Células jóvenes y adultos junio 2014 Lunes 2 de junio El Dios de Abraham, Isaac y Jacob Lectura bíblica: Éxodo 3:15; Hechos 16:31; Génesis 15:1-6. Introducción: Dios es un Dios que siempre está pensando en generaciones; no solo en una persona. A Él no sólo le interesa un solo miembro de la familia, sino la familia completa. 1. Lo que Dios quiere para tu familia. 2. Hechos 16:31. Dios permitió que Pablo y Silas fueran acusados injustamente y luego fueran encarcelados, que fueran azotados y llevados al calabozo más profundo, más oscuro y más húmedo; Dios hizo que una cárcel temblara para que una familia se convirtiera al evangelio. Cuando los cimientos de una familia tiemblan es porque Dios procura que alguien sea salvo. Todo lo ocurrido fue causalidad, fue todo digitado por el Señor para que el carcelero de Filipos preguntara: ‘¿Qué tengo que hacer para ser salvo?’ Dios nos ama tanto que es capaz de producir un terremoto para restaurar familias completas. 1. La salvación abarca: 2. Palabra griega “soso”. Significa “librar” – Se aplica de dos maneras: La liberación material y temporal de los peligros y a la liberación espiritual y eterna concedida a aquellos que creen en la obra redentora del Señor Jesucristo. 1. Salvación del alma. En las Sagradas Escrituras el alma representa el corazón, la mente y está compuesta por voluntad, intelecto y emociones. Cuando la mente humana toma conciencia del pecado mediante la obra persuasiva del Espíritu Santo y decide de propia voluntad aceptar por fe la gracia de recibir perdón y justificación de sus pecados, a eso llamamos salvación del alma. La salvación es una obra de rescate producto de la misericordia del Señor que se entregó a Sí mismo por el mundo pecador. La salvación del alma es un don gratuito, porque está establecida en los méritos de nuestro Señor Jesucristo. 1. Sanidad del cuerpo. La enfermedad y la muerte han descendido a la familia humana debido al pecado. En la obra expiatoria de Cristo hay provisión para la sanidad. La Palabra de Dios declara que Jesús mismo llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores (Isaías 53:4-5). Jesús podría haber muerto sin tanto dolor. Pero el Padre permitió que fuera una muerte con esas características para que el Hijo de Dios se transforme en una llaga abierta, como si fuera una gran esponja que absorbiera la maldición de la enfermedad. 1. Libertad de la ruina. Los espinos y cardos en la Biblia representan la maldición de la ruina y de la miseria (Génesis 3:18-19). Jesús permitió que le colocaran una corona de espinas que lacerara sus sienes al punto de hacerlas sangrar, para que esa sangre sirva de redención a la esterilidad económica. 1. Libertad del alma. Jesús dijo: “… de cierto de cierto te digo, todo el que hace pecado esclavo es el pecado” (San Juan 8:34). El pecado genera esclavitud, los espíritus que alimentan el pecado en las personas, son los mismos que luego tienen argumentos a su favor para oprimir, destruir y poseer a las personas. Cuando conocemos la verdad del evangelio, esta nos hace libres (San Juan 8:32). 1. Llenura del Espíritu. La presencia del Espíritu Santo en las vidas de los creyentes es lo que los separa del resto de la humanidad; un cristiano es simplemente uno en quien Cristo mora. Aunque el Espíritu Santo ha tomado residencia en cada verdadero creyente, no todo creyente está rendido completamente a Él. Los creyentes llenos del Espíritu están rendidos a Dios, y sus vidas se caracterizan por la presencia de Dios. 1. La bendición de Dios es integral. Como lo dice el apóstol Juan: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. La bendición de la salvación comienza por el espíritu humano, pero alcanza todas las áreas del ser. La expresión “así como prospera tu alma” podría traducirse como: “en la medida que fluye más vida espiritual es tu espíritu esta vida se ramificará, a cada parte de tu vida”. 