MODULO I: PARADIGMAS DE LA INFANCIA

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PARADIGMAS DE LA INFANCIA
UNIDAD I
TEMA 3: Enfoques y paradigmas en culturas de infancia
Hemos querido presentar esta reseña histórica, en diferentes momentos y contextos
históricos, para mejor entender los enfoques y paradigmas en culturas de infancia que
están presentes actualmente en la mentalidad y subjetividad de las personas. En
efecto, las sociedades latinoamericanas son subsidiarias y han bebido los enfoques y
culturas de infancia de los aluviones venidos de Occidente. Esta forma de concebir a
la infancia va paralela a cómo en los siglos XVI, XVII, XVII, XIX, y XX, los vencedores
imponen sobre los vencidos su cosmovisión, su cultura, referida a los enfoques y
culturas también de infancia. Actualmente, sin temor a equivocaciones, podemos
afirmar, que aún subyacen en las representaciones sociales de nuestra sociedad, un
enfoque y paradigma de la infancia, desde la cultura dominante, es decir, desde una
cosmología y cultura etnocéntrica, y adulto-céntrico de la infancia.
Actualmente los problemas en nuestros países no son únicamente de índole
económica, sino que son una combinación de factores internos y externos que
incluyen diferentes enfoques y paradigmas en culturas de infancia. Hoy día por
ejemplo en muchos de los países de la Región, la política económica y social y los
enfoques y paradigmas en culturas de infancia, no están centrados en responder a las
diferencias, sino en la homogenización económica del neoliberalismo, que considera a
la infancia un mero objeto apto para el consumo que le ofrece el mercado. Hay una
agresiva y despiadada campaña por imponer a cómo dé lugar el pensamiento único
neoconservador. Vivimos una época cada vez más dominada por la economía liberal,
o neoliberal, que se asentó en nuestros países, más intensamente en el siglo XX.
En este marco, totalmente adverso, es necesario e imprescindible conocer, reflexionar
y actuar creativamente para la forja de nuevos enfoques y paradigmas de culturas de
infancia. Como profesionales, padres de familia y ciudadanos tenemos que coadyuvar
a la conformación de nuevos agrupamientos sociales, que tengan un enfoque distinto,
más crítico, al heredado. Por consiguiente, es necesario conocer, que actualmente
existe en las mentalidades, las subjetividades y en el imaginario popular una ideología
respecto a los enfoques y paradigmas de culturas de infancia. Esta ideología –sistema
de ideas- respecto de la infancia está constituida por tres grandes subsistemas que
son los siguientes:
1. Ideología Decadente: Doctrina de la Situación Irregular del Niño.
2. Ideología Prevalente: Doctrina de la Protección Integral del Niño.
3. Pensamiento Emergente: Doctrina de la Promoción del Protagonismo Integral.
A continuación desarrollaremos los enfoques que subyacen tras cada una de estas
ideologías.
1. Ideología Decadente
Esta ideología está anclada en la Doctrina de la Situación Irregular, o la Doctrina
Correccionalista, que considera al niño objeto de intervención, menor, inferior,
ser disminuido, peligroso, excluible, por tanto, su tratamiento debe ser mediante la
institucionalización, con regímenes cerrados y jerarquizados, con la privación de la
libertad; y acompañada de medidas socioeducativas de corte correccionalista y
autoritario.
Esta doctrina tiene su hito histórico en el año 1899, con el establecimiento del Tribunal
de Chicago, en la ciudad de Illinois – Estados Unidos, que por primera vez norman
jurídicamente diferenciando al menor de los adultos. De esta doctrina hemos bebido
durante muchos años, es decir, hasta el 20 de noviembre de 19891. Esta doctrina, es
decir: “… la ideología de la situación irregular convierte al niño y joven en objeto de, y
no en sujeto de derechos, en un ser dependiente, que ha de ser sometido a la
intervención protectora y educadora del Estado”. (Bustos Ramírez, Juan. Perspectivas
de un derecho penal del niño. 1997. Pág. 65). En efecto, las consecuencias prácticas
de esta opción teórica y política fueron selectivas y discriminantes, yo diría
excluyentes, ya que el llamado derecho de los menores sólo sirvió para hacer frente a
los sectores pobres y desposeídos de la infancia. Durante muchas décadas -19191990- las leyes de menores fueron mucho más que una plaga y epidemia ideológica y
símbolo emblemático de la criminalización de la pobreza2. Las leyes de menores se
1
En el año 1989, más específicamente en el mes de noviembre, se producen dos acontecimientos
históricos de trascendental importancia en la historia de la humanidad. Por un lado, asistimos a la
aprobación por todos los Estados del Mundo de la Convención sobre los Derechos del Niño, que son
Derechos Humanos específicos para los niños; y por otra parte, la caída del Muro de Berlín, que marca el
derrumbe del socialismo real; y es el inicio de la revolución conservadora, que se ha dado en llamar
globalización. (Ver, Jaramillo García, Enrique. Los Maestros en la Defensa y Promoción de los Derechos
del Niño. Pág. 11)
2
Aquí tal vez un punto central de éste: hacer ver que la pobreza no es sólo un asunto social o económico.
