Salud sexual y procreación responsable

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Salud sexual y procreación responsable. La ley 25673 y las leyes provinciales
Pablo O. Rosales y María Silvia Villaverde
19 de abril de 2006
Doctrina
Salud sexual y procreación responsable. La ley 25673 y las leyes provinciales
Por Pablo O. Rosales y María S. Villaverde
SUMARIO:
I. La ley 25673 de Salud Sexual y Procreación Responsable y su contexto en la Argentina.
¿Qué es la salud reproductiva?.- II. Principios jurídicos aplicables a la salud reproductiva.
El contenido de la ley 25673 y su inserción en el sistema normativo. Las leyes
provinciales.- III. Marco de los derechos humanos: a) La producción de los derechos
reproductivos y sexuales: 1. Origen reciente de los derechos reproductivos; 2. Definiciones
recogidas en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el
Desarrollo; b) Proceso de especificación de los derechos humanos; c) Incorporación de la
perspectiva de género.- IV. Conclusión.- V. Bibliografía
I. LA LEY 25673 DE SALUD SEXUAL Y PROCREACIÓN RESPONSABLE Y SU
CONTEXTO EN LA ARGENTINA. ¿QUÉ ES LA SALUD REPRODUCTIVA?
La ley 25673 (LA 2002-D-4834), que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable, fue sancionada el 30/10/2002 y publicada en el B.O. del
22/11/2002. Fue discutida durante todo un año, tuvo grandes impulsores y poderosos
detractores, pero no ha sido la primera norma del país en esta temática, sino la
confirmación y el fortalecimiento a nivel nacional de una nueva política social y de salud.
El art. 1 ley 25673 establece la creación del Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable bajo la órbita del Ministerio de Salud de la Nación (hoy
Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación). La ley 25673 conforma el primer programa
de carácter nacional de salud reproductiva, aunque desde los primeros años de la década del
'90 varias provincias tenían ya aprobados programas de carácter local en el mismo sentido.
Constituye sin duda una de las más importantes políticas de salud actuales y de alguna
forma viene a dar cohesión nacional a programas locales que se venían desarrollando en
varias provincias desde principios de los años '90.
En la Argentina varios programas de salud reproductiva y procreación responsable locales
comenzaron a implementarse y desarrollarse mucho antes que el Programa Nacional, y fue
pionera la provincia de La Pampa con su "Programa Provincial de Procreación
Responsable" (ley 1363), vigente desde el 27/12/1991 (LA 1992-A-914). Las provincias
siguieron su camino: la provincia de Chaco (ley 4276), desde el 10/4/1996 (LA 1996-C-
4066); la provincia de Córdoba (ley 8535), desde el 25/4/1996 (LA 1996-B-2557); la
provincia de Mendoza (ley 6433), desde el 22/10/1996 (LA 1996-C-4207); la provincia de
Corrientes (ley 5146), desde el 29/11/1996; la provincia de Río Negro (ley 3059), desde el
19/12/1996; la provincia de Neuquén (ley 2222), desde el 31/10/1997 (LA 1998-A-963); la
provincia de Misiones (decreto 92/1998), desde el 2/2/1998 (LA 1998-B-2561); la
provincia de Jujuy (ley 5133), desde el 3/6/1999 (LA 1999-C-3965); la provincia de
Chubut (ley 4950), desde el 23/11/1999 (LA 2003-A-1029); la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (ley 418), desde el 22/6/2000 (LA 2000-C-3522); la provincia de la Rioja
(ley 7049), desde el 14/12/2000 (LA 2001-A-1067); la provincia de Tierra del Fuego (ley
509), desde el 3/1/2001 (LA 2001-C-1444); la provincia de San Luis (ley 5344), desde el
30/10/2002 (LA 2002-D-6351); provincia de Santa Fe (ley 11888), desde el 14/11/2002
(LA 2001-C-4539); la provincia de Buenos Aires (ley 13066), desde el 28/5/2003 (LA
2003-C-3331); la provincia de Entre Ríos (ley 9501), desde el 22/6/2003 (LA 2003-C3723); y la provincia de Santa Cruz (ley 2656), desde el 26/6/2003. A estas provincias se
agregan otras que aún no tienen ley provincial pero sí tienen formado un programa de salud
reproductiva: la provincia de Catamarca (tiene un programa de atención integral de la mujer
del que depende un subprograma de salud reproductiva y un proyecto de ley en la
Legislatura sin aprobar aún); la provincia de Formosa (en la que el Programa Nacional de
Salud Reproductiva articula con el Programa Provincial de Procreación Responsable); la
provincia de Salta (cuenta con un proyecto de programa provincial de salud sexual y
responsabilidad por la vida temprana, con media sanción en Cámara de Diputados); la
provincia de San Juan (que no cuenta con ley, pero se incorporó al Programa Nacional
parcialmente a través de la ley 5930 por el Programa de Salud de la Mujer); la provincia de
Santiago del Estero recientemente promulgó su ley adhiriendo a la ley nacional; y la
provincia de Tucumán (que cuenta con un programa que articula con el Programa
Provincial de Salud Sexual y Reproductiva) (fuente: página del Consejo Nacional de la
Mujer: www.cnm.gov.ar y Ministerio de Salud y Ambiente: www.msal.gov.ar).
Observamos en nuestro país una tendencia, que se ha dado también en el derecho
comparado, por la que los programas locales se desarrollan mucho antes que el Nacional y
en la mayoría de los casos con el fuerte impulso y monitoreo de la sociedad civil a través
del trabajo de las organizaciones no gubernamentales que impulsan el tema.
La ley 25673 no define el concepto de salud reproductiva sino a través de la descripción de
sus objetivos, por lo que trataremos de dar forma a alguna definición o descripción que nos
permita responder a la pregunta "¿Qué es salud reproductiva y procreación responsable?".
En principio, este concepto aparece en la bibliografía comparada también con otras
acepciones: derechos reproductivos, derechos sexuales, libertad reproductiva, entre otros.
El concepto de "salud reproductiva" es muy reciente. Se desarrolló como resultado de la
experiencia de las décadas de 1970 y 1980 y adquirió su validez universal con el consenso
de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD.) de 1994 en El Cairo.
La Conferencia de El Cairo (1994) y posteriormente la Conferencia Mundial sobre la Mujer
de Beijing en 1995 acuñaron un concepto, una definición de salud reproductiva que permite
separar entre la relacionada con la reproducción y la vinculada a la vida sexual, a las que
nos referiremos con mayor amplitud en el apartado siguiente.
Sin perjuicio de la definición que la comunidad internacional desarrollara en estas
conferencias internacionales (respecto de las que este año 2005 se han cumplido los diez
años), la Dra. Angélica Touceda considera en su nota en este mismo semanario que "El
concepto de salud sexual y reproductiva implica el derecho de tener relaciones sexuales
gratificantes sin coerción, sin temor a infecciones o a embarazos no deseados, la posibilidad
de poder regular la fecundidad, el derecho a un parto seguro y sin riesgos, y el derecho a
dar luz y criar niños saludables".
El concepto y los objetivos de la salud reproductiva fueron cambiando a lo largo de los
años. Durante las décadas de 1950 y 1960 la salud reproductiva se vinculó principalmente
con la regulación de la fecundidad, relacionando el crecimiento de ésta con la pobreza. La
Declaración de Derechos Humanos de la Conferencia de Teherán de 1968 consagró la
regulación de la fecundidad como un derecho humano básico. Ya antes, en 1974, el
Programa de Acción de la Conferencia Mundial de Población de Bucarest señaló el derecho
de las personas a tomar decisiones libres e informadas en relación con el número de hijos y
su espaciamiento, como así también el papel del Estado en asegurar la información y el
acceso a los métodos de control de la fecundidad para hacer efectivas estas decisiones
(Naciones Unidas, 1995). Al año siguiente, en la Conferencia Mundial del Año
Internacional de la Mujeres, en la ciudad de México (1975), se reconoció el derecho de las
mujeres a la integridad física y a decidir sobre su propio cuerpo. La Conferencia
Internacional de Población de la ciudad de México en 1984 amplió el enfoque de Bucarest,
aludiendo a los derechos no sólo de los individuos sino además de las parejas (nota).
La Conferencia de Alma-Ata, de 1978, abogó por la inclusión de la planificación familiar a
la salud materno-infantil a nivel de la atención primaria.
En los años '80 comienza a desarrollarse la perspectiva de equidad de género, y el concepto
de salud reproductiva como lo conocemos hoy se consolida en las Conferencias de El Cairo
(1994) y Beijing (1995) mencionadas. Los autores citados (nota) sostienen que "la
Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD.) de 1994 marcó un hito en los
que serían los posteriores abordajes de las políticas de población...", ya que "hasta entonces
estas políticas habían estado fundamentalmente dominadas por metas de control de la
población, esto es, por objetivos en el plano demográfico relacionados con la regulación de
la fecundidad de las mujeres (WHO., 2000). El nuevo acercamiento que propone esta
Conferencia se inscribe en un marco más amplio de promoción de derechos humanos y de
equidad de género". Estos autores sostienen que son dos los aportes sustantivos realizados
por el movimiento de salud reproductiva: a) la construcción de las categorías de derechos
sexuales y reproductivos y b) la inclusión de la sexualidad como dimensión ligada, en
forma insoslayable, a la plenitud y a la salud humanas (nota).
Salud reproductiva y procreación responsable no es sólo la utilización de métodos
anticonceptivos, ni tampoco equivale a aborto. No es una cuestión de la mujer únicamente,
sino también del hombre. No es una problemática de los hombres y mujeres del Primer
Mundo, sino una realidad concreta y una preocupación de las mujeres y los hombres de
todas las clases sociales en Latinoamérica. Por otra parte, la salud reproductiva no es sólo
un problema importante de salud: es un problema de desarrollo y de derechos humanos. La
inequidad en la salud reproductiva es una razón apremiante para la preocupación
internacional frente a la justicia social, y no hay área de salud en que esta inequidad sea tan
notoria como en dicha temática.
La socióloga Susana Torrado destaca que el rezago en la modernización de los
comportamientos procreativos que ostentan los pobres respecto de los no-pobres no es tanto
el efecto de un ideal de familia numerosa cuanto el resultado de las barreras que encuentran
estos últimos para la regulación de su fecundidad, o sea, para el acceso al conocimiento y
disponibilidad de anticonceptivos eficaces. Y ello como consecuencia de políticas públicas
pronatalistas, cuyo principal efecto fue impedir o dificultar la regulación de la fecundidad
en los estratos más carenciados (que tienen por efector de salud al sector público), ya que
los estratos superiores contrarrestaron con medios propios (viabilizados por sus altos
niveles educativos) esta acción gubernamental. Un resultado previsible fue la disminución
de la fecundidad más pronunciada en estos últimos. Así, los diferenciales interestratos son
muy acentuados en lo que respecta a la procreación. La tasa de fecundidad, según la cual el
número promedio de hijos por mujer es inferior a 3 en la clase media, fluctúa alrededor de
3,5-4 entre los obreros y entre 4-5 en los estratos carenciados.
El tratamiento y la aprobación del proyecto de Ley de Salud Reproductiva y Procreación
Responsable llevaron en el Congreso Nacional un trámite relativamente extenso. Debe
recordarse que después de cuatro años de tratamiento en la Cámara de Diputados de la
Nación, sus Comisiones de Acción Social y Salud Pública, de Familia, Mujer y Minoridad
y de Presupuesto y Hacienda, se consideraron un total de ocho proyectos de diferentes
legisladores, y el 18/10/2001, con la presencia de 129 diputados y por amplia mayoría,
obtuvo media sanción la actual ley 25673, sobre la base de un solo proyecto consensuado
entre todos los bloques en un único texto que fue remitido al Senado de la Nación para su
consideración y efectos.
El 30/10/2002 la Cámara de Senadores de la Nación dio inicio a las 16 hs. al tratamiento
del proyecto de ley recibido de la Cámara de Diputados, y a las 20:49 hs. de ese mismo día
aprobó por amplísima mayoría del cuerpo el dictamen único expedido por la Comisión de
Asistencia Social y Salud Pública, después del informe de la senadora Oviedo al tratar el
orden del día 700, donde expresamente ella indicó como fundamento de su exposición que
"Lo hacemos desde una perspectiva humana. No obedecemos, como se dice en alguna
publicación, a que queremos hacer un control de la natalidad...", donde se constató en la
votación general y particular sólo la negativa de un ínfimo número de senadores nacionales
que invocaron "estrictas convicciones personales" (Diario de Sesiones, 31ª reunión, 16ª
sesión ordinaria, 30/10/2002).
II. PRINCIPIOS JURÍDICOS APLICABLES A LA SALUD REPRODUCTIVA. EL
CONTENIDO DE LA LEY 25673 Y SU INSERCIÓN EN EL SISTEMA NORMATIVO.
LAS LEYES PROVINCIALES
La ley 25673 se enmarca, como afirmamos, en una política de Estado de la que las normas
jurídicas constituyen una herramienta de dicha política. En general las normas sobre salud
reproductiva se encuentran sistematizadas en una única ley, como en el caso de la
Argentina, pero otras normas sobre diversos temas afectan la salud reproductiva a veces en
forma positiva (como cuando facilitan la educación en salud sexual y reproductiva) y otras
en forma negativa (como cuando les reconocen a los profesionales de la salud el derecho a
la objeción de conciencia sin exigirles que remitan a los pacientes a otros profesionales que
presten dichos servicios). Otros países desarrollan leyes que se limitan a promover una
meta particular de la atención en salud reproductiva (por ejemplo, en 1965 Guinea prohibió
el corte genital femenino, incluyendo la práctica dentro del Código Penal como castración
(nota); o Guyana, que en 1995 modificó la ley que penalizaba el aborto como un delito y
adoptó una ley nueva que le da prioridad al derecho de las mujeres de disponer de servicios
de aborto seguro (nota).
La anticoncepción ha separado las relaciones sexuales de la reproducción, y más
recientemente las nuevas tecnologías reproductivas basadas en la fertilización in vitro han
separado la reproducción de las relaciones sexuales, no obstante los fundamentos históricos
del derecho médico fueron establecidos cuando las relaciones sexuales y la reproducción
humana estaban ligadas de manera inevitable (nota). Este concepto es necesario tenerlo en
cuenta cuando decidimos avanzar sobre la evolución de la salud reproductiva y el análisis
de los principios jurídicos que podemos relacionar con la salud reproductiva.
