EL ROL DE LA CORTE SUPREMA: NECESIDAD DE CAMBIOS Por el Dr. Francisco A. Távara Córdova Jefe de la Oficina de Control de la Magistratura Vocal Titular de la Corte Suprema de Justicia Agradezco a la Universidad de Florida, a la Pontificia Universidad Católica del Perú, al Instituto de Defensa Legal y al Consorcio “Justicia Viva”, por haberme invitado a participar en este importante, en el que se ha de tratar la insistente problemática de la reforma judicial, concretamente, el de la Corte Suprema de Justicia. Parafraseando al jurista español Alejandro Nieto1, podemos decir que: “Algo debe estar pasando” con las reformas judiciales en el Perú, pues el Poder Judicial sigue sumido en el desconcierto. Se le ha acusado de retraso, sobrecarga y lo más grave, de corrupción; sin embargo, en tales acusaciones debieran estar comprendidas también, la salud, la educación, la seguridad social, etc., pues ellas también sufren de tales males. Por ello la reforma judicial no es un problema, sino una problemática, que tiene que ver con las estructuras mismas de nuestra sociedad. Ponencia sustentada en la “Séptima Conferencia Anual sobre Asuntos Legales y de Políticas Públicas en las Américas”, organizada por la “Universidad de Florida”, y que fuera realizada en el “JW Marriott Hotel Lima”, el día 26 de mayo del 2006. 1 NIETO, Alejandro. El Desgobierno judicial. Madrid. Trotta. 2004. pág. 13 1 El Perú, constituye un país ahíto de fe, cuyo esfuerzo se arroja, de modo denodado, hacia el futuro; construye su porvenir, sobre el torbellino del presente... Digo esto, porque el Perú, como un país subdesarrollado, o eufemísticamente llamado en vías de desarrollo, o emergente, aparece como una nación aquejada por graves y grandes problemas, como la pobreza, el desempleo, la falta de vivienda, la falta de seguridad social adecuada, la problemática de la salud y la educación, etcétera, entre muchos otros, que han llevado a que se planteen, como punto principal de agenda, la reforma general del Estado. Quiero decir con esto, que el problema de la justicia o del Poder Judicial, está ligado a los problemas estructurales del país, no es un problema aislado o insular, las deficiencias del servicio de justicia tienen un escenario similar y tal vez, hasta se explican, por la problemática del Estado y de la sociedad peruana en general. Sin duda, esta bitácora reformadora del Estado, ha de comprender, la ineludible reforma o reestructuración, como quiera llamarse, del Poder Judicial, y dentro de ella, el de la Corte Suprema de Justicia. Es esta la razón que me trae aquí, y aunque si bien, 2 durante varios años, he ocupado el cargo de Jefe la Oficina de Control de la Magistratura, para quienes nos visitan del extranjero, aclaro que esta Oficina pretende, controlar disciplinariamente, a cerca de mil novecientos magistrados y doce mil empleados o auxiliares jurisdiccionales. Empero, esto no impide, que en mi condición de Magistrado de la Suprema Corte, pueda exponer mi punto de vista personal, sobre el tema propuesto. Conviene, antes de reflexionar sobre la problemática de la Corte Suprema, dar un breve repaso, al diseño estructural y competencial de la misma. Esto nos ha de servir, para entender, en mayor grado, las propuestas, que se han de formular al respecto. La Corte Suprema, estuvo compuesta hasta hace poco por ocho Salas, de cinco miembros cada una, actualmente son 7, y son las siguientes: 1. Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente 2. Sala de Derecho Constitucional y Social Transitoria. 