Modulo_3

Anuncio
Centro de Información y Educación para
la Prevención del Abuso de Drogas
I CURSO DE CAPACITACIÓN ‘ON LINE’
DE PREVENCIÓN DE CONDUCTAS DE
RIESGO EN COMUNIDADES
VULNERABLES
Tercer Módulo:
CONDUCTAS DE RIESGO
CONVENCIONALES
1
2
ÍNDICE
OBJETIVOS DEL MÓDULO III ......................................................................3
Objetivo general ................................................................................. 3
Objetivos específicos.......................................................................... 3
I.
ENFOQUE DE LAS CONDUCTAS DE RIESGO ....................................4
1.1
II.
III.
Enfoques relacionados a las conductas de
riesgo…….……..……4
LISTADO DE LAS CONDUCTAS DE RIESGO .......................................8
2.1
Tipos de conductas de riesgo .................................................. 8
2.2
Predictores de mayor vulnerabilidad.................................... 10
2.3
Factores asociados a las conductas de riesgo ................... 23
2.4
Grupos prioritarios de prevención ........................................ 25
TEORIAS DE PROTECCIÓN Y RESILIENCIA.......................................29
3.1
Teoría del desarrollo juvenil positivo ...................................... 30
3.2
Promoción de fortalezas ausentes ........................................ 32
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................ 35
3
OBJETIVOS DEL MÓDULO III
OBJETIVO GENERAL:
Identificar las conductas de riesgo convencionales,
características y como trabajar sobre ellas.
así
como
sus
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Que el alumno(a):
1. Reconocer los enfoques de las conductas de riesgo.
2. Adquirir amplio conocimiento
conductas de riesgo.
sobre
las
características
de
las
3. Identificar las conductas de riesgo.
4. Poner en práctica los conocimientos adquiridos para prevenir las
conductas de riesgo.
4
I.
ENFOQUES DE LA CONDUCTA DE RIESGO
El concepto de riesgo en el período juvenil se ha destacado por la posibilidad
de que las conductas o situaciones específicas conduzcan a daños en el
desarrollo que pueden afectar tanto el conjunto de sus potencialidades como
deteriorar su bienestar y salud (Weinstein, 1992). Actualmente, el enfoque de la
atención a la salud juvenil, procura desde una perspectiva más integral y
articulada reducir los factores de riesgo, incrementar los factores de
protección y brindar oportunidades de reconstrucción y avance de la
situación. La conceptualización de la salud se refiere por lo tanto a una meta,
a un proceso, no a un estado, particularmente en personas que se encuentran
en un crítico período de crecimiento y no atravesando una mera transición de
la niñez a la adultez.
1.1 ENFOQUES RELACIONADOS A LAS CONDUCTAS DE RIESGO:
Son diversos los enfoques que se tienen sobre las conductas de riesgo, en este
apartado daremos a conocer alguno de estos enfoques:
1. Enfoque político e ideológico: Parte de dos ideas fundamentales,
entender las conductas de riesgo como un problema y la atención desde
las posiciones humanistas que trazan la política de construcción de nuestro
sistema social, a partir de la posición histórica estado frente a toda
influencia que se oponga al normal desarrollo de nuestro pueblo y en
particular de la niñez y la juventud. Sustentado todo ello en una limpia y
transparente conducta moral.
Ojo:
Considerando las conductas de riesgo como un
problema de seguridad nacional ante las falsas
calumnias y manejos del imperialismo para
desacreditarnos y erigir pretextos que justifiquen sus
agresiones ante la opinión internacional. Esto favorecerá
la formación de una conciencia ciudadana y patriótica
centrada en los mejores y esenciales valores.
5
2. Enfoque pedagógico: El trabajo ante las conductas de riesgo en el centro
educacional, estructura e implementa ante todo la vía metodológica,
incluye todas las formas de organización pedagógica y sus dependencias,
ponderando la clase como el espacio primordial donde se desarrolla, sin
desconocer otros contextos y actividades. Sigue los principios de
organización escolar, en fin incluye todos y cada uno de los componentes
del proceso educativo. En ello radica su esencia, lo que lo diferencia del
que se pueda realizar en instituciones de salud, deportes u otras. Tiene dos
objetivos fundamentales, la formación integral de los educandos como
individuos de la sociedad y la formación profesional para su futuro
desempeño, con lo que se garantiza una preparación para vivir de forma
responsable, plena y sana. Ello conduce a desarrollar en los estudiantes las
capacidades para orientar y convertirse en un promotor de salud, en tanto
sea un modelo.
3. Sistémico y sistemático: Esta característica condiciona en primer lugar
que el se abarque de forma integral las acciones de trabajo con otras
conductas de riesgo (VIH/SIDA, Prostitución, Violencia, Ilegalidades,
corrupción etc.), así como los grupos encargados de garantizar una
verdadera calidad y estilo de vida sanos, incluyendo las organizaciones y
estructuras administrativas, políticas y laboral. Resulta sistémico por cuanto
se evita al máximo que se interprete y funcione como una campaña, se
extiende a lo largo del curso y se organiza a partir de objetivos relacionados
y coordinados.
4. Inter-institucional: el trabajo reconoce la necesidad de aunar las
potencialidades y fortalezas del territorio a favor de las acciones dentro del
centro educativo, aprovechando las posibilidades y experiencias de otras
6
instituciones y brindando las suyas a favor de alcanzar una verdadera
integración contextual en el trabajo.
5. Holístico: El enfoque acerca de las conductas de riesgo deberá partir
de una consideración holística, que permita valorar el rechazo a todo tipo
de conductas disóciales, pondere los beneficios de una vida sana, incluya
el rechazo a estas conductas, el uso inadecuado e irresponsable de
medicamentos (incompatible con la cultura y calidad de los servicios de
salud de nuestro pueblo) y todo tipo de dependencias, incluidas las
afectivas o psicológicas, y destaque la formación de una personalidad
responsable ante su salud y la de los demás.
6. Enfoque comunitario: Este enfoque parte de la necesidad de entender la
institución como una comunidad educativa integral, en relación con otros
grupos y comunidades. A partir de todo ello se implementan las siguientes
actividades en la estrategia, por ejemplo sobre el VIH/SIDA, a partir de las
implicaciones de los pacientes en el territorio en el consumo de drogas,
celebración el 1ro. de diciembre de «El Día Mundial de la Lucha Contra el
SIDA» y los logros y experiencias que se tienen en el centro en estas
actividades, de forma que favorezcan la asimilación de los contenidos y
mensajes. Cabe señalar que esta estrategia parte de un programa de
prevención sobre otras conductas de riesgos.
7. El enfoque de riesgo en la atención de la salud: El enfoque de riesgo
asume que a mayor conocimiento sobre los eventos negativos, mayor
posibilidad de actuar sobre ellos con anticipación para evitarlos,
cambiando las condiciones que exponen a un individuo o grupo a adquirir
la enfermedad o el daño -prevención primaria-; modificar sus
consecuencias asegurando la presencia de servicios si el problema se
presenta, al intervenir en la fase precoz del proceso mórbido y prevenir su
desarrollo o propagación -prevención secundaria-. La prevención primordial
se orienta a promover el desarrollo y las condiciones del mismo y la
prevención terciaria se dirige a quienes ya están dañados o enfermos e
7
interviene para tratar las manifestaciones patológicas, controlar la
progresión y evitar mayores complicaciones, así como controlar su
propagación (Silber, 1992).
II.
