Construcción del Régimen Liberal español

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CONSTRUCCIÓN DE UN
RÉGIMEN LIBERAL
Índice
(Crisis y restauración del Antiguo Régimen) .. 3 − 8
(Revolución Liberal. Isabel II)......... 9 − 14
(Guerras Carlistas).... 15 − 18
(Independencia de las colonias americanas).. 19 − 21
MIGUEL Á. VÍLCHEZ GARCÍA
La llamada Revolución Liberal fundó en España como en muchos otros países una nueva sociedad, un nuevo
sistema político que constituye un referente histórico fundamental de nuestra sociedad actual.
Este proceso tuvo en España, al igual que en todas partes, un carácter discontinuo, marcado por momentos
repletos de cambios políticos, sociales y económicos, y otros donde parecía retrocederse a momentos previos.
El impulso de este proceso de cambio surgía de las criticas al anterior sistema político (la monarquía absoluta)
y al Antiguo Régimen. Sus contradicciones, sus problemas, dieron lugar a distintos proyectos de solución.
Algunos de ellos procedían del propio sistema y otros se fraguaron contra él. Estas alternativas generaron
otras y así se abrieron nuevas encrucijadas. De la confrontación entre ellas se fue dibujando la formación de
una nueva sociedad, de un nuevo Estado cuya gestación sufrió continuos vaivenes.
La complejidad de este proceso guarda similitud con las revoluciones liberales que sucedieron en gran parte
de Europa entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX. En este sentido, la Revolución Francesa fue un
hito histórico difícil de ocultar.
La construcción del Estado Liberal español fue, como ya hemos dicho, el resultado de la lucha contra el
Antiguo Régimen y la monarquía absoluta. Pero ¿qué es el Antiguo Régimen?.
Este concepto fue utilizado peyorativamente por los revolucionarios y hacía referencia a una sociedad injusta,
donde hombres y mujeres tenían derechos diferentes según su nacimiento o estado, una sociedad desigual
donde la mayoría de la población era rural y estaba sometida a diversos señores a los que debía pagar unas
rentas. Una sociedad que tenía un sistema de gobierno sobre súbditos, con un sistema social basado en el
privilegio. Una sociedad que pronto entraría en un proceso de crisis y cambio.
A nivel de historia de España, hay dos etapas a destacar durante esta crisis:
• De 1808 a 1814, donde España pasa por procesos de gran trascendencia histórica:
• La Guerra de la Independencia, que supuso la guerra de liberación nacional frente al invasor francés
y un conflicto europeo al mismo tiempo.
• La revolución liberal burguesa de las Cortes d Cádiz, que supuso el primer intento de transformación
profunda de España y cuyo objetivo era acabar con el A.R y sentar las bases de una nueva sociedad,
un nuevo sistema político...
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• El reinado de Fernando VII (1814−1833), que supuso el triunfo d la reacción absolutista y la vuelta al A.R.
El eje d la vida política se centrará en el enfrentamiento absolutistas/liberales.
Los sucesos de España forman parte del conflicto europeo que enfrenta a Francia e Inglaterra. Los hechos a
tener en cuenta son:
• R.F y su impacto en España.
• Guerras napoleónicas y reorganización del mapa europeo.
• Inglaterra (país q supone un obstáculo a los planes d Napoleón).
Congreso de Viena y Restauración.
1 La crisis del antiguo régimen (1808 − 1814)
1.1. CARACTERÍSTICAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
Absolutismo monárquico e intervencionismo económico
Punto de vista:
* Político: Monarquía absolutista, el rey máximo poder y autoridad en los poderes, ejecutivo, judicial y
legislativo.
* Económico: Intervencionismo del estado y de algunas instituciones que controlaban sectores de la
producción. La actividad económica era la agricultura.
Sociedad estamental y homogeneidad cultural
La sociedad se organizaba en grupos llamados estamentos o estado.
* Clero: Se pertenecía a un estamento por herencia. Se dedicaba al estudio, predicación y administración de
sacramentos.
* Nobleza: Existía la vinculación, que establecía la inviolabilidad del patrimonio, para no debilitar la fuerza de
las casas nobles, estos bienes se llamaban, bienes de manos muertas. Suponía linaje. Se dedicaba a la defensa
y administración de del estado.
Ambos no pagaban impuestos ni podían perder sus bienes por venta.
En cambio imponían al pueblo a pagar los impuestos de:
− Nobleza Derechos señoriales
− Clero Diezmo
− Pueblo llano: Era el tercer estamento. Sometido a leyes comunes. Pagaban los impuestos al estado, clero y
nobleza. El 90 % se dedicaba a la agricultura. Predominaba el alfabetismo.
1.2. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Las causas de la Guerra de la Independencia
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La reacción de la monarquía española frente al estallido de la Revolución Francesa fue declarar la guerra al
país ve-cino (1793−1795), aunque los intentos de penetrar en Fran-cia por los Pirineos fueron rechazados.
Sin embar3o, a partir de 1799, Manuel Godoy, el minis-tro más influyente de Carlos IV, imprimió un giro
radical a la política exterior y se alió con Napoleón para enfrentarse a Gran Bretaña. Con esta intención, firmé
el Tratado de Fointeneblau (1807) por el que se autorizaba al ejército francés a atravesar España para atacar
Portugal, aliada de los británicos.
El temor a que la presencia del ejército napoleónico se convirtiera en permanente y el descontento de buena
parte de la población con Godoy y con el mismo Carlos IV, pro-vocó el estallido del Motín de Aranjuez
(1808), que forzó la dimisión del ministro y la abdicaci6n del rey en su hijo Fernando VII.
Ante los enfrentamientos en el seno de la familia real es-pañola, Napoleón optó por convocar a Carlos IV y
Fernan-do VII en Bayona (Francia), donde les hizo abdicar y acep-tar el nombramiento de su hermano José
Bonaparte como nuevo rey de España.
El conflicto bélico
Batalla de Bailén
La victoria lograda por el general español Francisco Javier Castaños sobre el francés Pierre−Antoine Dupont
en la estratégica localidad de Bailén permitió a los ejércitos españoles abrirse camino hacia Madrid, de donde
hubo de salir el hermano de Napoleón I, José Bonaparte, quien había sido coronado rey de España por los
invasores.
