– NEUROPSICOLOGÍA Por Luz Elvira Vallejo Echeverri – Esta disciplina científica corresponde al campo de las neurociencias, el interés en este primer apartado está referido a mostrar las definiciones de algunos autores representativos, las condiciones de su origen y evolución a lo largo de su historia, incluyendo algo del trabajo en nuestro medio. 1. DEFINCIÓN La neuropsicología es el estudio de la relación cerebro-comportamiento. Para Lezak (1983), es una ciencia aplacada relacionada con la expresión comportamental de la disfunción cerebral. Su rápida evolución en años recientes refleja un sensible crecimiento desde la clínica hacia los problemas prácticos de la identificación, evaluación y rehabilitación de pacientes con daño cerebral. Según Frederiks (1984), la neuropsicología es el estudio de las relaciones normales y patológicas entre el cerebro y el comportamiento; estudia los fenómenos clínicos que aparecen como conciencia de trastornos del sistema nervioso; se ubica entre la neurología y la psicología, o más correctamente entre el campo de las neurociencias y las ciencias del comportamiento. De acuerdo con el mismo autor, inicialmente el objeto de estudio de la psicología fue abordado principalmente por pocos neurólogos clínicos como Broca, Wernicke, Meynert, Kleist, Goldstein, Head, entre otros; pero las dos guerras mundiales aportan mucho material de investigación, destacándose los trabajos de Goldstein, Zangwill, Teuber, Milner, Hécaen, Luria y otros. Para continuar con el tema es preciso contextualizar su origen y desarrollos iniciales. 2. ORIGEN De acuerdo con Luria (1979), en ciertos aspectos la psicología es tan antigua como el hombre, pero su estatus de científica sólo tiene un siglo, a lo largo del cual ha recibido valiosos aportes que le han permitido plantearse cuestiones fundamentales desde diferentes ángulos, entre ellos el de la neuropsicología, con la ayuda cada vez mayores y mejores recursos tecnológicos. El cerebro se fue convirtiendo en una fuente importante de conocimientos sobre los mecanismos de la conducta, pero esta perspectiva tiene también su propia historia, que Luria (1979) presenta de la siguiente forma: Los antiguos filósofos al formular la esencia de los procesos psíquicos, concibieron la conciencia del hombre como un conjunto de diferentes facultades: percepción, intelecto y memoria; y surgía entonces la pregunta: ¿cuáles son los órganos depositarios de tales facultades?. Para Aristóteles y sus seguidores era el corazón, para otros como Hipócrates era el cerebro. Esta idea afianzó en la edad media; sin embargo para Galeno eran los tres ventrículos, donde cada uno aportaba una facultad; esta concepción se mantuvo durante siglos. En el siglo XVI los neuroanatomistas describieron estructuras como: cerebelo, tallo, tálamo, glándula pineal, hemisferios y pares craneales, ampliando así el conocimiento estructural del cerebro. En el siglo XVIII se descubre la existencia de electricidad y química en los organismos, lo cual conduce a las investigaciones sobre la actividad eléctrica, entre ellas la de Galvani y sus descubrimientos sobre la conducción nerviosa. Franz Gall – descubridor de la sustancia gris y blanca de los hemisferios cerebrales -, ubicó como órganos de las facultades mentales, a las diferentes áreas del cerebro y mencionó que como éste era un organismo biológico más importante para el pensamiento y las emociones, la expresión de las características internas se representaría mejor en las variaciones de la forma del cráneo (Millon, 1976). Durante el siglo XIX los métodos científico naturales desplazaron la formulación especulativa de hipótesis; y se introdujeron datos fruto de investigaciones de investigaciones analítico-comparativas y de experimentos fisiológicos como la destrucción artificial de zonas cerebrales y la excitación o estimulación eléctrica del cerebro. Se adquiere información sobre cambios comportamentales a consecuencia de diferentes patologías cerebrales. Todo esto aclara y profundiza el papel del cerebro en la conducta; pero según Luria (1979), “… el método de observación de las alteraciones como consecuencia de lesiones era nuevo, pero el modo de interpretar los resultados seguía siendo viejo” (p. ). A continuación se enumeran algunos de los hallazgos dentro de este enfoque localizacionista. Paul Pierre Broca, en 1861, describió como centro del lenguaje la circunvolución frontal anterior; al trastorno producido por su lesión lo llamó afemia; sostuvo además que hablamos con el hemisferio izquierdo, sentando así