A C U E R D O

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 3 de marzo de 2010,
habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en
el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden
de votación: doctores Soria, Negri, Hitters, Pettigiani,
Kogan, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de
Justicia
en
definitiva
Provincia
acuerdo
en
de
la
ordinario
causa
Buenos
B.
Aires
para
pronunciar
66.414,
"L.
(Mrio.
,
Just.
sentencia
C.
D.
contra
Serv.
Penit.).
derecho,
promueve
Demanda contencioso administrativa".
A N T E C E D E N T E S
I.
C.
D.L.
,
por
su
propio
demanda contencioso administrativa contra la Provincia de
Buenos Aires, solicitando la nulidad de las resoluciones de
fecha
26-XI-2001
Penitenciario
Ministro
de
rechazaron
y
la
nº
Justicia,
los
128
por
recursos
interpuestos
contra
dictada
el
por
emanada
la
de
del
Jefe
del
las
20-XII-2002
que
mediante
Servicio
del
señor
respectivamente
reconsideración
resolución
primero,
del
2938
la
del
cual
y
se
apelación
30-VIII-2001
se
le
había
aplicado una sanción de 25 días de arresto, sin perjuicio
del servicio.
Previa
resolución
de
este
Tribunal,
amplió
la
demanda a efectos de optar por la vía del proceso sumario
de impugnación en materia de empleo público, prevista en el
Titulo
II,
Capítulo
II
del
Código
Contencioso
Administrativo (arts. 71/3 y conc., ley 12.008, texto según
ley
13.101),
circunstancia
en
la
que
reiteró
en
su
totalidad el contenido de su demanda inicial.
II. Corrido el traslado de ley, se presentó la
Fiscalía
de
Estado
por
medio
de
sus
representantes,
solicitando el rechazo de la demanda en todas sus partes.
III.
Agregadas
en
fotocopias
sin
acumular
las
actuaciones administrativas, el cuaderno de prueba ofrecida
por la actora, y glosados los alegatos de ambas partes, la
causa quedó en estado de dictar sentencia, por lo cual
corresponde plantear y votar la siguiente
C U E S T I Ó N
¿Es fundada la demanda?
V O T A C I Ó N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Soria dijo:
I. El reclamante señala que ingresó al Servicio
Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires en agosto de
1994, en el Escalafón General y que desempeñó funciones de
enfermero en la Sección Sanidad de la Unidad nº 10 de
Melchor Romero hasta enero de 1998 en que fue trasladado a
la Unidad nº 28 de Magdalena, allí estuvo encargado del
Pabellón hasta diciembre de 1998, pasando luego a la Unidad
nº 29 de Melchor Romero, donde también cumplió funciones de
igual naturaleza.
Explica que el 10-VIII-2000 concluyó la carrera
de
Técnico
Superior
en
Laboratorio,
obteniendo
un
certificado de título en trámite. El 22-VIII-2000 se le dio
el pase a la Guardia de Seguridad Exterior de la Unidad nº
29, en la que se presentó el 25-VIII-2000, oportunidad en
la que se negó a portar armas, alegando que se lo impedía
su conciencia moral basada en principios religiosos, razón
por la cual se labró un sumario y se le tomó declaración,
donde se asentó que profesa la religión Testigos de Jehová,
que
estaba
tramitando
el
título
de
Técnico
Superior
en
Laboratorio y que tenía un certificado del mentado trámite.
Destaca que el instructor del sumario emitió un
auto
de
imputación
donde
se
lo
consideró
incurso
en
infracción a los arts. 92 incs. 1º y 19º y 93 inc. 9º del
dec. ley 9578/1980, dictándose el 30 de agosto de 2001 la
resolución 2938/01, mediante la cual se aprobó lo actuado
por
la
instrucción,
se
declararon
acreditadas
las
infracciones a las normas citadas en el auto de imputación
y atento a las particularidades del caso se aplicó una
sanción de 25 días de arresto sin perjuicio del servicio.
