Constitución y democracia

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TEMA 1: CONCEPTO ORIGINARIO DE LA CONSTITUCIÃ N
TEMA 2: LA CONSTITUCIÃ N COMO FORMA JURÃ DICA
TEMA 3: CONSTITUCIÃ N Y DEMOCRACIA
La Revolución Americana y la Revolución Francesa suponen el nacimiento de la realidad constitucional. Se
suele tender a considerar que siempre ha existido la constitución (ej. Hititas) Pero esto puede llevarnos a
confusión. Una Constitución no es el origen del poder polÃ−tico (que siempre ha existido), el derecho
constitucional es la pretensión histórica de sumisión del poder al derecho, es decir, la limitación del
poder.
Tema 1 - CONCEPTO ORIGINARIO DE CONSTITUCIÃ N:
Es un concepto de raÃ−z liberal que surge de la mano de la Ilustración y de las teorÃ−as contractualistas que
descansan en dos pilares.
Este es un concepto racionalista (Hobbes, Rousseau, Locke…) Un Contrato Social no explica los orÃ−genes
del Estado, sino que justifica los orÃ−genes de esto, justifica el Estado y su legitimación.
Los dos pilares de los que hablamos son:
• Idea de autodeterminación comunitaria: implica que la nación entendida como ciudadanos
iguales y libres se autodetermina polÃ−ticamente erigiéndose en poder constituyente y formando el
Estado mediante una norma jurÃ−dica (la Constitución) que de legitimidad a la existencia y acción
de los poderes públicos.
El origen popular de la Constitución es la expresión de la autodeterminación comunitaria.
El pueblo se erige en origen constituyente y forma el Estado: esto implica que el poder que se creó con la
Constitución es, por hipótesis, un poder vicario (que no es propio), cuyo fundamento de la intimidad se
encuentra dentro de sÃ− mismo. Esto es esencial en el esquema lógico del nacimiento de los Estados. Lo
analogamos con los clásicos: ej, constitución de EE.UU.
• Idea de la Limitación del Poder: toda la intencionalidad de la fundación del Estado y de la
aprobación de la Constitución se encuentra en el intento de garantizar la libertad de los gobernados,
lo que implica el alumbramiento de un poder limitado de los gobernantes, que hacen cosas que no les
son propias porque las fuentes de legitimidad del Estado se encuentran fuera de sÃ− mismo y el
soberano no está en el Estado, sino en la sociedad.
Este poder está sometido a una triple limitación:
• Temporal: parte de la idea de que los gobernantes (delegados para ejercer un poder ajeno) deben ser
seleccionados por el pueblo y deben responder periódicamente mediante procesos electorales libres.
• Material: es la limitación sustantiva (las otras dos son instrumentales) Es la verdadera finalidad de la
Constitución e implica el reconocimiento de la garantÃ−a y la tutela de la libertad y la igualdad de los
ciudadanos mediante su concreción polÃ−tica los derechos ciudadanos.????
• Funcional: Se refiere a la doctrina de la división de poderes, debida a los planteamientos de Montesquieu.
Hace alusión a que sólo el poder puede controlar y detener al poder. La única forma de preservar la
libertad es dividir ese poder atribuyendo las competencias que constituyen las diversas funciones del Estado
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a órganos o complejos relativamente independientes.
Montesquieu es un liberal que se preocupa por respetar las libertades de los ciudadanos, lo que no implica que
esté a favor de la intervención del pueblo en los asuntos polÃ−ticos. Al Estado le corresponde la función
legislativa, ejecutiva y judicial pero ejecutada mediante órganos independientes. No le molesta en ningún
caso la monarquÃ−a.
En términos jurÃ−dicos la genialidad de la obra de Montesquieu radica en poner de relieve la imposibilidad
en el Estado del control vertical del poder que implicarÃ−a su traslación hacia el infinito y, por tanto, la
necesidad de sustituirlo por controles horizontales de suerte que los diversos órganos se constriñan
recÃ−procamente al cumplimiento del derecho.
Se dan 3 momentos:
• Axiológico: toda norma quiere proteger un valor.
• Lógico: norma jurÃ−dica, la protección de ese valor se convierte en norma.
• Sociológico: la eficacia social de la norma.
Tema 2 - LA CONSTITUCIÃ N COMO NORMA JURÃ DICA:
Una Constitución es muchas cosas: documento polÃ−tico, histórico, sociológico, norma jurÃ−dica…. Lo
que a nosotros nos interesa es la Constitución cuando es una buena norma jurÃ−dica y actúa eficazmente.
Es una verdadera norma jurÃ−dica cuando cuenta con todas las caracterÃ−sticas de la juridicidad, que son:
eficacia garantizada y aplicabilidad directa e inmediata. La Constitución no es una ley sino un palco??? para
el ejercicio del poder. Es el legislador el que decide, respetando lo que establece la Constitución. La
Constitución da cauces jurÃ−dicos, da una cláusula abierta para hacer efectivo el principio de igualdad.
Desde nuestro punto de vista, es una norma jurÃ−dica que adquiere la eficacia directa. El ejercicio del poder
se desvela de acuerdo con la Constitución. Es una norma exigible inmediatamente. Cuando se promulga, los
miembros del Tribunal Supremo (bastante reaccionario) dijeron que los derechos constitucionales no eran
exigibles si no eran regulados por el ejercicio del legislador. Hasta entonces, hasta que el legislador no
regulaba cada norma de la Constitución, éstas no entraban en vigor. Pero el gobierno que salió de las
urnas decidió que esos derechos debÃ−an ser inmediatamente exigibles, aunque luego el legislador los
desarrollara.
Con Franco las Leyes Fundamentales hacÃ−an las veces de Constitución. Pero no era lo mismo, porque no
se podÃ−a limitar el poder del legislador (Franco) Estas leyes sólo eran aplicables desde que él las
aplicaba. De entre estas leyes podemos destacar el Fuero a los españoles (1945) que reconoce unos
“derechos fundamentales” bastante más razonables que el resto e inspirados por la democracia cristiana.
Pero sólo fueron unos derechos con fines propagandÃ−sticos del régimen, para abrirse hacia la
democracia liberal tras la caÃ−da de HÃ−tler.
Las caracterÃ−sticas de una Constitución, sin las que ésta no puede existir, son las siguientes:
• SupremacÃ−a y fundamentalidad.
La Constitución no es una norma jurÃ−dica más. Es la norma suprema del ordenamiento, que además
sirve de fundamento a todas las demás normas y a todos los actos de los poderes públicos.
Esto significa que todos los actos del poder traen causa de validez de su adecuación a la actuación
competencial, al procedimiento y a los lÃ−mites que la Constitución establece.
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Es decir, la Constitución es la expresión de la voluntad del Pueblo, y las normas jurÃ−dicas son la
expresión de la voluntad del Estado. Por ello, estas normas deben estar supeditadas a lo que marca la
Constitución. Como también lo deben estar las leyes (Parlamento), los decretos (gobierno)... y asÃ− hasta
llegar a los bandos municipales.
Todos los actos públicos son válidos sólo si respetan los lÃ−mites que impone la Constitución, si han
sido aprobados por el órgano que la Constitución maraca (Ej: Un gobierno no puede aprobar una ley ni un
alcalde aprobar un decreto) y si se han aprobado de acuerdo con los medios que la Constitución establece
(Ej: Plebiscito, referendo...)
• Supralegalidad.
De manera muy singular, la Constitución está supraordenada a la ley. La ley es la norma superior, a salvo
la Constitución a través de la cuál se manifiesta la voluntad ordinaria del pueblo. Pero la ley es cuestión
de mayorÃ−as cambiantes, es la expresión de la regla de la mayorÃ−a. Por el contrario, la Constitución es
cuestión de todos, porque fija las reglas del juego democrático para la conquista y el ejercicio del poder.
Por ello, la ley ha de actuar siempre en el marco de la Constitución. Si la conculca, será invalida y deberá
ser expulsada del ordenamiento jurÃ−dico.
Si sólo existieran leyes el poder de la mayorÃ−a volverÃ−a a ser ilimitado (como pasaba con el poder de la
minorÃ−a de Franco) La relación entre la Constitución y las leyes arranca de la subordinación de la ley a
la Constitución. Pero no por eso es algo inmovilista. La Constitución sólo indica el marco dónde deben
moverse las leyes, no impide a las leyes adaptarse a su época y avanzar.
• Rigidez.
Es el mecanismo para hacer operativa la superioridad de la Constitución sobre la ley. Implica la distinción
formal entre el órgano a quien se le atribuye la competencia para elaborar la ley y el órgano a quien se le
atribuye la de reformar la Constitución. Se trata de hacer una distinción formal entre el poder constituyente
y el poder legislativo que es, por hipótesis, un poder constituido.
Toda Constitución nace con vocación de perdurabilidad. Pero al estar inserta en la historia hay que
reformarla continuamente, aunque es complicado porque es necesario un consenso.
AsÃ− pues, hay un poder constituyente originario (el que redactó la Constitución) y un poder constituyente
constituido (quien reforma la Constitución) Si esto tuviera que hacerlo el legislador (el que hace las leyes) ya
no existirÃ−a la subordinación necesaria. Por eso están separadas: las leyes las hace el Parlamento (por
mayorÃ−a simple) y la reforma de la Constitución la hace el poder constituyente constituido, que necesita
consenso, por lo que es complicado. Hay dos poderes constituyentes constituidos:
♦ Cuando se reforman las partes menos importantes polÃ−ticamente (según los que la
redactaron) de la Constitución hace falta el acuerdo de 3/5 Congreso + 3/5 Senado +
referéndum si lo solicita un 20% del Congreso o del Senado.
♦ Cuando se reforman las partes más importantes polÃ−ticamente (según los que la
redactaron) de la Constitución hace falta el acuerdo de 2/3 Congreso + 2/3 Senado +
Disolución Cámaras + Elecciones generales + Nuevas Cámaras +2/3 Congreso + 2/3
Senado + Referéndum obligatorio. Estas partes más importantes son:
◊ El Bloque Constitucional.
◊ El tÃ−tulo preliminar con los grandes principios democráticos.
◊ El CapÃ−tulo II, TÃ−tulo I sobre los derechos fundamentales.
◊ El TÃ−tulo II, sobre la Corona.
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La rigidez responde a dos razones:
♦ Garantizar la estabilidad del texto constitucional, impidiendo que puedan disponer de él
mayorÃ−as circunstanciales.
♦ Servir a la dimensión de consenso que todo texto constitucional reclama.
Aunque la unanimidad es muy difÃ−cil, las mayorÃ−as dan durabilidad y estabilidad a la Constitución, la
hacen más legÃ−tima. La Constitución es una cosa de todos, no de una mayorÃ−a.