Lo es ciertamente, pero es más que eso. Se trata de una situación humana global de un verdadero mundo
en el que hay que entrar para comprender el poder destructor de la pobreza, y sentir las fuerzas de muerte
constituyeron en un instrumento determinante y decisivo para el diseño y ejecución de
políticas sociales correccionalistas para la infancia pobre y excluida3.
Este paradigma trae consigo la peligrosidad e incuba la APOROFOBIA = FOBIAAPOROS = POBRE, PELIGROSO, RECHAZO, DESPRECIO Y SUBESTIMA AL
NIÑO POBRE.
“Sin temor a equivocarnos, la aporofobia se presentó como un
componente de la llamada lucha antisubversiva y de cierta cultura subyacente a
gruesos sectores de la población peruana4. Pero en justicia tendríamos que convenir
que quienes reinvindicando su condición de “pueblo” han instrumentalizado
compulsivamente a comunidades campesinas, a sus jóvenes y niños, son igualmente
posibles de haberse nutrido paradójicamente de la aporofobia” (Cussiánovich Villarán,
Alejandro. Ibid. 14). En consecuencia, esta ideología decadente sostiene que: “…
irregular o peligroso se iguala con situación de abandono, es decir, con los niños y
adolescentes pertenecientes a las clases o grupos menos favorecidos y, por tanto,
donde los procesos de socialización han sido más deficitarios y ello se pretende
sustituir a través de políticas sancionatorias. La ideología de la situación irregular,
protectora o educativa, provoca una identificación entre protección al niño y sanción,
sobre la base de un pretendido objetivo de beneficencia o bienestar5. Este paradigma
y cultura correccionalista, sancionatoria, es amoral y no va más, por constituir
ideologías decimonónicas.
Sin embargo, esta ideología decadente, sigue aún muy imbricada en las mentalidades
y subjetividades de la sociedad peruana, especialmente de las clases gobernantes e
intelectuales que: “En los años veinte y treinta, era normal que los educadores más
prestigiados de las Américas hablaran de las necesidades de regenerar la raza,
mejorar la especie, cambiar la calidad biológica de los niños. Al inaugurar el sexto
Congreso Panamericano del Niño, en 1930, el dictador peruano Augusto Leguía puso
el acento en el mejoramiento étnico, haciendo eco de la Primera Conferencia
Nacional sobre el Niño en el Perú celebrada en 1922, que había lanzado un grito de
alarma “ante la infancia retardada, degenerada y criminal”. Seis años antes, en el
presentes en ella. Pero un mundo también en el que todo no es carencia, sino –en medio de todo- una
manera de ser personas. (ver, Gutiérrez, Gustavo. La verdad los hará libres. 2003. Pág. 73)
3
Véase Defensoría del Pueblo. El Sistema Juvenil en el Perú. 2003. Pp. 18-21
4
Adela Cortina, filósofa española, en un artículo publicado hace tres años en el diario El País, emplea el
concepto de “aporofobia” para señalar el fenómeno creciente de un desprecio por el pobre, de una
subvaloración de los pobres que posiblemente por ser muchos de ellos migrantes venidos de países
africanos y por ser árabes, terminan haciendo aflorar ese submundo de nuestros etnocentrismos y de
nuestros sentimientos de superioridad por los niveles de bienestar o, más precisamente, de riqueza y poder
acumulados.