Aduce que su creencia religiosa era conocida y
jamás negada por la Institución a lo largo de todo el
sumario administrativo, añadiendo que el pase a la sección
Guardia de Seguridad Exterior "fue una sorpresa", máxime
cuando se le denegaron vacaciones en agosto de 2000 por
falta
de
enfermeros,
de
lo
que
deduce
que
debió
haber
seguido cumpliendo funciones como tal.
Reseña que fue designado en la Conserjería Dos,
que no se lo proveyó de armamentos ni de uniformes ni
insignias (tal como informa el Jefe de Guardia), que otros
dos conserjes desempeñaban el trabajo, también sin portar
armas, con lo que entiende demostrado que pudo cumplir con
su labor sin tal portación y mediante otras alternativas
valiosas para el servicio, en las que podría haber sido
tomado como enfermero diplomado o técnico de laboratorio.
Manifiesta que contra la sanción impuesta dedujo
recursos
de
reconsideración
y
apelación
que
fueron
desestimados por Resolución 128 del 20-XII-2002.
Añade que continuó prestando servicios sin portar
armas
hasta
febrero
de
2002,
lo
que
a
su
entender
ha
demostrado que se pudo evitar la sanción de su conducta en
el episodio que la originó, ya que siendo un objetante de
conciencia pudo desempeñarse adecuadamente en el Servicio
Penitenciario sin llevar consigo tales elementos, y también
lo avala el dictamen del 11-VII-2002 por el que se entendió
procedente su pase al Escalafón Profesional y Técnico.
Ofrece prueba documental e informativa, funda su
derecho en normas de la Constitución nacional y provincial,
en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
así como en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Cita
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
hace reserva del caso federal y solicita se haga lugar a la
demanda declarando la nulidad de los actos impugnados con
efecto retroactivo, como si no hubieran existido.
II.
La
Fiscalía
de
Estado
se
opone
a
la
procedencia de la pretensión. Puntualiza que, en tanto los
hechos constitutivos de la falta imputada no se hallan en
entredicho, el objeto del proceso se circunscribe a dirimir
la validez de la sanción aplicada por la Administración. En
concreto, es menester establecer si el comportamiento del
actor ha importado la infracción prevista en el art. 93
inc. 9º del dec. ley 9578/1980.
Refiere que en el expediente administrativo obran
actas públicas oficiales de las que surgen declaraciones de
testigos que presenciaron el hecho por el que se atribuye
al
actor
la
comisión
de
la
infracción,
consistente
en
negarse a cumplir la orden (v. fs. 2) y a portar armas o
efectuar disparos, por profesar la religión de los Testigos
de Jehová (v. fs. 29). Evalúa además que otros testimonios,
obrantes a fs. 8/20, son contestes con tales afirmaciones,
a lo que suma el propio reconocimiento del actor (v. fs.
21), para considerar que la Administración tuvo certeza
probatoria
para
tener
por
configurada
la
infracción
imputada (arts. 366 del dec. 342/1981, reglamentario del
dec. ley 9578/1980).
Plantea
que
la
justificación
que
el
actor
pretende de su conducta, basada en creencias religiosas que
le prohíben utilizar armas y en la posibilidad de prestar
servicios de otro modo que no exija su uso, conlleva el
cuestionamiento
Servicio
al
régimen
Penitenciario
estatutario
establecido
del
por
personal
el
dec.
del
ley
9578/1980. Ello, por cuanto, entre las obligaciones del
agente figura la de "Usar el uniforme y el correspondiente
armamento provisto por la Institución" (art. 37 inc. "h",
dec. ley cit.).
Puntualiza que, al acceder al empleo público, el
actor consintió la aplicación de dicho régimen, no pudiendo
reclamar luego en su contra, aclarando que el actor fue
designado en el Escalafón Cuerpo General después de aprobar
el
respectivo
curso
para
aspirantes,
en
el
cual
tomó
conocimiento del estatuto normativo donde se establecen los
deberes
imperativamente,
con
prescindencia
de
la
conformidad del obligado, quien sólo goza de la libertad
inicial de ingresar o no al servicio así reglamentado.