las bases de la asimetría cerebral funcional; lo cual ya había sido descrito por Marc Dax en 1836, pero fue su hijo coetáneo quien dio a conocer el hallazgo. En 1869, Bastian propuso los siguientes centros del habla: visual-verbal, auditivo-verbal, gloso-kinestésico e ideatorio-manual. Fritsh y Hitzig, en 1879, encontraron que la estimulación eléctrica del área pre-rolándica producía movimientos musculares. El segundo delimitó la corteza motora, contraponiéndose a la concepción de la época del cerebro como un “sensorio común” y aclaró los principios de la inervación contralateral. En el mismo año, Hughlins Jackson estableció una jerarquía encefálica: los niveles inferiores básicos para mantener la vida son controlados por niveles superiores, básicos para las funciones intelectuales. En la década 1860-70, Munk describió la hemianopsia y la diferenció de la ceguera, definió la decusación de las vías de las vías visuales en el quiasma y Sir David Ferrier, en 1873 describió los campos visuales. En 1879, Caton sentó las bases de la electroencefalografía. Al año siguiente Charcot propone un diagrama de centros intelectuales que explica fenómenos afásicos, apráxicos y agnósicos. Entre 1875 y 1900 Wernicke y Dejérime se hicieron famosos por sus trabajos sobre afasias; el primero describió la afasia sensorial diferenciándola de la afasia motora de Broca; también diferenció los efectos sensorio-motores de destruir un área cortical o de interrumpir sus vías aferentes, dando nacimiento al conexionismo. Lissauer entre 1890 y 92 describe la visión intacta pero con la incapacidad de distinguir objetos, fenómeno que Freíd designa como agnosia. Terminado el siglo Von Gudden descubrió las proyecciones específicas tálamo-corticales. Por la misma época, Fleshing propuso la división de la corteza en zonas primarias, secundarias y de asociación (Guzmán, 1983). Llega un nuevo siglo en el que se dan las guerras mundiales que propician una serie de hallazgos e innovaciones en neurología, neurobioquímica, neurofisiología y psicología mediatizados, desafortunadamente por la inmensa mayoría de heridos de guerra. La psicología y las ciencias del cerebro trabajaban independientemente, cada una haciendo sus propios descubrimientos que hacían más notoria la desarticulación existente entre ambas. De acuerdo con Luria (1979), se hacía necesario un replanteamiento radical de la estructura y la naturaleza de las funciones psíquicas por un lado y de las formas de funcionamiento del cerebro el otro, para poder avanzar en la ciencia de los mecanismos cerebrales de los procesos psíquicos. Aparecen los trabajos de Ramón y Cajal, premio Nobel en 1906, por sus investigaciones en histología del sistema nervioso y su teoría de la neurona como entidad anatómica y funcional separada. Bremen y Mozuzzi en 1933 y Magou en 1949, hablaron del papel de la formación reticular y las proyecciones tálamo-corticales inespecíficas. Por la misma época Jackson, señaló el predominio del hemisferio derecho ciertas funciones: cantar, interpretar música y emitir lenguaje emocional. Durante la reacción behabiorista – décadas del 20/30 -, el “cajenegrismo”, enmarcado dentro del positivismo, desestímulo a los investigadores de apartarse del dato puro, observable, medible y cuantificable, o de hacer inferencias sobre los proceso intermedios que se suceden al interior de la caja negra (organismo); todo ello llevó a que las ciencias del cerebro fueran absorbidas completamente por la medicina. Lashely, sin embargo fue uno de los primeros behabioristas que se interrogó por los procesos internos que median respuestas abiertas y observables. Goldstein, configuró un esquema de la organización del cerebro como un órgano interactuante, junto con Gelb propone una acción de “masa” del cerebro humano; equivalente a la de Lashley en los EEUU y a la de Head en Inglaterra. Nos encontramos entonces con una postura radicalmente opuesta al localizacionismo. Goldstein abrió de nuevo las puertas a la investigación en psicológica relacionando procesos complejos con un sustrato orgánico, al subrayar la interacción de factores orgánicos y psicógenos en la conformación de cuadros mentales neurológicos. Esta postura antilocalizacionista también realiza un análisis incorrecto de los resultados de las investigaciones efectuadas. Rassmusen y Penfield en 1947, observaron que no todas las células de la corteza prerolándica son motoras, ni todas las prosa-rolándicas son sensoriales (Guzman, 1993). Este hallazgo descubre el camino a seguir en la tarea de hallar una