La sexualidad humana la encontraremos históricamente siempre relacionada con la
moralidad. En 1957 se publica en Gran Bretaña el Informe Wolfenden (nota). En este
informe se afirmaba que debía existir un área de moralidad y de conciencia puramente
privada y que no todo precepto moral tenía que estar expresado en una ley. Indicaba que en
una sociedad democrática se debe mantener un ámbito de moralidad e inmoralidad privado,
que en términos breves y concisos no le concierne a la ley. El informe favorecía la
neutralidad moral del derecho y consideraba que la ley era un instrumento pragmático
interesado en resultados prácticos que no necesariamente eran aprobados positivamente,
pero que eran aceptables dentro de los límites de la tolerancia popular. La idea central del
informe era modificar los fundamentos del derecho penal relacionados con la actividad
sexual y cambiar las bases del criterio moralista y censurador por bases pragmáticas,
tolerantes y democráticas. El informe va a tener una fuerte influencia cuando en 1967
Inglaterra dicta su Ley de Aborto y en 1969 Canadá revisa su legislación, abriendo camino
al aborto y a la anticoncepción legal. En los Estados Unidos la reforma no va a venir por la
legislación, sino por la decisión de su Corte Suprema de Justicia en ambos casos (nota).
La ley 25673 recepta una variedad de principios jurídicos claves que en general constituyen
un mínimo de exigencias para satisfacer los estándares de justicia prevalecientes en nuestro
Derecho, incorporando también principios del Derecho Internacional, principalmente
receptados a través de la reforma del art. 75 inc. 23 CN. (LA 1995-A-26). Avanzaremos en
los párrafos siguientes sobre estos principios y la recepción de los mismos en la ley, como
así también sobre una presentación suscinta de la misma en el marco de los objetivos de
esta nota.
Los cuatro principios básicos de los derechos reproductivos son: autonomía personal,
igualdad, diversidad e integridad corporal, que deben ser respetados consistentemente en
los servicios de salud. Junto con la solvencia científica y la equidad de trato forman parte
de la calidad de atención exigible por las y los usuarias/os (nota). Todos estos aspectos son
el objeto del monitoreo social del que más adelante desarrollaremos algunos conceptos.
El consentimiento informado, o la decisión informada, se encuentra adelantado en el art. 2
ley 25673 cuando señala como uno de los objetivos de la misma "alcanzar para la población
el nivel más elevado de salud sexual y procreación responsable con el fin de que pueda
adoptar decisiones libres de discriminación, coacciones o violencia", reforzado con la
afirmación del art. 3 respecto de que la ley está destinada a la población en general, "sin
discriminación alguna". La ley exige que las decisiones tanto para aceptar como declinar
las prestaciones de la misma deben ser además producto de una información adecuada y
que se indicarán "a demanda de los beneficiarios" (art. 6 inc. b). La reglamentación de este
último artículo exige para la elección de un método anticonceptivo el consentimiento del
interesado, "en un todo de acuerdo con sus convicciones y creencias y en ejercicio de su
derecho personalísimo, vinculado a la disposición del propio cuerpo en las relaciones
clínicas, derecho que es innato, vitalicio, privado e intransferible".
Algunos sistemas legales exigen para ello un "estándar profesional" según el cual el
proveedor (médico o institución) tiene el deber de revelar la información que revelaría
cualquier otro profesional de la misma área en una situación similar; otros exigen que la
información tenga el nivel de detalle adecuado para que una persona razonable en las
circunstancias generales del paciente pueda tomar una decisión. Ambos sistemas, por su
parte, exigen que los proveedores relacionen la información que deben dar al paciente con
lo que razonablemente se espera que sepan sobre éste y con lo que realmente saben.
Respecto de la relación de la edad del niño o niña con el consentimiento informado en salud
reproductiva el art. 4 establece la norma general: "La presente ley se inscribe en el marco
del ejercicio de los derechos y obligaciones que hacen a la patria potestad. En todos los
casos se considerará primordial la satisfacción del interés superior del niño en el pleno goce
de sus derechos y garantías consagrados en la Convención Internacional de los Derechos
del Niño (ley 23849 [LA 1994-B-1689])". La norma es clara cuando aun inscribiendo los
derechos de los niños/as a la salud reproductiva en el marco de la patria potestad (que se
ejerce hasta los 21 años) prioriza marcadamente el "superior interés del niño/a" que
establece la Convención mencionada (nota). Por su parte, la reglamentación del art. 4 de la
ley establece una interpretación adecuada a la realidad y a los compromisos internacionales.
En primer lugar, para la Convención de los Derechos del Niño se entiende por tal a la
persona hasta los 18 años (nota). Esta Convención contempla expresamente que los
niños/as tienen derecho a: a) formarse un juicio propio para expresar libremente su opinión
(art. 12); b) ejercer plenamente la libertad de conciencia, de religión y de pensamiento (art.
14); y c) disfrutar del más alto nivel posible de salud y de servicios para el tratamiento de
las enfermedades y la rehabilitación de la salud (art. 24) (nota).
La reglamentación del art. 4 ley 25673 (nota) establece que en los casos de menores de 14
años se propiciará la presencia de un adulto de referencia en las consultas, pero para la
colocación de un método anticonceptivo la reglamentación exige la presencia de un padre o
adulto responsable. La reglamentación agrega que las personas menores de edad tendrán
derecho a recibir, a su pedido y de acuerdo con su desarrollo, información clara, completa y
oportuna; manteniéndose confidencialidad sobre la misma y respetándose su privacidad. En
el caso de los niños y niñas de entre 14 y 21 años la ley no exige autorización o
representación alguna del niño/a respecto de consultas sobre su salud sexual y reproductiva
o sobre la colocación de métodos anticonceptivos.
El art. 2 ley 25673 establece los objetivos propuestos para el programa, que pueden
resumirse en: a) alcanzar para la población el nivel más elevado de salud sexual y
procreación responsable (el art. 3 destina el programa a la población en general, sin
discriminación) ; b) disminuir la morbimortalidad materno infantil; c) prevenir embarazos
no deseados y promover la salud sexual en los adolescentes; d) contribuir a la prevención y
detección precoz de enfermedades de transmisión sexual; e) garantizar a la población el
acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios referidos a la
temática; y f) potenciar la participación femenina en la toma de decisiones relativas a su
salud sexual. De estos objetivos se destacan conceptos importantes como la universalidad
del programa, los objetivos de prevención y promoción, el deber de garantía del Estado y el
rol principal de la participación activa de la mujer.
Ninguno de estos objetivos podría alcanzarse sin la adecuada capacitación de los
educadores, trabajadores sociales y de todos los operadores comunitarios para que formen
agentes aptos como multiplicadores del programa. Esta capacitación está desarrollada en el
cap. III del "Manual de apoyo para el trabajo de los agentes de salud", editado por el
Ministerio de Salud y Ambiente, y en el texto general del mismo. Esta capacitación,
incorporada por el art. 5 ley 25673, tiene como objetivo mejorar la satisfacción de la
demanda por parte de efectores y agentes de salud; contribuir a la capacitación,
perfeccionamiento y actualización de los conocimientos básicos en este tema en la
comunidad educativa; promover en la comunidad espacios de reflexión y acción y detectar
adecuadamente conductas de riesgo y brindar apoyo a los grupos en esta situación,
fortalecer los espacios comunitarios, etc. La ley establece que esta tarea es responsabilidad
del Ministerio de Salud en coordinación con el de Educación y Desarrollo Social, con miras
a desarrollar un plan de acción conjunto para el desarrollo de las actividades previstas en la
ley (art. 5 de la reglamentación). La capacitación de los educadores y de los educandos,
particularmente en el ámbito educativo, está hoy en día vapuleada, muy especialmente por
el lobby religioso contra las leyes de educación sexual en las escuelas y en ámbitos
educativos en general.
El art. 6 de la ley estable las bases de la necesidad de un modelo de atención que se
implementará reforzando la calidad y cobertura de los servicios de salud con el objetivo de
dar respuestas eficaces sobre la salud sexual y procreación responsable. En este sentido, la
norma estable tres pautas a considerar para sustentar este modelo, lo que superaría los
objetivos de esta nota desarrollar, pero que enunciaremos con una breve descripción de
cada una:
a) Establecer un adecuado sistema de control de salud para la detección temprana de ETS.,
VIH./sida y cáncer genital y mamario y en estos casos realizar diagnóstico, tratamiento y
rehabilitación: un programa de esta naturaleza, en el atomizado sistema de salud de la
Argentina, implica coordinar esfuerzos nacionales con cada jurisdicción provincial y los
distintos subsistemas de salud entre sí.
b) Provisión de métodos anticonceptivos, estableciendo la norma condiciones para ello,
incorporadas principalmente para satisfacer el lobby de grupos religiosos. Estos métodos
deben proveerse: 1) a demanda del beneficiario (no existe obligación de provisión si no es
solicitada); 2) los métodos que se provean deben ser de carácter reversible, no abortivos y
transitorios; 3) deben respetarse los criterios y creencias de los beneficiarios; 4) deben tener
prescripción médica; 5) previamente a la provisión del método elegido debe informarse
adecuadamente sobre las ventajas y desventajas de los métodos naturales (criticar la
denominación) y de aquellos aprobados por la ANMAT.
c) Como tercera pauta, el artículo citado exige que una vez informado el interesado y
provisto el método anticonceptivo elegido se efectúen controles periódicos posteriores a la
utilización del mismo. Es decir, concretamente la tarea de consejería y provisión del
método no termina con el suministro del mismo; puede decirse que es el comienzo de un
proceso de acompañamiento del beneficiario/a y su grupo familiar.
El art. 7 ley 25673 establece que las prestaciones indicadas en el art. 6 (métodos
anticonceptivos) deben ser incorporadas a tres importantes instrumentos del área salud: el
Programa Médico Obligatorio, el Nomenclador Nacional de Prácticas Médicas y el
Nomenclador Farmacológico. El artículo citado además ordena que los servicios de salud
del sistema público, de la seguridad social de salud y de los sistemas privados los
incorporen a sus coberturas, en igualdad de condiciones respecto de sus otras prestaciones.
Lo que significa que tienen las mismas características y obligatoriedad que las prestaciones
generales de los sistemas de salud mencionados.
En el mismo sentido, el art. 6 ley 13066 de la provincia de Buenos Aires establece la
incorporación a la cobertura médico asistencial del Instituto de Obra Médico Asistencial
(IOMA.) de las prestaciones médicas y farmacológicas referidas a los métodos conceptivos
y anticonceptivos no abortivos y de carácter transitorio y reversibles que al efecto fije la
autoridad de aplicación de la ley local. El art. 6 decreto 2627, reglamentario de la ley
bonaerense, impone al IOMA. la obligación de desarrollar un programa a fin de dar
cumplimiento a lo ordenado por la ley.
El art. 8 de la ley exige que se haga difusión periódica del programa, y esta obligación se
encuentra a cargo de los Ministerios de Salud y Ambiente y de Educación, Ciencia y
Tecnología (art. 8 de la reglamentación). Otros obligados principales a la difusión y
aplicación de la ley son las instituciones educativas públicas de gestión privada,
confesionales o no, en el marco de sus convicciones (art. 9), y las instituciones privadas de
carácter confesional que brinden por sí o por terceros servicios de salud, que en este caso, y
también en el marco de sus convicciones, podrán exceptuarse del cumplimiento de lo
dispuesto en el art. 6 inc. b (provisión de anticonceptivos).
Este último artículo se enmarca en la institución de la objeción de conciencia (nota), tanto
de los profesionales del ámbito público como privado, cuyo desarrollo excede esta nota y
que será tratado específicamente en otro trabajo de este semanario. Cabe aclarar que la
recepción del derecho del objetor de conciencia se complementa con la obligación del
mismo de garantizar la atención y la implementación del programa mediante la derivación a
otro profesional o centro asistencial que pueda dar cumplimiento a la ley. Sólo en este
marco es admisible la objeción de conciencia.
El Ministerio de Salud y Ambiente incorporó las prestaciones de la ley 25673 al Programa
Médico Obligatorio de Emergencia (PMOE., resolución MS. 201/2002) a través de la
resolución MSyA. 310/2004, y, en consecuencia, resultan obligatorias tanto para las obras
sociales nacionales como para las prepagas. El PMOE. es el instrumento que establece las
prestaciones básicas esenciales que deben garantizar las obras sociales y las prepagas a toda
su población beneficiaria.
El PMOE. es un paquete de prestaciones especiales que las obras sociales nacionales (y las
EMP., por la ley 24754 [LA 1997-A-3]) están obligadas a dar a sus beneficiarios, cuyo
origen surge del art. 28 ley 23661 (LA 1989-A-58):
"Art. 28. Los agentes del seguro deberán desarrollar un programa de prestaciones de salud,
a cuyo efecto la ANSSAL. establecerá y actualizará periódicamente, de acuerdo con lo
normado por la Secretaría de Salud de la Nación, las prestaciones que deberán otorgarse
obligatoriamente, dentro de las cuales deberán incluirse todas aquellas que requieran la
rehabilitación de las personas discapacitadas. Asimismo, deberán asegurar la cobertura de
medicamentos que las aludidas prestaciones requieran".
La obligación que surge del art. 28 mencionado se concretó en el año 1996 con el primer
Programa Médico Obligatorio (resolución MS. 247/1996), que fuera modificado en dos
oportunidades. En el año 2000 la resolución 939/2000 modificó y amplió el anterior PMO.
hasta que en el año 2002, y como consecuencia de los hechos sociales de diciembre de
2001, finalmente es reemplazada por la resolución 201/2002 del Ministerio de Salud
(PMOE.), que rige hasta el 31/12/2005, debiendo dictarse entonces el PMO. de carácter
definitivo.
La resolución MS. 201/2002 suspende los efectos de las resoluciones MS. 939/2000,
1/2001, 45/2001 y todas aquellas que se opongan a la misma mientras subsista la
emergencia sanitaria.
La resolución MSyA. 310/2004 modifica parcialmente la resolución PMOE. 201/2002 e
incorpora al Anexo I del mismo el Programa de Prevención de la ley 25673, estableciendo
específicamente que será sin coseguro a cargo de los beneficiarios. Por su parte, el art. 7.3
de dicha resolución establece que "Tendrán cobertura del 100% para los beneficiarios, a
cargo del agente del seguro de salud, los medicamentos de uso anticonceptivo incluidos en
los Anexos III y IV y que se encuentran explícitamente comprendidos en la norma de
aplicación emergente de la ley 25673 de Salud Sexual y Procreación Responsable".
La norma incorpora expresamente los siguientes métodos:
- anticonceptivos intrauterinos y dispositivos de cobre; y
- condones con o sin espermicidas, diafragmas y espermicidas.
La cobertura, en ambos casos, estará a cargo de los agentes del seguro al 100%.