Al
respecto
recuerda
la
jurisprudencia
establecida en orden a la inviabilidad de controvertir una
regulación que mereció la oportuna adhesión o sometimiento
voluntario.
Resalta la imposibilidad de generar una excepción
en la aplicación de un régimen general, acentuada por la
trascendencia de la obligación de la que pretende eximirse
el actor, explicando que el impedimento de usar armas de
fuego colocaría al agente virtualmente al margen de las
finalidades del servicio. En esa línea reflexiona sobre la
complicación
que
generaría
permitir
a
los
agentes
penitenciarios eximirse del uso del arma reglamentaria con
la alegación de tener objeciones de conciencia. Es que,
afirma, la libertad de culto implicaría el incumplimiento
de
las
funciones
de
seguridad
y
custodia
que
le
son
inherentes al personal, con el consecuente riesgo para el
establecimiento y la comunidad toda.
Cita fallos de la Corte nacional en los que se
sostuvo que "no debe prescindirse de las consecuencias que
derivan
de
cada
criterio
de
interpretación,
pues
ellas
constituyen uno de los índices más seguros para verificar
su razonabilidad y su coherencia con el sistema en que está
engarzada la norma".
Considera
"Portillo",
decidió
dado
inaplicable
que
en
voluntariamente
el
sub
el
invocado
examine,
incorporarse
a
un
precedente
el
accionante
servicio
de
seguridad, debiendo asumir las consecuencias que de ello se
derivan. Para más recuerda que la Corte nacional relativizó
el derecho de libertad de culto y conciencia al señalar que
"su
extensión
deberá
ser
determinada
según
las
circunstancias de cada caso", eximiendo de la obligación de
emplear armas con fundamento en la libertad de cultos y
conciencias al señor Portillo en atención que ello devenía
de su incorporación obligatoria al servicio militar.
Respecto
al
exceso
de
punición
alegado
subsidiariamente por el actor, sostiene que para la falta
cometida la norma prevé la sanción de retiro absoluto o
destitución, con lo cual aparece razonable la sanción de
arresto aplicada por la Administración, ya que impuso una
medida disciplinaria menor a la prevista en el art. 93 del
dec. ley 9578/1980 para una falta grave como la de haber
afectado
seriamente
la
disciplina,
el
prestigio
y
la
tipificar
el
responsabilidad como funcionario.
hecho
A
mayor
abundamiento
señala
como
falta
disciplinaria
y
que
determinar
la
sanción
aplicable, son potestades propias del poder administrador,
citando al respecto jurisprudencia de esta Corte provincial
y doctrina de los autores que se ha pronunciado a favor de
considerar que la apreciación de la gravedad de la falta
por el órgano competente es discrecional.
Realiza una negativa de conformidad con el art.
37
del
Código
de
Procedimiento
de
lo
Contencioso
Administrativo, desconociendo toda circunstancia de hecho
que
no
resulte
acreditada
en
las
actuaciones
administrativas, ofrece prueba, plantea el caso federal y
solicita
que,
oportunamente
se
desestime
la
demanda
en
todas sus partes.
III.
1.
No
es
tema
de
debate
el
hecho
constitutivo de la falta imputada, concretamente el haber
desobedecido la orden de un superior que imponía portar un
arma reglamentaria. La cuestión a dirimir consiste en el
juicio
de
validez
sobre
el
ejercicio
de
la
potestad
disciplinaria de la Administración en el presente caso.
2.