1. El Dios de Abraham: 2. Lo hizo Padre de multitudes (Génesis 17:5). El gran paradigma de Abraham era tener un hijo. Él pensaba en uno solo. Pero Dios ya tenía planificada una descendencia multitudinaria para él y para Sara. 1. Estableció Su Pacto con Él y su descendencia (Génesis 17:7). Abraham tenía garantizada la protección, la prosperidad y la multiplicación de todo su árbol genealógico. A partir que él pactó con el Señor, este mismo pacto incluía a todos sus descendientes. 1. Le prometió que su descendencia poseería las puertas de sus enemigos (Génesis 22:17). La promesa de Dios a Abraham se cumplió al pie de la letra. El contrato divino se cumplió hasta en las más pequeñas de las cláusulas, pero primero Dios probó a fuego la fe de Abraham. El patriarca demostró fidelidad a Dios aún pidiéndosele que entregue en sacrificio lo que más amaba, su propio hijo. Dios no podía contradecirse, si le dio a Isaac era para que éste sea en el futuro el que llevara el emblema de la victoria y conquistara las puertas de sus enemigos. Conquistar las puertas del enemigo implicaba tener una autoridad muy especial, los hijos de Abraham cuando entraran a cualquier ciudad de la antigüedad tendrían credenciales únicas que los destacarían del resto. Donde ellos caminarían dejarían huellas del temor de Dios, y sus enemigos no tendrían ya acceso ni jurisdicción en esos territorios. Conclusión: El anhelo de nuestro Padre celestial es que la bendición que ha derramado sobre nuestra vida se extienda sobre nuestra generación. Para Orar: Que toda nuestra familia sea salva. Para Hacer: Buscar en una concordancia los pasajes donde aparece: “El Dios de Abraham, Isaac, y Jacob”. Lee 5 como mínimo y ver con qué se relaciona en ese pasaje. Lunes 9 de junio El Dios de Abraham, Isaac y Jacob (2) Lectura Bíblica: Éxodo 3:15; Génesis 16:3-4; Génesis 17:20. Introducción: Dios es un Dios que siempre está pensando en generaciones; no solo en una persona. A Él no sólo le interesa solo un miembro de la familia, sino la familia completa. 1. 2. 3. 4. El Dios de Isaac. La vida de Isaac es emocionante. Porque fue un hijo prometido por Dios mismo (Génesis 17:15-16). Porque a su propio padre le pareció absurdo su nacimiento (De hecho su nombre significa risa, a causa de la risa irónica que esbozó Abraham el día de la anunciación de su 5. 6. 7. 8. nacimiento). (Génesis 17:17). Posteriormente Sara también se rió el día de su nacimiento (Génesis 21:6). La vida de Isaac fue primeramente milagrosa; porque su madre era estéril y tanto ella como su esposo tenían prácticamente un siglo de vida. Su propio hermanastro Ismael se burlaba de él cuando fue destetado (Génesis 21:9). Su vida fue emocionante, pues estuvo al borde de la muerte en manos de su propio padre (Génesis 22). A causa de su fidelidad a Dios Abraham no dudó en ningún momento en ofrecer a su propio hijo como sacrificio ante el pedido del Todopoderoso. Aunque no era el primogénito, recibió la bendición. Isaac era el elegido. Ismael fue voluntad de varón (San Juan 1:13), y nació producto de la manipulación (Génesis 16:2). Isaac fue el resultado del amor entre Abraham y Sara con la clara diferencia que el Señor ya tenía una elección específica sobre su vida desde antes que este fuera dado a luz. 1. Dios se preocupa por su cónyuge (Génesis 24:3-4). La Biblia destaca de manera sobresaliente dos grandes hechos de Isaac: “Su nacimiento y la elección de su cónyuge” , porque Dios siempre está pensando en las generaciones. La decisión más importante de una persona luego de acceder a la salvación es sin lugar a duda la elección de la persona que le acompañará el resto de sus días sobre la tierra. La unión más sagrada es la del matrimonio. Dios sabía que Isaac necesita una mujer idónea, virtuosa, con características únicas en relación a las mujeres de su época. He aquí, que aparece en escena e Rebeca, una mujer ejemplar, servicial, llena de virtudes. 