retenciones a las exportaciones de productos primarios

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Comisión de Economía, Producción y Trabajo
[Agosto 2011]
Breve análisis de la crisis internacional y su impacto sobre la Argentina
La crisis económica internacional, que comenzó en los Estados Unidos en el año 2007 dio lugar a
discutir el paradigma neoliberal vigente desde hace más de 30 años. En estos días el debate se
centra en la política de gasto público de EEUU. Consideramos que esta discusión no puede dejar
de lado el modo de acumulación que se ha gestado en las últimas décadas a nivel mundial con
implicancias directas en el desenlace de la crisis.
Desde fines de los años 70, la economía de EEUU crece en base a un modelo centrado en el
mercado financiero. La apertura económica norteamericana permitió incorporar el trabajo de
cientos de millones de obreros asiáticos con salarios miserables, que comenzaron a entrar al
mercado norteamericano convertidos en productos industriales. Esto permitió disciplinar a los
trabajadores estadounidenses y mantener el salario estancado durante las últimas tres décadas.
Esta redistribución regresiva del ingreso tuvo como principales beneficiarios a las multinacionales,
quienes trasladaron parte de su producción a Asia, y al sistema financiero. Este último, en un
contexto de salarios estancados, fue el encargado de financiar el incremento del consumo a través
del endeudamiento de las familias (vía tarjetas de crédito y crédito hipotecario). Este esquema
entra en crisis en el momento en que aumenta la incertidumbre y las familias no pueden seguir
endeudándose. Sin embargo, el fondo del problema está en que los trabajadores no perciben
ingresos suficientes para afrontar las deudas que deben pagar.
La respuesta de EEUU ante la corrida inicial ha sido rescatar a los bancos, evitando la quiebra del
sistema financiero, y un incremento del gasto público, lo cual produjo un alza del endeudamiento
norteamericano. Sin embargo esto no fue suficiente, debido a que aún no se ha resuelto el
problema estructural asociado a la capacidad real de consumo de las familias (por el
estancamiento salarial y la necesidad de pagar a los bancos las enormes deudas acumuladas),
impidiendo así que se incremente la demanda, la producción, la inversión y la creación de puestos
trabajo.
En la actualidad, el debate en EEUU se centra en la necesidad de incrementar el gasto público para
salir de la crisis (políticas keynesianas) o realizar un ajuste para generar confianza y fomentar el
gasto privado (visión neoliberal, FMI). La oposición republicana acusa una supuesta crisis de la
deuda pública con el objetivo de avanzar sobre el Estado de Bienestar y disciplinar a la clase
trabajadora. Lo cierto es que en un mundo en el que se consolida el dólar como reserva de valor
no puede verificarse una “crisis de deuda pública” en EEUU. Ese país emite su deuda en su propia
moneda, con lo cual no tiene ningún sentido plantear que no pueda pagarla1. El solo hecho de que
el Banco Central norteamericano (conocido como la “Fed”) emita dólares garantiza que el
gobierno de EEUU nunca pueda quebrar.
En este contexto de aumento de la incertidumbre, los inversores buscan poner sus fondos en
lugares lo más seguros posible (este proceso se denomina "vuelo a la calidad"). Paradójicamente,
en los últimos días han caído las bolsas del mundo (en donde cotizan las empresas) y suben los
bonos de la deuda del Gobierno de los EEUU. Esto último parece indicar que para los mercados
financieros, la deuda del Gobierno de EEUU sigue siendo uno de los activos más seguros del
1
Esto es muy diferente de lo que ocurre usualmente en el resto del mundo donde los países emiten (parte)
de su deuda en Dólares, moneda que no emiten por lo la posibilidad de no pago es real.
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[Agosto 2011]
mundo. Lo anterior tiende a garantizar que aún en este contexto de crisis e inestabilidad, el dólar
continúa actuando como reserva global de valor.
