NUEVA UNIDAD JUDICIAL DE LA FAMILIA, MUJER, NIÑEZ Y

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NUEVA UNIDAD JUDICIAL DE LA
FAMILIA, MUJER, NIÑEZ Y
ADOLESCENCIA
Guayaquil, 28 de febrero de 2012
Queridas compañeras, queridos compañeros:
El Plan de Reestructuración de la Justicia
avanza en concordancia con el principio de
que
hay
que
hacer
las
cosas
extraordinariamente
bien
y
extraordinariamente rápido. Estos nuevos
juzgados se han hecho extraordinariamente
bien, con tecnología de punta, nunca más que
lo público sea lo peor, lo público puede, y con
la Revolución Ciudadana va a ser lo mejor,
incluso mejor que el sector privado, y si son
servicios para los pobres, mejor aún. Ya
hemos sacrificado demasiadas generaciones,
demasiados
niños,
familias,
demasiado
tiempo, no tenemos un segundo más que
perder. Estamos haciendo cosas inéditas en el
país, este edificio no es que se ha entregado
con atraso, se ha entregado con un mes de
anticipación a su fecha contractual. En efecto,
compatriotas, el mandato terminante que nos
dio el pueblo ecuatoriano en la Consulta
Popular del 7 de mayo, proceso inédito, no ha
habido en nuestra América y probablemente
en el mundo, un proceso de reestructuración
de la justicia tan profundamente democrático,
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ordenado, consultado con el pueblo en las
urnas, como el nuestro, al menos en nuestra
América;
los
demás
procesos
de
reestructuración,
Chile,
Brasil,
fueron
motivados por decisiones de la Asamblea,
decisiones de los actores políticos, mientras
que aquí fue por decisión ampliamente
mayoritaria de catorce millones y medio de
ecuatorianos.
Ese proceso de la Consulta Popular del 7 de
mayo,
nos
ordenó,
nos
conminó
a
reestructurar el sistema judicial del país que,
no nos engañemos, servía a particulares
intereses; pero dada la mediocridad del medio
político en el país, la otra vez escuché a un
Asambleísta de la oposición que, para criticar,
nos decía que “hoy la justicia pertenece a
Alianza País, cuando antes nos la repartíamos
entre los partidos políticos había un poquito
más de equilibrio”. Esa monstruosidad nos
decía. Pueden tener la plena seguridad que
hoy la justicia, por fin, está empezando a
pertenecer al pueblo ecuatoriano. Si no,
pregúntenles a los jueces aquí presentes, ¿a
quién de ellos conozco? Todos fueron elegidos
por concurso de merecimientos, como siempre
debió ser. Aquí la justicia servía a particulares
intereses, o no existía; cuarenta por ciento de
las causas represadas, significa cerca de
medio millón de causas de niños, adolescentes
y mujeres; es decir, los temas más sensibles,
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dejando desamparados a los más vulnerables,
nuestros niños, nuestros adolescentes, las
madres solteras, etcétera.
O no existía esa justicia o servía al más
poderoso. El ser inocente o culpable en un
país
como
Ecuador
era
un
detalle
prácticamente intrascendente, porque lo
importante era quien tenía más dinero, quien
tenía más influencia. Ese pasado debemos
enterrarlo, para que no regrese nunca más.
Teníamos un Sistema Judicial, que más bien,
en lugar de Sistema de Justicia se debía
llamar sistema de injusticia, pero nos dieron
un mandato el 7 de mayo, para poder ofrecer
un servicio oportuno y transparente a la
ciudadanía, resguardando así el sagrado
derecho que tenemos todos a la justicia. Sin
justicia no hay civilización, hay barbarie; la
justicia es para todos, los derechos humanos
son para todos, no solo para los poderosos, no
solo para los que representan al gran capital.
Cómo me hubiera gustado que la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, las
Cortes Especiales, se hubieran pronunciado
para denunciar las centenas de miles de casos
acumulados en los juzgados de la niñez y la
adolescencia, para denunciar las miles de
madres que durante años tenían que
peregrinar
entre
juzgados,
maltratadas,
vejadas, para obtener una simple pensión
alimenticia para sus hijos, pero ahí no
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apareció nadie, sencillamente porque eran
pobres, ciudadanos comunes y corrientes, no
pertenecientes a las grandes oligarquías que
han dominado este país, no pertenecientes a
los grandes capitales que nos han dominado.