3. Sala Civil Permanente 4. Sala Civil Transitoria 3 5. Sala Penal Permanente 6. Primera Sala Penal Transitoria 7. Segunda Sala Penal Transitoria Formalmente se encuentra, asimismo, integrada, conforme al artículo 29 del Texto Único Ordenado de La Ley Orgánica del Poder Judicial, cuya vigencia fuera restablecida por la Ley N° 27362, por dieciocho vocales supremos, sin embargo, a la fecha, solo hay trece vocales supremos titulares - incluido el Señor Presidente del Jurado Nacional de Elecciones - entre quienes fueron designados por el Consejo Nacional de la Magistratura, y quienes fueron nombrados, mediante otros sistemas de selección judicial. A la fecha, un magistrado supremo ocupa el cargo de Presidente de la Corte Suprema de Justicia y del Poder Judicial, el Dr. Walter Vásquez Vejarano; dos magistrados supremos integran el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, otro ocupa el cargo de Presidente del Jurado Nacional de Elecciones, y quien expone, ha asumido la responsabilidad de conducir la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA). De esto se desprende, que en el ejercicio 4 jurisdiccional, se desempeñan a la fecha, solo 8 magistrados supremos titulares. A fin de completar las salas supremas permanentes, y las creadas con carácter provisional, se han designado aproximadamente 28 vocales supremos provisionales. Empero hay que destacar, que la titularidad en el cargo, supone, que el órgano habilitado competencialmente para la designación judicial – Consejo Nacional de la Magistratura - ha valorado la experiencia y destrezas del postulante, su idoneidad, con carácter ad hoc para una plaza judicial concreta, y esta es la de Vocal Supremo. Ciertamente, no sucede lo mismo, con los Vocales Supremos Provisionales, quienes, ascienden de grado judicial, pero en su calidad de Vocales Superiores, y como su nombre mismo señala, lo hacen de modo provisorio, careciendo por ende, de la permanencia que otorga la titularidad, y en consecuencia, de la posibilidad de madurar aún más, su formación jurídica, y con ello, contribuir de modo valioso a sentar jurisprudencia, más aún, cuando cabe reconocer la gran calificación de los vocales supremos provisionales. 5 Se desprende entonces, que las Salas Provisionales, dado el estado actual de cosas, han adquirido el carácter de “Salas Permanentes”, lo que desnaturaliza la función jurisdiccional de la Corte Suprema. Por tal razón, aparece claro que tenemos una Corte Suprema hipertrofiada y atiborrada de expedientes. Este es uno de los problemas que hay que enfrentar. Expresó hace muchos años, nuestro más grande vate, Cesar Vallejo, en una carta dirigida a su abogado, cuando afrontaba un injusto proceso penal, lo siguiente: “....ME QUEDO LLENO DE INQUIETUD PUESTO QUE SÉ QUE TODO ES POSIBLE EN MATERIA JUDICIAL...”2 Con ello, nuestro poeta, columbró un problema medular de la justicia peruana: la falta de predictibilidad y con ello, de seguridad jurídica. Es de mayoritario consenso, que la reforma de la Corte Suprema, ha de empezar por limitar los casos que lleguen a la Citado por ORBEGOSO, Sigifredo. Historia y Constitución: Temas polémicos. Trujillo. Ediciones Vallejianas. p. 141 2 6 misma, lo que comprende ciertamente, disminuir la actual sobrecarga procesal que pesa sobre ella. Si no se logra cumplir, esta primera condición, resultaría sumamente difícil, que la Corte pueda cumplir con una de sus funciones esenciales, la de fijar jurisprudencia. A ello se aúna, el de establecer el marco y los procedimientos que permitan que estos precedentes sean efectivamente vinculantes. Recordemos, solo por citar un ejemplo, que la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema, tuvo una producción jurisdiccional ascendente a 3,324 resoluciones, durante el año dos mil cinco, y ese mismo año, ingresaron 1,485 recursos de casación, a lo que se agregan apelaciones, quejas de casación, entre otros procesos, sumando un carga de 1, 973 expedientes, a lo que se añade los procesos judiciales de años anteriores. Es evidente, que se requiere entonces, la descongestión judicial urgente de la Corte Suprema, a fin de que pueda cumplir su rol vertebral: de fijar precedentes jurisprudenciales. Este solo aspecto, constituye un punto cardinal, de ahí la suma importancia de las propuestas que se presenten al respecto. Se 7 hace necesario racionalizar la actividad de la Corte Suprema, para que esta se convierta en un órgano de difusión de las tendencias sociales y políticas más trascendentes de la sociedad. Para todo esto se requiere una actuación cuantitativamente disminuida respecto de la que tiene ahora. CERIAJUS, el intento más serio de reforma judicial, ante esta problemática, ha propuesto, dentro de su Plan