LISTADO DE LAS CONDUCTAS DE RIESGO
El listado de conductas de riesgo es imparable, sin embargo en este capitulo
haremos hincapié a las conductas de riesgo convencionales, y las que
afectan mas en nuestra sociedad.
2.1 TIPOS DE CONDUCTAS DE RIESGO INDIVIDUAL
1. RELACIONES SEXUALES PRECOCES Y SIN PROTECCIÓN:
La educación sexual es un tema de permanente debate en la actualidad.
En las últimas décadas, en todo el mundo se aprecia una creciente
preocupación por el futuro reproductivo. Esta inquietud, generalizada en
todas las latitudes, es producto del incremento pronunciado de las cifras de
embarazos no deseados, así como de las Enfermedades de Transmisión
Sexual en adolescentes. (Dra. Heizel Escobar Vega).
A nivel mundial, la mayoría de los
jóvenes
empiezan
a
tener
relaciones sexuales antes de
cumplir
los 18, y la mitad, al
menos, en torno a los 14. La
utilización de anticonceptivos y la
prevención de las infecciones de
transmisión sexual (ITS) varían, de
acuerdo con la información
disponible, según la edad de la
iniciación sexual.
La gente joven es vulnerable a las enfermedades de transmisión sexual,
tanto por razones biológicas como por razones de comportamiento. De
hecho, a nivel mundial, las tasas más altas de ETS que se han reportado se
encuentran entre las personas jóvenes entre los 15-19 años y los 20-24 años.
En los países desarrollados, dos tercios de las infecciones por ETS se
reportaron entre los hombres y mujeres menores de 25 años. En los países en
vías de desarrollo, está proporción es aún mayor. (Baker, G., Fontes, M.)
Uno de los problemas asociados a esta conducta de riesgo es el embarazo
adolescente:
8
 Embarazo adolescente: Se le define como el embarazo en una
adolescente inmadura, esto es que tenga una edad ginecológica
menor de 13 años (8, 9). La edad, que es un dato relativo, es menor de
16 años y no hasta los 19 que es lo acostumbrado, porque la inmensa
mayoría de chicas ya son biológicamente maduras a los 16 ó 17 años;
y un alto porcentaje de las de 18 ó 19 años ya alcanzaron la madurez
psicosocial y tienen una sexualidad adulta. La frecuencia reportada en
el Perú, pero considerando los 19 años, es de 20% del total de
embarazos (17). Pero, es un estudio hecho en nuestro Instituto la
frecuencia en menores de 16 años fue de 7.6%, que también es un
porcentaje alto.
Los factores condicionantes de este problema son:
a) La fertilidad precoz;
b) las relaciones sexuales precoces;
c) la sensación de invulnerabilidad de muchos adolescentes;
d) el desconocimiento de la prevención;
e) el intenso estímulo sexual ambiental;
f) problemas personales, como deficiente autoestima, personalidad
impulsiva o anormal, el consumo de alcohol y otras drogas, la
incapacidad para tomar decisiones, etc;
g) problemas familiares, de malas relaciones, ausencia de un
progenitor, el haber inculcado de manera amenazante la castidad,
el embarazo adolescente en la madre o hermanos, etc;
h) circunstancias socioculturales, como: poca religiosidad, el que la
comunidad no le dé mayor importancia a la virginidad o a la
actividad sexual precoz, la pobreza y el hacinamiento, el medio
agresivo, y un ambiente social de principios muy laxos, entre otros.
9
El embarazo adolescente es para la
madre un problema tanto biológico como
psicosocial. En lo biológico, mientras más
inmadura
sea
mayores
serán
las
consecuencias
médicas,
como
hipertensión, parto prematuro, anemia,
niño de peso bajo; y en lo psicosocial el
embarazo no deseado, a cualquier edad,
causa el llamado “síndrome de fracaso”,
que incluye la dificultad o imposibilidad
para cumplir con las aspiraciones
educacionales, laborales y sociales, y en
las menores afecta al normal proceso de
desarrollo
psicosocial. También hay
consecuencias para el hijo, con mayor
mortalidad neonatal y durante el primer
año de vida, y usualmente una crianza
deficiente,
sea
porque
la
madre
adolescente se desinteresa por el niño y/o
es criado por otros familiares que no saben hacerlo apropiadamente. Y el
padre, si reconoce serlo, también se afecta en lo emocional y muchas
veces en la compleción de sus estudios o tareas laborales. Siendo esto
una verdadera desgracia, la atención debe estar principalmente puesta
en la prevención.
2. CONSUMO DE SUSTANCIAS PSICOACTIVAS:
El consumo de alcohol y de otras drogas entre los adolescentes de las
sociedades desarrolladas es un problema común.
Los estudios de investigación realizados en el campo del consumo de
substancias en la última década observan que la edad de comienzo de la
experimentación con sustancias psicoactivas ha disminuido. Sin embargo,
en cifras generales el consumo de drogas es poco frecuente por debajo de
los 12 años, observándose un pico de aumento importante en la
adolescencia.
Al ser la adolescencia la etapa del desarrollo donde se forma la identidad
individual y se produce la preparación hacia los diferentes roles sociales e
individuales, es fácil entender como en este periodo es frecuente que los
adolescentes experimenten con una amplia gama de actitudes y
comportamientos entre los que se incluye el consumo de sustancias
psicoactivas.
10
Las sustancias más usadas por los adolescentes son el alcohol y la nicotina,
seguidas de la marihuana. En los últimos años se ha observado un aumento
en el consumo de cocaína en este grupo de población, seguida de las
drogas de diseño, estimulantes anfetaminas y tranquilizantes. Los inhalantes
ocupan el primer lugar en los medios marginales. Otras sustancias que han
experimentado un periódico aumento en esta población. Son los opiáceos
y esteroides.
Los estudios epidemiológicos reflejan que de la mitad a tres cuartas partes
de los adolescentes han probado una droga ilegal en algún momento de su
vida, de estos un 20-40% han probado más de una droga. Un 36.3% de la
población de 15 a 65 años apoya la legalización y un 20% opina que las
drogas pueden probarse (Payá, 2005).
El consumo regular de una sustancia va a producir alteraciones en el humor,
en el comportamiento y en la capacidad cognitiva del adolescente. Sin
embargo, el tipo de manifestaciones variará en función del tipo de
sustancia consumida, de la cantidad, del contexto del consumo y de una
serie de características individuales del sujeto que incluyen la experiencia
previa con la sustancia, las expectativas sobre el efecto de la droga y la
presencia o ausencia de otro tipo de psicopatología previa.
Los cambios de comportamiento
pueden
variar
desde
la
desinhibición, la hipervigilancia, la
hiperactividad o agitación, hasta
la somnolencia o letargia.
Los estimulantes consumidos de
forma crónica se asocian, sobre
todo
en
personas
con
vulnerabilidad,
a
problemas
afectivos, agitación, irritabilidad e ideación homicida.
11
3. PANDILLAJE:
El término pandilla se refiere a un grupo de personas, generalmente
menores y adolescentes entre los 12 y 24 años, que se reúnen con el fin de
socializar y de encontrar soporte emocional con los demás miembros de su
grupo. La mayor parte de ellos expresan su disconformidad con el sistema a
través de formas de comportamiento violentas que atentan contra
el patrimonio público o privado de la población. En el Perú, las primeras
pandillas surgieron durante los años 1990, como consecuencia del
descontento social que se manifestó durante la época del terrorismo.
