Echando fuera toda ansiedad

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Echando fuera toda ansiedad
Mateo 6: 25-34
En un mundo dominado por la incertidumbre de las cosas materiales, Jesús nos recuerda
cuál debe ser la actitud de los que creen y confían en Él. Jesús comienza este tema en el
versículo anterior, el 24, donde nos habla acerca del peligro de vivir para las cosas
materiales. En la reflexión de hoy nos habla de lo equivocado de afanarnos por esas
cosas.
La ansiedad por las posesiones fisicas y materiales. vers. 25-30. Resulta claro que las
cosas materiales son necesarias. Cuando Jesús dice, “No sólo de pan vive el hombre,”
indica que también vive de pan. No hay que quedarse en meditación quieta esperando
que las cosas bajen del cielo. El ejemplo que nos dan las aves nos enseña esto. Es cierto
que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, pero se pasan el día buscando el
alimento y cuidando su nido. Y los lirios sustraen el alimento de la tierra donde están
plantadas, esto es, deben realizar un “trabajo” para mantenerse vivas, así este trabajo sea
visto como algo meramente mecánico. Pablo dice el que no trabaje que no coma. Lo que
el Señor nos enseña aquí es a no estar ansiosos por estas cosas, como si fueran el fin
último de la vida. La historia de Marta y María es un ejemplo de esto (Lucas 10: 38: 42).
“Por nada estéis afanosos” (Filipenses 4: 6, 7). Dios es el autor de nuestra vida, por tanto
El también se preocupará de nosotros (Romanos 8: 32). “Encomienda a Jehová tu
camino, confía en El y El hará” (Salmo 37: 4).
La ansiedad y la fe. vers. 30-32. “Hombres de poca fe” es una de las expresiones
centrales de este mensaje. No debemos tener fe sólo para las cosas espirituales. Dios
desea que nuestra fe sea integral y práctica. Nuestra fe debe ser aplicada también en el
área de la vida diaria y material. Muchas veces no le creemos al Señor en esta área.
La ansiedad y el reino de Dios. Buscad primero el reino de Dios y su justicia. v 33. Si
hay algo por lo que debemos “afanarnos” es por buscar a Dios, por apartar tiempo para
buscar su rostro. Dos ejemplos notables de los resultados de esto:
a. Salomón, pidió sabiduría y no riquezas. Dios le dio sabiduría y riquezas.
b. Los cuáqueros (puritanos), se dedicaron a buscar a Dios y Dios les dio riquezas.
Debido al hecho de que vivían para Dios, no gastaban el dinero innecesariamente y
así sus ingresos prosperaron.
La ansiedad y el futuro. v 34. “No os afanéis por el mañana.” No sólo no debemos
afanarnos por el presente, pero tampoco por el futuro. Aprendamos a vivir despojados
del peso de los pecados y errores pasados y a vivir en el presente, en el presente eterno de
la voluntad de Dios (Hebreos 13: 8). Esto no quiere decir que no debemos planificar para
el futuro (las estaciones y los tiempos de la cosecha son una enseñanza en este sentido).
La enseñanza es que no debemos dejar que estas cosas nos preocupen de tal manera que
nos roben el gozo de la vida presente.
Debemos vivir responsablemente, trabajando para procurar el pan de cada día y de ser
posible también cuidando para el futuro. Pero el Señor nos enseña a no vivir para estas
cosas, ni afanarnos por ellas. Debemos buscar primero las cosas de Dios y lo demás
vendrá como parte de la bendición de buscar a Dios.
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