Así
configurada
la
materia
litigiosa
me
permito recordar lo expuesto en oportunidad de expedirme en
la causa B. 61.065, "Segura" (sent. de 29-X-2003). Allí
afirmé que la fiscalización jurisdiccional de los actos
administrativos, aun de aquéllos como los cuestionados en
autos, que traducen el ejercicio de las atribuciones de la
autoridad pública en materia de organización administrativa
y
calificación
principio-
del
elemento
personal,
no
estructural
exhibe
alguno
como
que
tal
-en
conlleve
un
trato diferencial a la hora de establecer su impugnabilidad
en sede procesal administrativa, o que acote las causales
determinantes de una eventual invalidez.
Expliqué asimismo que bajo la observancia de la
regulación
también
material
están
que
les
comprendidos
sea
por
aplicable,
las
normas
tales
y
actos
principios
informadores
traducen
de
un
la
juridicidad
quehacer
invalidación
sujeto
judicial,
administrativa.
a
al
control
comprobarse
arbitrariedad,
irrazonabilidad
o
consagrados
la
provincial,
ante
la
en
Constitución
concurrencia
determinante
de
de
nulidad
y
lesión
cualquier
prevista
en
eventual
no
de
otra
el
Ellos
sino
sólo
derechos
también
circunstancia
ordenamiento
positivo (arg. arts. 15, Constitución provincial; 103, 108
y conc., dec. ley 7647/1970).
Bajo
tales
parámetros
analizaré
la
presente
causa, desechando el criterio restrictivo impulsado por la
accionada en su escrito de responde.
IV.
De
21.211-12.389/00)
las
actuaciones
agregadas
a
la
administrativas
causa
sin
(expte.
acumular
se
desprenden las siguientes circunstancias:
1. El Jefe de la Unidad 29 -Alta Seguridad de
Melchor Romero- comunicó al Jefe del Servicio Penitenciario
Bonaerense la iniciación de un sumario administrativo por
infracción a los arts. 92 incs. 1º y 19º, y 93 inc. 9º del
dec.
ley
9578/1980,
que
sería
instruido
contra
el
Cabo
(E.G.) C. D. L. , numerario de esa dotación, quien con
fecha 25-VIII-2000, a las 11:00 hs., en la Sección Guardia
de Seguridad Exterior de esa Unidad, previo a ser colocado
en funciones, conforme a la texto legal citado (Capítulo
XIII, Obligaciones), y demás normas vigentes, se le ordenó
presentarse en la Sala de Armería, a los efectos de retirar
el armamento provisto, para cubrir un puesto de guardia en
esa Sección, y se negó a cumplir la orden impartida por la
superioridad (v. fs. 6).
2. En la declaración tomada al ahora actor (v.
fs.
21/22,
expte.
21.211-12.389/00,
alcance
2/00),
se
ratifican los hechos por los cuales resultara sumariado y
que
fueran
expuestos
por
su
superior
señor
Flore
y
el
Oficial de Servicio señor Albornoz (v. testimonios de fs. 8
y 18). Relata haber aprobado el curso teórico práctico de
reclutamiento y formación penitenciaria, en el que dice
haber tenido sólo academias de armamento y una práctica de
tiro.
Reconoce
haber
percibido
desde
su
ingreso
un
"plus" por riesgo profesional y afirma haber planteado, en
la Escuela de Suboficiales y Guardias, que por principios o
cuestiones de conciencia no podía cantar el Himno Nacional,
ni participar activamente de actos patrióticos, recibiendo
como
respuesta
que
no
se
hiciera
problema.
Explica
que
solicitó el cambio de escalafón, circunstancia en la que se
le informó que su título de enfermero no es terciario y por
lo tanto no le permite efectuar dicho cambio.
3. El Jefe del Servicio Penitenciario con fecha
30-VIII-2001, por Resolución 2938, aprobó lo actuado por la
Instrucción, dio por acreditado que el señor L. infringió
con su accionar el art. 93 inc. 9º del dec. ley 9578/1980,
sancionándolo
con
25
días
de
arresto
sin
perjuicio
del
servicio, considerando las particularidades del caso y el
buen concepto del imputado.
4. El 17-IX-2001, el señor L. presentó un recurso
de reconsideración por considerar excesiva la sanción que
se impusiera (v. fs. 1, alcance 4/01).