relación entre lo psicológico y lo orgánico, se convierte en el primer intento de salir del antilocalizacionismo sin ir nuevamente al localizacionismo y se constituye en un señalamiento para la neurofisiología y la psicología, de la necesidad de trabajar renunciando al dualismo y al reduccionismo, con un objetivo común: analizar los fundamentos fisiológicos de los psicológicos. Entonces, se empieza a tener más claridad sobre: en qué forma se organiza el lenguaje, las bases biológicas del aprendizaje, el procesamiento que sigue la información en el sistema nervioso central para lograr una percepción unificada, entre otras (Ardila, 1979). Aparece así, en trabajo de Alexandr Romanovich Luria y con él el surgimiento de la neuropsicología, donde la actividad psíquica deja de interpretarse como “facultades” obtenidas de la naturaleza y en cambio se conciben como sistemas funcionales complejos, históricos por su formación, sociales por su origen, mediatos y sistemáticos por su estructura, dinámicos en su desarrollo y autorregulables por sus particularidades funcionales. Desde su origen hasta la actualidad la neuropsicología ha recorrido un basto camino con nuevos hallazgos y conceptualizaciones alrededor de su objeto de estudio; como consecuencia de todo este trabajo han surgido diferentes grupos de investigación, en diferentes países, cuyas condiciones sociopolíticas dan a cada grupo una sustentación epistemológica diferente que obviamente enmarca sus trabajos investigativos, teóricos y clínicos; esto permite hablar de diferentes modelos neuropsicológicos. A continuación, se presenta una breve reseña de ellos. 3. MODELOS La presentación de los modelos sigue una secuencia relativamente temporal, se inicia obviamente con el trabajo de Luria, para luego pasar a los modelos neoconexionista y neurofisiológico – ya son relativamente contemporáneos – y finalmente el modelo cognitivo. 3.1. Modelo de las funciones cerebrales complejas o de las funciones psíquicas superiores o de los sistemas funcionales complejos. Surge a finales de la segunda guerra mundial, en la antigua Rusia, su autor es Alezandr Luria (1902-1977), fue profesor de psicología de la universidad de Moscú, miembro de la academia de Ciencias pedagógicas y alumno de Vygotsky y de Pavlov. Otros de sus representantes son: Teuber, Bechtereva, Tsvetkova. Para Luria la neuropsicología pertenece a la rama biológica de la psicología; en otras palabras, la neuropsicología sería entonces parte de la psicología. Durante el desarrollo de su obra científica Luria recibió influencias de diferentes autores entre ellos y sus aportes están: Vygotsky (concepción sobre el origen y desarrollo de las funciones psíquicas superiores), Teuber (principio de la doble disociación de la función) y Pavlov (reflexología). Bases epistemológicas: materialismo histórico y materialismo dialéctico. El sujeto y el objeto del conocimiento se funden en uno solo, pues están unidos por la historia. El sujeto es el mismo objeto pero en otra forma de existencia, en la naturaleza. Así, las leyes de los procesos psíquicos son el reflejo de la naturaleza, son el reflejo de las leyes del cerebro. Una y otro son únicos por el contenido, pero diferentes en su forma de existencia. La base más sustancial y próxima de las funciones es la modificación del cerebro (la modificación de la naturaleza), hecha por el hombre: la práctica. “La dialéctica es la ciencia de las leyes naturales del movimiento, tanto el del mundo exterior como el del pensamiento humano; dos series idénticas en cuanto a la esencia, pero distintas en cuanto a expresión, en el sentido de que el cerebro humano puede aplicarlas concientemente, mientras que en la naturaleza y en la historia humana, estas leyes se abren paso de un modo inconsciente, bajo la forma de una necesidad exterior, en medio de una serie infinita de aparentes casualidades” (1979, p. 85). Las leyes del cerebro, una vez conocidas, se convierten también en leyes de los procesos psíquicos superiores, y todas las leyes de los procesos psíquicos superiores son el reflejo de las leyes del cerebro. Su método se basa en el análisis sindrómico y cualificación del síntoma. Cuando habla de análisis sindrómico se refiere a que se debe conocer: a). qué factores están involucrados en una actividad psíquica particular, b). qué estructuras cerebrales constituyen su base neuronal. Esto a su vez implica que se debe conocer todos los síntomas que pueden aparecer por lesiones de un foco y ver cómo un sistema funcional puede alterarse por lesiones de