1. Dios le da la misma bendición y unción que a su padre (Génesis 25:5). Abraham siempre respetó la decisión de Dios de que Isaac era el hijo de la promesa. No sólo porque lo tuvo de la mujer que amó toda su vida, sino porque Abraham temía a Dios. En el capítulo 25 de Génesis vemos el reflejo de ese temor reverente. Pues decide darle todo lo que tenía por herencia, haciendo una clara diferencia con el resto de sus hijos nacidos de mujeres concubinas. Abraham fue sabio en enviar lejos a los hermanos de Isaac para allanarle el camino. 1. Isaac sabía cómo mover la mano de Dios en su vida (Génesis 25:21 y 26:12-14). Rebeca sanó de su esterilidad producto de la oración de su propio esposo. Su economía floreció porque aplicó la ley de la siembra y la cosecha (Gálatas 6:7). 1. Abrió los pozos de su padre y pozos nuevos (Génesis 26:20-22). Fue tremenda la herencia que Isaac recibió de su papá. Pero también pudo ser innovador y a través del poder de Dios obrando en su persona, pudo hacer uso de sus dones, de su creatividad y hacer cosas que ni su propio padre se había animado a hacer. Fue tal el nivel de productividad de este varón, que la Palabra declara que recibió por cada semilla un rinde del 100%. A causa de esto Isaac fue un hombre muy envidiado por su riqueza material, pero lo que los envidiosos no sabían que el secreto de su éxito no estaba en el trabajo sino en la bendición impartida por el Señor de generación a generación. Conclusión: Vemos en la vida de Isaac la herencia de su padre, no sólo lo bueno, también lo malo, pero al final Dios estableció en la vida de Isaac su bendición y él la transmitió a su generación. Dios quiere que nosotros seamos de bendición a nuestras generaciones. Para orar: Que seamos bendecidos como Isaac. Para hacer: Cree que Dios quiere bendecirte en tu matrimonio. A partir de ahora toma la decisión de que tu familia será un modelo para las familias que te rodean. Si aún no tienes cónyuge lee cómo Dios le dio esposa a Isaac y saca enseñanzas de allí. Lunes 16 de junio El Dios de Abraham, Isaac y Jacob (3) Lectura bíblica: Éxodo 3:15; Hechos 16:31; Génesis 15:1-6. Introducción: Dios es un Dios que siempre está pensando en generaciones, no solo en una persona, a Él no sólo le interesa un miembro solo de la familia, sino la familia completa. 1. El Dios de Jacob: 2. Génesis 27:27-29. Sabemos que Jacob confabulado con su propia madre obtuvo con engaño la bendición de Isaac su padre. Sin embargo, en el libro de Romanos 9:9-16 encontramos una declaración del apóstol Pablo que nos demuestra que aunque este engaño no hubiera existido (lo cual no justifica a Rebeca, ni a Jacob por su mentira) Dios ya había soberanamente escogido a Jacob antes que a Esaú. Había un designio divino. 1. Una vida de santidad. Pero Jacob era un hombre carnal, vivía la vida a su manera. No había tenido un encuentro personal con Dios hasta que llegó a Betel. Allí tuvo su primer encuentro con el Señor. Allí descubrió que él era también protagonista del llamado de su abuelo Abraham y su padre Isaac. Jacob no se sentía parte, pues para él todavía el Shaddai no era su Dios. Pero luego del largo viaje de huida de su hermano lo alcanzó la noche. Y en aquel paraje el Señor se le reveló en sueños y le dijo que lo haría propietario de esa tierra. Lo más impactante fue que luego de tan grande revelación Jacob exclamó: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo” (Génesis 28:16-17). El temor reverente se