Nacional de Reforma Integral de la Administración de Justicia: la reducción de la Corte Suprema a una Corte única (o Sala única), compuesta por once miembros, cuya función principal sería la de conocer sobre recursos de casación, a lo que se agregaría, los derivados de procesos de ante - juicio contra altos dignatarios del país, (levantamiento de inmunidad) y otras competencias concretas. El recurso de casación, conforme a lo señalado por CERIAJUS, no tendría efecto suspensivo, ello por considerar, que es precisamente este efecto, el que es aprovechado por los malos litigantes, para dilatar el proceso, esto al no tener ni el derecho ni la razón de su parte. Sin embargo, establece como excepción, el ofrecimiento, por el impugnante, de una caución dineraria por el monto de la ejecución, aunque el jurista Javier de 8 Belaunde, haga hincapié a una caución juratoria, esto en su más reciente obra, que fuera entregada en este certamen. Nos preguntamos: ¿El ofrecimiento, de caución dineraria, puede constituir un elemento para desincentivar el uso indebido de la casación?. En términos generales sí, sin embargo habría que reflexionar lo siguiente: existen procesos judiciales en los que el monto dinerario de lo debatido, constituyen sumas ingentes, situación que haría sumamente difícil, que el impugnante pueda cumplir con dicha caución, máxime cuando por lo general, cantidades de tal magnitud, se hayan capitalizadas. Ante tales situaciones, la caución dineraria haría demasiado onerosa, casi inviable, la interposición del recurso de casación. Con esta medida, se estaría exigiendo, la realización en dinero, de los capitales pertenecientes al impugnante, a fin de cumplir con la caución dineraria. Entonces debemos reflexionar aún más esta opción. Hay evidentemente, otros tipos de medidas, que sin gravar en extremo el recurso de casación, puedan satisfacer esta misma finalidad de limitar el uso abusivo de este medio impugnatorio. 9 Por ello, propongo que sea, una garantía real, como podría ser una garantía mobiliaria o inmobiliaria, aparejada ciertamente, de una normatividad, que de modo taxativo, disponga un iter judicial, que implique la ejecución inmediata y expeditiva de tal garantía, a fin de no dejar ningún resquicio, que haga posible, invocaciones procesales que dilaten el ofrecimiento de tutela procesal efectiva. Se hace necesario, reflexionar no de manera aislada, sino considerando nuestra realidad social, en la que existe una escasa convicción ciudadana por la observancia de la legalidad e igualmente, por cumplir la palabra empeñada. Hablo de la devaluación de la Caución Juratoria. Sí entonces, a la no suspensión de la ejecución de la sentencia impugnada en casación, salvo garantía real suficiente. Coincidimos con CERIAJUS, destacando la atingencia anotada. Pero también, se requiere que el recurso de casación, tenga un ámbito material reducido, y para ello, resulta adecuado el criterio de la cuantía. Esto es, que sólo pretensiones que superen un monto adecuado, a determinar, lleguen en casación a la Corte Suprema. Esto limitaría aún más, el número de pretensiones, sometidas a 10 conocimiento de la Corte. Ciertamente, la cuantía constituiría un requisito de admisibilidad para la interposición y concesión del recurso de casación, de observancia obligatoria a nivel de la Sala competente de la Corte Superior respectiva. No considero, que con ello se afecte el principio-derecho de igualdad, en tanto se plantea un fundamento objetivo y razonable, para sentar tal diferenciación, y es el de que la distribución de competencia por el grado, admite perfectamente el elemento de la cuantía, tal como a la fecha se sigue respecto del recurso de casación en materia laboral, o asimismo, existen materias, que vistas a nivel de juzgado de paz letrado, las mismas finiquitan en el despacho de un Juez Especializado. Existen antecedentes legislativos que refuerzan esta propuesta. No se intenta, formular dos justicias, dentro de una visión patrimonialista de la misma, sino de adoptar con seriedad, de si se quiere o no descongestionar la Corte Suprema, y para ello, se debe adoptar