3. Doctrina de los Doce Apóstoles

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La enseñanza social en los Padres de la Iglesia
(Selección de textos)
En los Padres resalta la exhortación al buen uso del dinero y la solidaridad con el pobre e
indigente, con quien Cristo se identifica. Los bienes tienen un destino universal; la codicia
es una idolatría que se opone radicalmente a la vida evangélica.
1. Clemente de Roma
“El uso común de todo lo que hay en este mundo destinábase a todos; sin embargo, debido a la
iniquidad, uno dice que esto era suyo y otro dice que aquello era de él, y así se hizo la división entre
los mortales” (Carta a los Corintios).
2. Policarpo de Esmirna
“Que los presbíteros tengan entrañas de misericordia y se muestren compasivos para con todos,
tratando de traer al buen camino a los que se han extraviado; que visiten a los enfermos, que no
descuiden a las viudas, a los huérfanos y a los pobres, antes bien, que procuren el bien no sólo ante
Dios, sino también ante los hombres; que se abstengan de toda ira, de toda acepción de personas, de
todo juicio injusto; que vivan alejados del amor al dinero, que no se precipiten creyendo fácilmente
que los otros han obrado mal, que no sean severos en sus juicios, teniendo presente que todo
estamos inclinados al pecado” (Carta a los Filipenses, 6,1ss).
3. Doctrina de los Doce Apóstoles
“No echarás al indigente, sino que tendrás todo en común con tu hermano y no dirás que es tuyo –
porque si comparten en lo inmortal, cuánto más en los bienes pasajeros”.
4. Cesáreo de Arlés
“Existe una misericordia terrena y humana, otra celestial y divina. ¿Cuál es la misericordia humana?
La que consiste en atender a las miserias de los pobres. ¿Cuál es la misericordia divina? Sin duda, la
que consiste en el perdón de los pecados. Todo lo que da la misericordia humana en este tiempo de
peregrinación se lo devuelve después la misericordia divina en la patria definitiva. Dios, en este
mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los pobres, como dijo él mismo: Cada vez que
lo hicieron con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron. El mismo Dios que se
digna dar en el cielo quiere recibir en la tierra (...).
“Practiquen la misericordia terrena y recibirán la misericordia celestial. El pobre te pide a ti, y tú le
pides a Dios; aquél un bocado, tú la vida eterna. Da al indigente, y merecerás recibir de Cristo, ya
que él ha dicho: Den y se les dará” (Sermones, 25,1).
5. Basilio Magno
“Los frutos de beneficencia que tú produces los recolectas en provecho propio, ya que la
recompensa de las buenas obras revierte en beneficio de los que las hacen. Cuando das al
necesitado, lo que le das se convierte en algo tuyo y se te devuelve acrecentado. Del mismo modo
que el grano de trigo, al caer en tierra, cede en provecho del que lo ha sembrado, así también el pan
que tú das al pobre te proporcionará en el futuro una ganancia no pequeña (...). Tus riquezas tendrás
que dejarlas aquí, lo quieras o no; por el contrario, la gloria que hayas adquirido con tus buenas
obras la llevarás hasta el Señor, cuando, rodeado de los elegidos, ante el juez universal, todos
proclamarán tu generosidad, tu largueza y tus beneficios, atribuyéndote todos los apelativos
indicadores de tu humanidad y benignidad” (Homilías, 3, Sobre la caridad, 6).
“El que despoja a un hombre de su vestimenta es un ladrón. El que no viste la desnudez del
indigente, cuando puede hacerlo, ¿merecerá otro nombre? El pan que guardas pertenece al
hambriento. Al desnudo el abrigo que escondes en tus cofres. Al descalzo, el zapato que se pudre en
tu casa. Al mísero, la plata que escondes (...). Te pareces a un hombre quien –llegando al teatroquisiera impedir que los otros entraran y se imaginaría poder gozar solo de un espectáculo al cual
todos tienen derecho. Así son los ricos: se adueñan de los bienes comunes que han acaparado,
porque son los primeros que los ocuparon” (Id., Homilía VIª contra la riqueza, 7 y 6).
6. Ambrosio de Milán
“No es tu bien el que distribuyes al pobre. Le devuelves parte de lo que le pertenece, porque
usurpas para ti solo lo que fue dado a todos, para el uso de todos. La tierra, a todos pertenece, no
sólo a los ricos” (Naboth el pobre, 53).
“La naturaleza produce sus bienes en abundancia, ofreciéndolos en común a todos. Dios ordenó que
todo fuese producido, generado, de manera de servir de alimento a todos y la tierra fuese propiedad
común de todos. El bien privado es así fruto de usurpación” (Id., De officiis, 1, I Romanos, c.28).