• Controlabilidad. De poco servirÃ−a establecer la soberanÃ−a de la Constitución sobre la ley si no se
establecen mecanismos de control que hagan posible la invalidación y la consiguiente expulsión del
ordenamiento jurÃ−dico de todos los actos inconstitucionales, singularmente de las leyes. Es una función
de naturaleza jurisdiccional que se puede atribuir a los Tribunales Ordinarios (caso de EE.UU.) o al
Tribunal Especial, el Constitucional (Europa continental generalmente).
La Constitución es superior a toda las normas, incluidas las leyes (elegidas por polÃ−ticos, elegidas `por
ciudadanos). Pero debe estar en los lÃ−mites de la Constitución (mediante consenso). Si el legislador hace
leyes inconstitucionales modifica la Constitución y usurpa el poder de reforma que no tiene. Para controlar al
legislador se declara nula la ley que no respete la Constitución. Es una competencia jurisdiccional (ver si la
ley se acomoda o no a la Constitución) y esto es función de los Tribunales.
Es sistema de control de constitucionalidad de las leyes está en la lógica de la idea de Constitución
normativa, asÃ− lo tuvieron claro tanto los constituyentes de EE.UU. como los de Francia. Pero los
americanos lo omitieron en el texto constitucional y la institución surge de la propia jurisprudencia del
Tribunal Supremo. Los franceses lo omitieron conscientemente. Y en toda Europa la institución sólo
aparecerá a partir de la I Guerra Mundial (Alemania y España) y sólo se generalizará a partir de la II
Guerra Mundial. Las razones de esta omisión son múltiples pero destacan dos: la desconfianza hacia los
jueces y la pervivencia en Europa del principio monárquico.
Si nadie controla al legislador, la mayorÃ−a se apropia de la Constitución. Esto los constituyentes lo
sabÃ−an y, sabÃ−an que tenÃ−an que dar a una institución el poder de anular leyes inconstitucionales. En
El Federalista (EE.UU.) ya se ve que la ley tiene que ser controlada por algo. Pero en la Constitución se
omite. La Constitución atribuye al Tribunal Supremo el poder de resolver problemas de derecho, y en un
problema entre ley y Constitución (que sean contrarios), siempre prevalecerá la Constitución y esto lo
decide el Tribunal (cualquier tribunal). Pero los jueces no pueden anular leyes, sólo pueden no aplicarlas; las
anula el Parlamento. Pero EE.UU. tiene un sistema de gobierno más peculiar: hay penas federales y penas
estatales, y se puede aplicar una ley en unos Estados y en otros no. El Tribunal Supremo puede negar una ley
por ser inconstitucional, pero no puede anularla: las leyes siguen ahÃ−, aunque el Tribunal Supremo no la
aplique. Hasta que cambian los gobiernos.
En Europa, también los constituyentes franceses quieren evitar darle el poder a los jueces, pero tampoco se
puede atribuir la competencia de controlar la Constitución a un partido polÃ−tico. ¿A qué órgano que
genere confianza a todos se le puede dar esa responsabilidad? Esto hace que durante más tiempo la
Constitución no sea la norma suprema, sino que lo son las leyes. Sólo con el fin del principio monárquico
y el triunfo de la democracia, surge la institución del control de la Constitución (Constitución de Weimar
y Constitución de 1931 en España), Pero pervive la desconfianza hacia los jueces ordinarios y hacia el
Tribunal Supremo, se crea un Tribunal Especial: el Tribunal Constitucional. ¿Qué jueces pueden ser los
que tengan la competencia de aceptar leyes o no? No se le puede dar a cualquiera. Pero los jueces españoles
están sujetos al imperio de la ley: pueden revisar actos polÃ−ticos, pero no los actos del Parlamento, están
sujetos a él.
Tema 3. CONSTITUCIÃ N Y DEMOCRACIA:
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Prácticamente todos los paÃ−ses han tenido Constitución, independientemente del momento y del
régimen. Sin embargo, no es lo mismo unas que otras (libertades, democráticas, autocráticas,
autoritarias…). ¿Pero tiene algún fundamento hablar de Constituciones que no sean democráticas? No,
porque no hay más democracia que la constitucional. No hay Democracia son Constitución.
Tal afirmación requiere una reflexión cientÃ−fica. Lo primero que hay que hacer es ponerse de acuerdo
sobre lo qué es Democracia? Hay que conseguir un concepto unÃ−voco y pacÃ−fico. Diremos que es el
sistema de gobierno en el que el poder lo ejerce el pueblo, ya sea de forma directa, o bien a través de
representantes. Esto plantea una dificultad: el pueblo carece de existencia sociológica y jurÃ−dica, no hay
una voluntad del pueblo. El pueblo es una entidad metafÃ−sica, un ente de razón, lo que existe es el
número de individuos, cada uno con una opinión divergente a la de los demás. Son personas con
situaciones sociales, culturales y económicas diferentes. Nadie está de acuerdo con nadie en todo.
Desde esta premisa de lo que se trata no es de trasladar una voluntad polÃ−tica preexistente sino de crear una
voluntad polÃ−tica, lo cuál sólo puede hacerse mediante la reducción de complejidad. No existe una
opinión polÃ−tica preexistente sino opiniones individuales irreconciliables. Pero hay que crear una opinión
polÃ−tica operativa desde el querer de los ciudadanos para que sea unitario y coherente.
Hay dos mecanismos básicos para reducir la complejidad:
♦ La Regla de la MayorÃ−a: se da en la Democracia Directa.
♦ La Elección de los Gobernantes: conduce a la Democracia Representativa.
En la Democracia Directa la regla de la mayorÃ−a se convierte en principio legitimador del sistema, en el
fundamento ético y polÃ−tico. Por el contrario, en la Democracia Representativa la regla de la mayorÃ−a,
regla que no principio, es el último mecanismo de reducción de la complejidad (parlamento). Previamente
hay un largo proceso para reducir la complejidad (mcm libres que crean opinión polÃ−tica, derecho de
asociación y partidos polÃ−ticos, proceso electoral y, por último, la regla de la mayorÃ−a).
Si elevamos a principio la regla de la mayorÃ−a, el contenido de las decisiones es irrelevante. Es el mero
hecho de ser más lo que dota a la regla de legitimidad. Ni siquiera es importante el procedimiento de la toma
de decisión porque la mayorÃ−a puede disponer de él. Naturalmente tal pretensión no es no ética ni
moralmente admisible, estamos hablando de una dictadura, de la dictadura de los más.
La Democracia Directa no es un improbable técnico, sino un imposible lógico. No obstante, la
Democracia Directa sólo fue posible en sociedades muy primitivas, escasas y poco complejas en relaciones
sociales. Pero en sociedades como la nuestra es técnicamente inviable porque son sociedades más
complicadas.
La Regla de la MayorÃ−a tiene que tener lÃ−mites. Por eso, si entendemos que el fundamento de la
legitimidad democrática se encuentra no en la decisión de los más sino en la libertad y participación de
todos; si se sostiene que lo que dota de legitimidad a la decisión de los más es que la voluntad se haya
firmado a partir de la libertad de todos, automáticamente el fundamento de la democracia pasa a ser el
sistema de derechos y libertades que permiten la participación polÃ−tica.
La decisión de los más no es mejor ni más verdadera por ser la de la mayorÃ−a, es una dictadura igual
porque es ilimitada, arbitraria… porque su único lÃ−mite es lo que toma los más, independientemente de
lo que implique. En la Democracia Representativa no se respetan las decisiones sólo porque sea de los más,
sino porque todos han participado en la decisión.
No hay democracia sin el aseguramiento jurÃ−dico de los derechos fundamentales que constituyen el núcleo
duro de las reglas del juego y que son indisponibles para la minorÃ−a como para la mayorÃ−a.
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Lo que hemos afirmado, en definitiva, es que el poder en una democracia es necesariamente limitado, un
poder sometido a derecho, limitado por los derechos fundamentales que garantizan la libertad de todos, pero si
se le atribuye el poder al soberano que es por hipótesis un poder omnÃ−modo (absoluto) no hay posibilidad
alguna de garantizar su limitación.
Para concebir un poder limitado es necesario que la titularidad de la soberanÃ−a sea ajena a quien ejerce el
poder. Que el fundamento de legitimidad de los poderes se encuentre fuera de sÃ− mismo. En definitiva, es
necesaria la diferenciación entre el titular del poder y el gobernante que lo ejerce.
Si la legitimidad está dentro del sistema no hay lÃ−mites. El sujeto colectivo de la Democracia Directa es el
titular del poder y quien lo ejerce. Otra cosa es que luego sean capaces de autolimitarse. En la Democracia
Representativa el titular es el pueblo y quien lo ejerce es el gobierno. Por ello no hay más democracia que la
representativa. El poder del pueblo es ilimitado pero ha ser dirigido por unos representantes para que no se
caiga en la Regla de la MayorÃ−a.
El derecho es una necesidad lógica: se trata de una limitación de la conducta, limita la esfera de derecho y
deber, es limitativa y atributiva.
• La limitación, para ser jurÃ−dica, ha de estar asegurada y, por tanto, controlada.
• No hay más limitación ni más control que el externo. La idea de autolimitación de la conducta
es posible en un universo moral pero es absurda en el universo jurÃ−dico.
• Esto es asÃ− porque el objeto ontológico del derecho no es ni la virtud ni la justicia sino la certeza,
la seguridad. Porque el jurÃ−dico es un ordenamiento heterónomo que regula las relaciones de
alteridad.
La heteronomÃ−a: La existencia humana está regulada por el derecho moral, la estética, la economÃ−a...
De estas normas que regulan la vida ninguna se considera autónoma. Eso quiere decir que sólo valen en la
medid en que son aceptadas por el destinatario de la normal, porque el objeto es la satisfacción del sujeto.
Son heterónomos aquellos cuyas normas valen desde la externalidad de forma imperativa común en contra
de la voluntad del destinatario y ello porque su objeto es la garantÃ−a de la situación del otro, de seguridad.
Por ello hablamos de alteridad.
En consecuencia, la limitación que comporta el derecho constitucional como toda limitación jurÃ−dica ha
de ser una limitación externa al destinatario de la norma y un control también externo y resulta que el
destinatario de las normas constitucionales es el estado, el poder polÃ−tico y fuera del estado lo único que
existe es la sociedad, el pueblo.
Sólo se puede limitar al control del estado desde fuera. La fuente de la limitación no puede estar en el
propio estado; sólo atribuyéndole al pueblo la soberanÃ−a y, por tanto, el poder constituyente, se puede
pensar en un estado de derecho configurado constitucionalmente y sólo asegurando la libertad del
gobernador y su participación en el proceso polÃ−tico cabe pensar en la eficacia de la limitación jurÃ−dica
de los gobernantes. El control de los gobernantes descansa en la libertad de los gobernados.
Concepto y contenido de Constitución.