apoderó de él. Jacob fue confrontado con la santidad de Dios 1. Heredó la bendición. Jacob sin darse cuenta estaba acostado sobre la tierra que había heredados de sus padres. Él era el propietario de esos campos, sin embargo lo ignoraba. Nunca había entendido plenamente la profundidad de la bendición de su padre. Tampoco sabía que era un príncipe, un instrumento escogido para transmitir esa herencia a las próximas generaciones. Quizás te esté pasando igual que a Jacob, te encuentras durmiendo sobre una mina de oro y estás pidiéndole al Señor que te bendiga económicamente. 1. Tuvo un cambio de ADN. Cuando Jacob más estaba abrumado por la ansiedad de encontrarse con su hermano tuvo un nuevo encuentro con el Señor. Este encuentro le valió para cambiar por completo su ADN espiritual. El ADN es el responsable del parecido entre padres e hijos, y de que exista un molde común para cada especie. Contiene toda la información genética, las instrucciones de diseño de todos y cada uno de nosotros. Decimos que Jacob cambió su ADN espiritual porque tuvo una metamorfosis, dejó atrás su vieja naturaleza a cambio de una renovada de manera de pensar y de vivir. Esto sucedió cuando tuvo la visita de un varón (un ángel) que lo fortaleció en su momento crítico. Pero Jacob había aprendido a ser persistente y luchó hasta el amanecer con este ser espiritual, al punto que el ángel tuvo que descoyuntarle el tendón de su muslo para poder librarse de él. Jacob no quería recibir solo un refrigerio espiritual, él entendía que debía buscar con más intensidad a Dios para poder transformarse en un el hombre que llevaría sobre sus hombros las futuras generaciones de israelitas. Cambiar el ADN espiritual equivale a vaciar nuestra mente de todo lo viejo que hemos aprendido cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados; y al mismo tiempo recibir la nueva información divina impartida por la persona del Espíritu Santo. Los vestigios que quedaban del Jacob tramposo, inmaduro que confiaba en sus fuerzas quedaron enterrados esa noche en Peniel. Dios le cambió el nombre de Jacob: “usurpador, suplantador”; por Israel: “príncipe”. Dios además le reconfirma el pacto que había recibido en primer lugar de su abuelo Abraham. De la misma manera nosotros somos hijos del Rey de reyes y Señor de señores; batallemos en el mundo espiritual contra esos argumentos mentirosos del enemigo que quiere que vivamos por debajo de los méritos que Jesucristo ha ganado en la cruz del calvario. 1. Terminó sus días bendiciendo a sus hijos. Nada de lo que tenemos como padres nos pertenece, todo lo que poseemos, que ha pasado por nuestras manos debe ser transferido, impartido a nuestros hijos. Jacob cumplió al pie de la letra con este mandamiento (Génesis 49:1-27). 1. Las tribus de Israel heredaron las promesas. Las tribus de Israel heredaron las promesas dadas a Abraham, esa bendición fue séptuple: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Haré de ti una nación grande. Te bendeciré. Engrandeceré tu nombre. Serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren. A los que te maldijeren maldeciré (se cumplió en la reina Esther-juicio a Amán). Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra (Las naciones gentiles también alcanzarían salvación). 