Estos acontecimientos provocaron la rebelión popular contra los ocupantes, y el 2 de Mayo de 1808 el pueblo
de Madrid se levantó espontáneamente contra los franceses.
El ejemplo de Madrid fue seguido en muchos otros luga-res, iniciándose un movimiento de resistencia popular
para luchar contra el invasor. Se creó una Junta Central Supre-ma y otras Juntas en las ciudades. También se
organizó el sistema de guerrillas.
La resistencia de las ciudades españolas a rendirse (sities) colaboró en el desgaste de las tropas invasoras,
mientras las guerrillas las hostigaban permanentemente y mermaban sus efectivos militares.
El curso de la guerra dio un giro definitivo en el año 1812, cuando la campaña de Rusia obligó a Napoleón
desplazar parte de su ejército a aquel país.
La ayuda ofrecida por 1as tropas británicas, bajo el mandato de Wellington, resultó decisiva para que en, a
finales de 1813, los franceses empezaran a abandonar el territorio español.
En ese mismo año se firmó el Tratado de Valencia, por el que Fernando VII recuperaba la corona y Napoleón
se comprometía a retirar sus tropas de España.
1.3. LAS CORTES DE CÁDIZ
Las abdicaciones de Bayona dejaron un vacío de poder, que el rey José no gozó nunca de la aceptación de los
españoles. Las Juntas querían dotar al país de unos represen-tes legítimos e iniciar un proceso de reformas. En
1810 la Junta Central convocó una reunión de Cortes en la ciu-dad de Cádiz, a la que acudieron los
representantes elegi-dos por el pueblo español para redactar una constitución.
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Las Cortes de Cádiz
Las reuniones de las Cortes establecidas en la ciudad española de Cádiz tras la invasión napoleónica de la
península Ibérica culminaron con la redacción, aprobación y promulgación de la primera Constitución de la
historia de España.
La Constitución reflejó los principios básicos del libera-lismo político. En ella se reconocía la soberanía
nacional y división de poderes, y presentaba una amplia declaración derechos del ciudadano. Tuvo un carácter
progresista y reclamó el sufragio universal masculino.
Las Cortes de Cádiz aprobaron también una serie de leyes destinadas a abolir el Antiguo Régimen y a
implantar los principios del liberalismo. Se decretó la supresión de los señoríos, la abolición de los gremios, la
supresión de la Inqui-sición, la igualdad de todos los españoles frente a la ley y los impuestos, etc.
Con la Guerra de la Independencia se inició un primer intento de revolución liberal. Pero la situación bélica
im-pidió aplicar todo lo legislado por las Cortes de Cádiz.
Además, no todos los patriotas que se alzaron contra el invasor apoyaban las reformas. Frente a los liberales,
que impulsaron la Constitución, los antiguos privilegiados sólo deseaban el regreso a la situación anterior a
1808.
2 La restauración del absolutismo (1814−1833)
2.1.EL REGRESO DE FERNANDO VII
Fernando VII, al que los españoles llamaban `el Deseado', regresó a España en 1814. Los liberales pretendían
que el monarca jurase inme-diatamente la Constitución de 1812, pero los absolutistas presionaron para que
restaurase el absolutismo y derogase toda la legislación libe−tal de las Cortes de Cádiz.
Fusilamiento de Torrijos
El reinado de Fernando VII se caracterizó por la continua represión ejercida por el soberano sobre el naciente
movimiento liberal. Defensor a ultranza del absolutismo monárquico como forma de gobierno y como pilar
básico del Estado, esta concepción política se acentuó tras poner fin al denominado Trienio Liberal en 1823 y
tuvo una de sus más nefandas manifestaciones en la ejecución de José María de Torrijos, liberal exaltado que
ya había participado en el pronunciamiento de 1820 y que en 1830, desde su exilio londinense, inició un
frustrado levantamiento que terminó con su detención.
El rey, convencido de la debilidad de los liberales, impulsó un golpe de Estado mediante el cual clausuré las
Cortes y anuló la Constitu-ción. En los meses siguientes se produjo la restauración de todas las an-tiguas
instituciones y se restableció el régimen señorial. Era una vuelta en toda regla al Antiguo Régimen.
Muchos liberales fueron detenidos y otros tuvieron que exiliarse o pasar a la clandestinidad. Pero no cejaron
en su intento de poner fin al absolutismo, y con el apoyo de los sectores más liberales del ejército organizaron
múltiples pronunciamientos, la mayoría de los cuales fueron duramente reprimidos (Mina, Lacy, Porlier...)
2.2. EL TRIENIO LIBERAL
Finalmente, en 1820, el pronunciamiento protagonizado por el co-ronel Riego en Cabezas de San Juan
(Sevilla) logró triunfar, inaugu-rando el Trienio Liberal (1820−23). Presionado por los liberales, el rey se vio
obligado a acatar la Constitución de 1812, decretar una amnis-tía y convocar elecciones para unas nuevas
Cortes.
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Las Cortes, integradas por una mayoría de diputados liberales, restauraron gran parte de las reformas de Cádiz
(abolición del régimen señorial, liberalización de la industria y el comercio...). Se creó, asimismo, la Milicia
Nacional, cuerpo de voluntarios armados pertenecientes a la clase media urbana, que defendían el orden
liberal.
2.3. LA QUIEBRA DEL ABSOLUTISMO
La vuelta al absolutismo fue seguida de una gran represión contra los liberales y de la des-trucción de toda la
obra legislativa del Trienio. Además el país arrastraba graves problemas económicos, a los que los gobiernos
de Fernan-do VII se mostraron incapaces de dar solución.
La Guerra de la Independencia había debilita-do enormemente la economía y dejado la ha-cienda en
bancarrota. Además, la independencia de las colonias americanas agravé la situación, privando a las arcas del
Estado de una importante fuente de ingresos.
Se hacia, pues imprescindible una reforma fiscal que obligase a los privilegiados a contri-buir con sus
impuestos. Pero éstos eran los principales defensores del absolutismo y el rey no odia atacar sus intereses sin
perjudicar los sus propios. A finales del reinado, se hizo evide-nte la crisis del régimen absolutista y la
ne-cesidad de reformas en profundidad.