El reconocimiento de la violencia contra la
mujer, la niñez y adolescencia, como era
sistemática, oscura y, en ocasiones, invisible
violación de los Derechos Humanos, ha
constituido un paso significativo. El marco
legal establecido por la Convención sobre los
Derechos del Niño (1989) y la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer (Belém
do Pará, 1994), obliga a los gobiernos de la
región a implementar y dar seguimiento a
leyes y políticas para sancionar la violencia
contra las mujeres, niños y adolescentes. Pero
la realidad es que estas cosas se quedaban en
el papel; en Ecuador y América Latina hemos
sido los campeones mundiales en los engaños
sociales, para declaraciones somos los
campeones del mundo, pero para concretar
esas
declaraciones
y
concretar
esas
aspiraciones, hemos sido tremendamente
ineficientes. La realidad es que, pese a todas
esas convenciones firmadas para defender los
derechos de los niños, adolescentes y
mujeres, en nuestro país se hizo muy poco. El
déficit que existía entre los
derechos
establecidos
en
las
convenciones
y
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legislaciones, en relación a lo que realmente
se podía reclamar, se podía exigir, como
derechos, a nivel cotidiano, era inmenso; todo
estaba en el papel, no había juzgados, no
había jueces, había maltrato, centenas de
miles de causas acumuladas.
En Ecuador, la Ley contra la violencia a la
Mujer y la Familia fue aprobada en 1995. Y
aquí
otro
punto
muy
importante:
normalmente las leyes son importantes, pero
son conceptos vacíos si no hay la voluntad
política; pero por el contrario, si existe
voluntad política se pueden hacer muchas
cosas, incluso si no hay la respectiva ley.
Somos
los
campeones
para
firmar
convenciones y hacer leyes rimbombantes, de
avanzada, en 1995 se aprobó la Ley de la
Violencia contra la Mujer y la Familia, pero esa
violencia siguió, se acrecentó más aún
durante la larga y triste noche neoliberal,
cuando se debilitó al Estado, que es el
protector, el garante de los derechos, y se
empeoró la situación de niños y adolescentes,
de la mujer, de la familia, pese a las leyes que
se firmaron.
Se crearon comisarías, pero el escaso
presupuesto destinado y la falta de una visión
global del asunto -tanto desde los actores
como desde las instituciones- ayudó a que
este
problema,
insisto,
se
mantenga
inalterable o incluso empeore. Lo que se hizo
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pasó a ser un simple “lavado de conciencia”.
Lo de siempre, cumplir para no cumplir,
lavarse las manos, decir que se hizo el
esfuerzo pero no se alcanzaron los objetivos
de la justicia para los niños, los adolescentes,
las mujeres, acabar de una vez con la
violencia intrafamiliar, voluntad política para
no permitir estos atentados contra los
derechos humanos.
Las consecuencias de esta enfermedad social,
violencia intrafamiliar, abandono, maltrato,
asesinatos, agresiones; niños y adolescentes
vagando por las calles, desprotegidos, sin
mayor meta que sobrevivir el día. Esta
realidad con la que aprendieron a convivir los
gobiernos neoliberales, hoy, es asumida por el
Estado ecuatoriano. No podemos seguir
siendo prisioneros de un sistema caduco
que nos quita el derecho a vivir en paz.
Somos millones de corazones hermanados en
este cambio que busca defender la vida, la
equidad, la solidaridad; este cambio lo
buscamos por nuestros hijos, por todos los
niños, los hombres y las mujeres. Por eso
todo un pueblo decidió reaccionar el siete de
mayo de forma contundente, ese pueblo, el
mandante de esta democracia, no los medios
de
comunicación,
no
la
burocracia
internacional, no el gran capital, no países
hegemónicos, los mandantes en nuestra
democracia
son
ustedes,
el
pueblo
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ecuatoriano, y son ustedes los que nos dieron
el mandato claro en las urnas, de remediar
esta situación.
Los políticos que nos antecedieron sabían que
la justicia estaba atada, sometida a intereses
creados, pero por una mal entendida división
de poderes, de autonomía, ninguno se atrevió
a intervenir, incluso para no pagar el precio
político que eso implicaba. Esos que están
como buitres, sin hacer ni dejar hacer,
criticando cada paso, mientras que el país se
lo desgranaba, se lo destruía sin presentar
soluciones, siguen diciendo “no” a todo. Nadie
se atrevía a enfrentar el problema, para evitar
ese costo político.