posturas definidas, y no ambiguas, lo más coherente es entonces, limitar los casos que llegan a la Corte Suprema, a través del criterio de la cuantía. Esto significa seguir modos de resolver 11 similares a los ya planteados en la jurisdicción constitucional, en el que se ha optado por el amparo residual, y asimismo, nos sirve de ejemplo, la sentencia expedida por el Tribunal Constitucional, en el caso Anicama3, con la que se busca limitar la carga en los procesos constitucionales, utilizando el criterio de afectación o no al contenido esencial de los derechos fundamentales, en el caso citado, del derecho a la pensión. No olvidemos, que con esto se consiguió descongestionar en parte, la carga procesal del Tribunal Constitucional. Sin embargo esta decisión del Tribunal ha provocado que se deriven gran cantidad de procesos judiciales a los Juzgados Contencioso Administrativo, con un efecto notoriamente negativo, que es el de ocasionar sobrecarga procesal La razonabilidad de tal medida, radicaría en que, los asuntos en materia civil, son en gran parte, cuantificables, y ciertamente, a corto y mediano plazo, se podría contar con una Corte que pueda fijar precedentes jurisprudenciales, y con ello asegurar la predictibilidad de la justicia, a nivel de la judicatura ordinaria, con lo que se beneficiaría a la nación en su conjunto, al contar con una justicia cierta, que provoque convicción de seguridad jurídica. STC N° 1417-2005-AA/TC, de fecha 8 de julio del 2005, expedida en el Proceso de Amparo seguido por Manuel Anicama Hernández. En: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/01417-2005-AA.html 3 12 A esto, debemos sumar la posibilidad - luego de un estudio serio de implementar la facultad del certiorari, por el cual, la Corte Suprema, a petición de parte, o de oficio, pueda entrar a resolver sobre un asunto, de legalidad ordinaria, que ostente tal trascendencia, que se encuentre quebrantando la seguridad jurídica para un sector de la nación u otros supuestos excepcionales. Esto a fin, resolver asuntos, cuyo clamor de justicia, no pueden ser dejados de lado. Naturalmente, esta facultad del certiorari, será inmotivado, como acaece en Argentina, de lo contrario, la motivación de tales resoluciones aumentaría la carga procesal, pues sería ello equivalente a declarar la procedencia o improcedencia de un recurso de casación, expresándonos en términos de símil. Ahora bien, me pregunto: ¿ante un recurso de casación planteado en estos términos, que limite la carga procesal, resulta más conveniente una Corte de Sala única?. Por ahora, considero que no, pues una reforma judicial antes que todo, debe ser adecuada a nuestra realidad social, y no, ser una importación pasiva de instituciones jurídicas del Derecho comparado. Muchas veces, la ausencia, de un criterio práctico, y la confluencia de los puntos de 13 vista de los mismos afectados, que hagan sentir su voz, hace que continuemos, indefinidamente, reformando las reformas. Las abstracciones jurídicas, se validan en la realidad, y existen, para servir a la persona, por lo que se debe implantar instituciones que sean útiles para nuestra realidad nacional. Debemos ser imaginativos, creativos, innovativos, debemos ir en busca de soluciones a los problemas concretos de nuestra realidad judicial. Estimo que la idea de una Corte Suprema de Sala única, como la existente en Estados Unidos o, en Argentina, resulta adecuada para Tribunales Supremos que tienen competencia última y definitiva en materia constitucional, esto es, que tienen competencias propias de un Tribunal Constitucional. Para una Corte, que ha de concentrar su trabajo, en el profuso ámbito de la legalidad ordinaria, con parcelas sumamente técnicas, como la penal, la civil, la constitucional (parcialmente), la contencioso – administrativa, entre otras, y para garantizar, con ello, una jurisprudencia de mayor calidad, poniendo énfasis a la especialización jurídica, se requiere entonces una Corte de Salas múltiples o más concretamente, integrada por tres Salas: 14 Civil, Penal y Constitucional. ¿No es acaso que se desea una jurisprudencia, cualitativamente