Expediciones Carlistas
Aunque la primera Guerra Carlista se desarrolló fundamentalmente en el País Vasco, Navarra, Pirineo catalán
y zona del Maestrazgo, desde 1835 hasta 1837 tuvieron lugar las denominadas expediciones carlistas, que
extendieron de alguna manera el conflicto a toda la geografía peninsular. La más destacada de todas ellas fue
la protagonizada por el propio pretendiente Carlos María Isidro de Borbón entre mayo y octubre de 1837,
conocida como la Expedición Real, que finalizó en un estrepitoso fracaso.
A todo ello se le unió el conflicto dinástico. Fernando VII había tenido sólo hijas y la impedía a las mujeres
reinar en España. Para garantizar el trono a su hija mayor Isabel, el rey dictó la Pragmática Sanción, que
derogaba la ley anterior. Muchos de los absolutistas no aceptaron el cambio y defendieron que la legitimidad
del trono correspondía al príncipe Carlos, el hermano del rey.
ALBERTO RODRÍGUEZ CABRERA
Durante el período de 1833 a 1868, se produjo en España la Revolución Liberal. Poseía un régimen político
basado en el sufragio censitario y en una nueva clase de terratenientes y financieros procedente de la vieja
burguesía y nobleza.
Los cambios se produjeron en un contexto muy violento pues los partidarios de continuar con el antiguo
régimen se levantaron en armas contra ésta nueva forma de gobierno que se acercaba. Las llamadas guerras
carlistas provocaron diversas revueltas, lo que hizo que se alternaran en el poder los liberales progresistas y
los liberales moderados; pero esto no hizo más que consolidar los cambios.
1. La revolución liberal y la guerra carlista
1.1. CARLISTAS CONTRA ISABELINOS
Tras la muerte de Fernando VII se produjo un enfrentamiento de los partidarios de Isabel II como sucesora al
trono de su padre, y los partidarios de su hermano Carlos.
La primera de éstas guerras carlistas se produjo en 1833 a 1839. Más tarde, en 1846 se produjo una segunda
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guerra carlista, que se prolongó hasta 1849.
Los carlistas contaron con un número reducido de partidarios en la nobleza y el clero, pero no obstante en
ciudades como el País Vasco, Aragón, Valencia y Cataluña llegaron a ser unos movimientos reaccionarios y
populares. Estos territorios continuaban manteniendo sus fueros o leyes propias que el liberalismo amenazaba
con derrocar y substituirla por la aplicación de la igualdad ante la ley.
El ejército carlista se basó en la práctica de la guerra de guerrillas, ante la imposibilidad de formar un ejército
regular.
Pese a todos los intentos carlistas de alzarse con el poder, no fue así, y la reina regente Mª Cristina supo
ganarse la causa de los intereses dinásticos de su hija Isabel II a un gran número de absolutistas fieles a
Fernando VII.
A diferencia de los carlistas, los isabelinos contaban con la colaboración de la mayor parte de la nobleza, de la
jerarquía de la Iglesia de la burguesía urbana, además del aparato del Estado.
1.2. LA REVOLUCIÓN LIBERAL
Al principio, los cambios fueron muy lentos. En 1834, el Estatuto Real, proclamó que la soberanía provenía
de la Corona y las Cortes, que contaban con una representación muy limitada −sufragio censitario−.
En 1835 se formaron juntas revolucionarias y comenzaron las oleadas revolucionarias.
En 1836, los liberales progresistas asumieron el poder y realizaron las reformas más importantes. El personaje
a destacar fue el financiero Mendizábal, quien dirigió la desamortización de las tierras de la Iglesia. También
se firmo una nueva Constitución en 1837, la cual proclamaba la soberanía nacional, la separación de Iglesia y
Estado, el sufragio censitario y la creación del Congreso y el Senado. Se estableció el régimen liberal, con el
que surgieron una nueva clase de propietarios. Los cambios continuaron durante la regencia del general
Espartero, quien sustituyó a la reina Mª Cristina.
Sin embargo el general Espartero cometió un error bombardeando Barcelona, desencadenando una cruenta
represión. Esto desprestigió al general y dimitió de su cargo de regente dejando paso como reina ya a Isabel II
cuando ésta sólo contaba con trece años de edad.
2. La consolidación del Estado Liberal (1843−1856)
2.1. LA DÉCADA MODERADA
Los primeros años de reinado de Isabel II se produjeron un estancamiento de las reformas y una actitud
política conservadora. Se intercambiaron los papeles Progresistas y Moderados y los primeros pasaron a la
oposición, mientras que los segundos, liderados por el general Narváez, pasaron al poder apoyados por la
reina.
Aunque el nuevo gobierno era moderado esto no produjo ningún receso en la consolidación del régimen
liberal. El absolutismo y el antiguo régimen quedaban ya muy atrás, y tanto Isabel II como Narváez no
pretendían restablecerlos.
Las desamortizaciones como otros cambios en relación con la propiedad de la tierra fueron respetadas.
La burguesía revolucionaria del periodo anterior se transformó en conservadora y temerosa de cualquier
agitación social.
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Una nueva Constitución fue aprobada en 1845, que proclamaba una soberanía compartida repartida entre la
Corona y las Cortes, dividiéndose éstas últimas en Congreso y Senado.
El sufragio estuvo muy restringido, ya que sólo tenían derecho a voto los grandes propietarios.
Las nuevas leyes que trajo consigo la nueva Constitución reafirmaban el carácter conservador del nuevo
estado liberal Este gobierno se caracterizó por las relaciones con la iglesia y el orden público.
Cuando se firmó el concordato con la Santa Sede en 1851 se resolvía el pleito iniciado con la desamortización
iniciada por Mendizábal. La Iglesia tuvo entonces que reconocer la validez de los nuevos propietarios, pero
recuperó los bienes no vendidos obtuvo el compromiso estatal de sufragar al clero, así como que se declarara
la religión católica como la única y oficial del estado español y además se le reconocieron ala iglesia labores
de gran consideración como la enseñanza que permaneció vigente hasta 1931.
El gobierno disolvió milicias nacionales y creó el primer cuerpo profesional de policía que fue la guardia civil,
cuerpo que nació destinado a cometidos civiles y medios rurales.
2.2. EL BIENIO PROGRESISTA
En 1854 los progresistas y la Unión Liberal se hicieron con el poder mediante un pronunciamiento
acompañado de revueltas populares. Como consecuencia de ello Espartero formó de nuevo gobierno. Los
progresistas modificaron de nuevo la Constitución pero mantuvieron las disposiciones más importantes como
el concordato y la guardia civil.