Sin perjuicio de ello, el art. 6 de dicha resolución ministerial incorpora una doble
obligación específica para las obras sociales nacionales (y por imperio de la ley 24754 a las
prepagas) y para su organismo de control, la Superintendencia de Servicios de Salud:
"Art. 6. Los agentes del seguro deberán elaborar un programa de salud sexual y procreación
responsable de acuerdo con las características demográficas, epidemiológicas y regionales
propias, el que deberá tener en cuenta el Programa Nacional de Salud Sexual y procreación
responsable y los alcances de esta resolución. La Superintendencia de Servicios de Salud
establecerá mediante el dictado del acto administrativo correspondiente los indicadores
sanitarios, las tasas de uso y cantidad y tipo de las prestaciones establecidas en la presente,
así como la información epidemiológica relevante que deberán recabar y remitir a la
autoridad de aplicación los agentes del seguro de salud".
El Programa Nacional Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable establece entre
sus objetivos generales (nota) dar cumplimiento a la ley 25673; brindar el programa a la
población general sin discriminación alguna; estimular servicios de salud con calidad y
cobertura adecuadas, con énfasis en la estrategia de atención primaria de la salud;
monitorear y evaluar el desarrollo del programa nacional y de los programas provinciales.
Dentro de los objetivos específicos del programa se menciona: reducir la morbimortalidad
general, materno infantil y ginecológica/reproductiva; prevenir el embarazo no deseado;
promover hábitos de vida saludable en esta temática; efectuar controles y detección de
afecciones ginecológicas que permitan la consulta médica oportuna junto con la provisión
del método anticonceptivo, sin que ello implique una demora en la provisión del mismo;
propiciar, asesorar e implementar programas y acciones educativas orientadas al
mejoramiento de la salud reproductiva; garantizar a toda la población el acceso a la
información, orientación, métodos y prestaciones de servicios; promover la salud
reproductiva en la adolescencia, entre otros.
Como estrategia para lograr estos objetivos el Programa Nacional se propone (nota), entre
otras cosas, mantener, ampliar y perfeccionar la red asistencial para mejorar la satisfacción
de la demanda; coordinar acciones con otros programas que aborden aspectos de la salud de
la mujer y promover un modelo de salud integral; propiciar la participación comunitaria,
etc. El programa define actividades prioritarias del nivel central nacional (nota), entre las
que deseamos destacar: "Trabajar con organismos reguladores de la seguridad social y
privada para asegurar el desarrollo del programa en sus ámbitos de influencia incluyendo
sus prestaciones en el Programa Médico Obligatorio" (nota).
La resolución 310/2004 mencionada fue publicada en el B.O. del 15/4/2004, y hasta la
fecha de esta nota (noviembre de 2005) la Superintendencia de Servicios de Salud no había
cumplido con la obligación de determinar por resolución del superintendente los
indicadores sanitarios, las tasas de uso ni la cantidad y tipo de las prestaciones establecidas
de acuerdo con la resolución 310, ni tampoco se solicitó a las obras sociales la información
epidemiológica relevante para remitir a la autoridad de aplicación (el Ministerio de Salud y
Ambiente) (nota), ni el desarrollo de programas propios de acuerdo con las características
de su población. Obviamente esto dificultará el trabajo conjunto de la SSS. con el
organismo de control y la implementación de un programa de salud reproductiva adecuado
para los más de 11 millones de beneficiarios de obras sociales más los dos millones de
afiliados a prepagas, pese a lo que este organismo tiene una ventaja considerable:
jurisdicción nacional respecto de las obras sociales nacionales bajo su superintendencia, lo
que permite sortear las dificultades reales que trae aparejadas en salud el sistema federal de
gobierno y que comprometen a casi un tercio de la población nacional. Ello también
afectará severamente la posibilidad de contar con estadísticas anuales para esta importante
población que puedan compararse año a año.
Otra parte importante del Programa Nacional (de aplicación a las obras sociales) que no se
encuentra aún adecuadamente desarrollada es la Consejería en Salud Sexual y Reproductiva
(nota).
La ley 25673 no incorpora en su articulado la posibilidad de control y seguimiento de la
sociedad civil a través del llamado monitoreo social, aunque en su art. 11 prevé realizar el
seguimiento y la evaluación del programa y actividades conjuntas entre los diferentes
organismos que forman el sistema de la ley. Se entiende por monitoreo social a la
"construcción colectiva de herramientas y mecanismos para supervisar la atención de la
salud", y se basa en una vigilancia social de las propuestas y metas del Programa de Salud
Reproductiva y Procreación Responsable. Este monitoreo social generalmente es realizado
por las ONGs. de la sociedad civil a través de su articulación con los gobiernos de turno.
III. MARCO (nota) DE LOS DERECHOS HUMANOS
a) La producción de los derechos reproductivos y sexuales
Para interpretar apropiadamente el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable, creado por la ley 25673, se ha de describir sucintamente el proceso de
ampliación de los derechos humanos, específicamente mediante el reconocimiento de los
derechos reproductivos y sexuales como derechos humanos fundamentales. Dicho proceso,
en el que nos hallamos inmersos, se ha caracterizado por marchas y contramarchas en la
conceptualización y reconceptualización de los derechos, cuya complejidad abarca las
cuestiones de salud, género, desarrollo, globalización, democracia, libertad y reflexión
ética, entre otros. A partir de las reflexiones desarrolladas en este apartado procuraremos
demostrar que si bien el proceso legislativo que ha desembocado en la ley puede parecer
exclusivamente nacional, enmarcado por fuerzas y dinámicas locales, en verdad cobra
sentido en un marco más amplio dado que resulta un emergente de las luchas libradas en la
arena política internacional.
1.- Origen reciente de los derechos reproductivos
Se ha atribuido el origen de la expresión "derechos reproductivos" a Marge Berer (nota),
directora de la revista Reproductive Health Matters, vinculada a la campaña de finales de
los años '70 por el aborto, contra la esterilización forzada y el derecho a la contracepción, y
utilizada en círculos restringidos. Recién a mediados de la década de los ochenta la
denominación "derechos reproductivos" ingresa al espacio de la legitimidad social y
política cuando es adoptada por la Reunión Internacional sobre Mujeres y Salud en
Amsterdam (1984), organizada conjuntamente por la Red CARASA. (nota) y por una red
europea de lucha por el derecho al aborto y a la contracepción (que luego se convertiría en
la Red Mundial por los Derechos Reproductivos de las Mujeres). En esa reunión
participaron mujeres de los países en desarrollo y, por primera vez, el término derechos
reproductivos fue utilizado de manera amplia como la denominación más adecuada para
abarcar conceptos tales como la salud integral de la mujer, el derecho al aborto y el derecho
a la anticoncepción, entre otros. Se podría considerar este momento como un hito en la
larga marcha del movimiento de mujeres a nivel mundial para ampliar los alcances del
concepto de derechos humanos, aunque recién en la Conferencia Mundial de Derechos
Humanos de Viena (nota) (14 al 25/6/1993) los Estados habrían de considerar como una
violación a los derechos humanos toda violación de los derechos específicos de las mujeres
("3. La igualdad de condición y los derechos humanos de la mujer").
Para destacar la tradición histórica de contactos y de fuerte comunicación en el plano
internacional que ha caracterizado al movimiento de mujeres hemos de remitirnos a un
texto (nota) de Elizabeth Jelin en el que explica: "Este diálogo y comunicación tiene
diversos sentidos. Convocados por las organizaciones internacionales -a menudo como
resultado de presiones anteriores de los movimientos sociales- estos procesos de
deliberación y de resolución responden, en realidad, a la lógica de acción de lo que Keck y
Sikkink (1998) denominan "redes defensoras internacionales" (international advocacy
networks). Estas redes incluyen actores estatales, movimientos sociales, organizaciones no
gubernamentales, organismos y funcionarios del sistema internacional, ligados entre sí por
valores compartidos, que están en un permanente intercambio de información, de servicios
y de actividades y estrategias. En el plano internacional, el resultado de este tipo de red y de
los encuentros, cumbres y conferencias es la aprobación de documentos y convenciones,
que establecen parámetros para la acción futura".
Casi simultáneamente con la Reunión de Mujeres de Amsterdam en 1984 se celebraba la
Conferencia de Población y Desarrollo de la Naciones Unidas en la ciudad de México. Ésta
fue la segunda (nota) de las tres grandes conferencias realizadas por Naciones Unidas sobre
población (nota) hasta la fecha: Bucarest, 1974; México, 1984; El Cairo, 1994. Mientras
que en Amsterdam las mujeres hablaban de derechos reproductivos, en México -si bien se
aceptó más ampliamente la idea de planificación familiar con relación a lo que se había
acordado en Bucarest diez años antes- el gobierno de Reagan implantó la llamada "política
americana de México". Esta política, en el marco de la Conferencia sobre Población,
significó el recorte de los recursos al Fondo de Población de Naciones Unidas (FNUAP.) y
generó de inmediato la obstrucción del lenguaje relativo al aborto en las resoluciones de
esta Conferencia.
En el contexto de Naciones Unidas, desde tiempo atrás se venía construyendo una agenda
de derechos en salud, en especial en el terreno de la reproducción. Esa trayectoria incluye
las definiciones de la Conferencia de Derechos Humanos de Teherán (1968), de la
Conferencia de Salud de Alma-Ata (nota) (1978) y contenidos de la Convención Contra
Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (nota) (CEDAW.) adoptada por la
Asamblea General de Naciones Unidas en 1979. Pero el marco más significativo fue la
Conferencia de Población de Bucarest en 1974 en la que se adoptó el principio general del
derecho de las parejas e individuos de decidir sobre el número de hijos. En esta conferencia
se afirmó que la planificación de la familia es un derecho fundamental de "todas las parejas
e individuos", pero sus deliberaciones sobre la reducción de las altas tasas de fecundidad en
los países en desarrollo no estuvieron explícitamente basadas en los derechos de la mujer.
En 1974 el Plan de Acción Mundial sobre Población, una laboriosa solución de transacción,
sólo mencionó una vez a la mujer.
Un año después, en la primera Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer
(México) se convino en que el derecho a la planificación de la familia es imprescindible
para la igualdad de género. En 1984 la Conferencia Internacional de Población, celebrada
en la misma ciudad, acordó que los hombres deben compartir la responsabilidad de la
planificación de la familia y la crianza de los hijos, "a fin de proporcionar a las mujeres la
libertad de participar plenamente en la vida de la sociedad", un objetivo integral para el
logro de "los objetivos de desarrollo, inclusive los relativos a la política de población". La
Conferencia de 1984 también llamó la atención sobre las "grandes necesidades
insatisfechas de planificación de la familia" entre las parejas que querían limitar o espaciar
la procreación pero que carecían de acceso a anticonceptivos. Señaló además que esas
necesidades se incrementarían significativamente a medida que aumentase en el decenio
siguiente el número de parejas en edad de procrear. Sin embargo, en México 1984 ese
avance se vio amenazado por la posición mencionada del gobierno norteamericano, en la
actualidad retomada por el presidente Bush.
Debe considerarse que entre 1984 y 1993 Estados Unidos suspendió la ayuda al FNUAP.
(nota) (Fondo de Población de las Naciones Unidas , United Nations Population Fund,
UNFPA.) e implementó una regla según la cual la ayuda de la cooperación internacional
del país (Agencia USAID.) que se otorgaba a organizaciones no gubernamentales de todo el
mundo se hallaba condicionada a la inclusión de una cláusula que aclarara que dichas
organizaciones no podrían incluir el aborto entre sus servicios y programas. Se trataba de
una cláusula marcadamente intrusiva, pues obligaba a las organizaciones que recibían
fondos de la USAID. a "abrir" sus proyectos para ser revisados, a fin de controlar que no
contemplaran actuaciones orientadas a la despenalización del aborto.
Sin embargo, este obstáculo fue removido con la política implementada durante la
presidencia de Clinton en 1993. En 1994 en la Conferencia Internacional sobre Población y
Desarrollo realizada en El Cairo (CIPD.) el estancamiento se superó y el concepto de
derechos reproductivos alcanzaría verdadera legitimidad institucional (nota). Se aprobó el
párr. 7º.3, que establece una definición sobre derechos reproductivos como derechos de
individuos y parejas de tener decisiones libres de coerción respecto del número y
espaciamiento de los hijos y de cómo tenerlos y se afirmó la pertenencia de esa definición
al marco más amplio de los derechos humanos.
2.- Definiciones recogidas en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre
la Población y el Desarrollo (nota)
"La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de
mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el
sistema reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva
entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear,
y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. Esta última
condición lleva implícito el derecho del hombre y la mujer a obtener información y de
planificación de la familia de su elección, así como a otros métodos para la regulación de la
fecundidad que no estén legalmente prohibidos, y acceso a métodos seguros, eficaces,
asequibles y aceptables, el derecho a recibir servicios adecuados de atención de la salud que
permitan los embarazos y los partos sin riesgos y den a las parejas las máximas
posibilidades de tener hijos sanos. En consonancia con esta definición de salud
reproductiva, la atención de la salud reproductiva se define como el conjunto de métodos,
técnicas y servicios que contribuyen a la salud y al bienestar reproductivos al evitar y
resolver los problemas relacionados con la salud reproductiva. Incluye también la salud
sexual, cuyo objetivo es el desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no
meramente el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades
de transmisión sexual" (párr. 7º.2).
"Teniendo en cuenta la definición que antecede, los derechos reproductivos abarcan ciertos
derechos humanos que ya están reconocidos en las leyes nacionales, en los documentos
internacionales sobre derechos humanos y en otros documentos pertinentes de las Naciones
Unidas aprobados por consenso. Esos derechos se basan en el reconocimiento del derecho
básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de
hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre éstos y a disponer de la
información y de los medios para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud
sexual y reproductiva. También incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la
reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo
establecido en los documentos de derechos humanos..." (cap. VII, párr. 7º.3 del Programa
de Acción CIPD., 1994).
En la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD.) se mantuvo el
término "derechos reproductivos" y se eliminó la referencia a los "derechos sexuales"
presente en los borradores entre corchetes. La ausencia de un texto que expresamente
reconozca y garantice como tales a los derechos sexuales -salvo algunos consensos, planes
y plataformas del sistema de Naciones Unidas que carecen de fuerza vinculante- originó
que su estatuto jurídico fuera relativamente débil. Sin embargo, se ha señalado que a través
de la interpretación articulada de los instrumentos internacionales de derechos humanos que
reconocen la libertad y autonomía, la dignidad humana, la igualdad y el derecho a la salud
de todas las personas dichos derechos quedarían incluidos en el Estatuto de los Derechos
Humanos.