8. Jesús terminó la obra cumpliendo las promesas de Dios. Gracias al Señor Jesús tenemos el cumplimiento de la última promesa de Dios impartida a Abraham, pues específicamente en nuestro Señor Jesucristo se cumplió dicha declaración: “Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra”. Gracias a Jesús, descendiente de Abraham y de David (San Mateo 1:1-17). Y el posterior rechazo de la nación israelita a el Salvador (San Juan 1:12-3) también los gentiles heredamos estas preciosas y grandísimas promesas (2Pedro 1:4). Ya no hay diferencias de linajes para Dios conforme a lo dicho por el apóstol Pablo a los gálatas: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28). Conclusión: Jacob nos muestra que Dios puede transformar nuestra vida y por ende nuestra familia. Cada uno, tanto los padres, jóvenes y niños podemos bendecir nuestra familia. Cada uno, tanto los padres, jóvenes y niños podemos bendecir nuestra familia; y esa bendición llegará a mil generaciones. Para orar: Que este tiempo sea el tiempo de la bendición familiar. Para hacer: Determínate a tener tu vida en santidad y a pasar más tiempo en la presencia de Dios. Lunes 23 de junio El hogar de Jacob Lectura bíblica: Génesis 29:31-30:24. Introducción: El hogar paterno de Jacob fue un problema, excepto por algunas buenas cosas que ya descubrimos. Ahora, nos encontramos en el propio hogar de Jacob y vemos que las cosas han cambiado mucho, ya que, muchas de las que vimos en su hogar paterno ahora las vemos aquí también. Cosas como: 1. El favoritismo (29:30-35). 2. Jacob amaba más a Raquel que a Lea (vers. 30). ¿Qué causó esto en Lea? El desamor y todo tipo de rechazo causan un gran vacío en el interior de cualquier persona. Lea no fue la excepción. Cuando Jacob descubrió el engaño de Labán ya estaba metido en un gran problema, porque estaba involucrado con una mujer que no amaba. Había una costumbre que respetar; primero se debía casar con la mayor y luego con la menor; pero astutamente Labán no se la explicó a Jacob. Lea fue cómplice del engaño y de la manipulación de su padre, que pretendía sacar provecho económico de la productividad laboral de Jacob. De todas maneras Jacob debió haber tenido otra conducta con su primera esposa. Sin embargo no la hubo. Luego de casarse con Raquel, su preferida, terminó haciendo claras diferencias entre ambas. Podríamos justificar diciendo que Lea no era el tipo de mujer que Jacob quería para su matrimonio, pero la Palabra de Dios afirma contundentemente que el amor no es un sentimiento, es una decisión. 1. Por esto Lea se sentía frustrada, amargada, triste y menospreciada (vers. 31). Lo que sueña toda mujer es en el día de su casamiento, aún mucho más que el varón. Pero no sólo disfrutar de la bendición de la unión, sino la felicidad de la convivencia diaria. Lea sentía que era la segunda en discordia. Lea se sentía de menor valor que su hermana, se sentía usada por su padre, e infeliz por no haber llegado a conquistar el corazón del hombre que tendría a su lado de una manera u otra por el resto de sus días. ¡Qué frustración! 1. Esto mismo sucedía en el hogar paterno de Jacob donde su madre lo prefería a él, mientras que su padre prefería a Esaú. Jacob tenía raíces familiares de ser vulnerable al pecado del favoritismo. Él era el amado de su madre, pues era muy apegado a ella (la Biblia señala que habitaba en tiendas), en cambio su hermano Esaú, había aprendido a valerse más por sí mismo, era diestro para la caza y esto hacía que su Padre lo prefiriera a él por haber desarrollado este don. Renunciemos a amar a nuestros hijos por lo que producen, o porque se relacionan con más facilidad con uno o con otro por una afinidad de caracteres, amémoslos incondicionalmente. La Biblia no nos cuenta la vida interna de esta familia patriarcal, pero con estas características dadas en el libro de Génesis, podemos deducir con facilidad que estos favoritismos produjeron muchas hemorragias familiares. Lo más triste es que el pecado de iniquidad se traspasó de generación a generación manchando también a Jacob, y este terminó envenenando a Lea, su primera esposa. 