Duró poco el gobierno progresista, tan sólo dos años que se emprendieron algunas reformas económicas
decisivas para la consolidación del nuevo régimen. Se decretó la desamortización de los bienes comunales o
municipales y se aprobaron diversas leyes de carácter financiero e inversionista.
El gobierno progresista se caracterizo también por una ampliación de las libertades las clases obreras se
pudieron formar en sindicatos.
Pero la inestabilidad social hizo que el general O´Donell se hiciera con el poder en 1856.
3. La reforma agraria liberal
Las reformas más significativas de los liberales estuvieron en el campo. El gobierno progresista acometió las
siguientes medidas:
• Abolición de los privilegios de la Mesta, esto significó el aumento de las tierras de cultivo.
• Supresión de los señoríos jurisdiccionales, los nobles perdieron la potestad de suministrar justicia en sus
territorios.
• Desvinculación de los mayorazgos, los patrimonios nobiliarios se pudieron vender.
• Desamortización de los bienes eclesiásticos.
3.1. LAS DESAMOTIZACIONES
De todas las medidas agrarias ésta fue una de las más revolucionarias.
La desamortización de los bienes eclesiásticos perseguía varios objetivos fue una medida necesaria para abolir
el antiguo régimen y los privilegios estamentales, se tenía que reducir el problema de la infrautilización de los
latifundios.
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La desamortización debía permitir enjugar el déficit público, por causa de los enormes gastos del ejército.
La venta de tierras favoreció el mantenimiento del latifundismo. La exigencia de dinero inmediato solo se vio
satisfecha por aquellos que ya disponían de abundantes capitales. Se permitió el pago con títulos de deuda
pública.
Los compradores, por lo general burgueses y nobles, perpetuaron el absentismo crónico del campo.
Además por la presencia masiva de una mano de obra barata las innovaciones técnicas fueron mínimas.
Muchos campesinos fueron desahuciados por los nuevos propietarios. La desamortización y la reforma agraria
liberal consolidaron los grandes propietarios agrarios.
4. El fin del reinado de Isabel II
4.1. La alternancia de unionistas y moderados:
Se alternaron en el poder los unionistas y los moderados, los primeros liderados por O´Donnell y los segundos
por Narváez. El carácter conservador tuvo su principal exponente en la renovación de la constitución de 1845.
Durante estos años la represión de los movimientos populares por una política internacional intervencionista y
por una larga serie de pronunciamientos progresistas.
Durante los años de gobierno unionista se llevaron a cabo diversas empresas militares.
Se enviaron tropas militares a México, a la Conchinchina y a Marruecos.
O´Donnell pretendía hacerse un lugar entre las potencias europeas. Estos conflictos internacionales dieron un
gran prestigio al general Prim que se puso al frente de los progresistas.
Los pronunciamientos encabezados por los militares progresistas fueron constantes.
4.2. La caída de la Bolsa y el fin del régimen
En 1866 se produjo una crisis financiera profunda. Las acciones de los ferrocarriles cayeron en picado y
provocaron la quiebra de un gran número de bancos.
Esta situación de crisis dio lugar a que la oposición política española se organizara. El partido progresista y el
democrático firmaron el pacto de Ostende en 1866. En este pacto se comprometían a sublevarse contra la
monarquía de Isabel II y convocar unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal masculino
decidieron el sistema de gobierno.
Los moderados de la unión liberal liderada por el general Serrano se adhirieron al pacto en 1868.
Todo esto encabezo el golpe de estado en 1868. Isabel II huyó al exilio y el país inició una nueva etapa
política.
5. Isabel II
Isabel II (1830−1904), reina de España (1833−1868). Hija de Fernando VII y de la cuarta esposa de éste,
María Cristina de Borbón, su nacimiento, que tuvo lugar en Madrid el 10 de octubre de 1830, provocó
problemas dinásticos, ya que hasta entonces el heredero era el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro,
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quien no aceptó el nombramiento de Isabel como princesa de Asturias y heredera del trono cuando el Rey
derogó en 1832 la prohibición de reinar a las mujeres (Ley Sálica).
Durante su minoría de edad, fueron regentes su madre María Cristina, reina gobernadora hasta 1840, que se
apoyó en los liberales para hacer frente al carlismo (durante la primera Guerra Carlista, transcurrida entre
1833 y 1840, que fue provocada por el mencionado conflicto sucesorio), y, hasta 1843, el general Baldomero
Fernández Espartero. A los trece años, fue declarada mayor de edad. A los 16, después de numerosas
conversaciones con potencias extranjeras, se la casó, contra su deseo, con su primo Francisco de Asís de
Borbón (octubre de 1846). Tuvo nueve hijos, algunos de los cuales murieron al nacer.
5.1. REGENCIAS DE MARÍA CRISTINA Y DE ESPARTERO
Durante los treinta y cinco años de su reinado se consolidó el difícil tránsito en España desde un Estado
absolutista a otro liberal−burgués, no sin una serie de cambios que afectaron al régimen político y al sistema
económico y social. Su reinado se inició con la semi−concesión liberal de una carta otorgada, el Estatuto Real
(1834). El definitivo impulso liberal se abrió en agosto de 1836, tras la denominada sublevación de La Granja,
llevada a cabo por los sargentos de la guardia acantonada en el Real Sitio homónimo.
Tres son las medidas principales que se pusieron en marcha de manos del presidente de gobierno Juan Álvarez
Mendizábal: la desamortización de bienes de la Iglesia, la creación de un Ejército capaz de doblegar al
carlismo y la institucionalización del régimen. Pero la medida más importante fue, en este arranque del
reinado de Isabel II, la elaboración de una constitución acorde con la ideología triunfante. Oficialmente se
hizo una adaptación de la idealizada Constitución de Cádiz de 1812, pero el resultado fue una nueva
Constitución (1837), mucho más ceñida a la realidad social. El progresismo, que además lograba un relativo
éxito contra el carlismo (como muestra el Convenio de Vergara, acordado en 1839), alcanzó su momento
culminante de la mano del militar que capitalizó la victoria, el general Espartero. Entre 1840 y 1843,
Espartero llegó incluso a desplazar de la regencia a la misma Reina madre, con una línea de gobierno
claramente autoritaria que provocó el rechazo de una parte del progresismo, lo que acabó por abrir las puertas
al conservadurismo.