La falta aguda insatisfacción de las
necesidades básicas en el país,
causó el desplazamiento de la
población marginada de las áreas
rurales hacia las grandes ciudades,
acentuándose
la presión
demográfica y el surgimiento de
focos adicionales de pobreza. Es
así como se organizaron grupos de
jóvenes que se reunían para
compensar
las
frustraciones
ocasionadas por coexistir en un
ambiente
de violencia
y
de
desintegración familiar.
Eran
jóvenes que venían de núcleos familiares en los que en gran parte, la figura
del padre o de la madre había desparecido como producto de los años de
violencia; tenían problemas económicos, y se les discriminaba social y
culturalmente.
Hoy en día, en un país como el Perú, en
donde el índice de pobreza es de 40%,y el
de pobreza extrema (poblaciones con gasto
por capital inferior al costo de la canasta de
alimentos) es de casi 13%; en el cual los
salarios siguen siendo bajos y existe una alta
tasa de desempleo (9%); (Payá, 2005). En el
cual
del 40%
de
la
población
económicamente activa, sólo 15% tiene
empleo estable, la situación de las familias
necesitadas, que constituyen la mayor parte
de la población, es la de un desafío diario
para su sobrevivencia y sustento. Los jóvenes,
productos de esa sociedad, se crían en un
ambiente familiar apabullado por los
problemas económicos, carentes de los servicios más básicos, y
descuidados por sus padres, quienes no tienen tiempo ni dinero
para sustentar sus más mínimas necesidades de alimentación, vestimenta y
educación, y en cuyos hogares existe un alto nivel de violencia familiar.
Ocho de cada cien trabajadores en el Perú, son niños entre los 6 y 14 años,
12
quienes tienen que dejar de estudiar para poder subsistir. A pesar del
crecimiento positivo de nuestro Producto Bruto Interno (4%) las actividades
económicas son básicamente extractivas, lo cual no permite crear un valor
agregado a la producción, y nuevos puestos de trabajo.
El grupo de edad entre los 15-24
años, representa el 20.4% (5’,
240,000) de la población total del
Perú. De aquellos, 74% vive en
el área urbana, y 31.6% vive en la
ciudad de Lima; 48% de los
jóvenes
que
viven
en
el
área urbana migraron de las
zonas rurales. El 70% de la
población de Lima vive en los
distritos populares, y es allí donde
proliferan las pandillas. En el Perú
existen alrededor de dos mil
pandillas juveniles violentas, en las que participan unas 40 mil personas entre
los 13 y 23 años (cifras de la Policía Nacional). De aquellas, 410 pandillas
están concentradas en las áreas de Lima y Callao. Las pandillas se pueden
clasificar en pandillas escolares, barras bravas o pandillas delictivas. Muchos
pandilleros se integran a las barras bravas, admiradoras de los equipos de
fútbol, quienes se enfrentan violentamente con sus rivales, ya sea en el
Estadio o en sus lugares de residencia. Son características de los pandilleros:
el desarrollar un sentido de pertenencia al grupo, sobre el cual vierten todas
sus frustraciones, y dentro del cual encuentran compañerismo y apoyo. Por
otro lado, despliegan un comportamiento machista que les permite soportar
el dolor, enfrentarse a la violencia y sentirse poderosos ante los desafíos que
se les presentan.
Como miembros de la pandilla ellos verán la posibilidad de ser reconocidos
y lograr cierto prestigio ante el “populacho”. Los pandilleros se sienten
protectores de sus barrios, de su territorio, y de sus viviendas. Estudian
estrategias de guerreo entre ellos, y utilizan armas de fabricación casera,
como bombas hechas con botellas llenas de kerosene con mechas de
trapo y otras hechas con piedras y cohetes prendidos envueltos en papel
periódico. También tienen acceso a través del mercado negro, a sables
afilados y a pistolas. Entre ellos impera la venganza por afrentas hechas a
sus compañeros; muchas de las peleas terminan hasta con la muerte de sus
integrantes.
13
Las guerras se llevan a cabo en las calles y carreteras aledañas. Muchas
veces, hasta cortan el tráfico vehicular. Debido a la falta de fondos,
la policía sólo se presenta para constatar las peleas, mas no cuentan con
personal suficiente ni con protección adecuada para enfrentarse con estos
grupos. Según una informante: La Policía llega cuando termina todo;
hacen bulla para que todos algún corriendo, y tardan a propósito.´ Dice
que si atrapan a uno, nadie firma la denuncia, porque los pandilleros son
vengativos. Todo el mundo se queda callado.
4. CONDUCTAS SUICIDAS: Los suicidios y las tentativas de suicidio constituyen
un problema grave de salud pública
que comprende cuestiones
características de la adolescencia. En efecto, cuestiones como el pasaje al
acto, la impulsividad, el problema de la muerte, la depresión, el ataque al
propio cuerpo y al marco familiar, son inherentes a este período de la vida
denominado adolescencia; concepto que hay que interpretar no sólo en
clave neurobiológica sino, y esto es quizá más relevante, en clave
psicosocial. Esto es así en la medida en que la adolescencia, a diferencia
de la pubertad, no es ajena al marco histórico y social en el que se
desarrolla, en consecuencia, la adolescencia pone en tela de juicio lo
social y amenaza con crear un conflicto de generaciones.
14
La problemática del suicidio y del intento de suicidio en la población
adolescente no es tampoco ajena a la crisis que acompaña, de manera
indefectible, a este período de la vida de todo sujeto. Esta crisis debe
entenderse bajo dos aspectos. En primer lugar, la crisis del adolescente
comporta el momento en el que habrá de decidir su futuro, y ello en
diversas áreas de la vida: labora, formativa, afectiva, etc. En segundo lugar,
la crisis de la adolescencia supone el momento en el que la neurosis más o
menos latente del sujeto se declara con cierta violencia o cierta urgencia.
Esto, además, puede complicarse en aquellos sujetos con una estructura
psicótica que puede haber permanecido silenciosa durante la infancia
pero mostrarse con toda crudeza a partir de la pubertad.
Momento de elegir, momento de urgencia, ambas circunstancias colocan
al adolescente ante una nueva situación que le obligan a poner en marcha
todo un conjunto de mecanismos defensivos. Sin embargo, esos
mecanismos no siempre se dan o bien resultan insuficientes para resolver la
crisis de manera satisfactoria.
El suicidio y el intento de suicidio constituyen las manifestaciones dramáticas
del fracaso del sujeto adolescente al enfrentarse con ese nuevo mundo. En
otras ocasiones, el momento de la adolescencia comporta la puesta en
marcha, el inicio de un trastorno mental grave, por ejemplo, una psicosis
esquizofrénica. Así, se ha señalado por parte de algunos autores que cierto
número de esquizofrenias son la culminación de crisis de la adolescencia
que han sido impedidas, no resueltas. Sin embargo, nos equivocaríamos si
pensáramos que ambos fenómenos, el suicidio y la tentativa de suicidio, por
un lado; y los trastornos mentales, por otro, se pueden tratar de manera
independiente, como si no tuvieran ninguna relación entre sí. Nada más
lejos de la realidad, el suicidio y la tentativa de suicidio no son diagnósticos
psiquiátricos, sino más bien síntomas psiquiátricos, esto es, elementos
sígnicos de trastornos mentales. Suicidio y tentativa de suicidio pueden
formar parte de diversos trastornos mentales, como se señalará más
adelante; es lo que ocurre en los casos de depresión mayor y de psicosis
esquizofrénica, entre otros.
Cuadro porcentual de ideación e intento de suicidio en
hombres y mujeres.