7. Gregorio de Nacianzo
“No pongamos nuestro afán en reunir y conservar riquezas, mientras otros padecen necesidad, no
sea que nos alcancen las duras y amenazadoras palabras del profeta Amós, cuando dice: Escuchen,
los que dicen: ¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el
grano?” (Disertaciones 14,25; Sobre el amor a los pobres).
“Ni la misma noche ha de interrumpir el ejercicio de nuestra misericordia. No digas al prójimo:
Anda, vete; mañana te lo daré. Que no haya solución de continuidad entre nuestra decisión y su
cumplimiento. La beneficencia es lo único que no admite dilación.
“Parte tu pan con el que tiene hambre, da hospedaje a los pobres que no tienen techo, y ello con
prontitud y alegría. Quien practique la misericordia –dice el Apóstol-, que lo haga con jovialidad;
esta prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva (...).
“Por esto (...), visitemos a Cristo siempre que se presente la ocasión, alimentemos a Cristo,
vistamos a Cristo, demos albergue a Cristo, honremos a Cristo, no sólo en la mesa, como Simón, ni
sólo con ungüentos, como María, ni sólo en el sepulcro, como José de Arimatea (...). Démosla en la
persona de los pobres y de los que están hoy echados en el polvo, para que, al salir de este mundo,
nos reciban en las moradas eternas” (Id., 14,48ss).
8. Juan Crisóstomo
“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los
pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos d seda, si al salir lo abandonas en su frío y
desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que
decía, afirmó también: Tuve hambre y no me dieron de comer, y más adelante: Siempre que dejaron
de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejaron de hacer. El templo no necesita
vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos
preocupemos de ellos (...).
“¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre?
Da primero de comer al hambriento y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo”
(Homilía sobre el evangelio de san Mateo, 50,3ss).
“Dios nunca hizo a unos ricos y otros pobres. Dio la misma tierra para todos. La tierra es toda del
Señor y los frutos de la tierra deben ser comunes a todos. Las palabras ‘mío’ y ‘tuyo’ son motivo y
causa de discordia. La comunidad de bienes es una forma de existencia más adecuada a la
naturaleza que la propiedad privada” (Id., Epíst. I Romanos, a Timoteo XII, 4).
“¿Hay algo peor que semejante iniquidad? Por ti fue [Jesucristo] entregado, por ti fue muerto, por ti
anduvo hambriento; cuando das, lo haces de lo que es suyo, te beneficias de tu dádiva, y aun así
rehúsas dar (...).
“Si no te sientes obligado por lo que yo he sufrido por ti, compadécete por lo menos de mi pobreza.
Si no quieres compadecerte de la pobreza, déjate doblegar por la enfermedad o la cárcel; si ni esto
te lleva a ser humano, accede al menos por la insignificancia de lo que se te pide. No te pido nada
costoso, sino tan sólo pan, cobijo, unas palabras de consuelo” (Id., Homilías sobre la carta a los
Romanos, 15,6).
“¿Qué oficio hay tan importante como el de gobernar las almas y formar la mente y el carácter de
un joven? El que goza de esta facultad debe usar de una diligencia mayor que la de un pintor o un
escultor. Y nosotros, por el contrario, no nos preocupamos en absoluto de este asunto, sino que a lo
único que atendemos es a que aprenda bien el lenguaje. Y ello únicamente para que pueda adquirir
riquezas (...).
“¿Te das cuenta de cuán grande es la tiranía del dinero? ¿Cómo todo lo invade y lleva a los hombres
donde quiere, cual esclavos maniatados?” (Id., Homilías sobre el evangelio de san Mateo, 59).
9. León Magno
“Que nuestra liberalidad para con los pobres y demás necesitados de cualquier clase que sea en este
tiempo más generosa, a fin de que sean más numerosos los que eleven hacia Dios su acción de
gracias, y con nuestros ayunos remediemos el hambre de los indigentes. El acto de piedad más
agradable a Dios es precisamente este dispendio a favor de los pobres, ya que en esta solicitud
misericordiosa reconoce él la imagen de su propia bondad” (Sermón 10,3-5, Sobre la Cuaresma).
“No puede dudarse de que los pobres consiguen con más facilidad que los ricos el don de la
humildad, ya que los pobres en su indigencia se familiarizan fácilmente con la mansedumbre y, en
cambio, los ricos se habitúan fácilmente a la soberbia. Sin embargo, no faltan tampoco ricos
adornados de esta humildad y que de tal modo usan de sus riquezas que no se ensoberbecen con
ellas, sino que se sirven más bien de ellas para obras de caridad, considerando que su mejor
ganancia es emplear los bienes que poseen en aliviar la miseria de sus prójimos” (Id., Sermón
95,2ss, Sobre las bienaventuranzas).
10. Agustín de Hipona
“Si dieses lo que es tuyo sería generosidad; como das lo que es de él [de Jesús presente en el pobre]
es una simple restitución” (PL 39, 1353).
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