5
Bustos Ramírez, Juan. Citado en El Sistema Penal Juvenil en el Perú. Op. Cit. Pág. 19
Congreso Panamericano celebrado en Chile, habían sido numerosas las voces que
exigían “seleccionar las semillas que se siembran, para evitar los niños impuros”,
mientras el diario La Nación editorializaba la necesidad de “velar por el porvenir de la
raza”, y el diario chileno El Mercurio advertía que la herencia indígena “dificulta, por
sus hábitos y su ignorancia, la adopción ciertas costumbres y conceptos modernos.
Uno de los protagonistas de ese Congreso en Chile, el médico socialista José
Ingenieros, había escrito en 1905 que los negros, “oprobiosa escoria”, merecían la
esclavitud por motivos “de realidad puramente biológica”. Los derechos del hombre no
podían regir para “estos seres simiescos, que parecen más próximos a los monos
antropoides que de los blancos civilizados. Según Ingenieros, maestro de juventudes,
“estas piltrafas de carne humana” tampoco debían aspirar a la ciudadanía, “porque no
deberían considerarse personas en el concepto jurídico. (…) La mayoría de los
intelectuales de las Américas tenía la certeza de que las razas inferiores bloqueaban
el camino del progreso. Lo mismo opinaban casi todos los gobiernos: en el sur de los
Estados Unidos, estaban prohibidos los matrimonios mixtos, y los negros no podían
entrar a las escuelas, ni a los baños, ni a los cementerios reservados para los blancos.
Los negros de Costa Rica no podían ingresar sin salvoconducto en la ciudad de San
José; ningún negro podía pasar la frontera de El Salvador; los indios no podían
caminar por las aceras de la ciudad mexicana de San Cristóbal de las Casas. Sin
embargo, América latina no tuvo leyes de eugenesia, quizá porque el hambre y la
policía ya se encargaban, en aquel entonces, del asunto. Actualmente, siguen
muriendo como moscas, por hambre o enfermedad curable, los niños indígenas de
Guatemala, Bolivia o Perú, y son negros ocho de cada diez niños de la calle
asesinados por los escuadrones de la muerte en las ciudades de Brasil” (Galeano,
Eduardo. Patas Arriba: La escuela del mundo al revés. 2003. Pp. 62-65). Esta es la
matriz histórica de los paradigmas y culturas de infancia que aún subyacen en las
representaciones sociales.
2. Ideología Prevalerte
Esta ideología, emerge el 20 de noviembre de 1989, a partir de la aprobación por
los Estados del Mundo de la Convención sobre los Derechos del Niño, que
reconoce a todo ser humano menos de 18 años, como sujeto de derechos y sujeto
de protección (garantes: el Estado, la sociedad civil). La Convención significó un
largo camino que se inició en 1923, cuando la ciudadana inglesa Englantyne Jebb,
fundara la organización Save the Children, conmovida por los estragos que
causaban sobre la vida de los niños las políticas económicas aplicadas por los
gobernantes europeos de aquella época. Luego en 1924 se aprueba por la Liga de
las Naciones, la Declaración de Ginebra; y en 1959 las Naciones Unidas, aprueban
la Declaración de los Derechos del Niño.
Es por ello, que en 1978, el gobierno de Polonia, por intermedio del profesor Adam
Lopatka, presentó una propuesta en la Comisión de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas para elaborar un proyecto de Convención que versara
específicamente sobre los derechos del niño. Con esta propuesta Polonia, buscó
infructuosamente que la aprobación de la Convención coincidiera con la
celebración del Año Internacional del Niño, en 19796. Y recién en 1989 se aprueba
la Convención sobre los Derechos del
Niño, por las Naciones Unidas, que
inaugura el paradigma de la Protección Integral del Niño.
Según algunos estudiosos esta Convención constituiría una especie de
“revolución francesa” aunque con 200 años de retraso en materia de Derechos
Humanos específicos para los niños, porque los considera como ciudadanos con
derechos. En opinión de Daniel O’Donell, la Convención: “representa un valioso
avance en el reconocimiento de los derechos del niño, aunque su verdadero valor
no puede ser reducido a sus aportes a la normativa internacional (…) La
conformación de status del niño como sujeto de derechos fundamentales de la
persona humana, por ejemplo, tiene consecuencias que trascienden ampliamente
el ámbito jurídico. (…) El reconocimiento de esa condición de sujeto de derechos
constituye en punto de partida de todo esfuerzo de reflexión y concientización
relativo al niño y su lugar en la sociedad, vale decir, su relación con los adultos”
Para otros: “… la Convención constituye una revolución copernicana en la materia.