15
5. DESERCIÓN ESCOLAR
La deserción escolar es el último eslabón en la cadena del fracaso escolar.
Antes de desertar, el alumno probablemente quedó repitiendo, con lo que
se alargó su trayecto escolar, bajó su autoestima y comenzó a perder la
esperanza en la educación. En consecuencia, para comprender el punto
final de la deserción, se debe analizar más detenidamente el comienzo del
problema, la repitencia. Ella es la mayor causa de deserción escolar: un
repitente tiene alrededor de un 20% más de probabilidades de abandonar
el sistema escolar.
El abordaje del fracaso escolar se vivencia
simultáneamente en tres niveles: macro: sistema
escolar, meso: institución escolar, micro: sujetos
y grupos.
La deserción o abandono de los estudios,
afecta mayoritariamente a los sectores pobres
y a la población rural. En el país en general, la
deserción tiende a ocurrir con frecuencia
alrededor de los 10 años, edad en la cual los
niños/as comienzan a trabajar; sin embargo, en
diversos centros educativos se aprecia mayor
deserción en los primeros niveles.
Es común, así mismo, que los niños repetidores,
especialmente en los sectores rurales, abandonen la escuela. A más de las
implicaciones económicas, la repetición tiene consecuencias sociales y
culturales; y ésta puede ser un síntoma de la falta de adecuación del
sistema escolar a las particularidades de los diferentes grupos sociales o
culturales.
En ocasiones la tasa de
deserción (movilidad) puede
tomar valores negativos, lo cual
significaría
que
el
sistema
educativo en un determinado
lugar está absorbiendo alumnos
en lugar de perderlos. Esto no
debe verse como una expresión
de eficiencia del sistema ya que
estas tasas negativas se deben
fundamentalmente
a
migraciones de un cantón o
provincia a otro/a. Donde La
repitencia, como el fracaso
escolar, son creaciones de la
16
escuela; por lo tanto ella está llamada a suprimirla. Mientras exista la
repitencia, existirá una escuela incapaz de asumir plenamente su misión de
generar aprendizajes para todos.
Las escuelas cumplen una función muy importante en la prevención del
abandono escolar, siempre que sean entendidas como un protector de
riesgo para los estudiantes, como una comunidad de compañerismo y
compromiso. La investigación encontró casos exitosos donde el equipo de
profesores colabora para asegurar que los estudiantes hispanos puedan
superar sus problemas académicos o psicológicos.
6. DESORDENES ALIMENTICIOS:
Los trastornos alimenticios se inician o
presentan
principalmente
en
adolescentes
y
púberes;
muy
probablemente, las personas de mayor
edad que los padecen iniciaron
conductas sintomáticas en esta etapa
de su vida. Las edades de aparición o
de inicio del trastorno van desde los 12
hasta los 25 años y la frecuencia
aumenta entre los 12 y los 17.
La expansión de los padecimientos ha
implicado también su aparición en
edades cada vez más tempranas.
Los trastornos alimenticios presentan tanto en hombres como en mujeres y
aunque la cantidad de mujeres que los padecen es muy superior a la de
hombres, en los últimos años el número de casos de hombres ha
aumentado en forma constante.
De igual modo, ha aumentado la atención que los medios de
comunicación y los profesionales prestan a este hecho, lo que remite al
tiempo cuando los trastornos padecidos por mujeres empezaron a llamar la
atención.
El diagnóstico de los trastornos alimenticios en hombres se enfrenta con
ciertos prejuicios sociales que también prevalecen en el personal de salud:
algunos médicos suponen que ser mujer es condición indispensable para
presentarlos y que sólo ellas los padecen. Comer demasiado y estar pasado
de peso resulta culturalmente más aceptable y menos notorio en el caso de
los hombres, por lo que el trastorno puede pasar inadvertido.
17
Son casi exclusivamente las mujeres quienes padecen anorexia y bulimia. El
90-95% de las personas afectadas son mujeres; de cada 10 personas que
presentan anorexia o bulimia, 9 son mujeres. (Payá, 2005)
En las mujeres los trastornos alimenticios se presentan particularmente en la
pubertad y se asocian con lo que ésta representa para ellas:
• Les resulta particularmente difícil aceptar los cambios físicos y el
aumento de grasa porque sus cuerpos se desarrollan de manera
contraria a las normas de belleza establecidas socioculturalmente y
que son reproducidas y difundidas por los medios de comunicación.
• Su sentido de identidad y su imagen están más fuertemente influidos
por aspectos relacionales: lo que piensan, esperan y dicen los otros
influye en gran medida en el sentimiento de sí, y esto se incrementa en
la adolescencia.
• El desarrollo de habilidades y logros escolares lo viven con mayor
autoexigencia y preocupación.
• El proceso de inicio de independencia, propio de la adolescencia, lo
viven de manera más conflictiva; las niñas enfrentan mayores tensiones
individuales y diferencias interpersonales con los padres que los
varones.
 Los roles sociales y biológicos para los que se las prepara en la
adolescencia son más ambivalentes. Sus cuerpos se desarrollan para
ejercer una sexualidad adulta y ser madres; pero esta capacidad
adquiere en la sociedad urbana actual un valor incierto: está cada
vez más difundida la idea de que la maternidad limita sus posibilidades
de realización profesional y esto las encierra en el ámbito de lo
doméstico. Si la mujer posee una musculatura masculinizada, muestra
mayor competitividad y empuje, pero ello actúa en contra y a costa
de sus caracteres biológicos femeninos ligados a su identidad sexual y
a funciones igualmente exigidas.
18
Desorden alimenticio en mujeres.
En el caso de los hombres, la pubertad actúa en el sentido contrario: los
acerca al ideal cultural de la masculinidad, tanto en términos biológicos
como sociales. Los hombres con trastornos alimenticios suelen expresar
preocupación, percepciones de su cuerpo e ideales estéticos en términos
considerados como femeninos. Goldman cita el caso de Andrés, de 20 años
de edad: “quería controlar la comida, no
sabía controlarme, me
agarraban atracones y entonces, tengo sentimientos de culpa y
vomito”,”era obeso, me decían corcho, me cargaban porque era bajito y
gordo”, “tengo diagnóstico de bulimia, hago mucha gimnasia, me doy
atracones, duermo hasta olvidar, soy bulímico y antes era anoréxico”.
Entre los hombres empiezan a difundirse ideales de belleza y de delgadez a
través de revistas especializadas, de la promoción de productos como
maquillajes y moda masculina para personas delgadas; estos factores
pueden influir en un incremento del índice de trastornos alimenticios entre la
población masculina, pero el peso de este elemento y su relación con otros
considerados de riesgo no está tan difundido socialmente ni tan
interiorizado en los varones como lo está en el caso de las mujeres.
Tanto para los hombres como para las mujeres la adolescencia representa
un momento importante en el proceso de definición de la identidad y
orientación sexual, este factor también puede intervenir en el desarrollo de
los trastornos alimenticios.
La anorexia y la bulimia también están fuertemente vinculadas a un ideal
estético de belleza femenina construido socialmente y difundido
ampliamente por las expectativas colectivas, los cánones de la moda y los
19
medios de comunicación en los que la obtención de la delgadez se vincula
directamente con la idea del éxito y la aceptación del entorno.
Así, relaciones sociales conflictivas vinculadas a los roles de la mujer
encuentran una expresión simbólica en el cuerpo y su relación con los
alimentos.