1. Un detalle importante aquí es que Dios actuó a favor de Lea, por eso mismo (vers. 31) Dios odia la burla y el menosprecio. Recordemos que el ama al pecador. El no festeja el pecado de nadie. Lo corrige, lo disciplina. Dios no permite que se corrija un pecado con otro pecado, porque dará a luz aún más iniquidad. Pero cuando nosotros queremos hacer justicia por mano propia, nos ponemos al mismo nivel del pecador, y a Dios no le queda otro remedio que intervenir. Jacob debió haber perdonado a Lea por ser cómplice de su padre, y no lo hizo. Dios tuvo misericordia de Lea y le dio una gran fecundidad. 1. Dios le da cuatro hijos. Hijos que llegaron a ser los padres de tribus muy importantes. (Especialmente las más importantes fueron las de Leví y de Judá). Rubén: Tuvo una gran de demostración de carácter al librar a su hermano José del deseo malicioso de sus hermanos de matarlos (Génesis 37:21, 29); pero, sin embargo, había una gran mancha en su vida que lo marcaría para siempre: el ser infiel a su padre involucrándose en una relación incestuosa con su concubina (Génesis 35:22); lo que le trajo como consecuencia la pérdida de valor de su primogenitura no siendo el principal en la bendición final de su padre (Génesis 49). Simeón:Simeón tomó parte, juntamente con Leví, en la muerte de los hombres de Siquem por haber este último deshonrado a su hermana Dina (Gn. 34). También tuvo una parte destacada en el asunto de José y sus hermanos, ya que quedó como rehén a fin de garantizar el regreso de los mismos con su hermano Benjamín. Es posible que José lo haya elegido por el importante papel que le cupo cuando fue vendido a Egipto, o puede haber sido porque era el segundo hijo después de Rubén, quien había asumido una actitud más responsable que los demás hermanos (Génesis 37.21–22; 42.22). Cuando Jacob bendijo a sus hijos, Simeón y Leví fueron reprochados por su carácter violento, y habrían de ser divididos y desparramados (Génesis 49.5–7). Leví:Junto con su hermano Simeón, Leví llevó a cabo la matanza a traición de los habitantes de Siquem, en venganza por la deshonra de su hermana, Dina. Esta había sido violada por Siquem, hijo de Hamor heveo (Génesis 34). Por eso, en su profecía final Jacob censuró a estos dos hijos suyos y con dolor les negó la unidad tribal (Génesis 49.5, 6). En cuanto a Leví este castigo se modificó más tarde por el celo de sus descendientes manifestado en la destrucción de tres mil de los idólatras culpables de la orgía alrededor del becerro de oro (Éxodo 32.25-29). Los nombres de los tres hijos de Leví nacidos en Egipto corresponden con las divisiones principales de los levitas: Gersón, Coat y Merari (Génesis n46.11; Éxodo 6.16ss; Números 3.17ss; 1 Crónicas 6.16- 48). Moisés y Aarón eran de la familia de Coat por parte de su padre, Amram. Su madre, Jocabed, también era de linaje levita (Éxodo 6:18). Por herencia el sacerdocio pertenecía a la familia de Aarón. Los levitas representaban el tercer grado en la jerarquía eclesiástica compuesta también del sumo sacerdote y los sacerdotes. Además ocuparon el lugar de los primogénitos de las otras tribus que por derecho pertenecían a Dios. Judá: Nació en Padan-aram (Génesis 29:35), pero poco se sabe de su vida. Ocupa un honroso lugar en la historia de su hermano José (Génesis 37:26, 27; 43:3-10; 44:16-34; 46.28), pero fue causa de deshonra para Tamar, su nuera (Génesis 38). La bendición que le otorgó el moribundo Jacob fue un anuncio del poder especial y la prosperidad de su familia, así como de su continuación personal como jefe de la raza judía hasta el tiempo de Cristo (Génesis 49:8-12). Habiendo perdido Rubén su primogenitura, Judá llegó a considerarse como el jefe de los hijos de Jacob. Fue progenitor de David y su descendencia real, a la que perteneció el Salvador. Más adelante en la historia Lea llegaría a tener dos hijos varones más (Isacar y Zabulón) y un poco más tarde a Dina su única hija mujer, pero esto lo trataremos en la próxima semana. 