A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 3 de marzo de 2010, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Soria, Negri, Hitters, Pettigiani, Kogan, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en definitiva Provincia acuerdo en de la ordinario causa Buenos B. Aires para pronunciar 66.414, "L. (Mrio. , Just. sentencia C. D. contra Serv. Penit.). derecho, promueve Demanda contencioso administrativa". A N T E C E D E N T E S I. C. D.L. , por su propio demanda contencioso administrativa contra la Provincia de Buenos Aires, solicitando la nulidad de las resoluciones de fecha 26-XI-2001 Penitenciario Ministro de rechazaron y la nº Justicia, los 128 por recursos interpuestos contra dictada el por emanada la de del Jefe del las 20-XII-2002 que mediante Servicio del señor respectivamente reconsideración resolución primero, del 2938 la del cual y se apelación 30-VIII-2001 se le había aplicado una sanción de 25 días de arresto, sin perjuicio del servicio. Previa resolución de este Tribunal, amplió la demanda a efectos de optar por la vía del proceso sumario de impugnación en materia de empleo público, prevista en el Titulo II, Capítulo II del Código Contencioso Administrativo (arts. 71/3 y conc., ley 12.008, texto según ley 13.101), circunstancia en la que reiteró en su totalidad el contenido de su demanda inicial. II. Corrido el traslado de ley, se presentó la Fiscalía de Estado por medio de sus representantes, solicitando el rechazo de la demanda en todas sus partes. III. Agregadas en fotocopias sin acumular las actuaciones administrativas, el cuaderno de prueba ofrecida por la actora, y glosados los alegatos de ambas partes, la causa quedó en estado de dictar sentencia, por lo cual corresponde plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundada la demanda? V O T A C I Ó N A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: I. El reclamante señala que ingresó al Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires en agosto de 1994, en el Escalafón General y que desempeñó funciones de enfermero en la Sección Sanidad de la Unidad nº 10 de Melchor Romero hasta enero de 1998 en que fue trasladado a la Unidad nº 28 de Magdalena, allí estuvo encargado del Pabellón hasta diciembre de 1998, pasando luego a la Unidad nº 29 de Melchor Romero, donde también cumplió funciones de igual naturaleza. Explica que el 10-VIII-2000 concluyó la carrera de Técnico Superior en Laboratorio, obteniendo un certificado de título en trámite. El 22-VIII-2000 se le dio el pase a la Guardia de Seguridad Exterior de la Unidad nº 29, en la que se presentó el 25-VIII-2000, oportunidad en la que se negó a portar armas, alegando que se lo impedía su conciencia moral basada en principios religiosos, razón por la cual se labró un sumario y se le tomó declaración, donde se asentó que profesa la religión Testigos de Jehová, que estaba tramitando el título de Técnico Superior en Laboratorio y que tenía un certificado del mentado trámite. Destaca que el instructor del sumario emitió un auto de imputación donde se lo consideró incurso en infracción a los arts. 92 incs. 1º y 19º y 93 inc. 9º del dec. ley 9578/1980, dictándose el 30 de agosto de 2001 la resolución 2938/01, mediante la cual se aprobó lo actuado por la instrucción, se declararon acreditadas las infracciones a las normas citadas en el auto de imputación y atento a las particularidades del caso se aplicó una sanción de 25 días de arresto sin perjuicio del servicio. Aduce que su creencia religiosa era conocida y jamás negada por la Institución a lo largo de todo el sumario administrativo, añadiendo que el pase a la sección Guardia de Seguridad Exterior "fue una sorpresa", máxime cuando se le denegaron vacaciones en agosto de 2000 por falta de enfermeros, de lo que deduce que debió haber seguido cumpliendo funciones como tal. Reseña que fue designado en la Conserjería Dos, que no se lo proveyó de armamentos ni de uniformes ni insignias (tal como informa el Jefe de Guardia), que otros dos conserjes desempeñaban el trabajo, también