En las sociedades urbanas actuales se establece tanto para hombres como
para mujeres un modelo corporal único: delgado, fuerte, andrógino, joven,
uniforme; no es un cuerpo natural, sino que se adquiere con dietas,
ejercicio, cirugía y el consumo de ciertos productos. En la mujer esta
exigencia es más grande e implica mayores contradicciones que en el
hombre: ser eternamente adolescentes y al mismo tiempo madres;
físicamente jóvenes pero con la experiencia de la madurez, tener un cuerpo
esbelto, hermoso y atractivo sin dejar de ser inteligentes, hábiles y astutas y
ser pasionales pero sin perder el autocontrol, son algunas de las demandas
contradictorias que se le hacen a la mujer en las sociedades actuales.
Desorden alimenticio en hombres.
Aunque la mujer ha accedido en algunas esferas s a un mayor grado de
equidad frente al hombre, su cuerpo no ha dejado de ser visto como objeto
de consumo. Las mujeres de hoy deben adquirir una imagen de
independencia y exhibirse como objetos vendibles en un mercado de
consumo cada vez más exigente, competido y contradictorio. Tener un
cuerpo esbelto no es sólo responder a un canon de belleza, sino estar
dentro del mercado. La amenaza no es ser fea o gorda, sino quedar
marginada en un mundo donde no se es ni se existe si no se responde al
20
código social. Anorexia y bulimia parecen haberse transformado a tal grado
en el paradigma del género femenino que algunos expertos se abstienen
de difundir los síntomas de la enfermedad, lo que se convierte en su
promoción más que en su prevención.
Ahora bien, la vivencia subjetiva de todo lo anterior, de acuerdo con la
historia personal, es central en este tipo de padecimientos. Si bien es cierto
que la cultura deja su marca en la producción de los trastornos alimenticios,
las situaciones psicológicas individuales los determinan y desencadenan.
7. CONDUCTAS DELICTIVAS:
La conducta antisocial se
define
como
cualquier
conducta que refleje infringir
reglas sociales y/o sea una
acción contra los demás. En
concreto,
se
exploran
conductas
antisociales
asociadas al gamberrismo y a
conductas de trasgresión de
normas sociales en relación
con la edad tales como
romper objetos de otras
personas o romper objetos de
lugares públicos en la calle, el
cine, autobuses..., golpear,
pelearse o agredir a personas,
fumar, beber, falsificar notas,
no asistir al colegio o llegar
tarde intencionalmente, copiar en un examen, robar, colarse cuando hay
que esperar un turno, ensuciar las calles y las aceras rompiendo botellas o
vertiendo las basuras, tirar piedras a la gente, tirar piedras a casas, coches
o trenes.
Un grupo de estudios ha analizado las relaciones existentes de la conducta
antisocial con un amplio abanico de variables de la personalidad infantojuvenil. Algunos trabajos han hallado correlaciones positivas de la conducta
antisocial con agresividad.
La alta participación de jóvenes en actos antisociales y delictivos es una
amenaza potencial para el desarrollo individual, social y económico de un
país, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, OMS. Por tanto se
paga un costo individual por el aislamiento y el rechazo social al que se ven
expuestos los jóvenes delincuentes. Adicionalmente, los jóvenes con estas
características atraviesan sin éxito por los procesos de educación formal,
21
debido a ello se involucran en actividades marginales y de alto riesgo
psicosocial. En nuestro país, podeos decir que el costo de la delincuencia
implica familias desintegradas y relaciones y valores, en el núcleo familiar,
deteriorados; jóvenes muertos prematuramente, y con ello, pérdida del
capital humano y de vidas humanas productivas, y un precio económico
debido a la alta y costosa.
Tradicionalmente, la adolescencia ha representado un periodo crítico en el
inicio y/o incremento de problemas del comportamiento, específicamente
en el antisocial y delictivo, temas que atraen el interés de los científicos. Este
interés se extiende si se cuentan los datos de prevalencia de la población
adolescente dominicana. En ésta se observa, por ejemplo, que en la última
década se han incrementado los casos de conductas delictivas emitidas
por jóvenes menores de 18 años; jóvenes que presentaron conductas
delictivas, siendo el hurto el acto delictivo más prevalente. La significancia
del comportamiento antisocial y delictivo en los adolescentes y/o menores
de edad, es que mientras algunos comportamientos antisociales son
considerados normales en ciertas edades del desarrollo del menor, son estos
comportamientos en conjunto y durante un periodo de la adolescencia que
sirven como altos predictores de problemáticas de ajuste psicológico
individual y social, incluyendo el comportamiento delincuencial durante la
edad adulta. Los adolescentes, quienes presentan comportamientos
antisociales y delictivos en edades tempranas y por tiempo prolongado,
entran a ser parte de un grupo en alto riesgo para continuar con las mismas
conductas y de mayor gravedad durante la edad adulta. Estos mismos
jóvenes también estarían en alto riesgo para otros problemas, como
dificultades educativas, consumo de sustancias psicoactivas y
comportamientos sexuales de riesgo. Existe una multiplicidad de términos
para hacer referencia a la conducta antisocial, como las conductas
agresivas e impulsivas y los trastornos o problemas de la conducta, entre
otros.
La conducta delictiva se define
como la designación legal, basada
generalmente en el contacto con
las leyes de justicia del país en que
se encuentra el niño o adolescente
de acuerdo a los investigadores
Kazdin y Buela-Casal. Es importante
mencionar que la conducta o acto
delictivo no es un constructor
psicológico, sino una categoría
22
jurídico legal, bajo la cual no es posible agrupar a todos los delincuentes
existentes, pues éstos son muy diferentes entre sí, y el único elemento común
a todos ellos es la conducta o el acto mismo de delinquir. Esta conducta o
acto reúne un conjunto de variables psicológicas organizadas
consistentemente, configurando un patrón de conducta, que se denomina
comportamiento antisocial. Este comportamiento antisocial tiene un inicio
temprano en los jóvenes. Los estudiosos han propuesto la tipología de dos
grupos de adolescentes antisociales: 1. limitados a la adolescencia y 2.
Persistentes a través de la vida; el primer grupo, corresponde a la minoría
dentro de la población de delincuentes, se caracterizan por la aparición
temprana y persistente de un conjunto de problemas de comportamiento
que irían escalando en frecuencia y severidad. Si bien cambian en sus
manifestaciones según la edad, correspondía al mismo tipo de problema.
La confluencia de estos dos grupos explicaría por qué se observan tasas de
participación en delincuencia y violencia especialmente altas durante la
adolescencia. La desaparición del grupo de autolimitados explicaría el
descenso que se observa en estas tasas luego de la adolescencia.
2.2 PREDICTORES DE MAYOR VULNERABILIDAD
El inicio de ciertas actividades se torna un predictor más serio de riesgo
cuando ocurre a menor edad. Así Weinstein destaca la incorporación
temprana al empleo, al desempeño de trabajos marginales, la deserción
temprana de la escuela, la iniciación sexual a menor edad. Bejarano y
Jiménez (1993) destacan el inicio de la carrera alcohólica en las primeras fases
de la adolescencia como un predictor de agravamiento de ésta y otras
adicciones en el futuro.
Importantes factores que no provienen directamente de sus conductas han
sido señalados como eslabones de riesgo que incrementan la vulnerabilidad
juvenil y que están presentes en los contextos o medios sociales donde el
individuo se desenvuelve y en sus antecedentes de personalidad. Entre los
diversos factores vinculados a los comportamientos de riesgo durante el
desarrollo adolescente, Irwin (1990), al igual que muchos investigadores,
destaca el menor éxito académico y los problemas de comportamiento en el
colegio.