diferente localización. Esto tiene que ver con el principio de la doble disociación de la función enunciado por Teuber. Cuando se habla de la cualificación del síntoma, se refiere a estudiar la estructura de los defectos para llegar a la identificación del factor básico subyacente al síntoma observado y localizar el foco que se debe a tal efecto. Localizar el foco es diferente de localizar la función. Algunos de los conceptos básicos planteados por Luria son: Redefinición de conceptos: función, sistema funcional, síntoma, lateralidad y localización. Funciones psíquicas superiores: Atención, memoria, gnosias, praxias, lenguaje y pensamiento. Sistemas funcionales complejos: conjunto de estructuras corticales cercanas o distantes entre sí, que trabajan mancomunadamente, donde cada una de las cuales aporta un factor específico para la realización de la función. Unidades o bloques funcionales: La primera unidad funcional o bloque energético, tiene como función el control de los estados de activación y sueño, está ubicada en las estructuras superiores del tallo cerebral (formación reticular) y el sistema límbico; está relacionado con funciones de activación, atención y memoria inespecífica. La segunda unidad funcional o bloque para recibir, procesar y almacenar información; éste esta ubicado en la corteza de los lóbulos parietal, temporal y occipital. Aquí se enuncian los principios de la organización cerebral (estructuración jerárquica, especificidad decreciente y lateralización progresiva de funciones). La tercera unidad funcional o bloque para planear, programar, ejecutar y verificar la actividad del ser humano; corresponde a una ubicación de los lóbulos frontales. 3.2. Modelo Neoconexionista Surge en los años 60 en Norteamérica, bajo el comando de Norman Geschwind, quien en 1962 hizo la primera publicación sobre este modelo; y en 1965 “síndromes de desconexión en animales y el hombre”. En el mismo año creó en el hospital de veteranos de Bostón el centro de investigación de las afasias. Otros representantes significativos son: Galaburda, Goodglasss y Kaplan. Para los neoconexionistas la neuropsicología ocupa un puesto intermedio entre la neurología y las neurociencias por un lado, y la psicología y las ciencias del comportamiento por el otro. Además, de acuerdo con Pitarque & Algarabel (1989) el neoconexionismo en psicología es aquel que utiliza redes neuronales para comprender y explicar la vida psíquica y la conducta. Así, las redes neuronales son conjuntos de unidades interconectadas masivamente capaces de procesar y almacenar información mediante la modificación de sus estados, generando fenómenos psicológicos (percepción, lenguaje, memoria, etc.). El neoconexionismo participa de la idea común con la psicología cognitiva clásica de que la mente es un sistema capaz de procesar información a través de unas unidades que reciben señales de entrada, unas unidades de almacenando de la información y unas unidades de salida a partir la información de entrada, la información almacenada y los mecanismos de cómputo. Dada esta suposición de que los fenómenos mentales y la conducta son consecuencia de elementos internos al sujeto, el conexionismo considera adecuada la explicación cuando la red que construye es capaz de realizar, a partir del vector de entrada, los distintos cómputos que provocan el vector de salida deseado (Klein y Doane, 1994). Dentro de este modelo se pueden encontrar vertientes como la de los esquematistas y los reduccionistas; los primeros dicen que todas las conceptualizaciones se sintetizan en diagramas esquemáticos de la actividad cognitiva en cuestión, señalando no sólo los diferentes componentes de la actividad cognitiva, sino las interconexiones entre las diferentes estructuras que participan en dicho proceso; esto es el resultado de la fusión entre el concepto de los sistemas funcionales de Luria y el concepto de interconexión – fomentado por este modelo -. Los segundos, sostiene que el cerebro es el responsable de la actividad psicológica, él es el que habla y piensa, así la actividad psicológica es el resultado de la actividad cerebral. El desarrollo conceptual de este modelo ha recibido influencia de los siguientes autores: Luria (bases generales de la teoría y modelo de evaluación), Wernicke (conceptos sobre patología del lenguaje), Flourens (recuperación de la función), Wernicke y Dejérime (teoría de la desconexión), Liperman (hipótesis sobre la organización nerviosa del movimento), Gall, Dax y Broca (bases de la asimetría funcional), Van Lieuwenhoek (bases para la tecnología del doble marcador celular) y el grupo de Boston, Goodglass y Kaplan (evaluación y clasificación de las afasias). Los conceptos básicos de este modelo son: Asimetría cerebral funcional: Procesamiento diferencial de la información por parte de cada uno de los hemisferios cerebrales (reconsideración del concepto de dominancia cerebral). El Hemisferio izquierdo (HI) procesa la información verbal, lógico-lingüística, el hemisferio derecho (HD) procesa la información espacial, musical, atencional y emocional. El HI lo hace de las partes del todo, es analítico, realiza un procesamiento serial, secuencial, simbólico; es proporcional y temporal. El HD lo hace del todo a las partes, en paralelo, es sintético, atemporal, gestáltico, holístico y espacial. Evidencias de este funcionamiento hemisférico diferencial se obtuvieron según Árdila (1991) desde 1962 con los trabajos de Hécaen, en el 67 con Milner, en el 77 con Benton por un lado y Levy por otro, quienes demostraron la superioridad del hemisferio derecho en habilidades espaciales, musicales, emocionales y atencionales, reconocieron la participación activa y complementaria de los dos hemisferios en el desarrollo y realización de actividades cognoscitivas. Las diferencias funcionales interhemisféricas se respaldan con evidencias que provienen tanto de sujetos normales como lesionados. Dentro de las primeras (sujetos normales), hay evidencias anatómicas (corticales y subcorticales), bioquímicas y funcionales (generales y ligadas al sexo). Evidencias anatómicas corticales: Desde Broca se sugirió una asimetría anatómica para explicar la especialización del HI para el análisis lingüístico. Cunningham (1982) señaló que la cisura de Silvio del HI, plano temporal – adyacente a la región auditiva primario o circunvolución de Heschl – era más larga (de mayor tamaño) en el HI, en aproximadamente el 65% de los sujetos; mientras que la circunvolución de Heschl, esta incrementada en el HD. Falsi, Perrone y Vignolo (1982), encontraron un mayor número de pliegues en el opérculo frontal izquierdo. Wada y Davis (1977) señalaron que esta diferencias –asimetrías- se encuentran desde la vida fetal. Según Koly Wishaw (1990), estas asimetrías pueden tener relación con la superioridad lingüística del HI y la musical del HD. Estudios escanográficos muestran un aumento de las proporciones anteriores del HD y de las posteriores en el HI, de modo que el lóbulo frontal derecho es de mayor tamaño y los lóbulos parietal y occipital izquierdos son de mayor tamaño. Evidencias anatómicos subcorticales: el núcleo talámico lateral posterior izquierdo que proyeta a la corteza parietal, es de mayor tamaño que su homólogo contralateral (Eidelberg y Galaburda, 1982). Kertsz y Geschwind (1971), encontraron que el tracto piramidal procedente del HI se cruza a nivel del bulbo raquídeo antes que la rama procedente del HD, en el 83% de los casos. Al parecer las diferencias neuroanatómicas se correlacionan con la preferencia manual; ya que se encuentran asimetrías más evidentes en diestros que en zurdos. Lo mismo se ha propuesto con la variable sexo. Asimetrías bioquímicas: Según Geschwind y Galaburda (1987), hay tres datos para destacar: a). el núcleo pulvinar izquierdo posee mayores concentraciones de dopamina que su homólogo derecho; b). los núcleos ventrobasales derechos poseen mayor concentración de dopamina que los mismos núcleos del lado izquierdo; c). el área 22 de Brodman –región temporal posee mayores concentraciones de colinacetiltrasferasa. Asimetrías funcionales: Con respecto al sistema auditivo, con técnicas de estimulación dicótica, se ha comprobado en diestros, que los estímulos verbales, presentados al oído derecho son evocados con mayor frecuencia y exactitud, y con técnicas binaurales, mayor eficiencia para la información verbal (sílabas, palabras, números y frases). Sin embargo, si se utilizan sonidos no verbales como tonos o ruidos de la naturaleza, lleva la ventaja el oído izquierdo, que conduce la información al HD; es más, hay ventajas del oído izquierdo para determinar: timbre, intensidad o melodía y del sonido derecho para frecuencia y secuencia temporal, tanto de sonidos verbales como no verbales. En el sistema visual, con la técnica de presentaciones taquistoscópicas se ha encontrado superioridad del campo visual derecho para la información verbal y tareas de cierre perceptual; pero si la tarea consiste en discriminar formas, colores, localizar estímulos, orientar líneas, reconocer figuras superpuestas o incompletas y