Los problemas de EEUU no son la única fuente de inestabilidad que existe en la actualidad. La crisis
internacional tiene otro epicentro en Europa. Varios países de la Unión Europea tienen problemas
por el elevado nivel de endeudamiento. En este caso, los países emiten su deuda en una moneda
supra-nacional (el Euro) por lo que es posible argumentar que un default es posible. Por supuesto,
si el Banco Central Europeo (BCE) optase por respaldar toda la deuda emitida por los países
miembros, este riesgo se eliminaría tal como ocurre en EEUU. En el fondo, estos problemas
responden a la integración económica incompleta entre países que tienen distintos grados de
desarrollo. Estos países tienen un tipo de cambio unificado a pesar de tener distintos niveles de
desarrollo productivo y cuentan con insuficientes transferencias fiscales para compensar estas
disparidades. Así, en este contexto de crisis, se ven acotadas las posibles respuestas de los países
más afectados. Por un lado, no pueden devaluar para hacer más competitivo su sector productivo
y reducir el déficit comercial. Por otra parte, no pueden pagar sus deudas con emisión, dado que
es el Banco Central Europeo quien tiene esa potestad.
Hasta ahora, los países centrales europeos (fundamentalmente Alemania) se han resistido a
articular salvatajes de los países más afectados, imponiendo ajustes que obligan a que estas
naciones implementen planes de ajuste, bajando salarios y disminuyendo el gasto público a
cambio de que se les preste dinero para no entrar en default. Las necesidades de ajuste se
reducirían si el BCE comprara la deuda de estos países, lo cual eliminaría la carga de la deuda que
cae sobre sus gobiernos. De todas maneras, la salida de la crisis europea requiere de una decisión
sobre la integración económica, profundizándola (para empezar, con mayores transferencias
fiscales y emisión de deuda conjunta) o reduciendo su alcance (con la salida del Euro de una serie
de países de la periferia europea).
La crisis europea y norteamericana pone, asimismo, en jaque al modelo de crecimiento exportador
asiático, principalmente chino. Si el mercado de EEUU deja de ser una fuente de demanda
dinámica, el crecimiento de China pasará a depender en mayor medida de su propio mercado
interno. Esta economía tiene los márgenes para hacer políticas contracíclicas e incrementar el
consumo interno, aunque no está exenta de problemas (por ejemplo, el deterioro constante de la
distribución del ingreso).
Por su parte, el ambiente internacional con mayor inestabilidad impone algunos desafíos para
Latinoamérica. Los países de la región han crecido en los últimos años motorizados por una
combinación de factores, que incluyó tanto políticas redistributivas en distintos países, como un
contexto externo de alza de precios de sus productos de exportación y una entrada de capitales
masiva. La crisis económica mundial puede cambiar velozmente estas condiciones.
Por un lado, es esperable que las economías desarrolladas crezcan a tasas bajas en los próximos
años, por lo que demandarán menos productos de los países en desarrollo. Esto podría llevar a
una desaceleración mundial y a una caída de los precios de los productos de exportación. Por el
otro, la volatilidad financiera puede potenciar la salida de capitales en busca de activos más
seguros. Así, la caída de los precios de exportación y la fuga de capitales seguramente impacten de
forma negativa en la región, tal como ocurrió en el año 2009, en el cual todos los países entraron
en recesión.
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En Argentina, la disminución de sus términos de intercambio (especialmente del precio de la soja)
impacta de lleno en la recaudación (vía retenciones), en el excedente volcado a la construcción
(gran generadora de empleo) y en la abundancia de dólares. Asimismo, la volatilidad financiera
puede incrementar la fuga de capitales y reducir las posibilidades de acceso a financiamiento
internacional, opción que puede ser necesaria en caso de reducción de las reservas. Por último, la
caída de la actividad en la región (particularmente Brasil) reduce el mercado para nuestros
productos industriales. De concretarse este escenario, sostener el crecimiento de la economía
requeriría niveles de intervención estatal muy superiores a los actuales, combinando políticas de
incremento de la demanda, sustitución de importaciones y control de la fuga de capitales, entre
otros.
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