A pesar de las exclusiones discursivas, el documento resultante de la Conferencia de El
Cairo ha sido valorado como una de las declaraciones más progresistas que han surgido
recientemente del consenso global, al reconocer la actividad sexual como un aspecto
positivo de la sociedad humana. Así, la 57ª Asamblea Mundial de la Salud, en la octava
sesión plenaria del 22/5/2004 (WHA57.12), respalda el Informe de la Secretaría A57/13, en
el que se destaca que la adopción de las definiciones integrales de la Conferencia
Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994 marcó el inicio de una nueva era y
que los logros alcanzados durante el último decenio son numerosos y de envergadura: "La
definición de salud reproductiva adoptada en 1994 especifica las características esenciales
que diferencian la salud reproductiva y sexual de los demás campos de la salud. La salud
sexual no se limita al período reproductivo de una persona, y está estrechamente
relacionada con diversos factores socioculturales, las funciones características de uno u otro
sexo y el respeto y la protección de los derechos humanos, en especial -aunque no
exclusivamente- los relacionados con la sexualidad y las relaciones interpersonales".
Aunque en este punto hemos de hacer mención a un documento de la OMS. (nota), la OPS.
(nota) y la Asociación Mundial de Sexología (AMS.-WAS.) de mayo de 2000, titulado
"Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción" (nota), en el que se habría
de definir aún con mayor amplitud la salud sexual: "La salud sexual es la experiencia del
proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural
relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y
responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y
social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social. No se trata simplemente de
la ausencia de disfunción o enfermedad o de ambos. Para que la salud sexual se logre es
necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y se garanticen". En el
mismo se afirma que el grupo de expertos "acordó que la formulación de una definición de
la salud sexual es a la vez una tarea posible y recomendable siempre que la definición se
derive del concepto de derechos sexuales y lo abarque". Seguidamente se señala que "El
enfoque de los derechos humanos en materia de promoción de la salud se ha estipulado
explícitamente en el caso de la promoción de la salud reproductiva. El reconocimiento de
los derechos sexuales se encuentra en proceso de evolución. Los derechos humanos son
aquellos principios que se consideran universalmente como protectores de la dignidad
humana y promotores de la justicia, la igualdad, la libertad y la vida misma. Dado que la
protección de la salud es un derecho fundamental del ser humano, es obvio que la salud
sexual conlleva derechos sexuales".
En el mismo documento se transcribe la Declaración de los Derechos Sexuales Universales
(nota) del Ser Humano, dejando constancia de que "el grupo de expertos recomienda
firmemente que las organizaciones internacionales, tales como la OMS. y otros organismos
de las Naciones Unidas, promuevan y se conviertan en defensoras de la causa para lograr el
consenso acerca de la Declaración de los Derechos Sexuales Universales del Ser Humano,
emanada de la Asociación Mundial de Sexología:
"El derecho a la libertad sexual”.
"El derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo”.
"El derecho a la privacidad sexual”.
"El derecho a la equidad sexual”.
"El derecho al placer sexual”.
"El derecho a la expresión sexual emocional”.
"El derecho a la libre asociación sexual. El derecho a la toma de decisiones reproductivas,
libres y responsables”.
"El derecho a información basada en el conocimiento científico”.
"El derecho a la educación sexual integral”.
"El derecho a la atención de la salud sexual".
Tras este excurso por las recomendaciones de la OMS., la OPS. y la AMS., volvemos al
Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de 1994, en
la que se definieron los elementos esenciales a incorporar en la atención de la salud
reproductiva en el contexto de la atención primaria de salud (cap. VII, párrs. 7º.6, 7º.7, 7º.8,
7º.9 y 7º.11 del Programa de Acción CIPD., 1994): "Información, educación y
comunicación sobre sexualidad humana, salud reproductiva y paternidad responsable.
Información y acceso a métodos de planificación familiar que sean apropiados, seguros,
efectivos, accesibles económicamente, y aceptados como consecuencia de una decisión
informada. Provisión de servicios para un embarazo, parto y puerperio seguros. Prevención
y tratamiento de las consecuencias del aborto, y acceso a servicios en los casos en que no es
ilegal. Prevención y tratamiento adecuado de la infertilidad. Prevención, diagnóstico y
tratamiento de infecciones de transmisión sexual (ITS.), incluyendo VIH./sida y otras
afecciones como cáncer de mama o del sistema reproductor. Eliminación de conductas
dañinas como la mutilación genital femenina, la violencia sexual o el tráfico sexual.
Generar mecanismos para la participación comunitaria, en especial de las mujeres en todos
los niveles del sistema de atención de salud. Alentar la responsabilidad masculina en todos
los aspectos vinculados a la salud sexual y reproductiva sociedad civil y de la comunidad
en general, brindando especial apoyo al empoderamiento de la mujer en la defensa de sus
derechos reproductivos. Desarrollar programas innovadores para adolescentes y hombres
adultos".
En el mismo documento de 1994 se contempla la necesidad de avanzar hacia la equidad de
género, eliminar la violencia contra las mujeres y asegurar su habilidad para controlar la
propia fertilidad, como elementos básicos de las políticas de población y desarrollo.
Además, en el Programa de Acción de la CIPD., después de un prolongado debate en el que
peligró el consenso, se llegó a una solución transaccional respecto del aborto (nota). En la
Conferencia Internacional de Población de 1984 se había convenido en que nunca debía
promoverse el aborto como medio de planificación de la familia, que debía ayudarse a las
mujeres a evitarlo mediante un mejor acceso a los métodos de planificación de la familia y
que aquellas mujeres que se veían obligadas a recurrir al aborto precisaban un trato
humanitario y un asesoramiento psicosocial. En el Programa de Acción de 1994 se
reafirmaron esos acuerdos, incluyéndose en la sesión referida a la mortalidad materna un
párrafo -el 8º.25- donde se reconoció que el aborto realizado en malas condiciones es un
problema de salud pública de gran magnitud; y se agregó que las mujeres debían tener
acceso a servicios de calidad para el tratamiento de las complicaciones derivadas del
aborto. Los gobiernos admitieron que la política relativa al aborto es de la incumbencia de
cada país y que cuando el aborto no es contrario a la ley debería efectivizarse en
condiciones de seguridad.
Obsérvese que en acuerdos internacionales anteriores sobre cuestiones de población se
plantearon metas demográficas para limitar la población mundial con énfasis en los
servicios anticonceptivos como medio principal para alcanzarlas. Por el contrario, en los
Principios y Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo
-El Cairo, 1994- se tratan las políticas de población, las cuestiones de salud reproductiva y
sexual y los derechos correspondientes en el marco ampliado de las políticas
macroeconómicas, el desarrollo sostenible y los derechos humanos.
Por lo tanto, la pregunta trascendental referida a quién tiene el derecho a decidir acerca del
número de hijos, si tenerlos o no y en qué momento, fue respondida en esta CIPD.,
lográndose un consenso mundial acerca de que los derechos reproductivos son parte de los
derechos humanos, siendo la decisión en la materia competencia de hombres y mujeres.
Con anterioridad, y en marcos diversos al generado históricamente hasta llegar a la
Conferencia de El Cairo, esta pregunta no había tenido respuestas fáciles, pues aun en
épocas recientes se había considerado que era el Estado el que debía regular el tamaño de la
población "incidiendo" principalmente sobre la fecundidad de las mujeres. En sus versiones
pronatalistas (destinadas al incremento de la población y adoptadas preferentemente por los
gobiernos militares en América Latina) o controlistas (destinadas a la reducción de la
población y desarrolladas principalmente en la década de los '80 para contrarrestar el
acelerado crecimiento poblacional), las políticas con metas demográficas transgreden los
derechos humanos, al procurar incidir de diversos modos, incluyendo la coerción sobre las
decisiones personales, principalmente de las mujeres. El discurso médico y el discurso
religioso también habían sido llamados a decidir sobre esta dimensión de la vida de las
personas. En la actualidad, a pesar de las divergencias en el plano de la efectividad, el
programa resultante de El Cairo recepta un fuerte lenguaje de derechos cuya influencia se
habría de ejercer sobre los consensos de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer -CMM.
(Beijing, 1995)-.
En la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (nota) se confirmó el Programa de
Acción de El Cairo y los derechos reproductivos como cuestiones fundamentales del
programa de promoción de la igualdad de género. La Plataforma para la Acción de la
Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer (1995) logró avances en el proceso hacia la
definición de los derechos sexuales (nota), aunque sin conseguir la admisión del término, ni
la representación de aquellos contenidos relativos a la experiencia homosexual. El párr. 26º,
sobre los derechos humanos de las mujeres en materia de sexualidad, se formuló conforme
al siguiente texto: "Los derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a tener
control sobre su sexualidad, incluida la salud sexual y reproductiva, y a decidir libre y
responsablemente respecto de esas cuestiones, libres de coerción, discriminación y
violencia". En dicho párrafo no se hace referencia explícita a los "derechos sexuales";
tampoco fue posible adoptar la idea de que la orientación sexual no es una razón
justificable de discriminación. Aun con esas limitaciones se reconoce que las mujeres
tienen el derecho a ejercer su sexualidad en condiciones libres de discriminación, coerción
y violencia. Más aún, se agregó una frase al párr. 8º.25 de la CIPD. de El Cairo que dice:
"...se recomienda a los países que revisen las legislaciones punitivas con relación a las
mujeres". Si bien estas definiciones carecen de la fuerza normativa de las contenidas en las
convenciones internacionales, los dos Programas de Acción, tanto el de El Cairo como el de
Beijing, operan como marcos normativos éticos; pues son textos laboriosamente
consensuados por la comunidad internacional, con reservas de algunos países, que para los
Estados firmantes forman parte de la agenda construida al interior de las Naciones Unidas.
Como lo pone de relieve Alejandro Morlachetti, "...son importantes para la interpretación
de tratados, pueden constituir evidencia del Derecho Internacional consuetudinario y
facilita el conocimiento de las posturas individuales de cada país respecto de temas en
particular, que se hacen visibles a través de las reservaciones o declaraciones que los
representantes de los países hacen sobre el documento final de la cumbre o conferencia en
cuestión" (nota).
Dicho esto, es preciso reconocer que prosigue el complejo proceso de conceptualización y
reconceptualización de los derechos sexuales y reproductivos, de lucha ideológica y
política; especialmente continúa el ingente y sostenido esfuerzo de afirmar dichos derechos
como agendas consensuadas al interior de la sociedad y en el contexto de las relaciones
entre las sociedades y los Estados. Los derechos sexuales y reproductivos constituyen una
actualización de la agenda de los derechos humanos; pertenecen a una nueva generación
que plantea una concepción en la que los derechos humanos se refieren a los abusos
cometidos por agentes individuales y privados en esferas de la vida que no son "públicas".
Por ello se afirma que se ha producido una revolución copernicana (nota), cuya
consecuencia es la apertura de la esfera privada a la aplicación de derechos y prerrogativas.
La Conferencia Internacional de Derechos Humanos de Viena de 1993 ha sido distinguida
como el punto de inflexión, por haberse superado en ella la división del campo de los
derechos humanos entre los derechos civiles y políticos, por un lado, y los derechos
económicos y sociales, por otro, confirmándose la integralidad e indivisibilidad de los
derechos humanos, a pesar de que aún quede por recorrer el camino hacia la
implementación normativa efectiva de esa reconceptualización.
Después de las Conferencias de Viena, El Cairo y Beijing en las sociedades se generan
debates en los que se analiza la transformación del tratamiento jurídico de instituciones que
se resignifican como consecuencia de la aplicación de los nuevos enfoques.
Así, se reconoce a la violencia doméstica, y más especialmente a la violencia sexual o de
género, como un abuso de los derechos humanos, sobre todo en situaciones de conflictos
armados. Entretanto, el aborto alcanza una primera legitimidad institucional en los años '90,
en El Cairo y en Beijing, cuando aparece tematizado como una cuestión de derechos
reproductivos, pues en esas dos conferencias se obtuvo el consenso sobre el aborto como
grave problema de salud pública (nota), además de la recomendación para que los países
revisaran su legislación. Además, si las personas tienen el derecho de decidir sobre el
número de hijos sin coerción, de algún modo aparece implícita la decisión sobre el
embarazo
indeseado.
En estos debates se ha argumentado que el aborto puede debe ser pensado como un tema de
democracia, dado que significa respeto a la pluralidad democrática en la que las posiciones
de grupos específicos, sean cuales sean, no pueden imponerse sobre el consenso social más
amplio. Sostienen que la obviedad de que el aborto legal y accesible no obliga a nadie a
abortar no es generalmente reconocida ni hecha visible en el debate público sobre el tema.
Agregan que la criminalización del aborto, en la mayoría de los países del mundo, no existe
para que las mujeres que abortan sean efectivamente condenadas y privadas de su libertad;
pues si así se procediera con aquellas que abortan anualmente, se incrementaría
excesivamente la población carcelaria. Por lo tanto, el sentido de la penalización sería
mantener un ambiente moral de culpabilización y criminalización que termina promoviendo
la existencia de un mercado clandestino de acceso al procedimiento. En ese sentido, el
aborto se convertiría en un tema de justicia social, porque en las sociedades desiguales las
mujeres que tienen recursos acceden a abortos sin riesgo, con el procedimiento y la
tecnología correctos. Mientras tanto, las mujeres pobres y las mujeres jóvenes, sobre todo
sin recursos, acceden al aborto clandestino de baja calidad, que conlleva riesgos para la
salud y también la muerte.
Aborto peligroso: la 57ª Asamblea Mundial de la Salud, en la octava sesión plenaria del
22/5/2004 (WHA57.12) sobre "Salud reproductiva: proyecto de estrategia para acelerar el
avance hacia el logro de los objetivos y metas internacionales de desarrollo", respalda el
Informe de la Secretaría A57/13, en el que se define el "aborto peligroso" y se lo tematiza
como "un desafío" en los ítems 17 y 37.
En la nota 1 al ítem 17 se definió el aborto como una intervención destinada a la
interrupción de un embarazo no deseado practicada ya sea por personas que carecen de la
preparación necesaria o en un entorno que no reúne las condiciones médicas mínimas, o
ambos (nota). Además, se estima que de los 45 millones aproximadamente de embarazos
involuntarios que se interrumpen cada año, unos 19 millones son objeto de abortos
peligrosos. El 40% del conjunto de los abortos peligrosos se da en jóvenes con edades
comprendidas entre los 15 y los 24 años. Según las estimaciones, los abortos peligrosos se
cobran cada año la vida de 68.000 mujeres, lo que representa un 13% del total de
defunciones relacionadas con el embarazo. Además, llevan asociada una considerable carga
de morbilidad: los estudios indican, por ejemplo, que al menos una de cada cinco mujeres
que se someten a abortos peligrosos padece infecciones del aparato reproductor como
resultado de ello; en algunos casos se trata de infecciones graves que causan esterilidad.