calificada, que sirva de marco general a la judicatura ordinaria? Entonces se debe optar por posiciones concretas y delimitadas, al menos a corto y mediano plazo. La ratificación de una Corte Suprema, compuesta por Salas, y con énfasis en la especialización jurídica, exige, lógicamente, que los precedentes jurisprudenciales sean fijados por cada Sala, y no por el pleno de la Corte. Esto es lo más coherente, pues si se divide la Corte, por Salas, en razón de especialidad, resultaría inconveniente, que magistrados de salas distintas, decidan sobre materia diferente a su tarea jurisdiccional especial. Estamos planteando pues la modificación del artículo 400 del Código Procesal Civil, para hacer viable la realización de plenos casatorios y con ello, los fines de la casación. Esta disposición, de sentar jurisprudencia, conforme a la especialidad jurídica, ya se esta dando, en materia Penal, pues allí, tenemos el artículo 301- A, incorporado al Código de Procedimientos Penales a través del D. Leg. 959, de fecha 17 agosto de 2004, por el 15 cual, las resoluciones de las Salas Penales constituyen precedente de cumplimiento obligatorio cuando así se exprese en las mismas. Sólo la Sala Penal puede apartarse del criterio, expresando los fundamentos de hecho y de derecho que lo motivan. Es decir cuenta con jurisprudencia vinculante de carácter normativo, que por cierto ya han venido estableciendo, las dos Salas Penales de nuestra Corte Suprema, y asimismo, el pleno Jurisdiccional de ambas Salas, que por ejemplo, han expedido la Sentencia Plenaria N° 2-2005/DJ-301A(4). Conviene aquí, resaltar la labor desplegada por el Dr. Cesar San Martín Castro y otros Señores Vocales Supremos, que impulsaron la dación del Decreto Legislativo N° 959. Dentro de esta misma lógica, es pertinente aumentar ligeramente el número de vocales supremos, a fin de que las Salas sean integradas exclusivamente por magistrados supremos titulares, para que haya coherencia, entre el número de vocales que ocupan cargos jefaturales en instituciones como el Jurado Nacional de Elecciones, y el número que se requiere para completar las salas de la Corte. Esto, como se sabe, es ya una facultad explícita, prevista en el Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, inciso 2) del artículo 4www.pj.gob.pe/cortesuprema/penalpermanente/ documentos/SENTENCIA_PLENARIA_N2_2005_DJ_301_A.doc 16 82, que dispone que el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, puede fijar, y con ello aumentar, el número de vocales supremos. Esto resultaría una medida adecuada. No creemos que el número de vocales supremos deba estar fijado en la Constitución Junto a ello, sería conveniente, elevar a rango constitucional, la noción estabilidad en cargo judicial según la especialidad, pero con la admisión de supuestos de excepción. Creemos también que podría regularse normativamente, la posibilidad de que cuando se declare procedente un recurso de Casación, por causal in procedendo – inciso 3) del Artículo 386 del Código Procesal Civil - pueda y deba ser resuelta en una sola audiencia, pues la praxis así lo aconseja, tal como ocurre en materia laboral. Esto haría más célere la resolución del recurso. Ahora bien, la Corte Suprema, no sólo es el órgano máximo a nivel jurisdiccional, sino también lo es, como órgano máximo de deliberación del Poder Judicial, cuando se conforma en Sala Plena; 17 de ahí su rol trascendente de fijar la política jurisdiccional y judicial del país, por ello, lo que la Corte representa o deba representar para su sociedad, está en relación directa con lo que el judicial signifique como poder político para un Estado. Es ella, que con tal facultad, aprueba la Política Judicial propuesta por el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Las críticas contra esta estructura han sido, también, muchas; los “expertos” sostienen que existe “superposición de funciones”, “delimitación no clara de competencias”, hasta sostener la inutilidad de las Sala Plena de la Corte Suprema, afirmación que rechazamos enérgicamente. En tal sentido, proponen, que el redimensionamiento del rol de la Corte