Costo político que quisieron imputarle al
Gobierno Nacional, que quisieron imponer
para evitar estas decisiones. Acuérdense
ustedes de la malsana campaña para votar
“NO” en la Consulta Popular, llena de
mentiras, ¡prohibido olvidar! ¿Qué querían
evitar? Esto, que ya tengamos juzgados
decentes, que tengamos jueces honestos, que
tengamos un Sistema de Justicia eficiente. No
dejaban hacer nada
y
no
proponían
absolutamente
nada
y
por
eso
muy
probablemente los gobiernos anteriores no
enfrentaron
este
problema;
preferían
resguardar
su
popularidad
antes
que
arriesgarse a arreglar lo torcido y se
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resguardaban con el criterio de que eso no les
competía, sino que era responsabilidad de
otras funciones del Estado, pero como decía
hace un momento, inaugurando un edificio
similar en Milagro, para eso no nacimos, para
eso no nos eligió el pueblo ecuatoriano; nos
eligió para asumir nuestra responsabilidad,
para cumplir con nuestro deber, cueste lo que
cueste.
Cualquier injusticia que se comete en
cualquier parte pero, sobre todo, cualquier
injusticia que se comete en los Juzgados de la
República, es una injusticia que se le comete
al país, que se comete contra todos nosotros.
Eso es lo que teníamos en el país, jueces que
prejuzgaban de acuerdo a los intereses de
terceros, que eran indolentes ante los
sufrimientos del pueblo llano, “venga más
tarde, venga mañana”, y así tres, cuatro años
en el proceso, que obedecían muchas veces a
su bolsillo más que a su condición de
magistrados.
El pueblo ecuatoriano dispuso que en 18
meses se realice una profunda transformación
de la justicia. La celeridad que exigió la
ciudadanía hizo que el Consejo de la
Judicatura impulse un trabajo de 24 horas al
día en la tarea y aquí vemos los resultados,
que son realmente impresionantes.
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La
Unidad
Judicial
cumple
con
los
requerimientos de un nuevo Modelo de
Gestión que está implementando el Consejo
de la Judicatura, dentro del proceso de
reestructuración de la justicia.
Ya no hay jueces girando cheques, ya no hay
jueces
siendo
todólogos,
sino
jueces
administrando justicia y hay un gerente de
esta Unidad Judicial encargado de la parte
administrativa, y así en todos los sectores del
Estado, ya no el médico Director de un
Subcentro de Salud preocupado de la limpieza
del baño, del turno, del requerimiento para tal
o cual material, sino una persona encargada
de la administración y los médicos que se
dediquen a atender la salud.
A algunos de ustedes les parecerá una
trivialidad, pero esas cosas se hacían en el
país; el objetivo es que los jueces se dediquen
a impartir justicia y que un gerente se
encargue de la administración.
Esta moderna Unidad Judicial Especializada en
Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia cuenta
con una infraestructura civil y tecnológica
apropiada, cumpliendo con los requerimientos
del nuevo Modelo de Gestión, donde el
servicio público, insisto, y grabémonos esto,
por favor, sobre todo pobres de la Patria,
nunca más aceptar maltratos innecesarios,
inmerecidos, el servicio público no sólo puede
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ser bueno sino que debe ser bueno, debe ser
excelente y eso es lo que estamos tratando de
lograr. La ciudadanía merece ser atendida con
el mayor respeto.
En este edificio inteligente, computarizado,
con aire acondicionado, trabajarán 11 jueces y
60 personas en el área administrativa.
Estamos seguros que con estos procesos, en
base a méritos, a conocimientos, no en base a
argollas, el país volverá a tener esos jueces
sabios. A esos jueces, felicitaciones, todo el
apoyo del Gobierno Nacional, todo el apoyo
del pueblo ecuatoriano, confiamos en ustedes,
y por favor denuncien a la prensa si alguno de
ustedes fue perjudicado por el concurso o se
lo puso por contactos políticos, o algo de esa
especie. Todos ustedes están ahí porque lo
merecen, en base a sus capacidades, en base
a sus estudios, felicitaciones.
Lo malo es que vamos a tener jueces
pelucones, porque tremendas oficinas que
tienen ahora; no, en verdad, van a tener
oficinas como siempre merecieron tener
nuestros jueces para cumplir con su
importantísima
responsabilidad,
por
la
dignidad que entraña el cargo de ser Juez de
la Patria. Felicitaciones, mucha suerte y
adelante.