Es una norma jurÃ−dica que establece una organización del poder y asegura los derechos fundamentales
históricamente percibidos como necesarios para establecer una sociedad polÃ−ticamente abierta, la
selección de los gobernantes por los gobernados y la reversibilidad del poder.
En última instancia, todo contenido constitucional se agota en dos decisiones:
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• La decisión sobre las formas del estado. Son los diversos modos de poner en relación dialéctica
los tres elementos estructurales del estado: poder, territorio y pueblo. Requiere una matización esta
concepción clásica: existe otro concepto de estado: es como un todo, un pueblo que se organiza
polÃ−ticamente como estado. En lenguaje cotidiano identificamos estado con poder. De la puesta en
relación del elemento poder con el elemento territorio surgen las formas de estado en atención a la
descentralización polÃ−tica:
♦ Estado unitario.
♦ Estado polÃ−ticamente descentralizado.
♦ Estado feudal.
♦ Estado de las autonomÃ−as.
De la puesta en relación del poder con el pueblo, surgen las formas de estado en atención al sistema de
legitimación del poder y en atención a los fines y lÃ−mites del poder:
♦ Estado democrático.
♦ Estado autocrático.
En atención a los lÃ−mites y a los fines, hablamos de:
♦ Estado de derecho.
♦ Estado liberal.
♦ Estado social.
♦ Estado totalitario.
• La decisión sobre la forma de gobierno. Son las diversas formas de distribuir las competencias que
constituyen el contenido del poder del estado entre los diversos órganos llamados a formar y
manifestar su voluntad y los diversos modos de interrelación de estos órganos entre sÃ−.
De la relación dialéctica entre Constitución y Democracia se deducen 3 grandes principios de
funcionamiento del Estado:
• Principio de Libertad PolÃ−tica de Configuración de la Legislación:
La ley no es un acto de ejecución, es un acto polÃ−tico y, por tanto libre, expresión de la voluntad
polÃ−tica de la mayorÃ−a. La Constitución la limita pero ni la dirige ni la determina. Una Constitución no
es un programa que contenga en el embrión un modelo de sociedad. Esto serÃ−a radicalmente incompatible
con el principio democrático y con el valor pluralismo que aquel comporta. Una Constitución es un marco
jurÃ−dico de apertura de posibilidades que contiene normas limitativas, indicaciones positivas, pero nunca un
programa de acción polÃ−tica.
• Principio de Presunción de Validez de la Ley:
Implica que las leyes se presumen válidas y, por tanto, adquieren vigencia desde el mismo momento de su
promulgación, de modo que, la interposición de un recurso de inconstitucionalidad contra ellas no debe
perder su vigencia ni sus efectos. Una eventual invalidez sólo se producirá mediante sentencia del Tribunal
Constitucional. Este principio supone hacer prevalecer la voluntad de la mayorÃ−a contra la de la minorÃ−a.
• Principio de Conservación de la Ley:
Se deriva de esa especial relación entre Constitución y ley. El Tribunal Constitucional sólo debe declarar
inconstitucional una ley cuando no pueda encontrar una interpretación que la salve, cuando haya una clara y
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frontal agresión a la Constitución. Hay muchas sentencias denominadas inconstitucionales, por lo que hay
que acercarse con respeto democrático a la ley.
Tema 4: ORGANIZACIÃ N DEL ESTADO.
• Las formas de gobierno.
• Presidencialismo.
• Parlamentarismo.
1.2.a) Parlamentarismo monista clásico.
1.2.b) Origen histórico de forma de gobierno parlamentario.
1.2.c) Estructura de partidos y el funcionamiento real del régimen parlamentario.
1.2.d) Crisis y racionalización del parlamentarismo.
1.1 Presidencialismo: implica una estricta división de poderes, una aplicación rÃ−gida de la doctrina de
Montesquieu dividiendo las tres funciones del Estado (ejecutiva, legislativa y judicial) a tres poderes
compuestos por tres órganos o complejos orgánicos independientes entre sÃ−. Esta independencia posee
dos dimensiones:
• Independencia Orgánica: implica que la designación de los miembros del órgano, es decir, su
legitimación polÃ−tica, se realiza sin intervención alguna del resto de poderes del Estado.
• Independencia de Ejercicio o Funcional: implica que la vida polÃ−tica del órgano es independiente
del resto de los poderes del Estado.
Vamos a operar con el modelo de Estados Unidos, cuna del presidencialismo. A finales del siglo XVIII, la
teorÃ−a y realidad polÃ−tica británica servirÃ−a de modelo a EE.UU.
El poder ejecutivo (función de gobernar y de administrar) es atribuido en Estados Unidos a un órgano
unipersonal: el presidente. En Estados Unidos no existe la idea de gobierno tÃ−pica del parlamentarismo
como órgano colegiado y solidariamente responsable. Todo el poder se concentra en la presidencia y sus
colaboradores, incluido el vicepresidente, actúan por delegación.
Un gobierno no es sólo ejecutor de las leyes, sino que también es impulsor y administrador del paÃ−s.
En un Parlamento, el gobierno es un grupo. El presidente puede nombrar y destituir a los ministros (ese es su
poder) pero no puede tomar decisiones en el ámbito de cada ministerio. Pero el cesar a un ministro no es
siempre tan fácil. Por eso no hay que sobrevalorar el poder del presidente.
Pero en Estados Unidos esto no existe. Aunque el presidente tiene sus secretarios (ministros) todos actúan
por delegación. El vicepresidente, por serlo, es presidente del Senado, pero sólo tiene las competencias que
el presidente quiera delegarle.
El presidente goza de independencia de origen porque es elegido por sufragio universal para un mandato de 4
años renovable por otros 4. Las elecciones en Estados Unidos tienen dos fases:
• Designación de candidatos por los diversos partidos (Tienen que haber nacido en Estados Unidos y
tener más de 30 años) Los partidos más importantes son el Republicano y el Demócrata, que
eligen sus candidatos por primarias en cada estado. Las primarias pueden ser:
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• Abiertas: Puede participar cualquiera, aunque no sea militante del partido.
• Cerradas: Sólo pueden participar los militantes del partido. Son las más habituales.
• De los notables del partido.
• Elección popular indirecta. El pueblo elige a un colegio de compromisarios que luego eligen al
presidente. Cada estado elige un número de compromisarios determinado, en función del número
de habitantes que tenga
El sistema electoral es de mayorÃ−a simple: el partido que más votos tenga en cada estado se lleva todos los
compromisarios de ese estado. Esto hace posible que se puedan ganar unas elecciones con menos votos que
nuestro contrincante. Por ejemplo, podemos tener un 51% de los votos de los estados del norte (son los más
poblados y, por tanto, los que más compromisarios eligen por estado) frente a un 49% del rival; y tener 0%
de votos en el sur frente a un 100% del otro partido. Y, aún asÃ−, sacar más compromisarios por haber
ganado en los estados más poblados, aunque sea por una pequeña diferencia.
Históricamente, los compromisarios pueden elegir libremente al candidato que quieran. Pero se establece la
costumbre de que el compromisario es portavoz del partido en el que aparece. Luego, se desarrolla la tercera
votación: la suya para elegir al presidente.
El presidente disfruta también de la independencia de ejercicio porque no puede ser cesado por razones
polÃ−ticas en el transcurso de su mandato. Pero sÃ− por razones jurÃ−dicas (Ej: Caso Watergate con Nixon)
En un Parlamento, sin embargo, los ministros pueden aprobar una moción de censura contra el presidente y
hacerle dimitir.
La potestad legislativa y presupuestaria se atribuye a un parlamento bicameral (Congreso de Estados Unidos)
que disfruta de independencia de origen y función. Sus dos cámaras, Senado y Cámara de representantes,
son elegidas por sufragio universal directo (senadores por 6 años y representantes por 2) Este bicameralismo
responde a la estructura fundamental del estado. El Senado representa a los estados miembros con igualdad de
trato (todos los estados tienen 2 senadores independientemente de su extensión y población) El Senado
representa los territorios, no las personas, porque esta es la base del federalismo norteamericano: que todos los
estados deben pesar lo mismo.
Sin embargo, la Cámara de Representantes representa al pueblo como totalidad y está compuesto en
proporción al número de habitantes de cada distrito.
Las cámaras gozan de independencia funcional porque no pueden ser disueltas por el presidente. Es decir, su
subsistencia también es independiente del ejecutivo.
El Poder Judicial se atribuye a un complejo orgánico cuya cúspide es el Tribunal Supremo. Tomo tema
constitucional es competencia federal y se discute en el Tribunal Supremo. Está compuesto por 9 miembros
designados por el presidente de EE.UU., con el consentimiento del Senado (elegido democráticamente por el
pueblo) Es decir, carece de independencia de origen, pero tiene independencia funcional porque el cargo es
vitalicio. Se trata de proyectar el querer del pueblo a la hora de seleccionar a los jueces, y para garantizar la
individualidad de los jueces el cargo se hace vitalicio.
1.2. Parlamentarismo:
Este sistema de rÃ−gida división de poderes tiene una ventaja, que es que garantiza de forma intensa el
control del poder, pero no asÃ− la coordinación entre los poderes del Estado. En caso de conflicto entre ellos
la Constitución no proporciona mecanismos jurÃ−dicos para resolverlos.
Montesquieu fue consciente de este problema y matizó su estricta división de poderes introduciendo
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algunos mecanismos de interrelación y coordinación. Montesquieu distinguÃ−a dos competencias:
• La facultad de decidir
• La facultad de oponerse
La facultad de decidir debe corresponder exclusivamente a cada uno de los poderes. Pero habÃ−a que dotar a
éstos de alguna capacidad de oponerse a las decisiones de los otros para lograr una cierta colaboración. El
sistema Parlamentario manifiesta algunos problemas técnicos, aunque ha resultado ser un sistema con
mucho éxito en EE.UU. Los Constituyentes americanos también siguieron en esto a Montesquieu y
atemperaron esa rigidez de división de poderes introduciendo algunos mecanismos de interrelación entre
poderes.
El Presidente dispone de veto frente a las leyes del Congreso. Este es el ejemplo más claro de facultad de
impedir. En lo que se refiere al poder ejecutivo también se le dan algunas competencias ejecutivas,
singularmente al Senado. En primer lugar la aprobación de la polÃ−tica internacional y, en segundo lugar, su
consentimiento para los nombramientos presidenciales de todos los altos cargos del Estado, incluidos los
jueces.
No se puede minimizar la importancia de estos mecanismos de colaboración, pero todos ellos tienen un
alcance meramente negativo, pueden oponerse a la opinión de otros pero no puede suscitar una conducta
positiva de colaboración. Se ha demostrado que estos mecanismo son ineficaces.
Cuando en EE.UU. se produjeron conflictos de poderes cuya solución exigÃ−a la convergencia de
voluntades la salida la encontraron siempre en causas polÃ−ticas extraconstitucionales, pero nunca
inconstitucionales.