sin portar armas, con lo que entiende demostrado que pudo cumplir con su labor sin tal portación y mediante otras alternativas valiosas para el servicio, en las que podría haber sido tomado como enfermero diplomado o técnico de laboratorio. Manifiesta que contra la sanción impuesta dedujo recursos de reconsideración y apelación que fueron desestimados por Resolución 128 del 20-XII-2002. Añade que continuó prestando servicios sin portar armas hasta febrero de 2002, lo que a su entender ha demostrado que se pudo evitar la sanción de su conducta en el episodio que la originó, ya que siendo un objetante de conciencia pudo desempeñarse adecuadamente en el Servicio Penitenciario sin llevar consigo tales elementos, y también lo avala el dictamen del 11-VII-2002 por el que se entendió procedente su pase al Escalafón Profesional y Técnico. Ofrece prueba documental e informativa, funda su derecho en normas de la Constitución nacional y provincial, en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, así como en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Cita jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, hace reserva del caso federal y solicita se haga lugar a la demanda declarando la nulidad de los actos impugnados con efecto retroactivo, como si no hubieran existido. II. La Fiscalía de Estado se opone a la procedencia de la pretensión. Puntualiza que, en tanto los hechos constitutivos de la falta imputada no se hallan en entredicho, el objeto del proceso se circunscribe a dirimir la validez de la sanción aplicada por la Administración. En concreto, es menester establecer si el comportamiento del actor ha importado la infracción prevista en el art. 93 inc. 9º del dec. ley 9578/1980. Refiere que en el expediente administrativo obran actas públicas oficiales de las que surgen declaraciones de testigos que presenciaron el hecho por el que se atribuye al actor la comisión de la infracción, consistente en negarse a cumplir la orden (v. fs. 2) y a portar armas o efectuar disparos, por profesar la religión de los Testigos de Jehová (v. fs. 29). Evalúa además que otros testimonios, obrantes a fs. 8/20, son contestes con tales afirmaciones, a lo que suma el propio reconocimiento del actor (v. fs. 21), para considerar que la Administración tuvo certeza probatoria para tener por configurada la infracción imputada (arts. 366 del dec. 342/1981, reglamentario del dec. ley 9578/1980). Plantea que la justificación que el actor pretende de su conducta, basada en creencias religiosas que le prohíben utilizar armas y en la posibilidad de prestar servicios de otro modo que no exija su uso, conlleva el cuestionamiento Servicio al régimen Penitenciario estatutario establecido del por personal el dec. del ley 9578/1980. Ello, por cuanto, entre las obligaciones del agente figura la de "Usar el uniforme y el correspondiente armamento provisto por la Institución" (art. 37 inc. "h", dec. ley cit.). Puntualiza que, al acceder al empleo público, el actor consintió la aplicación de dicho régimen, no pudiendo reclamar luego en su contra, aclarando que el actor fue designado en el Escalafón Cuerpo General después de aprobar el respectivo curso para aspirantes, en el cual tomó conocimiento del estatuto normativo donde se establecen los deberes imperativamente, con prescindencia de la conformidad del obligado, quien sólo goza de la libertad inicial de ingresar o no al servicio así reglamentado. Al respecto recuerda la jurisprudencia establecida en orden a la inviabilidad de controvertir una regulación que mereció la oportuna adhesión o sometimiento voluntario. Resalta la imposibilidad de generar una excepción en la aplicación de un régimen general, acentuada por la trascendencia de la obligación de la que pretende eximirse el actor, explicando que el impedimento de usar armas de fuego colocaría al agente virtualmente al margen de las finalidades del servicio. En esa línea reflexiona sobre la complicación que generaría permitir a los agentes penitenciarios eximirse del uso del arma reglamentaria con