Señala que la literatura coincide en dar
una particular importancia a los cambios
ambientales que ocurren en el sistema
escolar y destaca el pasaje de la
escolaridad primaria a la secundaria.
Estas y otras transiciones en la vida
escolar
tienen
una
naturaleza
particularmente tensionante, que se
23
traduce en comportamientos disruptivos frecuentes en la adolescencia. En
América Latina existen diversos agravantes, como el hecho que en las zonas
rurales de algunos países no existen establecimientos secundarios y se
producen migraciones que pasan a engrosar las filas de jóvenes urbanos
marginales, sin mayor preparación para los cambios culturales y las
necesidades laborales.
Varias investigaciones identifican la baja escolaridad o deserción como un
factor asociado al embarazo adolescente. Krauskopf y Cabezas (1989)
encontraron que, en el área metropolitana de San José, el embarazo se
producía mayoritariamente en muchachas que ya habían desertado del
sistema escolar, lo que coincide con otras investigaciones latinoamericanas y
se diferencia de datos de EEUU, que señalan al embarazo como causa de
deserción escolar (si bien parece estar asociado a previas dificultades en el
rendimiento). En el área rural, por otra parte, establecer una unión es motivo
de abandono escolar y dedicación al hogar, lo que incluye la procreación de
los hijos (Porras, 1993).
Torres Rivas (1989) informa que, de acuerdo con
el Censo de la Población Penal costarricense,
efectuado en 1982, el analfabetismo continúa
siendo la característica de muchos jóvenes
delincuentes (40% de los menores de 17 años).
Además el 63.4% tenía primaria incompleta y
todos carecían de trabajo permanente.
Weinstein destaca algunas conductas que son
producto de la situación de pobreza en América
Latina como la incorporación prematura al
empleo, al desempeño de trabajos marginales y
la menor contractualidad, que conduce a falta
de protección de su salud y derechos salariales;
la desocupación prolongada; conflictos de tipo legal o penal, especialmente
aquellos que conducen a experiencias de detención y reclusión; la repitencia
reiterada durante la permanencia en el sistema escolar y la expulsión por
causas académicas o disciplinarias, así como la deserción temprana del
sistema, la carencia de redes de apoyo para enfrentar las dificultades que
experimente en su familia, empleo, sexualidad, adicciones, estados depresivos,
etc.
Diversos autores señalan que el ambiente de pobreza extrema implica mayor
exposición a riesgos graves y menores recursos protectores; la conflictividad
alta y crónica del medio familiar especialmente si va acompañado de
abandono, maltrato, expulsión del hogar, presencia de alcoholismo, abuso
físico y sexual; no tener familia, pertenencia a grupos de pares que se orientan
a la transgresión social, a la violencia o a la adicción a drogas; permanencia
en centros de reclusión legal, carencia de redes de apoyo (Blum, 1995;
Weinstein,1992); no estudiar ni trabajar, carencia de opiniones de desarrollo de
destrezas que permitan obtener autonomía y reconocimiento social. Es
importante reconocer que entre los factores de riesgo se encuentran aspectos
propios del funcionamiento psicológico y social del joven como son la baja
autoestima y la ausencia de un proyecto de futuro.
24
2.3 FACTORES ASOCIADOS A LAS CONDUCTAS DE RIESGO
Existen diversos factores que influyen en las conductas de riesgo, estos factores
están asociados al descuido de las personas que lo practican poniendo su
vida de esta manera en peligro; alguno de estos factores son:
1. El exceso de velocidad:
 Sobre todo de noche, el
exceso de velocidad, es casi
siempre una de las causas de
los accidentes de tráfico y
acentúa la gravedad de las
lesiones, siendo responsable de
uno de cada dos accidentes
mortales. El número de muertes
en las carreteras disminuiría
notablemente si se redujera la
velocidad. Según el ONISR
(Observatorio
Nacional
de
Seguridad Vial en Francia) una reducción de 1 km por hora en la
velocidad media produce una disminución del 4% en la probabilidad
de accidentes.
2. El incumplimiento de las medidas de seguridad:
 No abrocharse el cinturón de seguridad en el asiento trasero
aumenta la gravedad de las lesiones en todos los accidentes.
Igualmente, no llevar casco incrementa notablemente el riesgo de
sufrir lesiones graves en los accidentes de bicicleta o motocicleta.
3. El consumo de alcohol:
 En la mayoría de países, se ha comprobado que el alcohol es un
factor que contribuye aproximadamente al 30% de los accidentes
mortales entre jóvenes y adultos.1 Es un problema cada vez más
preocupante, ya que el consumo de alcohol en la adolescencia crece
en casi todos los países. Además, se está extendiendo entre los jóvenes
la práctica del botellón: beber en exceso y deprisa los fines de semana
por la noche.
4. Otras Drogas:
 La droga encontrada más a menudo en el lugar del accidente es el
cannabis (en el 15% de las muertes de jóvenes en la carretera).2 Es un
factor específico de los accidentes entre los jóvenes, ya que el
25
consumo de cannabis se reduce considerablemente a partir de los 25
años. Además, la mezcla de alcohol y cannabis es motivo de grave
riesgo, debido a los efectos combinados de ambas sustancias. En la
actualidad se conocen bien los efectos del cannabis gracias a los
estudios epidemiológicos. Hoy día se observa un fuerte aumento y
normalización del consumo de este producto, que en algunos países
es más habitual que el alcohol.
5. Problemas familiares:
 Es importante saber cuales son los problemas familiares por los que
pasa el adolescente y analizar si estos tienen relación con la conducta
de riesgo que esta practicando.
2.4 GRUPOS PRIORITARIOS DE PREVENCIÓN
Si bien no pretendemos desglosar los grupos meta por su exposición al riesgo o
presencia de daño, pues para ello es necesaria en cada área la detección y
planificación de estrategias prioritarias, nos referiremos someramente a
algunos grupos que han sido coincidentemente identificados como relevantes.
La mayor parte de los análisis de los comportamientos de riesgo permiten
concluir que entre los grupos metas prioritarias para la prevención de los
comportamientos de riesgo están los jóvenes desertores y los adolescentes
potencialmente desertores del sistema escolar.
Se trata de un factor de riesgo que se asocia a numerosos comportamientos
que conducen al daño. Identificarlos, caracterizar las condiciones de su
vulnerabilidad para poder proveer de instrumentos de acción a los
establecimientos educacionales a través de su cuerpo docente, buscar
soluciones para favorecer la permanencia satisfactoria de los estudiantes es
área importante de desarrollar.
Aun cuando los estudiantes no puedan evitar la deserción puede ser crucial
orientarlos tras identificar sus recursos para el desarrollo de su proyecto de vida
26
y la orientación que les permita reencauzarse constructivamente en el marco
de sus dificultades. Otra área importante de focalizar es la sexualidad
adolescente Es con la preocupación por el embarazo adolescente que se
hacen más visibles los y las jóvenes y emerge la necesidad de incluir este
segmento de la población en la agenda de la planificación de salud. Sin
embargo, en la atención a la salud reproductiva es necesario incluir más
enfáticamente los valores masculinos y el rol que le cabe al varón (Population
Council, 1990). Por otro lado la preocupación por el embarazo parece seguir
predominando, con lo cual cuando se buscan anticonceptivos no se
considera necesariamente la prevención de enfermedades de transmisión
sexual. Esta área implica además numerosos otros aspectos de tipo
interpersonal e incluso en ocasiones de patología social: prostitución
temprana, abuso sexual, etc.