1.2.b. Parlamentarismo monista clásico.
Nace antes que el presidencialismo. Es una forma tÃ−picamente europea (origen británico) Casi todos los
paÃ−ses europeos (excepto Rusia) usan el parlamentarismo. A veces son monárquicos (España,
Bélgica, Luxemburgo, Holanda...) y otras veces son republicanos (Italia, Alemania, Austria, Finlandia,
Grecia...) Francia es un caso aparte.
Tomaremos el modelo monista del parlamentarismo, prescindiendo de las pequeñas diferencias entre
paÃ−ses. Porque el rey o el presidente de la República hacen más o menos lo mismo. Porque lo
demócrata no tiene nada que ver con lo republicano o con lo monárquico.
El Parlamentarismo es un sistema flexible de colaboración entre poderes: la jefatura del estado y la
responsabilidad del gobierno ante el Parlamento:
• Jefatura del estado. Se concibe como una magistratura de integración dotada de autoritas pero no de
potestas, que ejerce básicamente una función moderadora del funcionamiento de los poderes
públicos y que simboliza:
• La unidad: La autoritas es algo diferente de la potestas. El poder es la capacidad de imponer una
decisión, incluso mediante la violencia legitimada por la Constitución. Otra cosa es la autoridad,
que es poder suscitar obediencia al margen de la violencia. No se puede imponer, es la autoridad que
los otros te reconocen.
Por eso el jefe del estado no es un poder del estado; no ejerce competencias y no puede imponerlas. Por eso la
monarquÃ−a es compatible con la democracia. Cumple la función que se le impone y tiene la autoritas que
se gana.
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La garantÃ−a de la unidad del estado pretende una magistratura integradora, que no divida por razones
ideológicas, sin sesgos partidistas. El rey o el presidente simbolizan el paÃ−s, por eso no pueden ser
partidistas. Esta posición del jefe de estado se consigue por hipótesis en las monarquÃ−as y en la
República se trata de conseguir mediante varias medidas:
♦ Que no sea directamente elegido por el pueblo, porque toda elección divide, y una jefatura
de estado no necesita legitimación popular, sino reconocimiento.
♦ En su lugar, suele ser elegido por los parlamentos, normalmente con exigencias de fuerte
consenso, con mayorÃ−as muy reforzadas. Si eligiera el pueblo se le darÃ−a mucho poder
pero no autoridad, que es lo que se le exige en realidad.
Si no se le elige popularmente no hay elección polÃ−tica y no es un jefe del gobierno partidista, que tenga
que apoyar a los que le votaron. AsÃ− apoya a todos los ciudadanos, los representa a todos. No hace
polÃ−tica.
• La continuidad del estado: Esta idea pretende un foco de estabilidad frente a os continuos cambios,
crisis de gobierno... en suma, alternancia partidista.
La continuidad se consigue en las monarquÃ−as por hipótesis (herencia) y en las repúblicas
atribuyéndole al jefe de estado un mandato muy largo (7 años aproximadamente) Siete años serÃ−a
mucho tiempo para quién ostenta el poder sin tener que rendir cuentas al pueblo. Por eso lo normal son 4 o
5 años. Pero como el jefe de estado no tiene que responder ante el pueblo en las elecciones puede y debe
estar más años para dar unidad al paÃ−s.
Por hipótesis, el rey prescinde del principio monárquico, no se apoya en ningún partido monárquico para
tener poder, se aleja de las simpatÃ−as partidistas y es neutral. Y como el suyo es un cargo hereditario es
largo y da unidad.
¿Cuáles son las competencias de un rey y de un presidente de República (salvando algunas pequeñas
diferencias)? Son en teorÃ−a extraordinariamente extensas e importantes. Nos ceñiremos al caso español:
♦ Respecto al poder legislativo:
¬ El rey convoca las elecciones generales.
¬ El rey disuelve las cámaras.
¬ El rey sanciona y promulga las leyes.
♦ Respecto al poder ejecutivo:
¬ El rey nombra y cesa al presidente del gobierno y a los ministros.
¬ En su nombre se expiden los decretos del gobierno.
¬ Puede presidir los consejos de ministros.
¬ Convoca referéndums.
¬ Declara la guerra y acuerda la paz.
¬ Es el jefe de las fuerzas armadas.
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¬ ...
♦ Respecto al poder judicial:
¬ El rey nombra a los magistrados del Tribunal Constitucional y a su presidente.
¬ Nombra a los miembros del Consejo General del Poder Judicial y al presidente del Tribunal Supremo.
¬ La justicia se imparte en nombre del rey.
Esto podrÃ−a darle mucho poder. Para comprender el sentido de las competencias del jefe del estado hace
falta tener en cuenta dos instituciones de origen medieval: el principio de Irresponsabilidad y la institución
del refrendo. A un jefe de estado en general se le hace irresponsable jurÃ−dicamente de todos sus actos como
jefe de estado. De ellos responde el ministro o la persona que los refrenda, que los hace suyos.
La institución del refrendo supone la traslación, no sólo de la responsabilidad sino también de la
decisión al órgano que refrenda. De ese modo, la totalidad de los actos del rey como tal se configura o
como actos refrendados (decididos por otros) o como actos debidos (obligados) sin margen alguno de
discrecionalidad personal. El rey es irresponsable porque no puede decidir si hacer las cosas o no (Ej: Si se
aprueba una ley en el Parlamento, el rey tiene que vetarla o promulgarla aunque no la acepte personalmente.
Si hay algún problema luego con la ley él no tiene la responsabilidad porque tenÃ−a la obligación de
vetarla)
• Responsabilidad del gobierno ante el Parlamento. El sentido de esta compleja posición del Jefe de
Estado sólo se aplica desde la historia, pero cumple una función extraordinaria que es dotar al Jefe
de Estado de una magnÃ−fica plataforma para el ejercicio de autoritas, el sistema garantiza la
presencia del Jefe de Estado en la mayorÃ−a de las grandes decisiones polÃ−ticas. Hay una labor
muy importante de arbitraje para ejercer la influencia.
El principio de responsabilidad polÃ−tica del gobierno ante el parlamento significa que:
• En el régimen parlamentario la función ejecutiva se le atribuye a un órgano colegiado que decide y
responde solidariamente. En este órgano hay un `primero entre iguales' (primer ministro, presidente del
gobierno, canciller) que tiene las competencias de formar o modificar los gobiernos y de dirigir y coordinar
el órgano de colegiado; pero las competencias del Gobierno son del órgano colegiado.
• El gobierno es responsable ante el Parlamento existe aquÃ− una relación fiduciaria que implica que los
gobiernos no pueden subsistir, a veces ni siquiera pueden nacer, sin la confianza del Parlamento. Y que la
pérdida de esta confianza obliga a dimitir.
Las técnicas para manifestar la confianza o desconfianza son la votación de investidura allÃ− donde existe
(expresa la confianza inicial), y el voto de confianza a la moción de censura que expresa la confianza o
desconfianza durante toda la legislatura.
♦ Voto de confianza: institución de iniciativa gubernamental (favorece claramente al
gobierno) pues es él quien decide quien, cómo y cuándo se celebra, es decir, maneja el
calendario. Suele plantearse vinculándola a la aprobación de una ley o decisión polÃ−tica
que el gobierno estima esencial para su programa. Se plantea una especie de legÃ−timo
chantaje. El rechazo del voto de confianza obliga a la dimisión colectiva del gobierno. La
votación se rige por la regla de la mayorÃ−a simple.
♦ Moción de Censura: es un instrumento en manos del Parlamento y, por tanto, de la
oposición. Por las mismas razones del manejo del calendario, si se aprueba la moción de
censura surge la misma obligación de dimitir. AquÃ− en principio la regla de dimisión es
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la mayorÃ−a simple.
El sistema se cierra y se libra con la institución de la disolución de las cámaras. La competencia en las
monarquÃ−as corresponde siempre al gobierno. En las repúblicas, algunas veces corresponde al jefe de
estado. Con esta institución se comprueba que ninguno de los poderes goza de independencia, aunque sÃ−
de una cierta autonomÃ−a. El gobierno no tiene independencia ni orgánica (lo elige el Parlamento) ni
funcional (debe rendir cuentas ante él y puede ser disuelto) El Parlamento sÃ− la tiene orgánica (lo elige
el pueblo) pero no de ejercicio (puede ser disuelto por el rey, y no hace falta ningún motivo jurÃ−dico como
en Estados Unidos, sólo motivos polÃ−ticos)
Por último, el parlamentarismo se llama monista porque la legitimación democrática de todo el sistema
polÃ−tico descansa en un solo punto: las elecciones parlamentarias. Aunque el rey es quien disuelve el
gobierno la decisión la toma por referendo del gobierno. En algunos paÃ−ses (Alemania) esto lo hace el jefe
de gobierno cuando quiere, como parte de su función de arbitraje. Pero en nuestro sistema no. Hay otro tipo
de parlamentarismo, el dualista, pero no es nuestro caso.
1.2.c. Origen histórico del parlamentarismo.
La complicación del parlamentarismo sólo se puede entender por su origen histórico. El gobierno
parlamentario no es fruto de construcciones teóricas ni de la especulación racional. Es un resultado
histórico que se va decantando en una larga evolución, muchas veces a través de la costumbre. Es un
régimen empÃ−rico, fruto de la experiencia. Es la respuesta histórica que Inglaterra va dando a los
problemas que se le plantean en una lenta evolución hasta que el régimen se ha formado completamente.
El Parlamentarismo surge en Inglaterra en una evolución que parte de finales del siglo XVII hasta el fin de
las guerras civiles que conduce a la derrota de las pretensiones absolutistas, al triunfo del Parlamentarismo y
al establecimiento de unas monarquÃ−as limitadas, que es el punto de partida para el parlamentarismo
monista.
Inglaterra nunca conoció una verdadera monarquÃ−a absoluta, aunque el reinado de los Tudor tuviera esa
apariencia. Los Tudor tenÃ−an gran margen de decisión personal, por lo que casi nunca convocaban a los
Comunes. Pero eso no significa que tuvieran un poder absoluto: tenÃ−an una autoridad absoluta, que el
pueblo les dio porque gobernaban bien.
Los factores de poder que se necesitan para que haya una monarquÃ−a absoluta son:
• Cuerpo de funcionarios elegidos y al servicio del rey, que lleven el poder del rey a todo el paÃ−s.
• Ejército que defiende la legitimidad del poder del rey.
• Impuestos perpetuos para financiar estos dos cuerpos y que no tengan que ser votados por el
Parlamento.
En Inglaterra, la pronta caÃ−da del feudalismo hace que haya un cambio de las instituciones para adaptarlas a
la nueva época, pero no que se destruyan. Por tanto, los reyes deben pedir cuentas a los comunes para poner
impuestos. Su administración es muy descentralizada, y sus administradores no están al servicio de la
monarquÃ−a, sino del territorio.