Pero no solo tenemos jueces, tenemos
asistencia
de
médicos,
sicólogos
y
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trabajadores sociales, para el caso de niños
maltratados, aquí está una doctora ¿verdad?
Incluso puede haber agresiones sexuales; los
profesionales necesarios para atender estos
casos también están en esta Unidad Judicial.
Se trata de un edificio inteligente y ecológico,
que cumple con ahorros de energía, de agua,
así no solo damos un servicio de primera, sino
que cuidamos el medio ambiente, que es
también otra de las prioridades de la
Revolución Ciudadana.
El área total de construcción es de 3.900
metros y hemos invertido USD 3’300.000 en
su adecuación. Miren cómo se pueden hacer
las cosas cuando hay vocación de servicio,
esta obra se terminó con 35 días de
anticipación, felicitaciones, esa es la Nueva
Patria, las cosas extraordinariamente bien y
extraordinariamente rápido, ya no podemos
perder más tiempo. Pero no solo eso,
recuerden
que
este
era
un
edificio
abandonado por más de diez años, ponía en
peligro a todo el barrio, era refugio de
drogadictos, de delincuentes, mientras que
hoy no solo embellece el barrio, sino que va a
ser una fuente de seguridad para el barrio
entero, este bario tan querido de la ciudad de
Guayaquil.
Y una buena noticia adicional, empezamos no
solo de cero, sino de bajo cero, porque era un
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caos el Sistema de Justicia; pues bien, en los
próximos dos meses, vamos a inaugurar (tal
vez no de este tamaño) pero edificios
similares a este, un poco más pequeños, en
cada rincón de la Patria, uno cada dos días,
aproximadamente, esa es la Revolución
Ciudadana, esa es la Revolución de la Justicia
que le ofrecimos al pueblo ecuatoriano, que el
pueblo ecuatoriano aprobó en la Consulta. Un
edificio similar a este, más pequeño tal vez,
en cada rincón de la Patria cada dos días.
Cuando construimos carreteras, hospitales,
escuelas,
puentes,
no
solo
estamos
construyendo infraestructura, no solo estamos
construyendo servicios, estamos pulverizando
mitos,
dogmas,
atavismos,
que
nos
congelaban en el tiempo, que nos decían que
no se puede, que no somos capaces, que
estábamos atados a los imposibles; de esa
forma pretendían quitarnos hasta la confianza
en nosotros mismos, nos inmovilizaban y nos
continuaban dominando, que nos roben todo
menos la esperanza. No dejemos de creer,
creamos, creamos que podemos tener la
mejor justicia de América Latina y por qué no,
del mundo entero, creamos que podemos
lograr lo que nos propongamos, porque no
somos inferiores a ningún pueblo del mundo,
compatriotas.
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Cuando hacemos esta clase de obras, también
estamos construyendo un Nuevo País,
estamos recuperando la esperanza, que había
sido
apagada,
secuestrada,
por
tanta
explotación, por tanto abuso, por tanta
traición.
En este edificio se atenderán 800 usuarios
cada día, de la mejor manera, como siempre
debió ser, nunca más aceptar el maltrato en
ningún lado, peor en el servicio público, peor
en el servicio de justicia. Aquí se va a atender
con calidad y calidez, con empatía hacia sus
problemas; pues, la mayor cantidad de causas
represadas que tenemos son justamente las
concernientes a la niñez y la adolescencia; por
ello, tenemos que empezar por darles solución
oportuna, pues no podemos dejar ni un
minuto más en la indefensión a nuestros
menores.
Se ha hablado mucho, queridos compatriotas,
en los últimos días sobre democracia, se ha
hecho creer al mundo que aquí hay una
dictadura,
un
dictador
desquiciado,
autoritario, sanguinario, que le encanta
perseguir periodistas, conculcar libertades; la
verdad es que aquí sí hemos tenido dictadura,
pero
dictadura
de
los
medios
de
comunicación, y los que enfrentamos esa
dictadura somos los perseguidores. Los
conculcadores. ¿Cuál es nuestra mejor
respuesta?:
Justicia,
libertad,
derechos
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humanos para todas y para todos. Y
seguiremos trabajando por esa Patria libre,
por esa Patria digna, por esa Patria justa, de
todas y todos los ciudadanos de la República.
Felicitaciones, Guayaquil, felicitaciones a la
Patria entera.
¡Hasta la victoria siempre!
Rafael Correa Delgado
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA
REPÚBLICA DEL ECUADOR
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