Suprema, en este aspecto, necesita de una redefinición de la estructura judicial, lo que sin duda pasa por la obligatoriedad de replantear la estructura de Gobierno y Administración del Poder Judicial, para permitir un funcionamiento institucional eficaz y eficiente. Por ello el problema del Gobierno Judicial no se encuentra en establecer si es que debe o no existir funciones de gobierno y 18 administración al interior del Poder Judicial, sino sobre cómo y quién debe ejercer tales funciones. Así por ejemplo, La CERIAJUS, ha propuesto, la creación del Consejo de Gobierno del Poder Judicial, eliminando la Sala Plena, y dejando a la Corte Suprema como Corte de Casación, al estilo español o italiano. Sobre esto ya hemos adelantado nuestra posición. Sin embargo, si labor de la Sala Plena es aprobar y no diseñar la política judicial, su participación es vital no sólo por aprobar, sino por debatir, y someter a una consideración mayor y mejor, la política judicial del Poder Judicial. Esta importantísima función no se contrapone con las labores jurisdiccionales de los Vocales de la Corte Suprema, más aún cuando las sesiones para ello se producen cuando menos dos veces por año, en sesiones ordinarias y, en sesiones extraordinarias cuando lo convoque el Presidente de la Corte Suprema o cuando lo solicite por lo menos un tercio de sus miembros o cuando lo acuerde el Consejo Ejecutivo Es importante mantener la Sala Plena por ser ésta, quien debe orientar y liderar la reforma de la justicia en el País, promoviendo la 19 participación de las instituciones de la sociedad y del poder político, para lograr consensos, ello no sólo permitiría mantener y proteger la autonomía del Poder Judicial, respecto a los demás poderes del estado sino además, consolidarlo realmente como un Poder del Estado. Quién si no la Sala Plena es la llamada para ejercer la defensa del Poder Judicial. Recordemos que la Sala Plena fija posiciones institucionales, así lo demostró con ocasión del acuerdo tomado frente a la llamada Justicia Militar. Por ello una Corte sin Sala Plena sería una Corte inanimada La Constitución de 1993 distingue entre funciones de gobierno y administración. Además de ello, se sigue de la Carta Política, que las funciones de gobierno no están concentradas en un sólo ente, sino que se encuentran distribuidas entre la Sala Plena de la Corte Suprema, el Presidente de la Corte Suprema y del Poder Judicial, el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial y el Consejo Nacional de la Magistratura. Debemos entender, asimismo, que entre gobierno y administración existe una relación de subordinación. El Gobierno judicial, implica tomar las decisiones más relevantes, de carácter 20 estratégico y que impacten el desempeño global tanto actual como futuro de los tribunales. Entre estas decisiones se encuentran las de planificación y desarrollo institucional; las de introducir reformas a la estructura, funcionamiento y procesos y procedimientos más relevantes de operación de los tribunales (número y localización de tribunales, competencias asignadas, roles, funcionarios, etc.) la de definir los criterios que se emplearán para la asignación y gastos de recursos; y las decisiones respecto de la carrera judicial, tales como designaciones, evaluación, y control disciplinario de los miembros del Poder Judicial. Gobierno es decidir la marcha institucional del Poder Judicial. Y decidir implica gobierno, he ahí la importancia de la Sala Plena, ella decide como órgano máximo de deliberación del Poder Judicial las políticas que le somete a su consideración el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, órgano de gobierno y ejecución, al cual es necesario dinamizarlo y hacerlo ágil. Más ejecutivo 5. Habría que agregar a las políticas publicas en el tema de justicia, una que de hecho es sumamente importante: la necesidad de una política de transparencia tanto en el ámbito administrativo como en el ámbito jurisdiccional; por ejemplo, publicar la información sobre En: Estudio Comparado sobre Gestión Presupuestaria y Gestión administrativa de Cortes y Tribunales y tratamiento estadístico