El 26-X-2001, el Jefe del Servicio Penitenciario
resolvió desestimar la impugnación, al considerar que la
conducta
del
recurrente
el
señorL.
,
retiro
pudo
absoluto
haber
o
implicado
la
para
destitución.
el
Tuvo
presente también que la sanción impuesta no era excesiva.
Asimismo denegó la asignación de funciones como Técnico de
Laboratorio solicitadas para un cambio escalafonario, por
cuanto resolver los destinos del personal de acuerdo a las
necesidades de servicio era una atribución exclusiva de su
jefatura disponer, conforme a los arts. 27 del dec. ley
9578/1980 y 22 del dec. ley 9079/1978.
5. El ahora actor presentó recurso administrativo
de
apelación
Resolución
128
(ver
del
fs.
5
del
20-XII-2002
alcance
del
5/01),
señor
que
Ministro
por
de
Justicia, fue desestimado, previa emisión de los dictámenes
de Asesoría General de Gobierno, Contaduría General de la
Provincia y Dirección de Auditoría General. Para ello tuvo
en cuenta que se había aplicado una sanción menor a la que
hubiese correspondido por la falta cometida, y que no se
aportaron
elementos
nuevos
que
permitieran
rever
la
decisión adoptada.
V.1. Con prescindencia de sus invocaciones sobre
la afectación al derecho constitucional de profesar una
religión que le impide portar armas, el reclamante no ha
desvirtuado
su
pertenencia
originaria
al
denominado
"Escalafón General".
Justamente,
el
personal
que
revista
en
dicho
agrupamiento está sujeto a claras exigencias, contenidas en
el
Estatuto
del
Personal
Penitenciario
-entre
ellas
la
prescripta en el art. 37 inc. "h" del Capítulo XIII del
dec.
ley
9578,
en
punto
a
la
obligación
de
"Usar
el
uniforme y el correspondiente armamento previsto por la
Institución"-.
De
tal
modo
se
hallaba
configurado
el
régimen de empleo al que el actor aspiró a incorporarse y
al que finalmente accedió -según sus dichos- en 1994.
2. Partiendo de esas circunstancias y teniendo en
cuenta
que,
a
la
fecha
de
su
ingreso
al
Servicio
Penitenciario, el impugnante era un practicante del credo
de los "Testigos de Jehová" (conf. su declaración a fs. 21,
expte. adm.), la objeción de conciencia que luego planteara
respecto de las normas reglamentarias del servicio a las
que prestó adhesión sin reservas, contraría sus propios
actos de sujeción a unas disposiciones que ahora cuestiona
(conf. C.S.J.N., Fallos 315:1731; 319:3040; 323:1625, cons.
10º; voto del doctor Belluscio en la causa A. 274. XXXVIII,
"Arduino, Diego José y otro s/ p.ss.aa. infr. ley 23.737,
sent. de 22-III-2005), complejo normativo cuyas modalidades
y deberes conocía o debió conocer al tiempo de acceder a la
función, dada la particular fisonomía de las tareas que
razonablemente habría de desempeñar.
Basta recordar, en este plano, que el demandante
reconoció incluso haber tenido práctica de tiro con pistola
automática en ocasión de realizar el curso teórico práctico
de reclutamiento y formación penitenciaria dictado en la
Escuela
de
Suboficiales
y
Guardias
"Suboficial
Mayor
Cipriano Juárez" (v. declaración de L. , fs. 22, expte.
adm.), esto es, al tiempo de ingresar a desempeñarse en la
institución pública, actividad que con elocuencia revelaba
que habría de portar armas, o al menos que, en determinadas
situaciones, se enfrentaría con esa situación de deber una
vez incorporado definitivamente al servicio.