1. Piensa lo que logra el favoritismo en un hogar. Consigue que la persona se sienta menospreciada. El favoritismo disminuye el valor de las personas. Reduce a la mínima expresión la personalidad, la persona menospreciada se siente totalmente desfavorecida y sin fuerzas para enfrentar los desafíos que le presenta la vida social, y si no hace un cambio a tiempo a través de la sanidad interior que otorga el Espíritu Santo como consolador termina hundida en una profunda depresión. 2. Piensa en cómo Dios defiende al débil. El Salmo 82 y más específicamente el versículo 3 hablan claramente de la equidad que tiene el Señor para juzgar todas las personas. Él tiene misericordia del débil, del afligido, del menesteroso. 1. Si eres menospreciado puedes saber que Dios te da especial cuidado. Si Lea fue consolada y recompensada con el nacimiento de cuatro hijos a pesar de que anteriormente había cometido errores, debes tener la convicción que el Señor te auxiliará en los momentos que delante de los hombres aparentemente estés tenido en poco, porque en Dios hay celo especial por los pobres de espíritu, por los que lloran y ponen su causa ante el trono de la gracia. Conclusión: Jacob nos deja la enseñanza de que no podemos tener favoritismo dentro de la familia; ni en otro ámbito, porque las consecuencias serán devastadoras. Para orar: Que tengamos la sabiduría de amar y apoyar a toda nuestra familia. Para hacer: Analiza tu vida. Si tienes un favorito en algún área de tu vida diaria o familiar, renuncia y pon el orden de Dios. 30 de junio El hogar de Jacob (2) Lectura Bíblica: Génesis 30:1-21; 29:31-30:24; Romanos 13:13, Gálatas 5:26; Proverbios 14:30. Introducción: El hogar paterno de Jacob fue un problema; excepto por algunas buenas cosas que ya descubrimos. Ahora, nos encontramos en el propio hogar de Jacob y vemos que las cosas no han cambiado mucho, ya que, muchas de las que vimos en su hogar paterno las vemos aquí también. Cosas como: 1. La envidia (30:1-2). 2. Dada la maternidad de Lea y la esterilidad de Raquel esto le produce envidia. A pesar de ser desfavorecida por la diferencia afectuosa de su esposo con su hermana, Lea tenía una mejor actitud que Raquel. Pues Raquel, la amada de Jacob, se había olvidado de Dios. Había mucha tensión en el ambiente generada porque Lea disfrutaba de su maternidad y Raquel languidecía de dolor por la enquistada esterilidad en su matriz. Poco a poco el dolor pasó a ser amargura y terminó generándose un sentimiento de envidia hacia su hermana. Y sabemos que: «Donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa» (Santiago 3:16). Posiblemente, la hermosura de Raquel la envaneció en su juventud, porque los hombres ponían más sus ojos en ella que en las propias chicas de su edad, y esto hizo crecer en ella un sentimiento de autosuficiencia y altanería, perdiendo así esa sensibilidad a buscar la ayuda de Dios. Cuando Jacob tuvo el menor acercamiento hacia Lea, su hermana Raquel estalló en celos y envidia. Ardió en ira y se lo hizo saber a Jacob con dureza: “Dame hijos o si no me muero” (vers. 1). 1. Tenemos aquí rezagos de la envidia entre Esaú y Jacob. El espíritu rival que enfrentó a Esaú y Jacob (Génesis 25:26), desde el mismísimo vientre de su madre Rebeca, y que se consolidó desde su juventud, está aflorando ahora en Raquel. En su desespero ella pecó: le dijo a Jacob que tomara a su sierva como concubina y Jacob, débil de carácter, cedió ante la presión. Jacob debió haber tomado una decisión opuesta, debió hablar con su esposa y llevar esta decisión al plano espiritual. Tendría que haber motivado a Raquel a que juntos llevaran esta petición de tener hijos al Creador de todas las cosas, pero como lo hizo con su madre, accedió al pedido envidioso de Raquel. Raquel no solo que pecó ella sino que incitó a su propio marido a que pecara acostándose con su concubina. La envidia la cegó tanto que no le importó que su esposo tuviera relaciones sexuales con otra mujer. 