Psicología deportiva: La ansiedad, la emoción

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Psicología deportiva: La ansiedad, la emoción enemiga
del corredor popular.
No cabe duda que uno de los mayores desafíos que enfrenta el corredor popular, sea cual fuera su
edad y su nivel particular, es aprender a dominar esta emoción básica, una de muchas que
constituyen el bagaje humano.
Esto suele darse así y se evidencia en todo tipo de atletas. Si pensamos en los más jóvenes o en
aquellos que deciden empezar a incursionar en la práctica deportiva, haciendo referencia en nuestro
caso puntual a la carrera a pie, es muy común ver como muchos integrantes de este grupo
característico se ven invadidos por un gran furor, excitación y alta motivación frente al nuevo reto
emprendido.
Aquí nos topamos con un punto de inflexión en esta problemática, ya que dependiendo del modo en
que cada corredor oriente y canalice sus energías, podrá cumplir o no con las metas que se haya
propuesto.
El facto clave reside en el grado de paciencia que cada individuo pueda sostener a la hora de
intentar alcanzar los objetivos propuestos., ya que muchas veces se cae en el error de ser demasiado
ambicioso en la meta a alcanzar, ya sea participar en una competencia que supera nuestra
preparación, intentar romper marcas imposibles, a menos a corto plazo, o empecinarse en derrotar a
algún compañero que presenta un nivel superior.
Este es un vicio que de una forma u otra todo corredor popular a sufrido alguna vez. Cuantos de
nosotros hemos caído en la tentación, presos del entusiasmo, de comenzar una carrera a un ritmo
superior al recomendado, pese a haber escuchado cientos de veces el sabio consejo de que los
primeros kilómetros deben ser los mas lentos para intentar culminar la prueba a mayor velocidad.
Con esto solo conseguimos desgastarnos mas rápido y al final de cuenta acabar con un sabor
amargo sabiendo que cometimos un error presos una vez mas de la ansiedad que nos jugo otra mala
pasada.
El resultado común que se obtiene al dejarse dominar por estas emociones es, la mayoría de las
veces, el fracaso deportivo y este a su vez viene ligado al sentimiento de frustración que cualquier
corredor puede experimentar al no haber sido capaz de alcanzar un ideal propuesto.
En el peor de los casos deviene la desmoralización y el abandono de la práctica deportiva, al menos
de forma temporal, por la herida narcisista que representa estar por debajo de esa representación
ideal que cada competidor tiene de si mismo.
Es por todo esto que el mejor consejo para el corredor, y sobre todo para los mas inexpertos, es
tener la cabeza fría para plantear con criterio objetivos de trabajo realistas acorde al nivel, a las
posibilidades y a las capacidades individuales de cada atleta, que impliquen un reto pero que a su
vez sean alcanzables por el mismo.
La paciencia y la prudencia tanto en la preparación como en las competencias, siempre terminan
premiando a todo aquel que con la suficiente inteligencia emocional es capaz de controlar y no
dejarse atropellar por sus impulsos.
Federico Martinez
Lic. En Psicología – Corredor popular
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