Cuando muere MarÃ−a Tudor sube al trono su hijo Jacobo I, que pretende instalar una monarquÃ−a absoluta,
con un ejército permanente (que Inglaterra nunca habÃ−a tenido porque el ser una isla ya les servÃ−a
como defensa, además de su buena marina de guerra y mercante) y con un impuesto aprobado de forma
perpetua por el Parlamento. Esto genera grandes tensiones porque los Comunes no quieren darle ninguna de
las dos cosas.
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Su hijo Carlos I se enfrenta rotundamente ya al Parlamento y, ante la negativa sistemática de éste, se llega
a una guerra civil que pierde el rey.
Carlos II es más pragmático y formalmente católico, aunque agnóstico en la práctica. Y como no se
mete en polÃ−tica no tiene problemas con el parlamento.
Pero su hijo, Jacobo II, es también absolutista, y provoca otra guerra civil, con una nueva victoria del
parlamento. A partir de este momento, se establece la monarquÃ−a parlamentaria. AsÃ− pues, nunca hubo
una monarquÃ−a absoluta y la guerra civil no fue en contra de ésta, sino para preservar al paÃ−s de que se
pudiera instituir por primera vez.
La monarquÃ−a controlada que existe en este momento limitaba el poder ejecutivo, que reside en el rey pero
que es ejercido a través de un órgano (el Consejo Privado), del cual surgirá más tarde un órgano
restringido: el Gabinete, embrión del gobierno.
Estos funcionarios eran nombrados libremente por el rey. El fundamento de la legitimidad de éste aún se
encuentra en el principio monárquico (la contemplación historicista y providencialista aún es demasiado
fuerte como para ser derribada por la legitimación racional y democrática)
El rey nombra todo y los demás actúan por delegación del rey. Pero esta monarquÃ−a está ya limitada
por un parlamento al que se le reconoce ya definitivamente la potestad legislativa y presupuestaria. En este
parlamento está presente la doble legitimidad:
• Cámara de los Lores: Principio Monárquico. No es electiva, sino que la legitimidad es
aristocrática.
• Cámara de los Comunes: Elegida y legitimada por elecciones. Responde ya a la legitimidad racional
predemocrática.
La competencia legislativa es compartida por ambas cámaras; la presupuestaria es sólo de la cámara de
los Comunes.
A partir de aquÃ−, se ha creado una dualidad de poderes generadora de tensiones. El rey, para poder gobernar,
necesita dinero, y por ello inicia un proceso de aproximación a los Comunes (que eran quienes votaban los
presupuestos) Comienza a nombrar ministros entre los parlamentarios con peso polÃ−tico y liderazgo, para
que garanticen el apoyo de la cámara a la polÃ−tica real. AquÃ− empieza a nacer la institución del Banco
Azul. Es una evolución muy lenta. No puede haber dos centros de poder en continuo conflicto, por eso los
reyes se aproximan a los comunes.
Muere Ana Estuardo sin hijos y sube al trono Jorge I de Hannover (alemán), por ser el familiar más
cercano a la corona británica. Pero no se preocupa por su reino insular, y de hecho lo visita tres veces en 30
años. Pronto, el parlamento se distancia del rey y surge con mucha fuerza la figura del Primer Ministro, que
poco a poco comienza a dirigir la polÃ−tica del paÃ−s, contando sólo con la firma del rey para legitimar los
documentos. El Primer ministro es un ministro más, pero cuenta con un gran prestigio y en torno suyo se
forman los gobiernos.
Cuando Jorge II quiere volver a presidir el gabinete ya es imposible. La figura del Primer Ministro ya está
consolidada, es quien tiene el poder efectivo en Inglaterra.
La evolución ulterior va en el sentido de una creciente aproximación o coordinación entre el gobierno y
los comunes, y una progresiva independización del gobierno respecto del rey. En un momento determinado
de esta evolución surge por vÃ−a consuetudinaria (por la costumbre) la convicción jurÃ−dica de que el
gobierno necesita la confianza de los comunes y que la pérdida de esta confianza obliga a dicho gobierno a
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dimitir. Ha nacido el régimen parlamentario.
Pero este primer parlamentarismo aún no es monista, sino dualista. El gobierno necesita una doble
confianza: la del rey, que lo puede nombrar o cesar libremente, y la de los comunes, que pueden derribarlo.
No ha cambiado el dualismo de la monarquÃ−a limitada; sólo han cambiado los centros de poder. El
principio monárquico aún tiene fuerza y el rey actúa cuando quiere, aunque sabe a quién tiene que
llamar a formar gobierno: a quien quiere la mayorÃ−a de los comunes. Tiene un margen amplio de actuación
pero está limitado porque necesita la confianza del parlamento.
La evolución del dualismo, como todo dualismo que supone una inestabilidad crónica, debÃ−a resolverse
en un sistema monista. En la afirmación de un único fundamento de legitimidad, con el consiguiente
desplazamiento del otro.
La conciencia histórica anuncia el principio del principio democrático y el fin del principio monárquico,
de suerte que el dualismo va a resolverse en parlamentarismo monista clásico. Esta transición se realiza de
dos formas:
1.- AllÃ− donde la monarquÃ−a se pliega al principio democrático, el proceso será evolutivo mediante el
juego de las instituciones, de la responsabilidad y el refrendo, hasta el absoluto vaciamiento polÃ−tico de las
competencias reales.
2.- AllÃ− donde la monarquÃ−a se resiste a ceder sus prerrogativas históricas será sustituido por la
República.
En el continente europeo el régimen parlamentario inglés era un gran desconocido. Si se le conocÃ−a era
a través de Montesquieu, que era la mejor forma de ignorarlo. Por ello las primeras constituciones
continentales (la francesa revolucionaria y la española de Cádiz de 1812) no siguen un modelo
parlamentario, sino que de acuerdo con Montesquieu establecen un sistema de estricta división de poderes,
es decir, una especie de presidencialismo con monarquÃ−a.
El modelo inglés que redacta Montesquieu no es fiel a la situación real inglesa.
El parlamentarismo se recibe en el Continente europeo a partir de la década de los '30. Primero fue la
Constitución francesa de Luis Felipe de Orleáns de 1830. Después a través de la muy importante e
influyente Constitución belga de 1831. En España la de 1812 y de forma consolidada en la Constitución
de 1831. Desde entonces, todas las constituciones europeo-continentales, con la tÃ−pica excepción de Suiza,
establecerÃ−a formas de gobierno parlamentarias. Este parlamentarismo, que se recibe en el continente, está
todavÃ−a en la fase primaria de su evolución. Es un parlamentarismo dualista.
1.2.c. Estructura de partidos y funcionamiento real del parlamentarismo.
El parlamentarismo monista ha dependido en su funcionamiento real de una variable polÃ−tica de la
estructura de dos partidos, que subyace en la organización estatal.
• United Kingdom (UK) Sistema polÃ−tico británico. Es un sistema bipartidista, lo que significa que
las contiendas electorales se disputan entre dos grandes partidos, uno de los cuales gana las elecciones
y obtiene la mayorÃ−a absoluta de los escaños en la cámara de los lores.
Reduce al máximo la complejidad dando sólo la posibilidad de éxito a dos partidos. El sistema electoral
de Reino Unido es mayoritariamente simple, es decir, con una sola vuelta. Uno de los efectos de esto es que,
salvo fuerte concentración del voto, los partidos pequeñas no pueden acceder a la representación.
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Consecuencias:
♦ Los gobiernos británicos son homogéneos. El partido, el gabinete... son del mismo
partido, el que gana las elecciones. No hacen falta coaliciones.
♦ Se trata de gobiernos profundamente estables con una gran capacidad de gestión polÃ−tica.
Son estables porque no existe riesgo de pérdida de confianza en la cámara de los
comunes, en la que disfrutan de mayorÃ−a absoluta. En Reino Unido la moción de censura
en la polÃ−tica está en desuso. El gobierno tiene una gran capacidad de gestión porque son
gobiernos en torno a un programa coherente y esto, además, facilita la fortaleza del
liderazgo.
♦ El sistema clasifica decisivamente el papel del gobierno y de la oposición, que es consciente
de que su misión no es derribar al gobierno. La función es crear alternativas a la opinión
pública, ofrecerle alternativas y aspirar a ganar las siguientes elecciones.
En definitiva, se trata de un sistema polÃ−tico que es conocido como democracia de oposición o alternancia.
Una de sus virtudes es su periódica renovación y sustitución de la clase polÃ−tica.
El multipartidismo.
En el Parlamento italiano acceden a los escaños una compleja multiplicidad de partidos. Ninguno de ellos
obtuvo nunca la mayorÃ−a absoluta, ni han superado el 30% de los votos. Por tanto:
• Los gobiernos son de coalición necesariamente. Además, son coaliciones muy extensas y de muy
compleja gestación que, en cierto modo, agigantan el papel del Jefe de Estado.
• Estos gobiernos son de extraordinaria fragilidad, difÃ−ciles de construir y muy fáciles de derribar.
Su duración media desde 1947 es de 6 meses (salvo excepciones). A esta inestabilidad se le añaden
largos perÃ−odos de interinidad, meses en los que no hay gobierno y se eternizan las conversaciones
en busca de una nueva coalición.
• Los gobiernos son muy débiles. El presidente del gobierno tiene una muy limitada autoridad sobre
sus ministros (su posición es muy frágil) porque el criterio polÃ−tico que prima en el
comportamiento de estos partidos es el electoralismo y, por tanto, la huÃ−da de las decisiones
electorales.
• El fenómeno tÃ−pico del bipartidismo de la tendencia a dirigir el Parlamento, aquÃ− se invierte. El
sistema tiende más al asambleÃ−smo y el gobierno a ser una mera caja de resonancias de los
conflictos partidistas.
• Ello, a su vez, conduce a un fenómeno llamado Partidocracia. Es decir, un desplazamiento del poder
de las cámaras parlamentarias a las oligarquÃ−as de los partidos, produciéndose una disociación
antidemocrática entre quienes deciden y quienes responden. También en Italia la moción de
censura ha caÃ−do en desuso, porque la vida polÃ−tica ha desaparecido del Parlamento y se ha
pasado a los partidos.
Todo esto da lugar a la llamada democracia de consenso o consocistiva. Una de sus consecuencias menos
respetables es la tendencia a instalar de manera permanente a la clase polÃ−tica en el aparato del estado.
Lejos de existir un sistema de circulación de las élites lo que existe es un enquistamiento.
1.2.d. Crisis y racionalización del parlamentarismo.
Desde 1830, en que se importa al continente el Parlamentarismo británico, éste va a tener que funcionar
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casi de modo permanente en sistemas polÃ−ticos multipartidistas. Es el caso de Italia desde 1848, de Francia
desde 1875 y de España durante la Restauración y la Segunda República.