1. Qué dice la Biblia sobre la envidia. La envidia es un sentimiento de tristeza y desdicha por el bienestar de otro. La palabra hebrea “Qaná” o “Kaná” está asociada con el enrojecimiento del rostro, al punto de quemarse por el ardor. La envidia además es: Carcoma de los huesos (Proverbios 14:30). Es andar en tinieblas (Romanos 13:13; 2 Corintios 12:20). Es una demostración de orgullo y vanagloria (Gálatas 5:26). Es la ausencia del amor (1Corintios 13:4). La envidia y los celos pueden separar a una pareja. Producen arranques y discusiones acaloradas. Cuando un esposo o esposa lanzan un arranque de envidia o de celos deben pensar en el sufrimiento que producen en el resto de la familia. 1. La rivalidad (3-21). Puntualicemos varios hechos que nos muestran la rivalidad en esta familia. 1. Vers. 3: En lugar de tomar a sus sobrinos como hijos, prefirió a los hijos que podría dar otra. La envidia y los celos llevan a la competencia en todos los planos. Fue tal el grado de envidia que le tenía Raquel a Lea que menospreció a sus sobrinos. 2. Vers. 8: El nombre de su hijo Neftalí. Neftalí significa “lucha o contienda” advirtamos la naturaleza carnal de Raquel nombrar a su hijo en honor a la contienda que tenía con su hermana. La ira de Raquel había llegado a su pico, al declarar que ella le había ganado la contienda a Lea. 3. Vers. 9: La decisión de Lea al ver que no podía tener hijos. Lea se contagió del mismo espíritu contencioso de su hermana y entregó a su sierva para que sea una especie de amante de Jacob. Lo más triste de todo es que Lea que estaba enfocada en el Señor, ahora dispersa su atención y se rebaja al nivel de Raquel para competir con ella. Podemos afirmar esto porque el hijo que le nace de la sierva lo llama “Gad” que significa “Buena fortuna”; lo cual nos deja entrever que ya no confiaba plenamente en la gracia de Dios sino en la buena suerte. 4. Vers. 14-16: El episodio de las mandrágoras. Cuando Jacob ya tenía ocho hijos, el mayor que era Rubén, quien tendría aproximadamente entre seis y ocho años de edad estaba en el campo de trigo y en forma casual encontró unas mandrágoras. La mandrágora es una baya pequeña de color naranja que se puede comer. Algunas culturas la han utilizado como afrodisíaca; es decir como una medicina que excita el deseo sexual y hace fértil a la mujer. Rubén le trajo las bayas a su madre Lea, que se encontraba en su casa. Raquel vio las mandrágoras y las deseó desesperadamente. Recordemos que Raquel no había tenido ningún hijo por sí misma hasta el momento. La posibilidad de que las bayas la pudieran curar de su esterilidad emocionó a Raquel al punto de negociar con Lea que pasara una noche entera con Jacob. Observemos la gravedad del asunto: Raquel alquila a su esposo para que se acueste con su hermana para que luego pudiera tener con ella el hijo que tanto deseaba poniendo su confianza en una planta medicinal; y Lea, con su vieja ambición de poseer el amor no correspondido de Jacob, accedió a tan baja e indecente propuesta. Conclusión: Piensa que al no ponérsele un “pare” a una situación, cuando no hay arrepentimiento ni corrección, seguramente la historia seguirá repitiéndose. Por ejemplo: padres maltratadores producen hijos maltratadores. Para orar: Que tomemos la acción de arrepentimiento para traer cambios a nuestras vidas y familia. Para hacer: Haz un análisis sincero si hay alguna de estas condiciones en tu vida o familia. Decide qué vas a hacer para cambiar.