Violencia, educación y adolescencia Vemos cómo la sociedad se asombra y se escandaliza por el presunto suicidio del joven Jokin en Hondarribia. Desde entonces no han cesado las noticias sobre la violencia que ejercen los adolescentes alrededor de sus centros educativos y de los llamados lugares de socialización. No es problema aislado, sino que es más común de lo que puede parecer. Es ampliamente reconocido que la televisión y el cine ejercen una marcada influencia en el comportamiento de las personas, especialmente en aquellas que se encuentran en la adolescencia. La televisión y el cine a través de los modelos y de los valores que proyectan juegan un papel clave. Crean necesidades, generan una cultura y valores sociales determinantes, establecen gustos, imponen modas. Siendo así, ¿alguien se extraña de que después de que nuestros niños y jóvenes vean 3 horas y cuarenta minutos de TV, los adolescentes utilicen la violencia como recurso para solucionar conflictos? Cuántos muertos se ven en la pantalla mientras nos tomamos un cocido o un plato de espaguetis. Se calcula que ha habido más de 100.000 muertos en IRAK, que a diferencia de otras guerras han sido televisados en directo. Cuántas películas ven los niños y adolescentes españoles un fin de semana y en las que, para que gane nuestro héroe, han de morir al menos entre veinte y treinta personas, con derroche de efectos especiales y de ketchup por doquier. Dicen que la TV refleja la violencia que hay en la sociedad. Cierto. Pero también es cierto que mostrarla no ayuda a mejorar la convivencia, todo lo contrario: puede alimentar aún más los modelos violentos y retroalimentar el gusto por la violencia. Como dice Gustavo Bueno la ’telebasura’ arrastra un sistema de valores, «diferencian lo que hay que barrer de lo que hay que respetar». Sólo habría que hacer un esfuerzo para identificar los indicadores que puedan identificar este género. Prometen los códigos de autorregulación de las televisiones, pero me temo que chocarán con las audiencias. Juan Francisco Delgado Morales (adaptado) 1. Comentario a) Tema El tema del texto es la opinión del autor acerca de la influencia de los medios de masas y, sobre todo, el de la televisión en sus diversos formatos, en la creación de conductas violentas en los jóvenes. b) Rasgos lingüístico-estilísticos En este texto se observa la presencia de las siguientes funciones del lenguaje - - En primer lugar se observa la función expresiva, pues presenta un claro carácter subjetivo. Esto se observa por medio de las formas de 1ª. persona en verbos y pronombres (me temo), la presencia de elementos valorativos (más, aún más) adjetivaciones (marcada influencia, modelos violentos, papel clave) e incisos (que a diferencia de otras guerras han sido televisados en directo) y léxico con valores connotativos negativos (escandaliza, suicidio, violencia, derroche, conflictos, muerte). Por otra parte, se aprecia función representativa. El autor aporta conocimientos, para lo cual se sirve de oraciones enunciativas (no han cesado las noticias sobre la violencia que ejercen los adolescentes alrededor de sus centros educativos; Se calcula que ha habido más de 100.000 muertos en IRAK), - verbos en 3ª persona y en indicativo (asombra, escandaliza, han cesado, es, encuentran, crean…) y lenguaje denotativo (noticias, adolescentes, jóvenes, cultura, niños…). Finalmente, hay presencia de función apelativa, pues también pretende influir en la conducta del receptor. Esto se advierte en los plurales inclusivos (nos tomamos, tenemos), así como en la interrogación retórica (¿alguien se extraña de que después de que nuestros niños y jóvenes vean 3 horas y cuarenta minutos de TV, los adolescentes utilicen la violencia como recurso para solucionar conflictos?; Cuántos muertos se ven en la pantalla mientras nos tomamos un cocido o un plato de espaguetis ). En cuanto al registro empleado, es de carácter estándar (modas, gustos, violencia…), incluyendo términos y giros coloquiales (un cocido, espaguetis, cierto). Asimismo, se incluyen terminologías propias del ámbito de la comunicación audiovisual (telebasura, autorregule, audiencia). Estructuralmente, desde la perspectiva externa, el texto está dispuesto en cuatro párrafos, que internamente se corresponden con las siguientes partes: el párrafo primero sería la presentación del tema del que se va a tratar. El segundo, sería la enunciación de la tesis por parte del autor. El tercero es el cuerpo argumentativo y, finalmente, el último es la conclusión donde retoma el tema (aunque intenta darle una solución). Como rasgos morfosintácticos observamos, en primer lugar, el interés del emisor por ocultar la subjetividad para lo que se sirve de oraciones impersonales reflejas se asombra, se ven…) la presencia de formas verbales de presente (el llamado presente intemporal o gnómico: proyectan, refleja, ayuda, arrastra…), la sintaxis trabada (oraciones compuestas: Es ampliamente reconocido que la televisión y el cine ejercen una marcada influencia en el comportamiento de las personas, especialmente en aquellas que se encuentran en la adolescencia), sustantivos abstractos (violencia, influencia, necesidades, valores, recurso), sintagmas nominales extensos (es el denominado estilo nominal: las noticias sobre la violencia que ejercen los adolescentes alrededor de sus centros educativos y de los llamados lugares de socialización), oraciones atributivas (no es posible aislarlo; es ampliamente reconocido...). c) Tipo de texto Por todo lo dicho anteriormente, se trata de un texto expositivo-argumentativo, de carácter humanístico. 2. Resumen Partiendo de la constatación de que diariamente en nuestra sociedad son más que frecuentes los hechos violentos entre los jóvenes y no solo anécdotas, el autor del texto considera como uno de los factores que la generan la influencia negativa del cine y, fundamentalmente, de la televisión. Es en esta en la que son constantes los hechos violentos, ya sean reales (muertes en atentados, guerras) ya sean de ficción (películas y series violentas), pues la presencia de todo ello más que de contraejemplo, por el contrario, provoca el favorecimiento de conductas violentas en la sociedad. La solución podría estar en discriminar los contenidos y los valores que implícitamente conllevan, pero el autor pone en duda esta solución dado que en la televisión actual prima la guerra por las audiencias.