enfermedad mental: ¿consecuencia o causa de vivir en la calle

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ENFERMEDAD MENTAL: ¿CONSECUENCIA O CAUSA DE VIVIR EN LA CALLE?
María Isabel Vázquez Souza. Psiquiatra. Programa de atención psiquiátrica a enfermos mentales sin
hogar. Servicio Madrileño de Salud
El hecho de vivir en la calle no es consecuencia de una causa única sino de multitud
de factores a lo largo de un proceso que puede llevar a que se torne una persona sin hogar.
Muchos de estos factores como los socioeconómicos (la precariedad laboral, el precio de la
vivienda...), los cambios en las estructuras sociofamiliares, las rupturas sentimentales...
pueden afectarnos a todos y según su combinación pueden suponer estreses vitales para
constituir un cóctel letal que nos conduzca, a cualquiera de nosotros a la calle. Uno más de
estos estresares, crónico, puede ser la enfermedad mental. Se calcula que si a lo largo de la
vida de forma habitual sufrimos unos 2-3 de estos estresares (pérdida de padres o pareja,
pérdida de empleo...); con frecuencia las personas sin hogar han padecido entre 7y 9. De
todos modos la enfermedad mental es con frecuencia mencionada a la hora de explicar la
presencia de enfermos en las calles. Las teorías principales que intentan explicar la
existencia de personas con enfermedad mental en las calles son: las que hablan de origen
social o estrés social en la aparición de la enfermedad mental y las de la selección o
descenso social ya sea pasivo (drift) o activo (segregación) y la de la vulnerabilidad.
Según las teorías que achacan la aparición de la enfermedad mental al estrés social
de la vida en la calle se indican tres situaciones difíciles de elaborar: la pérdida del
alojamiento y acompañando a esto de relaciones sociales estables, coordenadas familiares,
etc; la pérdida de seguridad, predictibilidad y control que supone vivir en la calle o
albergues y la exacerbación de traumas psicológicos en personas con historias de abusos
físicos o sexuales o la descompensación de estructuras de carácter previamente patológicas.
Las teorías del descenso social se apoyan en la mayor acumulación de enfermos
mentales en las zonas centrales y pobres de las ciudades. La aparición de una enfermedad
mental grave, en edades en las que se están desarrollando los estudios, la incorporación a la
vida laboral y la formación de una familia, suponen una pérdida de recursos y
empobrecimiento fácil de entender.
La vulnerabilidad supone que la aparición de los síntomas dependerá de una
equilibrio entre aquellos factores personales y ambientales protectores y los que potencian
o agravan los factores personales de vulnerabilidad.
La existencia de alcoholismo y otras toxicomanías puede influir de forma directa o
como factores agravantes de otros trastornos
¿Qué se puede hacer?
Debido a la necesidad de cubrir múltiples y complejas necesidades no sólo en el
ámbito de la salud sino también en le social (alojamiento, documentación), cualquier
intervención requiere de un equipo multidisciplinar dispuesto a realizar una actuación a
largo plazo e intervenir en situaciones de urgencia y de forma coordinada con la red
normalizada. Se precisa que estos equipos trabajen en su entorno (es decir, la calle), de
forma proactiva (buscándoles, motivándoles) y de forma respetuosa con sus deseos y
necesidades, con un acercamiento progresivo que permita crear una relación de mutua
confianza y poco a poco poder facilitarles su integración en la red social y sanitaria con la
mayor autonomía posible por parte de la persona.
Por otra parte, son muchas las dificultades que deben arrostrar para poder alcanzar
la red normalizada y, con frecuencia, esto hace que no tengan una atención adecuada a no
ser que se les acerque mediante este tipo de servicio. Estas dificultades pueden ser tanto
propias y derivadas del estilo de vida (desconfianza en las instituciones, prioridades en otras
áreas- p.ej, encontrar dónde dormir o acudir dentro de un horario de comedor- la
movilidad), como derivadas de las enfermedades (problemas para moverse, síntomas de
enfermedad mental, intoxicación), como burocráticas (ausencia de documentos, poca
disponibilidad o flexibilidad de citas y horarios...) o derivadas del estigma o creencias
erróneas sobre la enfermedad mental o sobre las personas sin hogar (“los enfermos
mentales son violentos...son vagos...están así porque quieren...eso es el alcohol...es un
problema social...”)
¿Es posible?
Son varias las experiencias con resultados positivos en otros países (programa
START en Londres, Poject UDENFOR en Copenhague...), algunas con más de 15 años de
existencia.
Desde hace casi 3 años, en la ciudad de Madrid, existe un programa
perteneciente al Servicio Madrileño de Salud junto con una parte del programa PRISEMI
(Proyecto de rehabilitación e inserción de enfermos mentales crónicos sin hogar) de la
Consejería de Familia y Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid , que se ocupa de la
atención a este colectivo de forma coordinada con los servicios sociales para personas sin
hogar del municipio de Madrid.
Este equipo trabaja a un segundo nivel realizándose
la detección, fundamentalmente, por parte de los equipos de calle de SAMUR SOCIAL y
por otras entidades y servicios (RAIS, Realidades, Programa integral de San Vicente de
Paul, CASI, Puerta Abierta...) y trabajando de forma coordinada con estos servicios.
Los objetivos de este programa
 -Mejorar la atención en salud mental de la población sin hogar.
 -Evaluación y diagnóstico.
 -Tratamiento y seguimiento psiquiátrico de los enfermos que no están siendo
atendidos en otros recursos de la red.
 -Favorecer la integración y el enganche de los enfermos mentales en los recursos
normalizados
 -Coordinación de los recursos sanitarios y sociales precisos para la intervención.
 -Apoyar la formación continuada de los profesionales que intervienen en el
programa.
Realizándose contacto y, en muchos de los casos, el diagnóstico, tratamiento y seguimiento
en la propia vía pública; sirviendo como puente para la atención posterior y continuación
de la atención por parte de la red sanitaria.
En este tiempo se ha contactado con unas 200 personas obteniendo unas altas tasas
de mejora, no sólo en términos de aceptación de tratamiento o alojamiento, sino también
en mejora de su salud global y calidad de vida. Siempre en coordinación y de forma
conjunta con los recursos sociales del Ayuntamiento de Madrid y sanitario de la
Comunidad de Madrid. Más de la mitad de estas personas han aceptado tratamiento y están
alojadas de forma estable; incluso, alguno de ellos trabaja de forma estable desde hace más
de un año, en trabajos normalizados.
BIBLIOGRAFÍA
“Población sin techo en Madrid. Diagnóstico y propuestas de actuación”. Pedro
José Cabrera, Mª José Rubio. Departamento de Sociología y Trabajo Social.
Facultad de Sociología y Ciencias Sociales. Universidad de Comillas. Madrid (2003)
“Salud Mental en población sin hogar”. Luis Santiago Vega González. Cuadernos
Asturianos de Salud. Gijón (1996)
“Los Límites de la exclusión”. Manuel Muñoz, Carmelo Vázquez, José Juan
Vázquez. Ediciones Témpora S.A. Madrid (2003)
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