Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente

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“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes (ni te desanimes), porque Jehová
tu Dios estará contigo en donde quieras que vayas”. (Josué 1: 9)
¿Qué es el desánimo? La palabra griega adsumeó, traducida al español significa desánimo, lo cual es estar sin
fuerzas para seguir adelante o estar abatido. Es como una idea fija que se apodera todo nuestro ser y nos
paraliza por completo. (1 Samuel 17.11) Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para
qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de
entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros
seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos
serviréis. 10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee
conmigo. 11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.
Desánimo es aquella sensación de abatimiento, apatía, desaliento, falta de ilusión o de ánimo es la que
frecuentemente experimentamos cuando por alguna razón no encontramos o no obtenemos lo que queremos.
El desánimo nos lleva muchas veces a ver las cosas sin una importancia real, en lo espiritual nos lleva a ya no
practicar aquellas cosas que nos fortalecen. Una persona desanimada es una persona que difícilmente buscará
orar, es una persona que difícilmente querrá leer la Biblia, es una persona que difícilmente tendrá el ánimo de ir
a congregarse y menos de servir a Dios. “Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más,
ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová”. (Jeremías 23:4)
Existen muchos tipos de enfermedades malignas y benignas que por lo usual la persona adquiere en su
organismo, sin embargo, hay algunas enfermedades que no tienen cura y es imposible vivir con ellas.
El cristiano tiene este mismo problema cuando la enfermedad del desánimo agobia nuestra vida espiritual y ésta
misma vuelve peor cuando el cristiano no está lo suficientemente vitaminado con la palabra de Dios. La
enfermedad avanza y avanza hasta llegar un límite de decaer a la persona, sabiendo que nuestras debilidades
son blanco seguro para que el desánimo se aproveche de la situación y decaer al cristiano.
(Jeremías 30:10) “Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí
que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá,
descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante”.
En la iglesia de la cual pertenezco, los miembros han sufrido muchos tipos de desánimo:
1. El desánimo filial: El cual este ayuda a que el cristiano no se relacione con sus hermanos y el amor de
cristiano vaya desapareciendo cada vez más y más; por esto hemos llegado al límite de hasta no hablarle a
nuestro hermano por rencillas o rencores guardados en nuestro corazón de nuestro pasado. No caigamos en
este desanimo letal ni mucho menos olvidemos esto: “… el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo
puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4. 20-21).
2. El desánimo servicial: Este es uno de los desánimos más acostumbrados por lo servidores de la iglesia. A
veces algunos servidores no comprendemos que servirle al Señor es uno de los más gigantes privilegios que
existen tanto en cielo como en la tierra (Deut. 6. 13), y para ser honesto, he visto servidores que cuando los
llaman para servir en la adoración se niegan, o lo hacen por no dejar haciendo malos gestos en sus caras y no
sabiendo que no es por agradarle al predicador sino al Dios Todopoderoso. “Servid a Jehová con alegría…”
(Salmos 100. 2).
3. El desánimo congregacional: Ahora podemos hablar acerca de aquellos hermanos que son persistentes en la
iglesia, que nunca fallan, y aquellos que por algunas razones siempre fallan en la adoración los días domingo.
Esta enfermedad ha llegado muy lejos. “Sinceramente esto me desconsuela y a la vez me enoja” al ver a tantos
hermanos que en vez de congregarse y darle a Dios unas 2 o 3 horas, prefieren gastar esas horas en ver
telenovelas, o ir al partido de fútbol, o quedarse descansando en sus camas sin saber que Jesucristo puede venir
y encontrarlos haciendo así. Ya esto los miran normal y creen que no existen consecuencias tomándolo como
costumbres (Hebreos 10. 25).
4. El desánimo espiritual: El desánimo espiritual abarca en todos los sentidos. Nos desanimamos por ver los
largos caminos para evangelizar (Números 21. 4), nos desanimamos por la prosperidad de los impíos (Salmos
73. 3), nos desanimamos por ver a pocos hermanos en la iglesia, estos y muchos obstáculos más, hacen que
nuestra vida espiritual sea aburrida y sin sentido. En esta temporada muchos cristianos se acoplan a las
tradiciones y dejan al Señor por último, poniendo en primer lugar las tradiciones. Esto es desconsolante, miran
las congregaciones vacías de a lo mejor 150 hermanos y en estos días ver a solamente 20 hermanos. Me
pregunto: ¿Qué pasara sí Jesucristo viniera en ese preciso momento y en vez de encontrarlos en la
congregación adorándolo, los encuentran en los ríos, o balnearios, o en los mares como lo hacen los impíos?