la alegación de tener objeciones de conciencia. Es que, afirma, la libertad de culto implicaría el incumplimiento de las funciones de seguridad y custodia que le son inherentes al personal, con el consecuente riesgo para el establecimiento y la comunidad toda. Cita fallos de la Corte nacional en los que se sostuvo que "no debe prescindirse de las consecuencias que derivan de cada criterio de interpretación, pues ellas constituyen uno de los índices más seguros para verificar su razonabilidad y su coherencia con el sistema en que está engarzada la norma". Considera "Portillo", decidió dado inaplicable que en voluntariamente el sub el invocado examine, incorporarse a un precedente el accionante servicio de seguridad, debiendo asumir las consecuencias que de ello se derivan. Para más recuerda que la Corte nacional relativizó el derecho de libertad de culto y conciencia al señalar que "su extensión deberá ser determinada según las circunstancias de cada caso", eximiendo de la obligación de emplear armas con fundamento en la libertad de cultos y conciencias al señor Portillo en atención que ello devenía de su incorporación obligatoria al servicio militar. Respecto al exceso de punición alegado subsidiariamente por el actor, sostiene que para la falta cometida la norma prevé la sanción de retiro absoluto o destitución, con lo cual aparece razonable la sanción de arresto aplicada por la Administración, ya que impuso una medida disciplinaria menor a la prevista en el art. 93 del dec. ley 9578/1980 para una falta grave como la de haber afectado seriamente la disciplina, el prestigio y la tipificar el responsabilidad como funcionario. hecho A mayor abundamiento señala como falta disciplinaria y que determinar la sanción aplicable, son potestades propias del poder administrador, citando al respecto jurisprudencia de esta Corte provincial y doctrina de los autores que se ha pronunciado a favor de considerar que la apreciación de la gravedad de la falta por el órgano competente es discrecional. Realiza una negativa de conformidad con el art. 37 del Código de Procedimiento de lo Contencioso Administrativo, desconociendo toda circunstancia de hecho que no resulte acreditada en las actuaciones administrativas, ofrece prueba, plantea el caso federal y solicita que, oportunamente se desestime la demanda en todas sus partes. III. 1. No es tema de debate el hecho constitutivo de la falta imputada, concretamente el haber desobedecido la orden de un superior que imponía portar un arma reglamentaria. La cuestión a dirimir consiste en el juicio de validez sobre el ejercicio de la potestad disciplinaria de la Administración en el presente caso. 2. Así configurada la materia litigiosa me permito recordar lo expuesto en oportunidad de expedirme en la causa B. 61.065, "Segura" (sent. de 29-X-2003). Allí afirmé que la fiscalización jurisdiccional de los actos administrativos, aun de aquéllos como los cuestionados en autos, que traducen el ejercicio de las atribuciones de la autoridad pública en materia de organización administrativa y calificación principio- del elemento personal, no estructural exhibe alguno como que tal -en conlleve un trato diferencial a la hora de establecer su impugnabilidad en sede procesal administrativa, o que acote las causales determinantes de una eventual invalidez. Expliqué asimismo que bajo la observancia de la regulación también material están que les comprendidos sea por aplicable, las normas tales y actos principios informadores traducen de un la juridicidad quehacer invalidación sujeto judicial, administrativa. a al control comprobarse arbitrariedad, irrazonabilidad o consagrados la provincial, ante la en Constitución concurrencia determinante de de nulidad y lesión cualquier prevista en eventual no de otra el Ellos sino sólo derechos también circunstancia ordenamiento positivo (arg. arts. 15, Constitución provincial; 103, 108 y conc., dec. ley 7647/1970). Bajo tales parámetros analizaré la presente causa, desechando el criterio restrictivo impulsado por la accionada en su