reproducir figuras inestructuradas, la superioridad es del campo visual izquierdo. En lo que se refiere al reconocimiento de los rostros, se tiene ventaja del campo visual izquierdo para: reconocimiento de rostros no familiares, memoria de rostros con contenido emocional, discriminación de fotografías en posición invertida, de rostros esquematizados y reales; habilidad para determinar si se trata del mismo rostro en la condición de identificación, para el análisis holístico basado en el contorno de la cara y en las relaciones espaciales entre facciones. El campo visual derecho, información que a para su procesamiento al HI, tiene ventajas para el reconocimiento de rostros parecidos y cuando el análisis está basado en características particulares. Por lo anterior Ross-Kossak y Turkewitz (1986) sugieren la participación alternante de los dos hemisferios en el reconocimiento de los rostros. En tareas de discriminación visual el HD haría el reconocimiento de parámetros construccionales y espaciales, mientras que el HI el reconocimiento de información verbal, principalmente aspectos sintácticos y lexicales. En el sistema somestésico, se ha encontrado que juicios sobre la dirección de la estimulación táctil, son más precisos con la mano izquierda en sujetos diestros normales y con la mano derecha en zurdos; ello habla del rol que desempeña la modalidad táctil en el procesamiento espacial. En cuanto al sistema motor, se afirma que aproximadamente el 90% de la población es diestra, así el control que tiene el HI sobre la mano derecha le ha dado a este hemisferio superioridad en el manejo de los movimientos. Kimura (1973) ha observado preferencia de la mano derecha para acompañar el lenguaje oral, también se ha reportado que sujetos diestros orientan la mirada hacia la derecha sobre preguntas verbales y arriba abajo cuando se trata de problemas espaciales. Además de todo lo anterior es importante tener en cuenta, por una parte, que la superioridad de uno u otro hemisferio puede alternarse, dependiendo del proceso de interpretación del estímulo y por otra parte, que en zurdos los patrones de asimetría son menos definidos. En cuanto a la asimetría cerebral y el sexo, se tiene que las mujeres muestran menor asimetría que los varones diestros, este presupuesto se apoya en: a). las alteraciones del lenguaje y el habla son más frecuentes en hombres que en mujeres, en la tartamudez la proporción es de 6:1 y en la dislexia son más los casos de niños; b). el desarrollo del lenguaje es más rápido en las niñas al igual que el establecimiento de la preferencia manual y la ventaja del oído derecho para la percepción del lenguaje; c). las asimetrías hemisféricas, por ejemplo el tamaño del plano temporal es mayor en hombres que en mujeres; las mujeres parecen tener mayor participación del HD en el lenguaje, es decir, presentan menor asimetría; d). la frecuencia de zurdos es mayor en hombres que en mujeres. Evidencia de asimetría en daño cerebral: La patología cerebral se ha convertido en un método fundamental en la determinación de las funciones de cada hemisferio cerebral, en la organización de la actividad cognoscitiva y comportamental; teniendo en cuenta que algunas alteraciones como la agnosia visual para objetos, la prosopoagnosia, la amnesia anterógrada y retrógada, se producen preferencialmente por lesiones bilaterales. Lesiones derechas implican compromiso visoespacial y visoconstruccional, de los elementos melódicos y paralingüísticos del lenguaje y de los reconocimientos del propio defecto o enfermedad (anosognosia); mientras que las lesiones izquierdas conducen a deterioro de lo lógico –lingüístico, lo que implique procesamiento serial, temporal y/o simbólico. 3.3. Modelo Neurofisiológico o Neuropsicológico del Aprendizaje Surge durante los años 60 en Buenos Aires (Argentina), bajo la dirección de Juan Enrique Azcoaga, neurólogo con formación en Rusia. Es director de la Asociación para la asistencia e investigaciones neurológicas, psicológicas y pedagógicas APINEP, patrocinado por el gobierno Argentino; profesor de neuropsicología de la Universidad de Buenos Aires; otros representantes son Peña, Ferreres y Rodríguez, entre otros. En el desarrollo de su trabajo Azcoaga ha esta influenciado por las teorías de Pavlov (reflexología, teoría de los analizadores y noción de estereotipo) y los neo Lurianos como Bechtereva. Sus bases epistemológicas se basan en un empirismo riguroso, las explicaciones tautológicas, tesis holísticas, se avanza de los hechos a las generalizaciones, para volver