¿Estamos amando a Dios verdaderamente? ¿Somos verdaderos cristianos? Esto sucede porque nosotros, o no
queremos librarnos de esa enfermedad o no podemos, porque elementos existen para ayudarnos a desaparecer
el desánimo de nuestras congregaciones.
¿Cómo combatir el desánimo?
1. Reconoce que no eres el mismo. El reconocimiento de nuestro estado siempre será el principio de una
restauración. Mientras no reconozcas que tienes un problema, que no eres el mismo, que has dejado de ser
aquella persona que un día fuiste, entonces difícilmente saldrás de allí. La Biblia dice lo siguiente: “El orgulloso y
arrogante al fin de cuentas fracasa.” Proverbios 16:18 (Traducción en lenguaje actual).
2. Niégate a ti mismo. Comienza a hacer cosas que ya no quieres hacer y que no debiste de dejar de hacer. Si
antes orabas y ahora ya no, entonces comienza nuevamente a forjar ese hábito de oración. Quizá al inicio será
un poco difícil, pero todos somos capaces de forjar hábitos en nuestra vida cuando constantemente los
practicamos. Lee la Biblia aun cuando creas que ya lo sabes todo o que ya la has leído muchas veces.
Congrégate, busca servir en tu congregación. El hecho que estés activo te ayudará a mantenerte firme, entre
más sirves y más involucrado estás en la obra de Dios, buscarás más su respaldo y por consiguiente la comunión
con Él. La Biblia dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7 (ReinaValera 1960).
3. Acércate a personas que amen a Dios y que te ayuden a mantenerte firme. El problema de muchos de
nosotros es que nos creemos autosuficientes, recuerda que somos una familia y como familia debemos
ayudarnos mutuamente. No te creas lo suficientemente fuerte como para no necesitar la ayuda de otros. Hay
personas que aman a Dios y que pueden ayudarte en los momentos de flaqueza, busca a esas personas, entabla
amistades que pueden fortalecerte en momentos de debilidad. El problema de muchos es que cuando se
sienten desanimados se aíslan totalmente de todos y no buscan ayuda. La Biblia dice: “La verdad, «más valen
dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede
levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse!” Eclesiastés 4:9-10 (Traducción en
lenguaje actual).
4. Si sientes que tropiezas, ¡Levántate! Hay momentos en los que sentirás que estás haciendo bien las cosas,
pero de pronto quizá tropieces, entonces en esos momentos lejos de frustrarte o rendirte, debes levantarte e
intentarlo nuevamente. El problema del cristiano no está en tropezar, sino en no quererse levantar. La Biblia
dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16 (Reina-Valera 1960). Nunca te
rindas de tratar de querer agradar a Dios, porque Dios ha de recompensar tu insistencia, ha de fortalecerte y
hará de ti un testimonio vivo para bendecir a muchos más que como tú también están pasando por situaciones
similares.
¡Comencemos a trabajar e inyectarnos de la palabra de Dios para desaparecer este virus que mata al
cristiano!
Si dejamos pasar más esta enfermedad, nuestra vida será un caos y no sabremos qué hacer cuando el poder de
Dios nos mueva con fuerza, porque tanto la palabra como nuestras obras nos fortalecen y más aún cuando
tenemos a nuestro gigante delante de nosotros guiándonos hacia una mejor vida eterna. “Por tanto, oh
varones, tened buen ánimo, porque yo confió en Dios…” (Hechos 27. 25).
Querido hermano(a), que bueno es poder trabajar con buen ánimo para Dios, es JESUS quien nos alienta en los
momentos de debilidad (Is. 40:29 y 41:10) Confiemos en nuestro buen amigo Jesús porque el estará con
nosotros todos los días hasta el fin del siglo.- ¡Animo M.I.A.I., que Dios está de nuestro lado.
Pastor Luis Oliva , Vicepresidente .
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