escrito de responde. IV. De 21.211-12.389/00) las actuaciones agregadas a la administrativas causa sin (expte. acumular se desprenden las siguientes circunstancias: 1. El Jefe de la Unidad 29 -Alta Seguridad de Melchor Romero- comunicó al Jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense la iniciación de un sumario administrativo por infracción a los arts. 92 incs. 1º y 19º, y 93 inc. 9º del dec. ley 9578/1980, que sería instruido contra el Cabo (E.G.) C. D. L. , numerario de esa dotación, quien con fecha 25-VIII-2000, a las 11:00 hs., en la Sección Guardia de Seguridad Exterior de esa Unidad, previo a ser colocado en funciones, conforme a la texto legal citado (Capítulo XIII, Obligaciones), y demás normas vigentes, se le ordenó presentarse en la Sala de Armería, a los efectos de retirar el armamento provisto, para cubrir un puesto de guardia en esa Sección, y se negó a cumplir la orden impartida por la superioridad (v. fs. 6). 2. En la declaración tomada al ahora actor (v. fs. 21/22, expte. 21.211-12.389/00, alcance 2/00), se ratifican los hechos por los cuales resultara sumariado y que fueran expuestos por su superior señor Flore y el Oficial de Servicio señor Albornoz (v. testimonios de fs. 8 y 18). Relata haber aprobado el curso teórico práctico de reclutamiento y formación penitenciaria, en el que dice haber tenido sólo academias de armamento y una práctica de tiro. Reconoce haber percibido desde su ingreso un "plus" por riesgo profesional y afirma haber planteado, en la Escuela de Suboficiales y Guardias, que por principios o cuestiones de conciencia no podía cantar el Himno Nacional, ni participar activamente de actos patrióticos, recibiendo como respuesta que no se hiciera problema. Explica que solicitó el cambio de escalafón, circunstancia en la que se le informó que su título de enfermero no es terciario y por lo tanto no le permite efectuar dicho cambio. 3. El Jefe del Servicio Penitenciario con fecha 30-VIII-2001, por Resolución 2938, aprobó lo actuado por la Instrucción, dio por acreditado que el señor L. infringió con su accionar el art. 93 inc. 9º del dec. ley 9578/1980, sancionándolo con 25 días de arresto sin perjuicio del servicio, considerando las particularidades del caso y el buen concepto del imputado. 4. El 17-IX-2001, el señor L. presentó un recurso de reconsideración por considerar excesiva la sanción que se impusiera (v. fs. 1, alcance 4/01). El 26-X-2001, el Jefe del Servicio Penitenciario resolvió desestimar la impugnación, al considerar que la conducta del recurrente el señorL. , retiro pudo absoluto haber o implicado la para destitución. el Tuvo presente también que la sanción impuesta no era excesiva. Asimismo denegó la asignación de funciones como Técnico de Laboratorio solicitadas para un cambio escalafonario, por cuanto resolver los destinos del personal de acuerdo a las necesidades de servicio era una atribución exclusiva de su jefatura disponer, conforme a los arts. 27 del dec. ley 9578/1980 y 22 del dec. ley 9079/1978. 5. El ahora actor presentó recurso administrativo de apelación Resolución 128 (ver del fs. 5 del 20-XII-2002 alcance del 5/01), señor que Ministro por de Justicia, fue desestimado, previa emisión de los dictámenes de Asesoría General de Gobierno, Contaduría General de la Provincia y Dirección de Auditoría General. Para ello tuvo en cuenta que se había aplicado una sanción menor a la que hubiese correspondido por la falta cometida, y que no se aportaron elementos nuevos que permitieran rever la decisión adoptada. V.1. Con prescindencia de sus invocaciones sobre la afectación al derecho constitucional de profesar una religión que le impide portar armas, el reclamante no ha desvirtuado su pertenencia originaria al denominado "Escalafón General". Justamente, el personal que revista en dicho agrupamiento está sujeto a claras exigencias, contenidas en el Estatuto del Personal Penitenciario -entre ellas la prescripta en el art. 37 inc. "h" del Capítulo XIII del dec. ley 9578, en punto a la obligación de "Usar el uniforme y el correspondiente armamento previsto por la Institución"-. De tal modo se hallaba configurado el régimen de empleo al que el actor aspiró a incorporarse y al que finalmente accedió -según sus dichos- en 1994. 