control de la sanidad animal.
La PPA penetra en Europa en 1957 a través del
aeropuerto de Lisboa, gracias a un "catering"
procedente de África. En 1960 traspasa la frontera
con España y vía Badajoz llega a Madrid y
posteriormente con gran rapidez, avanza por todo el
territorio nacional para saltar a Francia, Italia y varios
países del centro de Europa. En España queda
asentada de forma endémica durante 30 años.
En aquella época coinciden en un laboratorio de la calle
Embajadores de Madrid, un grupo de científicos que
han marcado el actual éxito de la sanidad animal
española; el profesor Sánchez Botija y el Profesor
José Manuel Sánchez-Vizcaíno, quien entra a
trabajar en un laboratorio de EEUU con el fin de
conocer nuevos métodos de diagnóstico virológico. Al
tiempo que desarrolla su trabajo científico, conoce y
comprende la necesidad de trabajar en ambientes
biocontenidos.
En 1980, transmite con entusiasmo y convicción los
conocimientos adquiridos en bioseguridad y
biocontención al Ministerio de Agricultura Español,
contagiando la necesidad de crear una Instalación
similar a las ya existentes en EEUU (Plum Island),
Alemania (Tübingen), Holanda (Lelystad) ó Reino
Unido (Pirbright), con el fin de poder estudiar cualquier
agente patógeno en condiciones seguras tanto para
el usuario, las poblaciones humanas y animales
cercanas y el medioambiente.
En 1987, se desarrolla el proyecto de construcción del
"Centro de Investigación de Sanidad Animal (CISA)",
una de las mayores y mejores instalaciones
biocontenidas de nivel 3 existentes en Europa.
En poco tiempo, el CISA se convierte en un referente
internacional de primer nivel, gracias al trabajo y
dedicación de Sánchez-Vizcaíno y sus colaboradores,
entre los que cabe destacar a la Dra. Marisa Arias
que actualmente continúa su labor científica en el
Centro con igual tesón.
La instalación con 11.000 m2 en contención biológica,
permite albergar agentes biológicos patógenos
zoonóticos y no zoonóticos de los Grupos 2, 3 OMS y 4
OIE, teniendo como premisa principal en su
concepción, el establecimiento y puesta en práctica de
las denominadas barreras de contención.
De entre ellas, destacan las que se centran en los
mecanismos técnicos y arquitectónicos que permiten la
obtención de una biocontención integral. Su diseño
funcional, la existencia de duchas de
descontaminación, el establecimiento de una presión
negativa "indoor" que permite un gradiente
diferencial unidireccional controlado, la filtración
absoluta del aire, el tratamiento termoquímico de los
efluentes previo a su vertido y la existencia de
exclusas de transferencia de doble frontera y sistemas
térmicos "in situ" para la destrucción segura de los
residuos sólidos biocontaminados, marcan un antes y
un después en la biocontención española.
Gracias a una excelente y efectiva transmisión de una
cultura preventiva en bioseguridad liderada por el
Profesor Sánchez-Vizcaíno y potenciada por su
Servicio de Bioseguridad, entre los años 2002 y la
actualidad, se enraíza en el parque científico español la
necesidad de trabajar en ambientes biocontenidos
como herramienta de seguridad y empiezan a
proliferar instalaciones de mayor o menor envergadura
destinadas a labores de investigación,
experimentación, diagnóstico y producción.
Pero no todo es satisfactorio. Determinadas
decisiones políticas, la escasez de dinero para
afrontar proyectos serios y firmes, la inocencia o el
desconocimiento que permite aceptar proyectos
insuficientemente estudiados, unidos a la falta de rigor
(en ocasiones) de empresas "especializadas" que
hacen prevalecer el beneficio frente a la seguridad,
hacen que en la actualidad puedan contabilizarse más
de 40 instalaciones o laboratorios en el territorio
nacional, no todas correctas ni bioseguras.
Desafortunadamente, el Gobierno Español no dispone
de una herramienta ejecutiva especializada que
permita cualificar este cada vez mayor número de
instalaciones que se generan en su territorio, y que en
muchos casos se autodenominan inadecuadamente de
nivel 3 ó 4 de Contención Biológica, e inician su
actividad sin ser conscientes de que albergar agentes
biológicos de alto riesgo sin las medidas de control
necesarias, las convierten en un foco primario de
inseguridad con posibles consecuencias fatales para el
estatus sanitario del país y su actividad política y
económica.
Ante esta ausencia, corresponde a los responsables de
este tipo de instalaciones desarrollar en proyecto y en
la práctica aquellas medidas de biocontención que sean
garantes de seguridad y llevar a cabo un seguimiento
estricto de las actividades científicas a desarrollar y
un eficaz mantenimiento.
En consecuencia, los inicios y la actualidad de la
biocontención han estado y están marcados por
aciertos y errores, por un notable uso del claroscuro
basado en fuertes contrastes, unos iluminados y otros
ensombrecidos para destacar las fortalezas, pero más
evidentemente las debilidades.
Esperemos que el avance de la biocontención nos
sitúe en un punto más cercano a los flamencos e
italianos del "cinquecento", y lejos del tenebrismo
barroco de Caravaggio, Rembrant, o José de Ribera, no
utilizando la luz en la composición para destacar sólo
un objeto específico, poner de manifiesto nuestra
"bioinsensatez".
Gonzalo Pascual Álvarez es presidente de la
Asociación Española de Bioseguridad (AEBioS) y jefe
de Bioseguridad y Biocontención en el Centro de
Investigación de Sanidad Animal.
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