Se llama proceso de racionalización del régimen parlamentario a un conjunto de modificaciones que
pretenden adaptar el sistema a las necesidades del continente. Singularmente, al multipartidismo.
El proceso de racionalización se inicia en el perÃ−odo de entreguerras y se acelera y generaliza en las
constituciones de la segunda posguerra (ley fundamental de Bonn de 1949, V República Francesa en 1958,
constituciones portuguesa, griega o española vigentes...)
El hilo conductor de esta racionalización es fortalecer al poder ejecutivo frente a las tendencias asamblearias
del parlamentarismo clásico. Pero este fortalecimiento va a seguir dos lÃ−neas distintas:
• En la primera lÃ−nea, se pretende fortalecer al ejecutivo, fortaleciendo la jefatura del estado, la
presidencia de la República (caso de Francia. Da origen a un teórico neodualismo parlamentario)
• Una segunda lÃ−nea se mantiene fiel al parlamentarismo monista y persigue el objetivo fortaleciendo
el gobierno. Es decir, sin alterar la posición fundamentalmente simbólica del jefe de estado (Ej:
Alemania o España)
Francia.
Gobierno de concentración. Con la Constitución de la IV República el parlamentarismo monista clásico
entra en crisis. Los gobiernos no duran más de siete meses y son muy ineficaces.
Francia también tiene problemas especÃ−ficos. Tras la Segunda Guerra Mundial llega la descolonización,
a la que se resiste. Pierde las guerras de Indochina y Argelia y, en este contexto, los gobiernos tan débiles
no pueden casi evitar una guerra civil entre los prodescolonización y los que quieren seguir siendo imperio.
Entonces sube Degaulle al poder, poniendo como condición que quiere elaborar una nueva Constitución
que acabe con ese problema en Francia. En 1958, aparece la Constitución actual.
La Constitución de 1958 confiere al presidente de la República un conjunto amplio de competencias con
fortÃ−simo contenido polÃ−tica, incompatibles con la monarquÃ−a. Entre estas competencias enumeramos:
• Nombra y cesa a los miembros del gobierno, empezando por el presidente.
• Preside los consejos de ministros de forma efectiva.
• Tiene poderes extraordinarios para estados de excepción, que él declara desde su libertad (Ej:
Pompidour en 1968)
• Puede convocar referendos, es decir, legislar directamente con el pueblo saltándose al parlamento.
• Nombra tres miembros del Consejo Constitucional (nuestro Tribunal Constitucional) además de al
presidente.
• Disuelve las cámaras y convoca elecciones.
Degaulle era consciente de que el poder polÃ−tico no es sólo cuestión de competencias. Es también y
sobre todo cuestión de legitimidad. Por ello, en su pretensión de diseñar una magistratura polÃ−ticamente
muy fuerte pretendió hacerla electiva por sufragio universal directo (no lo consiguió hasta 1963)
Es usual en la doctrina afirmar que el régimen ya no es parlamentario sino semipresidencial. Esto es falso.
El régimen francés es parlamentario por las siguientes razones:
• Por muchas competencias que tenga el presidente de la República la dirección de la polÃ−tica
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interior y exterior del estado (la función del gobierno) se le atribuye al gobierno como órgano
colegiado.
• Porque el gobierno es polÃ−ticamente responsable ante el Parlamento y debe dimitir si pierde su
confianza.
Cuestión distinta es que el Parlamentarismo sea dualista, porque el gobierno también precisa de la
confianza del jefe de estado. Es decir, que el sistema se legitima, no desde un único punto, sino desde dos.
De aquÃ− que hablemos de dualismo.
La realidad del modelo francés de la quinta República depende de una variable polÃ−tica. Consiste en la
existencia de identidad ideológica - polÃ−tica entre el presidente de la República y la mayorÃ−a
parlamentaria o la inexistencia de dicha identidad.
Primera hipótesis: la existencia de identificación.
En este caso / supuesto el presidente de la República es al mismo tiempo el lÃ−der del partido mayoritario y
el lÃ−der de la mayorÃ−a parlamentaria. Esto provoca que todo el poder se desplace hacia la presidencia, con
lo que el sistema tiende a funcionar no como semipresidencialismo, sino como un presidencialismo puro y
duro.
Segunda hipótesis: la ausencia de identificación.
Es la situación actual: el presidente de la República y el Parlamento francés son de distinto signo
polÃ−tico. En este supuesto, el presidente de la República sólo tiene dos alternativas: o nombrar el
gobierno que quiere la mayorÃ−a parlamentaria, entrando en una situación de cohabitación pacÃ−fica. O
mantener un permanente enfrentamiento institucional con el Parlamento, que conducirÃ−a al desgobierno y al
vacÃ−o de poder. Hasta hoy, siempre se ha adoptado la primera actitud. Ello significa reconocer que:
• El presidente está obligado a nombrar un gobierno ideológicamente hostil.
• Que no puede cesarlo.
• Que quien gobierna es el gobierno.
El resultado de esto es un retraimiento de la presidencia que reduce su actividad a funciones representativas,
de suerte que el sistema en la práctica funciona como un parlamentarismo monista clásico.
Segunda parte de la racionalización parlamentaria: Alemania y España.
Este segundo modelo de la racionalización del parlamentarismo fortalece el ejecutivo y, por tanto, el
gobierno en la lÃ−nea del parlamentarismo monista.
Este modelo sigue aceptando la forma republicana o monárquica, en la medida en que sigue siendo un
parlamentarismo monista.
Este fortalecimiento puede hacerse por determinadas técnicas: un conjunto de técnicas “menores” o la
técnica de la llamada moción de censura constructiva (es la más empleada), que da lugar al
Parlamentarismo condicionado.
En primer lugar, se pretende fortalecer el liderazgo y por ello se potencia la posición institucional del
presidente del gobierno frente a su oposición. Para ello, se le atribuyen al presidente competencias propias
que antes eran colegiadas. Por ejemplo, en España, la disolución de las cámaras o la presentación de
recursos de inconstitucionalidad contra leyes. Pero sobre todo lo más significativo es la legitimación
polÃ−tica personal del presidente del gobierno en la investidura parlamentaria.
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Mediante la técnica de la Moción de Censura:
• Exigiendo un número nutrido de diputados o parlamentario para poder presentarla.
• Prohibiendo la repetición de la moción de censura por los mismos parlamentarios en una misma
legislatura.
• Exigiendo la mayorÃ−a absoluta para que la moción prospere, es decir, la voluntad explÃ−cita mayorÃ−a
Parlamentaria.
• Introduciendo en la moción de censura un plazo de enfriamiento de 24 a 48 horas o más, entre el
momento de la interposición y el de la votación. Se trata de abrir un perÃ−odo para la negociación y el
sosiego.
En materia legislativa se da primacÃ−a a los proyectos de ley que pasan a ser estudiados de inmediato, sobre
las proposiciones que requieren de un trámite previo de toma en consideración.
En materia presupuestaria:
• Se da la iniciativa exclusiva al gobierno.
• Las enmiendas están limitadas y se prohÃ−be toda enmienda no autorizada por el gobierno que
conduzca a un incremento del pacto o a una disminución de los ingresos.
• Se le conceden al gobierno atribuciones para un cierto control del calendario de las cámaras.
• Técnicas Mayores: Moción de Censura Constructiva
Institución de origen alemán. Consiste en que la presentación de una moción de censura exige la
propuesta de un candidato alternativo a la presidencia del Gobierno, de suerte que en un mismo acto
jurÃ−dico se vota simultáneamente el eventual cese del Gobierno existente y la investidura del nuevo
presidente.
Da lugar al parlamentarismo condicional porque la posibilidad de exigir responsabilidades al Gobierno queda
condicionada a una actitud constructiva, es decir, la oferta de una alternativa.
En la moción de censura clásica la pretensión es siempre destructiva, aquÃ− si se quiere criticar al
Gobierno hay que construir otro.
• Valoración CrÃ−tica De Esa Institución:
Tiene una funcionalidad evidente, es decir, un aspecto positivo. Sin duda por hipótesis, evita los perÃ−odos
de interinidad. En segundo lugar, impide los derribos irresponsables del Gobierno carente de alternativas.
• Aspectos Negativos de la Valoración CrÃ−tica:
La gran virtud del régimen parlamentario es garantizar la unión de acción entre Parlamento y Gobierno,
en la medida en que si éste existe es porque goza de la confianza de aquel.
Podrá haber dificultades para crear Gobierno, pero si lo hay dispondrá de las leyes y de los presupuestos
necesarios. La moción de censura constructiva puede destruir esta virtud dando lugar a Gobiernos que no
pueden ser derrotados no porque gocen de la confianza de la cámara sino porque ésta no tiene alternativas
que ofrecer. El resultado son Gobiernos en minorÃ−a pero blindados, por hipótesis, Gobiernos sumamente
ineficaces y débiles.
♦ Un Ejemplo fue el Gobierno de Calvo Sotelo.
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Tema 5: LOS SISTEMAS ELECTORALES: para el Congreso y para el Senado.
• Concepto del Sistema Electoral y origen de los Sistemas Españoles.
• Los Elementos del Sistema:
• La Fórmula Electoral:
- Las Fórmulas Mayoritarias: el Senado
- Las Fórmulas Proporcionales: el Congreso
• La Composición de las Cámaras
• Las Circunscripciones Electorales y el MÃ−nimo por Circunscripción en el Congreso
• Las Barreras Electorales
• Las Candidaturas Electorales.
• La Polémica entre Principio Mayoritario y Principio Proporcional.
• Valoración CrÃ−tica de Nuestros Sistemas Electorales.
• Concepto del Sistema Electoral y Origen de los Sistemas Españoles.
Un Sistema Electoral es el mecanismo que hace operativa la representación mediante la formación de
representantes a partir de la voluntad de los representados. Todos los sistemas electorales tienen una acusada
tendencia inercial, es decir, son muy resistentes al cambio. Ello por dos razones:
♦ El derecho electoral es materialmente derecho constitucional aunque su mayor parte no se
contenga en la Constitución sino en la ley. Y lo es porque es la norma que establece las
reglas del juego para la legitima conquista del poder y que, por tanto, reclama el máximo
consenso. Es una cuestión de todos, no de mayorÃ−a circunstanciales.
♦ La segunda razón es menos noble. Las leyes electorales las hacen las mayorÃ−as
parlamentarias y éstas llegan a serlo, en parte, gracias a la ley electoral vigente. Se suele ser
crÃ−tico en la oposición, tonándose la crÃ−tica en complacencia cuando se accede al
Gobierno.