Ojo:
La migración rural-urbana y la pertenencia a un estrato
socioeconómico de extrema pobreza que requiere de los y las
adolescentes el desarrollo de estrategias de supervivencia para la
satisfacción de sus necesidades básicas: comida, vivienda, etc.,
incrementa la exposición a factores de riesgo. Las y los jóvenes
para los cuales la calle es el espacio de satisfacción de
necesidades importantes se encuentran desprovistos de muchos
factores protectores.
Grupos de alto riego se encuentran en aquellos sectores cuyo
comportamiento se encuentra fuera de control por pertenecer a estratos con
difícil acceso a las opciones y por estar sometidos a estimulaciones disruptivas
de particular intensidad por diversas razones (económicas, políticas, bélicas,
marginalidad, impacto distorsionador de la modernización, carencia de
empleo y educación), y que plantean el urgente desafío de encontrar las
instancias posibles que den continencia apropiada y posibilidades de
conducción a su cuidado.
Los y las jóvenes transgresores, violentos, adictos son grupos importantes de
focalizar. Las experiencias basadas principalmente en el control social no han
demostrado ser suficientes para conducir a la reducción de estas conductas ni
los daños subsecuentes, y, en ocasiones han llegado a constituir factores de
riesgo. Los programas de prevención, deben considerar además del nivel de
detención y reclusión (cuando es necesario), la identificación más precisa del
problema adolescente, la oferta de modelos integrales que permitan reparar
aspectos deficitarios a través del ingreso voluntario a estos programas, los que
a su vez se articulen con vías de inserción social que faciliten la autonomía y la
productividad. Esto requiere la participación de promotores capacitados para
motivar e informar a los y las jóvenes en las zonas de riesgo.
27
En relación a los accidentes, causa prioritaria de la morbimortalidad juvenil,
cabe analizar la creación de nuevos enfoques que refuercen las medidas
actuales. Es interesante constatar que la licencia de conducir, es de algún
modo, uno de los pocos ritos de pasaje a la adultez que nuestra sociedad
ofrece (los otros son alcanzados por los jóvenes que llegan a la escolaridad
secundaria y con el derecho al voto), lo que podría contribuir a desarrollar
programas preventivos vinculados a esta circunstancia.
28
III.
TEORÍAS DE PROTECCIÓN Y RESILENCIA
La acción basada solo en riesgos, además de mostrar debilidades, contribuyó
al predominio de una visión e identificación más bien negativa de los
adolescentes. Considerar los factores y conductas protectoras, la mayoría de
ellos espejos de las de riesgo, agrega un componente importantísimo para
aumentar la eficacia del trabajo preventivo. Se entiende como conductas de
protección aquellas acciones voluntarias o involuntarias, que pueden llevar a
consecuencias protectoras para la salud, son múltiples y pueden ser bio- psicosociales.
La teoría de la resiliencia nace de la observación de niños y adolescentes que,
a pesar de estar expuestos a condiciones de vida adversas, llegan a ser
adultos saludables y positivos. En general la resiliencia es entendida como
aquella característica humana que permite recuperarse y superar la
adversidad. Es un concepto que nos centra en los factores protectores, que
pueden ser propios como la inteligencia, locus de control interno, sentido del
humor y habilidades empáticas; o externos o circunstanciales como la
cohesión familiar, al menos un padre amoroso, sentido de pertenencia escolar,
etc. Es difícil saber si un adolescente relativamente no desafiado por el
ambiente la está desarrollando, y porque estar libre de riesgos no significa
necesariamente estar preparado para la adultez, es importante poder
identificar fortalezas universales que pueden ser útiles a todos los adolescentes.
Por otra parte, no se debe olvidar que dosis graduales y controladas de
problemas pueden constituir factores positivos si se consideran sus funciones,
como el aprender a responder en forma adecuada, saludable y constructiva,
las posibilidades de fortalecer la autoestima y autoeficacia a través de logros,
de desarrollar destrezas sociales y tomar decisiones.
Debes saberlo:
Los adultos más cercanos, como son los padres, constituirán una
fuente fundamental de modelaje, pero también pueden ser
factores externos positivos, al ser fuentes de apoyo y
crecimiento, los pares, el colegio, la comunidad y la sociedad.
29
3.1 TEORÍA DEL DESARROLLO JUVENIL POSITIVO
Con la búsqueda de aquellas características útiles para todos los
adolescentes, aparece el concepto de “desarrollo juvenil positivo”. Se refiere
al desarrollo normal y saludable en toda circunstancia, y no sólo en la
adversidad. La colaboración hacia el desarrollo positivo juvenil entre los
médicos, los propios adolescentes, sus padres, y la comunidad, facilitará que
los adolescentes pasen de ser meros receptores a ser individuos activos,
informados que deliberadamente hacen opciones sanas para ellos mismos.
Este enfoque pretende potenciar al adolescente completo más que aspectos
puntuales de su desarrollo, ambiente o personalidad, que tengan logros
específicos a las etapas y tareas del desarrollo, e interacciones positivas con la
familia, barrio y contextos social y cultural.
Dentro de esta teoría se recomienda un abordaje clínico. Las intervenciones
clínicas requieren del desarrollo de habilidades de comunicación ya que los
adolescentes pueden resistirse a discutir temas sensibles como son el uso de
sustancias y/o sexualidad. Deben realizarse desde la adolescencia inicial,
ajustarse a las habilidades cognitivas emergentes, acomodarse a sus
necesidades de desarrollo, ser personalizadas al género e incluir evaluación de
la salud mental, fortalezas individuales y factores protectores (ver artículo “El
control de Salud del Adolescente”).
Es necesario conocer tanto lo que se debe hacer, como lo que no se debe
hacer. Las discusiones “inadecuadas” sobre riesgos pueden arruinar las
relaciones con el paciente y/o con su familia, especialmente los sermones
30
unidireccionales y/o el mal manejo de la confidencialidad. Las intervenciones
ineficaces son, entre otras, las tácticas de intimidación o amedrentamiento, la
segregación de grupos de adolescentes de riesgo, las intervenciones a corto
plazo, la entrega aislada de información y conocimientos, y la exclusión de
opciones de conducta. Las intervenciones probadamente efectivas, incluyen
programas comunitarios colaborativos, entrenamiento en habilidades sociales,
incorporación de la familia con fortalecimiento de las relaciones entre
adolescentes y adultos, espacios de participación juvenil y, sin duda, una
atención individualizada e intensiva con identificación precoz de posibles
problemas y tratamientos eficaces.
Los clínicos que trabajen con adolescentes deben estar preparados para la
evaluación tanto biomédica como psicosocial. La evaluación de riesgos aún
es fundamental, especialmente al hablar de conductas de salud prevenibles.
La exploración de riesgos debe ser global e identificar la frecuencia y
severidad de las diferentes conductas, para poder distinguir entre
experimentación normal, riesgo moderado y riesgo alto.
Los objetivos del desarrollo juvenil positivo en la consulta son aumentar la
conciencia de los adolescentes para desarrollar fortalezas, en por de su propia
salud y bienestar, motivándolos y ayudándolos a tomar esta responsabilidad.
La capacidad para detectar factores protectores o fortalezas es una
herramienta básica en la prevención de riesgos y la promoción de salud.
Constituye un repensar la manera de trabajar con adolescentes, para
organizar y priorizar eficientemente el contenido de las guías anticipatorias y
las visitas médicas en general.