5.2. LA DÉCADA MODERADA
Ramón María Narváez, llamado por sus detractores 'el Espadón de Loja' por ser esta localidad granadina su
lugar de nacimiento y debido a su condición de militar autoritario, Ramón María Narváez fue la principal
figura del Partido Moderado, la formación que dominó la escena política española durante casi todos los años
transcurridos del reinado de Isabel II.
De la mano del Partido Moderado, a partir de 1844 y durante 10 años (periodo conocido como Década
Moderada), se consolidó un liberalismo muy restrictivo (sólo una minoría de ciudadanos tenía derechos
políticos). La práctica del caciquismo, en buena medida, empezó a tejer sus redes a partir de 1844. El nuevo
sistema se plasmó en la ciertamente conservadora Constitución de 1845. El hombre fuerte del periodo, el
general Ramón María Narváez, consiguió evitar la oleada revolucionaria extendida por gran parte de Europa
(las denominadas revoluciones de 1848), más por la falta de una estructura social afín que por las medidas de
dureza adoptadas. Esta fase se cerró con el `tecnócrata' Juan Bravo Murillo, quien llevó a cabo, en 1851 y
1852, una amplia labor administrativa y hacendística.
5.3. EL BIENIO PROGRESISTA
Desde 1854 hasta 1856, de nuevo el Partido Progresista se volvió a hacer con el poder toda vez que el sistema
político adoptado desde 1844 le excluía en la realidad mediante un acto de fuerza, el pronunciamiento de
Vicálvaro (la denominada Vicalvarada de junio de 1854). Su principal dirigente, Espartero, volvía así al
primer plano. Lo más trascendente de cuanto ocurrió en este periodo (llamado Bienio Progresista) fue, sin
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duda, la desamortización civil llevada a cabo en 1855 por el ministro de Hacienda Pascual Madoz.
5.4. LA SUPREMACÍA DE LA UNIÓN LIBERAL
Narváez volvió a conseguir el poder durante un bienio más (1856−1858); sin embargo, los cambios sociales
terminaron por abrir el camino a un sistema más templado, llevado a cabo por la Unión Liberal (1858−1863),
el cual giró en torno a otro militar, el general Leopoldo O'Donnell. Un periodo de relativa estabilidad social,
durante el cual O'Donnell jugó un activo papel en el exterior tanto en su gobierno ejercido desde 1858 hasta
1863 como en el que presidió entre 1865 y 1866, hasta el punto de poder hablarse de una etapa
neoimperialista, como muestran la guerra en Marruecos (con la firma del Tratado de Wad−Ras, en 1860, que
delimitaba las posesiones españolas en el norte de África); la intervención en México (llevada a cabo, junto a
franceses y británicos, en 1861 y 1862) y en Cochinchina (como apoyo a las tropas francesas que intervinieron
en el territorio desde 1859); la anexión de la República Dominicana (1861−1864); y la provocación de la
guerra del Pacífico (1864−1866), que, entre otros avatares, se manifestó en el bombardeo español en 1866 del
puerto peruano del Callao.
5.5. CRISIS DEFINITIVA
Isabel II en el exilio Destronada en 1868, la reina española Isabel II abdicó dos años después en su hijo, el
futuro Alfonso XII, favoreciendo el retorno al trono de la monarquía Borbónica, que se produciría en 1875.
Isabel falleció, en 1904, en el exilio que le había llevado, 36 años antes, a París (Francia).
La última etapa del reinado de Isabel II (1864−1868) fue de clara descomposición política. Junto a la crisis
económica, aparecieron reiteradas sequías y problemas de adaptación de una economía que no había
comenzado su desarrollo verdadero. Los nuevos grupos sociales en ascenso (la clase media y la clase obrera)
exigían un cambio en profundidad. La respuesta del régimen no fue otra que resistir mediante la fuerza. En el
último momento, con Luis González Bravo como presidente del gobierno desde abril de 1868, el régimen rozó
el sistema dictatorial. El final llegó con la incruenta batalla de Alcolea (28 de septiembre de 1868), que abrió
las puertas al triunfo de la revolución de 1868, la cual supuso el destronamiento definitivo de Isabel II, quien
en 1870 abdicó desde su exilio parisino en su hijo Alfonso XII para favorecer la vuelta de la Casa de Borbón
al trono español. Una vez iniciado su exilio, se separó de su esposo y, desde entonces, no volvió a intervenir
en las decisiones políticas (salvo en su propia abdicación), ni siquiera cuando, en diciembre de 1874, su hijo
inició el periodo histórico que habría de llamarse Restauración. Isabel II murió el 9 de abril de 1904 en París
(Francia), ciudad donde vivió desde su derrocamiento.
JOSÉ R. MUÑOZ RODRÍGUEZ
1. Guerras carlistas
Guerras Carlistas, nombre por el que son conocidas las tres guerras civiles que tuvieron lugar en España a lo
largo del siglo XIX y que enfrentaron, de un lado, a los partidarios de los derechos al trono de la hija del rey
Fernando VII, Isabel II, y, del otro, a los de la línea dinástica encabezada por el hermano de aquél, Carlos
María Isidro de Borbón (el infante don Carlos, `Carlos V' para sus seguidores), así como a sus posteriores
descendientes.
El desarrollo de este conflicto, intermitente y circunscrito geográficamente a determinadas zonas de Cataluña
y a las provincias del Norte (Navarra y País Vasco), sin olvidar ligeras ramificaciones en el interior, abarcó un
amplio marco cronológico comprendido entre 1833 y 1876 (desde la muerte de Fernando VII hasta que con
Alfonso XII como rey finalizó el último combate). La desigualdad de recursos humanos y medios materiales
entre uno y otro bando en liza, sus diferentes simbologías y tácticas de lucha, así como la crueldad
generalizada de estos choques fratricidas, son algunos aspectos destacados por los estudiosos del carlismo
español decimonónico y sus tensas relaciones con el régimen liberal.