de la información sobre el funcionamiento del Sistema Judicial. CEJA – JSCA. pág. 7 5 21 la carga y producción jurisdiccional de la Corte Suprema, así como de los aspectos económicos y presupuestarios de la misma. Publicitar asimismo, a través del portal web del Poder Judicial, las resoluciones que emitan las distintas Salas especializadas de la Corte Suprema de Justicia. Por su lado administración implica ejecución y aplicación de las políticas generales establecidas por los órganos gubernativos. El órgano administrativo del Poder Judicial, es entonces, la Gerencia General, que ejecuta las políticas acordadas por el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Que la Sala Plena apruebe políticas, debe entenderse, alejado absolutamente de su sentido partidario, y más bien entenderlo como el involucramiento del judicial en los destinos de la sociedad organizada, a través de sus funciones y con herramientas especificas. La Sala Plena como dijimos, delibera y aprueba lo que el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial le propone como proyecto de la política judicial de nuestro país. En tal sentido, a quien más, si no es a la 22 Sala Plena, a quien se le debiera encargar la marcha institucional del Poder Judicial. Por ello no creemos que la incorporación de un Consejo de Gobierno Judicial, sea la solución al problema del gobierno judicial, más aún cuando este ya existe, me refiero al Consejo Ejecutivo, y lo que conviene, es fortalecerlo, a fin de que opere con mayor dinamicidad. Además, dentro del problemática del gobierno judicial, se necesita afrontar aspectos como la falta de información oportuna y de calidad, que sustente adecuadamente decisiones fundamentadas, como son las de fijación de objetivos y metas para los distintos órganos y áreas. Asimismo reitero; es imprescindible atacar la carencia de información y de estadísticas confiables respecto del tema judicial. Para que con ello sea posible asumir los desafíos referidos a la marcha institucional del Poder Judicial. En este mismo derrotero, la Sala Plena de la Corte Suprema ha de tener, considero, la facultad, de promover procesos inconstitucionalidad, contra aquellas normas legales que invadan sus fueros. Esto resulta coherente con la defensa de la independencia externa o autonomía judicial. Ciertamente, resultaba 23 oportuna, por ejemplo, el ostentar tal facultad, cuando se emitió la Ley sobre jurisdicción militar. Convenía, en esa ocasión, no solo un liderazgo institucional, en el foro público, sino también, la ejecución de procedimientos concretos, como hubiese sido, por excelencia, el proceso de inconstitucionalidad. Debe destacarse, en este sentido, que existe ya un Proyecto presentado por quien expone estas ideas, y que se encuentra pendiente de ser visto en la Sala Plena de la Corte Suprema. Con tal propuesta lo que se pretende es que ella ejerza una facultad que le fue arrebatada por la Constitución fujimorista. Respecto al problema del control disciplinario, debo decir que este debe ser tratado dentro de una ponencia especial, situación que la naturaleza del evento no lo permite, por lo que solo he de decir, por ahora, que con un Poder Judicial aquejado por los males de la morosidad y las manifestaciones de corrupción, el control disciplinario de la Magistratura y de los auxiliares de justicia, merece atención preferente. Debe potenciarse realmente los órganos de control. 24 Finalmente, debo decir que es mi compromiso, y estoy seguro, de todo el pleno de Vocales Supremos; reimpulsar la Reforma Judicial, pero también es necesario asumir que tal propósito, no se agota solamente en la dimensión estructural y normativa, no implica únicamente el proveer de recursos, que resultan sumamente necesarios, sino que además se requiere la participación de la sociedad civil e instituciones democráticas, articuladas a partir de la Corte Suprema, que ha de liderar tal proceso de cambio. La reforma de lo judicial es una responsabilidad de todos. Por ello parafraseando a nuestro gran poeta peruano, ya citado, Cesar Vallejo, diremos: ¡Hay hermanos, muchísimo que hacer! Muchas gracias. 25