Esta aproximación es congruente con las guías Bright Futures, para la
supervisión de salud y ha sido destacada por la OMS. Las guías proponen
evaluar las tareas del desarrollo adolescente con esta mirada, preguntando
acerca de lo qué está funcionando bien en el paciente y su familia, para así
obtener información acerca de hábitos, cualidades, valores y habilidades del
paciente, y recursos familiares y comunitarios que apoyen su desarrollo.
Requiere conocer y entender qué
son las fortalezas, saber preguntar y
obtenerlas,
aumentar
la
autoconfianza
del
adolescente
reflejándoselas a él y sus padres y
guiar para el desarrollo en áreas
deficientes. La información da
cuenta sobre el bienestar del
paciente, le ayuda al profesional a
mejorar la comunicación, promover
autoeficacia
y
aumentar
la
satisfacción,
especialmente
con
aquellos adolescentes que están
viviendo situaciones difíciles. Los posibles desafíos a su implementación
incluyen aprender a estar atentos e identificar fortalezas en pacientes que no
31
parecen tener los estándares tradicionales de éxito, recordar incluirlas siempre
cuando se esté evaluando riesgo de salud, y encontrar tiempo suficiente y
apropiado para preguntar o comentar sobre ellas en la visita.
Existen varios “listados de fortalezas” según diferentes autores que permite
organizar la evaluación sistemática de estos y que pueden agruparse en las
siguientes categorías: apoyo, empoderamiento, límites y expectativas, uso
constructivo del tiempo, compromiso para aprender, valores positivos,
identidad positiva. Los estudios realizados a nivel comunitario coinciden en la
importancia de las oportunidades de pertenencia, la construcción de
destrezas sociales, la participación juvenil, las normas claras, las relaciones con
adultos, y el tener acceso a información y servicios relevantes.
3.2 PROMOCIÓN DE FORTALEZAS AUSENTES
Aunque esta aproximación anima al adolescente a tomar responsabilidad
creciente de su salud, es importante mantener una relación colaborativa con
los padres y realizar consejería, especialmente a los padres de adolescentes
más jóvenes con conductas de riesgo, ya que la mejoría en la comunicación,
supervisión y otras habilidades de crianza pueden disminuirlas.
Con frecuencia los padres están tan preocupados de los riesgos de la
adolescencia y de las conductas de sus hijos, que tienden a centrase en los
aspectos negativos de esta etapa, en vez de verla como una experiencia de
crecimiento para los adolescentes y para ellos mismos.
Debes saberlo:
Explicarles lo que son las fortalezas, los ayuda a ver los hitos del
desarrollo que se esperan, y ayudar a fomentarlo en las áreas
necesarias. El Círculo de Coraje de Brendtro, por ejemplo, es
una buena ayuda para profesionales y padres en esta tarea.
Como los jóvenes necesitan desarrollar fortalezas en todas las áreas, se puede
usar como una herramienta estratégica que conduzca a una discusión
estructurada sobre cambios de conducta deseables. Técnicas como
psicoeducación, entrevista motivacional y consejería, tanto para adolescentes
como para padres, así como en el trabajo con resiliencia y desarrollo juvenil
positivo, serán consideradas como partes de estas estrategias.
32
La psicoeducación es un trabajo intelectual que constituye una técnica
sencilla para conversar acerca de riesgos y factores protectores, después de la
evaluación de los mismos. Esta técnica agrega a la clásica información
entregada por los profesionales de la salud, su contextualización respecto el
adolescente individual y su cotidianeidad, lo que permite que pueda ser
integrada desde lo más concreto y vivencial.
La consejería es una técnica que requiere mayor entrenamiento y constituye
una importantísima herramienta de trabajo tanto con los adolescentes como
con sus padres. En ella, el profesional no da consejos, si no que orienta y ayuda
al adolescente a aclarar y/o a buscar soluciones propias, después de
reflexionar, frente a un determinado problema. La “toma compartida de
decisiones” incluye identificar el problema, explorar las opciones, considerar las
consecuencias, hacer un plan, y realizar un seguimiento.
La entrevista motivacional es una estrategia terapéutica para el cambio, en la
que se interviene considerando que el cambio surge siempre desde la persona
y no se le puede forzar, pero sí potenciar. Tratar de hacer cambiar a alguien
que no está preparado no sólo no es efectivo, sino que puede tener efectos
iatrogénicos. Es un grupo de habilidades de entrevista estructurada que ayuda
a los pacientes a avanzar en las etapas del cambio desde precontemplación,
a la contemplación, a la preparación y a la acción. Las fases del cambio
según el modelo de Prochaska y Di
Clemente incluye 5 etapas, a saber:
1) pre-contemplativa, en que el individuo no considera aún la posibilidad
del cambio;
2) contemplativa, en que está considerando la posibilidad de cambiar;
3) preparación, en que está planificando y comprometiéndose con el
cambio;
4) acción, en que está realizando la conducta de cambio; y
5) mantenimiento, que es sostener a largo plazo el cambio.
El ciclo incluye la posibilidad de recaída, la que siempre debe ser anticipada
para diseñar, con el adolescente, cómo se enfrentará Las estrategias de la
entrevista motivacional son cinco:





33
Expresar empatía
desarrollar discrepancia
evitar discusiones
rodar con la resistencia y
apoyar y fomentar la autoeficacia.
Las técnicas fundamentales también son cinco: preguntas abiertas, escucha
reflexiva, afirmaciones, resúmenes, y provocar afirmaciones autoafirmativas.
Con
fortalezas
a
su
haber,
los
adolescentes pueden ser animados a
tomar riesgos que se podrían denominar
“saludables”. Ello se entiende al analizar el
que al tomar riesgos y fracasar, se puede
contar posteriormente con la fortaleza,
confianza y esperanza para tratar
nuevamente, lo que ayuda a los
adolescentes a transformarse en adultos resilientes.
Las autoras consideran relevante incorporar en la cotidianeidad una
orientación desde los aspectos más positivos, descentralizándose de las
miradas tradicionalmente más negativas de los adolescentes y sus conductas.
Es por ello que se profundizó más en algunos elementos teóricos y prácticos
relacionados con este enfoque.
Finalmente y a modo de conclusión la adolescencia constituye una etapa de
la vida diferenciable, con sus propias características y necesidades en salud.
Las conductas tomadas por los adolescentes son eje de su morbi mortalidad. El
conocimiento científico disponible a la fecha confirma la importancia de darle
un lugar específico a la medicina de los adolescentes considerando las
diferentes evidencias nacionales e internacionales.
34
REFERECIAS BIBLIOGRAFICAS:
35

Centro Nacional de equidad de género y salud reproductiva. (2004).
Trastornos alimenticios. México

Freyre. E. (2004). La sexualidad del adolescente y problemas
asociados. Perú

Garaigordobil, M. (2005). Conductas antisociales durante
adolescencia: correlatos
socio-emocionales, predoctores
diferencia de género. España.

Moreno, D. (2005). Deserción escolar. Guatemala.

Moya, J. (2007). La conducta suicida en adolescentes
implicaciones en el ámbito de la justicia juvenil. Perú.

Payá, B., et alt. (2005). Consumo de sustancias. Factores de riesgo y
factores protectores. España.

RENAULT (2011). Conductas de riesgo. Argentina.

Villegas, F. (2005). Protestando por nos ser ciudadanos: Los jóvenes
pandilleros de Lima a fines de los 90´s. Perú
la
y
sus
Descargar