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1.1. ORIGEN IDEOLÓGICO DEL CARLISMO
Bajo estas divergencias, que alimentaron tres guerras civiles durante el siglo XIX (las denominadas Guerras
Carlistas), se escondía un movimiento complejo y cambiante en sus planteamientos doctrinales y en su
aplicación práctica según el momento histórico, que exigió una constante redefinición. El principio de
legitimidad dinástica, resumido en el lema `Dios−Patria−Rey' que simbolizaba el imaginario de una
monarquía católica autoritaria, se acompañaba, entre otros ingredientes, de un componente foralista (defensor
de un ordenamiento jurídico y político propio referido a un fuero anterior) amparado en la descentralización
del Antiguo Régimen rechazada por el liberalismo uniformador.
Así se explica la permanente confusión entre la defensa política de unos derechos dinásticos y la de un modelo
socioeconómico adaptado a las principales zonas de sublevación (Cataluña, Navarra, País Vasco) y reacio a
desaparecer. El apoyo a la causa carlista del campesinado y de amplios sectores de la baja nobleza y del clero
ahonda en esta interpretación defensiva de un mundo tradicional, mayoritariamente rural que, al ver
resquebrajarse sus libertades ante el centralismo liberal, defendió unas determinadas formas de propiedad y de
tenencia de la tierra, unos vínculos de protección, un régimen de impuestos, así como unas específicas pautas
de conducta y sociabilidad.
Partida carlista
Este grabado muestra una imagen, tal vez tópica, relativa a la actitud de determinados sacerdotes defensores
del carlismo, el movimiento social y político que, durante el siglo XIX, motivó tres guerras civiles en España.
En él podemos ver a un cura fanático encabezando a tropas carlistas que acometen, en Navarra, a soldados
liberales.
1.2. PRIMERA GUERRA CARLISTA O GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1833−1840)
El fallecimiento de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 entabló un pleito sucesorio, que pronto se
tradujo en una cruenta guerra civil entre los denominados isabelinos o cristinos, defensores de la legitimidad
al trono de la regente María Cristina de Borbón, madre de Isabel II, y los partidarios del infante don Carlos,
aferrados a la validez de la Ley Sálica e identificados bajo la etiqueta carlista. La neutralidad de los Estados
Pontificios y el apoyo tan sólo moral de la Santa Alianza (formada por Rusia, Austria y Prusia) a las
posiciones de don Carlos, frente a la decidida ayuda de los liberales europeos a la causa isabelina,
desnivelaron sobremanera el contingente humano y el material bélico de los dos bandos en litigio. La
prolongada duración de la contienda, que enmascaraba los objetivos iniciales de lucha y acentuó los contrastes
ideológicos y socioeconómicos de uno y otro campo, evidenció las dificultades de una solución negociada del
conflicto, además de la demostrada pericia de los militares carlistas, su profundo conocimiento del medio
físico en que se desenvolvía la guerra y la decisiva complicidad de la población civil.
El ¡Viva Carlos V! lanzado en Talavera de la Reina (Toledo) el 3 de octubre de 1833 por el funcionario de
Correos Manuel María González, luego detenido y fusilado, se ha considerado tradicionalmente como el
pistoletazo de salida de esta guerra civil. La dispersión de los carlistas en estos primeros escarceos, en su
mayoría antiguos voluntarios realistas carentes de un plan estratégico definido y sin apenas armas, no impidió
el estallido de la insurrección en el norte de la península Ibérica, así como en Cataluña y algunas zonas de
Aragón y Valencia. La figura del coronel Tomás de Zumalacárregui resulta clave para entender la
transformación del caótico entorno carlista en un pequeño ejército disciplinado, su rentable recurso a la
desgastadora táctica de guerrillas frente a las tropas regulares y la consolidación, en definitiva, del
levantamiento en el País Vasco, norte de Cataluña y El Maestrazgo.
Desde 1835 hasta 1837 tuvieron lugar las denominadas expediciones carlistas, que extendieron de alguna
manera el conflicto a toda la geografía peninsular.
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A partir de este momento, la contienda entró en una dinámica de estériles batallas, muchas de ellas acabadas
en tablas, entre los militares isabelinos y las tropas disidentes al mando de Vicente González Moreno, Nazario
Eguía y Bruno Villarreal. El estancamiento dio paso a un sufrido retroceso carlista, materializado en el
estrepitoso fracaso de la Expedición Real en su marcha hacia Madrid y en el repliegue en el norte, lo que
condujo al Convenio de Vergara sellado entre Espartero y Rafael Maroto el 31 de agosto de 1839, punto final
de las hostilidades en esta zona y motivo del exilio a Francia del pretendiente don Carlos. La resistencia del
militar Ramón Cabrera y Griñó en El Maestrazgo prorrogó la lucha en tierras catalanas hasta mayo de 1840,
cuando se consumó la entrada de Espartero en Morella (Castellón) y la retirada de Cabrera hacia la divisoria
francesa. El cruce el 4 de julio de esta línea fronteriza por los últimos soldados carlistas supuso una guerra
oficialmente zanjada.
1.3. SEGUNDA GUERRA CARLISTA O GUERRA DEL MATRINERS (1846−1849)
Las expectativas frustradas de unión dinástica matrimonial entre Isabel II y Carlos Luis de Borbón y de
Braganza, conde de Montemolín (primogénito de don Carlos y denominado Carlos VI en la genealogía
carlista), detrás de cuya hipotética alianza se situaban conocidos valedores como el filósofo Jaime Balmes o
Juan de la Pezuela y Ceballos, allanó de nuevo el camino a la irracionalidad de la fuerza. Desde el otoño de
1846 se detectaron escaramuzas inconexas de partidas autónomas levantadas en armas por diversos puntos de
la geografía catalana, escenario exclusivo de este nuevo despliegue bélico y presumible origen del nombre de
`madrugadores' (matiners), con el que la historiografía ha bautizado a sus principales protagonistas. La
actividad de las partidas en acciones guerrilleras prosiguió durante 1847 a las órdenes de jefes
experimentados, logrando incrementar sus efectivos de cuatro a diez mil hombres a raíz del retorno a Cataluña
del irredento Cabrera, apodado el tigre de El Maestrazgo. Al frente de las huestes isabelinas se sucedía un
rosario de jefes y capitanes generales (Bretón, Manuel Pavía y Lacy, Manuel Gutiérrez de la Concha y
Fernando Fernández de Córdova), en un continuo trasiego por las líneas de combate que ponía de relieve la
incapacidad del Ejército para pacificar el acotado conflicto.
