AGUAS BLANCAS SALESIANA NUEVA VIDA A LOS 60 Existen muchos lugares lindos para descansar, rezar y disfrutar de la naturaleza. Pero a mí, el que más me gusta, está en Aguas Blancas. Cuando llegues por la ruta 8 al kilómetro 91, doblá al E y avanzá unos diez kilómetros. Desde la ruta 81, la “Panorámica”, entre los altos eucaliptos que trepan por la ladera, verás, de golpe, un antiguo molino, otras antiguas construcciones de piedra y, finalmente, un rectángulo azul, la piscina. Llegaste. Quizás no advertiste que, un poco antes de llegar, pasado el pueblo y la Sociedad Nativista, cruzando la calzada que se prolonga en el camino áspero de la izquierda, detrás del alambrado, la imagen de la Inmaculada de Aguas Blancas te dio su bendición y bienvenida. El predio, con varias construcciones, fue adquirido hace casi 60 años y adaptado para el uso del seminario salesiano en las vacaciones. Cuando los tiempos cambiaron, se convirtió en Casa de Retiros y Colonia de Vacaciones. Si en el comienzo se cargaba de vida unas pocas semanas del verano, hoy rebulle de actividad en las cuatro estaciones. Lo ocupan bien los sacerdotes en sus reuniones de febrero; lo disfrutan los seminaristas en intermitentes períodos cortos; y lo pueblan de risa, chapoteos, canciones y oración más de cuatro mil visitantes al año. Y, donde te descuides, verás una “cuadrilla” de algún centro juvenil salesiano en pleno campamento de trabajo. ¡Los niños! ¡La muchachada! ¡No podés imaginártelo! Pueden pescar en la represa o en “Los 7 caños”, pueden trepar al cerro de la Virgen o explorar por “Los hornitos”, juntar leña a lo largo del camino viejo o jugar con sosiego alrededor de una mesa. De noche, después del fogón y las últimas oraciones, a dormir al molino o a la casa de piedra, con sus servicios higiénicos nuevos y limpios –digámoslo: ¡después de tanto tiempo!-; un comedor cerrado y ampliado al doble; cocina renovada; chalet para grupos más pequeños, de adultos, con ganas de reflexionar y rezar; el viejo salón “para lo que sea”, y en lo más alto del área de las construcciones, la capilla, que dialoga con la Virgen del cerro. La magia del canal, el silencio quebrado por ranas y grillos durante la noche... A veces, todavía parece escucharse en el Abra de Zabaleta la voz vibrante del radioaficionado: “Aquí CX 4 Serranías Azules”, mientras en lo profundo del molino rezongan la turbina y el generador de energía eléctrica, gastado y fiel. Pero todo eso es “lo viejo”, lo que existe desde siempre, aunque hoy luzca brillantes ventanas de aluminio. También hay cosas nuevas: donde solo había pasto y piedras, está creciendo un monte; contra el arroyo, junto al monte costanero, ahora hay una plaza de juegos; y en el sempiterno reino de las culebras y los lagartos, se alza un escenario al aire libre. Para quienes hace tiempo no llegan a Aguas Blancas, la transformación parece un milagro. En realidad, es fruto de sueños, de madrugones y de trabajo. Los sueños de alguno que descubría el futuro de unas breñas y de un matojo, que advertía que el frío entraba por muchas rendijas y que el comedor y la cocina resultaban insuficientes. Madrugones y trabajo del personal responsable, para dejar todo a punto, entre grupo y grupo: que todo esté limpio, que no falte nada. Y más trabajo, todavía, para conseguir financiación. ¡Y qué trabajo! Por todas partes responden que la cosa está difícil, que vamos a ver, que hay muchos pedidos... Y toca explicar, razonar, mostrar fotos, estadísticas, presentar posibilidades, crear alianzas... Al final, la gente se convence. En 2005, alguno se comprometió y renovó toda la red cloacal. Fue el primer paso. Detrás de este, algunas agencias de solidaridad alemanas se jugaron por el arreglo de los dormitorios y los baños; el comité norteamericano de obispos financió otras iniciativas; y nuevamente desde Alemania llegó la ayuda para refaccionar la cocina y ampliar el comedor. Hasta al chalet, le tocó. Pero no todo vino del exterior. También el Ministerio de Transporte y Obras Públicas puso “su granito”, ¡y bastante grande! El convenio firmado con el MTOP establece, como contraparte y homenaje a Don Bosco, que durante 5 años puedan disfrutarlo, gratuitamente, grupos de escuelas públicas de zonas humildes. Pero retrocedamos hasta los años viejos. ¡Cuántos no habrán podido salir del lugar porque el tímido arroyo se agigantó, cubrió la calzada y les cortó el paso? ¡Y los que tuvieron que dormir en el ómnibus o el camión, esperando la bajante, para poder entrar? Siempre se habló del camino viejo, tan viejo que quedó intransitable: la portera ofrecía un paso inútil. La Intendencia Departamental de Lavalleja asumió la tarea: emparejar, alisar, rellenar: máquinas, tierra, piedra, amor a una obra que está al servicio de la gente. ¡Inmaculada de Aguas Blancas! Lindo lugar para vivir la naturaleza y rezar... eduardo martínez addiego