con ellas a los hechos, para interpretarlos o corregirlos. Para lo cual es necesario atenerse a los procesos fisiológicos y fisiopatológicos; el contacto con éste ámbito del conocimiento, lo proporcionan los síntomas, ellos son los hechos cuya generación corresponde a procesos poco ostensibles; que a su vez son distorsiones de otros, normales, cuyo conocimiento procede de la investigación fisiológica. Metodológicamente pone especial interés en la desviación de procesos funcionales de los sectores superiores del cerebro. La patología opera como un “experimento” que revela ciertas conexiones causales ocultas en el individuo intacto, “desmonta” complejos mecanismos que funcionan en armonía. Así, la fisiopatología encuentra su correlación con la adquisición en la infancia de las funciones cerebrales superiores; adquisición que responde al aprendizaje que moviliza estructuras nerviosas, cuya lesión desemboca en la descomposición. Los conceptos básicos que maneja este modelo son: Analizadores: Mecanismos nerviosos complejos que empiezan en los receptores periféricos y terminan en el cerebro. Sus actividades son dinámicas, analítico-sintéticas cuyo resultado son los esquemas sensoperceptivos. Estereotipos: Síntesis estables de aferencias y/o eferencias que se comportan como unidad, son cadenas de condicionamiento sólidamente establecidas; son esquemas sesoperceptivos. Actividad nerviosa superior (ANS) – Movilidad, fuerza y equilibrio -: Es la actividad real de los hemisferios y de la región subcortical subyacente que asegura las reacciones normales más complejas del organismo con su ambiente, implica un funcionamiento flexible, dinámico y plástico. Dispositivos básicos del aprendizaje (DBA): habituación, atención, memoria, motivación y sensopercepción. Son comunes al hombre y a los animales, no resultan de procesos anteriores de aprendizaje, aunque éste sí modifica sus características. Son indispensables en todos y para todos los procesos de aprendizaje. Aprendizaje fisiológico (FA): gnosias, praxias y lenguaje; que corresponden a las funciones cerebrales superiores; aprendizajes que se dan antes y sin la escuela. Es producto de los procesos de aprendizaje fisiológicos previos; son actividades de los sectores superiores del SNC que sustentan formas de comportamiento específicamente humanas; son indispensables en todos los proceso de aprendizaje. Aprendizaje pedagógico (AP): Aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo. Equilibrio afectivo emocional (E – A – E). 3.4. Modelo de la neuropsicologia cognitiva Este modelo surge durante los años 80, en Europa, particularmente en Inglaterra e Italia, con los trabajos de: Liliane Manning (Inglaterra), Shallice y Warrington (Italia) y Caramazza. Este modelo recibe influencias particularmente de la psicología cognitiva y las teorías del procesamiento de la información. Sus bases epistemológicas son basadas en el idealismo fenomenológico; su trabajo plantea una referencia más a la mente (la función), que al cerebro (la estructura). Explica los síntomas que presentan los pacientes lesionados, en términos de operaciones psicológicas alteradas, operaciones necesarias para la normal y eficaz realización del proceso; el dato anatómico es tenido en cuenta, pero no es objetivo prioritario en la exploración, no tiene un rango explicativo. Se trata de una aproximación cognitiva de corte eminentemente psicológico. El método es la neuropsicología analítica, método de caso único; su propósito es investigar la estructura cognitiva de los proceso normales a partir de patrones de ejecución alterados. Se parte de la premisa es “imposibilidad de obtener grupos variables para se estudiados en neuropsicología”, por dos razones: a). no existen síndromes homogéneos, cada paciente manifiesta un tipo de disfunción único, con daño en diferentes módulos y diferentes subdivisiones; y b). las diferencias observadas en la organización cerebral del sujeto sano, no desaparecen en sujetos lesionados. El método de caso único implica: a). partir de una línea de base de datos a través de tests estandarizados, que lleva a la formulación de una hipótesis; b). diseñar, construir y aplicar pruebas a cada paciente, o para cada paciente, con el fin de verificar la hipótesis con respecto a una alteración dada; c). analizar estadísticamente los resultados; d). replicar tareas de relevancia teórica y establecer replicabilidad de resultados (en el sujeto en cuestión); y e). basar las conclusiones teóricas en datos obtenidos en más de una tarea. El método de caso único