En el ítem 37 se propone su superación como un desafío: "El aborto peligroso, una causa
prevenible de mortalidad y morbilidad maternas, debe abordarse como parte del Objetivo
de Desarrollo del Milenio relativo a la mejora de la salud materna y de otros objetivos y
metas internacionales de desarrollo. Es preciso adoptar varias medidas urgentes, entre ellas
el robustecimiento de los servicios de planificación familiar con objeto de prevenir
embarazos involuntarios y, en la medida en que la ley lo permita, asegurar la disponibilidad
y accesibilidad de los servicios pertinentes. Es necesario asimismo, capacitar a los
dispensadores de atención de salud en el manejo de técnicas modernas y proveerlos de los
fármacos y suministros médicos apropiados, dentro de los límites permitidos por la ley,
asegurando la disponibilidad de todos estos medios para la asistencia ginecológica y
obstétrica; prestar a las mujeres con embarazos involuntarios apoyo social y de otra índole;
y, en la medida de lo permitido por la ley, ofrecerles servicios de aborto en el nivel de
atención primaria de salud. Las mujeres que padezcan complicaciones relacionadas con
abortos peligrosos deben tener acceso a un tratamiento inmediato y humano, dispensado en
el marco de un servicio de atención postaborto".
Más allá de la consideración del aborto como un problema de salud pública, se han
problematizado también los aspectos éticos-políticos del tema, que van mucho más allá del
debate público que en general se reduce a la perspectiva estrictamente moral,
desplazándose del campo argumental la capacidad de decisión ética de las mujeres que
viven un embarazo indeseado, así como la complejidad y dificultades que entraña el
proceso de decisión. Por lo que las mujeres no serían reconocidas como sujetos plenos con
plena capacidad de discernimiento. Esa construcción o representación de la mujer que, al
mismo tiempo, es moral, religiosa, jurídica y del sentido común elude completamente las
condiciones reales que actúan en el embarazo indeseado: la falta de información (nota), la
falta de acceso a servicios, los métodos que fallan, la sexualidad forzada, las dificultades de
negociar el sexo. Hay allí un debate ético que nos lleva, sin duda, al ámbito de la reflexión
bioética. Aunque previo a los planteamientos filosóficos debe afrontarse el debate éticopolítico circunscripto a la inequidad de género en el ámbito de las decisiones reproductivas.
A estos fines se han de esbozar en el apartado siguiente los conceptos básicos de la
perspectiva de género para propiciar el debate mencionado, promoviendo su despliegue en
el marco de los derechos humanos pero localizándolo en el proceso identificado como
"proceso de especificación de los derechos humanos" (nota).
b) Proceso de especificación de los derechos humanos
El enfoque de los derechos humanos a través de los procesos de positivización,
generalización, internacionalización y especificación permite la contextualización del
surgimiento histórico de los mismos en los planos nacional e internacional.
Es precisamente en el proceso de especificación donde se definen con mayor precisión los
sujetos titulares de los derechos y los contenidos, articulándose estrechamente con el
contexto histórico. Esta vinculación es la respuesta del derecho a la discriminación
resultante de considerar al sujeto de derecho como un titular genérico, abstracto y neutro;
dado que esta concepción produjo la agudización de las desigualdades al tratar como
iguales a los que son diferentes.
En consecuencia, los derechos se vincularán con las personas concretas y se evaluarán sus
condiciones particulares (nota), tales como:
i) condición social, cultural y de género de las personas que se hallan en relaciones de
desigualdad que conllevan la discriminación de una de las partes; en cuyo caso es preciso
una protección especial, una garantía o una promoción para superar la discriminación, el
desequilibrio o la desigualdad;
ii) condición física de las personas que por distintas causas se hallan en situación de
inferioridad en las relaciones sociales, generándose obligaciones de protección especial con
fundamento en los principios de igualdad y solidaridad, como los derechos de los niños y
de las personas con discapacidad;
iii) situaciones que ocupan las personas en determinadas relaciones sociales, como los
derechos del consumidor.
c) Incorporación de la perspectiva de género.
La perspectiva de género (nota) es el método de análisis e interpretación de la realidad que
ofrece la posibilidad de visibilizar la complejidad del entramado social que sostiene el
sistema vigente de relaciones entre los hombres y mujeres.
Para el tratamiento de los derechos humanos desde esta perspectiva, por considerársela más
integradora, amplia y sensible a las diferencias, previamente se expondrán algunas
distinciones y revisarán algunos conceptos elaborados por las ciencias sociales que pueden
contribuir a desplazar los obstáculos que se erigen ante la reflexión pluralista como parte de
la agenda de la democracia.
Distinción sexo-género
La primera distinción referida a la categoría de análisis sexo-género, desarrollada desde la
psicología, la antropología y la sociología, asocia al sexo todo aquello referido a los
aspectos físicos o biológicos del cuerpo, especialmente de los órganos genitales con
relación a su forma y función, y al género todo aquello que se adquiere a través del proceso
de socialización y que se traduce en lo socialmente reconocido como femineidad o
masculinidad.
La relevancia política de la utilización de la distinción entre sexo-género radica en el
desplazamiento de la idea de la masculinidad y la femineidad como naturales -es decir,
como aproblemáticas y dadas por supuesto- (nota).
Sexo
El sexo es un concepto que se refiere a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres,
diferencias que, por lo tanto, son naturales. Generalmente se afirma que una persona es de
uno u otro sexo de acuerdo con la forma y funciones de sus órganos sexuales: se nace
hembra o macho.
Género
Es el conjunto de características, roles, actitudes, valores y símbolos que conforman el
deber ser (expectativas sociales) de cada hombre y de cada mujer, impuestos
dicotómicamente a cada sexo mediante el proceso de socialización (nota), y que hacen
aparecer a los sexos como diametralmente opuestos por naturaleza. Se ha conceptualizado
al género como una condición social y cultural construida históricamente; por lo tanto, al
ser una construcción social, es susceptible de ser transformado. Los franceses suelen
entenderlo como "sexo social".
Obstáculo epistemológico
La confusión entre sexo y género puede convertirse en un obstáculo para el avance en el
desarrollo del tema, por lo que se efectuarán algunas precisiones preliminares.
El género no es sinónimo de sexo aunque algunos utilicen ambas palabras indistintamente;
siendo aún menos admisible el empleo del término "género" como sinónimo de "mujer". Es
imprescindible que se entienda que los hombres también responden a un género, de manera
que cuando se menciona la incorporación del género en una determinada actividad o
estudio no se está significando la incorporación de la mujer, aunque el resultado de incluir
la visión de género sea visibilizar a la mujer al hacerse patentes las relaciones de poder
entre los sexos.
Incorporar la visión o perspectiva de género en las actividades humanas y los análisis que
se hagan de las mismas no es tan sencillo como "agregar" a las mujeres. Es mucho más
complejo que eso.
El género hace referencia a la dicotomía sexual que es impuesta socialmente a través de
roles y estereotipos, que hacen aparecer a los sexos como diametralmente opuestos. Es así
que a partir de una exagerada importancia que se les da a las diferencias biológicas reales se
construyen roles para cada sexo y que las características con que se define a uno u otro sexo
tienen distinta valencia, en el sentido de que legitimen la subordinación del sexo femenino,
subordinación que no es dada por la naturaleza. Es decir, mientras que el concepto "sexo"
podría afirmarse que es fisiológico, el de género es una construcción social. Esta distinción
es muy importante, ya que nos permite entender que no hay nada natural en los roles y
características sexuales y que, por lo tanto, pueden ser transformados.
El científico Robert Stoller hace esta distinción entre sexo y género en sus investigaciones
sobre varios casos de niños y niñas que habían sido asignados al sexo al que no pertenecían
genética, anatómica y/o hormonalmente y socializados de acuerdo con este último. A partir
de los resultados, supuso que lo determinante de la identidad sexual no es el sexo biológico
sino la socialización, desde el nacimiento o antes, como perteneciente a uno u otro sexo.
Concluyó que la asignación del rol es más determinante en la consolidación de la identidad
sexual que la carga genética, hormonal o biológica. A esa identidad que se fundamenta en
la asignación del rol con base generalmente -pero no siempre- en el sexo genético él la
llamó identidad de género, para diferenciarla de la identidad sexual basada únicamente en
el sexo biológico.
Niveles del género
Considerando que el género es una categoría compleja, se han de distinguir sus niveles de
funcionamiento:
A nivel individual se refiere a la manera como los roles, actitudes, valores y relaciones con
respecto de niñas y niños, mujeres y hombres son construidos en cada sociedad.
A nivel institucional se refiere a la manera como el parentesco, la división del trabajo, el
control social, la ideología, la religión y lo simbólico, artístico, idiomático e imaginario
crean estatus sociales diferenciados para la asignación de derechos y responsabilidades.
Articulando ambos niveles, el género es una identidad socialmente construida que resulta
de la interacción entre el deber ser que cada generación y cada sociedad o cultura otorga a
cada sexo y la personalidad y experiencias concretas de cada persona; pero también es una
estructura que divide el trabajo en aquel que se realiza en el hogar y aquel que se realiza en
el esfera pública; legitima la desigualdad de autoridad y poder entre hombres y mujeres
dentro de cada clase social, etnicidad, raza, edad o grupo humano y jerarquiza los valores
atribuidos a los hombres, institucionalizándolos como paradigma de la humanidad.
Aclarado que el género es construido a nivel individual pero que también es una estructura
o institución social, se evidencia que para lograr transformaciones se debe operar tanto a
nivel social y estructural como a nivel personal, problematizando lo dado por supuesto, lo
considerado incuestionable, los supuestos acerca de la constancia de la estructura del
mundo de vida que constituyen aspectos esenciales del pensar dentro de la actitud natural
de las personas que han pasado por el proceso de socialización exitosamente. Se trata de
interrumpir la sucesión rutinaria de experiencias no problemáticas y generar un problema
contra un fondo de evidencias.
Sobre las dificultades que entrañan este tipo de luchas observan Berger y Luckmann que
"Las instituciones derivan su poder del mantenimiento de una validez dada por supuesto.
La integridad de una institución peligra desde el momento en que las personas que viven en
su interior o próximas a ella comienzan a considerar roles institucionales, esquemas de
interpretación, valores y cosmovisiones. Los filósofos conservadores han sido siempre
conscientes de esta situación y los miembros más antiguos de un cuerpo de policía lo saben
por experiencia práctica. En un `caso normal' los pensamientos peligrosos pueden ser
razonablemente controlados. Sin embargo, el pluralismo hace más difícil ejercer ese
control" (nota).
Necesidad de incorporar la perspectiva de género
Jelin, Valdés y Barreiro (nota), en un trabajo exploratorio titulado "Género y Nación en el
Mercosur. Notas para comenzar a pensar", destacan precisamente la importancia de
incorporar la perspectiva de género en las etapas iniciales del proceso de construcción de
las instituciones del Mercosur, que -citando a Aldo Ferrer- "es mucho más que un
fenómeno comercial o de inversiones. Se trata de un fenómeno histórico, cultural y político,
de vasto alcance en el escenario latinoamericano e internacional". Afirman que "La
negociación de la `integración' es un proceso `de cúpula', con espacios limitados a la
participación de funcionarios estatales, empresarios y sindicatos. Pero el proceso tiene
efectos importantes en otras esferas de la vida social y cultural de la región... Se trata de
indagar cómo incorporar una perspectiva de género en el análisis de estos procesos sociales
y culturales. El punto de partida es claro: no hay una manera única o automática de hacerlo.
De ahí que haya que revisar distintas perspectivas y abordajes posibles, o explorar algunos
temas que, hasta ahora, han estado ausentes o invisibles, para llegar a plantear algunas
preguntas de investigación prometedoras. ¿Para qué hacerlo? El desafío académico se
combina con el desafío y la urgencia política. En muchos campos de acción pública y
política, los procesos de construcción institucional se han desarrollado sin prestar atención
a las diferencias y desigualdades de género. Las mujeres, entonces, llegamos `tarde', a
espacios y estructuras institucionales ya consolidados. La lucha por penetrar y conquistar
esos espacios se hace muy difícil. Quizás, si la perspectiva de género es incorporada en las
etapas iniciales de la construcción del Mercosur, la tarea sea más sencilla".
Con la referencia al trabajo de Elizabeth Jelin hemos querido mostrar que la perspectiva de
género no es un mero ejercicio académico, como se ha querido afirmar a la hora de abordar
las cuestiones más complejas y delicadas que aquejan a las mujeres (prevención de la
exterminación, mutilación o explotación de millones de seres humanos en el mundo). El
origen de muchos problemas actuales se halla en los orígenes de la estructura social actual,
porque en el proceso formativo de la gran mayoría de los mecanismos concebidos para la
defensa y promoción de los derechos humanos no se han tenido en cuenta descripciones de
la realidad género sensitivas que incluyan a las mujeres y a las relaciones de poder
articuladas entre ellas y los hombres. De ahí la necesidad de incorporar la perspectiva de
género en todas las interpretaciones y análisis de la realidad.
La insensibilidad al género ha sido identificada como una de las principales
manifestaciones del sexismo (nota). Se presenta cuando se ignora la variable género como
socialmente importante y válida, ya sea cuando no se toman en cuenta los distintos lugares
que ocupan los hombres y mujeres en sus contextos socioculturales, o el mayor o menor
poder que detentan de acuerdo con su sexo, etc.
Es preciso tomar conciencia de que toda descripción de la realidad lo es desde una
perspectiva que debe ser explicitada. Resulta relevante entender que en general las mujeres
y los hombres padecemos la falta de consciencia de las estructuras de género y que por lo
tanto interiorizamos los valores de conformidad con las valencias asignadas por la sociedad
en que vivimos. Esta explicación permite explicar las razones por las que la mayoría de las
personas consideran que la perspectiva -o punto de vista- masculina no es una perspectiva,
o en todo caso que es la perspectiva propiamente humana. Por lo tanto, cuando se incorpora
la perspectiva de género a una investigación, a una ley, a una política o a cualquier
descripción o análisis de la realidad parece parcializada -en lugar de considerársela género
sensitiva- hacia las mujeres y, por ende, injusta o discriminatoria contra los hombres. En
efecto, parece parcializada hacia las mujeres porque estamos acostumbrados/as a
descripciones de la realidad donde las mujeres no aparecen.