Del menor como objeto de represión-compasión, a la infancia-adolescencia como
sujeto pleno de derechos, es la expresión que mejor podría caracterizar las
innovaciones profundas que contiene la Convención. (…) Más allá incluso del
reconocimiento jurídico pleno de garantías formales y sustanciales expresado en el
artículo 40º de la Convención, su artículo 12º, garantizando al niño la posibilidad de
expresar libremente su opinión, es el aspecto que podría ser entendido como el
momento fundacional de los cambios señalados. (…) Asegurar la libertad de
información y expresión de una capa de la población sometida históricamente a un
proceso de subordinación-incapacitación, constituye la apertura de un proceso de
ciudadanía tal vez comparable al ya experimentado históricamente por los no
6
Véase Valencia Corominas, Jorge. Derechos Humanos del Niño en el marco de la Doctrina de
Protección Integral. 1999. Pp. 76-80
propietarios, las mujeres y otras minorías, étnicas o religiosas, en la lucha por los
derechos políticos y civiles” (Citado en Valencia Corominas, Jorge. Op. Cit. Pp.
100-102).
La Convención sobre los Derechos del Niño, tiene como sustento los siguientes
principios:
1. Interés Superior del Niño7
2. El derecho a no ser discriminado
3. El derecho a la sobrevivencia y el desarrollo; y
4. El derecho a la participación (Derecho a ser escuchado y a la organización)
Los Derechos del Niño y la Doctrina de Protección Integral tienen los siguientes
principios:
1. El principio de la indivisibilidad
2. El principio de la universalidad de los derechos; y
3. El principio de la irrenunciablidad de los derechos8.
No obstante esta normativa internacional que tiene carácter vinculante, para nuestras
culturas andina y amazónica, la Convención tiene sus limitaciones, ya que se parte de
la idea de que la Convención es un instrumento monocultural, occidental y
etnocéntrico y que plantea una idea única de niño, niña y adolescente, de cultura y la
concepción del derecho. En el actual contexto de la globalización de la economía y las
comunicaciones, de la apertura mundial de los mercados y de la carrera hacia el
desarrollo entendido como crecimiento económico de acumulación capitalista, que es
un modelo que viene desde el Norte y en el cuál se depositan toda suerte de sueños e
ilusiones de la búsqueda del progreso, del bienestar y de la felicidad; persistir en esta
(…) para nosotros lo que hace ‘superior’ el interés de la infancia, de cada niño en particular, es que
ninguna de las cosas que constituyen un bien, un valor, un derecho para la infancia, es privativo de los
niños. Todos ellos nos entroncan con los intereses, aspiraciones, necesidades, derechos del conjunto de la
humanidad. Esto, lejos de quitarle especificidad a los derechos de la infancia, los torna aún más
significativos, toda vez que los reconoce como portadores de los intereses de la sociedad, del conjunto de
los seres humanos. De allí que toda negligencia, todo maltrato, toda mediocridad en el trato, en la relación
profesional, en la atención a un niño, deviene en una negligencia, en un maltrato, en una violación de los
intereses de éste y de todos aquellos a quienes este niño representa, al conjunto de la sociedad”.
(Cussiánovich Villarán, Alejandro. Jóvenes y niños trabajadores: Sujetos Sociales. Lima: IFEJANT/
Radda Barnen. 1997. Pág. 43)
8
Véase Programación con enfoque sobre los Derechos del Niño; y Convención sobre los Derechos del
Niño. Save the Children Suecia, Lima, 2003.
7
utopía es como un espejismo en medio del desierto de los mal llamados países en
vías de desarrollo.