Estas
adoptado
por
voluntario
circunstancias
la
Administración,
sometimiento
penitenciario,
explican
sin
del
actor
reservas
en
el
orden
al
expresas
criterio
a
régimen
que
el
jurídico
relativas
a
su
condición religiosa o a la inaplicabilidad a su parte de
los
deberes
impugnación
que
aquél
ulterior
impone,
(conf.
mella
C.S.J.N.,
la
eficacia
Fallos
de
su
310:2117;
325:1922).
Por
otra
parte,
el
actor
no
ha
acreditado
la
veracidad de sus dichos en torno al conocimiento, por parte
de la autoridad administrativa y al momento de decidirse su
ingreso, de su credo y de las limitaciones que profesarlo
le
imponía
para
cumplir
las
funciones
inherentes
al
servicio. Y en tal marco, debe recordarse que la doctrina
de
la
Corte
Suprema
312:496)
exige
excluido
de
objeciones
invocare
el
propias
de
acreditación
que
de
Justicia
la
Nación
reconocimiento
del
derecho
obligaciones
del
conciencia,
y
carga
debe
escrutinio
con
la
de
de
resultar
dichos
prueba
(Fallos
a
servicio
de
una
motivos.
pertinente
ser
por
acabada
Quien
lo
mediante
la
demostración de que la obligación de armarse le produce un
serio conflicto con sus creencias religiosas o éticas.
El inicio y continuidad de la relación de empleo
que vinculara al impugnante con el Servicio Penitenciario
provincial
se
desarrolló
de
acuerdo
con
el
marco
legal
aplicable al cargo en el que oportunamente se lo designara.
3.a. Aunque lo expuesto precedentemente aleja la
posibilidad de descalificar en modo absoluto la validez de
la decisión administrativa enjuiciada, no puede dejar de
ponderarse que, en circunstancias como las que informan el
caso, es de elemental prudencia que la Administración sólo
acuda a la potestad disciplinaria como extremo final; y que
antes
de
ejercitarla
arbitre
medios
menos
gravosos
que
permitan asignarle al agente funciones diversas sin afectar
el servicio, para las que también pudiere estar capacitado
y respecto de las que no se configurase un conflicto de
conciencia
apartado,
(conf.
voto
consid.
de
la
15º,
doctora
segundo
párrafo,
Highton
de
primer
Nolasco
-en
minoría- en la causa A. 639. XXXV, "Asociación de Testigos
de Jehová c/ Consejo Provincial de Educación del Neuquén s/
acción de inconstitucionalidad", sent. de 9-VIII-2005). En
determinados supuestos ello será muy arduo, en tanto la
autoridad
puede
estatutarias
o
enfrentarse
con
complicaciones
ciertas
funcionales
rigideces
que
tornen
inviable una alternativa más apropiada. Mas esas salvedades
no se exhiben en el presente caso.
b.
Es
precisamente,
en
el
contexto
arriba
delineado, en el que cabe situar y valorar el reparo que el
demandante formula al acto sancionatorio, al cuestionarlo
por excesivo o por carecer de la debida proporcionalidad.
En
sede
administrativa
se
halló
al
actor
responsable de haber transgredido lo prescripto por los
arts. 92 incis. 1º ("faltar el respeto al superior y la
desobediencia de sus órdenes") y 19º ("todo otro acto que
importe
incumplimiento
de
los
deberes
generales
de
los
agentes, o propios del cargo, o constituyan un menoscabo
para la disciplina o investidura penitenciaria") y 93 inc.
9º ("todo otro acto que afecte gravemente la disciplina, el
prestigio
o
la
responsabilidad
de
la
repartición
o
la
dignidad del funcionario"), todos del dec. ley 9578/1980.
Esta normativa prevé la posibilidad de sancionar: a] con
arresto de veintiún días a treinta días o suspensión de
empleo de dieciséis a treinta días, la conductas referidas
en los incs. 1º y 19º del art. 92, ya citado; y b] con
retiro absoluto o destitución el supuesto enunciado en el
inc. 9º del art. 92, también referido.