2. Partiendo de esas circunstancias y teniendo en cuenta que, a la fecha de su ingreso al Servicio Penitenciario, el impugnante era un practicante del credo de los "Testigos de Jehová" (conf. su declaración a fs. 21, expte. adm.), la objeción de conciencia que luego planteara respecto de las normas reglamentarias del servicio a las que prestó adhesión sin reservas, contraría sus propios actos de sujeción a unas disposiciones que ahora cuestiona (conf. C.S.J.N., Fallos 315:1731; 319:3040; 323:1625, cons. 10º; voto del doctor Belluscio en la causa A. 274. XXXVIII, "Arduino, Diego José y otro s/ p.ss.aa. infr. ley 23.737, sent. de 22-III-2005), complejo normativo cuyas modalidades y deberes conocía o debió conocer al tiempo de acceder a la función, dada la particular fisonomía de las tareas que razonablemente habría de desempeñar. Basta recordar, en este plano, que el demandante reconoció incluso haber tenido práctica de tiro con pistola automática en ocasión de realizar el curso teórico práctico de reclutamiento y formación penitenciaria dictado en la Escuela de Suboficiales y Guardias "Suboficial Mayor Cipriano Juárez" (v. declaración de L. , fs. 22, expte. adm.), esto es, al tiempo de ingresar a desempeñarse en la institución pública, actividad que con elocuencia revelaba que habría de portar armas, o al menos que, en determinadas situaciones, se enfrentaría con esa situación de deber una vez incorporado definitivamente al servicio. Estas adoptado por voluntario circunstancias la Administración, sometimiento penitenciario, explican sin del actor reservas en el orden al expresas criterio a régimen que el jurídico relativas a su condición religiosa o a la inaplicabilidad a su parte de los deberes impugnación que aquél ulterior impone, (conf. mella C.S.J.N., la eficacia Fallos de su 310:2117; 325:1922). Por otra parte, el actor no ha acreditado la veracidad de sus dichos en torno al conocimiento, por parte de la autoridad administrativa y al momento de decidirse su ingreso, de su credo y de las limitaciones que profesarlo le imponía para cumplir las funciones inherentes al servicio. Y en tal marco, debe recordarse que la doctrina de la Corte Suprema 312:496) exige excluido de objeciones invocare el propias de acreditación que de Justicia la Nación reconocimiento del derecho obligaciones del conciencia, y carga debe escrutinio con la de de resultar dichos prueba (Fallos a servicio de una motivos. pertinente ser por acabada Quien lo mediante la demostración de que la obligación de armarse le produce un serio conflicto con sus creencias religiosas o éticas. El inicio y continuidad de la relación de empleo que vinculara al impugnante con el Servicio Penitenciario provincial se desarrolló de acuerdo con el marco legal aplicable al cargo en el que oportunamente se lo designara. 3.a. Aunque lo expuesto precedentemente aleja la posibilidad de descalificar en modo absoluto la validez de la decisión administrativa enjuiciada, no puede dejar de ponderarse que, en circunstancias como las que informan el caso, es de elemental prudencia que la Administración sólo acuda a la potestad disciplinaria como extremo final; y que antes de ejercitarla arbitre medios menos gravosos que permitan asignarle al agente funciones diversas sin afectar el servicio, para las que también pudiere estar capacitado y respecto de las que no se configurase un conflicto de conciencia apartado, (conf. voto consid. de la 15º, doctora segundo párrafo, Highton de primer Nolasco -en minoría- en la causa A. 639. XXXV, "Asociación de Testigos de Jehová c/ Consejo Provincial de Educación del Neuquén s/ acción de inconstitucionalidad", sent. de 9-VIII-2005). En determinados supuestos ello será muy arduo, en tanto la autoridad puede estatutarias o enfrentarse con complicaciones ciertas funcionales rigideces que tornen inviable una alternativa más apropiada. Mas esas salvedades no se exhiben en el presente caso. b. Es precisamente, en el contexto arriba delineado, en el que cabe situar y valorar el reparo que el demandante formula al acto sancionatorio, al cuestionarlo por excesivo o por carecer de la debida proporcionalidad. En sede administrativa se halló al actor responsable de haber transgredido lo prescripto por los arts. 92 incis. 