Si de verdad queremos construir un Mundo Justo para los Niños, tenemos que persistir
y, “… deberíamos en primer lugar comprender de que no existe una sola manera de
vivir en el mundo, que las aspiraciones, los intereses, y las necesidades no son
universales, y que por lo tanto pretende universalizar y globalizar un modelo de
desarrollo como el paradigma de la humanidad es no respetar la diversidad cultural y
sus múltiples formas de vivir y de relacionarse con la naturaleza, lo que para occidente
moderno podría ser considerado como pobreza, para los andinos y amazónicos es
“vivir en suficiencia”, si para buscar desarrollo y bienestar occidente moderno plantea
explorar a la naturaleza como un recurso para obtener la mayor cantidad de ganancia,
para muchos pueblos originarios la naturaleza es su madre, la Pachamama o la tierra
son sus deidades y su madre a la vez, por tanto tampoco existe el niño universal, la
categoría infancia no existe, es una construcción social desde occidente moderno,
existen niños y niñas de diversas culturas con maneras propias de vivir al interior de
sus propias culturas, el paradigma occidental de infancia se expresa con bastante
nitidez en la Convención sobre los Derechos de los Niños y las Niñas pretende
aparecer como universal, sin embargo las maneras como se vivencian y entienden a
los niños en las diversas y múltiples culturas originarias muestran muchas veces lo
contrario”9
3. Pensamiento emergente
Esta corriente emergente, está sustentada en le Doctrina de la Promoción del
Protagonismo Integral, reconoce al niño como actor social, sujeto social de
derechos, sujeto económico y político. Reconoce en el niño la ciudadanía, el ejercicio,
goce pleno y sustantivo de sus derechos.
La Doctrina de Promoción del Protagonismo Integral, emerge en el Perú, como
categoría sociológica, al influjo de los movimientos sociales, en los años 60 - 70. En
1976 el país estaba bajo la dictadura militar del general Francisco Morales Bermúdez,
quien ante la crisis mundial de la economía empieza a aplicar las políticas de ajuste
económico al que el dicho popular llamó “los paquetazos”. Es en este momento
histórico, en que se funda el Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos
9
Véase Brondi, Milagro. En Culturas e Infancia. 2003. Pp. 7-15. El agregado y subrayado y amazónicos,
no son del original.
de Hogares Cristianos –MANTHOC- que conjuntamente con los jóvenes y sus padres
luchan y siguen haciéndolo por la construcción de un nuevo proyecto social. En suma,
la Doctrina de Promoción del Protagonismo Integral, es hija de los movimientos
sociales, que históricamente siguen peleando contra el sistema mundo capitalista y la
colonialidad del poder, que se posaron en las mentalidades y subjetividades de las
personas; y en el imaginario popular en el lejano siglo XVI.
Podemos afirmar sin temor a equivocaciones, que la categoría social de
Protagonismo, surge en el Perú en medio del influjo de los movimientos sociales. En
esta década de la historia de América Latina, la región era gobernada por dictaduras
militares, que acallaban a sangre y fuego, cualquier demanda social de carácter
reivindicativo. Entre estas dictaduras se puede citar a las dictaduras de los países del
Cono Sur: Bolivia, con Hugo Banzer; Chile, con Augusto Pinochet; Argentina, con
Jorge Videla. En suma, el protagonismo, paulatinamente es tomado como bandera de
lucha por otras organizaciones de NATs en Paraguay, Nicaragua, Colombia, Chile,
Argentina, Bolivia, Venezuela, etc.
La Doctrina de la Promoción del Protagonismo Integral, se sustenta en los siguientes
fundamentos:
1. La condición de persona del ser humano: con dignidad e igualdad
2. La esencialidad de ser sujeto social
3. La educabilidad de todo ser humano
4. La responsabilidad como condición de la libertad; y
5. El Interés Superior del Niño10.
El Protagonismo es un nuevo paradigma referido a la participación de los niños,
niñas, adolescentes y jóvenes; y del ser humano en general. El protagonismo es
una característica esencial del ser humano, ya que éste –el ser humano- ha nacido
para ser alguien, para ser uno mismo, para no ser un inferior o ciudadano de
tercera categoría o segundón, sino para ser igual, o idéntico, no obstante las
naturales diferencias en cada uno de los seres humanos. El protagonismo, por
tanto, es una condición inherente a las sociedades y a los individuos. Es un
derecho humano universal e irrenunciable.
10
Véase IFEJANT. Jóvenes y Niños Trabajadores: Sujetos Sociales. Ser protagonistas. 1999. Pp. 62-65
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