Al
aplicar
la
pena
menor
dentro
de
esas
alternativas, la Administración adujo haber valorado las
particularidades de la causa y el buen concepto que el
agente
merecía
por
parte
de
sus
superiores
(fs.
24,
Resolución 2938 de 30-VIII-2001), actuando lo normado en el
art. 246 del dec. 342/1981 que regla ciertos atenuantes a
la hora de fijar la medida correctiva.
c. Con todo, por lo señalado supra V.3.a., estimo
que la calificación normativa del caso efectuada por la
Administración luce errada y, por tanto, ilegítima, por
cuanto ha acentuado en exceso la gravedad de la conducta
infraccional,
sin
conjunto
circunstancias
situación
de
tomar
personal
de
cabalmente
que
quien
en
consideración
rodeaban
aquí
la
demanda
el
singular
y
las
consecuencias concretas que de ella derivaban.
En
ese
entendimiento,
el
encuadre
jurídico
correcto del asunto transitaba no sólo por la aplicación de
la menor penalidad correctiva posible sino también -y aquí
se cifra la desmesura- por una calificación más benigna del
tipo de falta reprochada, sin descartar la posibilidad de
acudir a la exención de castigo al agente, en vista de las
singulares características de la causa.
Obsérvese
actúo
con
toda
que
la
la
autoridad
diligencia
administrativa
posible
en
cuanto
a
no
la
reasignación de funciones solicitadas por el actor. Los
hechos ulteriores revelan que ello verosímilmente hubiese
evitado el conflicto. En efecto, tiempo después, la propia
Administración penitenciaria confirió un nuevo destino al
actor,
tal
como
éste
lo
había
requerido
y
según
lo
aconsejaron en su hora -bien que a la par de la aplicación
de
un
correctivo
Gobierno
(fs.
17,
disciplinarioexpte.
adm.,
la
alc.
Asesoría
1)
y
General
la
de
Dirección
Provincial de Personal (fs. 19, expte. adm. cit.).
Por lo demás, no advierto elementos suficientes
para sostener que la inobservancia reglamentaria atribuida
al reclamante derivara en "consecuencias graves" para el
servicio
o
la
institución
penitenciaria,
que
no
fueron
siquiera establecidas en las actuaciones administrativas.
Ello me convence de que la conducta del señor L.
no encuadraba en los enunciados más gravosos del art. 92 ni
en los previstos en el art. 93, ya aludidos. Antes bien, de
optarse
finalmente
disciplinaria,
el
por
la
aplicación
comportamiento
debió
de
la
potestad
subsumirse
en
la
previsión concerniente a la faltas menos graves, contenida
en el art. 91 inc. 28 del dec. ley 9578/1980, supuesto
penalizado
con
una
escala
amplia,
que
contempla
el
procede
declarar
la
apercibimiento, entre otras sanciones.
En
tales
condiciones,
invalidez parcial de los actos administrativos censurados
en la causa. Debe acogerse en suma la pretensión anulatoria
entablada, dejándose sin efecto las resoluciones de fecha
26-XI-2001 emanada del Jefe del Servicio Penitenciario y la
128 de 20-XII-2002 del señor Ministro de Justicia, por las
que
respectivamente
reconsideración
y
se
rechazaron
apelación
los
interpuestos
recursos
de
contra
la
resolución 2938 de 30-VIII-2001 dictada por el primero,
mediante la cual se le había aplicado una sanción de 25
días de arresto, sin perjuicio del servicio, a fin de que
la autoridad competente vuelva a ejercer, esta vez dentro
del
razonable
marco
de
discreción
establecido
por
las
normas aplicables, por medio del dictado de un nuevo acto
administrativo y, fundadamente, su potestad disciplinaria
(conf. causas B. 53.483, "Gómez", sent. de 6-VIII-1996; B.