1º ("faltar el respeto al superior y la desobediencia de sus órdenes") y 19º ("todo otro acto que importe incumplimiento de los deberes generales de los agentes, o propios del cargo, o constituyan un menoscabo para la disciplina o investidura penitenciaria") y 93 inc. 9º ("todo otro acto que afecte gravemente la disciplina, el prestigio o la responsabilidad de la repartición o la dignidad del funcionario"), todos del dec. ley 9578/1980. Esta normativa prevé la posibilidad de sancionar: a] con arresto de veintiún días a treinta días o suspensión de empleo de dieciséis a treinta días, la conductas referidas en los incs. 1º y 19º del art. 92, ya citado; y b] con retiro absoluto o destitución el supuesto enunciado en el inc. 9º del art. 92, también referido. Al aplicar la pena menor dentro de esas alternativas, la Administración adujo haber valorado las particularidades de la causa y el buen concepto que el agente merecía por parte de sus superiores (fs. 24, Resolución 2938 de 30-VIII-2001), actuando lo normado en el art. 246 del dec. 342/1981 que regla ciertos atenuantes a la hora de fijar la medida correctiva. c. Con todo, por lo señalado supra V.3.a., estimo que la calificación normativa del caso efectuada por la Administración luce errada y, por tanto, ilegítima, por cuanto ha acentuado en exceso la gravedad de la conducta infraccional, sin conjunto circunstancias situación de tomar personal de cabalmente que quien en consideración rodeaban aquí la demanda el singular y las consecuencias concretas que de ella derivaban. En ese entendimiento, el encuadre jurídico correcto del asunto transitaba no sólo por la aplicación de la menor penalidad correctiva posible sino también -y aquí se cifra la desmesura- por una calificación más benigna del tipo de falta reprochada, sin descartar la posibilidad de acudir a la exención de castigo al agente, en vista de las singulares características de la causa. Obsérvese actúo con toda que la la autoridad diligencia administrativa posible en cuanto a no la reasignación de funciones solicitadas por el actor. Los hechos ulteriores revelan que ello verosímilmente hubiese evitado el conflicto. En efecto, tiempo después, la propia Administración penitenciaria confirió un nuevo destino al actor, tal como éste lo había requerido y según lo aconsejaron en su hora -bien que a la par de la aplicación de un correctivo Gobierno (fs. 17, disciplinarioexpte. adm., la alc. Asesoría 1) y General la de Dirección Provincial de Personal (fs. 19, expte. adm. cit.). Por lo demás, no advierto elementos suficientes para sostener que la inobservancia reglamentaria atribuida al reclamante derivara en "consecuencias graves" para el servicio o la institución penitenciaria, que no fueron siquiera establecidas en las actuaciones administrativas. Ello me convence de que la conducta del señor L. no encuadraba en los enunciados más gravosos del art. 92 ni en los previstos en el art. 93, ya aludidos. Antes bien, de optarse finalmente disciplinaria, el por la aplicación comportamiento debió de la potestad subsumirse en la previsión concerniente a la faltas menos graves, contenida en el art. 91 inc. 28 del dec. ley 9578/1980, supuesto penalizado con una escala amplia, que contempla el procede declarar la apercibimiento, entre otras sanciones. En tales condiciones, invalidez parcial de los actos administrativos censurados en la causa. Debe acogerse en suma la pretensión anulatoria entablada, dejándose sin efecto las resoluciones de fecha 26-XI-2001 emanada del Jefe del Servicio Penitenciario y la 128 de 20-XII-2002 del señor Ministro de Justicia, por las que respectivamente reconsideración