1.4. TERCERA GUERRA CARLISTA (1872−1876)
En apenas un cuatrienio, las tropas del pretendiente Carlos VII (duque de Madrid) se enfrentaron con las de
los sucesivos adeptos de Amadeo I, de la I República y de Alfonso XII, prueba inequívoca de la cambiante
morfología política de España en esos años y sus dificultades para consolidar su forma de gobierno y
estructuración territorial del Estado. Cataluña y el País Vasco coparon en esta tercera y última ocasión la
geografía militar carlista desde las primeras escaramuzas del llamado `ejército de Dios, del trono, de la
propiedad y de la familia', fechadas en 1872, hasta el histórico Volveré pronunciado por Carlos VII en febrero
de 1876 al cruzar el puente de Arnegui rumbo al exilio, por lo demás nunca cumplido. Entre uno y otro año
tuvieron lugar un sinfín de choques armados, unas veces favorables a los rebeldes, o bien estrepitosos errores
de éstos (sitio de Bilbao, toma de Cuenca, marcha hacia Valencia), junto a acontecimientos variopintos como
la designación del infante Alfonso Carlos al frente de los combatientes catalanes y la testimonial devolución a
este pueblo de sus perdidos fueros, o las atrocidades del cura Manuel Ignacio Santa Cruz, encarcelado por los
propios carlistas y cruel excepción que confirma la regla del derramamiento indiscriminado de sangre
inocente. La Restauración de la Casa de Borbón, llevada a efecto en diciembre de 1874 en torno a la figura de
Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II, puso de relieve, antes de certificarlo las armas en Cataluña y
Navarra, la secular inutilidad del empeño carlista por acceder a la corona de España.
2. Espartero
Baldomero Fernández Espartero (1793−1879), militar y político español, regente del reino (1840−1843) y
presidente de gobierno (1837; 1840−1841; 1854−1856), figura fundamental del liberalismo político español
durante la primera mitad del siglo XIX como principal dirigente del Partido Progresista.
Desde ese momento utilizó su prestigio y popularidad con el objeto de ejercer el poder político desde las filas
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del Partido Progresista. Fue nombrado presidente de gobierno en septiembre de 1840 (Ministerio−Regencia),
con lo que sustituía a la madre de la reina Isabel II, María Cristina de Borbón, como regente interino después
de que ésta renunciara al cargo por su enfrentamiento con él. Desde mayo del año siguiente al tiempo que
abandonaba la presidencia del gobierno, tras ser elegido por las Cortes, pasó a desempeñar la regencia hasta la
segunda mitad de 1843. Gobernó bajo la vigencia de la Constitución de 1837 y llevó a cabo la
desamortización de los bienes del clero secular (1841), pero, al mismo tiempo, reprimió duramente
conspiraciones tanto de signo moderado como democrático, a la vez que hubo de enfrentarse en el Congreso
de los Diputados a sus propios correligionarios progresistas, tales como Joaquín María López y Salustiano de
Olózaga.
En agosto de 1843, fue expulsado del poder después del triunfo de una sublevación contra su desempeño de la
regencia, encabezada por el general moderado Ramón María Narváez, pero en la cual también participaron o
cuando menos, se inhibieron la mayoría de los progresistas. Se vio obligado a exiliarse y, desde El Puerto de
Santa María (Cádiz), se embarcó hacia Inglaterra, pasando a residir en Londres hasta que, en 1849, el propio
Narváez le permitió regresar a España y se estableció en Logroño. Tras el triunfo de la denominada
Vicalvarada, reapareció en la vida política junto a Leopoldo O'Donnell, con quien compartió el liderazgo
político durante el Bienio Progresista (1854−1856). Fue presidente del gobierno desde julio de 1854 hasta
julio de 1856, mes este en el cual fue sustituido por aquél. Durante su última presidencia gubernamental, tuvo
lugar una de las más famosas leyes desamortizadoras (1855), la que debe su nombre al ministro de Hacienda
Pascual Madoz, así como la convocatoria de Cortes Constituyentes. Falleció el 8 de enero de 1879, en
Logroño.
J. ADRIÁN MARFIL CASADO
1. La independencia de las colonias americanas (1808 − 1826)
El proceso de independencia de las colonias americanas coincide con el reinado de Fernando VII y contribuyo
a acelerar los problemas económicos y el desprestigio político de la monarquía absoluta. Las causas de la
independencia son:
− El malestar existente en las colonias desde décadas estallo en forma de guerras de independencia. Varios
fueron los factores que contribuyeron al levantamiento de las colonias.
− Por un lado las ideas ilustradas y los principios de igualdad que fueron proclamados en la Revolución
Francesa. Estas ideas cambiaron la forma de pensar del pueblo y animaron a luchar por la independencia.
− El éxito de la revuelta de las colonias británicas de América del Norte, que acabo con la proclamación de la
independencia de Estados Unidos (1776).
− Otra causa fue el descontento de la burguesía criolla (de raza blanca pero nacida en América) ante la actitud
de los españoles, que se beneficiaban de la economía y acaparaban todo el poder político. Los criollos veían a
España como un freno para la economía, ya que imponían en el comercio fuertes cargas fiscales. Además
marginaban de la política y de la administración a los criollos, aunque ellos gozaban de poder económico.
1.1. EL FIN DEL IMPERIO AMERICANO
El estallido de la Guerra de la Independencia suscitó la formación de Juntas, nacieron como un movimiento de
respuesta a la invasión extranjera pero pronto se convirtieron en organismos de poder propio.
Los miembros de las Juntas eran criollos que sustituyeron a las autoridades españolas y se negaron a aceptar la
autoridad de la Junta Central Suprema. Los focos más importantes están en Venezuela (Simón Bolívar) y en el
virreinato de la plata (José de San Martín).
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Simón Bolívar:
Simón Bolívar (1783−1830), militar y político sudamericano de origen venezolano, presidente de
Venezuela (1819), presidente y creador de la República de la Gran Colombia (1819−1830) y dictador de
Perú (1824−1826), se convirtió desde 1813 en el máximo conductor de la revolución que culminó con la
emancipación de Sudamérica frente al poder colonial español, por lo que es conocido como el Libertador.