La tendencia inercial es clarÃ−sima en España. La mayorÃ−a de las grandes decisiones en materia electoral
provienen de la Reforma PolÃ−tica de 1976 (sienta las bases acerca de cómo van a ser las próximas
elecciones) y, en menor medida, del Decreto Ley de Medidas Electorales de marzo de 1977. Lo que hace la
Constitución de 1978 y la Ley Vigente Electoral de 1986 es recoger y ratificar aquellas decisiones.
Entre las decisiones tomadas por la Ley de Reforma PolÃ−tica destacan:
⋅ La ley establece dos cámaras de tamaño pequeño: un Congreso con 350
escaños y un Senado con 207, lo cual supone una muy baja
representatividad.
⋅ La ley establece como circunscripción electoral la provincia. Hay provincias
con muy baja población y, por tanto, muy poco representadas. Y con tan
pocos escaños es difÃ−cil que queden representadas más de una de las
facciones que ganan las elecciones en una provincia.
⋅ La ley impone el principio mayoritario para las elecciones del senado y el
principio proporcional para las del Congreso.
• Los elementos del sistema.
Todo sistema es una realidad compleja cuyos elementos interactúan, de suerte que su funcionamiento viene
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determinado por la interdependencia dialéctica entre ellos.
• Fórmula electoral.
Hay dos grandes tipos de fórmulas electorales. Las que se inspiran en el principio mayoritario y las que lo
hacen en el principio proporcional. Nosotros analizaremos los casos extremos, aunque entre ellos hay
fórmulas que implican caracterÃ−sticas de ambos tipos.
♦ Fórmulas mayoritarias: Atribuyen el escaño al candidato o a la lista más votada en cada
circunscripción, de suerte que los perdedores no obtienen nada. Admite dos tipos de
circunscripciones:
◊ Uninominal: Se distribuye un solo escaño por distrito (Ej: Gran Bretaña,
Francia)...
◊ Plurinominal: Son casos excepcionales en los que se elige más de un compromisario
por distrito (Ej: Estados Unidos en las elecciones presidenciales)
Puede ser un sistema simple o a doble vuelta (que en Francia es conocido como sistema Ballotage):
◊ Simple (Gran Bretaña) Hay una única votación / vuelta. El escaño se lo lleva el
que más votos obtenga con independencia del número de éstos. AquÃ−, la
pérdida potencial de votos es muy fuerte: son muchos los votos que no cuentan.
◊ Doble (Francia) Exige en la primera votación más del 50% de los votos. Si nadie
los obtiene, pasan a la segunda vuelta los dos candidatos más votados, uno de los
cuales, obviamente, superará el 50%.
El sistema electoral del Senado responde al principio mayoritario, pero corregido. Es un sistema empÃ−rico,
que pretende un resultado práctico: que el 75% de los escaños vayan al partido ganador, reservando el
25% restante para la minorÃ−a más fuerte. La circunscripción es plurinominal y se reparten 4 escaños
por provincia.
♦ Fórmulas proporcionales: Pretenden la asignación de los escaños en cada
circunscripción en estricta proporcionalidad al porcentaje obtenido en cada candidatura.
La proporcionalidad pura no existe, por la aparición de restos que hay que repartir. à sta exigirÃ−a dos
condiciones: el Colegio Estatal à nico y la divisibilidad fÃ−sica de los parlamentarios.
El concepto clave en el principio proporcional es el de Cociente Electoral, fruto de la división del número
de votos válidos entre el número de escaños a repartir. Y cada candidatura obtendrá tantos escaños
como veces contenga el cociente su número de votos.
Ej: 10 escaños a repartir con 100 votantes.
Cociente electoral: 100/10 = 10; cada 10 votos, un escaño.
Lista A: 39 votos - 3 escaños
Lista B: 29 votos - 2 escaños
Lista C: 19 votos - 1 escaño
Lista D: 9 votos - 0 escaños
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Lista E: 1 voto - 0 escaños
Se han repartido 6 escaños, pero quedan otros cuatro que son los restos.
Las fórmulas proporcionales provocan la aparición de restos que habrá que distribuir en una segunda
operación, desde multitud de criterios: primar al resto más fuerte, a la candidatura más fuerte e incluso
primar al resto más débil (esto tiene muy pocos ejemplos, ninguno actual)
Ej: (continuación del anterior)
Resto más fuerte: A, B, C, D: Sus restos son 9
Candidaturas más fuertes: A, B, C, D: Tienen el mayor número de votos por ese orden.
Resto más débil: E, D, C, B: Tienen los restos más bajos.
En el Congreso español el sistema de reparto proporcional de escaños es el sistema D'OHT, que prescinde
de los restos porque permite la asignación directa en una única operación de todos los escaños.
Consiste en dividir el número total de votos de cada candidatura por números sucesivos a partir de la
unidad, e ir atribuyendo los escaños a los diversos cocientes de mayor a menor, en orden decreciente.
Ej: Con seis escaños a repartir.
:1 :2 :3 :4
Lista A: 30 votos - 30 15 10 7'66
Lista B: 28 votos - 28 14 9'33
Lista C: 22 votos - 22 11
Lista D: 20 votos - 20 10
Los números en rojo son los seis mayores y por tanto son los seis que reciben escaño: dos para la lista A,
dos para la lista B, uno para la lista C y uno para la lista D.
Ej:
:1 :2 :3 :4
Lista A: 60 votos - 60 30 20 15
Lista B: 30 votos - 30 15
Lista C: 10 votos - 10
Si la lista C también hubiera tenido 15 votos, se llevarÃ−a el escaño la lista con más votos.
A la fórmula D'OHT se le ha acusado de ser una fórmula escasamente proporcional, que explica los
fenómenos de sobre e infrarepresentación tan acusados en España, con fuertes primas para los partidos
mayoritarios y fuerte castigo para los minoritarios.
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Esta acusación es totalmente injustificada. La ley D'OHT es una fórmula de muy alta proporcionalidad, en
la que sus inevitables beneficios o perjuicios son aleatorios, imprevisibles a priori y, por tanto, neutrales.
En unas ocasiones, benefician a las mayorÃ−as y, en otras, a las minorÃ−as.
Ej: 3 escaños a repartir.
:1 :2
Lista A: 40 votos. 40 20
Lista B: 36 votos. 36
Lista C: 19 votos. 19
La lista A es la gran beneficiada, ya que cada escaño le ha costado 20 votos. La lista B, aunque ha obtenido
escaños, ha necesitado de 36 votos para conseguir sólo uno. La lista C es la más perjudicada, ya que 19
votos no le han servido para nada.
Una mÃ−nima alteración de la estructura, el 0.7% de los votos de A se van a C, provocarÃ−a un cambio
muy significativo:
Ej: 3 escaños a repartir.
:1 :2
Lista A: 39.3 votos. 39.3 19.6
Lista B: 36 votos. 36
Lista C: 19.7 votos. 19.7
En este caso, la gran beneficiada es C, ya que su escaño sólo le ha costado 19.7 votos. B es más
perjudicada que C y menos que A, ya que su escaño le ha costado 36 votos. Y la lista A (la mayoritaria) es
la más perjudicada, ya que su único escaño le ha costado 39.3 votos.
Conclusión: La fórmula beneficia a quien obtiene el último escaño (con el cociente más barato) y
perjudica a quien obtiene el cociente siguiente, que ya no obtendrá premio.
• La composición de las cámaras
La Constitución diseña dos cámaras de tamaño pequeño. El Congreso estará compuesto por un
mÃ−nimo de 300 diputados y un máximo de 400; la ley orgánica electoral, como ya comentamos antes, lo
fija en 350.
El Senado, son 207 escaños electivos: cuatro por cada provincia, dos más para Canarias, uno más para
Baleares, dos para Ceuta y dos para Melilla.
El tamaño de la cámara tiene una gran importancia porque determina la amplitud de los escaños a
repartir y, por tanto, el funcionamiento de la proporcionalidad. Este dato no es relevante para el Senado, que
se rige por el principio mayoritario.
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Hay que dividir los pocos escaños de cada circunscripción entre los muchos partidos que han sido votados,
por lo que no todos pueden quedar representados en el Congreso.
• Las circunscripciones electorales y el mÃ−nimo por circunscripción en el Congreso.
Todas las circunscripciones en España son plurinominales (más de un escaño en juego) Ello era obligado
para el Congreso y una posibilidad para el Senado.
La circunscripción va a ser la provincia, y esto va a tener efectos claramente perturbadores para el sistema,
en la medida en que las provincias son muchas y con una tremenda desigualdad demográfica.
Ello darÃ−a, en principio, macrocircunscripciones en torno a 40 escaños (Madrid y Barcelona), y un cierto
número de circunscripciones uninominales (con un solo escaño) como Soria, Segovia y Guadalajara, a
parte de otras con sólo uno o dos escaños (Zamora, Palencia, Cuenca y Óvila, por ejemplo) Esto provoca
que ya no se rija por el principio de proporcionalidad: con un solo escaño éste se lo lleva la lista más
votada.
Esto ya no es asÃ− porque se introdujo, ya desde la ley para la reforma polÃ−tica, un correctivo consistente
en atribuir a cada provincia dos escaños de salida, antes del reparto en función de la población. La
Constitución consagra este mÃ−nimo pero sin concretarlo, y la LOREG (Ley Orgánica de Régimen
Electoral General, 1986) mantiene la cifra de 2.
AsÃ− pues, de los 350 escaños del Congreso, 100 son de salida (dos por provincia) y quedan 250 (248 si no
contamos a Ceuta y Melilla, a quienes corresponde uno a cada una) para repartir.
A esta prima de salida se le ha acusado, por un lado, de romper la igualdad del voto, haciendo mucho más
caro el escaño en las grandes circunscripciones que en las pequeñas, y de beneficiar a zonas castellanas,
generalmente de derechas, dándole un sesgo conservador al sistema.
La primera acusación es absolutamente cierta e incuestionable, lo que no quiere decir que sea
necesariamente inconveniente en términos de justicia. La segunda acusación es falsa.
A Soria se le incremente en un 300% el número de escaños (2 de salida + 1 por población = 3) pero a
Madrid se le disminuyen (al haber 250 escaños a repartir en vez de 350, ya sólo le tocan los 2 de salida +
32 = 34, y no 40)
Otra cosa es que eso sea injusto o inconveniente. También es falso el giro a la derecha: no se puede
demostrar empÃ−ricamente que, si no se contara con los escaños de las provincias uninominales habrÃ−a
variado el resultado general.
Las conclusiones son las siguientes: en la hipótesis de la distribución de los escaños sin prima potencial
de las ocho elecciones, en cuatro se hubiera beneficiado el centro izquierda y en las otras cuatro se habrÃ−a
beneficiado el centro derecha. Además, en la hipótesis más extrema, el beneficio o perjuicio nunca supera
el 1.5%. Hablar en estas condiciones de sesgo de ningún modo es una falsa petición de principios. Este es
un prejuicio equivocado.
