DIDÁCTICA DE LA EDUCOMUNICACIÓN Segunda tarea optativa

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DIDÁCTICA DE LA EDUCOMUNICACIÓN
Segunda tarea optativa.
A continuación se desarrollará la segunda tarea optativa del módulo “Didáctica de
la Educomunicación”. Se comenzará por definir el concepto de comunicación educativa
al que hemos llegado después de las lecturas realizadas y seguidamente se hará una
reflexión que permita comparar el modelo comunicativo EMIREC con el modelo
comunicativo elegido en la tarea anterior, el modelo de Mario Kaplún.
1. Definiendo la Comunicación educativa.
Al hablar de comunicación educativa, nos encontramos habitualmente con dos
perspectivas opuestas a la hora de definir este concepto. Por un lado, encontraríamos un
enfoque que podríamos denominar “tecnológico” y, por otro lado, tendríamos una
perspectiva de carácter fundamentalmente comunicativo. Es decir, el concepto de
comunicación educativa podría ser abordado desde la tecnología o desde la
comunicación, pero eso también dependerá de qué entendamos por “proceso
comunicativo” y, más concretamente, de qué entendamos por “comunicación”.
Desde la perspectiva tecnológica, la comunicación es habitualmente equiparada con
el empleo de medios, aparatos e instrumentos técnicos. Así, el proceso comunicativo
sería sinónimo de la mera transmisión de información. Consideramos que esta forma de
entender la comunicación tiene su origen en las teorías funcionalistas inauguradas por
Harold D. Laswell en los años 20 del pasado siglo y en la teoría matemática de
comunicación de Claude Elwood Shannon. Ambos enfoques responden a un esquema
lineal de la comunicación. Desde la perspectiva de Laswell, la comunicación
respondería a un proceso conductista que considera a la audiencia como un “blanco
amorfo que obedece ciegamente al esquema estímulo respuesta” (Mattelart, 1997: 28),
es decir, el autor suponía que el medio de comunicación tiene un “efecto o impacto
directo e indiferenciado sobre los individuos atomizados” (íbid). Por su parte, Shannon
propone un esquema del sistema de comunicación basado en una cadena de elementos
(fuente de información, emisor del mensaje, canal y receptor), pero “su objetivo es
diseñar el marco matemático dentro del cual es posible cuantificar el coste de un
mensaje, de una comunicación entre los dos polos de este sistema” (íbid: 42). En ambos
casos nos encontraríamos con concepciones comunicativas lineales y unidireccionales
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que en ningún momento responderían al sentido etimológico de comunicación:
communis (poner en común algo con otros).
Siguiendo al profesor Roberto Aparici, podríamos decir que se ha producido un
“robo de la palabra comunicación” y un proceso de “travestización” (2003: 39). En este
sentido, el autor nos dice que “el poder ha disfrazado, metamorfoseado, travestizado el
significado de esta palabra [comunicación] y aunque pueda ser utilizada como sinónimo
de `dar a conocer´, `informar´ o `transmitir´ su significado es diferente” (íbid: 39). En
efecto, en muchos casos vemos que la simple transmisión de información es equiparada
al proceso comunicativo. Desde esta perspectiva, es interesante resaltar cómo los
medios de difusión masivos (prensa, radio, televisión) son habitualmente denominados
con el término “medios de comunicación”. Pero, siguiendo nuevamente a Aparici, “la
comunicación implica diálogo, una forma de relación que pone a dos o más personas en
un proceso de interacción y de transformación continuas” (íbid: 39). Es decir, la
comunicación implica la idea de bidireccionalidad, interacción y transformación, y será
desde esta perspectiva, por tanto, desde la que deberíamos abordar el concepto de
comunicación educativa.
Consideraríamos así a la comunicación educativa desde el enfoque que debería
definirla, desde el enfoque que le es propio, esto es, desde su carácter comunicativo.
Desde esta perspectiva la comunicación educativa sería un tipo de comunicación
humana (con o sin mediación tecnológica) que perseguiría logros educativos. Esta idea
estaría basada en la teoría constructivista de la educación, según la cual, el aprendizaje
es un proceso de construcción y creación de significados por parte de los sujetos, que se
produce en interacción con el medio social, es decir, a través de la comunicación. El
proceso comunicativo sería entendido de esta forma como el vehículo que permitiría la
construcción de aprendizajes por parte de individuos y grupos en interacción continua.