Nació en Caracas el 24 de julio de 1783, en el seno de una familia de ricos criollos, los Bolívar y
Ponte−Palacios y Blanco. Estudió de manera no convencional con maestros como el escritor y político
venezolano Andrés Bello y el filósofo y educador también venezolano Simón Rodríguez, si bien fue este
último quien en su etapa caraqueña contribuyó en más alto grado a forjar la personalidad de Bolívar.)
Juan de San Martín:
De estirpe de labradores y soldados, el padre del Libertador, don Juan de San Martín, era un militar
español, oriundo de la provincia de Palencia, nacido en el pueblo de Cervatos de Cueza, en 1726, y enviado
en 1765 a Buenos Aires para unirse al ejército de la metrópoli. Ocurría esto durante el reinado de Carlos
III; la Colonia del Sacramento se hallaba, a la sazón, en poder de los portugueses; al Virrey Vértiz tocó la
misión de rescatarla para España y don Juan de San Martín tomó parte activa y gloriosa en la empresa.
Son, sin duda, estos méritos los que proporcionan rápidos ascensos al pundonoroso militar. En 1767 es
promovido al grado de Oficial Mayor (hoy diríamos Comandante); en el año 1770 contrae matrimonio con
dolía Gregoria Matorras del Ser, oriunda de Paredes de Navas, en Castillo la Vieja; en 1775 pasa a
desempeñar el cargo de Gobernador del Departamento de Yapeyú (territorio de Misiones) en la orilla
derecha del río Uruguay. Allí nace, de este matrimonio, José de San Martín, el futuro héroe de la
Independencia americana. Es el quinto hijo de Gregoria Matorras y Juan de San Martín.)
1.2. LA INSURRECCIÓN
Con la restauración del absolutismo las tropas españolas consiguieron restablecer el dominio colonial en la
mayor parte de las colonias, pero la insurrección se generalizo de nuevo en 1816:
− El general San Martín dirigió una expedición que atravesó los Andes y derroto a los españoles logrando aso
la independencia de Chile.
− En el norte, Simón de Bolívar, derroto a los españoles y fundo la Gran Colombia en 1821. Más tarde se
dividió en Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
Antonio José de Sucre derroto a los españoles y emancipó Perú y Bolivia.
− La rebelión protagonizaba por Iturbe, en México, logró la independencia en 1821.
1.3. NUEVOS PROBLEMAS
Los intereses de los nuevos caudillos locales impidieron la creación de una América unida, y esta se
fragmentó en múltiples repúblicas. Así se consolido el poder de los jefes militares.
Por otro lado se olvidaron las necesidades de la población indígena, negra y de las clases populares. La
sociedad poscolonial naciera con grandes desigualdades económicas, lo que dio lugar a conflictos y tensiones
sociales.
2. Independencia de Cuba y de la América española
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2.1. INDEPENCENCIA CUBANA (1895−1898)
Enfrentamiento bélico que precipitó la independencia de Cuba del dominio español. La oposición a las tropas
españolas se hizo en un principio en forma de guerra de guerrillas, que, a medida que iban triunfando,
permitieron a los jefes políticos insurrectos articular una república democrática que promulgó una
constitución (1895). El incidente del buque estadounidense Maine, cuya explosión fue atribuida en un
principio a los españoles, precipitó la contienda entre españoles, por una parte, y estadounidenses y cubanos,
por otra, lo que provocó el fin del poder hispánico en la isla. Cuba debería esperar algunos años para alcanzar
la liberación del control estadounidense, y España perdía así sus últimas posesiones en América Latina.
2.2. INDEPENDENCIA DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA (1811−1824)
Conjunto de campañas bélicas que desembocaron en la emancipación de los países hispanoamericanos
(1811−1824). A lo largo del siglo XVIII ya se habían producido algunos movimientos populares aislados, que
fueron un precedente del proceso independentista posterior: insurrecciones de los comuneros del Paraguay
(1717−1735) y Nueva Granada (1781−1782), así como la sublevación de Tupac Amaru (1780−1781).
El malestar provocado en las colonias por su subordinación económica respecto a la metrópoli, que actuaba de
freno en su progreso, y la influencia ideológica de la constitución de Estados Unidos y de la Revolución
francesa impulsaron la toma de conciencia de las colonias respecto a sus propios problemas. La invasión
napoleónica de España, con la consiguiente debilitación del poder colonial, propiciaron ya la instauración de
juntas en los diversos territorios. Se produjeron después los primeros movimientos insurreccionales, que en
México tuvieron un carácter eminentemente rural: alzamientos de Miguel Hidalgo (1811) y José María
Morelos (1812−1815). También en América del Sur el conflicto bélico estalló en 1811. Aunque se produjo un
reflujo en 1814, la guerra se generalizó entre 1816 y 1824.
Los principales dirigentes de las guerras de independencia fueron José de San Martín y Bernando O'Higgins
en el sur, y Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en el norte. Las tropas de San Martín, después de
proclamar la independencia de Argentina (julio de 1816), pasaron los Andes y derrotaron a los realistas en
Chacabuco (1817) y Maipo (1818), liberando Chile. San Martín se dirigió entonces hacia territorio peruano y
en 1821 entró en Lima. Por su parte, Bolívar, aunque fracasó en Venezuela (1816), consiguió derrotar a los
realistas en Boyacá (1819) y ocupar Bogotá, consolidando la libertad de Nueva Granada. En 1821 se produjo
la independencia de México, gracias a la acción de Agustín de Iturbide. Ese mismo año se desarrolló también
la primera etapa de la emancipación de América Central. Tras la victoria de Carabobo (1821), que permitió a
Venezuela alcanzar la independencia, Bolívar y Sucre liberaron Ecuador en 1822. En 1824, al separarse de
México la federación de Provincias Unidas de Centro América, se completaría la independencia de estos
territorios. Las victorias de Junín (agosto de 1824), protagonizada por Bolívar, y Ayacucho (diciembre de
1824), lograda por Sucre, permitieron concluir la paz en América. Cuba no conseguiría su independencia
hasta 1898, después de las tres guerras y la hispano−norteamericana.
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Cortes de Cádiz: Constitución porpo1812
Soberanía
Ideología
Poderes
Sufragio
15
Derechos
Relaciones Iglesia−Estado
Nacional
Progresista
Ejecutivo
Legislativo
Judicial
Universal e indirecto
Individuales
Estado confesional
Tribunales
Cortes
Rey
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