Esto ocurre también con los derechos reproductivos, pues en la esfera pública son
considerados como una demanda de las mujeres para las mujeres. Los hombres que
incorporan la defensa de esos derechos anuncian sus posiciones a partir de un compromiso
con la defensa de los derechos de las mujeres. Los que están en contra también dirigen su
discurso a las mujeres como si fueran las únicas implicadas. Por lo que la perspectiva de
género permite la ampliación del debate sobre esos derechos, tanto para incorporar más
personas a su defensa como para transformarlos en una cuestión de interés general. En este
sentido, se ha señalado que los derechos reproductivos desde la perspectiva de género
(nota) tienen que constituirse en referencias para la redefinición política y de las
condiciones sociales y económicas no sólo de la vida de las mujeres, sino también de la
sociedad como un todo (nota).
Repárese en el ejemplo del pueblo de pescadores y tejedoras (nota), en el que queda en
evidencia de qué modo la perspectiva masculina ha hecho sentir y pensar a hombres y a
mujeres socializados bajo los mismos patrones culturales y en las instituciones sostenidas
por dichas pautas formativas que los hombres y sus experiencias son centrales a la
experiencia humana; es decir, que lo que ellos son y hacen es representativo de toda la
humanidad o suficiente para entender determinada situación: "...se dice que tal pueblo es un
pueblo de pescadores, a pesar de que a las mujeres, que probablemente son más de la mitad
del pueblo, se les prohíba pescar. Desde la perspectiva masculina que ha sido considerada,
insisto, como una no-perspectiva, las experiencias de las mujeres son consideradas o
percibidas como demasiado específicas o particulares a `un grupo' o sector de la sociedad
como para ser mencionadas. Y así, por siglos, se han clasificado los pueblos, las épocas, los
hechos, desde la perspectiva masculina que pasa por objetiva".
Sin embargo, interpretada cualquier realidad desde la perspectiva de género quedaría al
descubierto que las experiencias de los hombres y sus interpretaciones son tan centrales o
marginales a la experiencia humana como las de las propias mujeres: el pueblo de
pescadores de nuestro ejemplo, analizado desde la perspectiva de género, es en realidad un
pueblo de pescadores y tejedoras de redes; debiendo aclararse que esta división del trabajo
se basa en que a las mujeres se les prohíbe pescar. La descripción resultante con estas
precisiones es más objetiva, integradora y compleja que la primera y nos permite tener
mayor conocimiento sobre el pueblo.
Cabe destacar que cuando se incorpora la perspectiva de género a la descripción de
cualquier realidad se está incluyendo a las mujeres sin excluir a los hombres y desocultando
las estructuras de género (en sus dos niveles), que discriminan y excluyen a las mujeres, al
tiempo que se sugieren alternativas para reestructurar la sociedad de manera que no se
discrimine ni oprima a ninguno de los sexos. Por ello en la descripción del pueblo de
nuestro ejemplo, desde una enfoque género sensitivo, es necesario agregar la explicación de
por qué las mujeres no pescan. O al menos decir que se les prohíbe pescar, lo que denota
que permanecer en tierra no es algo natural o querido por las mujeres. A su vez, de ello
puede inferirse que las cosas podrían transformarse.
El informe sobre el "Estado de la población mundial 2005: La promesa de igualdad.
Equidad de género, salud reproductiva y objetivos de desarrollo del milenio" del Fondo de
Población de las Naciones Unidas se refiere a la eficacia de los "enfoques con sensibilidad
cultural" para promover los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres en
diversos contextos nacionales y locales, pues la experiencia ha demostrado que las
comunidades que comprenden los peligros planteados por ciertas prácticas firmemente
arraigadas en la tradición -entre ellas, el casamiento en la infancia, la mutilación o corte
genital femenino o la "purificación" de las viudas- y las cuestionan desde su propio lente
cultural pueden movilizarse para cambiarlas o eliminarlas.
Alda Facio señala en el artículo citado que incluir una perspectiva de género en una
determinada descripción o análisis de la realidad significa no sólo agregar a las mujeres
sino que hay que visibilizar las relaciones de poder y sugerir formas diferentes de
relaciones. Por lo tanto habría que llevar a cabo varias -o todas- de estas acciones:
1) Tomar conciencia de que en toda descripción de la realidad se encuentra presente una
perspectiva y de que lo más probable es que se trate de una perspectiva masculina.
2) Tomar conciencia de que aunque las mujeres pertenecen al género femenino, y/o clase,
edad o grupo discriminado, es muy probable que también su concepción de la realidad sea
androcéntrica y que, en consecuencia, para efectuar una descripción género sensitiva deberá
hacerse un esfuerzo consciente para no incurrir en alguna manifestación de sexismo.
3) Visibilizar a todas las mujeres, de todas las edades, clases, razas, etc.; de no ser posible,
especificar a qué mujeres se está visibilizando y desde qué lugar se observa.
4) Identificar las barreras que se erigen contra la participación y productividad de las
mujeres en las esferas política, económica, cultural, religiosa, legal, artística, ideológica,
etc.
5) Tomar en consideración lo que piensan y sienten las mujeres sobre el tema que se está
describiendo o analizando.
6) Sugerir formas de superar la discriminación que sufren las mujeres.
En resumen, la perspectiva de género visibiliza la óptica unidimensional con la que
tradicionalmente se percibe la realidad; explicita que en las estructuras de género se hallan
implícitas situaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres; y revela que las
estructuras de género, que conforman las identidades, no son insusceptibles de
transformación, dado que no son naturales sino construidas socialmente y que su historia
formativa fue borrada para representarlas como esenciales o naturales, por lo tanto,
inmodificables.
Ante el riesgo siempre presente de un enfoque reduccionista sobre la relación entre el
género y la reproducción, se propugna la incorporación de la perspectiva de género a la
reflexión ético política en torno al hecho reproductivo, cuya intelección deriva en gran parte
de la concepción vigente -situada e histórica- de las relaciones sociales entre hombres y
mujeres que hemos explicitado.
Dicha perspectiva aseguraría (nota) al menos:
1) Atender tanto a los intereses y cuestiones morales de las mujeres como a los de los
hombres;
2) tratar a ambos, hombres y mujeres, como agentes morales completos;
3) afirmar los valores culturales que han sido asociados con las mujeres (interdependencia,
comunidad, conexión, la idea de compartir, emoción, cuerpo, ausencia de jerarquías,
naturaleza, inmanencia, procesos, alegría, paz y vida) al menos tanto como los valores que
han sido asociados con los hombres (independencia, autonomía, intelecto, voluntad,
prudencia, jerarquía, dominación, cultura, trascendencia, resultados, ascetismo, guerra y
muerte); y
4) valorar las experiencias y los modos de razonamiento moral de las mujeres tanto como
los de los hombres.
Mediante los aportes previos hemos querido esbozar las distinciones conceptuales básicas
para un debate ético-político circunscripto a la inequidad de género en el ámbito de las
decisiones reproductivas. Su examen en los diversos contextos culturales se hallará en el
documento titulado "Estado de la población mundial 2005: la promesa de igualdad.
Equidad de género, salud reproductiva y objetivos de desarrollo del milenio" del Fondo de
Población de las Naciones Unidas (UNFPA.), que examina los vínculos entre pobreza,
igualdad entre hombres y mujeres, derechos humanos, salud reproductiva, conflictos y
violencia contra las mujeres y las niñas, desde una perspectiva género-sensitiva, o un
enfoque "con sensibilidad cultural" (nota).
IV. CONCLUSIÓN
Hemos procurado describir el proceso de producción de los principales compromisos
orientadores para analizar la problemática de la salud sexual y reproductiva y del
reconocimiento de los derechos reproductivos y sexuales; como así también esbozar los
enfoques, implícitos en dichos compromisos a raíz de su historia formativa, y las categorías
conceptuales que posibilitan la continuación del diálogo alrededor del tema, como parte de
la agenda de la democracia, en el plano nacional y en los espacios de debate público
regional e internacional. Al desarrollo de los diversos aspectos que conforman su trama,
referidos a salud, género, desarrollo, globalización, democracia, libertad y ética, se
dedicarán los artículos que conforman el material ofrecido del presente semanario, cuyo
norte es la interpretación y aplicación del Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable creado por la ley 25673.
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16, FLaCSo., primer semestre de 2004.
Jelin, Elizabeth, "Diálogos, encuentros y desencuentros: los movimientos sociales en el
Mercosur", Cuaderno 10, Programa de Investigaciones Socioculturales en el Mercosur,
Serie Cuadernos para el Debate, Instituto de Desarrollo Económico y Social, trabajo
publicado en el International Social Science Journal, n. 159, marzo de 1999.
Jelin, Elizabeth, Valdés, Teresa y Barreiro, Line, "Género y nación en el Mercosur: notas
para comenzar a pensar", documentos de debate, n. 24, MOST. (Gestión de las
Transformaciones Sociales), Unesco.
Morlachetti, Alejandro, "Situación actual: obligaciones de Latinoamérica y el Caribe ante el
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Peces-Barba Martínez, Gregorio, "Curso de derechos fundamentales. Teoría general",
Universidad Carlos III de Madrid, Imprenta del Boletín Oficial del Estado, 1995, Madrid.
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"Chile: situación de la salud y los derechos sexuales y reproductivos", Servicio Nacional de
la Mujer, SERNAM., gobierno de Chile. Página web: www.sernam.gov.cl, Instituto
Chileno de Medicina Reproductiva (ICMER.), Corporación de Salud y Políticas Sociales
(Corsaps),
2003,
Santiago
de
Chile.
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Sen, Amartya, "Development as freedom", Oxford University Press, 2001, Oxford.
NOTAS:
Gogna, Mónica (coordinadora), "Las reformas en el sector salud en la Argentina y Chile.
Oportunidades y obstáculos para la promoción de la salud sexual y reproductiva", CEDES.BID., 2004, p. 17 y concs.
Ver nota anterior.
Ibíd., p. 20.
Código Penal de la República de Guinea (1965), art. 265.
Ley sobre Terminación Médica del Embarazo, de 1995, ley 7/1995.
Cook, Rebeca, Dickens, Bernard y Fathalla, Mahmoud, "Salud reproductiva y derechos
humanos", Oxford, Profamilia, Colombia, 2003, p. 97.
Este informe era emanado del Comité sobre Ofensas Homosexuales y Prostitución, y el
informe fue conocido por el nombre del presidente del Comité, sir John Wolfenden, más
tarde designado lord.
"Grisnwold v. Connecticut", 381 United States Reporter 479 (1965) (Corte Suprema de los
Estados Unidos, sobre anticoncepción), y "Roe v. Wade", 410 United States Reporter 113
(1973) (Corte Suprema de Estados Unidos), sobre aborto.
"Monitoreo social. Guía para la acción", Consorcio Nacional de Derechos Reproductivos y
Sociales, julio de 2005, p. 20 (www.conders.com.ar).
La ley 26061 (B.O. del 26/10/2005) (LA 2005-D-4576) desarrolla una definición de
"interés superior del niño" en su art. 3: Interés superior. A efectos de la presente ley se
entiende por interés superior de la niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral
y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta ley. Debiéndose respetar: a) su
condición de sujeto de derecho; b) el derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos
y que su opinión sea tenida en cuenta; c) el respeto al pleno desarrollo personal de sus
derechos en su medio familiar, social y cultural; d) su edad, grado de madurez, capacidad
de discernimiento y demás condiciones personales; e) el equilibrio entre los derechos y
garantías de las niñas, niños y adolescentes y las exigencias del bien común; f) su centro de
vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen
transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia. Este principio rige en
materia de patria potestad, pautas a las que se ajustarán el ejercicio de la misma, filiación,
restitución del niño, la niña o el adolescente, adopción, emancipación y toda circunstancia
vinculada a las anteriores cualquiera sea el ámbito donde deba desempeñarse. Cuando
exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a
otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros".
La opinión consultiva OC. 17/2002 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha
expresado en el sentido de que las personas hasta los 18 años son titulares de derechos y no
sólo objeto de protección (art. 19 CADH.) y que el "interés superior del niño" implica que
el desarrollo del niño en ejercicio pleno de sus derechos debe ser considerado como criterio
rector para la elaboración y aplicación de normas en todos los órdenes relativos a la vida de
éste.
Gil Domínguez, Andrés, "Ley Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable", abril
de 2003, Ed. Ad-Hoc, p. 59.
Decreto 1282/2003 (LA 2003-B-1845).
Decreto reglamentario 1282/2003, art. 10: "Se respetará el derecho de los objetores de
conciencia a ser exceptuados de su participación en el Programa Nacional de Salud Sexual
y Procreación Responsable previa fundamentación, y lo que se enmarcará en la
reglamentación del ejercicio profesional de cada jurisdicción. Los objetores de conciencia
lo serán tanto en la actividad pública institucional como en la privada. Los centros de salud
privados deberán garantizar la atención y la implementación del programa, pudiendo
derivar a la población a otros centros asistenciales, cuando por razones confesionales, sobre
la base de sus fines institucionales y/o convicciones de sus titulares, optaren por ser
exceptuados del cumplimiento del art. 6 inc. b de la ley que se reglamenta, a cuyo fin
deberán efectuar la presentación pertinente por ante las autoridades sanitarias locales, de
conformidad con lo indicado en el párr. 1º de este artículo cuando corresponda".
"El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina",
Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, 2004, ps. 30/31.
"El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina" cit.,
p. 32.
"El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina" cit.,
ps. 34/35.
"El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina" cit.,
p. 35.
Sin embargo, con fecha 4/5/2004 (apenas tres semanas después) se publica en el Boletín
Oficial la resolución SSS. 331/2004, que obliga a las obras sociales a suscribir contratos de
prestación de servicios farmacéuticos destinados a los beneficiarios del Sistema Nacional
del Seguro de Salud, los que deberán respetar las previsiones establecidas en la ley 25649
(nada dice sobre los métodos anticonceptivos ni su incorporación a estos contratos) y que
en su Anexo tiene diez indicadores, determinando el art. 4 que "los agentes del seguro de
salud remitirán a este organismo, a partir del 1/7/2004 y cada tres meses de modo regular y
sistemático, la información epidemiológica relevante de la prestación farmacéutica que se
detalla en el Anexo I de la presente. La Subgerencia de Informática de este organismo
deberá elaborar el aplicativo informático para la remisión de la información dentro del
plazo de treinta días". Los indicadores a los que alude la resolución MS. 310/2004 a la
fecha siguen esperando.
El Programa Nacional entiende por Consejería en Salud Reproductiva "la atención
individual proporcionada al usuario demandante con el fin de brindar información clara,
completa y oportuna que le permita tomar sus propias decisiones con relación a su salud
reproductiva, planificación familiar y utilización de métodos anticonceptivos" (ob. cit., p.
38), agregando que "la Consejería es un proceso activo entre quien orienta y quien solicita
la prestación en un marco de respeto a sus derechos, privacidad y confidencialidad" (p. 39).