tiene guías de aplicación; Coltheart, Patterson y Marshall, en “deep dislexia”, exponen tres de los métodos: Morton y Patterson (1980): rechazan radicalmente las entidades nosológicas; interpretan los resultados que el paciente aporta, sin añadir ningún otro elemento teórico. Omiten toda opinión referente a la localización de los módulos; su interés radica en la identificación de componentes del comportamiento y no en su localización. Warrington y Shallice (1980): Modelo basado en la disociación, doble disociación, conjunto de disociaciones y la asociación de síntomas, de la siguiente manera: A. Disociación: éste concepto se debe a Teuber (1955), decía que si un paciente tiene alterado el procesamiento de una tarea, pero realiza adecuadamente otra, esto implica que tales tareas están disociadas, son independientes: Lesión X = Afecta tarea A y No afecta tarea B B. Doble disociación: Luego de encontrar una disociación, es necesario evidenciar que la tarea B puede estar alterada por otra lesión, sin que se produzca déficit en la tarea A, y con un grado comparable de severidad al que provoca la lesión X a la tarea A: Lesión X = Afecta tarea A y No afecta tarea B Lesión Y = Afecta tarea B y No afecta tarea A. Aclaración: La preservación no tiene que ser absoluta, basta una ejecución significativamente mejor a una tarea frente a la otra. Algunas veces puede aparecer las dos tareas alteradas, no porque la una dependa de la otra, sino porque ambas pueden depender de una tercera; o porque sus respectivos tractos nerviosos, aunque separados anatómicamente, por su recorrido cercano pueden ser alterados por la misma lesión: Afectados A y B porque dependen de C. C. Conjunto de disociaciones: Implica el postulado de la modularidad, éste explica que existen subsistemas anatómicamente diferenciados que pueden realizar microfunciones separadas; así, las funciones cognitivas están mediatizadas por un amplio número de procesos o sistemas cognitivos capaces de dañarse independientemente. D. Asociaciones: Una lesión afecta tanto a la tarea A como a la tarea B: Lesión X = Afecta tarea A y afecta tarea B Coltheart (1980), Marshall y Newcombe (1980): Plantean el método de las constelaciones de síntomas; intentan hacer generalizaciones empíricas en pacientes y utilizar métodos de selección de pacientes que no puedan ser explicados por las teorías existentes. Según estos autores la neuropsicología cognitiva avanzará con el estudio exhaustivo de casos capaces de falsear teorías. Trataban de averiguar que síntomas acompañan invariablemente a un síntoma determinado, con el fin de identificar el conjunto de síntomas asociados. Caramazza (1984 y 1986), Caramazza y McCloskey (1988), Oslen y Caramazza (1990): plantean la teoria del caso único a ultranza; este es un método más sitemático y riguroso que tiene cuatro requisitos básicos: a). Formular hipótesis referida a la ejecución de una determinada tarea por parte de un individuo normal (H0); b). Formular una segunda hipótesis sobre le modelo normal alterado en caso de lesión cerebral (H 1); c). aplicar el principio de la sustractividad (H0 – H1); y d). Aplicar el principio de la universalidad, todos los sistemas cognitivos son básicamente idénticos. Algunos de los conceptos básicos manejados en este modelo son: Doble objetivo básico: Son los patrones de las ejecuciones cognitivas tanto alteradas como sanas, deben quedar explicadas en términos de daño a uno o más componentes pertinentes a una teoría o modelo del funcionamiento cognitivo normal. Procesamiento de información Diagramas de flujo Cabe anotar que la mayoría de los conceptos desarrollados por la psicología cognitiva, son ampliamente retomados por la neuropsicología cognitiva. BIBLIOGRAFÍA Ardila, Alfredo. (1984). Neurolingüística, mecanismos cerebrales de la actividad cerebral. Mexixo: Trillas. Ardila, A. & Pineda, D. (1991). Neuropsicología, Evaluación clínica y psicométrica Medellín: Prensa creativa. Ardila, A. & Rosselli, M. (1992). Neuropsicología clínica. Tomo I y II. Medellín: Prensa creative. Benedet, M.J. (1986). Evaluación Neuropsicológica. España: Descleé de Brouwer. Benton, A. (1994). Contributions to neuropsychology assessment; 2da ed. New York. Caramazza, A. (1990). Neuropsychology and neurolinguistics. Advances in models of cognitive function and impairment. USA: LEA. Crawford, J. & Parker, D. (1989) Developments in clinical and experimental neuropsychology. New York: Plenum press. Crawford, J., Parker, D. & McKinley, W. (1994). 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