Hace muchos años, en un pequeño pueblo de nuestra Península

Anuncio
AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS
Hace muchos años, en un pequeño pueblo de nuestra Península Ibérica.
Dos hermanas mellizas veraneaban en esta pequeña aldea. Sus cuatro
abuelos vivían allí.
Inés e Isabel, sus nombres de pila, iban juntas a todos los sitios. Dormían
en la misma cama. Una cama con un gran jergón de lana de oveja, bien
mullida. Lana que provenía de las ovejas, ovejas que habían tenido años
atrás sus abuelos.
Esas sabanas olían a campo. Sobre los prados verdes se soleaban.
Su madre lavaba la ropa en una gran pila, utiliza un cantón de jabón.
De la grasa del cerdo que recogían en esos meses del gélido invierno, la
colocaban en unos barreños grandes junto con sosa y con agua muy
caliente. Ante los ojos expectantes de las mellizas, la madre movía sin
parar toda la mezcla hasta deshacer toda aquella grasa. Una vez hecho, lo
echaban en unos grandes moldes de madera. Cuando esta mezcla estaba
fría, los cortaban en prismas cuadrangulares. Esta fabricación tan artesana
les parecía extraordinaria. ¡Sus abuelas y su madre sabían y podían hacer
jabón!
Así iban pasando los veranos.
Les encanta ir en su BH, ¡bicicleta que tantas aventuras vivió con ellas!
Comenzaban a formar una gran pandilla, amigos de muy diferentes
edades. Amigos inseparables durante las vacaciones estivales y de invierno.
Los integrantes de esa pandilla fueron creciendo, algunos comenzaban la
universidad, otros seguían en el instituto y los más pequeños estaban en los
últimos años de colegio.
Comenzaban a verse menos, pero el tiempo que pasaban juntos era muy
intenso. Formaron un pequeño grupo de teatro. Creaban decorados,
escribían guiones, representaban obras de teatro ya escritas por escritores
tan conocidos como Oscar Wilde. Realizaban concursos de disfraces,
juegos para los más pequeños, carreras de bicis...
Cuando más disfrutaban estas mellizas y su hermano era a la hora de crear
sus propios disfraces. Sus primeras creaciones fueron: mosquitas y un gran
tubo hecho con una caja de cartón, este tubo era el matamoscas “Raid”
Los militares habían llegado al pueblo en un coche realizado una vez más
con una gran caja de cartón, los faros eran dos grandes platos de papel de
aluminio.
Corría el año 92, esta vez los acontecimientos cobraban vida: Juegos
Olímpicos, Expo de Sevilla, Curro.
Los premios no eran importantes. A ellas no les importaba, lo más
estupendo era la ilusión que ponían a la hora de crearlos.
La abuela murió. La ilusión de disfrazarse y de otras muchas cosas estuvo
enmascarada durante algún tiempo...
1
Los años seguían su curso y esa alegría de volver a disfrazarse iba
brotando poco a poco en sus corazones. Fue así como la historia se repetía.
Desde principios de verano hasta el concurso que solía celebrarse por
mediados del mes de agosto, las ideas manaban como aguas cristalinas.
¡Tenía que ser algo que llamase la atención del jurado! ¡No podía ser un
disfraz comprado! Eso, lo podía hacer todo el mundo. ¡Tenía que ser algo
distinto! Tampoco los podían reconocer, así sería más intrigante.
Pasaban las tardes organizando el material a utilizar: cajas de cartón,
hueveras, papel de aluminio ya usado...
La última prueba la realizaban de camino a la plaza Mayor del pueblo. A
veces, eran un poco incómodos de llevar, pero merecía la pena. Esta vez
los robots habían sido seleccionados.
Al año siguiente, Bob Esponja. El principal material nuestra querida amiga
caja de cartón. No le faltaba detalle, las hendiduras de las aristas de la caja
se habían conseguido pegando papel de periódico y cola blanca. Después
con distintos colores de tempera fueron elaborando al doble de Bob
Esponja.
Luego vendrían nuestros racimos de uvas. Lo primero de todo, ropas viejas
de color verde. Serían la base donde coserían los globos verdes. Los globos
explotaban, parecía que tuviesen petardos en casa. Pequeños gusanos salían
de estas uvas, gusanos que habían sido creados por Iván. En la cabeza
llevaban hojas reales de la viña, de esta manera no se les veía el pelo, ni la
cara.
Las siguientes creaciones fueron la famosa caja de palomitas y la lata de
Coca-Cola. La conocidísima caja de cartón se convirtió esta vez en una
gran caja de palomitas. Forma de cilindro para la gran lata de Coca-Cola.
Tengo entendido que ésta fue una de sus últimas producciones, pero estoy
convencida que este verano volverán a sorprenderme con sus disfraces
hechos con cualquier material que puedan reciclar y reutilizar.
2
Descargar