Remitimos para mayor desarrollo a la nota de la Dra. Angélica Touceda en este semanario.
A partir de la noción de Goffman (1974), el "marco" sería un dispositivo de atribución de
sentidos que rige la interpretación de una situación y el compromiso en ella. Estos
esquemas cognitivos se generan prácticamente, socialmente, organizacionalmente
(Goffman, Erving, "Frame analysis", Northeastern University Press, 1974, Boston).
Correa, Sonia y Petchesky, Rosalind, "Los derechos reproductivos y sexuales: una
perspectiva feminista", en "Elementos para un análisis ético de la reproducción", 2001,
UNAM., México.
Committee for Abortion Rights and Against Sterilization Abuse.
http://www.unhchr.ch/huridocda/huridoca.nsf/(Symbol)/A.CONF.157.23.Sp?OpenDocume
nt.
Jelin, Elizabeth, "Diálogos, encuentros y desencuentros: los movimientos sociales en el
Mercosur", Cuaderno n. 10, Programa de Investigaciones Socioculturales en el Mercosur,
Serie Cuadernos para el Debate, Instituto de Desarrollo Económico y Social. Trabajo
publicado en el International Social Science Journal, n. 159, marzo de 1999.
La realizada en Bucarest fue la primera conferencia de negociación global sobre el tema,
auspiciada por Naciones Unidas e involucrando a todos los Estados miembros; la de
México fue la segunda y la de El Cairo la tercera.
Conferencias Internacionales sobre la Población y el Desarrollo: 1. Roma, 31 de agosto al
10/9/1954, Primera Conferencia Mundial de Población, organizada por las Naciones
Unidas, a fin de intercambiar información científica acerca de las variables demográficas,
sus determinantes y consecuencias. Esta Conferencia, de carácter eminentemente
académico, resolvió básicamente profundizar en el conocimiento demográfico de los países
en desarrollo y fomentar la creación de centros de capacitación regional que contribuyeran
al tratamiento de los temas de población y a la preparación de personal especializado en el
análisis demográfico. 2. Belgrado, 30 de agosto al 10/9/1965, Segunda Conferencia
Mundial sobre Población: con una participación mayoritaria de expertos en población y
organizada por la IUSSP. y las Naciones Unidas, en este encuentro internacional se enfatiza
el análisis de la fecundidad como parte de una política para la planificación del desarrollo.
Esta Conferencia se realiza en un momento en que confluyen los estudios sobre aspectos
demográficos del desarrollo llevados a cabo por especialistas con el inicio de los programas
de población subvencionados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID.). 3. Bucarest (Rumania), 19 al 30/8/1974: la Tercera Conferencia
Mundial de la Población, organizada por las Naciones Unidas, es la primera de naturaleza
intergubernamental, y participaron en ella representantes de 135 países. El énfasis del
debate se centró en las relaciones entre los factores de población y el desarrollo. Como
fruto de la Conferencia, el Plan de Acción Mundial sobre Población señala, entre otros
principios, que la meta esencial es el desarrollo social, económico y cultural de los países,
que los fenómenos demográficos y el desarrollo son interdependientes y que los objetivos y
políticas demográficas son parte integrante (elementos constitutivos) de las políticas de
desarrollo social y económico. 4. Ciudad de México, 6 al 14/8/1984: en esta Conferencia se
revisaron y ratificaron en la mayoría de los aspectos los acuerdos de la Conferencia de
Bucarest de 1974 y se amplió el Plan de Acción Mundial sobre Población (PAMP.), para
incorporar los resultados de las últimas investigaciones y datos proporcionados por los
gobiernos. Los derechos humanos individuales y familiares, las condiciones de salud y
bienestar, el empleo, la educación, entre otros, fueron temas relevantes dentro de la
Declaración suscripta por la Conferencia. Otros asuntos destacados fueron: el impulso a la
cooperación internacional y la búsqueda de una mayor eficacia en la toma de decisiones
políticas sobre población. 5. El Cairo, 5 al 13/9/1994: la V Conferencia Internacional sobre
la Población y el Desarrollo, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, se celebró con la
participación de más de 180 Estados. En ella se aprobó un nuevo Programa de Acción
como guía para la acción nacional e internacional en el área de población y desarrollo para
los próximos veinte años. Este nuevo Programa de Acción pone énfasis en la relación
integral entre la población y el desarrollo y se concentra en responder a las necesidades de
los individuos -en el marco de las normas de derechos humanos universalmente
reconocidas-, en lugar de lograr sólo metas demográficas. La adopción de este programa
marca una nueva etapa de compromiso y voluntad para integrar efectivamente los temas de
población en las propuestas de desarrollo socioeconómico y lograr una mejor calidad de
vida para todas las personas, incluidas las de las generaciones futuras. 6. Nueva York, 30 de
junio al 2/7/1999, Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo ICPD.+5:
los progresos y desafíos en la implementación de las estrategias sobre población y
desarrollo fue el tema central de esta reunión de líderes mundiales acordada por una
resolución de la Asamblea General adoptada el 18/12/1997. La sesión especial de la
Asamblea General de las Naciones Unidas tuvo lugar cinco años después de la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD.) celebrada en El Cairo, Egipto, en 1994.
En esta sesión especial de la Asamblea General se revisó y evaluó la implementación del
Programa de Acción que surgió de la Conferencia de 1994. 7. Nueva York, 22 al 26 de
marzo y 6/5/2004, resolución 2004/2: seguimiento del Programa de Acción de la
Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo; la Comisión de Población y
Desarrollo efectúa el examen y evaluación de los progresos realizados en la consecución de
los fines y objetivos del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo.
Desde la propia constitución de la OMS. se establece que "La salud es un estado de
completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de infecciones o
enfermedades. El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los
derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología
política o condición económica o social". La Constitución fue adoptada en Nueva York, el
22/7/1946, por la Conferencia Institucional de la Salud. Fue firmada por los representantes
de 61 Estados y entró en vigor el 7/4/1948. Las reformas adoptadas por las 26ª, 29ª y 39ª
Asambleas Mundiales de la Salud se han incorporado al presente texto. Estos principios
fueron reafirmados en la Declaración de Alma-Ata (Conferencia Internacional sobre
Atención de Salud Primaria) en 1978. La Conferencia Internacional sobre Atención
Primaria de Salud de Alma-Ata, convocada por la Organización Mundial de la Salud
(OMS.) y por Unicef, planteó alcanzar la "salud para todos" para el año 2000. Esta meta
valiente y ambiciosa todavía no se cumplió. La declaración de Alma-Ata fue un acto de
consenso. La conferencia contó con la presencia de 134 países, 67 organismos
internacionales y decenas de organizaciones no gubernamentales. Fue muy importante el
proceso de desarrollo conceptual acerca de qué es la salud. En 1946 la definición de salud
incorporada en la Constitución de la OMS. había sido propuesta por Andrija Stampar,
pionero croata de la salud pública. Costó mucho que fuera comprendida por los expertos de
los gobiernos de entonces, a pesar de constituir un notable salto cualitativo. En la
Declaración de Alma-Ata se reitera en forma expresa esa definición. Y se agregan los
conceptos de que la salud "es un derecho humano fundamental, y que el logro del grado
más alto posible de salud es un objetivo social muy importante en todo el mundo". Además,
el texto dice que su realización "exige la intervención de muchos otros sectores sociales y
económicos, además del de salud". Tampoco se comprendió, por las deformaciones
profesionales, que la salud es una realidad social cuyo ámbito no puede ser separado con
nitidez de otros ámbitos sociales y económicos y que, por lo tanto, no debe circunscribirse a
un sector administrativo burocrático del Estado. Tampoco se percibió suficientemente, a
pesar de estar escrito varias veces, el hecho de que la salud es, por sobre todo, una realidad
social compleja un proceso social aún más complejo, y un proceso político dentro del cual
hay que tomar decisiones políticas no sólo sectoriales sino también de Estado, capaces de
comprometer obligatoriamente y sin excepciones a todos los sectores. Lo que sí fue muy
claro, pero sigue siendo muy mal entendido, es la responsabilidad y el deber de todos personas, grupos sociales y la ciudadanía en general- de cuidar de modo activo de su salud
individual y colectiva. Lamentablemente, y en la práctica, las personas siguieron siendo
consideradas como recipientes pasivos de actividades puntuales prestadas por sistemas de
servicios institucionalizados de atención médica reparativa orientada a enfermedades
específicas.
La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la
Mujer (LA 1994-B-1669), adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el
18/12/1979, señala en su art. 12: "Los Estados parte adoptarán todas las medidas apropiadas
para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica a fin de
asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de
atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia".
El Fondo de Población de las Naciones Unidas, FNUAP., brinda apoyo a los países en
desarrollo en los campos de salud reproductiva y de las políticas poblacionales. Las áreas
principales son las siguientes: elevación del acceso a, y de la calidad de, la salud
reproductiva, en particular del planeamiento familiar, maternidad segura y prevención de
las infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH./sida. Formulación de las políticas
poblacionales y de ayuda en la recolección y análisis de la información para ayudar a los
países a alcanzar el desarrollo sostenible. Protección de la juventud. El FNUAP. promueve
el acceso a la juventud de información segura y al consejo no oficial. Promoción de los
derechos de las mujeres. Suministro de salud reproductiva. El FNUAP. ayuda a asegurar el
suministro adecuado de anticonceptivos. Eleva el conocimiento acerca de temas
poblacionales y del desarrollo, promoviendo la movilización de recursos y de la voluntad
política para tomar acciones en esta área. Estrategia regional: América Latina y el Caribe
reciben ayuda del FNUAP. en las siguientes áreas temáticas: atención de la salud
reproductiva y del planeamiento familiar. Educación, con el fin de elevar el conocimiento
de la población de los problemas, y permite que las personas obtengan información y tomen
decisiones libres y responsables. Aspectos relacionados con los géneros y sus efectos sobre
las políticas y programas poblacionales. Integración de la dimensión de la población en la
formulación de las políticas económicas y sociales y de todos los niveles de desarrollo.
Formulación, ejecución y evaluación de las políticas poblacionales dentro del marco de las
políticas y estrategias de desarrollo nacional. Estudios de los vínculos entre los temas de
población y desarrollo. Recolección y análisis de los datos demográficos e investigación de
la dinámica poblacional y su influencia sobre los procesos de desarrollo. Efectos
medioambientales
relacionados
con
la
población
y
el
desarrollo
(http://www.onu.org.cu/uunn/cd-residente/pnud/unfpa.html).
Sobre los acuerdos y desacuerdos del prolongado debate de El Cairo y las implicancias de
las decisiones tomadas ver el artículo titulado "Hacia un enfoque interdependiente de los
derechos reproductivos y sexuales como derechos humanos: reflexiones sobre la CIPD. y el
futuro", en Copelon, R. y Petchesky, R., "Toward an interdependent approach to
reproductive and sexual rights as human rights: reflections on the ICPD. and beyond",
1978, Nueva Jersey.
Naciones Unidas, documento A/CONF.171/13: informe de la CIPD.
Antecedentes: la Organización Mundial de la Salud (OMS.) convocó en 1974 a una
Reunión sobre Capacitación y Tratamiento en Cuestiones de Sexualidad Humana: la
Formación de Profesionales de la Salud ("Meeting on Education and Treatment of Human
Sexuality: the Training of Health Professionals"). Dicha reunión tuvo lugar del 6 al
12/2/1974. Las conclusiones de esta reunión se plasmaron en el documento "Capacitación y
tratamiento en cuestiones de sexualidad humana: la formación de profesionales de la salud.
Informe de una reunión de la OMS., 1975. Informe 01, 1975. Col. Serie de Informes
Técnicos n. 572.1". Se trata de un documento histórico que sentó las bases para mejorar la
capacitación de los profesionales de la salud y prepararlos para que puedan ofrecer
educación, consejería y terapias sexuales. Asimismo, dichas conclusiones sirvieron de
estímulo para el avance en el campo de la sexología y de los centros de recursos relativos a
la sexualidad en el mundo entero. Desde entonces dos reuniones subsiguientes de la Oficina
Regional para Europa de la OMS. abordaron los temas relativos a dicho documento.
Empero, los informes no se divulgaron ampliamente y, por ende, las medidas propuestas no
se adoptaron extensamente tal como se había recomendado.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS.) fue establecida en 1902 y es la
organización de salud pública más antigua del mundo. Es la Oficina Regional para las
Américas de la Organización Mundial de la Salud y trabaja con los países para mejorar la
salud y elevar la calidad de vida de sus habitantes.
"Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción". Actas de una Reunión de
Consulta convocada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS.) y la
Organización Mundial de la Salud (OMS.), en colaboración con la Asociación Mundial de
Sexología (WAS), celebrada en Antigua Guatemala, 19 al 22/5/2000. Web de Archive for
Sexology, Berlín: http://www.sexology.cjb.net.
Declaración del 13º Congreso Mundial de Sexología, 1997, Valencia, revisada y aprobada
por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología, WAS., el 26/8/1999, en
el 14º Congreso Mundial de Sexología, Hong Kong, República Popular China. El texto
completo de la Declaración sobre los Derechos Sexuales emitida por la Asociación Mundial
de Sexología se presenta en el Apéndice I del documento titulado "Promoción de la salud
sexual. Recomendaciones para la acción (OMS. - OPS. - WAS.)".
Declaraciones y reservas de la Argentina al documento final de la Conferencia de El Cairo:
"Respecto del principio 1.57 el representante nacional señaló su aceptación, teniendo en
cuenta que la vida existe desde el momento de la concepción y que desde ese momento la
persona goza del derecho a la vida, siendo éste el fundamento de todos los otros derechos
individuales. También se dejó constancia de que la Argentina acepta el párr. 5º.1 con la
aclaración de que, si bien la familia puede adoptar distintas formas, en ningún caso puede
alterar su origen y fundamento, es decir la unión entre varón y mujer, de la cual se derivan
los hijos. Finalmente, señaló que la Argentina no puede admitir que en el concepto de
`salud reproductiva' se incluya el aborto ni como servicio ni como método de regulación de
la fecundidad; esta reserva se extiende a todas las menciones que contengan ese sentido...
familia".
La Argentina realizó declaraciones y reservas al informe final de la Cuarta Conferencia
sobre la Mujer de similar tenor a las efectuadas a los documentos de las otras conferencias.