• Las barreras electorales.
Las barreras electorales suponen el establecimiento de un mÃ−nimo porcentual de votos por circunscripciones
para acceder a la representación. Si no se obtiene el mÃ−nimo los votos se pierden. Las barreras son, en
cierto modo, la expresión de una cierta mala conciencia de los proporcionalistas, que se asustan ante la
posibilidad de una cámara repleta de minorÃ−as insignificantes.
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En Alemania, el mÃ−nimo está fijado en el 5% y en España, en la absurda e inútil cifra del 3%. Inútil
porque el tamaño de las circunscripciones la hace innecesaria, sólo puede ser operativa en contadas
ocasiones (Madrid, Barcelona...) De hecho, en la práctica sólo se ha dado una vez en Barcelona.
• El sistema de candidaturas: Esta cuestión sólo se suscita en circunscripciones plurinominales (Ej:
España) Los sistemas de listas pueden ser de listas abiertas o cerradas, y éstas a su vez pueden estar
bloqueadas o no.
Las listas abiertas: En ellas, el elector puede confeccionar con absoluta libertad su propia lista con
independencia de la adscripción bipartidista de los candidatos. Es el sistema usado en el Senado. Este
sistema, como aspecto positivo, incrementa al máximo la libertad del elector, haciendo mucho más
personalizado el voto. Por lo mismo, disminuye el monopolio de las oligarquÃ−as partidistas en la selección
de los candidatos. Pero como aspecto negativo, decir que los crÃ−ticos del sistema ponen de relieve que
puede conducir a decisiones incoherentes que conduzcan a una cámara absurda. Además, puede conducir a
la relajación de la disciplina del partido. Por último, debilita también la definición de los partidos
polÃ−ticos en el sistema.
Las listas cerradas: En estas, el elector tiene que adherirse a una candidatura homogénea de las ofertadas.
A su vez, están las bloqueadas, en las que la adhesión ha de ser absoluta, sin poder introducir alteración
alguna. Las no bloqueadas permiten al votante, sin poder salirse de la dictadura homogénea elegida,
introducir alteraciones (ya sea manifestando preferencias o rechazos)
En España, las listas del Congreso son cerradas y bloqueadas.
Las listas cerradas pero desbloqueadas presentan la ventaja de que, si bien obligan al elector a un voto de un
partido, le dan una gran libertad en la selección de candidatos. Como crÃ−tica de las listas desbloqueadas, se
suele aducir el debilitamiento de los partidos polÃ−ticos. No comparto tal crÃ−tica, porque lo que se debilitan
no son los partidos sino las oligarquÃ−as dirigentes de esos partidos.
Respecto a las listas bloqueadas y cerradas, no les veo virtud alguna salvo constituir un poderoso instrumento
de dominación de los dirigentes del partido.
• La polémica entre Principio Mayoritario y Principio Proporcional.
MAYORITARISMO.
Los defectos que ponen de manifiesto sus detractores son hechos ciertos:
• Castiga duramente a las minorÃ−as.
• Les impide o dificulta en extremo el crecimiento.
• Se produce una gran pérdida de votos, mayor en el sistema mayoritario simple que en el de a doble
vuelta.
Sus defensores aducen:
• El argumento de que la función de un sistema electoral no es sólo representar, ser cauce de
representación de la sociedad, sino también ser mecanismo para la formación de gobiernos
estables y eficientes.
• Se afirma que el sistema mayoritario es el mejor para la gobernabilidad porque es el que conduce a la
máxima reducción de la complejidad. Conduce al bipartidismo y a un gobierno homogéneo.
La primera afirmación es cierta; la segunda debe matizarse. En primer lugar, no hay ninguna razón sólida
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para afirmar a priori que el bipartidismo es, por hipótesis, polÃ−ticamente funcional. En determinadas
circunstancias sociopolÃ−ticas y geográficas concretas es necesario que haya partidos “bisagra” que
atemperen la relación entre los dos partidos principales. El bipartidismo puede ser funcional, pero también
puede ser altamente disfuncional.
En segundo lugar, no es necesariamente cierto que el sistema mayoritario reduzca la complejidad y conduzca
al bipartidismo. Puede hacerlo, pero también puede provocar el fenómeno inverso. El sistema mayoritario
reduce la complejidad circunscripción a circunscripción, pero no la garantiza a nivel estatal.
Lo que sÃ− se puede afirmar del sistema mayoritario es que es un mecanismo de aceleración de las variables
concurrentes. Si éstas son integradoras, se acelerará el proceso de integración y de máxima reducción
de la complejidad. Si son desintegradoras se acelerará el proceso de desintegración.
PROPORCIONALISMO.
Los detractores del sistema proporcional ponen de relieve el riesgo de favorecer la proliferación de
minorÃ−as y conducir a un Parlamento abigarrado e ingobernable.
Sus defensores, los proporcionalistas “a ultranza” (también los hay más realistas y moderados) sostienen
que es el único sistema democrático y justo porque es el que traslada al Parlamento sin falsearla la opinión
polÃ−tica preexistente en la sociedad, constituyendo una verdadera radiografÃ−a de la opinión pública.
Este argumento me parece inaceptable porque está absolutamente desenfocado.
El error del planteamiento proporcionalista a ultranza es pensar que la función del sistema electoral es
trasladar al estado una voluntad polÃ−tica preexistente, lo que sin duda es falso.
De lo que se trata es de crear una voluntad polÃ−tica inexistente porque la única que preexiste son las
voluntades individuales. Se trata de voluntades contradictorias e incoherentes, que sólo pueden hacerse
operativas con dos mecanismos: con la regla de la mayorÃ−a en la democracia directa o con procesos
sucesivos de reducción de la complejidad en la democracia representativa.
La regla de la mayorÃ−a es la negación de la proporcionalidad. AsÃ− que sólo nos queda el segundo
camino. Se trata, pues, de crear una voluntad polÃ−tica operativa que permita la gobernabilidad. En
democracia, el sistema electoral es el penúltimo mecanismo de reducción (el último es el Parlamento, por
mayorÃ−a), y el último en el que participa la sociedad . Es un mecanismo desgarrado porque nunca
estaremos de acuerdo en todo con el partido al que hayamos votado. No será un partido perfecto para
nosotros, sino el más adecuado.
Si es inevitable reducir la complejidad, la proporcionalidad deja de ser una exigencia de la justicia. ¿Hasta
donde debemos reducir? Es un problema de consenso social sobre las reglas del juego. No importa cuántas
voluntades individuales, cuántos matices dejemos fuera. Lo importante es el consenso social. Por ello, tanto
el principio mayoritario como el principio proporcional son legÃ−timos y no tienen nada que ver con la
justicia. Lo importante es que todos los participantes en el juego polÃ−tico estén de acuerdo; esto es el
consenso social, que legitima el sistema.
Esta idea debe hacernos huir de la pregunta sobre el mejor sistema electoral, sencillamente porque no existe.
Será aquél que concite mayor consenso social. Esto se puede formular asÃ−: Tanta complejidad como la
sociedad imponga, tanta simplificación como la gobernabilidad exija. Deberá ser complejo si la sociedad
exige que se atienda a partidos pequeños, que de otro modo podrÃ−an desestabilizar el sistema. Y deberá
ser tan simple como para que sea estable. Por tanto, debemos olvidarnos de los sistemas electorales como algo
abstracto y analizar casos concretos.
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Aún hay otro argumento sólido contra los proporcionalistas a ultranza, y es que parecen ignorar que lo que
un sistema electoral distribuye son escaños, no el poder. Pudiendo darse minorÃ−as muy fuertes convertidas
en oposición y carentes de poder, y minorÃ−as ridÃ−culas operando como partidos bisagra, ejerciendo una
notable presión sin que haya ninguna evidencia de que tal fuera la voluntad del electorado (Ej: CiU al hacer
coalición con el PP tiene más poder que el PSOE, aunque esa no fue la voluntad de la gente al votar)
• Valoración crÃ−tica de nuestros sistemas electorales.
EL CONGRESO.
En España no existe un sistema electoral homogéneo, sino un sistema fruto del funcionamiento dispar de
una multiplicidad de subsistemas. Los subsistemas vienen determinados por el tamaño de las
circunscripciones, que a su vez determinan su funcionamiento como proporcional o mayoritario.
Un primer subsistema es Madrid y Barcelona. En ellas, con más de 30 escaños, el coste del escaño es
muy barato (poco más del 2-3%) y la proporcionalidad es quasi pura, intensÃ−sima...
El segundo subsistema está compuesto por circunscripciones entre 13-16 escaños. AquÃ−, el coste del
escaño oscila entre el 5.5% aproximadamente (Valencia) y el 7% (Sevilla) La proporcionalidad sigue siendo
todavÃ−a bastante intensa.
El tercer subsistema está compuesto por circunscripciones entre 9-12 escaños (Vizcaya, Asturias, Alicante,
Málaga. Cádiz, A Coruña, Murcia...) El coste del escaño oscila entre le 8-10%. AquÃ− hay una cierta
proporcionalidad, pero es claro que hay que tener una importante entidad polÃ−tica para llegar a la
representación.
El cuarto subsistema, entre 6 y 8 escaños, incluye a Granada, Córdoba, Mallorca, Jaén, Huelva, Las
Palmas, Tenerife, Badajoz, Pontevedra, Guipúzcoa, Zaragoza...) AquÃ− el coste del escaño varÃ−a entre
el 11-14% y la proporcionalidad es menor.
El último subsistema, el más numeroso, entre 3 y 5 escaños, agrupa a Castilla-León, Castilla la Mancha,
Cáceres, Lugo, Orense, Cantabria, La Rioja, Navarra, Lérida, Gerona, Tarragona, Castellón, AlmerÃ−a,
Ceuta, Melilla, Huesca, Teruel, Ólava...) Es el que verdaderamente determina el funcionamiento del sistema
global. El coste del escaño tiende a superar siempre el 20%, llegando incluso al 30% (en las últimas
elecciones Zamora tuvo el coste más caro: 28.9%) En Ceuta y Melilla, con sólo un escaño, se suele pasar
del 50%. La tendencia es a funcionar como sistema mayoritario, facilitando el bipartidismo, con una severa
reducción de la complejidad. Bipartidismo que posibilita mayorÃ−as absolutas por el dato añadido de que
la mayorÃ−a de estas circunscripciones son impares, disparando la sobre representación del ganador.
CONCLUSIÃ N (Muy importante) El resultado final, querido o por azar, es que el sistema tiende a funcionar
como proporcional donde existen tensiones nacionalistas, de suerte que no marginan ni a nacionalistas ni a
españolistas, y tiende a funcionar como mayoritario donde sólo hay españolistas, propiciando el
bipartidismo y facilitando las mayorÃ−as absolutas.
Estructura Constitucional Y Organización Del Estado En España Pág.10
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