59.122, "Huertas Díaz", sent. de 22-X-2003), definiendo la
sanción aplicable a la conducta encuadrada en su caso en el
art. 91 inc. 28 del dec. ley 9578/1980, o bien excluyendo
al actor de reproche administrativo, habida cuenta de las
especiales circunstancias antes referidas; ello, dentro del
plazo de treinta días hábiles administrativos contados a
partir de la notificación de la presente.
Costas por su orden (arts. 17, ley 2961; 78 inc.
3º, ley 12.008, texto según ley 13.101).
Voto por la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Negri dijo:
I. He sostenido antes de ahora que la doctrina
judicial que reconoce amplias facultades a la autoridad
administrativa
para
valorar
y
calificar
los
hechos
y
determinar las sanciones se restringe naturalmente por la
exigencia de razonabilidad y la debida salvaguardia de los
derechos constitucionales del agente, lo que lleva en todo
caso
a
la
posibilidad
de
revisión
judicial
de
tales
facultades de la Administración (doct. de la mayoría en
causa B. 51.249, "Trezza", sent. del 10-XI-1992 y fallos
allí citados).
II. En esas condiciones y por los concordantes
fundamentos
brindados
por
mi
colega
preopinante
en
los
puntos IV y V de su exposición, voto por la afirmativa.
Costas por su orden (conf. arts. 17, ley 2961; 78
inc. 3º, ley 12.008, texto según ley 13.101).
El
señor
Juez
doctor
Hitters,
por
los
mismos
fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también por
la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Pettigiani dijo:
Adhiero al voto del distinguido colega señor Juez
doctor
Soria
con
prescindencia
de
las
consideraciones
formuladas en el apartado III.2., en tanto estimo que la
solución propiciada para el caso sub examine, dados sus
extremos configurativos, se abastece de modo suficiente con
los
restantes
fundamentos
que
sustentan
el
parecer
del
referido ministro. Por ello, juzgo innecesario emitir un
pronunciamiento
sobre
el
tópico
reseñado
en
la
parcela
excluida de mi adhesión.
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.
La señora Jueza doctora Kogan, por los mismos
fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también por
la afirmativa.
Con
lo
que
terminó
el
acuerdo,
dictándose
la
siguiente
S E N T E N C I A
Por los fundamentos expuestos en el acuerdo que
antecede,
se
hace
lugar
parcialmente
a
la
demanda
interpuesta declarándose la invalidez parcial de los actos
administrativos
censurados
en
la
causa,
dejándose
sin
efecto las resoluciones de fecha 26-XI-2001 emanada del
Jefe del Servicio Penitenciario y la 128 del 20-XII-2002
del señor Ministro de Justicia, a fin de que la autoridad
competente vuelva a ejercer, esta vez dentro del razonable
marco de discreción establecido por las normas aplicables,
por medio del dictado de un nuevo acto administrativo y,
fundadamente,
su
potestad
disciplinaria,
definiendo
la
sanción aplicable a la conducta encuadrada en su caso en el
art. 91 inc. 28 del dec. ley 9578/1980, o bien excluyendo
al actor de reproche administrativo, habida cuenta de las
especiales circunstancias antes referidas; ello, dentro del
plazo de treinta días hábiles administrativos contados a
partir de la notificación de la presente.
Costas por su orden (arts. 17, ley 2961; 78 inc.
3º, ley 12.008, texto según ley 13.101).
Regúlanse los honorarios del letrado de la parte
actora doctor Adalberto N. Alonso Carricarte en la suma de
pesos … (arts. 9, 14, 16, 28 inc. "a", 44 inc. "b", 2da.
parte, 51 y 54, dec. ley 8904/1977), cantidad a la que se
deberá adicionar el 10% (ley 8455) y el porcentaje que
corresponda según la condición del mencionado profesional
frente a la A.F.I.P.
Regístrese y notifíquese.
HILDA KOGAN
HECTOR NEGRI
DANIEL FERNANDO SORIA
EDUARDO JULIO PETTIGIANI
JUAN CARLOS HITTERS
JUAN JOSE MARTIARENA
Secretario
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