Al igual que en El Cairo, reitera la interpretación del concepto de familia como unión del
varón y la mujer, agregando que ninguna definición debilita la responsabilidad primaria de
los padres en la educación de los hijos, incluyendo los temas sexuales. Asimismo, se dejó
en claro que el consenso otorgado al párr. 106º.k -consistente en la posibilidad de revisar el
derecho que impone sanciones a la madre que comete un aborto- no significa una propuesta
para despenalizarlo ni eximir de responsabilidad criminal a quienes puedan ser coautores o
partícipes de este delito.
Art. 37 CCABA. (LA 1996-C-3797) (integra el cap. IX, titulado "Igualdad entre varones y
mujeres"): "Se reconocen los derechos reproductivos y sexuales, libres de coerción y
violencia, como derechos humanos básicos, especialmente a decidir responsablemente
sobre la procreación, el número de hijos y el intervalo entre sus nacimientos. Se garantiza la
igualdad de derechos y responsabilidades de mujeres y varones como progenitores y se
promueve la protección integral de la familia".
Morlachetti, Alejandro, "Situación actual: obligaciones de Latinoamérica y el Caribe ante el
Derecho Internacional de Adolescentes y Jóvenes", marzo de 1999, p. 34.
Correa, Sonia, "Los derechos sexuales y reproductivos en la arena política", Serie Aporte al
debate, Campaña por la defensa de la salud reproductiva, MYSU. (Mujer y Salud en el
Uruguay), 2003, Montevideo, p. 22, con colaboración de REPEM.-DAWN. y apoyo
internacional de la Women Health Coalition" (http://www.mysu.our.uy).
Aborto peligroso: 57ª Asamblea Mundial de la Salud. Wha57.12, punto 12.10 del orden del
día 22/5/2004. "Salud reproductiva: proyecto de estrategia para acelerar el avance hacia el
logro de los objetivos y metas internacionales de desarrollo". Ver Informe de la Secretaría
sobre Salud Reproductiva A57/13, del 15/4/2004, ítems 17 y 37, ps. 7 y 11. Definición de
aborto (nota 1 del ítem 17 remite al informe de un grupo de trabajo técnico, documento
WHO/MSM/92.5, 1992, titulado "The prevention and management of unsafe abortion").
"The prevention and management of unsafe abortion", informe de un grupo de trabajo
técnico, documento WHO/MSM/92.5, 1992.
La problemática de la sexualidad no está sólo condicionada por la falta de información,
sino que además guarda estrecha relación con la construcción cultural de los roles femenino
y masculino.
Peces-Barba Martínez, Gregorio, "Curso de derechos fundamentales. Teoría general",
Universidad Carlos III de Madrid, Imprenta del Boletín Oficial del Estado, 1995, Madrid.
Arroyo Vargas, Roxana, "Conceptos básicos de derechos humanos y aportes feministas.
Ubicación del tema en el marco de los derechos humanos", en "Mujeres jóvenes y derechos
humanos. Manual de capacitación en derechos humanos de las mujeres jóvenes y
aplicación de la CEDAW.", Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derecho
Sexuales y Reproductivos -REDLAC.- y Programa Mujer, Justicia y Género, ILANUD.,
2002, ps. 180/181.
La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires incorpora la perspectiva de género en el art.
38: "La Ciudad incorpora la perspectiva de género en el diseño y ejecución de sus políticas
públicas y elabora participativamente un plan de igualdad entre varones y mujeres.
Estimula la modificación de los patrones socioculturales estereotipados con el objeto de
eliminar prácticas basadas en el prejuicio de superioridad de cualquiera de los géneros;
promueve que las responsabilidades familiares sean compartidas; fomenta la plena
integración de las mujeres a la actividad productiva, las acciones positivas que garanticen la
paridad en relación con el trabajo remunerado, la eliminación de la segregación y de toda
forma de discriminación por estado civil o maternidad; facilita a las mujeres único sostén
de hogar, el acceso a la vivienda, al empleo, al crédito y a los sistemas de cobertura social;
desarrolla políticas respecto de las niñas y adolescentes embarazadas, las ampara y
garantiza su permanencia en el sistema educativo; provee a la prevención de violencia
física, psicológica y sexual contra las mujeres y brinda servicios especializados de atención;
ampara a las víctimas de la explotación sexual y brinda servicios de atención; promueve la
participación de las organizaciones no gubernamentales dedicadas a las temáticas de las
mujeres en el diseño de las políticas públicas".
Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas, "Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La
orientación del hombre moderno", 1997, Ed. Paidós Studio, Barcelona. Ver cap. 4, titulado
"La pérdida de lo dado por supuesto", ps. 79 a 93. Schutz, Alfred y Luckmann, Thomas,
"Las estructuras del mundo de la vida", 2003, Ed. Amorrortu. Ver cap. 1, titulado "El
mundo de la vida cotidiana y la actitud natural", ps. 25/40.
Proceso por el cual las personas de sexo femenino desde pequeñas van interiorizando los
valores y actitudes que se les atribuyen como apropiadas, descartando toda emoción o
deseo atribuible al otro sexo y aprendiendo el rol asignado para convertirse en personas de
género femenino, es decir, en "mujeres"; al tiempo que aquellas de sexo masculino desde
pequeños pasan por el proceso que los hará personas de género masculino, es decir,
"hombres".
Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas, "Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La
orientación del hombre moderno" cit. Ver cap. 4, titulado "La pérdida de lo dado por
supuesto", p. 84.
Jelin, Elizabeth, Valdés, Teresa y Barreiro, Line, "Género y Nación en el Mercosur: notas
para comenzar a pensar", Documentos de Debate, n. 24, MOST. (Gestión de las
Transformaciones Sociales), Unesco. Este artículo fue preparado en el ámbito del proyecto
MOST. Fase 1 "Mercosur: espacios de interacción, espacios de integración".
Sexismo y sus manifestaciones: androcentrismo, sobregeneralización y sobreespecificidad,
doble parámetro, deber ser de cada sexo y dicotomismo sexual. El patriarcado es el sistema
jerárquico de relaciones sociales, políticas y económicas que, adoptando como fundamento
la diferencia biológica sexual y su significado genérico, establece, reproduce y mantiene al
hombre como parámetro de la humanidad, otorgándole privilegios e institucionalizando su
relación de dominación y superioridad sobre la mujer. Sexismo: es una creencia basada en
el mito de la superioridad del sexo masculino, derivándose en privilegios para ese sexo por
considerarlo superior y manteniendo al sexo femenino a su servicio. Se mantiene y
reproduce socialmente la situación mediante la naturalización de esas diferencias, a través
de estrategias de vaciamiento de su historicidad. La estrategia de naturalización muestra lo
contingente como natural e intemporal. Ejemplo de ello es la división del trabajo social
entre hombre y mujeres como producto de características fisiológicas de uno u otro sexo.
Androcentrismo: es la visión del mundo desde la perspectiva masculina únicamente, en la
que las necesidades y experiencias de los hombres se validan y generalizan para hombres y
mujeres, como paradigma de lo humano. La misoginia -repudio u odio a lo femenino- y la
genopia -imposibilidad de ver lo femenino o la invisibilización de la experiencia femeninason sus manifestaciones extremas. Sobregeneralización: es cuando un estudio, teoría o texto
sólo analiza la conducta del sexo masculino pero presenta los resultados, el análisis, las
conclusiones o el mensaje como válidos para ambos sexos. Sobreespecificidad: consiste en
presentar como específico de cada sexo ciertas necesidades, actitudes e interés que en
realidad son de ambos sexos. Insensibilidad al género: se presenta cuando se ignora la
variable género como socialmente importante y válida, ya sea cuando no se toman en
cuenta los distintos lugares que ocupan los hombres y mujeres en la estructura social, o el
mayor o menor poder que detentan de acuerdo con su sexo, etc. Doble parámetro: es similar
a la doble moral. Se da cuando la misma conducta, situación o característica humanas son
valoradas o evaluadas con distintos parámetros o diferentes instrumentos para uno y otro
sexo. Deber ser de cada sexo: consiste en partir de la creencia de que hay conductas o
características humanas que son más apropiadas para un sexo que para el otro.
Dicotomismo sexual: es partir de una concepción binaria en la que se trata a los sexos como
diametralmente opuestos y no se reconocen como sexos con características semejantes.
"Hombres jóvenes como aliados en la promoción de la salud y la equidad de género". En
2001 IPPF./RHO. apoyó y participó en una conferencia con el Instituto Promundo,
PAHO./WHO., FNUAP., ECOS., Programa PAPAI. y Salud y Género para discutir la
participación de hombres jóvenes de 15 a 25 años en la promoción de todas las áreas
relacionadas con la salud y la equidad de género. Los participantes incluyeron individuos
que trabajan en educación, promoción de la salud y relaciones de género en instituciones
gubernamentales y no gubernamentales de varios países en América Latina, el Caribe, los
Estados Unidos y África. La reunión fue un foro para que los participantes compartieran
sus experiencias y discutieran cómo avanzar en esta área de las relaciones de género, la cual
ha sido reconocida cada vez más como imprescindible en la promoción de la salud y la
equidad de género. La conferencia concluyó con una capacitación de participantes en el uso
de cinco manuales desarrollados por el Proyecto H, Trabajando con Hombres Jóvenes.
Ávila, María B., "Feminismo y ciudadanía: la producción de nuevos derechos", en
"Campaña por la Convención de los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos",
Serias para el Debate, n. 1, 2003, Lima, p. 74.
Facio, Alda, "La perspectiva del género", en "Mujeres jóvenes y derechos humanos.
Manual de capacitación en derechos humanos de las mujeres jóvenes y aplicación de la
CEDAW." cit., Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derecho Sexuales y
Reproductivos -REDLAC.- y Programa Mujer, Justicia y Género, ILANUD., 2002, ps.
107/108.
Guerra Palmero, María J., "Género y reproducción: discursos acerca de la apropiación del
cuerpo de las mujeres" (siguiendo en este punto a Tong, Rosmarie, "Feminist approaches to
bioethics: theoretical reflections and practical applications", Boulder, Westview Press,
1997, Colorado, 2), en "Perspectivas bioéticas", dirigida por Florencia Luna, año 9, n. 16,
primer semestre de 2004, FLaCSo., ps. 18 y 19.
Se recomienda especialmente la lectura de los caps. 2, sobre "Inversiones estratégicas: el
dividendo de la igualdad", y 3, sobre "La promesa de los derechos humanos", ps. 18 y 28,
http://www.unfpa.org/swp/2005/pdf/sp_swp05.pdf.
La definición de sexualidad humana que figura en el informe de la reunión de 1983 es: "La
sexualidad es parte integral de la personalidad de cada quien: hombre, mujer y niño. Es una
necesidad básica y un aspecto inherente a la realidad de ser humano que no puede separarse
de otros aspectos de la vida. La sexualidad no es sinónimo de relaciones sexuales, no se
trata de tener orgasmos o no y no es la suma total de nuestra vida erótica. Esto quizás sea
parte de nuestra sexualidad pero tal vez no lo sea. La sexualidad es mucho más que eso: es
la energía que nos motiva a buscar amor, contacto, calidez e intimidad; se expresa en la
manera en que sentimos, nos movemos, tocamos y somos tocados; es acerca de ser sensual
y ser sexual. La sexualidad influye en los pensamientos, los sentimientos, las acciones, las
interacciones y, por ende, sobre nuestra salud mental y física. En vista de que la salud es un
derecho humano fundamental también debe serlo la salud sexual" (Langfeldt, T. y Porter,
M., "Sexuality and family planning: report of a consultation and research findings", Oficina
Regional para Europa, 1986, Copenhague, p. 5).
Después de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD.),
celebrada en El Cairo en 1994, el UNFPA. (Fondo de Población de las Naciones Unidas)
fue designado dentro del sistema de las Naciones Unidas como organismo rector para el
seguimiento y la aplicación del Programa de Acción de la CIPD. A partir de 1978, todos los
años el UNFPA. ha publicado un informe sobre cuestiones de población de actualidad. "El
estado de la Población Mundial 2005: la promesa de igualdad: equidad de género, salud
reproductiva y Objetivos de Desarrollo del Milenio. Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo (CIPD.)", CIPD.+5, CIPD.+10.
"Desde 1994, se ha observado un impulso notable en el desarrollo de políticas y programas
relativos a los derechos y la salud de la reproducción, y se ha logrado un progreso
significativo en los siguientes aspectos: comprensión de un enfoque a la salud reproductiva
basado en los derechos humanos, que abarca la planificación familiar y la salud sexual;
cambios para que los servicios ya no se presten de manera vertical, ni sobre la base de
metas ni cuotas demográficas; así como en la promoción de la salud reproductiva de los
adolescentes".
La lista de SIECUS. acerca de los comportamientos de adultos sexualmente sanos se
elaboró con el consenso de expertos no solamente de los Estados Unidos, sino también de
países tan diversos como Brasil, Nigeria y Rusia.
Existen varias cuestiones transversales no directamente relacionadas con la reforma de la
atención de salud que también influyen notablemente en los resultados sanitarios. Cabe
citar como ejemplos el agua y el saneamiento, el transporte y la relación entre varios ODM.
y los derechos humanos. Esa interrelación -sobre todo en lo referente a los pobres- ha sido
objeto de atención por parte del relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a
la salud.
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"The volume contains, in multiple languages as relevant, the declarations, resolutions, and
action plan from the official reports of the review meetings of the UN. Regional
Commissions and the Commission on Population and Development, held between
2002/2004".
"UNFPA. and the government of Sweden convened the high-level roundtable, `Reducing
Poverty and Achieving the Millennium Development Goals (MDGs.): Investing in
reproductive health and rights', on 11 and 12/4/2005 in Stockholm to draw global attention
to the need for increased investments in reproductive health and rights and build on
progress made in reproductive health policies and programmes in many countries.
Participants, including ministers, parliamentarians, heads of the United Nations and other
multilateral agencies, donor representatives, and leaders of non-governmental and youth
organizations, recognize a list of practical ways to invest in reproductive health".
Destaca los aspectos cualitativos que confieren matices muy específicos al fenómeno de la
sexualidad humana, haciéndolo único e intransferible a otras especies. Estos rasgos son los
siguientes: Placentero: contribuye al bienestar individual, al enriquecimiento de la
personalidad y al desarrollo del vínculo con los otros. Afectivo: la capacidad de amar
constituye un componente eminentemente humano y es un elemento sustantivo en la
trascendencia del vínculo. Comunicacional: es la forma de comunicación de mayor
profundidad entre los seres humanos. Creativo: como fuente de expresión integral de las
personas, potencia la capacidad de creación, en la que intervienen elementos estéticos y
lúdicos. Ético: se define a partir de una dialéctica de valores sustentada en los derechos
humanos. Procreativo: esta posibilidad se destaca como el logro extraordinario de dos
personas que consciente, libremente y con responsabilidad compartida asumen la creación
de un nuevo ser.
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