Esta idea entronca con los enfoques de autores como Paulo Freire o Mario Kaplún,
que señalaban el proceso dialógico, interactivo y comunicativo, como fundamento de la
construcción de conocimiento y aprendizajes. La comunicación educativa abarcaría el
campo de la tecnología, pero este campo sería entendido como un medio al servicio del
proceso de enseñanza-aprendizaje y no como un fin en sí mismo. Se consideraría a la
comunicación, por tanto, no como mero instrumento técnico o mediático, sino como un
componente pedagógico al servicio del aprendizaje entendido como construcción y re2
construcción de significados y producto de la interacción social. En palabras de Mario
Kaplún diríamos que en la Comunicación Educativa, así entendida, “convergen una
lectura de la Pedagogía desde la Comunicación y una lectura de la Comunicación desde
la Pedagogía”. Englobaría esta concepción a todos los medios capaces de generar
espacios para la interacción y la construcción de aprendizaje, superando los enfoques
“tecnológicos” que equiparan comunicación con medios técnicos y poniendo como
centro y eje del proceso educativo a la interacción, con independencia de los medios a
través de los que se produzca esa interacción.
2. Reflexión sobre la relación entre el modelo comunicativo EMIREC y el modelo
comunicativo de Mario Kaplún.
En la década de los años 70 del pasado siglo, el teórico canadiense Jean Cloutier
acuña el término EME-REC para definir un nuevo modelo comunicativo que rompa con
los esquemas tradicionales basados en la cadena de transmisión de información y de
respuesta entre emisores y receptores. Estos esquemas tradicionales, caracterizados por
la unidireccionalidad y la linealidad, tienen su origen en el enfoque funcionalista de
Harold D. Laswell en los años 20 y en la teoría matemática de la comunicación de
Claude Elwood Shannon, modelos que han tenido una gran influencia y repercusión en
la historia de las teorías de la comunicación. Por el contrario, consideramos que el
modelo EME-REC tiene su origen en las “sociologías interpretativas” y en autores
como Jürgen Habermas, Roland Barthes o Umberto Eco, quienes empiezan a
considerar, por un lado, los intercambios simbólicos y los contextos de lenguaje que
tienen lugar en las interacciones sociales y, por otro, la importancia de los receptores de
los mensajes como constructores activos de significados.
En lengua francesa, EME-REC (Emetteur-Recepteur) hace referencia a la unión
entre emisores y receptores en un proceso comunicacional de intercambio de roles. Por
tanto, en español podríamos hablar de EMIREC (Emisor-Receptor) como el modelo
comunicativo que tiene su eje central en el proceso mismo de la comunicación,
entendida esta como interacción, horizontalidad y bidireccionalidad, es decir, el proceso
en el que emisores y receptores intercambian sus papeles para la construcción y reconstrucción de significados en interacción continua.
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El modelo comunicativo EMIREC está directamente relacionado con la filosofía
pedagógica y práctica educativa de Paulo Freire, y con el enfoque del educador
uruguayo de origen argentino Mario Kaplún. Para este autor, el proceso comunicativo es
al mismo tiempo proceso de aprendizaje. Es en la interacción donde se produce la
creación activa de significados por parte de los que aprenden, lo que supone romper con
el modelo de comunicación lineal-unidireccional-vertical característico de la educación
tradicional, para transformarlo en un modelo horizontal-interactivo-bidireccional. Dicho
de otra forma, es precisamente en el intercambio de roles entre emisores y receptores
(EMIREC) donde se producen los procesos de aprendizaje.
Para Mario Kaplún “educarse es involucrarse en una múltiple red de interacciones”
ya que, siguiendo a Vigotsky y a Bruner, el aprendizaje es un producto social en
permanente construcción. En efecto, la base del proceso de enseñanza-aprendizaje debe
estar en la participación activa de los educandos, a los que Kaplún considera, no como
receptáculos pasivos dentro del proceso comunicativo-educativo (educación bancaria,
en palabras de Paulo Freire), sino como protagonistas activos de una dinámica-red de
interacciones permanentes, entendida como vehículo de creación de aprendizajes y de
construcción de conocimiento.
Desde la perspectiva comunicativa, esto supone llevar a cabo el modelo EMIREC
de la comunicación para que emisores y receptores intercambien sus papeles (alumnosalumnos, profesores-alumnos) en procesos horizontales-bidireccionales-interactivos y,
desde la perspectiva educativa, esto conlleva la comprensión de la comunicación como
medio de aprendizaje, lo que nos permite considerar el binomio comunicacióneducación en íntima relación e interdependencia.
Para Mario Kaplún no hay aprendizaje sin la interacción y sin la participación de los
actores implicados, y es el modelo EMIREC el único capaz de responder a esta idea
donde comunicación y educación se unen, se funden y se retroalimentan, igual que
emisores y receptores.
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BIBLIOGRAFÍA
- Mattelart, Armand (1997): Historia de las teorías de la comunicación. Paidós,
Barcelona.
- Aparici, Roberto (Coord.) (2003): Comunicación educativa en la sociedad de la
información. UNED, Madrid.
- Kaplún, Mario (1998): Una pedagogía de la comunicación. Ediciones de la Torre,
Madrid.
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