y se rechazaron apelación los interpuestos recursos de contra la resolución 2938 de 30-VIII-2001 dictada por el primero, mediante la cual se le había aplicado una sanción de 25 días de arresto, sin perjuicio del servicio, a fin de que la autoridad competente vuelva a ejercer, esta vez dentro del razonable marco de discreción establecido por las normas aplicables, por medio del dictado de un nuevo acto administrativo y, fundadamente, su potestad disciplinaria (conf. causas B. 53.483, "Gómez", sent. de 6-VIII-1996; B. 59.122, "Huertas Díaz", sent. de 22-X-2003), definiendo la sanción aplicable a la conducta encuadrada en su caso en el art. 91 inc. 28 del dec. ley 9578/1980, o bien excluyendo al actor de reproche administrativo, habida cuenta de las especiales circunstancias antes referidas; ello, dentro del plazo de treinta días hábiles administrativos contados a partir de la notificación de la presente. Costas por su orden (arts. 17, ley 2961; 78 inc. 3º, ley 12.008, texto según ley 13.101). Voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: I. He sostenido antes de ahora que la doctrina judicial que reconoce amplias facultades a la autoridad administrativa para valorar y calificar los hechos y determinar las sanciones se restringe naturalmente por la exigencia de razonabilidad y la debida salvaguardia de los derechos constitucionales del agente, lo que lleva en todo caso a la posibilidad de revisión judicial de tales facultades de la Administración (doct. de la mayoría en causa B. 51.249, "Trezza", sent. del 10-XI-1992 y fallos allí citados). II. En esas condiciones y por los concordantes fundamentos brindados por mi colega preopinante en los puntos IV y V de su exposición, voto por la afirmativa. Costas por su orden (conf. arts. 17, ley 2961; 78 inc. 3º, ley 12.008, texto según ley 13.101). El señor Juez doctor Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: Adhiero al voto del distinguido colega señor Juez doctor Soria con prescindencia de las consideraciones formuladas en el apartado III.2., en tanto estimo que la solución propiciada para el caso sub examine, dados sus extremos configurativos, se abastece de modo suficiente con los restantes fundamentos que sustentan el parecer del referido ministro. Por ello, juzgo innecesario emitir un pronunciamiento sobre el tópico reseñado en la parcela excluida de mi adhesión. Con el alcance indicado, voto por la afirmativa. La señora Jueza doctora Kogan, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por los fundamentos expuestos en el acuerdo que antecede, se hace lugar parcialmente a la demanda interpuesta declarándose la invalidez parcial de los actos administrativos censurados en la causa, dejándose sin efecto las resoluciones de fecha 26-XI-2001 emanada del Jefe del Servicio Penitenciario y la 128 del 20-XII-2002 del señor Ministro de Justicia, a fin de que la autoridad competente vuelva a ejercer, esta vez dentro del razonable marco de discreción establecido por las normas aplicables, por medio del dictado de un nuevo acto administrativo y, fundadamente, su potestad disciplinaria, definiendo la sanción aplicable a la conducta encuadrada en su caso en el art. 91 inc. 28 del dec. ley 9578/1980, o bien excluyendo al actor de reproche administrativo, habida cuenta de las especiales circunstancias antes referidas; ello, dentro del plazo de treinta días hábiles administrativos contados a partir de la notificación de la presente. Costas por su orden (arts. 17, ley 2961; 78 inc. 3º, ley 12.008, texto según ley 13.101). Regúlanse los honorarios del letrado de la parte actora doctor Adalberto N. Alonso Carricarte en la suma de pesos … (arts. 9, 14, 16, 28 inc. "a", 44 inc. "b", 2da. parte, 51 y 54, dec. ley 8904/1977), cantidad a la que se deberá adicionar el 10% (ley 8455) y el porcentaje que corresponda según la condición del mencionado profesional frente a la A.F.I.P. Regístrese y notifíquese. HILDA KOGAN HECTOR NEGRI DANIEL FERNANDO SORIA EDUARDO JULIO PETTIGIANI JUAN CARLOS HITTERS JUAN JOSE MARTIARENA Secretario