Mejorar la conducta con la ayuda de un igual (tutoria entre iguales)

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Mejorar la conducta con la ayuda de un igual
Rosa María Martín Romero ( Profesora de Filosofía ) Cuadernos de Pedagogía, Mayo
2013, Editorial Wolters Kluwer España
En el contexto del aprendizaje cooperativo surge la iniciativa de desarrollar la tutoría
entre iguales, para la mejora de la conducta de dos alumnas que presentan algunos
problemas educativos. En esta experiencia, desarrollada en el Instituto Caura de Coria
del Río (Sevilla), aprovechamos la oportunidad para llevar a cabo una experiencia en la
que estas alumnas harán de tutoras y aprenderán enseñando a dos compañeros que
presentan problemas de disciplina.
Este método lo aplicamos a dos niveles educativos y trabajamos formando parejas de
distintos cursos (primero y cuarto de ESO). Las alumnas de cuarto, que tienen un mejor
nivel de competencias, realizan el rol de tutoras y los alumnos de primero, con un nivel
de competencias menor, realizan el rol de tutorados.
Pretendemos que las chicas confíen en su capacidad de enseñar y de aprender, que
aumenten su implicación, su sentido de la responsabilidad y que mejoren sus
habilidades psicosociales y de interacción.
Planificación de la tutoría entre iguales
La primera acción que llevamos a cabo es la formación de los implicados en el proceso.
En primer lugar, dedicamos dos sesiones a que, por una parte, las alumnas tomen
conciencia de su función como mediadoras del aprendizaje y, por otra, que los alumnos
conozcan sus funciones en el desarrollo de su papel como tutorados. Una vez
establecidos los roles, trabajamos para que asimilen las características que han de tener
un buen profesor o profesora y un buen alumno o alumna. Esas cualidades son las que
deben interiorizar y aplicar en las diferentes sesiones. En una de estas sesiones de
concienciación, una de las alumnas tutora comenta que esta experiencia le está sirviendo
para ponerse en el lugar de los maestros, para entenderlos y controlar su mal humor.
A continuación, los implicados firman un contrato de compromiso, en el que se expone
la participación de los alumnos en el programa y el desarrollo del rol de cada uno de
forma adecuada.
En un principio, los tutorados se sienten extraños con dos alumnas mayores que los
ayudan a reflexionar sobre su comportamiento en el aula, a la par que ellas reflexionan
sobre el suyo. La experiencia es como un espejo en el que unas y otros se ven
reflejados.
Desarrollo del contenido curricular
El proceso continúa su desarrollo a través de:
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• Actividades relacionadas con la convivencia escolar (disciplina, autocontrol y
aceptación de las normas).
• Dinámicas para desarrollar habilidades sociales cooperativas.
• Fichas de reflexión relacionadas con los partes de incidencias.
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• Actividades de correflexión.
• Ejercicios elaborados por las tutoras.
Así es como lo cuenta una de las tutoras: “Nos pusimos los cuatro, en parejas, a
comentar los partes de incidencias que los profesores nos habían comunicado y a hablar
sobre ellos para recapacitar”.
Las tutoras asumen de tal forma su papel que incluso cuando están fuera del aula se
preocupan del comportamiento de sus tutorados, preguntándoles cómo les va el día, que
si algún profesor les ha puesto partes, y recordándoles que se porten correctamente. Se
van dando cuenta de que todo lo que les indican a sus tutorados es lo que realmente
deben hacer ellas, que aprenden enseñando, y que enseñar es una manera muy eficaz de
aprender.
Valoración del programa
Durante los meses de enero y febrero, las tutoras y los tutorados trabajan en parejas, con
roles fijos, y durante este tiempo consiguen mejorar considerablemente su conducta.
Según los tutorados, la experiencia les ha servido “para que no me pongan tantos partes
y me ha ayudado a portarme bien” y la valoran positivamente ya que les ha ayudado a
“mejorar mi conducta y a aprender las cosas que tengo que hacer”.
Por su parte, las tutoras han “aprendido a pensar” y a comportarse “como una persona
responsable”. Una de ellas afirma: “considero que es como un voto de confianza que te
dan para que cambies y eso es bueno”. La experiencia también les ha dado la
oportunidad de reflexionar: “Me he comportado bien mientras que ejercía el papel de
tutora y no me han puesto más partes. Ha sido una buena experiencia porque me ha
ayudado a corregir mi comportamiento, a mejorarme a mí misma. Me he dado cuenta de
lo que hacía mal y he tenido mejor conducta en clase”.
El poder de la colaboración entre el alumnado
La práctica del aprendizaje cooperativo está en fase inicial en el Caura, por lo que
nuestra experiencia es muy concreta y parcial. Sin embargo, ha habido una mejora
sensible en la actitud y el comportamiento de las alumnas y los alumnos con respecto al
entorno escolar.
Es increíble el comportamiento tan correcto que tienen los tutorados fuera de su
contexto habitual y lo responsables que llegan a ser. Notan el cambio en la forma
implícita de entender el aula y llegan a comprender que todos pueden aprender de todos.
Se preocupan de realizar sus tareas, son puntuales, y les parece fantástico que pueda
haber otras alternativas a la expulsión. Se sienten valorados y reconocidos porque
trabajamos para recuperarlos e integrarlos en nuestro centro educativo..
No obstante, se trata de una experiencia muy puntual, dado que se realiza en un Instituto
de Enseñanza Secundaria en el que el aprendizaje cooperativo no está generalizado.
Para obtener beneficios más amplios y duraderos, se hace necesaria la generalización de
esta metodología y su continuidad en el tiempo.
Para saber más: Duran, David y Vidal, Vinyet (2004):Tutoría entre iguales: de la
teoría a la práctica. Barcelona: Graó.
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